Campaña a nivel estatal de Abstención

            A las individualidades y colectivos Anarquistas del Estado español:
           
            La clásica postura y estrategia Anarquista del Abstencionismo político cobra hoy, a la luz de los actuales movimientos acéfalos de base popular y asamblearia, un nuevo brío y una especial importancia.
           
            A pesar de que ha intentado silenciarse, las últimas elecciones municipales y autonómicas las ha “ganado” la Abstención con un 33% (36% si se le sumaran el voto nulo y blanco); el Partido Popular –con su 22%– ha sido sólo el ganador del grupo de los perdedores. No es nuestra tarea cuantificar cuántas de esas abstenciones son causadas por la abulia (un síntoma también de desapego hacia la política oficial) y cuántas por una toma de conciencia; tal y como los políticos profesionales tampoco se encargan de tasar cuántos de sus electores les votan por error, inercia o gregarismo y cuantos con pleno conocimiento de lo que hacen. Lo que parece evidente es que la oleada de descontento popular en la que estamos inmersos hace que el momento sea preciso para atacar al sistema a través de una “Huelga política masiva”.
           
            Un alto índice de Abstención, tan sólo con que superara el 50%, causaría un daño considerable, en términos de deslegitimación, al mito de la “Democracia española”, precisamente en una coyuntura en la que se está poniendo en cuestión el modelo de “democracia representativa”. Por otra parte, y con independencia de que sea demasiado ambicioso o ingenuo considerarlo, en muchos países una elección sólo es válida (según sus leyes) si en ella participa el 30% del electorado (aunque hay que reconocer que si esto es así en la mayoría de los países que hemos consultado [especialmente europeos y latinoamericanos], en el Estado español parece haber un vacío legal, pues ni la Constitución ni la Ley Orgánica del Régimen Electoral General dicen nada al respecto). Es presumible que no se alcanzará la cifra de un 71% de abstención, pero hacer circular esta posibilidad abre un amplio abanico de expectativas: desde informar a la gente de que la democracia actual no es el cacareado “gobierno de las mayorías” (sobre todo si ni siquiera en sus códigos se contempla el supuesto de que pasaría ante una abstención mayoritaria)  hasta manejar la posibilidad –aunque sea a medio-largo plazo– de poner en jaque al sistema y obligarlo a declararse en bancarrota o, abiertamente, en dictadura.     
           
Ciertamente no hay que crearse falsas expectativas: en otras elecciones, países y circunstancias el índice de abstención ha superado el 50% y nada ha cambiado. Empero, también es verdad que en ninguna de esas circunstancias se había visto tan alterada la enfermiza “calma chicha” que regía la sociedad; en ninguna de ellas se estaba replanteando el papel del sistema democrático, ni se estaba contemplando –de facto– la viabilidad de la alternativa real que representa la Democracia Directa.
           
Cierto es también que conocemos las limitaciones de las que adolecen estos movimientos sociales (reformismos varios, oportunismos politiqueros, etc.), pero eso no desmiente el hecho de que mucha gente está descubriendo por primera vez el rostro más fiero y represivo del que consideraban, hasta ahora, su democrático Estado.
           
Hay que golpear el hierro mientras aún está caliente, y la ocasión pinta bastante adecuada para asestarle un golpe a algunos de los mimbres de la jerarquía política. La Guerra Social silenciosa que siempre ha estado declarada entre opresores y oprimidos empieza ahora a cobrar un poco más de voz; y en una guerra de estas características el peor sitio en el que se puede estar es la retaguardia.
           
Convocamos por tanto a tod@s l@s compañer@s a iniciar una campaña beligerante, masiva y sistemática de Abstencionismo (o a redoblar el esfuerzo, o la coordinación, en las ya iniciadas). Les llamamos a divulgar, a nivel formativo, documentación crítica sobre el voto, las elecciones, los partidos y la democracia delegativa (si algo le sobra al movimiento Anarquista es información clásica y de calidad sobre esta materia [si alguna persona o grupo carece de ella puede ponerse en contacto con nosotros para facilitársela]); a llenar las calles de folletos, pasquines, pegatinas, frases, etc., que movilicen a favor de la Abstención; a incidir en todas aquellas asambleas o foros pertinentes en los que se pueda hacer lo propio; a llenar la Red de artículos y de comunicados como éste; y a realizar todas aquellas acciones que cada uno considere oportunas para desmantelarle a esta gentuza gubernamental el chiringuito.
           
En abril de 1905 la revista Germinal decía en su editorial sobre las elecciones: “¡Escucha, turba borreguil, aclamadora de sables, de banderas, de políticos!… ¡Habiendo vivido como esclava, reventarás como esclava!”, procuremos por primera vez que en esta ocasión quienes revienten sean los de arriba.
Federación de Anarquistas de Gran Canaria
anarquistasgc@gmail.com                                                   

www.anarquistasgc.net

Razones versus Descalificaciones


(Teniendo en cuenta que nunca un trocito de tela permitió sacar tanta bilis contenida, aprovecho la oportunidad, por última vez, para aclarar unas cuantas cosas. Sacando provecho a la coyuntura se nos ha acusado –a los anarquistas– de “romper [inexistentes] acuerdos asamblearios”, “consensos” jamás consensuados, de “boicotear” un acto con nuestra mera presencia [bandera y vestimenta incluidas] y de hacer incluso “apología de la violencia”. Sacando provecho de la coyuntura, se reparten documentos con las fotos de algunos componentes de la FAGC, se nos señala policialmente, se repiten nuestros nombres asociándolos a actos violentos o de “vandalismo” y se nos pone en una diana que debe estar facilitándole mucho el trabajo a determinada gente. Teniendo en cuenta que ya hemos hecho un comunicado, y que la ingente cantidad de trabajo que tenemos, y que aún nos espera, nos impide contestar a todas a las fabulaciones, bien intencionadas o infamantes, con las que se nos obsequia, concluyo –personalmente– con esta breve correlación argumentativa de puntos y, por mi parte, doy por zanjado el tema). 

 

1º. En ambos Manifiestos del 15-M (tanto el de “propuestas” como el de “presentación”) no se hace ninguna referencia a las banderas ni a la uniformidad ideológica. Lo único que se menciona, y que han refrendado las Asambleas, es que somos “apartidistas” y “asindicales”; de aquí puede deducirse que nos oponemos por tanto a la simbología de partidos y sindicatos, pero no a la del resto de posturas (sean éticas, filosóficas, ideológicas, etc.) ajenas a los intereses de los susodichos.
1º a). En la mayoría de plazas del Estado español, de Sol a otras muchas, pueden leerse las actas (del 15 al 19 de mayo) según las cuales: “se retira toda la propaganda política de partidos y sindicatos; se conservan símbolos a favor de los derechos de los homosexuales, pacifistas, anarquistas y de esa índole […]” pues “no representan a ningún partido, ni vienen a vendernos nada”.

2º. Ninguna Asamblea ha refrendado de forma vinculante su negativa a que se porten banderas, y, si hubiera hecho esto, al no haberse aprobado de forma insular, tal medida sólo afectaría a los miembros de las Asambleas que hayan aceptado tal acuerdo. En las que nosotros participamos nunca se ha concretado de forma asamblearia dicho acuerdo.

3º. En consecuencia: el “consenso de mínimos” que censuraba las banderas emana de la convocatoria de DRY, que por arte de birlibirloque ha pasado a ser la única convocatoria oficial (envolviéndonos nuevamente a todos en esa especie de “esquizofrenia colectiva” según la cual se puede acudir a algunos actos –todos ellos secundados por el “15-M”– con banderas [Frontex, Manifestación por la Vivienda] y a otros no [Reforma Constitucional, Marcha por el Cambio Global]). El estallido, focalizado, contra la bandera, incentivado –en Las Palmas– desde el propio escenario, se produjo también en Tenerife, en este caso contra una bandera nacionalista, y como señalan infinidad de opiniones (algunas de ellas de carácter interno) y especialmente la fuerza de los acontecimientos, el intento de enardecer al público contra cualquier cosa, objeto o persona que se saliera del guión es parte de las consignas internas que circularon, en determinados conciliábulos, los días previos al 15-O. La prueba de esto son las fotos del escenario el 19-J (¿por qué allí no molestaban ni las banderas negras, ni las amarillas, ni la griega?) y también las del 15-O (¿por qué no suscitaron esa agresividad ni la bandera del movimiento “Zeitgeist”, ni la gran pancarta que desde detrás del escenario reclamaba una “Democracia Real”, ni la que hacía publicidad de un blog?).

4º Por lo demás, y con independencia del citado “consenso unidireccional”, siempre queda la prerrogativa individual, y aunque fuera deseable “prohibir” (y no usemos la palabra “aconsejar” ni “recomendar”, porque ni los consejos ni las recomendaciones se imponen), que para nosotros nunca lo es, es imposible –si lo que se pretende es convocar una manifestación multitudinaria– pretender que la gente se deje su ideología, identidad, vestimenta y bártulos en casa sin recurrir a procedimientos censores o policiales (como lo era el “grupo de orden” en el que se nos propuso participar a los anarquistas y con el que se nos pretendió “desactivar”).

5º Establecer una diferencia entre el resto de la marcha y el escenario (para justificar por qué una bandera puede estar en un sitio y no en otro) es conferirle al escenario una jerarquía que nunca se le debería de haber dado. Si se la presupone: entonces todos los actos deberían de haberse dado a ras de suelo; si no la tiene: entonces todos podíamos tener acceso a él en las mismas condiciones que durante el resto de la marcha.

6º Lo que sí que viola el espíritu del 15-M (y los acuerdos formales) es que “representantes” (varios de ellos no elegidos por ninguna Asamblea) lean comunicados (igualmente no aprobados por ninguna Asamblea), alguno de ellos marcadamente partidistas (como el inaugural), convirtiendo el acto en un simple mitin, en vez de permitir que se celebrara una Asamblea Popular Masiva. Lo que sí rompe el “consenso de mínimos” es la violencia en un Movimiento “pacífico” y “no violento”, y la incitación, justificación o inhibición ante la misma (muestra de la vergüenza que algunos deben de sentir ante los desmanes que cometieron, es que se han cuidado muy mucho de no colgar ninguna imagen donde se aprecie el linchamiento de la compañera que subió por primera vez al escenario, y sólo se han propagado –y editado– videos y fotos en los que se ve al compañero que subió después de ella en actitud reivindicadora). Lo que es ridículo es que mientras en el resto del Estado se liberaban espacios para su utilización pública, aquí nos dedicáramos a linchar a los portadores de una bandera.
6º a) Los seguidores de Lynch aún han ido más lejos: alguno ha hecho circular, sin ningún tipo de prueba, que como en un acta de San Telmo (donde no se menciona la autoría de los participantes) alguien hizo un llamado a “aumentar la violencia y agresividad del Movimiento”, ese alguien tuvo que ser, inexorablemente, un anarquista y un miembro de la FAGC (huelga decir que, para más inri, quien eso dijo no era miembro de la FAGC –ni tampoco se identificó nunca como anarquista– y que hasta donde sabemos, y podrán confirmarlo el resto de asistentes, esa fue su primera y última participación en dicha asamblea). Relacionar de forma tan gratuita y falaz “comentario violento, igual a anarquista”, delata a su autor y también al lastre de prejuicios que arrastra.

7º Aunque el acto no fuera deliberado (ya explicamos en nuestro comunicado que fue accidental [y eso a pesar de las llamadas que algunos miembros de determinadas asambleas nos hicieron, a última hora, para invitarnos a reventar el acto –ocupando la cabecera– y que desoímos pues nos negamos a ser instrumentalizados, además de que no teníamos nada en contra de la marcha]), visto lo visto, es decir, visto la enorme tapa de alcantarilla que ha levantado; la ingente cantidad de actitudes dirigistas, represivas, intolerantes, censoras, dictatoriales, totalitarias, delatoras, violentas y fanáticas que ha conseguido desvelar; desde aquí reivindicamos ese acto espontáneo y la enorme satisfacción que ha conllevado descubrir a ojos públicos qué se oculta tras la máscara de determinada “Democracia” y de determinados “demócratas”.

El pueblo muere de hambre, y no tiene siquiera derecho a declarar que muere de hambre. Pues bien, yo he tomado la bandera negra y he manifestado que el pueblo se halla sin trabajo y sin pan. Tal es el crimen que he cometido. Vosotros lo juzgaréis como queráis”.
Louise Michel (declaración ante la Audiencia del Sena [22 de junio, 1883]).

Fdo: El Monstruo Anarquista

Ya tenéis a vuestro monstruo

Lo que despertó la mayor furia en algunos manifestantes en la “marcha por el cambio global” del pasado 15 de Octubre no fue ni la presencia de los bancos que los esquilman y embargan, ni la del Gobierno Militar que exuda despilfarro y guerra, ni la del Gobierno de Canarias desde donde se les torea y ningunea; contra lo que más gritaron algunos no fue contra los recortes sociales, el desempleo, la miseria, la corrupción o la represión; el objeto de sus iras fue una simple bandera, y no precisamente esa cuya manutención nos cuesta 30.000 euros.
Podríamos explicar la sucesión de hechos desde nuestro punto de vista, pero ¿acaso a alguien le importa una versión ajena a la “oficial”?… ¿Para qué explicar que los anarquistas no teníamos ninguna intención de sabotear la manifestación? ¿Por qué incidir en que, para más inri, la presencia de la bandera fue fortuita y no planeada? ¿Qué necesidad hay de recurrir a la lógica para demostrar que de habernos planteado el boicot lo hubiéramos realizado en bloque? Muchos ya han dictado sentencia, antes incluso de que asomara bandera alguna. Por lo demás, no está en nuestro ánimo justificar un acto gracias al cual ha conseguido descubrirse bastante más de los “acusadores” que de los “acusados”.

¿Fue realmente una bandera, en puridad un simple trapo, lo que molestó? La misma bandera (junto a otras muchas) hizo todo el recorrido desde el teatro Pérez Galdós sin recibir imprecación alguna. Lo que molestó no fue exclusivamente que hubiera banderas –mientras se quedaran “en su sitio”, claro está–; lo que molestó fue lo que representaba y donde atrevió a ubicarse. ¿Acaso una bandera blanca con el símbolo de la paz u otra con la palabra “Democracia” hubiera molestado a alguien? ¿No había acaso sobre el escenario cartelería y una gran pancarta clamando por una “Democracia Real”? Aquellos que dicen abjurar de las ideologías (cosa que celebramos) se olvidan de que el Pacifismo y la Democracia –además de un sistema– nunca han dejado de serlo. Las ideologías, para que no molesten, tienen que ser, como las banderas, “las oficiales” (difícil cuadratura del círculo en un movimiento que se quiere popular y heterogéneo). Lo arbitrario del asunto se vislumbra cuando se piensa en la diferenciación que se establece entre “pancartas” y “banderas”: ¿acaso un trapo en horizontal es menos ideológico que uno en vertical? Parece ser que las “banderas” tienen limitada su circulación. Pueden recorrer varios kilómetros, pero que no se les ocurra pisar un simple metro del espacio que está “reservado” a la “organización”. Es kafkiano el razonamiento que considera que una persona y una bandera trataron de “copar” un escenario, sin apercibirse de que dicho escenario parecía ser el “coto privado” de un selecto grupo de personas, cuando debería haber sido un espacio al que todos, libremente, deberíamos de haber tenido acceso.
Por otra parte ¿qué es eso de la “organización”? La “organización” deberían ser esos que pegaron carteles, se movieron y trabajaron para posibilitar que el pueblo hiciera suya una manifestación global que sólo al pueblo pertenecía. La “organización” no pueden ser esos que excluyeron a muchos manifestantes haciéndoles sentir que ésa era “una fiesta privada”. No pueden ser los que se dicen “representantes de las Asambleas” sin que ninguna Asamblea los haya designado. No pueden ser los que hablan de consenso, democracia y asamblearismo y leen documentos que ninguna Asamblea ha aprobado –en nombre de esas mismas Asambleas–, y sin más consenso que el que haya podido darse dentro de una élite. No pueden ser los que jaleaban e incitaban al linchamiento de una muchacha.

Las egregias “cabezas visibles” del Movimiento, la llamada “organización” (sin que esto incluya a todos los que, bajo esa u otra denominación, trabajaron para que la Marcha saliera adelante), y muchos de quienes tomaron la palabra, se llenaron la boca hablando de “consenso de mínimos”, de “democracia”, de que “ninguna bandera les representaba”… Pido a quienes me leen que no sean ingenuos, ¿o es que acaso se creen que la bandera anarquista era la única que estaba sobre el escenario? Encima del escenario, sólo basta con escuchar los discursos, habían incluso más banderas de las que se veían abajo; la “nuestra” sólo tuvo la honestidad de mostrarse tal cual era. Es curioso el mundo en el que se considera que una bandera tiene mayor carga ideológica que un discurso…, y más cuando en ese discurso (hablemos por ejemplo de una de las muchas “perlas” del inaugural) se hace una apología de los partidos pequeños afirmando que si los grandes partidos les temen es porque tienen la capacidad de quitarles cuotas de poder. ¿Acaso el movimiento no era “apartidista”? ¿O es que este soniquete se usa sólo contra los anarquistas, los mismos que por cierto jamás han sido representados por ningún partido? El pasado sábado, el apartidismo se fue por el mismo desagüe por el que se escurrió la cacareada “democracia interna” y el asamblearismo. ¿Cómo pueden leerse una serie de comunicados, en nombre de diversas Asambleas, sin que éstas si quiera hubieran llegado a celebrarse? La respuesta que han dado algunos “organizadores” es que no les daba tiempo y había que “leer algo” (“darle la papilla” a la concurrencia). ¿Por qué no celebrar entonces una Asamblea Popular Masiva? Ah claro, y dejar que hable todo el mundo como si la voz de todos valiera lo mismo (no exagero al afirmar que eso es lo que algunos han objetado)…

Sin embargo, todos estos detalles pasarán desapercibidos, porque algunos ya tienen a su monstruo. Gracias a “nuestra” bandera éste será el único “suceso antidemocrático” del acto y las soflamas criptopartidarias, el elitismo descarado o encubierto, el seguir tratando a la población como un sujeto pasivo serán meras anécdotas en el prefabricado “día de la bandera”.

Sin embargo aún queda un suceso más sangrante. Se habla de que la bandera vulneró el “consenso de mínimos” (“consenso unilateral” especialmente cuando determinados colectivos jamás se quitan sus siglas de la boca), sin embargo la violencia física y verbal que la compañera que portaba la bandera recibió no vulnera el consenso de mínimos que establece que el Movimiento 15-M es un Movimiento pacífico y no violento. No hablaremos de cosas tan “irrisorias” como que nos llamaran de “hijos de puta” para arriba, de que nos amenazaran con ahorcarnos de las farolas (las viejas tradiciones nunca se pierden), o de que, a falta de piedras, alguna voz caritativa empezara a solicitar si alguien tenía huevos; hablaremos de que una compañera fue zarandeada y empujada para tratar de tirarla del escenario abajo; hablaremos de que fuimos señalados y denunciados (frustradamente) ante la policía (convencionales, secretas y hasta la perpleja guardia civil) y de que si no fuimos detenidos es porque todavía las banderas no son consideradas artefactos explosivos; hablaremos de que a la compañera intentó linchársela, en una oleada de empujones, insultos y salivazos una vez pudo descender del escenario; y hablaremos de que todo esto se incentivó (salvo escasas excepciones) desde la tribuna. ¿A qué ha quedado reducido el “estas son nuestras armas”? A “estas son nuestras armas, porque no tenemos otras”. He aquí el “tour de force” que ha tratado de dársele a su paradójico “pacifismo”: violencia cero contra las instituciones y los objetos inertes; toda la posible contra los que porten una A circulada.

Si todo es tal y como lo estamos contando, ¿Por qué uno de nosotros se volvió a subir al escenario?, ¿sólo por reivindicar una bandera? Quien se haya preocupado un poco en conocer algo del Anarquismo sabrá que a los anarquistas nos causan aversión las banderas en general (de hecho la negra representa, entre otras cosas, la negación de todas), de que si tenemos que usarlas los hacemos como simple medio de visualización (nunca por chovinismo) y de que no nos importaría en absoluto reducir a cenizas “nuestra propia bandera” (las comillas son por el exabrupto) si de ello resultara algo positivo. Cuando el compañero se subió no reivindicaba la bandera; reivindicaba la integridad y dignidad de no verse silenciados por la censura, de no dejarse amordazar por la violencia sufrida, de no amilanarse ante la amenaza policial. La intención era demostrar que la fuerza bruta no todo lo puede; que no sólo por apabullar y coaccionar a alguien se va a conseguir de él lo que se quiere; que ese escenario nos pertenecía a todos y no sólo a unos pocos; que no hay gritos, ni insultos, ni abucheos que tengan la suficiente fuerza como para que una persona deje de hacer lo que tiene por correcto. A todo acto de represión debe sucederle un acto de Rebeldía, y eso, sencillamente, fue lo que ocurrió. 
 
Sin embargo, es posible que esta argumentación sirva para bien poco. Muchos, como ya he dicho, ya tenéis a vuestro monstruo, ya tenéis vuestra excusa. Que hayáis acabado justificando la violencia no importa. Que el borregismo os haya cegado os resulta indiferente. Haber dejado de ser individuos autónomos para convertiros en turba es algo sobre lo que no queréis reflexionar. Lo que importa es que los anarquistas han vuelto a reventar un acto. Qué importa que éste, a diferencia de otros, lo apoyáramos desde el principio; qué importa que la compañera se subiera sin más intención que oír y sin más propósito que buscar, desde la perspectiva del escenario, un sitio adecuado para situar nuestra pancarta; qué importa que se haya encontrado de frente y de improvisto con una oleada de rencor, que se haya visto envuelta en una trifulca de forma meramente accidental; qué importa que nadie pudiera imaginarse, que ninguna cabeza sana diera cabida a la posibilidad de que “pasearse” con un trozo de tela por un escenario podría conllevar a una “caza de brujas” de corte medieval; qué importa que para bajarla de allí se haya elegido la presión, la violencia física y verbal, en vez de la persuasión y la conversación. Pero ¿y por qué habríais de creer nada de esto? Seguid alimentando el cliché del “anarquista dinamitero”, haced más grande al monstruo. Así, si el movimiento pierde fuelle por la falta de trabajo en asuntos cruciales (el estómago, y no una batería de inútiles leyes para refundar el sistema), porque el reformismo ahoga a una sociedad que pide un cambio integral, porque pudiera cundir la sospecha de la instrumentalización político-electoral o por la pura represión policial, muchos ya podéis quitaros la culpa de encima (y también a los cuerpos de seguridad del Estado) y afirmar con la boca bien grande que la gente se ha desencantado del Movimiento por culpa de los anarquistas.

Es sintómatico que mientras en el resto del Estado español las Asambleas multitudinarias decidían ocupar edificios (por cierto, decorados en gran parte con banderas y símbolos anarquistas, pero también feministas, ecologistas, del orgulo gay, etc.) para alojar a familias desahuciadas, aquí nos dedicábamos a escuchar soporíferos discursos y a concentrar toda nuestra rabia en un trapo. Es sintomático de cómo se desperdician las oportunidades y de cómo se buscan chivos expiatorios para impedir que una Manifestación transcienda de un simple paseo y se convierta en un nuevo paso para iniciar la Revolución Social.
Por nuestra parte, nos quedamos con las conciencias críticas, con las decenas de personas que, sin ser anarquistas ni simpatizar con nuestras ideas, nos defendieron, sin más interés que el de alzar la voz contra la censura, y que al terminar los “mítines” nos estrecharon la mano y nos felicitaron por desenmascarar el verticalismo y el dirigismo de tan “pacíficos demócratas”.

Seguiremos luchando, más cuanto más pese. Nos vemos en las calles y en las plazas.

Salud y Viva la Anarquía.

Este 15 de octubre algunas/os anarquistas y autónomos/as de Madrid participaremos de la manifestación del 15 de octubre formando un bloque propio. Te invitamos a que nos juntemos y unidos demos cuerpo a un espacio antiautoritario.

AnarquistaNos vemos a las 18 hrs, el 15 de octubre, de Cibeles a Sol. ( También en Gran Canaria) En el teatro Perez Galdos a las 17’30 horas.

¡ESTE 20N NO VOTES, ABSTENCIÓN ACTIVA!

¡POR LA EXTENSIÓN DE LA REVUELTA!

¡HACIA LA HUELGA GENERAL!

Anarquistas, Hace tiempo que descubrimos que la única solución posible a los errores del sistema es su completa destrucción y no el tratar de mejorar lo existente. No pedimos nada a este sistema basado en la corrupción y la injusticia, no queremos reformarlo para que la dominación y la explotación sean más llevaderas.

El problema no es la crisis, si no es capitalismo, del cual nosotras/os también formamos parte con nuestro consumo y participación en el proceso de producción. Debemos asumir nuestra parte de responsabilidad y actuar en consecuencia, consumiendo y produciendo lo menos posible. Okupando espacios abandonados donde vivir, llevar a cabo puntos de encuentro, lugares para el aprendizaje, difusión política… reciclar los deshechos del capitalismo: comida, ropa, muebles, utensilios… creando alternativas al trabajo asalariado: huertos urbanos, colectividades de todo tipo, grupos de consumo ecológico, auto-empleo en cada uno de los oficios que sea posible, etc. El tomar las plazas y llevar a cabo asambleas es un primer paso para enfrentarse al sistema (no para formar parte de él), puesto que el parlamentarismo y el asamblearismo son conceptos opuestos, ya que una sociedad puede basarse en la opresión y la falta de capacidad de decisión por parte de la inmensa mayoría (parlamentarismo) o en la igualdad y la libertad a la hora de tomar las decisiones (asamblearismo), pero nunca en un híbrido de ambas. Debido a que son conceptos opuestos y tarde o temprano eso desembocará en un enfrentamiento entre ambas formas de organización.
Una vez hayamos construido la alternativa asamblearia, ya podemos comenzar a resolver por nosotras/os mismas/os los problemas que nos genera el Estado y el Capitalismo. Si nos desahucian por impago, recuperemos nuestra casa okupándola. Si se cierra una empresa y se despide a las/os trabajadoras/es, okupémosla y gestionémosla de forma asamblearia y horizontal. Si hay redadas racistas en el barrio, avisemos a las/os vecinas/os y expulsemos a la policía del barrios. Si en las escuelas y Universidades estatales se adoctrina y enseña a ser sumisas/os a las/os niñas/os, colectivicemos la educación y que no existan especialistas, creando librerías autogestionadas, Centros Sociales Antiautoritarios, bibliotecas sociales, distribuidoras anticapitalistas, jornadas de todo tipo, debates…
Nos declaramos opuestas/os a la Constitución Española, basada en la traición de la izquierda durante la transición española y donde se recogen los fundamentos de un sistema totalitario, como cualquier sistema estatal. Que únicamente representa a los intereses de los opresores, quedando como siempre y de forma lógica, nuestros “derechos” en papel mojado. La única constitución válida es la que arde y nos gustaría ver una gran fogata en la puerta del sol con miles de ellas.
Ante los últimos recortes sociales que ha llevado a cabo el Gobierno: Reforma laboral, jubilación a los 67 años, privatizaciones… y la cada vez mayor represión: 25 detenidas/os el 15 de Mayo, constantes desahucios y desalojos, decenas de heridas/os y más detenidos/as ante la visita del Papa, redadas racistas en los barrios más desfavorecidos, una compañera condenada a 8 años de prisión, decenas de policías absueltos de torturas y malos tratos, un compañero preso recientemente, las/os detenidas/os por una vivienda digna juzgadas/os hace muy poco…
Tenemos que organizarnos y plantarles cara a quienes se creen que son nuestros dueños, porque se ha demostrado que la lucha es la única forma de conseguir mejorar las condiciones de vida. Y también es el único camino para que la autoridad no campe a sus anchas con total impunidad, destruyendo el entorno, matando a millones de animales y dominando a toda la humanidad.
Falta un mes para que la clase política vuelva a intentar usurpar nuestra capacidad de organización y toma de decisiones, no se lo pongamos fácil. El voto blanco o nulo son una estafa del sistema parlamentario para que formes parte de él. La única respuesta real y coherente es no ir a votar y seguir luchando en las calles, para no legitimar su sistema jerárquico y autoritario.
Ha llegado el momento de pasar a la acción, la historia es nuestra y la escriben los pueblos.
BLOQUE ANARQUISTA Y AUTÓNOMO