Nueva política de realojos

Desde que la FAGC empezó a realojar a personas sin techo y sin recursos (2011) hasta ahora, hemos aprendido mucho. El conocimiento adquirido nos ha llevado a modificar nuestra metodología cotidiana y a perfeccionar nuestras tácticas. En un principio la ingenuidad prevalecía, y el espíritu amplio, generoso y humanitario tan propio por otra parte del anarquismo, y tan necesario aunque sea como basamento– nos hacía desoír las advertencias de los más desconfiados. Cuando nos disponíamos a abrir las primeras casas, surgió el debate de si seleccionar (cribar) o no a los realojados; primó la postura idealista, espontaneísta, la que estaba convencida de que cualquier filtro supondría excluír a los más necesitados de un bien común reproduciendo las pautas del Sistema. Cuando realojamos a los primeros elementos nocivos (gente que llegó incluso a denunciar a algún compañero por no instalarle agua o luz) nos dimos cuenta de que, por pura supervivencia, era necesario ser más selectivos.

Con el tiempo se nos presentaron algunos casos dudosos. Surgió entonces el debate de si pedir o no documentación que avalara la situación económica y social de los realojados. Nuevamente volvió a prevalecer la visión más esencialista, que defendía que esto era tanto como volver a establecer una burocracia interna y a reforzar las formas de control social del Estado. Cuando surgieron las primeras personas que solicitaban casa simplemente para tener una segunda vivienda y vivir de las rentas, las que tenían ingresos más que respetables, las que directamente se inventaban familia e hijos y también los primeros casos de absentismo, nos dimos cuenta de que pedir documentación que confirmara lo declarado por los potenciales realojados era un método de cierta importancia para evitar compartir recursos con quien precisamente menos los necesita. 

Con el paso del tiempo las lecciones han sido más numerosas y más duras, pero también ha sido mayor nuestra capacidad de absorverlas. Hemos comprobado cómo mucha gente a la que ayudadabamos no sólo se inhibía una vez solucionado su problema, sino como incluso se pasaban al bando contrario (si es que alguna vez lo habían abandonado). Hemos comprobado como la víctima de ayer, sin ingresos y sin casa, se convertía en el victimario de hoy en cuanto obtenía ambos, capaz de someter a otros a las mismas condiciones de miseria por las que él transitó. En vista de esto, perdemos el miedo a mostrarnos rigurosos y reconsideramos nuestro punto de vista primitivo según el cual para que alguien fuera capaz de ayudar primero había que demostrarle capacidad de ayudarlo. Sea eso cierto o no, por propia seguridad hemos de explorar otras vías. Por ello, guíados por la experiencia y la convicción de que la transmutación de las condiciones materiales no altera necesariamente la actitud de alguien si no se produce previa o simultáneamente un cambio interior, añadimos un 5º punto a nuestra lista de requisitos y manifestamos que:  

La FAGC no ayudará a realojar a nadie que no pueda acreditar unos ingresos inferiores a 430 euros mensuales (certificado del paro).

Que no pueda demostrar que carece de patrimonio o de otra opción habitacional (certificado de signos externos).

Que partiendo de que se le da prioridad a las personas con hijos menores al cargo– no pueda documentar la existencia de dichos hijos, presencial y documentalmente (libro de familia).

Que, en caso de ser necesario, no pueda ofrecer documentación complementaria que atestigüe lo precario de su situación (órdenes de lanzamiento, sentencias de desahucio, contratos de alquiler, etc.).

Que no esté dispuesto a proceder a abrir, él o ella misma, su propia vivienda.
Evidentemente, quedan excentas del 5º punto las personas ancianas, enfermas o en condiciones especiales, y del resto sólo aquellas que excepcionalmente por su situación (legal/social) no puedan acceder a dicha documentación. 
La FAGC recibe entre 2 y 3 solicitudes de vivienda diarias. Antes de dar a conocer este documento, ya estabamos aplicándolo en la práctica. El resultado en las primeras semanas ha sido que más de un 80% de demandantes de realojo han desistido de ocupar en cuanto les tocaba pringarse a ellos. El dato puede parecer triste, pero en puridad no es más que un retrato social. Estas cifras sólo nos dan ganas de luchar, de invertir la dinámica, de torcerle el gesto a quienes nos prefieren cómodos y adocenados.  

Comunicado de desvinculación

En los últimos 2 años la FAGC ha dedicado el 70% de su esfuerzo y tiempo a la Comunidad «La Esperanza» (desde que socializó sus bloques a comienzos del 2013). En el último año podría decirse que casi el 100%. Sí, hemos convocado piquetes y parado desahucios, hemos asesorado a una media de 5 personas diarias sobre vivienda, hemos realojado a familias fuera de la Comunidad y hemos participado en otros proyectos habitacionales; pero ha sido «La Esperanza» el que se ha llevado gran parte de nuestras energías y recursos. 
«La Esperanza» (que en un principio no tenía ese nombre) nació con la aspiración de ser esencialmente un proyecto de realojo, aunque siempre supusimos que por sus características, si se hacía bien, podía convertirse en una de la ocupaciones más grandes del Estado, en un referente. La aspiración de que pudiera ser también un modelo a escala de sociedad libertaria vino un año después, y surgió no sólo de unos ideales sino, sobre todo, de una urgente necesidad de conseguir que el proyecto funcionara y superara derivas poco prácticas y autoritarias. 
El compromiso de la FAGC con el nuevo viraje del proyecto fue total: algunos miembros fueron a vivir allí a tiempo completo, se volcaron en la organización del proyecto y trabajaron con todas sus fuerzas en labores que iban desde mantenimiento, realojo, el huerto o garantizar el suministro de agua. Invirtieron sus pocos ingresos personales y los del resto del grupo en ayudar a que todo marchara. Se expusieron públicamente y sufrieron por ello el acoso policial y un torbellino de denuncias y multas que aún está lejos de acabar. Más no pudieron hacer con lo que tenían.
Y ¿para qué tanto esfuerzo? En primer lugar para conseguir darle a la gente sin hogar un techo, ese es el hecho primigenio desnudo. Después para demostrar, a los afectados, a la sociedad y a nosotros mismos, que las herramientas anarquistas (de apoyo mutuo, de actuar sin intermediarios y de vulnerar sistemáticamente el arbitrio de la ley) eran inminentemente útiles y una vía práctica para mejorar las condiciones de vida y acercar la emancipación económica. En una clave más ambiciosa, para contrastar la viabilidad de un pequeño sistema anarquista a través de la experiencia en una comunidad humana organizada voluntariamente de forma libertaria. 
Con el paso del tiempo la totalidad de esos objetivos se cumplieron (de forma positiva hemos de añadir), pero la realidad y el día a día nos fue poniendo otros objetivos improvisados en nuestra agenda.
Partiendo de que el Estado no permitiría que la ocupación se prolongara sine die, pusimos los mimbres para conseguir algo con lo que, en conciencia, no estabamos de acuerdo: conseguir la regularización de la ocupación. La causa mayor era garantizar el suministro regular de agua, pero para ello había que partir de un intento de «legalización». Redactamos las exigencias tratando de hacer un planteamiento realista y asequible, rellenamos documentos legales y solicitudes y llevamos estas demandas a los medios de comunicación. Pero en nuestra calidad de anarquistas se nos planteaba un dilema: recorrer la vía legal hasta el final y hacerlo ejeciendo un papel de mecenazgo que precisamente intentamos demoler desde que iniciamos el proyecto. 
Después de largas reflexiones hemos llegado desde hace meses a una resolución que hoy hacemos pública:
La FAGC se desvincula de la Comunidad «La Esperanza». Algún miembro seguirá colaborando con el proyecto, pero lo hará a título individual. 
Creemos que para que la Comunidad se haga responsable de sus propios errores o aciertos es necesario que rompa el cordón umbilical con cualquier colectivo o persona, por insertos que estén en ella. Creemos que lo importante no es guíar el camino ajeno, sino compartir las herramientas para recorrerlo; la Comunidad ya tiene dichas herramientas asamblearias, autogestionarias y libertarias, y si las sigue usando o las desecha solo a ella le compete. Creemos que para que pueda recorrer, si lo estima necesario, la vía legal hasta sus últimas consecuencias, es necesario que no cuente con la cortapisa de un grupo de personas que precisamente iniciaron el proyecto como desafío a la legalidad y que se declaran al margen de esta en su hacer cotidiano y en sus aspiraciones políticas. Creemos que aunque eso supusiera la muerte del proyecto, o la deriva de la Comunidad hacia posiciones autoritarias, partidistas o pro estatistas, en eso se basa precisamente la anarquía: en permitir que la gente decida por sí misma, con independencia de que las decisiones que tomen no sean las más adecuadas. 
Sabemos que en cuanto esto circule partidos y colectivos que responden a intereses muy concretos irrumpiran en la Comunidad (de hecho tenemos constancia de que ya lo han hecho), pero no iniciamos esto para ponerle nuestro label a nada ni para atesorar ningún mérito; lo hicimos por convicción, y esta no necesita alimentarse con premios, proselitismo o reconocimientos. 
Hemos aprendido mucho en esta lucha y son precisamente estas lecciones las que nos han llevado a reafirmar lo que ya no son sólo teorías, lo que nos hace firmar este comunicado: cada uno debe responsabilizarse de sus propios actos; se ayuda más alguien compartiendo herramientas con él pero dejando que se desenvuelva por sí mismo que solucionando todos sus problemas; la lucha por la igualdad económica no garantiza ausencia de actitudes jerárquicas y es necesaria una evolución interior; más que fomentar valores comunitarios hay que desarrollar conciencia individual y criterio propio; cambiar las condiciones materiales de la gente es sólo un trazo de un cuadro más amplio, si no cambiamos el dibujo por completo ese trazo será sólo una mancha oscura e imperceptible sobre un fondo negro. 
En breve daremos a conocer todas estas lecciones a través de un texto más profundo y amplio. Mientras, sólo podemos ratificar que aunque con el paso del tiempo llegue a olvidarse la labor de la FAGC en «La Esperanza», su participación en una de las ocupaciones más grandes de este joven siglo, nosotros seguiremos luchando, en otras barricadas, con otros objetivos, pero siempre en el mismo frente. Y eso sí: si algún día se llegara a producir el desalojo de «La Esperanza» ahí encontraran a la FAGC, en el piquete, megáfono en mano, con el puño airado, cerrando el paso a los desahuciadores, codo a codo con sus antiguos vecinos. 
FAGC

Entrevista para A-Radio Berlín

Aprovechando nuestra participación en el pasado «Otoño Libertario» que organiza el Sindicato del Metal de la Federación Local de la CNT madrileña, los compañeros de GLAD (Grupo Libertario de Acción Directa) tuvieron a bien entrevistarnos para la Radio Anarquista de Berlín. 

Aquí está el enlace original y una breve introducción a la entrevista: La FAGC y la Comunidad La Esperanza
Aquí un interesante análisis de la misma que hemos encontrado por la red: «La Esperanza»: Honestidad y experiencias

Y aquí la subida a youtube: 

[youtube=https://www.youtube.com/watch?v=d2trZSaMEkc&w=320&h=266]

Hoja de ruta de un proyecto social libertario

Mucho de lo que se menciona en esta hoja de ruta ya se está haciendo. Somos conscientes de ello. Pero, mayoritariamente, sin coordinación o sin un plan visible que plantee transcender del 4º punto de esta estrategia. Falta la idea de «ir un paso más allá» y que esta se concrete en un programa tangible; falta la idea del desafío y el pulso al Sistema, que se da por sentado y no se plasma. El plan que aquí proponemos está pintado con trazos gruesos. No es detallado porque depende de la aplicación que quiera dársele en cada situación específica. Es por tanto un esbozo, un documento de trabajo, abierto al debate, las propuestas y las enmiendas. Creemos que es necesario empezar a dar estos pasos y, más importante todavía, que se articulen con trabajo, con mucho trabajo práctico.

1. Aprovechar todos los medios contra informativos existentes y las estructuras previas disponibles para hacer difusión del proyecto y de las ideas y propuestas libertarias. Sin olvidar que la propaganda no es el eje de un proyecto; lo son las acciones.
2. En vista de que no hay mejor propaganda que la de «el hecho», difundir esas ideas y propuestas a través de prácticas sociales cotidianas. Aplicando las tácticas libertarias concretas que mejor garanticen a nivel local la consecución de nuestra estrategia global. 
3. Intervenir en las luchas y reivindicaciones populares con un discurso propio y diferenciado, compartiendo herramientas y soluciones propias, pero siendo conscientes de que hay que abordar los problemas sociales con alternativas libertarias prácticas y no tratando de imponer inquietudes meramente personales que aún no se han desarrollado en el interior de la gente. Hay que saber elegir el momento y el interlocutor adecuado.
4. Crear redes de asambleas barriales sobre temas concretos acuciantes: alimentación, vivienda, educación, sanidad, trabajo (contando con la participación de sindicatos libertarios si lo desean). Ofrecer alternativas y acciones resolutivas que impliquen directa y necesariamente a los asistentes: ocupación de viviendas, expropiación de terrenos, socialización y colectivización, huelga de alquileres, soberanía alimentaria, etc. 
5. Plantear las acciones de «recuperación» como un conflicto y un desafío a las instituciones. Retratando su incompetencia e inutilidad. Demostrando que todas las alternativas parlamentarias, incluyendo las de nuevo cuño, son incapaces de dar respuesta a la necesaria emancipación económica. 
6. No desdeñar valerse de los medios de comunicación masivos (comprendiendo su naturaleza e intereses) para plantear públicamente este pulso y abrir debate. 
7. Empezar a gestionar recursos públicos (a los que se les niega este carácter), como bolsas de vivienda, terrenos abandonados, empresas vacantes, suministros acuiferos o energéticos «liberados», a través de estas asambleas de vecinos y de trabajadores. 
8. Contar con una red solidaria anti represiva adecuada que pueda dar respuesta a la reacción gubernamental. 
9. Las alianzas tácticas deben realizarse en el plano meramente práctico, de trabajo. Tratar de sintonizar ideas es una batalla de desgaste innecesaria. Trabajar con quien esté dispuesto mientras se acepten los mínimos de autonomía individual y colectiva, autogestión y anti parlamentarismo. 
10. La aspiración es que los asuntos barriales los decidan los vecinos, los laborales los trabajadores y los alimentarios los consumidores. Partiendo de estas advertencias: 
10.1. No se puede elaborar este proyecto sin atacar al Sistema. Sin la vía del conflicto acabamos solucionando los motivos que originan el descontento de la gente y apagando su rebeldía, volviendo a revalidar el Capitalismo. 
10.2. Ayudar a la gente no la cambia. La igualdad económica no es garantía de ausencia de jerarquía. Es imprescindible que la gente sea la protagonista de su propio proyecto de cambio social y personal. Si no, de nada sirve esta hoja de ruta. 
10.3. El desafío a la legalidad es inherente al proyecto. Desafiar la legalidad para reclamar volver a ella es una mala puerta giratoria, por pragmática que nos parezca.