Cartelería y galería de fotos de la Comunidad

Acude mañana día 11 a partir de las 9:00 a.m. al Gobierno de Canarias

 

También el 13 al ayto. de Guía y el 14 a la propia Comunidad (ambas convocatorias a las 9:00 a.m.)
 
Desde nuestra rueda de prensa no hemos parado de trabajar
  
Nuestro huerto sigue creciendo
Aquí embelleciendo el portón
Repintando las letras que nos identifican
 
El resultado
Seguimos luchando a pesar de la constante presencia policial

Difundiendo nuestra convocatoria y empapelando las calles
No estamos solas. Sentimos por ejemplo todo el calor de Barcelona (Banc Expropiat)
De los puentes a los tejados, toda la solidaridad de Catalunya
Con tanta fuerza, con tantos motivos, no podemos rendirnos
Tenemos demasiadas razones y cada vez más apoyos de todos los puntos de la isla
 
Por eso, «La Esperanza», hoy más que nunca, sigue y seguirá en pie

Cuando un ayuntamiento siembra el pánico

Cuando un ayuntamiento siembra el pánico
El 14 de marzo mi teléfono no paraba de sonar. Al otro lado, voces de vecinos desesperados. “Nos echan de casa” se podía entender entre el tumulto de gritos ahogados. Trate de informarme y de calmarlos, pero mi cabeza también había recibido una fuerte sacudida con la noticia. Eran los vecinos de la Comunidad “La Esperanza”, mis vecinos durante casi 2 años. Hacía escasos minutos, la policía local acababa de entregarles la notificación que contenía el decreto de Pedro Rodríguez (alcalde de Guía) donde se les comunicaba que tenían que abandonar sus viviendas en el plazo de un mes, y que les serían cortadas el agua y la luz. 
Al día siguiente la asamblea fue concurrida y solemne. Intenté tranquilizar a los vecinos, hacerles ver que teníamos opciones de resistir, que aún no habíamos perdido. 
Estas semanas han sido duras. Muchos llantos y muchas lágrimas. Desesperación y angustia. Ataques de ansiedad en niños que todavía no saben pronunciar “desahucio”. Personitas de 7 a 10 años preguntando en corrillo si el día del desalojo la policía vendrá con perros, si podrán despedirse de sus amigos, si suspenderán el curso cuando los “desalojen del colegio”. Niños de 15 años que me muestran sus notificaciones (sí, hay varios menores notificados) y que preguntan asustados si ellos también deben presentar recurso. 

Los adultos no han estado menos preocupados. Padres y madres de familia que no saben qué será de ellos y de sus hijos, que tienen miedo a que les corten el agua y la luz y a la posterior aparición fantasmasgórica de las asistentas sociales. Los rumores han hecho mucho daño, y la gente se martiriza pensando si el 14 de abril vendrán los antidisturbios de la Guardia Civil desde Tenerife para sacarlos por la fuerza. No tienen a dónde ir y la posibilidad los destroza.
El alcalde juega a la xenofobia y a la culpabilidad del insolvente. Le dice a sus vecinos que los de “La Esperanza” son “de fuera”, que no son “de los nuestros”, tratando de trasmitir que su suerte y su vida vale menos que la de los oriundos del municipio. Alimenta también los prejuicios más clasistas, provocando con su actitud ataques y comentarios contra esa gente de “barios marginados”, contra esos “pobretones”, esa “chusma”, esa “gentuza”. Y quien suscita esto es un político que aún no se ha mirado al espejo, y que si asumiera todas las corruptelas y trapicheos realizados por los de su gremio no se atrevería a mirar a estos vecinos por encima del hombro.
Por suerte sus argucias han dejado de tener efecto. Ya los vecinos no buscan cajas para poder conservar sus pocos enseres en caso de desalojo; ya no buscan maderas y planchas con las que poder improvisarse una chabola si los echan de sus casas; siguen teniendo miedo, pero ahora ese miedo pierde terreno ante el valor.
No tienen a dónde ir, no tienen alternativas, y ante ese acorralamiento sólo les queda sacar fuerzas de flaqueza y tirar para adelante. La necesidad crea al órgano. Luchan no sólo por convicción o arrojo, sino porque no tienen otra salida. Su alternativa es luchar o la calle, y ante ese panorama la opción no puede ser más dura pero tampoco más fácil. 
Ahora están bien organizados. Saben ya que legalmente tienen mucho camino que recorrer. Ejercen labores de secretariado ayudándonos a sacar adelante la multitud de recursos que tenemos redactados. Ya no les afectan los ataques clasistas y reaccionarios que se alientan desde las élites económicas locales; giran su cabeza y trabajan sin inmutarse. Han aprendido a desenvolverse ante los medios, y hablan a las cámaras cada vez con mayor soltura, pero conservando toda su verdad. Exprimen sus escuálidos bolsillos para hacer fotocopias y comprar cartuchos de tinta, y pegan y reparten carteles invitando a la población a ayudarles a tomar la calle. Se preparan para lanzarse a la protesta y la reivindicación, porque por sus hijas e hijos están dispuestos a plantar batalla en cualquier frente. Crean sus comisiones (como la de Información) y resucitan las que estaban oxidadas, porque saben que el enemigo los esperaba débiles y asustados y ahora toca convertirse en una maquinaria fuerte y bien engrasada.
Sí, durante unos 15 días ha cundido el pánico en muchos vecinos de la Comunidad. Ha sido duro y desolador. Pero hoy las lágrimas están secas, la angustia ahogada por la determinación y estos vecinos, que leen los apoyos desde Madrid, los abrazos desde Euskal Herria, la avalancha de afecto desde Catalunya, la fuerza en sí del resto del Estado, e incluso desde más lejos, desde el centro de Europa al otro lado del Atlántico, ya no se sienten solos. Saben que su causa es la de mucha gente, un nuevo asalto entre los poderosos y los que han sido desposeídos; y esta vez, con un poco de esperanza, quizás podamos ganar la batalla. Yo he vuelto a “La Esperanza” para recuperarla, ¿pueden, ustedes que me leen, permitirse perderla?
Ruymán Rodríguez

[1er Congreso FEL] Salutación Federación Anarquista de Gran Canaria

 Fuente: FEL
 
Salutación a la FEL en su I Congreso de la FAGC.
Federación Anarquista de Gran Canaria.
Desde la Federación Anarquista de Gran Canaria queremos enviar todo nuestro apoyo y ánimo a la Federación Estudiantil Libertaria en este su primer congreso.
Vemos con simpatía cómo dicha federación se va extendiendo cada vez más por todo el Estado y cómo a parte de desarrollar dinámicas propias se vuelca en la solidaridad hacia otras causas como pudimos comprobar nosotras misma el año pasado cuando nos prestó su solidaridad en plena oleada represiva a la FAGC.
Pero, entrando en cuestiones de fondo, ¿por qué apoyamos una iniciativa como la FEL? Creemos sinceramente que la tensión anarquista, la alternativa de sus prácticas y prédicas, es hoy en este campo más necesaria que nunca.
Estudiar significa hoy adquirir mañas productivas que nos hagan competentes en el mercado laboral. Nada tiene que ver con experimentar, descubrir, desarrollarse, crear, innovar y ni siquiera con la sana capacidad de resarcirse de un fracaso. Estudiar es capitalizarse, aprender la cultura de la rivalidad, la obediencia y la funcionalidad industrial. Estudiar es muy parecido a idiotizarse.

La educación, y el sistema que los Estados y las Iglesias han estructurado en torno a ella, nos arroja mucha luz sobre el asunto.
Bakunin nos hablaba de cómo el Estado quería mantener sometido al pueblo en la ignorancia, de cómo un pueblo ignorante era un pueblo obediente. Ciertamente esa fue la idea del poder durante siglos; hasta que recapacitó. Un pueblo ignorante también es a veces un pueblo silvestre, no domesticado, feroz. Las revoluciones se sucedían a pesar del oscurantismo y no pocas veces cargaban iconoclastamente contra los símbolos de su postergamiento intelectual. Cuando el poder detectó el peligro del autodidactismo y la amenaza de la formación en círculos obreros y de resistencia independientes a su control, fue cuando comprendió que más obediente que un pueblo ignorante era un pueblo sobre informado.
En ese sentido Godwin iba mejor encaminado, y ya advirtió a finales del siglo XVIII contra el sospechoso interés del Estado británico en la educación pública nacional. No en vano, la educación pública nace como respuesta, por parte de los Estados absolutistas, a la Revolución francesa. La mejor forma de conjurar su peligro era fabricar contrarrevolucionarios desde la cuna. El siglo XX no haría más que dotarla de su concepto fordista de producción en cadena aplicado a las mentes.
Hoy, nada ha cambiado. La educación es obligatoria a edades cada vez más tempranas. Interesa sobre todo la primaria y la secundaria, donde se moldeará el carácter y la ideología de los individuos. Los estudios superiores tendrán que tecnificarse y deshumanizarse, para impedir las aristas de creatividad. Y por si acaso algo de eso queda en el ambiente se hará una criba: después del instituto los pobres entrarán directamente a una formación laboral en la que no haya cabida para el pensamiento autónomo; las élites, más afines por extracción social al Sistema, son las que accederán a la universidad dónde, a pesar de lo restringido del ambiente, y de su acotamiento cada vez mayor, puede quedar algo de curiosidad creativa que bajo ningún concepto debe caer en manos obreras. Ese y no otro es el origen de las últimas reformas educativas y la subida de tasas.
Ese es su modelo. A vosotros, los jóvenes, los que os estáis formando, más fuera que dentro de sus escuelas, os toca romperlo, dinamitarlo desde dentro. Habéis conseguido meter la cabeza en su sistema educativo, seguramente con mucho esfuerzo. No os sentís parte de una élite sino de una clase social oprimida y aplastada. Sabéis que ya no os dominan con ignorancia sino inoculándoos sus “conocimientos”. Os mostráis escépticas en torno a sus saberes y sus métodos de enseñanza. Sois, simplemente por haberos constituido como federación y compartir vuestras negativas al Sistema, una amenaza a su adiestramiento. Habéis hecho bien en organizaros y en presentar batalla allí donde era necesario presentarla: sus viveros de ciudadanos modelos. Ahora os queda lo más importante: seguir creciendo y seguir trabajando para demostrar que otra forma de compartir conocimientos y experiencias, sin jerarquías ni cálculos capitalistas, es posible y necesaria. Os toca demostrar que vuestra generación no ha sido absorbida por su espectáculo, devorada por su consumo ni vencida por su sistema educativo. Sois la FEL, y eso significa que los estudiantes aún no han sido domesticados.
Un fuerte abrazo desde Gran Canaria, en el norte de África.
FAGC

Cuando cuesta no perder «La Esperanza»

Funte: Canarias Ahora

Por Isabel Saavedra

Poco tiempo después de que Pedro Rodríguez, candidato de Juntos por Guía , fuese nombrado alcalde de ese municipio, y proclamado diputado en el Parlamento de Canarias por Nueva Canarias , una comisión formada por algunos de los vecinos de la comunidad, el concejal de Nueva Canarias Manuel Melián, y yo misma, nos reunimos con el Alcalde y con dos técnicos municipales. El objeto de dicha reunión era exponerle la situación de unos vecinos que carecían de suministro de agua potable, y que se veían obligados a comprar cubas de agua para las ochenta familias (150 de ellos menores de edad) que viven en el edificio situado de Guía, conocido como La Esperanza .

El alcalde nos recibió a regañadientes, miraba su reloj y se dirigía continuamente a sus técnicos, una abogada y un arquitecto, buscando el apoyo burócrata que argumentara una decisión que ya se entreveía en su mueca. «Comprenderás que no voy a cometer una ilegalidad» me dijo en algún momento. 
De nada sirvió recordarle que el derecho al agua está plenamente reconocido como universal por la Asamblea de la ONU; que el partido político con el que se presentó a las elecciones autonómicas (Nueva Canarias) defiende como derecho primordial en su programa electoral el de la vivienda; que muchos de sus votos proceden de electores convencidos de que representaba una opción política que siempre declaró estar del lado de los pobres. 
No sirvió de nada porque el pasado mes de diciembre el Alcalde Pedro Rodríguez firmaba la resolución administrativa que abre la espita del desalojo, que inicia los trámites para el lanzamiento, que determina el fatal desahucio de 150 menores de edad, obviando cualquier alternativa habitacional para unas familias desesperadas, que solo buscaban poder acceder al suministro de agua que su alcalde les negaba.
La Esperanza surgió gracias al empeño y al trabajo de Ruyman, un anarquista de corazón grande y mayor inteligencia, que se ha jugado la vida (y no en sentido figurado) por defender el derecho a la dignidad de los habitantes de la comuna. Junto a hombres y mujeres que necesitaban un hogar para vivir para poder criar a sus hijos, fue capaz de derribar los muros de la intransigencia institucional y de convertir un edificio abandonado en el lugar habitable que es hoy.
Quienes componen la comunidad -una de las mayores de Europa- no pierden la esperanza de que la justicia social se imponga a la burocracia gubernamental. Yo tampoco, pero con algunos gobernantes cada vez resulta más difícil.

Apoyo para “La Esperanza”

La batalla por conseguir que las 77 familias que componen la Comunidad “La Esperanza” no sean desalojadas por el ayuntamiento de Santa María de Guía tiene un coste humano y también económico que difícilmente puede trasladarse a quien nos lee. Son días de poco dormir y mucho trabajar, en distintos pero importantes frentes. En lo legal, por desagradable que nos resulte, hemos redactado ya cerca de 40 recursos de reposición, invirtiendo lo poco con lo que cuenta la FAGC en asesoría legal. Entre todos los vecinos, con sus mermados ingresos, hemos pagado en común folios y tinta de impresora, montando una improvisada oficina en la propia Comunidad. Son también horas pegados al teléfono, hablando con los medios, convocando, contestando a los que se interesan o llegando a acuerdos de colaboración con quienes quieren ayudar. Es también ahora el momento de la difusión, de la cartelería, de las fotocopias, de las pegadas, de los desplazamientos. El capitalismo no ha dejado rendija de la vida sin contaminar y hasta luchar cuesta dinero. En vista de esta triste realidad reutilizamos la cuenta solidaria para intentar recabar fondos que nos ayuden a resistir los largos y duros meses de lucha que tenemos por delante. Cualquier duda sobre la cuenta consultar a anarquistasgc@gmail.com
ES45 0239 2026 6130 4004 8866
Todo esto sin contar con que aún hemos de abonar 600 euros para la provisión de fondos del proceso penal abierto contra nuestro compañero Ruymán. Sin embargo, y aunque traten de ahogarnos económicamente, aún hay cosas que no pueden vender ni comprar en su mercado: la esperanza es una de ellas.
Gracias a todas y todos por colaborar. 

Comunicado contra el desalojo del edif. Brisas de Sardina

Hacemos llegar a todos los colectivos sociales comprometidos contra las injusticias y abusos un nuevo comunicado, esta vez para oponerse al desalojo de los vecinos del edificio Brisas de Sardina en el sur de la isla de Gran Canaria. Nos gustaría repetir el éxito que hubo con el comunicado contra el desalojo de «La Esperanza» (en el otro extremo de la isla) y que las 132 organizaciones que firmaron aquel comunicado lo hagan también con este. Para hacer llegar vuestra firma podéis hacerlo a través del correo de la plataforma de vecinos afectados (afecbrisasardinadelsur@gmail.com) de su facebook, o de nuestro mail (anarquistasgc@gmail.com), web (www.anarquistasgc.net), facebook o twitter.
Ambas casos guardan grandes similitudes: en «La Esperanza» son precaristas y en «Las Brisas» son inquilinos, pero cada comunidad cuenta con alrededor de 80 familias, cada una está bajo amenaza de desalojo por cuestiones meramente burocráticas (ausencia de cédula de habitabilidad), cada una corre el riesgo de que por orden administrativa se les corten los suministros básicos y cada una se abastece con cubas de agua pagadas por los propios vecinos. En los dos casos el trámite de desalojo no lo ha iniciado un juzgado sino un ayuntamiento y también en sendos casos quien gobierna dicho ayuntamiento, en solitario o en coalición, con ese nombre o con otro, es Nueva Canarias (una representación de la izquierda autóctona institucionalizada). Para acabar las semejanzas, ambos edificios están en el disparadero de dos entidades financieras especuladoras (la SAREB en el norte y el Banco Sabadell en el sur). Nosotros, los colectivos sociales debemos añadir una similitud más: nuestro apoyo total a ambas comunidades humanas que resisten los embates de la corrupción política y la voracidad capitalista.
 
TODOS CON LOS VECINOS DE BRISAS DE SARDINA
Todos los colectivos abajo firmantes quieren manifestar su apoyo a los vecinos del edificio Brisas de Sardina en el municipio gran canario de Santa Lucía de Tirajana. Reclamamos desde aquí al ayuntamiento de la localidad que la solución que se dé a la situación irregular del edificio no pase nunca, bajo ningún concepto, por el desalojo forzoso de dichos vecinos. Estos llevan viviendo allí, pagando regularmente su alquiler, desde el 2009, y siempre se pueden hallar soluciones que no pasen por expulsarlos de sus casas. Demandamos que se actúe con la sensibilidad social necesaria para no tratar de romper siempre la cadena por el eslabón más débil y que las irregularidades que haya podido cometer el constructor no se intenten cobrar en las espaldas de los vecinos. Exigimos que cese el hostigamiento continúo de la administración sobre ellos y que se pongan a su disposición soluciones reales con los recursos públicos necesarios. No vamos a consentir ni un desahucio más, y menos aún por vía administrativa. Nuestra solidaridad siempre estará de parte de los vecinos, que son doblemente víctimas: de la mala praxis del constructor y de la mala gestión gubernamental. ¡Soluciones sociales ya!
Firman:
–  Federación Anarquista de Gran Canaria

– Comunidad «La Esperanza»

– CGT Tenerife

– Anticapitalistes (País Valencià) 

– Campamento Dignidad (Extremadura)

– Federación Anarquista del Sureste Ibérico (FASI)

– Colectivo Solidarios de la Sanidad

– ONG Africando

– AVICO, Asociación por la Vivienda, Costa del Sol

– Anarquismo en PDF

– Asamblea Libertaria de Carabanchel

– Baladre, Coordinadora conra la precariedad, el empobrecimiento y la exclusión 

– Acción Libertaria Bierzo

– Ateneo Libertario «La Idea» (Murcia) 

– Movimiento Libertario del Norte de Tenerife 

 
– SAS-Sindicato Asambleario de Sanidad


– Procés Embat

Semana Solidaria con «La Esperanza»

Editamos: Cualquier persona que quiera apoyar a la Comunidad que imprima el cartel de abajo y lo distribuya o pegue por su barrio, pueblo o municipio.

Desde la Comunidad «La Esperanza» convocamos a toda la población a apoyarnos en la segunda semana de abril, que es cuando el consistorio decreta que abandonemos «voluntariamente» nuestras viviendas. Hemos organizado una Semana Solidaria con la Comunidad «La Esperanza» que consiste en el siguiente programa:

El 11 de abril nos concentraremos en la Plaza O’Shanahan frente al Gobierno de Canarias en tanto este siga abierto (de 9:00 a.m. a 14:00) exigiendo que no se nos desaloje y que se nos ofrezca una alternativa habitacional digna y asequible.
El 13 de abril las varias docenas de vecinos que estamos notificados entegaremos nuestros recursos de reposición (a partir de las 9:00 a.m.) al ayuntamiento de Santa María de Guía (c/ Eusebia Armas, nº 4); pedimos a los medios y a quienes nos apoyan que nos acompañen en esta demostración de fuerza ante la administración.
El 14 de abril, fecha en la que acaba el plazo que nos da el ayuntamiento para desalojar nuestras viviendas, haremos una concentración dentro de la propia Comunidad «La Esperanza» (Santa María de Guía, carretera general del norte km. 24, Albercón de la Virgen, frente a la ITV) y un desayuno comunitario para compartir con todas y todos los que nos han apoyado. 
¡La ESPERANZA se declara en LUCHA!

Entrevista al compa Ruymán

Por Fran Pérez

El último número de la recién estrenada y gallega Revista Maxín se centra en gran medida en el tratamiento de la represión. Una entrevista muy interesante es la realizada a Ruymán, miembro de la FAGC torturado por la Guardia Civil y promotor de la Comunidad La Esperanza, una experiencia anarquista.
Háblanos un poco de tu trayectoria como activista
Desde la adolescencia he estado implicado en la militancia y siempre desde la barricada anarquista. Desde el primer grupo de afinidad allá por los 14 años hasta la militancia sindical a principios del 2000. Me he implicado en la lucha social en distintos frentes, desde las reivindicaciones de la población migrante (tema prioritario en las islas) hasta las movilizaciones contra la guerra de Irak. Participé activamente en el 15M y estuve en uno de los colectivos que fundó la FAGC. Actualmente me implicó, desde esta misma federación, en el tema de la vivienda desde hace 5 años.
¿Qué actividades realiza la FAGC en el tema de la vivienda?
La FAGC desarrolla en el tema de la vivienda una actividad integral. En primer lugar ha abierto el abanico de las plataformas tradicionales: no sólo se encarga de asuntos de hipotecas, sino que aborda la situación de los inquilinos y de los indigentes. Los más afectados en el tema de la vivienda y, paradójicamente, los más olvidados. Participamos en parar desahucios, pero no sólo contemplamos la asesoría legal, la negociación, y los piquetes anti desahucios convencionales. Usamos lo que yo llamo: métodos mecánicos (apuntalar puertas, clavarlas al marco, usar cuñas, inutilizar escaleras, levantar barricadas), que permiten que grupos poco numerosos puedan hacer frente a un desahucio. Además, por si el desahucio no pudiera detenerse (aún no nos ha pasado) o los afectados no contemplaran la vía de la resistencia, también trabajamos en el “plan B” (ocupación y realojo). Con este procedimiento hemos expropiado centenares de inmuebles realojando a más de un millar de personas. Actualmente hemos puesto en funcionamiento la Oficina de Expropiación Popular para dotar a este trabajo de una estrategia revolucionaria de socialización vecinal de recursos. Hemos iniciado la ocupación más grande del Estado (la Comunidad “La Esperanza”), una Huelga de Alquileres inédita en el Estado en el siglo XXI (táctica que queremos seguir implementando) y nos implicamos en general en cualquier abuso habitacional (como el intento de desalojo de 80 familias por parte del Ayuntamiento en el municipio de santa Lucía de Tirajana).
¿Cómo funciona la Comunidad La Esperanza?
Su modelo era asambleario, autogestionario, horizontal, autónomo y acéfalo. Todos los asuntos que afectaban al común se resolvían en asamblea. Esta designaba a su vez comisiones para afrontar el trabajo (Realojo, Mantenimiento, Talleres, Solidaridad, Huerto, Tesorería). Los vecinos que podían pagaban 25 euros mensuales para costear las cubas de agua, los que no tenían recursos aportaban lo que podían o trabajo. La idea era aportar según las posibilidades y recibir según las necesidades. Los problemas vecinales debían resolverse de forma directa, entre los interesados, y de no ser posible se acababan llevando a asamblea. Esa era la teoría, que llevada a la práctica demostró que el modelo libertario (lejos de las utopías) era, a niveles de gestión y economía, funcional y muy práctico. Sin embargo, sólo significaba mejorar la vida material de la gente; el proceso individual de desarrollo es más complejo y no se solventa con pan y techo. Fue una experiencia, aún inconclusa, de las que marcan una vida. Viví allí 2 años. Actualmente nos hemos desvinculado para dejar que los vecinos exploren sin influencias externas sus propios caminos. Algún compañero de la FAGC sigue viviendo en la Comunidad y colabora a título individual.

La Comunidad Esperanza funciona de un modo que podemos denominar ya anarquista. ¿Cómo responde la gente a esto desde un punto de vista ideológico? Un prejuicio falso es que el anarquismo no es posible de llevarse a cabo. ¿Se aprende teoría de la praxis? ¿Se ha conseguido que gente que iba a ser desahuciada por el banco se conciencie y posicione activamente contra el capitalismo?
La anarquía sí puede llevarse a cabo, pero para esto hace falta que se cumpla una premisa básica: que quienes la lleven a cabo sean los no anarquistas (y muchas veces no tienen necesidad siquiera de darle ese nombre). La anarquía se lleva a la práctica cuando se libera de los dominios de los anarquistas, cuando estos le sueltan la correa y la dejan correr libre por la calle. La gente no asume ni lo bonito, ni lo hermoso, ni lo romántico, y a veces ni siquiera lo correcto; asumen lo práctico y eficiente. La forma de llevar la anarquía a la gente es necesariamente la práctica. De discursos, panfletos y discursos nadie aprende nada; sólo la propaganda por el hecho mete prácticas anarquistas en la cabeza de la gente. Ideológicamente para muchos es un choque llegar a un enclave donde ya no hay que competir, sino colaborar; donde hace falta la opinión de todos para tomar una medida o llegar a un acuerdo; donde no se potencia el racismo, el machismo o el maltrato animal; donde para resolver un conflicto no se delega en denuncias, jueces o policía, sino donde las dos partes en conflicto deben abordarlo preferiblemente sin intermediarios y sólo en casos extremos con colaboración colectiva; donde no prima el dinero o la ganancia sino el actuar con altruismo. Pero con eso y todo (y no lo digo por la Esperanza sino por otras experiencias comunitarias que he vivido en estos años de lucha por la vivienda), no hay que ser ingenuo: la anarquía rodeada de capitalismo es un proyecto bonito, pero si no se irradia hacia fuera y crece tiene la misma duración que un espejismo. Por otra parte, la gente puede vivir de forma libertaria, incluso comportarse así llevada por la inercia inicial, por el entusiasmo de los primeros meses, pero seguir pensando de forma capitalista. Muchos pueden aprovechar un modelo que da todo y exige muy poco (esfuerzo y compromiso a lo sumo) para medrar y para explotar la solidaridad ajena. Una forma de vida que tiende a la gratuidad, garantizando techo, suministros básicos y alimentos, puede servir, sino se ha producido simultáneamente un cambio personal, para que alguien que con unos ingresos mínimos era un paria en la sociedad capitalista, pueda acumular e ir haciéndose con un capital en un enclave libertario. Al final la anarquía, si se mantiene alejada del conflicto y sólo tiende a la estabilidad, puede servir para que una persona atesore unos recursos que le permitan volver a su tren de vida capitalista y consumista y hasta que incluso le posibilite explotar a los que no han iniciado este proceso porque no han podido o querido. Esa es una gran lección de futuro.
Hablas de que para conseguir que triunfe hay que expandir estas prácticas. ¿Qué líneas estáis siguiendo para conseguirlo, o por dónde crees que se podría tirar?
Hemos descubierto que sin generar un conflicto abierto con las instituciones y el sistema capitalista, la estabilidad mata cualquier proyecto por resolutivo que parezca. Nuestra idea es arrebatarle estos inmuebles a las entidades bancarias y a la administración como un acto de expropiación colectiva, como una forma de quitarles recursos públicos y empezar a gestionarlos nosotros, los vecinos. Hasta que lleguemos a gestionar los recursos (vivienda, suministro acuífero y eléctrico, tierras cultivables), de barrios o pueblos enteros. Parece un acto de guerra, pero no son más que los cimientos de una revolución basada en la autogestión de recursos públicos que debemos empezar a controlar de forma directa.
La Comunidad La Esperanza, y si tienes otro punto de vista corrígeme, ha sabido aprovechar una demanda obrera que es necesario cubrir como es la lucha contra los desahucios, para transformar la sociedad e ir más allá haciendo un pequeño frente al capitalismo. A la luz de estos resultados, ¿qué opinión te merece la forma en que se organiza frecuentemente la lucha contra los desahucios (como el ejemplo de la PAH)?
No tengo muchos datos de cómo funciona la PAH en el resto del Estado porque sólo conozco en profundidad a la de la isla, pero sí puedo hablarte de algunas apreciaciones personales. Me parece que es una suerte que se mantenga la autonomía en cada localidad, lo cual ha permitido que muchas PAH’s y sus Obras Sociales desarrollen una actividad meritoria recuperando inmuebles y desarrollando una práctica muchas veces trufada de tics libertarios (no en vano muchos libertarios participan en dichas plataformas). Reconociendo eso, también he de señalar otras cosas. Me parece que en muchas partes se ha establecido como un intento de recuperar el estatus de las llamadas “clases medias”, las víctimas de la “pobreza sobrevenida” (usando la jerga de Podemos), ignorando completamente a las personas que ya vivían en precario antes de la crisis y que en toda su vida no han conocido nada más que pobreza. Se implican con la gente que ha perdido poder adquisitivo, pero no detecto la misma implicación con los que llevan décadas sin techo o ni siquiera son capaces de pagar los alquileres más bajos. Su batería de medidas tiende a eso. Su ILP y la Dación en Pago van en esa dirección. Una preocupación desmedida porque los hipotecados se liberen de sus deudas aunque eso suponga perder voluntariamente sus viviendas: eso es sólo una opción para quien no tiene la casa que entrega como única salida habitacional; para el resto, dormir en el banco de un parque pero sintiéndose libre de deudas no parece una opción. Esa mentalidad desconoce la realidad de los barrios, donde la mayoría de la población vive sobre endeudada, incluida en listas de morosos y lleva años sobreviviendo de la economía en B y sin interés ni esperanzas de acceder al crédito. Personas que mueren con deudas que saben que no van a poder o querer pagar porque llevan décadas en la insolvencia, en barrios dónde el 70% de los vecinos están en paro (como pasa en muchos sitios de Gran Canaria) y que necesitan otras alternativas que no pasan por volverlos a integrar a una legalidad que ya los estafó y que sólo les puede ofrecer perder lo poco que tienen. Pasa por una organización popular que tienda a recuperar recursos al margen de tratar de saldar deudas que sólo pueden pagarse a costa de una indigencia integral. Reivindicar una amnistía hipotecaria o arrendataria (como los ricos se dieron una fiscal) sería más interesante que cualquier medida que tienda a dejar a la gente sin hogar pero fiduciariamente saneados. La miopía de no ver más allá del alquiler social, sin ver sus contraprestaciones, parte de la misma mentalidad. La FAGC ha redactado documentos en esa línea cuando se lo han reclamado los vecinos, pero no ha sido nunca parte de su estrategia ideal ni objetivos finales. Cuando reclamamos un alquiler social al 30% de los ingresos hemos de meter en nuestros cálculos a las personas con ingresos 0. Además los alquileres sociales rondan por sistema (al menos el archipiélago) los 350 euros. El precio de un alquiler convencional prácticamente. La gente celebra el alquiler social como una victoria y no se dan cuenta de las consecuencias. El ayuntamiento suele dar una ayuda a ese alquiler social de 300 euros, permitiendo al inquilino pagar sólo 50 euros mensuales (sin el agua y luz incluida). Esto es asumible mientras dura la ayuda al alquiler, pero cuando la ayuda se acaba a los meses las familias se encuentran con un alquiler de 350 euros que son incapaces de pagar, siendo expulsadas de sus casas al primer mes de impago. No en vano nadie desahucia más en la isla que los gestores privados del parque de vivienda pública. Un alto porcentaje de los casos de desahucios que atendemos son desahuciados por impago de alquiler social.
Eso en cuanto a diferencias tácticas. A otros niveles, la instrumentalización política que se ha hecho en muchos sitios de dichas plataformas, bien utilizándolas como trampolín político (como el caso de Barcelona o de las islas), bien usándolas como marcas blancas de partidos políticos (de IU a Podemos, o aquí Nueva Canarias) es otro elemento a considerar. Cuando existe un problema social acuciante como es el tema de la vivienda, un tema en el que alternativas radicales como el anarquismo han estado implicadas desde siempre (aunque haciendo autocrítica, cada vez más en los últimos años con aspiración autocomplaciente y sin desarrollar una actividad que revertiera en la gente de a pie), y surge una organización que donde hay un polvorín social a punto de estallar pone toallas húmedas y enfría los ánimos, redirigiendo la actividad combativa hacia el camino de la concertación y la resolución legalista, se hace difícil no encontrar analogías con la institucionalización de los movimientos sociales.
Conste que digo todo esto con el máximo respeto a los activistas individuales y a su labor para luchar contra los abusos financieros, pero también con la máxima desconfianza hacia las organizaciones que se juntan con los partidos y se dejan arrastrar por la política parlamentaria.
Es notorio también que estáis consiguiendo llevar a la práctica experiencias anarquistas de un modo no armado. ¿Crees que es posible llevar a cabo el anarquismo a gran escala sin recurrir a la lucha armada, o que incluso esta es perjudicial? ¿Y no ha habido represión policial al propio funcionamiento de la comuna, independientemente de tu caso? [Entrevista realizada dos días antes de la orden de desalojo a la Comunidad La Esperanza]
Se me hace difícil hablar de violencia cuando veo desahucios a golpes de ariete y porrazos, suicidios por desesperación, niños caquéxicos con enfermedades del s. XIX, cuando condenan a la gente a 40 años de cárcel sin pestañearse o cuando a mí mismo me han estrangulado y golpeado en comisaría. La gente señala al que tira una piedra y mira con tranquilidad a personas que pasean por nuestras calles con pistolas y porras al cinto. Cuando las personas insensibles ante tanta fuerza bruta y sangre derramada me hablan de violencia no puedo evitar una sonrisa irónica. ¿La lucha armada? Mis armas son los taladros, las cizallas, las palancas, los pelacables y los puntales. Herramientas de obrero. Sólo oigo lo de la lucha armada en las fanfarronadas cibernéticas; verla la veo todos los días por la tele en Siria, Irak, o dónde el primer mundo haya decidido ahora ir a aliviarse el vientre. Decía Louise Michel que “la revolución se hará cuando quiera el pueblo y no cuando le convenga a la policía”. Me suscribo a sus palabras. Ni condeno la desesperación y la rabia confundiendo la piedra con el misil, ni tampoco veo nada práctico en caer en la demonización fácil o en el martirologio voluntario del que tiene prisa por ahogarse en su propia sangre. Nunca me ha gustado la violencia y menos aún su mitificación; pero eso me parece precisamente un motivo para enfrentarse al Estado y a sus lacayos armados y no uno para condenar a los que acaban siendo víctimas de su propia angustia.
Sobre la represión a la Comunidad, sí. Han denunciado a varios vecinos y cursados varías denuncias falsas que se han saldado con multas por vía administrativa (la Guardia Civil irrumpió en la Comunidad a identificar a varios vecinos, entre ellos a mí, la gente les afeó la entrada y ellos se inventaron que casi los linchan). Pero su mentalidad jerárquica no les permite concebir una estructura sin líder, así que casi toda su represión se ha centrado en el que acabo saliendo en los medios cumpliendo lo encomendado por los propios vecinos: un servidor.
Dices que la policía te tortura. Háblanos de eso. ¿Cómo es que te detienen, en qué situación y con qué pretexto? ¿Qué ocurre después de la detención?
Me detienen con la excusa de identificarme, pero su verdadera intención era intimidarme para que abandonara la lucha social. Me encontraba en una parada de guagua cercana a la Comunidad para ir a trabajar cuando un coche común se detiene delante mía. De él se bajan 2 personas que afirman ser guardias civiles y me piden el DNI. Aducen que mi cara no se corresponde con la foto del documento (una estupidez) y me empujan dentro del coche. Un autentico secuestro. Me llevan al cuartelillo donde empiezan los insultos y las descalificaciones (el más significativo que estaba “llenando el municipio de gentuza”). Al ver que no me afectan sus tácticas y que respondo a ese tipo de exabruptos diciendo que gentuza son los poderosos a los que ellos defienden, empiezan los golpes y las estrangulaciones. El verme escupiendo sangre y el oírme pedir el habeas corpus fue lo único que les hizo desistir. Estoy convencido de que fue la necesidad de justificar mi detención y mis lesiones lo que les motivó a denunciarme por atentado a la autoridad (un delito posterior a mi detención). Aunque en un primer momento el juez instructor consideró que debía tramitarse como una falta de desobediencia y no como un delito de atentado, la Guardia Civil recurrió obsesionada con que me cayeran penas de cárcel.
Por ello actualmente me encuentro a espera de varias resoluciones judiciales y expuesto a una petición por parte de la acusación particular (la propia Guardia Civil) de varios años de cárcel por el citado delito de atentado a la autoridad. Lo único positivo es que los tribunales han acusado de oficio al guardia civil que me torturó atendiendo a lo declarado por mí. No tengo mucha confianza en esto, y creo que no tendrá mucho recorrido dicha imputación de oficio, pero espero que al menos se les quiten las ganas de seguir recurriendo y yo pueda tener algo más de margen para seguir trabajando.
Estás lejos de ser el único caso de tortura policial. ¿Has percibido en tu experiencia de abuso policial que se trata de algo generalizado? Es decir, ¿has percibido complicidad de la Guardia Civil como tal?
Por supuesto. Hablamos de cuerpos militarizados, castrenses, con una estructura que, aunque no se trate de un cuerpo específicamente militar como la Guardia Civil, se basan principalmente en la jerarquía, el mando único, la uniformidad conductual, la obediencia y la falta de criterio personal. Ninguna atrocidad se comete sin consentimiento de un mando superior, sin su permisividad o sin la complicidad de la estructura y el cuerpo entero. Sí, en todos esos organismos, por mucho espíritu corporativo que haya, es posible que pueda haber cabida para la individualidad; pero si la hay será para distanciarse de la mayoría y no seguir su línea brutal y no para reproducir lo que gregariamente se establece como norma (y si hay consecuencia se debería abandonar el cuerpo, porque siempre está la opción de mendigar, robar o estudiar antes de ejercer de policía). Es gente armada y basan su poder en infundir miedo a la población, y a su vez obedecen porque experimentan el mismo miedo hacia sus superiores. Su misión, para ser buenos policías, es no pensar por si mismos, no cuestionar y no discutir ordenes. Cualquier rasgo de sadismo, falta de empatía, carencia de escrúpulos, será bienvenido porque es imprescindible para realizar su trabajo. ¿Qué clase de persona es la que arroja de su casa a un bebé en brazos de su madre? Justamente la que acabo de describir, personas sin problemas de conciencia ante el cumplimiento de una orden. Disfrutar de su trabajo es sólo un plus de efectividad. Lo que decía Hugo Bäll de los soldados es aplicable a los policías: “un soldado que comienza a pensar casi a dejado de serlo”.
En base a lo dicho, es más que improbable que un ataque represivo contra un anarquista concreto sea un rapto de exceso de celo individual y no el acatamiento de una orden bien definida, medida por organismos que transcienden de los simples agentes.
La lucha es dura y desgasta mucho, tanto en tiempo como en esfuerzo. ¿Cómo se siente alguien que lleva luchando años por construir un mundo de convivencia y justo, es torturado por la policía, y aún por encima se le piden años de cárcel, señalado a menudo, si bien hay gente que muestra solidaridad, por el dedo social y los medios como terrorista y un peligro para la sociedad?
Mentiría si no dijera que he mordido el barro, que he estado agotado física y emocionalmente. Han sido años muy duros y no exagero si digo que a veces creía que no iba a salir entero. La gente que me conoce y me quiere sabe de lo que hablo. Han sido años en los que he estado militando 24 horas al día, porque vivía en el mismo sitio donde desarrollaba mi actividad social. A veces pensé que no lo conseguiría. Pero todo lo vivido, incluso lo más duro, las decepciones, las delaciones de la misma gente a los que uno ha ayudado, las espantadas ante la represión de muchos compañeros y cosas similares, han servido para medir mi capacidad, los límites de mis propias fuerzas y también los de mis referentes teóricos, los de mis propias ideas. La anarquía no es un juego, es un duro aprendizaje que exige una gran capacidad de resiliencia y que desgraciadamente se construye con muchas derrotas personales y, si hay suerte, con alguna victoria colectiva. Ahora tengo la idea de que hay que ser como el metal y templarse con los golpes. Es como atravesar un río y darse cuenta a mitad de camino de que no se hace pie y de que hay mucha corriente. Seguir nadando es peligroso, pero ya estás demasiado lejos de la orilla de la que saliste como para volverte atrás. Recuerdo mucho una anécdota de Durruti que representa mi actual estado de ánimo. Después de haberse librado de la pena de muerte en Francia por intentar atentar contra Alfonso XIII le preguntaron los periodistas, cuando aún estaba en prisión, que qué haría al recobrar la libertad y él dijo: “seguir dónde lo dejé”. Pues en ese estamos. Pase lo que pase, más tarde o más temprano, seguiré donde lo dejé.
Y sobre esto, hay gente que está siendo condenada tras años luchando y se va sola a la cárcel. Existe una falta importante de empatía. ¿Qué importancia crees que tiene la solidaridad?
Creo que hemos de derribar todas las capillitas que dividen y subdividen al movimiento; no en tendencias, o corrientes de pensamiento, lo cual es sano, sino en verdaderos monasterios de clausura de los que sólo se sale excomulgado y no se puede entrar sin permisos de los padres y madres superioras. Hay líneas rojas que nos deberían de obligar a ignorar todas y cada una de nuestras cuitas y diferencias y nos deberían de forzar a hacer un frente común: la principal es la represión. Cuando un compañero cae la gente debería de olvidarse de si pertenece a tal grupo, de si no es de mi cuerda, de si me criticó en aquel artículo, y poner cuestiones superiores, como la libertad ajena y el apoyo mutuo, en primer orden. No puede ser que una persona omnívora o partidaria de experimentar con drogas no apoye a un activista vegano y militante anti drogas porque sus ideas no concuerden. No expido carnets para saber si esa insolidaridad es o no compatible con las “sagradas esencias anarquistas”, pero si puedo opinar que quien eso hace es ruin, mezquino y miserable, y no es más mi compañero que la persona que con ideas autoritarias al menos difunde la causa del represaliado y se solidariza con él. He visto como puede apoyarse mediáticamente a compañeros cuya reivindicación es cómoda y agradable, implicándose al 100% en su puesta en libertad, y como compañeros que se exponen a 40 años de prisión son casi defendidos con la nariz tapada, de puntillas, porque su retórica ha podido resultar inadecuada o porque han podido opinar sobre cuestiones represivas de forma desafortunada. Sinceramente me dan igual las excusas que se esgriman para no apoyar a alguien. Creo que es imposible pedir la empatía de la sociedad si antes no somos capaces de empatizar nosotros mismos con nuestros propios compañeros. En ese sentido creo que en la represión todas deberíamos asumir esta máxima de Albert Libertad: “todas las leyes son malvadas, todos los juicios son inicuos, todos los jueces son malos, todos los condenados son inocentes”.
Entrevista realizada para la Revista Maxín, disponible en gallego en revistamaxin.net/maxin2

Construyendo comunidad urbana: Errekaleor Bizirrik y la Comunidad la Esperanza

Por René Behoteguy Chávez

En la actualidad, dentro de los territorios dominados por el Estado español, en medio de una crisis profunda que ha golpeado de lleno a las familias trabajadoras, empobreciéndolas y condenándolas a la precarización más absoluta, más allá de los supuestos portadores de un cambio parlamentarista, edulcorado y continuista del sistema capitalista. A escala menor y sin tanto revuelo mediático, surgen verdaderos proyectos transformadores que, desde lógicas de recuperación de lo comunitario, cuestionan de fondo y en profundidad los antivalores del sistema decadente y en crisis que rige nuestras vidas. Es el caso de los dos mayores proyectos de ocupación urbana en pie a día de hoy en el Estado, me refiero a la Comunidad La Esperanza en Santa María de Guía en Canarias y el barrio liberado de Errekaleor en Vitoria-Gazteiz en Euskal Herria.
Ambos proyectos tienen diferencias resaltables y aspectos en común que los hacen enriquecedores, el caso de la Comunidad La Esperanza, parte de la iniciativa de la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) que, ante el drama de las miles de familias que cada año en Canarias, son desahuciadas por los bancos de sus viviendas, decide en 2013 habilitar unos bloques abandonados por la Promotora Piornedo, incapaz de continuar el proyecto dada la caída del sector inmobiliario, y que tras ser rehabilitadas sirven para realojar, en la actualidad a unas 200 personas de más de 70 familias en situación de enorme vulnerabilidad social y que, sin este proyecto, a día de hoy dormirían en las calles de la isla. Pero el proyecto va más allá de solucionar un problema de vivienda, ya que tiene la particularidad de que ha logrado que las familias allí realojadas, la mayoría sin militancia política anterior, asuman la autogestión del inmueble de manera absolutamente horizontal y autogestionaria, poniendo en relieve la solidaridad y apoyo mutuo entre vecinos y vecinas, habilitando un huerto urbano como base del sustento del proyecto que, no solamente ha recuperado un espacio urbano en franco deterioro y lo ha dignificado, sino que con él ha devuelto la esperanza a familias a las cuales la lógica depredadora del sistema había condenado a la más absoluta marginalidad.

A dos mil kilómetros de la Comunidad La Esperanza y el mismo año que la FAGC comenzaba a realojar familias en estos bloques. En Vitoria-Gasteiz un grupo de estudiantes comprometidos y comprometidas con el cambio social recuperaba el antiguo barrio obrero de Errekaleor, construido en los años 50 como parte del auge industrial de Vitoria. Posteriormente el ayuntamiento intentó desocuparlo para luego derribarlo y construir nuevas viviendas en pleno boom de la burbuja inmobiliaria. No obstante, una vez sobrevenida la crisis sufrió un paulatino deterioro y abandono hasta que este grupo de estudiantes iniciaron el proyecto Errekaleor Bizirik (Erreakaleor Vivo), comenzando una ocupación que, en la actualidad cuenta con más de cien habitantes que son parte del proyecto, muchos de ellos y ellas jóvenes estudiantes, pero también familias muy diversas en cuanto a su origen social y cultural. A día de hoy el barrio ha pasado de ser un lugar peligroso y abandonado, a convertirse en un barrio lleno de vida con cine, biblioteca, escuela Infantil, un centro cultural (Gaztetxe), panadería y huerto urbano. Un barrio que se va convirtiendo en un referente de cultura y pensamiento para la ciudad, con un ambicioso programa mensual de charlas, sesiones de cine debate, conciertos, clases de euskera y jornadas. Además de las posibilidades futuras, asentadas en la producción del huerto y la panadería, de ir constituyendo un proyecto cada vez más autosustentable.

Ambos proyectos, a pesar de sus diferencias en cuanto a su origen y composición social, tienen en común el que, más allá de la ocupación de viviendas y la resolución por la vía de los hechos y la acción colectiva del problema social de los desahucios, plantean formas de organización asamblearias, autogestionarias y horizontales que son base de una nueva forma de entender las relaciones sociales a contravía de la ideología individualista y competitiva del capitalismo dominante.
La reacción ante estas ocupaciones por parte de las autoridades políticas y los cuerpos represivos del Estado ha sido tristemente similar. Ambos proyectos han sufrido momentos de represión y acoso policial, y la actitud de los ayuntamientos también se parece, basándose en la amenaza constante de desalojo aduciendo, y esto es cuando menos absurdo, la propia seguridad de los habitantes de Errekaleor y La Esperanza, dadas las supuestamente malas condiciones de las viviendas. Al plantear esto, los ayuntamientos de Vitoria y Guía parecen no caer en cuenta, por un lado en el enorme esfuerzo colectivo de ambos proyectos de ocupación en la rehabilitación y dignificación de las viviendas, ni por otra parte el hecho de que, aún si estas no fueran óptimas, siempre serán mejor y más seguras que vivir en la calle.
Llegados a este punto, uno se pregunta: por qué ayuntamientos que no tenían ningún problema en tolerar que los bloques de la Esperanza o el barrio de Errekaleor se vinieran abajo y se conviertan en focos de trapicheo de droga, basura e inseguridad, elevan el grito al cielo cuando personas organizadas los rescatan, refaccionan, dignifican y comienzan a generar barrios auto organizados que constituyen un aporte real y concreto a la sociedad. Por qué aún a sabiendas que en las condiciones económicas actuales, es inviable desde todo punto de vista que las promotoras urbanísticas Ensanche XXI en Vitoria o Piornedo en Guía, hagan algo más que no sea dejar cerradas y abandonadas estas viviendas, los alcaldes insisten en liquidar proyectos que si funcionan . La repuesta está implícita en la misma pregunta, lo que a los políticos y empresarios no les gusta de Errekaleor Bizirrik y de la Comunidad La Esperanza, es precisamente eso, que FUNCIONAN . Ya que al funcionar ponen el dedo en la llaga sobre lo mal que se gestiona la crisis, sobre lo injusto e irracional del sistema y pueden constituirse en un ejemplo a imitar para el resto de la sociedad. En este sentido hay al menos tres elementos que estos proyectos sacan a la luz y que, por tanto, incomodan en extremo al poder político y económico:
El primero es dejar en evidencia la inoperante e injusta gestión urbanística por la cual en el estado conviven sin que esto ruborice a los políticos, más de 3 millones de viviendas vacías, con más de 400.000 familias desahuciadas. La gestión del tema es tan deplorable que se ha dado el caso de verdadera esquizofrenia institucional, de que los mismos servicios sociales de los ayuntamientos que quieren desalojar Errekaleor y La Esperanza, envíen a familias que se quedan sin vivienda a dichos proyectos demostrando su absoluta inoperancia para gestionar el problema.
El segundo es que desnuda la mentira de un supuesto Estado social y de derecho, en el que los derechos humanos a pesar de estar reconocidos en tratados y declaraciones o en la misma Constitución, no pasan de ser un mero discurso. Está claro que los millones de parados y paradas, demuestran que se vulnera cotidianamente el derecho al trabajo; los mencionados desahucios, sin alternativa habitacional, vulneran el derecho a la vivienda; los recortes y progresivos planes privatizadores vulneran los derechos a la salud y la educación; y, finalmente, con el último acuerdo sobre refugiados y refugiadas de la Unión Europea y Turquía queda claro que tampoco se respeta el fundamental derecho a la vida humana. En este contexto de vulneraciones, la ocupación de Errekaleor y de La Esperanza constituyen un choque entre el derecho a la vivienda digna propugnado por los proyectos y el derecho a la propiedad privada de los promotores inmobiliarios. La parcialización de los ayuntamientos con los promotores, que solamente busca desalojar para dejar estos terrenos sin uso a la espera de que las vueltas que dan los ciclos económicos los habiliten para una nueva ola de especulación urbanística, deja al descubierto un sistema económico organizado en torno a un único derecho, el de la propiedad privada, en particular la gran propiedad en manos de los poderes económicos.
Finalmente un tercer elemento es el terror que siente el poder político al servicio del poder económico, de que las familias trabajadoras, que han hipotecado sus vidas a deslomarse trabajando para entregarle más del 50% de sus ingresos mensuales en concepto de hipotecas por más de 30 o 40 años a mafiosos/as banqueros/as que además de recibir rescates públicos, no tiene el menor rubor en echarlos a la calle, se den cuenta de que están siendo estafadas por un sistema económico al servicio de unos pocos/as y en el que los/as demás somos carne de cañón desechable ante lo cual, existen otras maneras de organizarse, luchar, resistir y vivir.
Es por eso que Errekaleor Bizirrik y la Comunidad La Esperanza, con sus poderosas similitudes y con sus enriquecedoras diferencias constituyen verdaderas flores de esas con raíz profunda que quiebran el asfalto de lo establecido y defenderlas no es solamente responsabilidad de sus habitantes sino de todos y todas quienes aún creemos en que se pueden construir sociedades de igualdad, libertad y justicia.