Reseña y opinión del compañero Frank Mintz sobre La verdadera Barcelona en llamas de Ruymán Rodríguez. Lucidez y agudeza del veterano militante e historiador anarquista.
Fuente: Fondation Besnard
Ruymán Rodríguez, La verdadera Barcelona en llamas, 31 pp., diciembre de 2019. 2 euros [Las ventas del folleto van para colaborar económicamente con la FAGC, Federación Anarquista de Gran Canaria], distribuido por la editorial Calumnia.
Este testimonio análisis es auténtico, aleccionador y muy positivo porque pincha muchísimos globos de la propaganda mediática de la prensa oficial y «Lo lamentable es descubrir que gran parte de la izquierda politizada, con sus columnas de opinión, comunicados, colectivos, sedes y asambleas, parecen estar analizando la realidad a través de dicha propaganda mediática. (p. 7)» Añado que fuera, en Francia por ejemplo, algunos grupos (ex-aún leninistas) casi equiparan los presos políticos catalanes a los cientosdepresos políticosen Argelia, Irak, etc. (no citan a Rusia, China y a Corea del Norte porque muchos conservan sus genes de admiraciónal socialismo real).
Ruymán Rodríguez parte de lo que vio: los supuestos comandos asalariados por grupos potencias ocultas «Son jóvenes que a menudo no superan los 18 años. En las calles de Barcelona no es raro encontrar a chicas y chicos de 15 o 16 años llevando la iniciativa en las manifestaciones y en los enfrentamientos con la policía.[…] no tienen más armas que la voluntad, el entusiasmo, el ensayo/error, el adiestramiento del día a día, la improvisación, la información boca-oreja y mucha rabia acumulada.(pp. 9-10)»
Para el autor esta rabia estalló con las sentencias del 14 de octubre de 2019 a penas de cárcel entre 9 y 13 años para catalanistas que sólo defendían sus ideas sobre la jurisdicción de España.
El mito de la libertad de expresarse pacíficamente en una sociedad autoproclamada democrática se desmoronaba. Quizás sea así, creo más en la repetida toma de conciencia de atacar de nuevo la hipocresía global del sistema político y su aceptación total del capitalismo (en Cataluña y por todas partes).
Por eso «En las manifestaciones hay también muchos jóvenes sin futuro, sin empleo, migrantes, cabreados por una Barcelona cada vez más inhabitable, concebida para ser consumida y no vivida. Jóvenes que antes de la sentencia ya estaban hartos de que los mossos les registraran y detuvieran por su color de piel. Jóvenes con empleos precarios que se lamentaban por tener que abandonar una manifestación o un corte de carretera porque tenían que entrar a trabajar en una feina de merda. Cuantos más de estos jóvenes se sumen al conflicto más se incidirá y profundizará en los aspectos sociales del mismo.(p. 14)»
Ruymán Rodríguez muy bien subraya las provocaciones policiales (de mossos y uniformados nacionales) buscando descaradamente mutilar gravemente (p. 17, como en Francia, Chile, etc.). Además, el autor refuta el mito de los gastos enormes acarreados por los manifestantes, por ejemplo la quema de contenedores. El autor muestra como «el Ayuntamiento de Barcelona estima en un millón y medio de euros el gasto por los contenedores quemados»(p. 29). ¡La patraña no tiene límites!
La respuesta a tantas manifestaciones no es forzosamente «política o reivindicativa. Hay también un factor lúdico, de ocio, que, sin ser mayoritario, no es irreal. En ocasiones ese factor no está reñido con la solidaridad y el compromiso en la lucha callejera y, aunque parezca paradójico, estos elementos pueden llegar a compenetrarse de forma bastante natural.[…] Otro elemento desconcertante es la aparente falta de un objetivo o plan concreto. Debe de haberlo, pero casi nadie parece conocerlo.[…] Esta dinámica me hacía darle vueltas a dos cuestiones: primera, la necesidad, ya mencionada, de una hoja de ruta ajena a las instituciones y a las organizaciones que éstas manejan; segunda, preguntarme dónde estaban “los míos”, las organizaciones y colectivos anarquistas.(pp. 17-19)»
Se suele decir que plantear un problema ya es anticipar la respuesta y Ruymán Rodríguez la presenta muy adecuadamente. Pero creo que más breve sería mejor y con sus propias palabras. «Aquellos anarquistas, y miembros de la llamada izquierda en general, que hoy cargan contra la juventud catalana están cometiendo el mismo error que ya cometieron con el 15-M. […] Cogidos por sorpresa, y sin mucho interés en moverse demasiado (ni a nivel de replanteamientos ideológicos ni de actividad inmediata), adoptan la cómoda postura de cuestionarlo todo pero sin hacer nada. […] No están comprendiendo a su juventud, reduciendo su propia ideología “revolucionaria” a un artefacto senil, pretérito, impracticable, que no arrastra ni una pizca de la utilidad que pudo tener en el pasado.[…] Al final los jóvenes les dirán lo mismo que ellos dijeron en su día [1968] a otros censores:«[…] preferimos trabajar en acuerdo con centenares de revolucionarios que, sin llevar la etiqueta de anarquistas, lo son para nosotros mucho más que ciertos burócratas.(pp. 20-23)»
Infelizmente, el problema es que a menudo salimos [los ancianos como yo] «sin espejo» o «sin recuerdos de nosotros mismos». Me lo explicó [hacia 1963] un amigo y cenetista exiliado antifranquista [de verdad] con una secuencia de la película Viva Zapata [1952] de Elia Kazan. Zapata ya es jefe con un espacioso despacho, el edecán le trae una lista de sospechosos y Zapata la lee; de repente se acuerda de que estuvo preso con otros frente a un oficial que tenía una lista igual de sospechosos para elegir a quiénes fusilar. Y entonces Zapata rasga la lista y la tira y se vuelve a la guerrilla con la gente de a pie.
Dejo de lado si el amigo, Liberto Sarrau, aragonés y catalán fue lógico consigo mismo o si yo, sin etnia muy pura y muy clara, fui y soy lógico frente al espejo. Otro problema es cuando el militante, joven o veterano, ni sabe qué es un espejo moral y se toma por un cura-predicador-comisario político hablando a analfabetos (que enseguida le identifican perfectamente como persona inútil).
Ruymán Rodríguez propone muy bien otra manera (para no seguir siendo estúpido): «Tu comportamiento habla más de tu propuesta política y social que ningún discurso.[…] merece la pena moverse, tensionar la situación, ganar peso, experiencia y número de cara al futuro, llevar los acontecimientos hasta sus límites, luchar sin idealizaciones ni esperanzas vagas […] (pp. 25, 28)»Coincido con el autor cuando concluye sobre lo que sucedió (y puede continuar) en Cataluña: «es un pueblo que está empezando a perder el miedo. Esa es la verdad sobre las llamas de Barcelona.»