La violencia se viste, una vez más, de azul

 

La violencia se viste, una vez más, de azul

 

¿Se volverá la insolidaridad a vestir de “ciudadano”?

 

 

(CONCENTRACIÓN A LAS 10:00 DE LA MAÑANA DELANTE DE LOS JUZGADOS DE GRANADERA CANARIA, EN SOLIDARIDAD CON LOS DOS COMPAÑEROS VÍCTIMAS DE LA BRUTALIDAD Y ARBITRARIEDAD POLICIAL)

 

 

 

Con la intención de responder a la llamada desesperada de los mineros, para que su huelga no se circunscribiera exclusivamente a las cuencas mineras y fuera secundada por el resto del Estado español, un grupo compuesto principalmente por jóvenes estudiantes (actualmente encerrados en la Facultad de Humanidades de la ULPGC); miembros de la asociación juvenil Azarug; anarquistas independientes junto a miembros de la Federación Anarquista de Gran Canaria; y muchas individualidades –seguramente– de diversas sensibilidades, decidimos salir a la calle.

 

Medio centenar de personas celebramos una asamblea en la que se decidió iniciar un contacto regular entre los reunidos (los únicos, parece ser, a los que las imágenes de las luchas de los mineros no les parecen “ciencia ficción”; los únicos que sienten las luchas ajenas como propias; los únicos que no eligieron el futbol en detrimento del combate; los únicos que no hacen la revolución a golpe de “clickeo”), y en la que también se acordó cortar una calle de forma “simbólica” (a través del recurrente truco del paso de cebra). Después de más de media hora realizando tal actividad, con una gran afluencia de policías (numerosas bombonas y coches, furgonetas más pequeñas, y una gran diversidad de cuerpos policiales: Locales y Nacionales convencionales, UIP y GOIA) que en ningún momento nos hicieron ninguna reconvención para que desistiéramos en nuestra actitud, pusimos fin a nuestra acción en cuanto la propia policía cortó el tráfico.

 

La humillación de la policía era evidente. Un grupo de 50 personas (jóvenes en un 90%) había podido darles jaque y realizar una acción tan eficaz, tan acabada, de forma espontánea. Un grupo que finalizó su acción con la misma facilidad y diligencia con la que le dio inicio. La policía es dejada en evidencia todos los días, pero habitualmente no por tan pocos, tan dispuestos.

A pesar de la consigna de retirarnos en bloque, de forma compacta, algún compañero se quedó rezagado. Esa fue la ocasión, como habíamos advertido previamente, que aprovecharon las fuerzas represivas para identificar y buscar chivos expiatorios. Alejándonos a empujones del compañero para que no pudiéramos asistirlo (compañero que previamente sería detenido, pero que posteriormente sería puesto en libertad por su condición de menor), aprovecharon la ocasión para lanzarse selectivamente a por uno de nuestros compañeros (el segundo detenido, y cuyo juicio se celebra a las 10:45 de la mañana). Entonces, fue cuando muchos de nosotros nos lanzamos a socorrerlo, para impedir que lo secuestraran. Entre ellos, el tercer compañero detenido (pendiente del mismo juicio que el anterior), reducido y golpeado mientras se afanaba en obtener la libertad de su compañero de barricada. Todo esto, que se explica tan fácil, está salpicado de sangre a cada letra, de rodillazos que aplastan nucas, de caras cianóticas a las que les falta el aire, de porrazos indiscriminados, de insultos a diestro y siniestro (“no te metemos un tiro, porque a la mierda no se le dispara”), de sonrisas insultantes y desafiantes ante el dolor ajeno, de puñetazos en espaldas y sienes, de patadas en la cara, de estrangulamientos con manos enguantadas, de violencia, pura y dura, de arriba abajo.

 

Mañana, los dos compañeros se someten a un juicio en el que no se sabe que les espera. En el que los medios de vida y la libertad de dos seres humanos pueden ser sacrificados en el altar de la brutalidad institucionalizada. Los policías ya preparan sus partes de lesiones de “papel maché”, sus “dolencias” de codo de tenista, de muñeca luxada y de contractura de hombro. Síntomas, todos ellos, de que se dedican a la “profesión” más vil y más baja jamás concebida por el hombre: reprimir a golpes de fuerza bruta toda aspiración subversiva.

 

Repetimos que mañana nuestros compañeros se encuentran en un brete crucial y trascendental.

 

Como confiábamos en que dierais vuestro apoyo a la causa minera, podríamos confiar –tal vez ingenuamente– en que mañana ofrezcáis vuestro altruismo a la causa de los perseguidos y criminalizados, y quizás volveríamos otra vez a equivocarnos.  Podríamos confiar en que os aguijoneara la conciencia y os diera por prestar vuestra solidaridad a las víctimas de la brutalidad gubernativa y de la indolencia colectiva.

 

Por ahora contamos con los que contamos: la media centena de personas que ayer desvelaron la cara más sucia, grosera y puerca del sistema.

 

Si pudiéramos contar con el resto, si mañana se organizará una verdadera concentración masiva en apoyo de los represaliados, quizás la fe perdida en el espíritu de compromiso de determinados colectivos e individuos podría recuperarse. Si no, no seréis muy distintos de quienes empuñan la porra, de quienes sólo acuden si hay prensa y propaganda de por medio, de quienes prefieren gastar todas sus balas en bizantinas discusiones de facebook, de aquellos a quienes los mineros apuntan cuando disparan sus voladores.

 

Mañana, quienes se tengan en estima, quienes valoren la coherencia del discurso sobre la solidaridad para con los que luchan,  que acudan, por favor, a las 10:00 de la mañana, delante de los Juzgados de Granadera Canaria. Quienes no, esos ya han escogido su lugar en la barricada.

 

 

Fdo.: Un Anarquista