El Ayuntamiento quiere desalojar “La Esperanza”
La Comunidad “La Esperanza” nació a principios de 2013 en Guía, como parte del proyecto de realojo de la FAGC. Es hasta la fecha la ocupación masiva de viviendas más grande del Estado español y una de las más importantes de nuestro siglo XXI. Ha supuesto un refugio para los sectores más excluidos y golpeados de la sociedad y ha intentado ser un ejemplo de asamblearismo y autogestión. Actualmente se enfrenta al mayor desafío desde su nacimiento: el alcalde de Guía, Pedro Rodríguez, quiere echar a la calle a las casi 80 familias que con más de 150 menores componen la comunidad. Así se los ha hecho saber a la mayoría de vecinos de “La Esperanza” en una notificación que, con fecha del 9 de marzo, les ha hecho llegar el pasado día 14 del mismo mes.
En dicho documento se le “requiere” a los vecinos que “desalojen voluntariamente” sus viviendas o que se expongan a las sanciones correspondientes, así como le notifican a las empresas suministradoras de agua y luz que les corten el suministro (recordamos que la comunidad se abastece con cubas de agua y que la luz es de obra).
¿Qué significa esto? Significa que Pedro Rodríguez, diputado en el Parlamento de Canarias por Nueva Canarias, quiere dejar en la calle a más de 300 personas, en su mayoría menores, muchos recién nacidos, sin ofrecer si quiera una alternativa habitacional. Significa que ya ha dado orden de que se les corte el suministro acuífero y eléctrico (aún cuando los vecinos pagan sus propias cubas y siempre han mostrado voluntad de que se les ponga un contador para hacer lo propio con la luz), sin importarle que esto signifique arrojar a una situación de insalubridad a centenares de personas, en su mayoría menores de 12 años. Significa, nuevamente, que el mismo partido que firma acuerdos con la PAH para supuestamente detener los desahucios, que habla de rescatar viviendas protegidas con ese finy que dice por boca de su propio portavoz parlamentario, Román Rodríguez, que “trabajaran para que no se ejecuten más desahucios”, ni siquiera pestañea a la hora de mandar a una comunidad humana al completo a dormir a la calle. Significa que mientras firman acuerdos simbólicos contra la pobreza energética, presentan mociones al respecto, escriben retóricos artículos afirmando que “no se le puede cortar la luz a quienes carecen de recursos”o incluso exigen que “se prohíban los cortes”, no les tiembla la mano al ordenar que se atente contra la salud y las condiciones higiénicas de todos esos niños de los que ya hemos hablado.
Pedro Rodríguez, cara visible de este partido en tanto en cuanto lo representa en el parlamento, lanza este ataque contra los más pobres mientras vomita a cada micrófono que se le acerca su compromiso para erradicar la pobreza; quizás no haya especificado que piensa erradicarla exterminando a los pobres. Y todo ello mientras ejecuta una de las maniobras más hipócritas de funambulismo político: quiere desalojar a una comunidad en la que en la actualidad viven al menos 3 familias que él mismo nos envió para que las realojaramos porque no tenían recursos ni vivienda. Y podemos demostrarlo. Por su parte Nueva Canarias, partido que respalda a quien es capaz de arrojar a toda esa gente a una verdadera situación de emergencia humanitaria, ya ha dado vivas muestras, de punta a punta de la isla, desde Santa Lucía de Tirajana a Guía, de que su compromiso con los desahucios no es más que una cruel burla macabra, un verdadero salivazo en la cara de todos los colectivos sociales que lo vitorean.
Los miembros de la Federación Anarquista de Gran Canaria no se casan con nadie. Su único compromiso es con los que no tienen nada. Dijimos que nos desvinculábamos de la gestión interna de la Comunidad “La Esperanza” y eso seguiremos haciendo; pero también dijimos que en cuanto los vecinos solicitaran nuestra ayuda porque sus techos estuvieran en peligro ahí estaríamos. Vamos a cumplir el compromiso contraído.
Junto a los vecinos, agotaremos los plazos legales y recurriremos hasta donde nos sea posible hasta que se les garantice, a todos y cada uno de ellos, una alternativa habitacional digna y asequible. Toda asistencia o asesoría legal profesional será bienvenida.
Vamos a darle toda la difusión posible a esta injusticia, convocando a los medios contra-informativos y generalistas para que estas familias no puedan ser desalojadas con la coartada del silencio mediático. Queremos que la información traspase el archipiélago y llegue al resto del Estado.
Invitamos a todos los colectivos sociales de la isla a que redefinan prioridades, no se permitan ver esta injusticia desde la barrera y se sumen a apoyar a “La Esperanza”. Se les recibirá con entusiasmo.
Vamos a intentar movilizar a la opinión pública canaria, a conseguir que la gente se posicione contra este desmán recurriendo a la protestas y las movilizaciones. Tomaremos la calle cuantas veces haga falta.
Por último queremos hacer un llamamiento al movimiento anarquista internacional que tanto nos ha ayudado en otras ocasiones para que difunda esta situación y preste todo su compromiso, apoyo y solidaridad a esta comunidad que se ha convertido en referente de nuestra capacidad de trabajo y de nuestro potencial.
Puede que algunos lectores de clase media no comprendan nuestro empeño. Puede que en cuanto oigan la palabra “okupa” se los lleven los demonios y sólo hablen de los males y estigmas a los que se asocia esta condición. Podemos permitirnos discrepar, pero eso no es lo importante ahora. Sólo piensen una cosa: aunque todos sus prejuicios fueran improbablemente ciertos, ¿justifica eso la indigencia de más de una centena de niños? Nuestra conciencia no nos permite dudar.
No vamos a consentir que se expulse a estas familias si no se les asegura antes un techo para ellos y sus hijos. Esa es la reclamación de los vecinos y esa será también la nuestra. Comprendemos bien que cuando te juegas tu vivienda, el bienestar de tu familia, el de las personas que tienes a tu cargo, no luchar no es nunca una opción. Acorralados, puestos ante un precipicio, a los vecinos de “La Esperanza” no les queda otra que resistir, porque no tienen a dónde irse. Se ha iniciado una guerra y ser espectador ya no es una opción. ¿Vas a quedarte al margen?