En el trabajo previo para organizar la
Oficina de Expropiación Popular se ha detectado, en base a la experiencia pasada y también a los nuevos casos que se empiezan a gestionar, que es necesario aumentar los requisitos que ya establecíamos en la
Nueva política de realojos.
La FAGC siempre se basó en una máxima que canalizó su actuación hasta hace poco: “ayudar al que lo necesita, sin mirar si lo merece”. Hoy, después de muchos palos, no cuestionamos la validez moral o ética de dicho planteamiento, pero sí su dimensión práctica. Si se quiere evitar dar cancha al sabotaje, hay que ayudar al que lo necesita pero no sólo porque lo necesite sino porque lo merezca. Ha sido duro darse cuenta; tan duro como necesario.
Es imprescindible exigir compromiso y que la persona ayudada asuma el acuerdo de ayudar a otros a su vez, si queremos que el apoyo mutuo no sea solo un principio teórico sino una realidad práctica y que nuestra labor solidaria tenga continuidad y no muera sin recorrido.
Por ello, si antes teníamos 4 requisitos económicos y sociales y 1 solo personal (abrirse la propia casa), ahora añadimos 2 nuevos requisitos personales. La lista quedaría así:
Requisitos económicos y sociales
1. Certificado del paro.
2. Certificado de signos externos.
3. Libro de familia.
4. Documentación extra que acredite situación.
Requisitos personales
1. Abrirse la propia casa.
2. Colaborar con la OEP en función de las posibilidades.
3. Ayudar a realojar o a parar desahucios de otras familias.
Sabemos que tampoco reunir estos requisitos supone una garantía. Pero hemos de hacer todo lo que está en nuestra mano para no cometer de nuevo los errores del pasado. La solidaridad no se puede forzar; pero tampoco se nos puede obligar a nosotros a ofrecer a una persona más ayuda de la que ella está dispuesta a entregar a los demás. Esa es la diferencia entre el asistencialismo y el apoyo mutuo: la reciprocidad.
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