¡NO PASARÁN!

El pasado 6 de noviembre se celebró junto al Museo Elder de Las Palmas una concentración antifascista que reunió a unas 300 personas. El acto fue convocado como respuesta a un discurso del líder del partido fascista Vox que clausuraba unas jornadas racistas celebradas en el Hotel AC y organizadas por el ECR (una coalición europea de partidos de ultraderecha) en las que se vinculaba migración con terrorismo e inseguridad.
Para dicho acto, Vox movilizó una enorme cantidad de recursos humanos y económicos: no sólo trajo a las primeras espadas del partido (Ortega-Smith, Buxadé, De Meer o el propio Abascal), a europarlamentarios y a su séquito de guardaespaldas y empleados, sino que movilizó a toda la militancia que el partido tiene en Lanzarote y Fuerteventura. Además, con ellos vinieron boneheads de Madrid y Burgos, a quienes se les incautó puños americanos, dagas y navajas. A pesar los recursos gastados en el desembarco, la tercera fuerza parlamentaria no logró llenar una de las plazas más pequeñas de Las Palmas de Gran Canaria. Sin toda esa procesión, no habrían reunido a más de 150 personas de la isla.
Este estrepitoso fracaso contrasta con la concentración que organizó la Federación Anarquista de Gran Canaria con sólo 5 días de antelación. A pesar de la inacción los llamados colectivos sociales, o incluso de los intentos de alguno de ellos de promover la desmovilización, el trabajo tenaz de las anarquistas grancanarias logró empapelar la ciudad en muy pocos días, movilizar a afines y reunir a unas 300 personas dispuestas a poner sus cuerpos para parar el fascismo y gritar que Canarias es tierra de acogida y que ningún ser humano es ilegal.

Desde las 9:00 de la mañana, compañeras se desplazaron a los alrededores de Santa Catalina para vigilar los movimientos de los fascistas, repartir flyers y analizar el dispositivo policial que poco a poco se estaba montando. Esto sirvió para asegurar que la gente que iba llegando se reuniese en un punto seguro. Sobre las 11, una hora antes de la concentración, el mando policial se reunió con nuestra comisión negociadora. Les expusimos nuestra postura: vamos a llevar a cabo una protesta legítima contra el fascismo, no queremos cargas, no queremos detenidos, no queremos mártires, si hay violencia la responsabilidad será exclusivamente de las propias autoridades. Sin más impedimentos, nos concentramos tal y como teníamos previsto.

A las 12 empezó a reunirse muchísima gente y fuimos conscientes del poder que habían tenido los carteles, el boca a boca y los mismos flayers: migrantes que estaban esa mañana en la zona, señoras mayores que combatieron al franquismo, militantes independentistas, parejas LGTBIQ y mucha gente joven se unieron sin pensarlo a nuestra convocatoria. Las provocaciones fascistas fueron respondidas y silenciadas. Cuando un personaje como Javier Negre, vocero y mercenario de la extremaderecha, se acercó para intentar desencadenar un incidente, lo único que se llevó fue una pieza de fruta de recuerdo. La enorme afluencia caldeó los ánimos y los cánticos espontáneos se sucedieron: “De aquí o de afuera la misma clase obrera”, “Canarias será la tumba del fascismo” o “gofio, cultura y al facha mano dura”.

A las 13:30 una compañera de la FAGC leyó el manifiesto que habíamos preparado para concluir el acto y se desconvocó la manifestación. Ya todos los fascistas de traje y corbata se habían disuelto. Fuimos las primeras en llegar al acto y las últimas en irnos. Los fascistas, por el contrario, se vieron obligados a empezar su evento con 15 minutos de retraso y a acabarlo 15 minutos antes de lo anunciado. Fue entonces cuando se detectó la presencia de  pequeños grupos neonazis de la península a los que se les había requisado armas blancas, puños americanos y que contaban incluso con una fotografía de un destacado militante de nuestra organización. Al momento se implementó el dispositivo de seguridad original para que nadie se fuera sola y se protegió al compañero señalado hasta que llegamos a los puntos de seguridad.

Nos marchamos con la tranquilidad de que ninguna persona corrió el mínimo riesgo de sufrir una agresión fascista y no hubo cargas policiales ni detenciones.
Una vez llegadas a casa, comenzó la batalla por el relato. Vox había publicado en Twitter una foto sacada dos horas antes de que comenzase la concentración dando a entender que éramos muy pocas. Por suerte, el fascismo se basa en la mentira pero también en la ignorancia, y sus propios medios desmontaron el bulo. Sólo hizo falta utilizar las fotografías que los mismos fascistas habían hecho circular y los directos de sus medios afines para desmontar cuántas éramos realmente. Entendimos entonces que les habíamos hecho un daño irreparable. No existe otra explicación para que su cuenta oficial nos señalara y nos lanzara una legión de bots dedicados a reportar nuestra cuenta y a petarnos las notificaciones. Incluso altos cargos de Vox Las Palmas tuiteaban desde el fango. Nuestro equipo de comunicación y muchas militantes dedicaron el fin de semana a desarticular la estrategia de los fascistas. Sin embargo, hemos de admitir que gracias a la burda manipulación de Vox ha aumentado nuestra visibilidad, hemos conseguido sumar muchos apoyos para futuras movilizaciones y el interés por el trabajo militante de la FAGC ha crecido considerablemente.
En definitiva, podemos concluir que el sábado 6 de noviembre el antifascismo canario unió sus fuerzas para mostrar su rechazo al discurso de odio e intolerancia de los fascistas. Esto no habría sido posible sin la rápida acción coordinada de las anarquistas, quienes a contrarreloj y a pesar de los obstáculos que encontramos, logramos realizar una convocatoria eficaz y segura para todas las participantes. Todo este trabajo se vio reforzado por el pinchazo histórico del acto de los fascistas, que congregaron a menos residentes grancanarias que nosotras, a pesar de la abismal diferencia de recursos. Esto es sólo el germen de un renacer del antifascismo canario. Ahora nos queda mucho trabajo por delante para reforzar un tejido social solidario, que no permita que el mensaje de odio cale en nuestros barrios y municipios y para seguir señalando y combatiendo a quienes ponen en peligro nuestra propia supervivencia. No pasarán.