Excelente artículo de opinión de Cristina Barrial en el digital «La Marea«. Desde nuestra modesta organización, sólo podemos darle las gracias.
Tras los cuatro kilómetros de la playa de las Canteras se atisba el barrio de La Isleta. Sobre el papel es ese pequeño cuernecillo afilado que le sale a Gran Canaria por la derecha, pero en sus carnes es una de las zonas de la isla más castigadas por los procesos de gentrificación y con mayor proporción de población migrante. El pasado domingo, esta zona portuaria amaneció con mesas repletas de fruta fresca, zumo de naranja, tortitas y pan untado en tomate como parte del Programa de Desayunos Gratuitos de la Federación Anarquista de Gran Canaria. Un auténtico banquete. Y es que ante titulares demoledores -el 35% de las menores en esta comunidad autónoma están malnutridas-, la gente que vive en la isla, la que se encarga de hacerla vivible, plantea soluciones.
Este programa piloto de desayunos gratuitos se inspira en los que desarrolló el Black Panther Party (BPP) a finales de los sesenta, primero en Oakland, luego multiplicado en otras ciudades de Estados Unidos. A ambos lados del atlántico, en diferentes épocas y contextos, son muchos los niños que siguen yendo a la escuela con el estómago vacío. En el caso de Canarias, desde la FAGC señalan que muchas familias dependen de las becas de comedor, pero cuando llega el fin de semana no hay nada de calidad que los críos puedan llevarse a la boca. Lo que comienza en La Isleta es un proyecto itinerante que se irá moviendo por el resto de barrios de Gran Canaria con un objetivo claro: que sean las propias vecinas las que se organicen para hacer frente a su situación.
Esta manera de concebir lo político es la que impregna el resto de ejes de trabajo de la FAGC. Desde las comunidades donde viven las personas que forman parte del Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria, los huertos socializados, el grupo de autodefensa laboral que asesora a colectivos estigmatizados que otros llaman de manera no irónica el lumpen, el programa de intercambio de abrigo o la red de asistencia sanitaria para personas migrantes o excluidas. Es así como pueden entenderse las tostadas y los plátanos que se repartieron el domingo, como parte de un proyecto complejo que lucha por hacer de la vida una trinchera.
Hace unos días el ensayista y militante trans Dean Spade presentaba en Madrid y Barcelona su pequeño y vibrante ensayo Apoyo mutuo. Construir solidaridad en sociedades en crisis editado por Traficantes de Sueños. En sus páginas, el autor repasa los diferentes proyectos de apoyo mutuo en los que ha militado, dibuja potencialidades, errores, consejos de futuro. El trabajo colectivo que ha posibilitado todas estas iniciativas ha proporcionado a muchas personas una manera de conectarse con los movimientos sobre la base de sus propias preocupaciones inmediatas, ya sea el hambre, la falta de vivienda o el frío, y al mismo tiempo ha permitido producir espacios sociales donde la gente cultiva nuevas solidaridades.
Es la política tras los bastidores, la que no es visible ni vistosa, porque va de sostener la vida, de reunir las fuerzas para la siguiente movilización. El fuego que calienta la barricada es también el alimento que llena el estómago. Los movimientos sociales que han logrado cambios siempre han incluido el apoyo mutuo, aunque este a menudo haya sido desvalorizado. Ejemplo de ello, volviendo a Oakland, es que la erótica reconocida de la lucha del BPP, lo que hasta el día de hoy forma parte de nuestro imaginario colectivo, pase por la autodefensa explícita de sus miembros frente a la violencia policial y no tanto por sus programas comunitarios. No es casual que todo aquello vinculado a la reproducción social, las tareas relegadas normalmente al género femenino, se hayan considerado también como parte de lo no político incluso cuando sustentaban procesos amplios.
Pero el apoyo mutuo, tal y como nos cuenta Dean Spade, no va de ser amable con el de al lado. O al menos no se reduce sólo a eso. Implica una imaginación radical, un hacerse cargo. Desde la FAGC tienen claro que quienes ven en su programa de desayunos caridad o asistencialismo no son conscientes de cómo en cada frente se está instaurando un foco de conflicto, una nueva lucha. Incidir en las grietas del sistema, cuestionarlas y reventarlas. Situar las carencias en su contexto, señalar culpables y ser sujetos políticos activos, todo lo contrario a lo que aspiran los servicios sociales que condenan a sus usuarios a la pasividad del trámite burocrático y la espera.
Si la receta mágica a cómo conseguir que todo se tambalee, cómo organizarnos mejor, se encuentra en algún libro, tendrán que perdonarles. Algunos llegarán tarde al momento del descubrimiento. Les pillará desayunando.
[Fuente: https://www.lamarea.com/2022/06/15/a-tu-teoria-le-faltan-desayunos/]