La situación de nuestro planeta nunca había sido tan alarmante. Un 60% de especies vertebradas reducidas desde 1970, 13 millones de hectáreas deforestadas en los últimos 10 años, un 30% de deshielo sólo durante el siglo XX y un aumento de la temperatura media del planeta desde 2015 de 1º C (y seguirá subiendo 0’2º C por año). En 2018 las emisiones de dióxido de carbono, lejos de reducirse, crecieron un 2,7%. Mientras, el 92 % de la población mundial respira aire insalubre, responsable de 8,8 millones de muertos en todo el planeta (10.000 en España). Las olas de calor agravan las enfermedades de los más débiles incrementando la mortalidad, hasta el punto de que la de 2003 causó 70.000 muertes en toda Europa (6.000 en España). Todos estos datos son una realidad incontestable, y todo apunta a que podrían empeorar debido a la aceleración del deshielo del permafrost ártico.
El dilema, que se ha planteado con notable éxito mediático, entre rebelión y extinción está bien planteado. Otra cosa distinta es la manera de afrontarlo. No evitaremos la “extinción” conservado este modelo económico y social. Ni “humanizando” el libre mercado hablando de hacer “sostenible” el sistema de producción y consumo, cuando hay que romper con la cultura del crecimiento y el “desarrollo” y acabar con la estructura económica que lo impone: el capitalismo. Tampoco es posible la “rebelión” desde las instituciones jerárquicas y las urnas. No desde decretos legislativos que tratan de hacer “asumible” el deterioro planetario y “regular” los plazos para llegar al colapso medioambiental. Tampoco desde municipios que se declaran incompetentes o desde Estados que sirven de fortín a los intereses de la estructura económica, desde organismos gubernamentales que, en definitiva, son un impedimento a sobrepasar y no una herramienta con la que coquetear.
La crisis ecológica, que amenaza con destruir la vida en el planeta en un plazo histórico relativamente corto, se asienta sobre un modelo económico productivo suicida y sobre una gestión política vertical y delegacionista . Un modelo que necesita estimular un consumismo desproporcionado e insostenible y una gestión política que lo regula. No hay fórmulas eficaces dentro del capitalismo, por mucho que sus “domadores” lo crean domesticable. No hay soluciones resolutivas dentro del Estado, por mucho que sus nuevas caras visibles beban cerveza artesana y acudan a las asambleas de algún CSOA. Nuestro modo de vida solo puede continuar unos años más, a costa del incremento de la depredación de las poblaciones y los recursos de los “países pobres” y de las periferias de los “países centrales”.
Es necesario tejer un discurso ecologista, anticapitalista y antiestatista, que enfrente la situación que se avecina y no distraerse con falsas esperanzas. Que rompa la hegemonía en el relato de quienes nos prometen una “salida ecológica pactada” entre multinacionales y gobiernos, ocultando causas y culpables de la crisis. Y que sólo puede entorpecer cualquier avance, cuando no, directamente, desarticular la lucha ecológica de base para las próximas décadas. Es imprescindible articular nuestras distintas luchas sectoriales locales con la capacidad de establecer estrategias de resistencia masiva, que nos permitan dar una respuesta colectiva a un problema de escala global.
La amenaza existencial del propio planeta y millones de vidas, requiere no desdeñar ningún tipo de lucha, siempre que procedan de estructuras horizontales, de abajo arriba. Y cuestionar aquellas que nos ofrecerán compulsivamente a través de los grandes medios de desinformación los mismos que han generado el problema. El dilema es: salvar al capitalismo, o al planeta y a los seres vivos.
Por todo esto hacemos un llamamiento a sindicatos alternativos, colectivos, plataformas, espacios, medios contrainformativos e individualidades interesadas, para que den soporte y colaboración a una iniciativa independiente que, aunando diferentes sensibilidades, estamos llevando a cabo –desde el pensamiento y la militancia alternativas– para ensamblar una respuesta anticapitalista y antigubernamental que esté a la altura de las circunstancias.
El jueves 17 de octubre de 2019, a las 19 horas, tendrá lugar en Madrid, en la Fundación de estudios libertarios Anselmo Lorenzo (c/ Peñuelas, nº 41, metro Embajadores) la presentación de un acto. En él trataremos de poner los cimientos que nos permitan desarrollar esta respuesta colectiva.
Contaremos con la asistencia de varias compañeras y colectivos especializados en desarrollar teorías y prácticas que promueven la lucha contra los mitos del desarrollo y el crecimiento, la defensa del territorio y el ecologismo revolucionario.
Intervendrán: Carlos Taibo, Colectivo Barbaria, Colectivo Cul de Sac, Miquel Amorós y Pedro Prieto.