La concentración del día 5 de febrero, en La Naval, ha sido, para todos los que participamos, un acto de reafirmación. No sólo sirvió como “demostración de fuerza”, como medida de presión para que una inmobiliaria emocionalmente anestesiada (Conjucan Obras S.L.) comprobara que no puede jugar impunemente con la vida de sus inquilinos como si fueran dividendos; sirvió para demostrarle a una familia que no está ni estará sola, y que su caso, por ser de alquiler, no debe ser barrido debajo de la alfombra del drama hipotecario; sirvió para que una importante parte del movimiento okupa (el grueso de la concentración) demostrara que también sabe okuparla calle, y que rompiendo con dinámicas endogámicas e introspectivas sabe volcarse en los asuntos más acuciantes de los barrios y dejar claro que su prioridad no es sólo el techo propio, sino también el techo de los demás (no podemos más que felicitarlos, efusivamente, por su compromiso y por esta ilusionante deriva); sirvió para conectar con el barrio, para iniciar una manifestación improvisada por las calles de La Isleta en la que los vecinos no paraban de apoyarnos, de asaltarnos para informarse y de confirmarnos su participación en los próximos piquetes anti-desahucios; sirvió para decidir, también en una asamblea improvisada, que la próxima Asamblea de Inquilinos y Desahuciados tenía que celebrarse en La Isleta (el domingo 24 de febrero a las 17:00 horas en la popular Plaza del Pueblo); sirvió para acumular fuerzas a fin de paralizar los dos próximos desahucios (nos queda por confirmar si el 18 de febrero puede haber otro) que son el día 11 de febrero a las 9:00 (a.m.) en la calle La Naval, nº 119 (“segundo asalto”), y el día 13 del mismo mes, también a las 9:00, en la urbanización Copherfam, nº 17.
Dos desahucios en una semana; dos familias que no pueden perder su techo; dos nuevos pulsos al Sistema.
Breve crónica en imágenes: