Fuente: SIGC
En los tres días que llevamos de huelga, en el SIGC y la FAGC hemos atendido unos 250 casos, muchos de ellas de fuera de Canarias. Además de las adhesiones a la huelga, hemos logrado forzar unas 40 suspensiones del pago del alquiler por parte de los caseros. Sin embargo, hubo un caso que nos resultó paradigmático:
Una mujer llamó al teléfono del SIGC diciendo que su propio casero (un particular) le había dado nuestro número para que se informase. La mujer, que se quedó en el paro hace unos meses, nos contó que había propuesto al casero pagar la mitad del alquiler, pero que se le acaba la prestación por desempleo en mayo y cobra justo lo que paga de alquiler (500€). Nos preguntó por el procedimiento para solicitar los microcréditos (creyendo que era una ayuda), pero le respondimos que implicaría una deuda que ante su situación precaria no sabía si podría asumir en el futuro y que, al quedarle sólo un mes de paro, iba a tener muy difícil sobrevivir, así que le recomendamos que comunicara al casero que no iba a poder asumir el pago de ese mes.
Unas horas más tarde nos llamó el propio casero y cuando se identificó esperamos algún tipo de reprimenda. Sin embargo, nos contó que, después de divorciarse de su anterior pareja, puso la vivienda que tenían en común en alquiler para pagar la hipoteca, al mismo tiempo que él mismo alquiló una vivienda para vivir con su nueva pareja. Nos informó de que había recibido un mensaje de su inquilina diciéndole que no iba a pagar y nos aseguró que lo había entendido y aceptado y que así se lo había hecho saber a su inquilina. Según dijo: «alimentar a sus dos hijos es más importante que mi hipoteca». No obstante, nos llamó para pedirnos consejo porque su casero (un empresario multirentista que se dedicó a la especulación tras la crisis del ladrillo y que mientras firmaban el contrato presumía de no saber cuánto dinero tenía en la cuenta) le reclamó el pago del alquiler.
En primer lugar le ofrecimos una asesoría jurídica básica, y le explicamos que no se preocupara pues el proceso de embargo de su inmueble podría dilatarse bastante en el tiempo. También nos contó que la única alternativa que le ofreció el multirentista fue un aplazamiento. Sin embargo, sin los ingresos del alquiler y con su pareja en paro, para este hombre era imposible hacer frente al elevado precio del alquiler (700€). Por ello le recomendamos que le comunicara al casero que no iba a pagar mientras no tuviera ingresos suficientes y que se sumaba a la huelga de alquileres. Le dimos un asesoramiento rápido de las posibles consecuencias legales y el casero nos dijo que se sumaría a la huelga.
Hemos comprobado que la huelga arrendataria es una herramienta que beneficia incluso a los pequeños propietarios con un mínimo de solidaridad y que entienden que una madre soltera prefiera darle de comer a sus hijos antes de pagarle el alquiler.