Otra actividad matonil que desarrolla Visocan (con la contribución de los servicios sociales municipales) es la de amedrentar a la gente que, desesperada, coquetea con la okupación. Cualquier tentativa de okupar una casa vacía de Visocan (que como ahora veremos son muchas) es respondida rápidamente con la amenaza de hacer desaparecer el nombre del responsable de cualquier lista de demandantes de vivienda pública, de por vida.
Mientras miles de personas aguardan los sorteos y las asignaciones, Visocan, como acabamos de decir, mantiene vacías muchas de las casas que tiene en su poder (ellos reconocen unas 400, pero las propias instituciones hablan de más de 8000, aunque obviamente ambas cifras son conservadoras), sin más intención que la de jugar con un recurso público para obtener dividendos privados. No olvidemos que Visocan especula con swaps (productos de alto riesgo financiero basados en el intercambio de beneficios con otras empresas) y que con esta práctica ya ha perdido más de 3 millones de euros a nuestra costa. Pero no tienen motivos pra preocuparse: está entidad, con una deuda de 240 millones, fue rescatada por el Gobierno de Canarias que, para evitar que entrara en quiebra, le dio 15 millones de euros de dinero público (nuestro dinero).
Visocan es en definitiva una mafia inmobiliaria y controla gran parte del suelo público de la isla. Se enriquece con el dinero de nuestros impuestos, y todo gracias a la complicidad de los ayuntamientos locales y del gobierno autonómico, que se llevan obviamente su parte del pastel con estas concesiones.