La FAGC y la represión

La FAGC y la represión
Solicitud de apoyo mutuo
Durante los 4 años de existencia de la Federación Anarquista de Gran Canaria el encontronazo con la represión policial y judicial ha sido una constante. Cuando estábamos inmersos en una campaña puramente disolvente y atacábamos a las instituciones político-financieras, criticábamos a los movimientos sociales profesionalizados, reventábamos manifestaciones a los sindicatos amarillos, o hasta cuando iniciamos una campaña contra el matonismo policial, no sufrimos tanto los efectos de la represión cómo ahora, que nos centramos principalmente en realojar a familias sin recursos.
Las autoridades prefieren que los anarquistas quemen los cajeros de los bancos a que ocupen sus viviendas abandonadas y las socialicen. Lo primero entra dentro del guión, es la imagen que esperan, queda bien en las portadas de sus periódicos; lo segundo los descoloca, no saben cómo criminalizarlo y sienta además un fatal precedente.

En el último año y medio, justo cuando menos recursos tenemos y cuando la represión o el exceso de trabajo ha ido menguando nuestro número, es cuando hemos llevado a cabo nuestra actividad más frenética y productiva. Sería difícil enumerar el número de familias realojadas, más aún el de personas (calculamos que desde mediados del 2013 más de 400 personas han vivido bajo techo gracias a la FAGC), y también el de inmuebles expropiados (a partir de la misma fecha, más de 200 viviendas han sido socializadas en distintos puntos de la isla). El mayor número de realojos se han dado en este último año, realojando a 102 personas en un sólo trimestre.
Esta actividad, que arroja un saldo de resultados tan positivos (al menos numéricamente), también se cobra su cuota de sangre y represión. La FAGC es la punta de lanza de una campaña de realojo cuyas consecuencias represivas paga en solitario. Aunque mediáticamente tengamos que exigir medidas legalistas para regularizar la situación de los realojados, esto es sólo la parte final de nuestra “política de hechos consumados”1. La realidad es que llegamos a ese punto después de un corolario de acciones meditadamente ilegales. Sí, vivimos necesariamente al margen de la legalidad, quebrantándola de forma sistemática: abrimos viviendas abandonadas, cambiamos sus cerraduras, facilitamos si podemos suministro eléctrico y acuífero, etc. A parte de eso nos implicamos en la gestión de comunidades humanas (más públicas o más discretas), enfrentándonos el desafío de saciar necesidades básicas con las pocas herramientas de las que disponemos. Estamos en el filo de una navaja bastante afilada que siempre tiende a cortar por el mismo sitio.
Pero no somos mártires ni inconscientes. No hacemos esto víctimas de un rapto de locura, deseosos de inmolarnos o bajo la incapacidad de medir las consecuencias. Siempre hemos sabido a lo que nos exponíamos. Simplemente nos hemos visto obligados, por sensibilidad, compromiso y convicción, a ayudar a los más desfavorecidos. Barajábamos que para cuando el Sistema se dispusiera a enseñar los dientes compondríamos ya parte de una pequeña guerrilla; la realidad es que esto se ha convertido más bien en una batalla de francotiradores. Empero, hemos de reconocer que ya habíamos hecho este calculo. Sí, es mucho y muy gratificante el reconocimiento por el trabajo realizado; pero si no tenemos a nuestro alcance redes anti represivas previamente organizadas, las amenazas de cárcel, los juicios y detenciones deben cargarse siempre sobre las mismas espaldas. Sin una coordinación que tenga transcendencia fuera de lo local, no podemos dedicar todo nuestro tiempo y esfuerzo al frente de lucha de la vivienda y simultáneamente a organizar dichas redes de solidaridad.
Muchos de nuestros compañeros y compañeras han temido por su seguridad y han decidido bajarse del tren en marcha; muchos realojados, precisamente los más comprometidos con devolver la solidaridad recibida, han seguido el mismo camino. Los más vinculados a la FAGC pagan sin apenas apoyos el precio de una actividad comprometida y también el de estas comprensibles “deserciones”. Compañeros concretos, los que más dan la cara y se exponen, son asfixiados con sanciones administrativas (multas por alteración del orden público en lugares en los que ni siquiera estaban o por producir altercados en manifestaciones a las que ni siquiera pudieron acudir), denunciados ad nauseam por los más peregrinos motivos, acribillados con reclamaciones kafkianas derivadas de la represión2, etc. La idea es inmovilizarlos, ahogarlos en papel, desangrarlos económicamente. La burocracia es otra forma de reprimir. En el peor de los casos se atan las manos del afectado enredándolo en interminables recursos y gestiones legales, y se le obliga (a él y a su colectivo) a invertir sus escasos recursos en abogados, procuradores, tasas y multas (más de 560 euros hemos gastados los últimos dos meses); en el mejor, alguna condena de cárcel. Muchas denuncias se van archivando o sobreseyendo, pero aún se le exigen a uno de nuestros compañeros 5 años de cárcel. La situación económica ha sido tan dura (ya que hemos tenido que desviar casi todos nuestros fondos a contener la represión) que nuestro silencio cibernético de los últimos meses se debe en gran parte a que no hemos tenido medios ni para costearnos Internet.
Visto lo visto, no queda más que solicitar la solidaridad de quienes apoyan nuestra labor. Cuando hicimos circular el número de cuenta para apoyar a la Comunidad “la Esperanza” en un primer momento se pensó que una parte podría ir destinada para los gastos anti represivos. Sin embargo, la propia FAGC rápidamente decidió trazar la frontera: el dinero de esa cuenta iría destinado exclusivamente a los gastos (de agua y similares) de la Comunidad, para de esa forma evitar equívocos y delimitar prioridades. Lo propusimos en asamblea y los vecinos aceptaron. Por tanto, todo lo donado se ha dedicado exclusivamente a ese menester. Ahora la soga represiva estrecha su nudo y nos vemos obligados a repetir el llamamiento, pero en este caso para soportar el acoso jurídico-administrativo-policial al que es sometida la FAGC. Sinceramente no tenemos muchas esperanzas en esta iniciativa. Las compañeras y compañeros más generosos de todo el Estado (e incluso de Alemania) han hecho ya tremendos esfuerzos para solidarizarse con nuestra labor a través de sus aportaciones a la Comunidad. Son individuos, colectivos y sindicatos que no reciben subvenciones de ningún tipo y que dependen de su trabajo o de las contribuciones de sus componentes para sobrevivir. No pretendemos, por tanto, que nadie tenga que hacer dos veces el mismo esfuerzo. No obstante, y para que no quede constancia de no haber gastado este último cartucho, hacemos este último llamamiento de solidaridad:
1º Primero nos gustaría ir tejiendo esa red a la que nos referíamos. Contactar con compañeras y compañeros dispuestos a dar cobertura ante un posible recrudecimiento de la represión que hagan llegar la información al menos a los medios contra informativos. Gente dispuesta a levantar la voz para que nuestros compañeros no puedan ser represaliados en silencio.
2º Que cualquier compañera o compañero versado en temas legales, abogados y procuradores se ofrezcan a asesorar y, en caso de ser necesario, a colaborar a unos precios asumibles, lejos de la sangría a la que actualmente estamos siendo sometidos.
3º Mientras esto se articula, necesitamos colaboración económica para hacer frente al aluvión de gastos judiciales que se nos están presentando y que han ocasionado que actualmente los principales afectados tengan sus cuentas bancarias embargadas. Para ello abrimos una nueva cuenta (saneada y segura) para que quien lo desee puede hacernos llegar su solidaridad (cualquier duda sobre la cuenta ponerse en contacto con nosotros en anarquistasgc@gmail.com):
ES45 0239 2026 6130 4004 8866
Usaremos la baza de la solidaridad pero si no sale cómo esperamos, nada de preocuparse compañeras y compañeros; no hay nada que nos haga desviarnos de nuestro camino. Las tácticas cambiarán, los proyectos morirán con la misma facilidad con la que renacerán otros, recapacitaremos y trazaremos nuevas vías, lucharemos en otras partes y de otros modos, pero nunca pararemos, nunca desviaremos nuestros pasos de nuestro objetivo prioritario: aproximar, para todos los que quieran construirla y vivirla, un poco de dura y bella Anarquía.
Reprimiendo pueden hacer que nos replanteemos nuevas formas de asestar nuestros golpes, pero no pueden, porque son incapaces, desarmarnos. Quizás nos estén obligando a ser más imaginativos e ingeniosos, a simplemente inventar nuevas formas de lucha que ni su rodillo represivo pueda aplastar. Sí, la FAGC podrá desaparecer algún día o cambiar de nombre (¿qué importan las siglas?), pero el espíritu que la impulsa es más fuerte que los grilletes del Estado, que sus calabozos, sus cárceles y sus leyes. Ya pueden usar todo su papel matasellado y su acero porque ni hundiéndonos bajo los tomos de todas sus leyes ni encerrándonos tras sus barrotes van a lograr detenernos. Hay cosas que no mueren. 
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1Un banco o un organismo público jamás ofrecerá un alquiler social si no se le somete a esta política. No se les puede “pedir” la concesión de un alquiler sobre casas vacías; si queremos obtenerlo hemos de hacerlo sobre viviendas previamente ocupadas y forzarles a concederlo como única forma de resolver el conflicto. Su egoísmo intrínseco les hará optar por el “mal menor”.
2Advertimos: si la policía os agrade y no estáis de acuerdo con el parte de lesiones realizado durante la detención y decidís ir por vuestra cuenta a urgencias o al médico de cabecera, al referir que es una agresión se os cobrarán los gastos si en el plazo que os exige la seguridad social no presentáis la denuncia. Tres reclamaciones y amenazas de embargo tiene uno de nuestros compañeros que no ha conseguido hacer entender a ningún funcionario que aún está intentado reunir el dinero para interponer una querella en condiciones.

Entrevista a la FAGC del Pèsol Negre

Parlem amb companyes de la Federació Anarquista de Gran Canaria

Cuando La Esperanza es la última opción

Por Guille Larios, Santa María de Guía en La Directa

El proyecto de okupación más grande del Estado español, en Gran Canaria, aloja familias con elevado riesgo de exclusión social. “De todos los excluidos sociales, en la Esperanza viven los más excluidos”. Así comienza la presentación Ruymán Pérez [Rodríguez], miembro de la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) y portavoz de la Comunidad Esperanza, para describir la […]

El proyecto de okupación más grande del Estado español, en Gran Canaria, aloja familias con elevado riesgo de exclusión social.
“De todos los excluidos sociales, en la Esperanza viven los más excluidos”. Así comienza la presentación Ruymán Pérez, miembro de la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) y portavoz de la Comunidad Esperanza, para describir la situación humana en los bloques de pisos ocupados en el municipio gran canario de Santa María de Guía y los terrenos que conforman la okupación más grande de España.
La Esperanza es un proyecto para alojar familias con elevado riesgo de exclusión social y desamparo. Sólo pueden residir familias con menores a cargo, que no dispongan de ninguna propiedad y reciban menos de 426 euros mensuales (correspondientes a la prestación canaria de inserción (PCI)). Sin embargo, una parte de los cuatro bloques ocupados, formado por viviendas individuales, se destina al re-alojamiento de personas solas con trayectorias vitales de riesgo.

“Aquí, la mayoría de personas provienen de situaciones de pobreza crónica y desahucios, de la indigencia, los malos tratos domésticos, la inmigración sin papeles, la malnutrición, las enfermedades crónicas y la recogida de chatarra. La Esperanza no es un empleo más; a pesar de la convicción y la reivindicación, está movida por la supervivencia y la necesidad. Es la última salida antes de caer en la pobreza y marginalidad “afirma Ruymán.
Formada por cuatro grandes bloques de pisos inter-comunicados color verde pastel y unos terrenos anexos que las familias desescombrar para convertirse en un huerto del que abastecerse, una gran grúa brota desde una de sus calles interiores; herencia inamovible que se ha integrado como parte del paisaje comunitario. La puerta de acceso se encuentra integrada en un gran muro levantado por las vecinas para resistir un eventual desalojo y, encima, un mural hay reza: “Comunidad la Esperanza: lo último que se pierde”.
La comunidad nació en enero de 2013 impulsada por la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) y fortalecida por las luchas que tomaron fuerza a las islas con el 15M contra los desahucios, que golpearon con fuerza el archipiélago. Los cuatro bloques de viviendas fueron puestos a disposición de 73 familias sin recursos, un total de 260 personas, 160 de las cuales son niños.
Los cuatro bloques de viviendas fueron puestos a disposición de 73 familias sin recursos, un total de 260 personas, 160 de las cuales son niños
La FAGC, que en ese momento desarrollaba iniciativas como el Grupo de Respuesta inmediata contra desahucios y la Asamblea de inquilinos y desahuciados, contactó con la propietaria de los bloques deshabitados y obtuvo una cesión para alojar familias sin recursos.
Aún así, Ruymán defiende que la labor de la FAGC no es el asistencialismo; “En un primer momento, liberamos una vivienda para que la gente tenga una base desde donde empoderarse y ofrecemos las herramientas y principios libertarios como forma de organización y vertebración comunitaria.
A la Esperanza se apuesta por la acción directa, el apoyo mutuo, el asamblearismo y la democracia directa. La FAGC se desvincula de cualquier tipo de “tutela” y la forma de gestión interna y la supervivencia pacífica de la comunidad depende de todas las vecinas “aclara
Organización interna
Celebrada un domingo al mes al “Assambleatori” y abierta a todas las residentes que quieran decir la suya, la asamblea es el máximo órgano de poder y decisión de la comunidad. Allí se debaten los problemas comunitarios y los objetivos a alcanzar, aunque las agresiones o conflictos que imposibiliten la convivencia se plantean en asambleas extraordinarias puntuales. “Si hablamos de actitudes persistentes y la asamblea decide expulsar a alguien, la FAGC la realoja en otra vivienda, fuera de la comunidad” explica Ruymán.
Diferentes comisiones rotativas se reparten las tareas y objetivos comunitarios; los re-alojamientos de nuevas familias (actualmente con una lista de espera para otras 70 familias), el mantenimiento de los espacios, el trabajo en el huerto y el asesoramiento legal.
La comisión de economía tiene especial relevancia, ya que gestiona la aportación voluntaria de 25 euros mensuales por familia que, sobre todo, van destinados a sufragar el agua que abastece la comunidad. “Durante varias horas al día, el agua está cerrada y tenemos políticas de racionamiento verano-invierno” explica Ruymán. Esta comisión también gestiona las donaciones que personas y colectivos de todo hacen hacia la comunidad y que provienen, hasta la fecha, de movimientos libertarios ibéricos.
“Aunque la mayoría de gente no proviene de entornos militantes o activistas, funcionamos con principios libertarios porque son los más prácticos para organizarnos. Es un “anarquismo de barrio”, huyendo de grandes teorizaciones, porque prima la supervivencia. Vivimos en condiciones de extrema precariedad; se dan situaciones muy complicadas que no aparecen en los libros ya veces hay que improvisar “señala Ruymán.
“Aquí no somos el sexo débil” defiende la María, víctima de violencia de género en el pasado y que ahora lucha por que los servicios sociales le devuelva a sus hijos. “Llevamos parte del peso de la comunidad, gestionando comisiones, mediaciones y trabajos manuales. Es un feminismo espontáneo pero también consciente “.
Represión
Por otra parte, las residentes de la comunidad denuncian las continuas presiones ejercidas desde la Guardia Civil de Guía en forma de seguimientos, diligencias policiales, intimidaciones e identificaciones.
El mismo Ruymán fue detenido por agentes secretas de la Guardia Civil cuando salía de la comunidad el pasado Abril y fue llevado a dependencias policiales. “Fui golpeado y torturado durante 24 horas y recibí amenazas para que abandonara la comunidad y el municipio” declara. Una vez en libertad, Ruymán denunció los hechos con la juez a la vez que los agentes le imputaban un delito de atentado contra la autoridad.
Las residentes de la comunidad denuncian las continuas presiones ejercidas desde la Guardia Civil de Guía en forma de seguimientos, diligencias policiales, intimidaciones e identificaciones
“A comisaría me dijeron que me comería cinco años de prisión. Estamos a la espera de juicio. No me importa, es una estrategia de acoso y derribo de lo que hemos construido aquí. Quieren desestabilizarnos y me atacan porque creen que tenemos “líderes”, pero esto es horizontal y se sostiene solo “defensa Ruymán.
“A Guía no somos bienvenidos” explica Rocío, tesorera en funciones de la Comunidad. “Es un pueblo con un alto nivel adquisitivo, casi aristocrático. La GC nos acosa y dice que llenamos el pueblo de “basura”, en referencia a las personas de la comunidad, porque muchas de nosotros venimos de barrios guetificats de la isla con un fuerte estigma, como Jinama “explica.
“Tenemos los mismos problemas que cualquier comunidad de vecinos, pero somos pacíficos y vivimos tranquilamente, lo tenemos todo limpio y habilidad para los niños. Tenemos mucha más exigencia que el resto de familias de la isla; los servicios sociales venden cada día y amenazan con quitarnos los niños si algo no les gusta. “
Canarias, dañada por el paro y los desahucios
Las islas Canarias se basan en una economía terciarizada (75% de los puestos de trabajo), impulsada por el fuerte sector turístico. El año 2014, el archipiélago recibió cerca de 9,6 millones de visitantes, principalmente británicos y alemanes. Los últimos años, esta orientación hacia el turismo en las islas fue aparejada con un incremento del sector de la construcción.
Por el contrario, según el último informe de la Plataforma por la dignidad de las personas sin hogar, de 2012, cerca de 600.000 personas vivían en Canarias bajo el umbral de la pobreza y tan sólo un 25% de los hogares no presentaba ningún indicador de exclusión social.
Cerca de 600.000 personas vivían en Canarias bajo el umbral de la pobreza y tan sólo un 25% de los hogares no presentaba ningún indicador de exclusión social
Por otra parte, las elevadas tasas de paro han convertido crónicas los últimos años en las islas hasta convertirse en un mal social endémico que abarca diferentes estratos de población. Se trata de la comunidad autónoma con un mayor porcentaje de familias con todos sus miembros en paro (16%) y con una tasa de paro estabilizada en los últimos años en torno al 30%. Un 52% de las personas paradas son de larga duración, una cifra que no baja del 50% entre las menores de 25 años, según datos del INE.
Con estos indicadores, la virulencia de los desahucios ha sacudido con especial fuerza el archipiélago. Entre los años 2007 y 2014 el número de desahucios se cuadruplicó y se produjeron 16.634 ejecuciones hipotecarias. Sólo en el año 2014 y el primer trimestre de 2015 se registraron un total de 4.298 lanzamientos en las islas, según datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). En el conjunto de las islas, se producen una media de 12 desahucios diarios.
Entidades como la PAH Canarias, que han declarado la situación de emergencia de vivienda, estiman que hay cerca de 130.000 viviendas vacías en todo el archipiélago y, por otra parte, cerca de 21.000 familias solicitantes de vivienda, según el gobierno de Canarias.
A raíz de las movilizaciones y las fuertes campañas ciudadanas en lucha contra los desahucios, el consejo de gobierno canario, “dada la situación de emergencia social”, aprobó en Junio ​​de 2014 la Ley de Vivienda de Canarias o La Ley contra los Desahucios , que permitía la aplicación de medidas de choque como la sanción o expropiación a los bancos e inmobiliarias de sus viviendas vacías.
Sin embargo, la ley no ha llegado a aplicarse debido al recurso interpuesto por el Gobierno central del PP ya la consiguiente suspensión cautelar de la ley por parte del Tribunal Constitucional en abril de 2015.

Los bloques han sido absorbidos por la SAREB.
Esperanza en el futuro
Actualmente, los bloques se encuentran en un complejo proceso judicial para dirimir su propiedad, ya que han sido absorbidos por la SAREB para liquidar la deuda de la propietaria con Bankia. Aún así, el recurso interpuesto por la propietaria contra esta absorción ha parado el procedimiento y la SAREB deberá superar el recurso para reclamar los bloques.
Pero sea cual sea el resultado del proceso judicial, la Esperanza se mantiene firme en su proyecto e intenta ahora regularizar los suministros básicos, a pesar del silencio administrativo del Ayuntamiento. “Actúa hipócritamente al ignorarnos pero, de manera” informal “, nos deriva familias necesitadas para que las acogemos”, critica la María. “Buscamos trabajo para salir de esta situación de miseria y también planteamos alguna forma de autofinanciarnos desde la comunidad, pero es complejo porque el Ayuntamiento está muy encima para acusarnos de cualquier cosa ilegal “. Y añade: “Lucharemos para regularizar nuestra situación jurídica y conseguir una cesión o alquiler asumible, pero aquí no podemos marchar. La Esperanza es el único que tenemos y lo seguiremos luchando“ .

https://directa.cat/actualitat/quan-lesperanca-es-lultima-opcio

Un día en “La Esperanza”

Son las 7 de la mañana, me desperezo y me dispongo a lavarme la cara. Abro el grifo y hay agua. Hoy la cuba tuvo que llegar puntual y Blas, miembro de la Comisión de Mantenimiento, pudo abrir el abastecimiento a las 7 según nuestro horario de racionamiento de agua. El bueno de Blas, y quienes le ayudan en Mantenimiento, se encargan del agua y de detectar y arreglar desperfectos para que la Comunidad funcione. No cobran nada por ello. ¿Por qué lo hacen? Por solidaridad y compromiso con “el proyecto”, no hay más.
Me visto y bajo al patio. Ahí están Judith y Azu barriéndolo y baldeándolo. Hoy no es lunes (nuestro día de limpieza general), pero quieren mantener las zonas comunes limpias, saben que a nosotros por ser “okupas” se nos mira con lupa. Cuando hay zafarrancho de limpieza se suman algunos hombres, pero desgraciadamente las mujeres siguen siendo mayoría en esta labor. Sin embargo, no se respira un aire machista; las mujeres son mayoría en casi todo. Las que vienen a solicitar vivienda son casi siempre mujeres; son mayoría en la asamblea y son las más participativas; las comisiones están llevadas casi todas por mujeres; cuando hay algún conflicto son las primeras en mediar e intervenir. El concepto de fuerza ha perdido en la Comunidad su estereotípico cariz masculino.

Un grupo de vecinos debate en los bancos del patio. Me sumo a la charla. Les preocupa el aumento del gasto de agua debido a los calores del verano. “A ver si los del ayuntamiento se deciden de una vez y nos ponen el agua, que no somos animales, joder”. Hablan de convocar una asamblea cuanto antes. “Hay que seguir presionando, seguir insistiendo con los medios, y si no manifestaciones o lo que haga falta”, repiten. Alguno es miembro de la Comisión Anti-desahucio, que se encarga de hablar con los medios y tratar de iniciar las negociaciones con la administración. Idahira, la tesorera (este mes le toca a ella), ataja enérgica: “mientras eso pasa lo que hay que hacer es ahorrar”. A ella se le entrega la “contribución comunitaria voluntaria” de 25 euros mensuales. Gracias a esos 25 euros podemos pagar las cubas de 10.000 litros diarios con los que nos abastecemos.
Les dejo con su conversación y me acerco al Asambleatorio (así llamamos al lugar dónde se celebran las asambleas y los talleres y eventos) porque veo algo que me gusta. Los niños están ensayando una obrita de teatro que hizo un vecino. Están entusiasmados, gritando y reproduciendo ruidos de animales. Algunas madres de la Comisión de Talleres les ayudan a ensayar. Miro a los niños y pienso que son lo mejor de la Comunidad. A pesar de la situación económica en la que se encontraban sus padres antes de venir aquí, a su manera estos niños son afortunados. No sólo por la oferta de ocio que hay en la Comunidad con los talleres y demás; estos niños están viviendo una experiencia que les dará una gran ventaja sobre el resto de miembros de su generación. Están aprendiendo y viviendo desde chiquititos lo que es el apoyo mutuo, la empatía, la diversidad, la tolerancia. Pienso en cuando sean grandes y recuerden este periodo de sus vidas. Estos niños serán hombres y mujeres el día de mañana que serán sensibles al dolor ajeno y sabrán que la colaboración es la única forma de resistir y que la justicia no es un ente abstracto.
Me avisan de Mantenimiento: se ha roto una tubería en el garaje. Bajo corriendo a ayudar. Nos pasamos horas arreglándola. Unos van a comprar el repuesto mientras otros serruchan el tramo para ponerle un acople. Aquí, ante mí, tenemos obreros cualificados (como Moisés, Carmelo, Iche y un largo etcétera) que cuando pasa algo de esto saben en cada momento qué hacer. Admiro sus conocimientos y pericia. No pierden nunca la calma en estas circunstancias. La arreglamos al fin.
Con la avería se nos ha hecho tarde, algunos no hemos tenido tiempo de prepararnos la comida. Rocío invita a comer a parte de la cuadrilla de Mantenimiento en su casa y Francisco a otra parte en la suya. Los que van a casa de Francisco disfrutaran de un menú de comida típica colombiana, y los que va a casa de Rocío aprovecharán para llevarse la ropa que amablemente les lavó el otro día. Esas redes espontáneas de apoyo mutuo se tejen día a día en “La Esperanza”. Olla común improvisada , unos vecinos le lavan la ropa a los que no tienen lavadora, otros ayudan a fabricar mobiliario para las casas con maderas recicladas, y así sucesivamente.
Entre los comensales distingo dos caras desconocidas con un niño al que tampoco identifico. Le pregunto a Rocío y me aclara que son “nuevos realojados”. Entraron porque otro vecino encontró trabajo y decidió entregar la llave a la Comisión de Realojo y darle a otra familia la misma oportunidad que le dieron a él. Los nuevos llevan en lista de espera algunos meses, han entregado toda la documentación necesaria para demostrar su situación de necesidad, ya han pasado varias entrevistas con los de Realojo y finalmente se les ha explicado bien “el proyecto” y han aceptado sus condiciones. Hablo con ellos. Que les llamaran de Realojo ha sido lo mejor que les podría pasar: 3 meses de impago de alquiler, agotada la paciencia del casero, les daba una semana para irse o iniciaba los trámites de desahucio. Sus ingresos de 300 euros les impedían pagar el alquiler y comer. Están emocionados y aún no han asimilado su nueva situación. Los vecinos recién llegados suelen venir sin nada. Directamente de la calle, de centros o de traumáticos desalojos. Como en este caso, es difícil que los primeros días los vecinos mas cercanos no le pongan un plato sobre la mesa y les ayuden a instalarse. La solidaridad en “La Esperanza” no es sólo cuestión de sensibilidad, sino de supervivencia.
Después de comer me doy un salto al huerto de la Comunidad. Allí están Javi y Julio, trabajando como siempre. El invierno se ha portado bien con el huerto, pero ahora empiezan los rigores del verano y les urge terminar de colocar las mangueras para el riego por goteo. La idea de Javi, el más implicado en la Comisión del Huerto, es que este se abastezca con cubas independientes. Teniendo en cuenta los problemas acuíferos de la Comunidad, es la única opción. Cerca del huerto corretean gallinas y cabritas. Todos son animales que ya no eran “útiles” para la explotación ganadera y que han sido salvados de ser sacrificados. Para algunos niños de la Comunidad este es el primer contacto que tienen con este tipo de animales. Enseñarles las sinergias que se dan entre los seres vivos y a empatizar con ellos es una experiencia bonita. Javi y Julio se despiden de mí, van a irse a buscar unas plantas forrajeras especiales para las cabras. Ya me contaran a la vuelta.
Cae la tarde, ahora mismo tengo que coger la guagua para irme a trabajar (soy de los pocos en la Comunidad que tiene un trabajo remunerado, aunque la gente se mata a hacer chapuzas, sacar chatarra, limpiar escaleras, para poner un plato en la mesa). Justo cuando estoy saliendo me vuelvo a encontrar con Azu y Rocío. Alguien ha visto nuestra petición de ayuda en la red y viene a traernos ropas, muebles y algunas garrafas de aceite. Rocío y Azu, junto con Ylenia y Lola, forman parte de la recién creada Comisión de Solidaridad (desde que salimos en los medios de comunicación decidimos crearla para gestionar la ayuda que pudiéramos recibir), se han puesto en contacto con ellas y están esperando para recibir tan generosa aportación. Salgo del portón con una sonrisa que crece aún más cuando me cruzo con un vecinito de apenas 8 años que me recuerda: “compa, no te olvides de que esta noche hay cine en el Asambleatorio”. Asiento con la cabeza y pienso que hoy tengo que intentar salir pronto del trabajo.
Mientras camino hacía la parada me vuelvo una última vez y miro hacia la entrada: “Comunidad Esperanza, lo último que se pierde”. Y pienso que aunque parezca increíble esto está ocurriendo en un pequeño y recóndito punto del Atlántico: la gente se ha organizado, ha cogido las riendas de su vida en sus manos y, pase lo que pase, no está dispuesta a renunciar a la esperanza.

Comunicado Comisión Anti-desahucio

Después de que en mayo de 2015 diéramos a conocer el proyecto de la «Comunidad Esperanza» a los medios de comunicación, y de que hiciéramos públicas nuestras demandas, sobre todo en relación al abastecimiento de agua, NADIE DEL AYUNTAMIENTO NI NINGÚN RESPONSABLE POLÍTICO SE HA PUESTO EN CONTACTO CON NOSOTROS. Se han escrito artículos denunciando la situación, radios y televisiones se han hecho eco incluso en el ambito estatal, se ha enviado documentación al Ayuntamiento de Santa María de Guía con jurisprudencia suficiente para demostrar que son ellos, y su alcalde Pedro Rodríguez, los responsables directos de garantizar el suministro de agua a los vecinos del municipio, y aún así han hecho oídos sordos. En vista de que sólo hemos recibido silencio administrativo, en breve convocaremos nuevamente a los medios de comunicación para anunciarles nuestra intención de denunciar esta dejación de funciones y negación de asistencia ante el Diputado del Común y si hiciera falta ante la justicia ordinaria. Ya tenemos preparada toda la documentación necesaria para ello. Y si los órganos políticos y de justicia se desentienden, iniciaremos un calendario de movilizaciones y concentraciones que no pensanos deponer hasta que consigamos nuestro objetivo: un suministro regular de agua como cualquier vecino, como todo ser humano. La «Esperanza» ni se resigna ni se calla.

 Fdo: Comisión Anti-desahucio

Anarquía a pie de calle II

Anarquía a pie de calle II
¿Lucha social?
Mañana para los jóvenes estallarán como bombas los poetas; mañana las caminatas por el lago, las semanas de perfecta comunión; mañana los paseos en bicicleta en las tardes de verano. Pero hoy la lucha” (W.H. Auden, España, 1937).
Vaya por delante que quien les habla de lucha social se tiene por individualista. Soy individualista porque soy celoso de mi independencia y criterio personal, pero también por razones pragmáticas. Para implicarse en la lucha social es imprescindible conservar grandes dosis de individualismo: para no corromperse, para no dejarse arrastrar por impulsos gregarios y apetitos mayoritarios, para saber por qué haces lo que haces.
Pero me repugna el aristocratismo; soy individualista porque quiero, para todos y cada uno, una personalidad única y fuerte, y que cada uno desarrolle su “yo” sin límites ni cortapisas ambientales. Pero, ¿cómo domar el ambiente para que sean los individuos los que le den forma a este y no este el que de forma a los individuos? Implicándose en la lucha social, no hay otra.

Nuestro desprecio por la sociedad actual puede llevarnos a la resignación. Tanto a un nihilismo satisfecho (“nada se puede cambiar y es mejor vegetar y vomitar esporádicamente a través de las redes sociales o un artículo bien escrito”) como a la actitud del náufrago (“aunque no queramos este es nuestro hábitat, adaptémonos y salvemos los pocos muebles que llegan a la orilla”). Pedir que todo arda sin mover un dedo o enzarzarse en pedir reformas electorales o iniciativas legislativas populares son muestras de ambas actitudes. Resignación más o menos activa, pero renuncia al fin.
Resignarse es rendirse, y eso es morirse por dentro. Hay que implicarse en la lucha social porque sólo así conseguiremos cambiar algo, aunque sólo sea una parte de la porción de mundo que nos ha tocado en suerte. Pero hay que implicarse con grandes dosis de realismo; tanto realismo que duele a veces.
Hay que saber antes que nada que puedes implicarte, tener éxito, conseguir cambiar la vida de la gente, sin que en nada hayan cambiado sus mentes. Una persona mezquina hambrienta no es diferente de una persona mezquina satisfecha salvo en su capacidad material para hacer daño. Tendrá más o menos posibilidades, distintas prioridades, pero en lo sustancial es igual. Idealizar a las “clases sociales” (categoría que si no se limita a fijar la línea entre oprimidos y opresores sirve de poco) es absurdo. Ni el obrero es el personaje de los carteles soviéticos ni la obrera es la de los carteles americanos de la II Guerra Mundial. Los excluidos y los marginados, los “sin-clase”, entre los que me encuentro por nacimiento y vocación, no responden tampoco a una visión romántica prefijada de nómadas y espíritus libres. Somos seres de carne y hueso que no pueden ser observados desde fuera, sino vividos desde dentro.
Poner defectos o cualidades donde no los hay de forma ingénita es una fuente de injusticias o expectativas frustradas. Los que trabajamos por la revolución tenemos que tener una cosa clara: ésta no se hará con superhombres nietzscheanos; se hará con personas con prejuicios, cargadas de tabúes, lastradas por ideas machistas, racistas y xenófobas. Ese es el material humano de las revoluciones porque la gente no cambia de un día para otro por mucho que se intenten cambiar los acontecimientos. El entusiasmo inicial tamiza esas actitudes, pero sin una pedagogía previa no podemos pretender que las personas tiren su equipaje mental de forma instantánea.
¿Seguro que cambiando las condiciones materiales no conseguimos cambiar las condiciones mentales? No necesariamente. Kropotkin es uno de mis pensadores de referencia, y después de haberlo estudiado y tratar de llevar a la práctica algunas de sus propuestas –las que me parecían más urgentemente realistas– puedo confirmar que al menos en algunos presupuestos de La Conquista del Pan (1892) se equivocaba. O más bien, para ser justos con Kropotkin, el error no consiste en la tesis principal de esta obra (capital, por otro lado), según la cual la primera cuestión a solucionar de la revolución es la del pan; los que nos equivocamos somos nosotros si creemos que por ser la primera debe ser la única. La primera misión del fenómeno revolucionario debe ser, ciertamente, saciar las necesidades básicas, pero seremos muy ingenuos si creemos que este sólo hecho derrumburá toda forma de jerarquía. Si como ya nos recordaba Tolstói no se le puede hablar de cosas no comestibles a alguien con el estómago vacío1, tampoco podemos esperar que llenando ese estómago obtengamos un cambio conductual en esa persona. Podemos dar abrigo, techo y pan como nos recomienda Kropotkin, pero si las estructuras mentales capitalistas no se han tambaleado, las mejoras de las condiciones materiales no habrán modificado en los sustancial la naturaleza ni las aspiraciones de los afectados. Podemos crear una sociedad de necesidades satisfechas e igualitarismo económico que no por ello, si no se hace un trabajo de fondo, quedará erradicado el poder y la sumisión. Kropotkin decía que si la gente tenía los medios de producción ya no necesitaría arrastrarse ante un Rothschild; no se arrastraran por pan, pero pueden someterse igualmente por el influjo de la fuerza bruta, el miedo o el engaño. La igualdad económica no erradica el autoritarismo ni los vicios jerárquicos, ni borra de un plumazo los tics capitalistas.
Esto puede comprobarse con el ejemplo de las comunas y comunidades de resistencia. Una microsociedad que se organice con un modelo anarquista, y en la que este modelo se demuestre eficiente y eficaz, puede ser una muestra de que la anarquía funciona “demasiado bien”, porque consigue mejorar las condiciones de vida de los afectados, saciar sus necesidades, pero con muy poco esfuerzo por parte de estos. No se puede crear una oasis de anarquía rodeado de un desierto de capitalismo, porque tarde o temprano la arena te entra por la puerta2.
La mayoría de comunidades libertarias de finales del siglo XIX y principio del XX, y aún las comunas hippies de la segunda mitad del pasado siglo, fracasaban por una cuestión muy clara: se constituían en comunidades cerradas, aisladas, sin ser conscientes de que la gente no deja su “vieja mentalidad” en la entrada. Esto ya lo explicaba Reclús en su texto Las Colonias Anarquistas (1902). La sociedad no tiene vida propia ajena a la de sus miembros, sin embargo la existencia de cierta psicología colectiva, de grupo, la hace comportarse como un organismo vivo. Como tal, muere si permanece encerrado y sin aire, y vive cuando se ventila, cuando respira y se nutre del exterior.
Esas cualidades centrífugas y centrípetas de las que que hablaba en el artículo anterior, no son sólo aplicables a distintos tipos de anarquismo, sino también de comunidad y de militancia. En mi experiencia comunitaria he podido comprobar que los periodos de aislamiento y endogamia forzada mueven a la depresión y la desmovilización, pero cuando se interactúa con el entorno en el que se está inserto y se reciben estímulos del exterior el organismo que es la comunidad se renueva y se revitaliza. Lo mismo pasa con la militancia. La actividad centrada en el propio grupo, en el propio movimiento, que no se abre y se expande ni quiere relacionarse con el exterior, es inútil y tiende a la esclerosis. Es imprescindible moverse hacía afuera, irradiar. La sangre que no circula se tromba y produce gangrena; el movimiento es la base de la vida, la base del cambio.
Pero se me preguntará: ¿por qué enredarse en la lucha social si el cambio material no tiene las repercusiones inmediatas que se pretende? Y en caso de que fuera deseable, ¿qué estrategia seguir?
La gran aspiración anarquista revolucionaria, y la de mayoría de movimientos sociales, es llegar a la gente. Puede que a través de la lucha social, de ayudarles y promover vías de autogestión, su mentalidad no cambie, pero es esa la única forma real de llegar a ellos, de entablar contacto. Entiendo las buenas intenciones, pero a una familia que busca alimentos en la basura, que está discriminando entre lo podrido y lo descompuesto, no se le puede hablar de las virtudes del veganismo o de los malos efectos de los transgénicos; suena a insulto, a broma macabra. Esas cosas, que realmente son una muestra de consciencia, interesan cuando uno tiene sus necesidades básicas satisfechas y un estatus estable; al desnutrido lo que le interesa es no morirse de hambre. Cuando se hablan de cosas ajenas a la realidad inmediata de la gente y tratamos de arrastrarlos a nuestro terreno, en vez de evaluar que tiene nuestra forma de concebir el mundo que ofrecerles a ellos, estamos estableciendo una línea entre la gente sin ideología y el anarquista que, mentalmente, no dista mucho de la que hay entre el desposeído y el propietario: intereses distintos cuando no contrapuestos.
Hay que analizar qué interés legítimo y coincidente con nuestras ideas y praxis tiene la gente y tratar de meterle mano. La FAGC se dio cuenta en 2011 de la alarmante necesidad de vivienda que había en la Isla de Gran Canaria: entre 25 y 30 desahucios diarios con 143.000 casas vacías en el archipiélago. La gente necesitaba techo; pues eso había que ofrecerles, porque nuestras herramientas son ideales para ello y porque históricamente, desde la Comuna de París al Movimiento Okupa, ha sido parte de nuestro acerbo.
Ya he dicho que con la política del pan, siendo lo prioritario, no basta. Hay que usar grandes dosis de pedagogía (alejándose radicalmente del adoctrinamiento y el proselitismo), socializar herramientas formativas, fortalecer la independencia de la gente y crear círculos de compromiso dispuestos a no perder las conquistas conseguidas. Sí, el pan no lo es todo; pero es la única forma de que esa entelequia informe e indefinible a la que llamamos “pueblo” te tenga en cuenta y te distinga de los vendedores de humo. Sí, la propaganda por el hecho tiene sus límites, y mostrar el camino correcto y recorrerlo no es suficiente para que otros lo hagan; pero es la forma más honesta y coherente de difundir una idea y de intentar que la gente la adopte. La vía vivencial, de hacer lo que se predica, es lo único que te legitima a poner una propuesta encima de la mesa. Si no lo has vivido antes no me lo vendas. Darle a las necesidades básicas la prioridad que les corresponde, y no ofrecerle poesía, liturgia o escolástica al que necesita proteínas es la única forma de empezar a hablar en serio, la única forma de no demostrarse enajenado de la realidad.
Ciertamente los pruritos capitalistas y los raptos de burguesismo pueden permanecer en la mente del que gracias a tu ayuda ha dejado de ser un paria. Alejado de la miseria quizás se incremente más esa mentalidad consumista. Pero si se ha conseguido cambiar su situación vital a través de procedimientos libertarios, con tácticas de acción directa al margen de la legalidad, aunque esto no altere la psique del afectado, la realidad es que el hecho, el ejemplo, queda y subsiste, y es lo que sirve de referente para demostrar que si el material humano falla, las ideas y las prácticas no. De todas maneras, basta con que en uno de cada diez individuos germine la semilla de tu ejemplo de apoyo mutuo o autogestión para que la lucha social iniciada haya valido la pena.
Wilde nos hablaba en su El Alma del Hombre bajo el Socialismo(1890) de lo aburridos que eran los “pobres virtuosos”. Exigir que los pobres sean virtuosos, además de pobres, no es una cuestión de “aburrimiento”, si no de brutal e injusta insensibilidad. En la lucha social podrás descubrir personas que llevan años sin socializarse con nadie, que han sido excluidas de las más mínimas comodidades, que llevan décadas viviendo en estado de guerra permanente, que sienten que cuánto les rodea es hostil. Lo raro no es que desconfíen o incluso traten de aprovecharse de quien le tienda una mano; lo raro es que no se le tiren a la yugular. En vez de eso, muchas personas que han sido tratados como fieras peligrosas desde la infancia, constantemente hostigadas por su entorno, se embeben de una solidaridad dada a cambio de nada, salvo de compromiso, y de una forma de actuar que no acepta liderazgos ni servilismos. Se embeben tanto que la reproducen. Aprenden a ayudar a los demás, abren casas para familias sin hogar tal y como se les abrió a ellos; llegan a darse cuenta de que el siguiente paso está en defenderse por sí mismos, en la autonomía; la ilegalidad a la que antes recurrían por necesidad ahora tiene una finalidad más profunda. Puede que empiecen a interesarse por las ideas que les han llevado hasta ahí y empiecen a hablar de anarquismo; y si no, al menos ya no desconocen ese término ni lo temen. Se produce en ellos un cambio de paradigma.
Sin embargo, deberíamos de tener una cosa muy clara: el modelo anarquista que proponemos no necesita convertir a la gente en anarquistas para funcionar; sería aberrante. El anarquismo destinado a los anarquistas es chovinismo. El anarquismo es útil cuando se dirige a los que no son ni serán anarquistas. Es ahí cuando se demuestra que un proyecto y un modelo funcionan.
Nuestro objetivo es llegar a los que nada tienen, no para hacerlos anarquistas conscientes, sino porque sólo ellos, los que más sufren y padecen, tienen motivos objetivos para querer cambiar de vida y la razón para romper convulsamente con todo. El mensaje anarquista de libertad y autonomía acoge a toda la humanidad; el de tres comidas diarias y un techo sobre la cabeza sólo puede ir destinado a los que carecen de ello. La anarquía para los satisfechos, para los aburridos intelectualmente, es un artefacto inútil. Los principios libertarios son asumibles por todos, pueden cambiar la vida interior de quién los asuma, sin importar su ascendencia; pero su programa económico y social va dirigido a cambiar la vida de los que hoy comen barro. Por eso es imprescindible intervenir en esa lucha; no hay otra forma de cambiar lo que nos rodea.
¿Cómo hacerlo? Desde dentro, sin partenalismos ni dirigismos. La táctica del “paracaidista” que salta sobre un conflicto, venido de quién sabe dónde, para arrojar luz, es la táctica del fracaso. Sólo cuando se te ha visto mancharte, sudar y sangrar estás legitimado para intervenir, y ni siquiera eso vence todos los recelos. Se debe crear un proyecto en el que las diferencias entre los anarquistas que lo inician y las personas generalmente no ideologizadas que lo vayan integrando se difuminen, sin rangos, ni vanguardismos ni primacías.
Participando en las inquietudes reales del pueblo, en las que se han generado en ellos, y no en la que nosotros queremos introducirles desde fuera. Una vez hemos tomado parte de sus intereses, de su lucha, de su reivindicación, nuestra misión como anarquistas es tratar de llevarlos un poco más lejos, un pasito más allá. Malatesta lo entendió con lucidez:
Hagamos comprender a todos aquellos que mueren de hambre y de frío, que todas las mercancías que llenan los almacenes les pertenecen a ellos, porque ellos fueron los únicos constructores, e incitémosles y ayudémosles para que las tomen. Cuando suceda alguna rebelión espontánea, como varias veces ha acontecido, corramos a mezclarnos y busquemos de hacer consistente el movimiento exponiéndonos a los peligros y luchando juntos con el pueblo. Luego, en la práctica, surgen las ideas, se presentan las ocasiones. Organicemos, por ejemplo, un movimiento para no pagar los alquileres; persuadamos a los trabajadores del campo de que se lleven las cosechas para sus casas, y si podemos, ayudémoslos a llevárselas y a luchar contra dueños y guardias que no quieran permitirlo. Organicemos movimientos para obligar a los municipios a que hagan aquellas cosas grandes o chicas que el pueblo desee urgentemente, como, por ejemplo, quitar los impuestos que gravan todos los artículos de primera necesidad. Quedémonos siempre en medio de la masa popular y acostumbrémosla a tomarse aquellas libertades que con las buenas formas legales nunca le serían concedidas. En resumen: cada cual haga lo que pueda según el lugar y el ambiente en que se encuentra, tomando como punto de partida los deseos prácticos del pueblo, y excitándole siempre nuevos deseos”3.
Lo que intentó la FAGC con el Grupo de Respuesta Inmediata contra los desahucios y la Asamblea de Inquilinos y Desahuciados fue intervenir en una aspiración real de la población (la vivienda) y lejos de las propuestas moderadas y legalistas de las plataformas y colectivos locales, llevar la lucha por el derecho al techo a otros presupuestos, más profundos y más radicales. Esa es la primera etapa de nuestra lucha. Parando desahucios de forma combativa y realojando familias sin techo en casas unifamiliares expropiadas a los bancos, iniciamos el contacto con la gente y demostramos que se podía actuar de otro modo, más comprometido y más eficiente.
Inmersos en las aspiraciones habitacionales populares iniciamos la etapa de la Comunidad “La Esperanza”, porque hacía falta una demostración de fuerza, un proyecto lo suficientemente grande y llamativo cómo para que no pudiera ser ocultado a la opinión pública por mucho que se quisiera. Ante el victimismo de que hagamos lo que hagamos se nos silencia, hemos intentado mostrar que a despecho de las manipulaciones y tergiversaciones mediáticas, si se hace algo de gran magnitud es imposible que pueda quedar solapado y barrerse bajo la alfombra (a esto obviamente hay que sumarle una gran capacidad de trabajo y saber diseñar una buena “guerra de tinta”). Llega después una tercera etapa que ya explicaré en el último artículo de esta serie.
Lo hecho en esta segunda etapa tiene su importancia y significado, no sólo evidentemente por su dimensión social, por dar techo a un número tan ingente de adultos y menores, sino también en otros aspectos. En nuestro movimiento parece que ciertos think tankse disputan una ridícula hegemonía. Invalidan lo que dice su competidor con palabras, siempre con palabras. Si una propuesta se les antoja muy radical o muy reformista no tratan de contraponerle un ejemplo práctico que la desbarate; le contraponen otra idea. Cuando se criticaba por ejemplo la ILP de la PAH por inservible y legalista, la crítica podía ser muy certera (de hecho lo es), pero si no se le contrapone otra alternativa a la gente no le quedará más remedio que aferrarse a la única alternativa que hay puesta sobe la mesa. Nosotros criticábamos la ILP y como aval a nuestra crítica dimos vida, por ejemplo, a “La Esperanza”. Lo que hace falta es un action tank, grupos de acción que realicen actos que secunden nuestras teorías, un respaldo activista con resultados reales y cuantificables. Eso es lo que válida tu propuesta; lo demás es retórica, verborrea y papel, y eso tiene el mismo peso que un puñetazo sobre la mesa de un bar.
Empero, hay que ser realistas: si la línea vivencial debe quedar borrada entre los anarquistas y los realojados (pues esta es la única manera no sólo de evitar vanguardismos sino de propiciar la autoemancipación y sumar a los afectados a la lucha por su propia causa), hemos de saber detectar las diferencias y semejanzas de nuestras aspiraciones; ahí se hallan lo límites de la lucha social. Personalmente, como anarquista, y en relación a la Comunidad “La Esperanza”, podría preferir una ocupación sine die, un desafío constante al Estado y las entidades financieras, sobreviviendo en situación constante de emergencia. Pero precisamente, como anarquista, no me gusta disparar con pólvora ajena. No puedo lanzar a la gente, cargados de hijos menores, a luchar con molinos de viento espoleados por mis ideas. Debo conocer y comprender cuales son sus aspiraciones reales y hasta dónde están dispuestos a llegar y si ya han llegado lo más lejos que les era posible no tratar de forzarles a iniciar formas de lucha que aún no han nacido en ellos. La necesidad crea al órgano, y esas formas se darán de forma natural cuando sea el momento. Hay que entender que si para mí la ilegalidad es una opción y un recurso a defender, para ellos es una obligación nacida de la necesidad. Después de la guerra la gente quiere paz y eso no es criticable. En base a eso redacto documentos legales que me repugnan porque la comunidad de la que formo parte los necesita y confía en mi capacidad para darles cuerpo. “La Esperanza” ha decidido regularizar su situación, lanzar un órdago: si sale mal seguirá al margen de la legalidad y no abandonará las viviendas; si sale bien habrá conseguido vencer en su desafío al Sistema y haberle arrancado sus demandas.
¿Conseguir esas exigencias será el final de todo? Como Comunidad puede que sí, pero a nivel de estrategia global de la FAGC evidentemente no. Conseguir esta victoria sería un ejemplo de lo que se puede lograr mediante la ocupación, sometiendo a los bancos y los poderes públicos a una política de hechos consumados. Debe y puede reproducirse en más sitios. Pero si a esta estrategia no se le da una vuelta de tuerca final su resultado práctico, de tener éxito y propagarse de forma viral, será llenar el Estado de viviendas de protección oficial y aumentar el parque de vivienda pública, y ese no es nuestro objetivo. Nuestro objetivo es darle techo a las familias, pero cambiando completamente el paradigma social.
Cuando se interviene por ejemplo en la lucha sindical y se intenta una mejora en los horarios o en los salarios, lo que conseguimos, si triunfamos, es una victoria parcial y una demostración de fuerza. Esa necesidad de práctica, de hacer músculo, es lo importante. Pero si nos quedamos en la disminución de horarios o en el aumento de salario en sí, no haremos más que reforzar el modelo capitalista laboral. Si decimos que nuestras aspiraciones son otras, habrá que demostrarlo con hechos y no sólo con una declaración de intenciones. Lo mismo ocurre con el tema de la vivienda. La idea es que nadie se muera en la calle, esa es la prioridad; pero entendiendo que lo que propicia que eso pase es el modelo actual, y que por tanto no sólo hay que poner remedio a sus consecuencias sino también a sus causas. Dando techo y consiguiendo que no se eche al realojado de su casa demostramos fuerza y respondemos a una atrocidad, atajándola; pero si detrás de eso no hay un tercer movimiento esa demostración se quedará ahí, como un fin en sí misma.
La lucha no es un automatismo (luchar por luchar). Se lucha para destrozar barreras y alcanzar objetivos. ¿Cuándo sabes que la lucha es importante? Cuando alcanzado ese objetivo tienes la sensación de que aún no has hecho más que empezar.
¡Venga entonces el tercer movimiento!
Fdo: Ruymán Rodríguez
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1 “Antes de proporcionarle al pueblo sacerdotes, soldados, jueces, doctores y maestros, deberíamos averiguar si por ventura no se está muriendo de hambre” (El trabajo y la teoría de Bondarev, 1888).
2 Aunque en honor a la verdad, a no ser que se produzca una dificultosa revolución global, cualquier forma de anarquía se dará siempre inicialmente rodeada de capitalismo, se dé en un pequeño pueblo, en una gran ciudad o en toda una región. Cambian los recursos, las competencias y la escala, pero en su imperfección es una manifestación de anarquía. Por eso tal vez yo pueda decir que he vivido en anarquía, y que es hermosa y es dura.
3 En Tiempo de Elecciones, 1890.

La comunidad La Esperanza, un ejemplo de autogestión viva

 
                                                    Publicado por Todo por Hacer (30/6/15)

El idealismo es necesario, pero no basado en irrealidades ni quimeras, sino en la capacidad real de aplicar las ideas pertinentes para transformar el entorno. Hay que descifrar los límites de los propios mitos, sean ideológicos, teóricos o de cualquier clase; descubrir la falsabilidad de los pensadores de referencia y tratar de aplicar las propias ideas teniendo en cuenta que por muchos antecedentes que tenga lo que te propones, y por más jugo que le saques a experiencias pasadas (la historia debe entenderse como pista, no como remanencia), la realidad es que esta experiencia, esta concreta, nadie la ha intentado antes; sólo tú y los que te acompañan. El discurso exclusivamente autorreferencial se diluye y queda la dura realidad. Es dura, pero es tuya.
– Extracto del texto “Anarquía a pie de calle (I)”, publicado en la web www.regeneracionlibertaria.org por un miembro de la Federación de Anarquistas de Gran Canaria.

Hace ya más de dos años que el proyecto de comunidad La Esperanza echó a andar. Dos años desde que, a principios de 2013 y en el seno de las luchas contra los desahucios que cobraron fuerza con el 15M, la Federación de Anarquistas de Gran Canarias (FAGC) contactara con la propietaria de una serie de bloques de viviendas deshabitados en el municipio canario de Santa María de Guía. Por aquella época, la FAGC se encontraba desarrollando varias iniciativas en este campo, destacando el Grupo de Respuesta Inmediata contra los desahucios y la Asamblea de Inquilinos y Desahuciados. Los pisos de Santa María de Guía se encontraban en proceso de ser embargados por una deuda hipotecaria con Bankia. Esta situación, unida a los varios robos de material que habían sufrido las viviendas, hizo que consiguieran llegar a un acuerdo con la propietaria para que cediera temporalmente los pisos al proyecto que pretendía iniciar la FAGC. Una iniciativa de viviendas para familias sin recursos y en situaciones altamente complicadas.

A día de hoy, en medio del pantanoso mundo de los procesos judiciales, la propiedad de estos bloques ha seguido un tortuoso camino hasta llegar a manos del SAREB (el famoso “banco malo”), que en el momento que se diriman todos los recursos abiertos, podrá iniciar el proceso de desalojo de La Esperanza. A pesar de ello, desde 2013 el proyecto ha seguido creciendo a grandes zancadas, y actualmente la totalidad de las 71 viviendas con que contaban los bloques están ocupadas, dando cabida a alrededor de 250 personas, de las cuales 150 son menores de edad. Más allá de ser un espacio habitacional, La Esperanza nació con la intención de crear un proyecto social más amplio, una verdadera comunidad. En este sentido, se plantea una forma distinta de afrontar la convivencia y la gestión y construcción del vecindario. Como ellos/as mismos/as comentan, las viviendas están socializadas, con lo que la propiedad se encuentra en régimen comunitario. Ello supone, por tanto, que los trabajos de mantenimiento recaen sobre el conjunto de los habitantes de La Esperanza, que los autogestionan en base a sus propias capacidades. Y también implica que cuando alguna familia deja la vivienda, al encontrarse en una situación laboral y económica más holgada, el piso vuelve a la comunidad y esta lo pone a disposición de una nueva familia con necesidades. Puesto que la iniciativa surge para tratar de dar solución estable a casos extremos de pobreza (familias sin recursos ni ingresos, normalmente con hijos/as y en situaciones jodidas como largos periodos de desempleo o casos de violencia de género), no se cobra un alquiler por las viviendas, sino que únicamente se aporta una cuota de 25 euros al mes (voluntaria, en la que cada uno/a aporta más o menos en función de sus posibilidades) para poder afrontar la compra de las grandes cubas de agua con las que se abastece La Esperanza. Estos problemas en el abastecimiento de agua, que se unen a los de la luz, hacen que el ahorro y la economización de estos recursos sea algo imprescindible en su día a día.
Todas la decisiones que afectan al conjunto de la comunidad se toman en las asambleas, que se realizan una vez al mes (excepto en casos de urgencia) y de las que parten las comisiones que se encargan del trabajo práctico cotidiano. Como ya hemos señalado, la idea de este proyecto es que suponga un cambio en el conjunto de las relaciones vivenciales, de modo que trata de potenciar que todos los conflictos entre vecinos/as que surjan, se traten de resolver de forma directa entre los/as afectados/as, o con el apoyo de la asamblea si es necesario, pero sin recurrir  a ninguna forma de violencia, sea personal o institucional”. En este sentido, también existen otros proyectos convivenciales como son un huerto comunitario o el trabajo con los/as numerosos/as niños/as de la comunidad.
Si en estos últimos meses la ocupación se ha convertido en noticia destacada en varios medios de comunicación, noticia que ha ido creciendo como una gran bola de nieve, ha sido en gran medida porque así lo han querido los/as habitantes de La Esperanza. Tras todo este tiempo de camino recorrido, sus problemas se han agudizado en forma de hostigamiento por parte de la Guardia Civil. Los/as vecinos/as de la comunidad denuncian que, de un tiempo a esta parte, están sufriendo constantes grabaciones desde inmuebles cercanos por parte de las fuerzas del orden, así como que varias personas han sufrido identificaciones o incluso detenciones arbitrarias (que acaban derivando en sanciones administrativas, con lo que ello supone para una gente que si vive en La Esperanza es por su falta de medios económicos). Partiendo de este punto, se ha iniciado una campaña de difusión de la comunidad, con la que dar voz a la situación actual del proyecto, sus necesidades y sus próximas metas. Y ante todo, plantear sus logros. Porque si algo nos gustaría destacar de este caso es lo que han conseguido, cómo el trabajo cotidiano de toda esta gente ha generado, desde la nada, una herramienta de transformación social y resolución de problemas reales muy válida. La autogestión y el trabajo de base funcionando en el día a día, acometiendo problemas y tirando para adelante.
Volviendo sobre sus próximos pasos, desde La Esperanza se está tratando de regularizar los suministros básicos de las viviendas, a saber, agua y luz, que como ya hemos dicho, actualmente solventan precariamente. Por otro lado, y ante la nueva situación que se generará cuando el SAREB sea plenamente propietario de las viviendas, desde la asamblea de habitantes de la comunidad ya afirman su intención de luchar contra el posible desahucio planteando la opción de convertir las viviendas en pisos de protección oficial bajo régimen de alquiler social (supeditando este alquiler al 20% de los ingresos familiares). Pero lo que sí dejan claro, es que no van a dejar de lado su funcionamiento interno, su gestión horizontal y autónoma de su vecindario. Pero todo esto es cosa del futuro, y esperamos poder retomar este tema en los próximos meses con buenas noticias.
Para actualizar la información sobre La Esperanza y, si se quiere, ver cómo apoyar esta iniciativa, os recomendamos visitar la página web de la Federación de Anarquistas de Gran Canarias, www.anarquistasgc.net

Contra la Ley Mordaza: Desobediencia Civil

DESOBEDIENCIA CIVIL
de Henry David Thoureau (1848)
(fragmentos seleccionados)
Acepto plenamente la divisa: el mejor gobierno es el que menos gobierna, y quisiera verlo actuar en este sentido más rápida y sistemáticamente. Realizada, equivale en última instancia a esto en lo que también creo: el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto, y cuando los hombres estén preparados para él, éste será el tipo de gobierno que todos tendrán. El gobierno es, bajo óptimas condiciones nada más que un recurso, pero la mayoría de los gobiernos suelen ser, y a veces todos los gobiernos son inoportunos. Las objeciones que han sido planteadas contra la existencia de un ejército regular, son muchas y de peso. Finalmente éstas pueden también aplicarse a un gobierno establecido. El ejército regular no es más que un tentáculo del gobierno establecido. El mismo gobierno, que sólo es el medio escogido por el pueblo para ejecutar su voluntad, está igualmente sujeto a sufrir abusos y corrupción antes de que el pueblo llegue a actuar a través de él. 

[…] ¿Debe el ciudadano renunciar a su conciencia, siquiera por un momento o en el menor grado a favor del legislador? ¿Entonces porque el hombre tiene conciencia? Pienso que debemos primero ser hombres y luego ciudadanos. No es deseable cultivar tanto respeto por la ley como por lo correcto. La única obligación que tengo derecho de asumir es la de hacer en todo momento lo que creo correcto. […] La ley jamás hizo a los hombres ni un ápice más justos; además, gracias a su respeto por ella hasta los más generosos son convertidos día a día en agentes de injusticia. Un resultado común y natural del indebido respeto por la ley es que se puede ver una fila de soldados: coronel, capitán, cabo, soldados, dinamiteros y todo, marchar en admirable orden cruzando montes y valles hacia las guerras […]. 
La masa de hombres sirve al Estado así: no como hombres principalmente sino como máquinas, con sus cuerpos. Son el ejército regular y la milicia, los carceleros, los guardias civiles, la fuerza pública, etc. En la mayoría de los casos no hay libre ejercicio, ni de juicio ni de sentido moral, sino que se colocan en el mismo plano que la madera, la tierra y las piedras; y quizá se pudieran fabricar hombres de madera que sirviesen tan bien a ese fin. Esto no merece más respeto que el que merece un espantapájaros o un puñado de inmundicia. Tienen el mismo valor que los caballos y los perros. Sin embargo a gente como ésta se les tiene comúnmente por buenos ciudadanos. […] Muy pocos -como héroes, patriotas, mártires, reformadores en amplio sentido, y hombres- sirven al Estado también con su conciencia, por lo tanto necesariamente en su mayor parte le resisten, y comúnmente el Estado los trata como enemigos. Un hombre sabio sólo como hombre será útil y no se prestará a ser arcilla, ni a tapar un agujero para que no pase el viento sino que al menos dejará ese oficio a sus cenizas […].
Todos los hombres aceptan el derecho a la revolución, o sea, el derecho a negar lealtad y a resistir al gobierno cuando su tiranía o su ineficacia son grandes e intolerables. […] Todas las máquinas generan sus propios conflictos y posiblemente ésta haga suficiente bien para contrabalancear el mal. De todos modos es un gran mal hacer bullicio por eso. Pero cuando el conflicto llega a tener su propia máquina y que la opresión y el robo están organizados, sostengo que ya no debemos tener una máquina así.
[…] El soldado que se niega a participar en una guerra injusta es aplaudido por los mismos que no se niegan a sostener al gobierno injusto que hace la guerra; es aplaudido por aquellos cuya propia actitud y autoridad él desconsidera y reduce a la nada; como si el Estado se apenase a tal grado que contratase a alguien para que se insubordinara contra sus injusticias, pero no tanto como para dejar de cometerlas. Así en nombre del orden y del gobierno civil, a fin de cuentas estamos hechos para rendir homenaje y prestar apoyo a nuestra propia mezquindad. Tras el primer sonrojo de injusticia se presenta su indiferencia, y así su original inmoralidad se conforma en amoralidad no del todo innecesaria para la vida que hemos hecho.
[…] Aquellos que, mientras desaprueban el carácter y las medidas de un gobierno, le prestan su lealtad y su apoyo, son indudablemente sus partidarios más conscientes y, por lo tanto, a menudo se convierte en los más serios obstáculos para realizar reformas.
[…] Existen leyes injustas: ¿debemos conformarnos con obedecerlas o, debemos tratar de enmendarlas y acatarlas hasta que hayamos triunfado o, debemos transgredirlas de inmediato? Los hombres en general, bajo un gobierno como éste, piensan que deben esperar hasta convencer a la mayoría para modificarlas. Piensan que si resisten, el remedio sería peor que la enfermedad. Pero es el gobierno quien tiene la culpa de que el remedio sea peor que la enfermedad. El gobiernolo empeora. ¿Por qué no es más capaz de anticiparse y prever para lograr reformas? ¿Por qué no aprecia a su sabia minoría? ¿Por qué llora y se resiste antes de ser herido? ¿Por qué no alienta a sus ciudadanos a estar alertas para señalarle sus faltas y así poder actuar mejor? ¿Por qué siempre crucifica a Cristo, excomulga a Copérnico y a Lutero y declara rebeldes a Washington y a Franklin?
Uno creería que una negación deliberada y práctica de su autoridad fuese la única ofensa jamás contemplada por gobierno alguno; además ¿por qué no le ha asignado el castigo preciso y proporcional que le corresponde? Si un hombre que no tiene bienes se niega sólo una vez a ganar nueve chelines para el Estado, se le encarcela durante un periodo ilimitado sin mediar mandamiento legal alguno, y esto determinado solamente por quienes le colocaron ahí, pero si roba noventa veces nueve chelines al Estado, al poco tiempo se le deja en libertad.
Si la injusticia forma parte de los problemas inherentes a la máquina de gobierno, dejémosla funcionar, que funcione: quizá desaparecerán ciertamente las asperezas y la máquina se desgastará. Si la injusticia tiene una cuerda, una polea, una soga o un eje exclusivamente para ella misma, entonces se podría considerar si el remedio no sería peor que la enfermedad, pero si es de tal naturaleza que requiere que usted sea el agente de injusticia para otro, entonces, digo, ¡viole la ley! que su vida sirva de freno para parar la máquina. Lo que debo hacer es ver a cualquier precio que no me presto para fomentar el mal que condeno.
En cuanto a adoptar los medios que el Estado ha proporcionado para remediar el mal, no conozco tales medios. Toman demasiado tiempo, más que la vida de un hombre. Tengo otros asuntos que atender. No vine a este mundo principalmente para hacerlo un lugar adecuado para vivir, sino para vivir en él, sea bueno o malo. El hombre no debe hacerlo todo, pero sí algo; y como no puede hacerlo todo, no hace falta que haga algo malo. No es de mi incumbencia recurrir al gobernador o a la legislatura, así como no es el suyo recurrir a mi: ¿que hago si ellos no escuchan mi solicitud? Para este caso el Estado no ha proporcionado ningún medio: su mismísima constitución es el mal. Puede que esto parezca chocante, obstinado e intolerante pero esto significa tratar con la máxima amabilidad y consideración al único espíritu que pueda apreciarlo o merecerlo. Por lo tanto, todo cambio es para mejorar como sucede con el nacer o morir que convulsionan al cuerpo.
[…] Además, todo hombre que tenga más razón que sus vecinos ya constituye una mayoría de uno.
[…] Bajo un gobierno que encarcela injustamente a cualquiera, el verdadero lugar de un hombre justo es también una prisión. […] un sitio donde el Estado coloca a todos los que no están con él, sino contraél -la única casa en un Estado esclavista donde el hombre libre puede habitar con honor. Si alguien cree que su influencia ahí se perdería y que sus voces ya no afligirían el oído del Estado, que no serían como un enemigo dentro de sus muros, no saben cuanto más fuerte es la verdad que el error ni cuanto más elocuente y eficazmente puede combatir la injusticia que él ha experimentado un poco en su propia persona. Deposite todo su voto, no una tira de papel solamente, sino toda su influencia. Una minoría es impotente si se ajusta a la mayoría; entónces ni siquiera es minoría; pero es irresistible si se opone con todo su peso. Si no queda otra alternativa que encerrar a todos los hombres justos en la cárcel o dejar la guerra y la esclavitud, el Estado no vacilará en su elección. Si un millar de hombres no pagase los impuestos este año, la medida no sería ni violenta ni sangrienta, como lo sería, en cambio, pagarlos y proporcionarle al Estado la posibilidad de que cometa actos de violencia y de que derrame sangre inocente. Esta, en efecto, es la definición de una revolución pacífica, si tal es posible. Si el recaudador de impuestos o cualquier otro funcionario público me pregunta, como uno ya lo ha hecho: ¿pero qué quiere que haga?, mi respuesta es: si realmente quiere hacer algo, renuncie a su cargo. Cuando el súbdito ha negado lealtad y el funcionario ha renunciado a su cargo, entonces la revolución se realiza. Pero supongamos que haya derramamiento de sangre. ¿No es una especie de derramamiento de sangre cuando la conciencia está herida? Por esta herida escapa la verdadera hombría e inmortalidad del hombre que sangra hasta la imperecedera muerte. Ahora mismo veo derramarse esta sangre.
[…] Cuando converso con el más libre de mis vecinos percibo que, no importa lo que digan sobre la magnitud y gravedad del asunto y su interés por la tranquilidad pública, es que no pueden prescindir de la protección del gobierno existente y temen las consecuencias que su desobediencia atraería para sus propiedades y familiares. Por mi parte, no quisiera pensar que siempre dependo de la protección del Estado. Pero, si niego la autoridad del Estado cuando me presenta su cuenta de impuestos, pronto se posesionará y derrochará toda mi propiedad y así nos acosará a mí y a mis hijos para siempre. Esto es duro. Imposibilita al hombre vivir honesta y al mismo tiempo cómodamente en los aspectos externos. No valdría la pena acumular propiedad porque sin duda volvería a suceder lo mismo. Hay que trabajar o tomar posesión de una casa en alguna parte, cultivar una pequeña cosecha y comerla pronto. Hay que vivir dentro de uno mismo y depender de sí mismo siempre alerta y listo para comenzar de nuevo y no tener muchas ocupaciones.
[…] Hace seis años que no pago impuestos injustos. Por este motivo me tuvieron una noche en la cárcel y, cuando meditaba examinando las paredes de sólida piedra, de dos a tres pies de espesor, la puerta de hierro y de madera de un pie de espesor, y la reja de hierro que filtraba la luz, no pude menos que pensar en la estupidez de esta institución que me trataba como si simplemente fuese un montón de carne, sangre y huesos, susceptible de encerrarse bajo llave. Me preguntaba si habría llegado a la conclusión de que ésta era la mejor ocupación que podía proporcionarme y que jamás se le ocurrió disponer de mis servicios de alguna manera. Comprendí que, si había un muro de piedra entre yo y mis vecinos de la ciudad había todavía otro aún más difícil de escalar o romper, antes de que ellos llegaran a ser tan libres como lo era yo. Ni por un momento me sentí encerrado, y las paredes me parecieron un gran derroche de piedra y argamaza. Me sentía como si, entre todos los vecinos, yo fuese el único que había pagado el impuesto. Sencillamente no sabían como tratarme, sin embargo se comportaban como personas groseras. En toda amenaza y en todo cumplido erraban, porque creían que mi principal deseo era estar del otro lado de ese muro de piedra. No pude menos que sonreír viendo cuán diligentemente cerraban la puerta a mis meditaciones, que los seguían de nuevo sin prisa ni pausa, y ellos estaban realmente convencidos de que todo eso era peligroso. Como no podían llegar a mí, resolvieron castigar mi cuerpo; parecían chiquillos que si no pueden agredir a la persona contra quien tienen odio maltratan a su perro. Comprendí que el Estado era ingenioso a medias, que era tímido como una mujer solitaria con sus cucharas de plata, que no sabía distinguir a sus amigos de sus enemigos, y perdí todo el respeto que conservaba por él y le tuve lástima.
Así, el Estado jamás confronta intencionalmente el sentido intelectual general del hombre, sino sólo su cuerpo, sus sentidos. No está armado con ingenio ni honestidad superior, sino con fuerza física superior. Yo no he nacido para ser obligado. Respiraré a mi propia manera. Veamos quién es el más fuerte.
[…] Estoy tan deseoso de ser buen vecino como de ser mal ciudadano. […] No es en relación al particular punto en la cuenta de impuestos que me niego a pagarla. Sencillamente quiero negar mi lealtad al Estado, retirarme y mantenerme realmente apartado de él. No me interesa trazar el recorrido de mi dólar, aunque pudiera, que hasta puede comprar a un hombre o un mosquete para matar a alguien -el dólar es inocente- sino me preocupa trazar los efectos de mi lealtad. En verdad, declaro en silencio la guerra al Estado a mi manera […].
[…] Sin embargo, el gobierno no me interesa mayormente y le concederé mínimos pensamientos. No son muchos los momentos en que vivo bajo un gobierno, ni siquiera en este mundo. Si un hombre es de libre pensamiento, de libre fantasía, de libre imaginación, eso que nunca parece existir por mucho tiempo para él, mandatarios o reformadores imbéciles no pueden interrumpirlo fatalmente.
[…] Quienes desconocen fuentes más puras de verdad, quienes no han remontado la corriente aguas arriba, se atienen, sabiamente, a la biblia y a la Constitución, y de ella beben ahí mismo con reverencia y humildad; pero los que contemplan donde llega cada gota en este lago o en ese estanque están listos para enfrentar una vez más las dificultades y continúan su peregrinación hacia el ojo de agua.
[…] La autoridad del gobierno, incluso un gobierno como al que estoy dispuesto a someterme -porque obedecería de buen grado a quienes saben y pueden hacer las cosas mejor que yo, y en muchas cosas incluso a los que no saben ni pueden hacerlo tan bien- todavía es impura; para que sea estrictamente justa tiene que contar con la sanción y consentimiento de los gobernados. No podrá tener algún derecho puro sobre mi persona y mi propiedad que el que yo le conceda. El progreso de una monarquía absoluta a una limitada, de una monarquía limitada a una democracia, es progreso hacia un verdadero respeto del individuo. Hasta el filósofo chino fue suficientemente sabio como para considerar al individuo como base del imperio. ¿Es la democracia, tal y como la conocemos, la última mejora posible en materia de gobierno? ¿No es posible dar un paso más hacia el reconocimiento y organización de los derechos del hombre? Jamás habrá un Estado social realmente libre e ilustrado mientras el Estado no llegue a reconocer al individuo como una potencia superior e independiente, de lo que se derivan su propio poder y autoridad, y lo trate de acuerdo a eso. Me complazco en imaginar un Estado que por lo menos pueda permitirse ser justo para con todos los hombres y tratar al individuo con respecto como vecino; que ni siquiera crea incompatible con su propia tranquilidad el que algunos quieran vivir al margen de él, sin inmiscuirse en él ni ser abrazados por él, dando cumplimiento a todos sus deberes de vecinos y semejantes. Un Estado que diese esta clase de fruto y sufriera el dejarlo caer con la misma rapidez que madura, prepararía el camino para un Estado más perfecto y glorioso todavía, que también he imaginado pero aún no he visto en ninguna parte.

La Solidaridad nos ha llegado

Desde Soria, desde Tenerife, desde Jaén o desde Madrid, personas particulares o sindicatos, le han hecho llegar su solidaridad a la Comunidad “La Esperanza” a través de donativos. Los sindicatos de la CNT, en Jaén o Madrid, siendo una organización que no recibe subvenciones, dependen exclusivamente de las cuotas de sus afiliados para estos actos de solidaridad. Las personas particulares hacen el esfuerzo sin soporte alguno. Y nos gustaría saber de quién proceden el resto de donaciones para mencionarlos también, aunque entendemos que se haga de forma anónima. A todos ellos les quedamos muy agradecidos.
En total se han reunido 265 euros, una cantidad que para la Comunidad tiene una gran importancia. Eso equivale a 5 cubas de agua (el agua casi de una semana) y a poder hacer frente a cualquier gasto de emergencia.
Como siempre los donativos vienen principalmente del ambiente libertario, y también como siempre desde fuera de nuestra Isla.

Aprovechamos también para dar las gracias a las organizaciones que han rubricado el “Comunicado de apoyo a la Comunidad y contra la represión”1y a los colectivos o individualidades que se han hecho eco del proyecto y han difundido nuestra lucha, o simplemente a los que nos han confortado con sus palabras, desde A las barricadas.org, Regeneración libertatia.org, Procés Embat, Portal OACA, Proyecto Lunares, Canarias Semanal.org, etc.
También quedamos en deuda con muchas individualidades que trabajan en la sombra y que han hecho trabajo de hormiga para difundir nuestras iniciativas y nuestra propia existencia. Algunos, que nos conocieron gracias a las redes sociales o a la repercusión mediática, ya se han unido a la gran familia de la Comunidad y nos ayudan ofreciéndonos interesantes talleres o la oportunidad de seguir presionando a través de reportajes y documentales.
A todos ellos y a todas ellas: MUCHAS GRACIAS.
_________________
1 Colectivos firmantes del comunicado: Intersindical Canaria, Frente Sindical Obrero de Canarias, Resistencia Popular Canaria, Red Canaria en Defensa del Sistema Público de Servicios Sociales (Redesscan), Asociación Canaria de Economía Alternativa, Podemos – Santa María de Guía, Telde Responde, Coordinadora Canaria contra las Prospecciones Petrolíferas, Alternativa Nacionalista Canaria, Ateneo Libertario Xosé Tarrío, Procés Embat, Federación Estudiantil Libertaria (que aúna a 10 colectivos de todo el Estado), Juventudes Libertarias de Málaga, Sindicato Único de CGT – Tenerife, Espacio Libertario de Madrid (ELMa [formado también por muchos colectivos madrileños]), Regeneración (regeneracionlibertaria.org).

«El Proyecto»

Este documento se redactó el verano del 2014. Después de aprobarse en asamblea, se fue entregando a los nuevos vecinos para que tuvieran una idea clara de “El Proyecto”. Es un documento interno que decidimos hacer público para dar una muestra de cómo nos organizamos y cuál es el espíritu fundacional de la Comunidad.

La Comunidad “La Esperanza”
Orígenes:
A comienzos del 2013 laFederación Anarquista de Gran Canaria(FAGC) se puso en contacto con la propietaria de los bloques en los que ahora vives. Dichos bloques estaban en proceso de embargo por una deuda hipotecaria contraída con Bankia. En un par de años la propietaria perdería la batalla legal y los bloques pasarían a ser propiedad del banco. Antes de que esto ocurriera, la idea de la Federación era destinar las 71 viviendas vacías que albergan dichos bloques para realojar a familias sin techo y sin recursos. A cambio de algunas mejoras en el inmueble, y de la protección que debían ofrecerle los realojados en caso de desvalijamiento, la propietaria aceptó. A causa de ello todos los que vivimos en estos bloques lo hacemos todavía con el consentimiento de dicha propietaria. En Abril de 2013 ya habían cerca de 30 familias viviendo aquí.

Situación Actual:
Hoy sabemos que aunque la propietaria ha interpuesto un recurso que no sabemos cuánto tardará en dirimirse, la propiedad según la Nota Simple del inmuebleha pasado de Bankia a la SAREB(el llamado “banco malo”), un organismo semi-estatal destinado a comprar deudas contraídas con entidades como Bankia. La deuda puede superar los 15 millones de euros. En cuanto la propietaria pierda el juicio, la SAREB reclamará su propiedad y se iniciará el trámite para proceder al desahucio.
El Proyecto:
La vivienda de la que ahora disfrutas es parte de un proyecto social más amplio. Esta destinada exclusivamente para personas sin techo y sin medios económicos para proporcionarse otro. No son segundas viviendas que puedan dejarse cerradas para disfrutar los fines de semana o en vacaciones. No son casas que puedan ocuparse por capricho ni para ahorrarse un alquiler. Son casas socializadas: no se disfrutan en régimen de propiedad privada sino de propiedad comunitaria; una vez dejan de usarse vuelven a la comunidad para que ésta las ponga a disposición de nuevas familias. En breve serán casas expropiadas, pues debemos reclamarlas por motivos de utilidad social y arrebatárselas a las entidades financieras que las reclaman.
El racionamiento del agua y el ahorro de electricidad son elementos indispensables. No sabemos cuánto tiempo disfrutaremos de estos recursos, así que es imprescindible economizarlos al máximo y de forma rigurosa. Cualquier despilfarro es inadmisible.
Por otra parte aquí no se paga alquiler: se aporta una contribución voluntaria (actualmente de 25 euros mensuales) para pagar exclusivamente las cubas de agua. Quien tiene más recursos podrá aportar un poco más, y quien tiene menos pues aportará lo que buenamente pueda.
En la comunidad hay además múltiples trabajos de mantenimiento y similares que llevar a cabo. Es imprescindible autogestionarnos y realizarlos por nosotros mismos. No queremos una comunidad con siervos que trabajan y señoritos que miran desde las ventanas como se desloma el resto, así que se espera la participación de todos los vecinos (que físicamente puedan) en las labores comunitarias.
La comunidad se reserva el derecho de realojar fuera de los bloques a cualquier persona que haga imposible la convivencia. Las agresiones y cualquier otra forma de violencia o sabotaje interno no pueden sufrirse impunemente, y cualquier vecino que incida en estas u otras actitudes (robar a la comunidad oa un vecino, etc.), puede perder la vivienda que la comunidad le cedió.
Por motivos de seguridad la puerta de la calle debe permanecer siempre cerrada. Aunque lo normal es que el desahucio se nos notificara antes de producirse, también se nos puede ejecutar un “desahucio cautelar por lo criminal” a cualquier hora del día o de la noche. Para evitar ponérselo fácil a quienes pretendan desahuciarnos, la puerta nunca puede quedar abierta.
La presencia de la policía en el recinto es totalmente desaconsejable(salvo para hacer elinforme policial a los vecinos que han solicitado el empadronamiento o entregar una citación judicial particular). Cualquier conflicto que se produzca dentro de los bloques en el que tenga que intervenir la policía no hará más que perjudicarnos de cara al desahucio.
Los conflictos y problemas de convivencia deben solucionarse de forma directa entre los propios vecinos afectados. Si por algún motivo esta vía no funciona, se llevará el asunto a asamblea para hallar a una solución colectiva. La idea es no recurrir nunca a ninguna forma de violencia, sea personal o institucional.
Todas las decisiones que afectan a la comunidad se deciden en asamblea. La asamblea se celebra los últimos domingos de cada mes. Siempre puede convocarse una asamblea extraordinaria para tratar temas urgentes que no pueden posponerse. Las comisiones son asignadas por la asamblea, y se encargan simplemente de realizar tareas prácticas.
Ahora mismo formas parte de la ocupación de viviendas más grande del Estado. Actualmente vivimos en la comunidad más de 50 familias, unas 140 personas (la mitad de ellas menores) y el objetivo es llegar a 200. Hay que transmitirle al resto de la sociedad la verdadera naturaleza del proyecto. No sólo mejorando el recinto y nuestro entorno, sino mejorándonos nosotros mismos como personas. Resolviendo los conflictos por nosotros mismos, sin intermediarios. Colaborando y ayudándonos mutuamente. Decidiendo de forma horizontal, sin líderes ni amos. Siendo conscientes de que la voz de un vecino vale tanto como la de cualquier otro y que nadie es más que nadie. Sólo organizados y unidos podremos conservar nuestras casas y obligar a la administración y a los poderes financieros a negociar y a aceptar nuestras condiciones. Nunca negociaran si no presionamos, si no luchamos. Quien no esté dispuesto que abandone ya el barco.
Los vecinos llamaron a esta comunidad: “La Esperanza”. Seguramente porque la esperanzaes lo último que se pierde, y no pensamos perder nuestras casas.