Ante la represión policial, ¿es efectiva la «resistencia pasiva»?

Ofrecemos a continuación algunas imágenes que muestran al aparato represivo del Estado empleándose con toda su crudeza:
Espeluznante ataque de la gendarmería francesa a un grupo de madres e hijos inmigrantes. Las imágenes son muy duras.
Vemos a continuación imágenes del desalojo de Plaza Cataluña en mayo del año pasado.
La sucesión de imágenes de este cariz sería interminable. Acabemos con ésta.

Conclusión:

El corolario es siempre el mismo: manos en alto o entrelazadas; ojos al borde del llanto; caras suplicantes y desconcertadas; cabezas abiertas… La pasividad (no hablamos aquí de pacifismo, si no de inactividad) se queda sin excusas. Los medios de comunicación criminalizan igual al que reivindica ser víctima que al que responde; la apología de la pasividad sistemática está creando huestes de masoquistas en potencia, de corderos (en el sentido literal del término) que van al matadero sin ni siquiera responder; ¿acaso no les extraña que al final se haya dado un paso atrás y en la nueva reforma del código penal la “resistencia pasiva” no se considere delito y siga siendo una falta? Lógico, los legisladores habrán pensado: “si la gente se da cuenta de que respondiendo van a tener prácticamente la misma pena que sin responder, acabarán, obviamente, por responder”, y eso, a todas luces, no le conviene al establishment. Aquí, en Las Palmas, los anarquistas sabemos también algo de brutalidad policial, y todos hemos podido constatar que la violencia policial sólo se mitiga cuando se ejerce algo de “resistencia activa” (una prueba, no violenta, de lo dicho: http://www.youtube.com/watch?v=PT-ovG5iqn8&NR=1&feature=endscreen). No es necesario recomendar ningún método en particular, lo único que está claro es que la vía de ser “carne de cañón” o de usar a los más generosos como “escudos humanos” se ha demostrado ineficaz e inútil, cuando no cruel y claramente insolidaria.  

Fdo.: El Hombre Guillotina