Se cumplió el día 14 y los vecinos siguen en sus casas. Ya se los advertíamos hace un mes exacto: un decreto administrativo no basta para un desalojo. La intención del alcalde era asustarlos y que abandonaran el inmueble por su propio pie para ahorrarse un largo proceso de desahucio judicial; pero no le ha funcionado. El 14 los vecinos no se despertaban con la idea de abandonar sus casas; se despertaban con la idea de tenerlo todo preparado para el desayuno comunitario al que ibamos a invitar a todos los que quisieran acercarse, a los colectivos sociales y a los medios. Vista los escasos recursos de los vecinos, la FAGC contribuyó con 40 euros en churros para que nadie se quedara sin desayuno, y el día antes los propios vecinos de la Comunidad hicieron una colecta entre todos para comprar la leche y el chocolate. Tenía que ser un día trágico, pero lo convertimos en una celebración de nuestra fuerza colectiva.
Mucho ha cambiado el estado de ánimo desde hace un mes. Esos vecinos que buscaban la mejor ubicación para fabricarse una chabola, esos niños llorando sin saber si podrían terminar sus estudios, ahora saben que aún queda mucha guerra que dar, se sienten fuertes, con posibilidades y sobre todo con capacidad de resistir. Hemos invertido este mes en recuperar la esperanza. Sin embargo, no echamos las campanas al vuelo. Esto es sólo un mes de lucha; el primero de muchos. Con las promesas de los políticos, la repercusión, podríamos realajarnos y creer que ya está todo hecho. Es lo que le interesa a los mecanismo del poder. No podemos aflojar el pistón, hemos de ir a más. Vamos a reunirnos con quienes nos apoyan y diseñaremos un nuevo calendario de movilizaciones, aún más ambicioso. Si de las reuniones con los políticos no sale un acuerdo satisfactorio en firme, seguiremos gritando en las calles hasta que se les haga imposible no oírnos. ¡La Esperanza sigue en LUCHA!