Antes y después

Cuando la FAGC ocupó los cuatro edificios que hoy componen la Comunidad «La Esperanza», las viviendas llevaban años abandonadas. El bloque 2 y el 4 se salvaron del pillaje y el desmantelamiento, pero el 1 y el 3 presentaban un aspecto lamentable: la mayoría de viviendas habían sido desenhebradas, se habían llevado ventanas y todos los perfiles de aluminio, tuberías, grifería, sanitarios, cerraduras, picaportes, y algunos destrozos que no tenían nada que ver con fines prácticos.
Hoy, el alcalde trata de ampararse en los derechos de la minoría de compradores que invirtieron en dichas viviendas, y no sólo omite que nuestra ocupación no conculca en nada sus derechos, pues ellos tienen una batalla legal con la promotora que es completamente independiente de que los pisos estén habitados; omite también, y quienes con él defienden dichas tesis, que de no haberse ocupado esos pisos estarían actualmente devastados por el abandono o el saqueo. Parece que según la sinrazón capitalista, que antepone la propiedad privada a cualquier otra consideración, era preferible que esos pisos siguieran vacíos, deteriorándose a merced de los elementos o del desvalijamiento, propio de tiempos de crisis, hambre y paro, antes que ser ocupados por familias sin recursos con menores y ancianos a su cargo.
Los vecinos han hecho un gran trabajo partiendo de la nada. Han arreglado sus casas, subsanado los destrozos, construído muebles con materiales reciclados (todos los poyos [encimeras] de las cocinas están elaborados por ellos mismos con maderas sacadas de palés y similares) e incluso han querido que sus hijos queden resguardados de cualquier penuria y han decorado sus habitaciones con diseños imaginativos y coloristas hechos a mano también por los propios vecinos.
Como una imagen vale más que cualquier cosa que podamos decir nos remitimos a las fotografías: 

                                                                          

   ANTES:

DESPUÉS: