Kuwasi Balagoon: un antecesor moderno del anarquismo de barrio

Kuwasi Balagoon en una de sus últimas imágenes en la cárcel, durante una entrevista televisiva (foto editada para la ocasión por la FAGC).

En los Estados Unidos de América de los años 60 y 70, la lucha antirracista, inicialmente impulsada por el movimiento de los derechos civiles de mediados de los 50, fue derivando en un movimiento de liberación negra bastante combativo y articulado de forma callejera. La organización más emblemática, más alejada de la sofistica religiosa y con los pies en el barrio, fueron los Panteras Negras. Aunque convertida en un referente de la cultura pop, realmente poco se han estudiado sus vicisitudes internas, tendencias, éxitos y fracasos fuera de los EE.UU. La figura del militante armado es hoy un icono, pero fueron un referente en otros campos menos épicos, como su programa de desayunos para alimentar a los niños pobres de barrios como Harlem. En Gran Canaria, varias décadas después, la FAGC se dio cuenta de la importancia de conjugar conflicto con fabricar tejido barrial cuando la propia policía, previa detención, llegó a recomendarnos que mejor nos dedicáramos a quemar contenedores y dejáramos de joder realojando a familias sin recursos.

Foto emblemática de la primera gran acción pública de «Black Mask» (Máscara Negra) antes de convertirse en los «Motherfuckers»: una manifestación en Wall Street.

Rodeados por un movimiento contestatario juvenil masivo con demasiada tendencia a caer en el simple folclore, el abuso de drogas y la espiritualidad psicodélica, los Panteras supieron mirar a los barrios negros empobrecidos y empezar a construir desde la base. Es una deriva que también se produciría en grupos como los libertarios Motherfuckers1 (los “Hijos de puta”), que de grupo dadaísta dedicado a las performance de “terrorismo artístico” pasó a organizar a muchos jóvenes marginados de Nueva York y a impulsar proyectos de okupación de viviendas y reparto de víveres. Sin embargo, pocos causaron tanto impacto en el imaginario colectivo como los Panteras.

Sin embargo, es importante analizar los aspectos críticos del colectivo para sacar una lección lo más completa posible de su trayectoria. Fue la represión la que en gran parte acabó con la época dorada del partido, pero sería muy pueril reducirlo a eso. El dirigismo y la férrea jerarquía, propias de una organización de mayoría marxista-maoísta; el culto a la personalidad, que salpicaba a toda la organización con las distintas mierdas de sus líderes2; el machismo (en una organización con gran número de mujeres); el ultranacionalismo ciego; la corrupción y la absorción por parte de la sociedad del espectáculo, acabaron carcomiendo a los Panteras por dentro, por no hablar de la cárcel, los asesinatos ordenados por el gobierno, las infiltraciones, el control social obtenido con la introducción estratégica de la heroína en los barrios afroamericanos y la participación del FBI, e incluso la CIA, en su eliminación física3.

Esta lectura crítica no sólo podemos hacerla hoy desde la distancia; en su época también fue hecha por una minoría de Panteras que empezaban a desconfiar de los cuadros dirigentes, las vanguardias y los programas revolucionarios parciales. Una minoría que ya no podía conformarse con el marxismo-leninismo, el maoísmo o el simple nacionalismo, y que derivó hacía el anarquismo. Una de las voces más lúcidas de esta corriente fue Kuwasi Balagoon.

Nacido en Lakeland (Baltimore), en el Estado norteamericano de Maryland, como Donald Weens en 1946, el joven Balagoon pertenecía a una familia de funcionarios (clase media, le dicen) y se mantuvo durante toda su adolescencia ajeno a los problemas políticos (no acudió a la Marcha sobre Washington de 1963 porque tenía entrenamiento de fútbol americano). Ese mismo año, sin embargo, se produjeron varios movimientos comunitarios en su barrio que acabaron siendo policialmente reprimidos y empezó a interesarse por las reivindicaciones vecinales, en un momento en el que el debate entre resistencia pasiva y resistencia armada, posturas personificadas respectivamente por Martin Luther King (1929-1968) y Malcom X (1925-1965), estaba en su apogeo.

Instantánea del histórico pero breve encuentro entre Martin Luther King y Malcom X en Washington D.C. en 1964.

Sin embargo, fue cumpliendo el servicio militar donde Balagoon sintió el racismo de los oficiales blancos de forma más cruda, sometido a los tratos más humillantes y realizando las labores de las que se excluía a los blancos. Gracias al ejército, no obstante, pudo viajar al Estado español y al británico, y esto, sobre todo por su relación con las comunidades negras londinenses, terminó de darle la perspectiva política que buscaba.

De regreso a EE.UU. se muda a Harlem y empieza a implicarse activamente en la vida del barrio. Participa en un movimiento para organizar a los inquilinos y tiene los primeros contactos con los líderes comunitarios, principalmente nacionalistas negros. Organiza huelgas de alquileres, piquetes antidesahucios y otras formas de resistencia activa contra los abusos de los caseros. El hecho de que en alguna ocasión los vecinos acudieran a las negociaciones armados con machetes ejercía un curioso efecto persuasor en los propietarios.

Un militante de los Panteras al lado de una pintada que reza: «Panteras Negras, el partido para la autodefensa».

El Partido de los Panteras Negras se funda en el 1966 y su crecimiento en las dos costas (Oeste en Oakland, California, y Este en Harlem, Nueva York) coincide con la época en la que Balagoon es residente y organizador comunitario en Harlem. Mientras el movimiento del Oeste es muy dependiente de los personalismos, en Nueva York se usa una mirada más global tendente a construir conciencia colectiva y una conexión con otros movimientos internacionales. Es entonces cuando Donald Weens cambia su nombre anglosajón por el yoruba Kuwasi (“Nacido en domingo”) Balagoon (“Guerrero”).

 

Ya en los Panteras, se implica en los proyectos sociales del partido, en las reclamaciones educativas y sanitarias, en el programa de desayunos infantiles y en la alianza táctica que se establece con los jóvenes puertorriqueños del Partido Young Lords4 (“Jóvenes Señores” o “Caballeros”) para resistir la subida de los alquileres y enfrentarse al matonismo policial.

En 1969 cae detenido en una operación represiva masiva que trata de desarticular a los Panteras encarcelando a los 21 miembros más destacados de la organización. Las fianzas en su conjunto ascendían a más de 2 millones de dolares. Fue en la cárcel cuando se produjo el primer coqueteo de Balagoon con el anarquismo. Después de un motín y varias campañas de protesta organizadas desde dentro de la prisión, Kuwasi empezó a darse cuenta de que sólo la autoorganización horizontal permitía a los presos articular sus distintas demandas, sin someterse a las directrices de ningún partido. Sin embargo, aún faltarían unos años para que empezara a estructurar un pensamiento anarquista consciente.

Logo del BLA en el que puede leerse la consigna: «libertad, unidad y lucha».

La represión causó estragos en los Panteras y muchos de los líderes impusieron una estrategia de conciliación social para evitar volver a acabar entre rejas. En Nueva York surgió un sector disidente opuesto a este nuevo rumbo y dispuesto a pasar a la clandestinidad: era el Ejército Negro de Liberación (Black Liberation Army), y Balagoon estaba entre ellos. El BLA (según sus siglas en inglés) era una organización armada dispuesta a repeler las agresiones gubernamentales, sobre todo de su policía federal; a combatir el narcotrafico en las comunidades negras; a preparar fugas de prisioneros o a realizar golpes de mano. Varios miembros del BLA, como Ashanti Alston (1954) o el propio Balagoon, evolucionarían posteriormente hacia el anarquismo.

Después de distintas expropiaciones y algunos consiguientes tiroteos, es detenido a principios de los 80 y condenado a 75 años de cárcel. Es en esta última etapa carcelaria donde se declara netamente anarquista (como Bakunin, fue en sus últimos años de vida cuando, después de una larga militancia revolucionaria, asumió el ideario anarquista5). Durante su reclusión leyó a autores como Emma Goldman (1869-1940) y pudo reflexionar detenidamente sobre los errores cometidos por el Partido de los Panteras Negras: su vanguardismo, su jerarquía interna e incluso su negativa a conceder importancia al desarrollo individual. Este último aspecto era importante para Balagoon pues el partido era especialmente insensible en temas como la libertad sexual. Quizás a alguien que desconozca el estado actual de la izquierda le resulte paradójico, pero las posturas puritanas intransigentes, cuando no directamente homofóbas, eran muy comunes en el movimiento negro de liberación. Las voces que cuestionaban esta contradicción, como la de Audré Lorde (1934-1992), tardaron en ser escuchadas y aún hoy, en la mayoría de movimientos sociales, los discursos “anti-diversidad” se articulan con suma facilidad. Durante mucho tiempo, la bisexualidad de Balagoon se trató de ocultar deliberadamente en los pocos homenajes y reconocimientos que se le dedicaron en Norteamérica.

Murió en prisión en 1986 (aún no había cumplido los 40) por una neumonía que se le complicó en los años en los que el SIDA (cuyo primer caso diagnosticado es de 1981) aún se consideraba una “enfermedad de homosexuales”.

Como anarquistas, el legado que nos dejó Balagoon alude a nuestra realidad cotidiana. Puede que algunos puntos de su teoría no parezcan extrapolables a todos los contextos (como el tema de la lucha armada en la flácida Europa del siglo XXI) y que otros, como el tema del nacionalismo, hoy pequen de demasiada simpleza. Después de los fracasados procesos de descolonización de las distintas naciones africanas podemos concluir que la independencia vale muy poco como proceso político si no se acompaña de una independencia económica. Creer que hoy los territorios africanos, o los del resto del “Tercer Mundo” al que reiteradamente alude Balagoon, están descolonizados porque tienen parlamentos y gobiernos propios, es ignorar su economía intervenida por las antiguas metrópolis y por las multinacionales convertidas en los nuevos imperios. La emancipación sigue siendo un proceso eminentemente social y económico del que las formas políticas deben ser efecto y no causa. Si una persona pobre se cree libre porque puede votar a un representante con el que comparte color y lengua, pero no hambre, es que hemos reducido la libertad a un aspecto formal. Sólo los pueblos económicamente libres pueden dotarse de instituciones libres, nunca al revés. Sin embargo, el llamado de Balagoon a implicarse en todas aquellas luchas de los oprimidos contra los opresores, a radicalizarlas aunque inicialmente parezcan no tener relación directa con las ideas anarquistas, plantea la necesidad imperiosa del anarquismo de intervenir en los movimientos de masas o de quedar reducido a un grupúsculo intelectual puramente académico.

Las ideas de Balagoon son especialmente fuertes cuando interpelan a los anarquistas para que se impliquen en los barrios donde viven y trabajan. Su exposición de un anarquismo cotidiano, volcado en las necesidades básicas, apoyando a las comunidades más pobres y creando alternativas sociales al capitalismo, sin rehuir el conflicto ni caer en utopías herméticas, es tan actual e inmediato que huele al alquitrán que asfalta nuestras calles.

Con la intención de ayudar a difundir la visión de un compañero que, creemos, nunca ha sido traducido al castellano, compartimos el siguiente artículo titulado La anarquía no puede luchar sola (escrito, necesariamente, durante su última estancia en prisión). El texto no está íntegro, pues había muchas partes aludiendo a la política internacional de la época y a otros episodios internos de los Panteras que creímos innecesario traducir. Los espacios que correspondían a los fragmentos omitidos, así como nuestros pocos añadidos, están señalizados entre corchetes. Todos los corchetes, de hecho, son nuestros. Las partes que más nos interesan, las que aluden a ese anarquismo de barrio del que hoy muchas y muchos por fin volvemos a hablar, han intentado ser reflejadas con toda la fidelidad que nos ha sido posible.

Ruymán Rodríguez

Cartel del emblemático dibujante de los Panteras, Emory Douglas. En él puede leerse: «Escucha a los cerdos [apelativo usado para referirse a la policía, pero también a los explotadores blancos] golpeando mi puerta. Preguntando si tengo algo del dinero del alquiler. Ellos son quienes deberían pagar mi alquiler».

La anarquía no puede luchar sola

De todas las ideologías, el anarquismo es la que aborda la libertad y las relaciones igualitarias de manera más realista y definitiva. Es consecuente con que cada individuo tenga la oportunidad de llevar una vida completa. Con la anarquía, la sociedad no sólo es accesible para todos, sino que progresa en un proceso creativo sin interferencias de clase, casta o partido. Esta es la clave que separa a los revolucionarios anarquistas de los revolucionarios maoístas, socialistas o nacionalistas que no abrazan desde el principio la revolución integral. No pueden imaginar una sociedad verdaderamente libre e igualitaria y, en cierta medida, deben apoyar el proceso social que hace posible que la explotación y la opresión prevalezcan, aunque sea en una etapa inicial.

Cuando me convertí en revolucionario y acepté la doctrina del nacionalismo [negro] como respuesta al genocidio practicado por el gobierno de los Estados Unidos, yo sabía, como lo sé ahora, que la única manera de acabar con las perversas prácticas de EE.UU. era aplastar al gobierno y a la clase dominante que éste protege, a través de una guerra de guerrillas prolongada.

Armado con ese conocimiento, me introduje en el Partido de los Panteras Negras, pues la escalada estatal de violencia contra el pueblo negro, que había comenzado con la invasión de África para capturar esclavos, me había dejado claro que para sobrevivir y contribuir sería necesario pasar a la clandestinidad y, literalmente, luchar.

Detenido por atraco a mano armada, tuve la oportunidad de ver la debilidad del movimiento y situar en perspectiva la ofensiva del Estado. Primero, el Estado concentró a todos los organizadores señalados por los policías que se habían infiltrado en el partido desde sus inicios en Nueva York. Acusó a los compañeros de conspiración y exigió fianzas tan altas que logró apartar al partido de sus propósitos de liberar a la comunidad negra, haciendo que se centrara en la recaudación de fondos. En ese momento, el liderazgo se importó en vez de desarrollarse localmente, y la situación se deterioró rápida y bruscamente. [En el siguiente fragmento Balagoon explica cómo los nuevos líderes del partido –a veces sacados por éste de la cárcel previo pago de altas fianzas que no se desembolsaban por otros compañeros– dejaron de plantearle problemas al sistema y se aburguesaron, bajo sospechas de corrupción o incluso de colaboración con el gobierno].

[…] ¿Cómo podían unos pocos imbéciles desviar tanto nuestras metas y energías durante tanto tiempo? ¿Como podían neutralizar el coraje y el intelecto de los militantes? La respuesta es que estos aceptaron el mando de los líderes a despecho de lo que su sentido común les recomendaba.

[En los siguientes párrafos Balagoon analiza los distintos fracasos gubernamentales, inspirados en este principio de autoridad, e incluye también a los “gobiernos revolucionarios” de inspiración marxista y desarrolla su visión sobre la dictadura del proletariado y la necesidad de que el pueblo rija su propio destino].

Sólo una revolución anarquista tiene en su agenda estos objetivos. Esto podría galvanizar a la clase trabajadora, a los intelectuales desclasados, a las naciones colonizadas del Tercer Mundo y a algunos miembros de la pequeña y la gran burguesía. Pero este no es el caso.

Que China, Corea del Norte, Vietnam y Mozambique puedan construir en torno a una ideología marxista el camino para expulsar a sus invasores y reconstruir unas economías feudales en medio de las estructuras de los imperialismos occidentales y los esfuerzos de éstos para reinventarse y recolonizarlos, es algo que puede discutirse a la luz de la situación internacional. También puede cuestionarse si en vez de respaldar la voluntad de su gente han preferido elegir bandos en las guerra Este-Oeste que también se libra en las colonias no blancas. Pero una cosa muy distinta es que el anarquismo deje de impulsar o de tomar la iniciativa en la lucha contra el fascismo y el imperialismo aquí, en Norteamérica, con la historia de los Wobblies6, la Federación Occidental de Mineros7 y otros grupos que han dejado su huella en la historia. Es una negación de nuestra tarea histórica que traiciona el legado de los anarquistas que murieron resistiendo la tiranía del pasado, padeciendo condiciones horribles. Supone sustraerle una alternativa a la próxima generación y perder nuestras propias vidas por la simple debilidad de nuestros corazones.

Permitimos que personas de otras ideologías definan lo que es la anarquía en lugar de presentar nuestro propio punto de vista a las masas y proponer modelos para desmentir las tergiversaciones. Permitimos que las empresas no solo despidan a los obreros y los mantengan sumisos mientras recortan sus salarios, sino que les envenenen su aire y su agua. Permitimos que la policía, el Klan8 y los nazis aterroricen a aquellos sectores de la población que les dé la gana sin que les devolvamos los golpes. Resumiendo, al no participar en la organización de las masas y rendirnos en la guerra contra los opresores, nos convertimos en anarquistas sólo de nombre.

El hecho de que los marxistas y los nacionalistas tampoco estén haciendo nada en este aspecto no lo convierte en un hecho menos vergonzoso. Nuestra inactividad crea un vacío que este Estado policial, con su prensa reaccionaria y sus objetivos definidos, está llenando. Las distintas esferas de la vida de la gente, que supuestamente deberían ser alcanzadas por la organización de masas y por la inspiración revolucionaria que nos alienta a alumbrar un nuevo día, están siendo manipuladas, en cambio, por condiciones en las que la apatía no es menos ponzoñosa que la propaganda reaccionaria. Para quienes creen en un partido centralizado con un programa vanguardista para las masas, esto puede encajar con su análisis subjetivo. Pero para los que creemos verdaderamente en las masas y pensamos que deberían tener sus vidas en sus manos y comprender que la libertad es un hábito, esto sólo puede significar que tenemos mucho camino por recorrer.

[Balagoon relata en las siguientes líneas algunos sucesos políticos locales de la época]. Las colonias del Tercer Mundo, y de todos los Estados Unidos, encaran el genocidio y es hora de que los anarquistas se unan al combate de los oprimidos contra los opresores. Debemos apoyar, con palabras y con hechos, la autodeterminación y la autodefensa de los pueblos del Tercer Mundo.

No importa si los negros, puertorriqueños, nativos americanos o chicanos-mexicanos creen que el nacionalismo es un vehículo para su autodeterminación o si consideran al anarquismo como el único camino para lograrla. Como revolucionarios debemos apoyar la voluntad de las masas. No es sólo racismo, sino directamente complicidad con el enemigo, alejarse de la arena social y permitir que Norteamérica continúe practicando el genocidio contra las colonias cautivas del Tercer Mundo, sólo porque, aunque se resisten, simplemente todavía no están de acuerdo con nosotros. Si realmente sabemos que la anarquía es la mejor forma de vida para todas las personas, debemos promoverla, defenderla y creer que la gente, tan inteligente como nosotros, la aceptará. Pero esperar para intervenir a que la gente acepte nuestras ideas, mientras están siendo masacrados, como una nación sin aliados, insistir en que estén listos para asumir riesgos cuando ellos mismos ya están en peligro, es una locura.

Donde vivimos y trabajamos, no sólo debemos intensificar los grupos de discusión y estudio, debemos también organizarnos a nivel del suelo. Los caseros deben ser enfrentados mediante huelgas de alquileres y en lugar de desarrollar estrategias para pagar las rentas, debemos diseñar estrategias para tomar los edificios. No sólo debemos reconocer al movimiento okupa por lo que es, sino que debemos apoyarlo y abrazarlo. Levantemos comunas en edificios abandonados, vendamos chatarra para financiarnos. Convirtamos los terrenos baldíos en jardines. Cuando nuestros hijos se queden sin ropa deberíamos tener lugares donde reponerla, puntos de intercambio entre anarquistas fácilmente identificables, que siempre deberían ser nuestra primera opción. Y, por supuesto, debemos reaprender a conservar los alimentos; debemos aprender a construir y a recuperar nuestras vidas, ayudarnos mutuamente, movernos y mantenernos preparados.

Mantengamos la bandera estadounidense y canadiense ondeando a media asta… Pero me niego a creer que la bandera de la Acción Directa haya sido capturada.

Kuwasi Balagoon

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1 Fundados en 1969 en Nueva York, su nombre original era Up Against the Wall Motherfuckers! (algo así como “¡Contra la pared hijos de puta!”). Uno de sus principales representantes fue Ben Morea (1941).

2 El endiosamiento, la adicción a las drogas y la corrupción de su líder de primera hora Huey Newton (1942-1989), o la apología del que fuera ideólogo de los Panteras de la violencia sexual contra las mujeres blancas como “acto de guerra” y posterior cristiano y republicano arrepentido Elridge Cleaver (1935-1998), acabaron ayudando a sepultar a una organización de mayoría marxista y por tanto incapaz de prescindir de líderes formales y de rechazar sus basuras cuando ameritaba.

3 Infame es el conocido programa de contrainsurgencia llamado COINTELPRO (acrónimo de Counter Intellingence Program, o Programa de Contra Inteligencia) desarrollado por el FBI, oficialmente entre 1956 y 1971, y dedicado a eliminar, por todos los medios posibles, desde el terrorismo directo, la incriminación con fabricación de pruebas o la financiación de grupos de extremaderecha, a los disidentes políticos de tendencia revolucionaria.

4 Organización fundada como banda callejera en 1960. Posteriormente (1968), emulando el ejemplo de los Panteras Negras, se reformulará como partido y hará una labor similar a dicha organización pero tratando de aglutinar a la comunidad puertorriqueña.

5 Mijail Bakunin (1814-1876) abrazaría el anarquismo consciente, y no sólo intuitivo, a partir de 1864.

6 Militantes del sindicato de origen norteamericano I.W.W. (siglas de Industrial Worker of the World, o Trabajadores Industriales del Mundo) fundado en 1905, partidario del sindicalismo revolucionario y en muchas ocasiones vinculado con el anarcosindicalismo. La palabra wobblies proviene aparentemente de la característica forma en que un militante chino de la época pronunciaba el nombre del sindicato.

7 Sindicato radical fundado en 1893 (conocido por sus siglas en inglés WFM, es decir Wenstern Federetion of Miners), fundador a su vez de la I.W.W. y cuyo representante más destacado, como también lo sería posteriormente de la I.W.W., fue “Big” Bill Haywood (1869-1928).

8 Se refiere al Ku Klux Klan, organización racista y supremacista blanca creada en el Sur de los Estados Unidos después de la Guerra de Secesión (1861-1865) como resultado del resentimiento de los sudistas por la derrota militar y la abolición formal de la esclavitud.