Resumen y conclusiones de la intervención de la FAGC en evento de Valencia
Por @petitanarchiste
Este texto ha sido creado en un inicio con un formato de publicación para Twitter, por lo que está compuesto por frases cortas y sintetizando en lo posible las claves dadas por el compañero Ruymán de la Federación Anarquista de Gran Canarias a la pregunta “¿Por qué fracasan los proyectos revolucionarios?”; acto enmarcado dentro de las Jornadas Libertarias de CGT Valencia de 2016.
El tema en torno al que trataba la charla-debate era el de “¿Por que fracasan los proyectos revolucionarios?”, con el contexto de fondo del 80 aniversario de la Guerra Civil.
El primer punto hacia el que apuntaba el compañero es sin duda uno de los más notables y necesarios de solventar actualmente: Falta de estrategia a largo plazo. ¿Qué sucede una vez se deroga una ley abusiva, se para un desahucio, se gana un conflicto sindical? El movimiento, la agitación, se estanca y/o desaparece. No hay un plan de acción más allá de conseguir un objetivo parcial, no estamos planteándonos realmente cómo llegar a la sociedad de la que siempre hablamos. Para ello hace falta un análisis de la situación interna del mov. libertario y externa del contexto en el que se desenvuelve, la concreción de unos objetivos realistas y unas vías (también realistas) para llegar a ellos.
En segundo lugar, otro de los errores comunes en los que solemos caer, es en pensar que una vez hayamos tumbado el sistema, todo se solucionará por armonía espontánea: Caemos en el error de pensar que nos llevaremos bien automáticamente con el vecino que nos jode, que las infraestructuras se crearán por sí solas y demás. Aquí el compañero Ruymán dio en un punto clave cuando hablaba de por qué funcionó (si lo hizo), la Revolución Social del 36: Había una sociedad paralela funcionando. Para cuando llegue el momento de derribar todo el entramado organizativo del sistema actual, tendremos que tener funcionando de antes una sociedad paralela que sea capaz de reemplazarlo y cubrir las necesidades de esa sociedad de manera óptima. De lo contrario, demostraremos incapacidad organizativa, y de nuevo, falta de estrategia y previsión a largo plazo.
El tercer peligro que menciona Ruymán es caer en la seducción del Poder/instituciones. Cuando estas ven alguna victoria significativa por parte de movimientos sociales o grupos organizados, enseguida pasan de la amenaza y la represión a la conciliación y las promesas. Aceptar sus tentadoras ofertas, muchas veces parches al problema que se pretende combatir, se da un amansamiento e incluso freno a la lucha. Evidentemente esta es una decisión a tomar por las afectadas por el problema, pero el compañero recalca la condición de parche de las ofertas.
Junto a esto, la absorción de las luchas por parte de las instituciones, su burocratización, y con este proceso, la desviación también del objetivo inicial. Se pone por caso el ejemplo de Ada Colau en Barcelona y la reciente represión a los manteros y su sindicato. Unido a la absorción por parte de las instituciones está la debilidad que puede llegar a causar el contar con infraestructuras. El miedo a perder el local donde nos reunimos, el material de la distribuidora o cualquier otro elemento por causa de la represión nos hace también ser conservadores con respecto a nuestras actividades revolucionarias. Y también ligado a esto último, el considerar el sindicato, el colectivo como fin y no como medio para llegar al objetivo revolucionario. Encaminar nuestras estrategias a reforzar el colectivo, a ganar visibilidad, a que no se nos ensucie el orgullo, perdiendo de esta manera el objetivo real del sindicato y su sentido de existencia. Al fin y al cabo, un sindicato o colectivo anarquista que sólo actúa para sí mismo, para su supervivencia, que es un fin en vez de un medio ¿de qué sirve? En este punto hemos caído, caemos, y caeremos varias veces más, colectivos e individualidades que nos dedicamos al activismo social. Es un lastre que debemos valorar en su justa medida y que no nos puede monopolizar asambleas enteras. Todo lo anterior referido al trabajo del colectivo o sindicato se traduce en enfocarse hacia afuera del colectivo y ver qué se puede aportar. De lo contrario, caemos en una sensación de falsa estabilidad, en la que generamos material para nosotres mismes pero irrelevante mas allá de nuestro círculo.
Por último, y haciendo referencia de nuevo al marco del 36, pecamos de una mitificación de la derrota. Estamos muy cómodos no pudiendo hacer nada, no habiendo futuro, siendo les marginades. Nos ahorra tener que plantearnos en serio cómo vamos a llegar a esa sociedad futura fantástica y armónica a la que siempre hacemos referencia. No vale con decir que habrá un levantamiento espontáneo, ni una masa organizada, ni que se tumbará el Gobierno y se instaurará la anarquía feliz. Hace falta que concretemos cada paso que vamos a dar, que hagamos un análisis constante del avance de cada frente abierto, que actuemos de manera consecuente, y sobre todo, que nos cuidemos les unes a les otres.
Y aquí entro yo a hacer un añadido: Es imprescindible que tejamos redes de solidaridad y cuidados eficientes. Que sepamos que si nos quemamos, no se va todo a la mierda, porque hay compañeres que están detrás tanto para recogernos, como para asumir los roles que habíamos estado desempeñando.