Una mujer desahuciada junto a su hijo pequeño pierde la ayuda que le ofrecía el Consistorio de Las Palmas de Gran Canaria para alojarla en un hotel.
María del Pino Santana se enfrenta de nuevo a un desalojo. En enero, una orden de desahucio la expulsó de la vivienda en que habitaba, en Casablanca I, por impago de alquiler. Desde entonces, esta joven madre, víctima de violencia de género, ha residido en el hotel Valencia, un alojamiento cuyos gastos ha asumido el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria hasta hoy. La semana pasada le informaron que su ayuda no iba a ser renovada. Y así, sin otra solución habitacional, María del Pino revivió sus viejos horrores, el miedo a quedarse en la calle y a perder a su hijo.
«En el Ayuntamiento me dicen que dejan de pagar, se lavan las manos», lamenta. Dice que se sorprendió del anuncio que le hicieron los empleados municipales «porque el alcalde, Augusto Hidalgo, se hizo eco de mi caso, aunque parece que ya se ha olvidado».
«Si este es el trato que se le va a dar a una mujer víctima de violencia de género…», argumenta, «mucho decir que van a ayudar a la mujer pero cuando lo necesitas, lo único que hacen es hundirte».
A fines del año pasado, a María del Pino se le había tramitado la Prestación Canaria de Inserción y una ayuda de emergencia. Desde que se conoció su caso, el Ayuntamiento asumió los gastos de alojamiento y se comprometió también a costear los de lavandería y comida. «A mí no me han ayudado en nada, ni con la lavandería, ni con la comida», denuncia.
Lo que sí le ofrecieron fue un trabajo temporal, de seis meses, en el servicio de limpieza viaria. «Con un contrato de barrendera que no es fijo nadie me va a alquilar», prosigue María del Pino Santana. Este periódico intentó conocer sin éxito la versión del grupo municipal de gobierno.
Tampoco se materializó en estos meses la ayuda prometida por el anterior Gobierno de Canarias para ofrecerle un alquiler especial dentro de la bolsa de viviendas conveniadas con los bancos.
Pese a lo delicado de su situación, María del Pino no se quedará hoy en la calle. Gracias a la asistencia del Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria, esta joven dormirá hoy bajo techo. Esta organización le ha podido encontrar un alojamiento «en una de las comunidades autogestionadas a las que actualmente ayuda y asesora en la isla».
«Es triste y lamentable que un sindicato de inquilinas, sin recursos ni subvenciones, sin liberados ni relación con ningún partido político, ofrezca en esta isla más alternativas de vivienda que unos ayuntamientos, cabildos y gobiernos que acumulan recursos de todas nosotras», explica el colectivo a través de un comunicado.
La nueva vivienda del María del Pino está fuera de la capital, lo que le ha obligado a cambiar de colegio a su niño. «Le venga bien o no, no tenemos más opciones y al final la gente acaba deslocalizada», aseguró Ruymán Rodríguez, «el Ayuntamiento no tiene ningún plan para este tipo de casos».