Nunca tan pocos hicieron tanto

Nunca tan pocos hicieron tanto

Un grupo de menos de 20 personas detiene dos desahucios y hace un “escrache” al Ayuntamiento de Telde
Siendo totalmente honestos, casi nadie confiaba en que la jornada de lucha que se nos planteaba en Telde, el 26 de Abril, intentado parar el desahucio de Itahisa, José y sus cuatro hijos, fuera a salir bien. Muchos temíamos que este iba a ser el primer piquete anti-desahucio que no conseguiría su objetivo (recordamos que, por ahora, todos los piquetes convocados en la Isla han conseguido detener todos los desahucios que se han propuesto). ¿Los motivos de nuestro pesimismo? Lo precipitado de la convocatoria y el escaso número que suponíamos íbamos a poder congregar.
Sabíamos que el número de participantes iba a ser magro, no sólo por el poco tiempo que habíamos tenido para darle difusión al piquete, sino porque la mayoría de colectivos que normalmente han participado en el mismo, esta vez se habían descolgado de la convocatoria. Unos porque decían que estaban demasiado ocupados, otros porque llevan tiempo desmovilizando todo intento de paralizar desahucios por motivos de alquiler, y otros, por doloroso que suene, porque creían que este caso no tenía “respaldo social”, es decir: pensaban que no iban a ir los medios de comunicación.
Cuando llegamos a Telde éramos 10 (el número no aumentó durante cerca de una hora). Aún faltaba bastante tiempo para que se presentara la comisión judicial; había que actuar rápido. La FAGC llevó a cabo lo que ya había propuesto en el punto 3º del manifiesto de presentación del Grupo de Respuesta Inmediata: “Los desahucios no pueden pararse siempre con la mera oposición física, pero inerte, del propio cuerpo, sino con todos los medios a nuestro alcance para impedir el acceso de los secretarios judiciales y los agentes policiales a la vivienda en cuestión. Esto pasa por la oposición física activa, por el establecimiento de barricadas, la utilización de cadenas, alambrada de espinos, rotura de cerraduras y cualquier elemento que las circunstancias y los afectados vean necesario y deseable”. Como no podía contarse con el factor numérico, principal elemento disuasor de la actuación policial/judicial, sólo se podía intentar parar el desahucio a través de métodos “mecánicos”. Esta vez no habría “bloque humano” delante de la puerta. Mientras dos compañeros colocaban cadenas desde fuera, el resto no parapetábamos dentro del portal. Apuntalamos con listones de madera, colocamos cuñas debajo de la puerta, clavamos con tachas la puerta al marco y, por si acaso, disponíamos de un pesado palé con el que taponar los posibles boquetes que la eventual intervención policial pudiera provocar en la puerta. A todo esto, nos situamos en la puerta de tal modo que nuestro cuerpo pudiera suponer un verdadero “puntal humano”.

Con el tiempo llegaron más miembros de la FAGC, algunas de las familias que hemos realojado, algunos generosos simpatizantes y dos miembros de Stop Desahucios que participaban a título individual (¿por qué no se personó el resto de la plataforma? Creemos que la respuesta está en el propio eslogan que sus comprometidos homólogos peninsulares han hecho famoso: “Sí se puede ¡PERO NO QUIEREN!”). Un compañero no pudo soportar más la indignación y, micrófono en mano, afeó la conducta de Stop Desahucios (la rabia no sabe contemporizar). 
Finalmente se personó la comisión judicial acompañada de la policía, los compañeros que permanecían en la entrada les hicieron saber, valientemente, la situación de bloqueo de la puerta y que no iban a poder pasar sin realizar un verdadero asedio. Finalmente el agente judicial se vio obligado a meter por debajo de la puerta el documento en el que se informaba a Itahisa y a su familia que habían logrado un aplazamiento de unos 15 días, hasta el 9 de mayo (escaso margen, pero tiempo necesario para iniciar otras vías de actuación) 

Desde aquí felicitamos a esa primera avanzadilla de sólo 10 miembros, pues nada se hubiera conseguido sin el arrojo de los compañeros que trajeron las cadenas, sin el soporte de las dos compañeras de la Asamblea del 15-M Guanarteme y el apoyo de un guerrillero autónomo que siempre está en primera línea. 
Nada más salir del improvisado parapeto se nos comunica que se requiere nuestra presencia en un desahucio que iba a producirse a las 11:30 (un caso que ya estaba en nuestra agenda de acciones, pero cuya afectada no quería convocar un piquete), pues finalmente la persona afectada había reconsiderado la situación y estaba dispuesta a paralizarlo por la vía de la resistencia. El drama personal es trágico: una familia que va a perder su casa (perteneciente a su familia desde hace más de 60 años) porque un cacique local dice que el antiguo propietario de la vivienda (el difunto padre de la afectada) le debía 19.000 pesetas (sí, pesetas) de agua para regadío (hay muchas otras familias en esta misma situación, a punto de perder su vivienda por la voracidad acaparadora de este mismo “aguateniente”). El magro piquete (no llegábamos 20), al que encomiablemente se había sumado Itahisa, José y algunos de sus familiares, se trasladó del Caracol a Lomo Magullo. Viendo que el número seguía siendo escaso, volvimos a la vía del apuntalamiento. Finalmente, y después de cerca de dos horas, se le comunica a la familia que el desahucio queda paralizado hasta dentro de un mes (el 31 de Mayo).

Pletóricos, porque era la primera vez que en la Isla se paraban dos desahucios consecutivos en un mismo día, y porque creemos que hay pocos precedentes de que lo hayan hecho tan pocos, decidimos “compartir” el éxito obtenido y hacer partícipe al consistorio de Telde (alcaldesa y ediles incluidos) de que por su culpa, insensibilidad, brutalidad e ineptitud ese día dos familias (una con niños y la otra con personas ancianas) podían haber dormido en la calle si la intervención popular no llega a impedirlo. El boicoteo o escrache en el Ayuntamiento, que en ese momento se encontraba en pleno, se prolongó durante varias horas (obligando a los concejales a permanecer encerrados durante todo este tiempo, y a la expectativa de que nos marcháramos). 
En el mismo se acusó a la casta política de ejecutar la más despiadada de las violencias contra las familias desahuciadas y de practicar verdadero terrorismo de Estado. “Terroristas” y “mentirosos”, “desahucio inminente para los dirigentes” y “que el próximo desahuciado sea un diputado”, fueron las consignas más repetidas. El despliegue policial fue enorme, y no menos de 30 policías, entre locales y nacionales, se personaron en el lugar, en formación, abarcando todo el perímetro del Ayuntamiento  e incluso las calles aledañas. Finalmente los políticos se vieron obligados a salir entre abucheos, reproches y acusaciones. Todavía hay quien llama a esto violencia, mientras permanece impasible ante la visión de una familia arrojada a la calle, de unos niños secuestrados por el Estado o de unos afectados a los que en ocasiones les parece no tener más salida que buscar la forma más indolora de morir. Desconvocado el “escrache”, la policía identificó arbitrariamente, y con clara finalidad intimidatoria, a unos de nuestros compañeros. El agente que llevaba la voz cantante en esta intervención fue reconocido por nuestros compañeros como uno de los policías que los torturó a principios de año: Dos miembros de la FAGC son detenidos en Telde.
 

El momento de la identificación de nuestro compañero.

 En definitiva, hoy la prensa volverá a hablar de tal o cual plataforma, de cómo Stop Desahucios paralizó ambos lanzamientos (incluso sin participar en ninguno de los dos), de cómo se ha “maltratado” a la indefensa y vulnerable “clase política” y de cómo el gobierno (el otro fiel de la balanza) está gestionando “admirablemente” el tema de los desahucios con su “innovadora ley anti-desahucios”. Lejos de la distorsión mediática, lo que a nosotros nos interesa es que se ha demostrado que si el factor número es importante, no es imprescindible. Que el grupo más pequeño, siempre y cuando tenga voluntad, tiene capacidad de parar un desahucio de forma tan efectiva como una marea humana. Que una buena táctica suple cualquier otra consideración, y que la realización de piquetes anti-desahucios está al alcance de todo el que tenga voluntad de llevarlos a la práctica. Se ha demostrado que menos de 20 personas no sólo pueden parar un desahucio, sino dos, y encima “escrachar” un pleno municipal. Se ha demostrado que los procedimientos mecánicos (puntales, cadenas etc.), llegan a veces a donde no llegaría un piquete pasivo e inactivo por numeroso que fuera (aunque aglutinar número sea siempre la primera opción y la que tiene un factor más disuasivo). Se ha demostrado que si hay capacidad de resistir puedes impedir que te echen de tu casa. Se ha demostrado que donde fracasa un “ejército” puede triunfar una “guerrilla”. Se ha demostrado que nunca tan pocos hicieron tanto.
Un grupo de hombres tiene que levantar un peso que a todos interesa cambiar, pero la mayor parte abandonan la tarea; se marchan, riendo y murmurando de la poca fuerza de los que quedaron en su puesto con la sobre-carga de lo que tocaba a los otros levantar. La falta nuestra, la culpa ajena” (Práxedis G. Guerrero en “Regeneración”, 1910).