El pasado 21 de febrero, unos 60 alumnos de 3º de arquitectura de la Universidad se acercaron a la Comunidad «La Esperanza» para conocer el proyecto de okupación más grande del Estado de primera mano. Este acontecimiento, inédito hasta hace poco, empieza a hacerse común con la visita de cada vez más estudiantes de distintas especialidades. La Universidad suele ser un mundo totalmente ajeno para los vecinos de una Comunidad como «La Esperanza», pero entre profesor, alumnos, vecinos y militantes se ha vuelto a conseguir una importante sinergia.
Los alumnos han comprobado que hay otro modelo urbano habitacional, uno que no encaja en las dos únicas opciones que contempla este sistema: la especulativa capitalista y la tutelada por el Estado. Más allá del interés privado y del paternalismo gubernamental, está el modelo social y autónomo de la autogestión.
El compañero Ruymán de la FAGC explicó en el asambleatorio el recorrido de 4 años del proyecto. Desde los primeros realojos de 20 familias, pasando por el intento de desahucio administrativo del año pasado hasta la creación entre los muros de la propia Comunidad del primer Sindicato de inquilinos del siglo XXI. Dejó claro en todo momento que el proyecto es hoy por hoy totalmente autónomo de la FAGC, y que son los vecinos los que gestionan los 4 edificios sin intervención del exterior.
Al explicar el compañero que el ayuntamiento incumple las mismas leyes y decretos que impone como obligatorios para el resto, que impide desde el pasado verano empadronarse a ningún nuevo vecino, y también el ninguneo de la administración racaneando los subsidios y el acoso al que los trabajadores sociales someten a algunos realojados, los alumnos no podían dejar de sorprenderse por la actitud de la corporación municipal. Vecinas como Ylenia y Wendy contaron su situación personal, y la lucha diaria que han llevado a cabo desde hace 4 años, cuando las vecinas más veteranas recogieron firmas para que a sus hijos los trasladara el transporte escolar como a cualquier niño, hasta la lucha cotidiana de otras vecinas más recientes para poder acceder a trabajos temporales del ayuntamiento o ayudas de alimentos.
El compañero de la FAGC explicó la motivación profunda que hay detrás de la siguiente manera: «es una táctica de hostigamiento para que los vecinos se vayan de la Comunidad por su propio pie. Al ayuntamiento le molesta ‘La Esperanza’ porque demuestra la ineptitud de las instituciones y que si los vecinos quieren mejorar sus condiciones de vida no pueden esperar nada del sistema ni de los partidos, y deben hacerlo por sí mismos. ¿Y qué pasa cuando uno se da cuenta de que las instituciones son innecesarias? Que las desobedece, y eso lo convierte en peligroso».
Los alumnos recorrieron todo el recinto de la Comunidad, lanzando en cada momento interesantes preguntas. Pudieron visitar las viviendas de Desi y Wendy y comprobar que eran completamente habitables. Pudieron constatar la capacidad de trabajo de los vecinos, que se afanaban en levantar el portón que el último temporal de viento que azotó la isla había tirado abajo.
Mientras estaban en el patio, dos trabajadoras sociales escoltadas por la policía local (ofreciendo con ello una pobre imagen), cruzaron la puerta que levantaban los vecinos y atravesaron el patio sin ni siquiera dar los buenos días. Si intentaban que los alumnos se sintieran incómodos, lo que consiguieron es que ratificaran todas las palabras de las vecinas sobre el comportamiento de la administración.
Al acabar, vario alumnos ofrecieron compartir ropas, enseres y muebles y pidieron contactos para hacerlos llegar a la comunidad. Fue un evento muy emotivo y muy rico donde una vez más pudimos comprobar que las personas reales tejen redes de empatía por encima de los poderes abstractos.