El Ayuntamiento quiere desalojar “La Esperanza”

El Ayuntamiento quiere desalojar “La Esperanza”
La Comunidad “La Esperanza” nació a principios de 2013 en Guía, como parte del proyecto de realojo de la FAGC. Es hasta la fecha la ocupación masiva de viviendas más grande del Estado español y una de las más importantes de nuestro siglo XXI. Ha supuesto un refugio para los sectores más excluidos y golpeados de la sociedad y ha intentado ser un ejemplo de asamblearismo y autogestión. Actualmente se enfrenta al mayor desafío desde su nacimiento: el alcalde de Guía, Pedro Rodríguez, quiere echar a la calle a las casi 80 familias que con más de 150 menores componen la comunidad. Así se los ha hecho saber a la mayoría de vecinos de “La Esperanza” en una notificación que, con fecha del 9 de marzo, les ha hecho llegar el pasado día 14 del mismo mes.

En dicho documento se le “requiere” a los vecinos que “desalojen voluntariamente” sus viviendas o que se expongan a las sanciones correspondientes, así como le notifican a las empresas suministradoras de agua y luz que les corten el suministro (recordamos que la comunidad se abastece con cubas de agua y que la luz es de obra).

¿Qué significa esto? Significa que Pedro Rodríguez, diputado en el Parlamento de Canarias por Nueva Canarias, quiere dejar en la calle a más de 300 personas, en su mayoría menores, muchos recién nacidos, sin ofrecer si quiera una alternativa habitacional. Significa que ya ha dado orden de que se les corte el suministro acuífero y eléctrico (aún cuando los vecinos pagan sus propias cubas y siempre han mostrado voluntad de que se les ponga un contador para hacer lo propio con la luz), sin importarle que esto signifique arrojar a una situación de insalubridad a centenares de personas, en su mayoría menores de 12 años. Significa, nuevamente, que el mismo partido que firma acuerdos con la PAH para supuestamente detener los desahucios, que habla de rescatar viviendas protegidas con ese finy que dice por boca de su propio portavoz parlamentario, Román Rodríguez, que “trabajaran para que no se ejecuten más desahucios”, ni siquiera pestañea a la hora de mandar a una comunidad humana al completo a dormir a la calle. Significa que mientras firman acuerdos simbólicos contra la pobreza energética, presentan mociones al respecto, escriben retóricos artículos afirmando que “no se le puede cortar la luz a quienes carecen de recursos”o incluso exigen que “se prohíban los cortes”, no les tiembla la mano al ordenar que se atente contra la salud y las condiciones higiénicas de todos esos niños de los que ya hemos hablado.
Pedro Rodríguez, cara visible de este partido en tanto en cuanto lo representa en el parlamento, lanza este ataque contra los más pobres mientras vomita a cada micrófono que se le acerca su compromiso para erradicar la pobreza; quizás no haya especificado que piensa erradicarla exterminando a los pobres. Y todo ello mientras ejecuta una de las maniobras más hipócritas de funambulismo político: quiere desalojar a una comunidad en la que en la actualidad viven al menos 3 familias que él mismo nos envió para que las realojaramos porque no tenían recursos ni vivienda. Y podemos demostrarlo. Por su parte Nueva Canarias, partido que respalda a quien es capaz de arrojar a toda esa gente a una verdadera situación de emergencia humanitaria, ya ha dado vivas muestras, de punta a punta de la isla, desde Santa Lucía de Tirajana a Guía, de que su compromiso con los desahucios no es más que una cruel burla macabra, un verdadero salivazo en la cara de todos los colectivos sociales que lo vitorean.
Los miembros de la Federación Anarquista de Gran Canaria no se casan con nadie. Su único compromiso es con los que no tienen nada. Dijimos que nos desvinculábamos de la gestión interna de la Comunidad “La Esperanza” y eso seguiremos haciendo; pero también dijimos que en cuanto los vecinos solicitaran nuestra ayuda porque sus techos estuvieran en peligro ahí estaríamos. Vamos a cumplir el compromiso contraído.
Junto a los vecinos, agotaremos los plazos legales y recurriremos hasta donde nos sea posible hasta que se les garantice, a todos y cada uno de ellos, una alternativa habitacional digna y asequible. Toda asistencia o asesoría legal profesional será bienvenida.
Vamos a darle toda la difusión posible a esta injusticia, convocando a los medios contra-informativos y generalistas para que estas familias no puedan ser desalojadas con la coartada del silencio mediático. Queremos que la información traspase el archipiélago y llegue al resto del Estado.
Invitamos a todos los colectivos sociales de la isla a que redefinan prioridades, no se permitan ver esta injusticia desde la barrera y se sumen a apoyar a “La Esperanza”. Se les recibirá con entusiasmo.
Vamos a intentar movilizar a la opinión pública canaria, a conseguir que la gente se posicione contra este desmán recurriendo a la protestas y las movilizaciones. Tomaremos la calle cuantas veces haga falta.
Por último queremos hacer un llamamiento al movimiento anarquista internacional que tanto nos ha ayudado en otras ocasiones para que difunda esta situación y preste todo su compromiso, apoyo y solidaridad a esta comunidad que se ha convertido en referente de nuestra capacidad de trabajo y de nuestro potencial.
Puede que algunos lectores de clase media no comprendan nuestro empeño. Puede que en cuanto oigan la palabra “okupa” se los lleven los demonios y sólo hablen de los males y estigmas a los que se asocia esta condición. Podemos permitirnos discrepar, pero eso no es lo importante ahora. Sólo piensen una cosa: aunque todos sus prejuicios fueran improbablemente ciertos, ¿justifica eso la indigencia de más de una centena de niños? Nuestra conciencia no nos permite dudar.
No vamos a consentir que se expulse a estas familias si no se les asegura antes un techo para ellos y sus hijos. Esa es la reclamación de los vecinos y esa será también la nuestra. Comprendemos bien que cuando te juegas tu vivienda, el bienestar de tu familia, el de las personas que tienes a tu cargo, no luchar no es nunca una opción. Acorralados, puestos ante un precipicio, a los vecinos de “La Esperanza” no les queda otra que resistir, porque no tienen a dónde irse. Se ha iniciado una guerra y ser espectador ya no es una opción. ¿Vas a quedarte al margen?

Entevista de Cazabaret a un compañero

Fuente: Cazabaret

 Cazarabet conversa con…   Ruymán Rodríguez, autor de “Anarquía a pie de calle” (Calumnia, La Malatesta)

Un libro, pequeño, pero que da no en una, más bien en muchas dianas y que habla, además, muy claro de la realidad y  en la actualidad.
 
Cazarabet conversa con Ruymán Rodríguez:
Ruymán, desde tu punto de vista aquí, hoy y ahora, en qué punto se encuentra el ideal y la idea en torno al anarquismo
-Con un potencial infinito, que reside en la necesidad instintiva de la gente de usar nuestras herramientas, en el vigor de nuestras ideas-fuerza y en la proliferación de espacios, pensadores y editoriales; pero con una implantación real muy pobre, provocada sobre todo por la escasez de activistas interesados en implicarse en luchas reales que transciendan de los intereses netamente teóricos de los “iniciados”. Somos como una cabeza enorme, con un cerebro privilegiado, pero con un cuerpo raquítico incapaz de llevar a cabo sus grandes ideas. 

-Es más un anarquismo social o un anarquismo a pie de calle que se ha retroalimentado del 15M y del movimiento indignado..

-Creo que aún no estamos en esa etapa. Y que la etiqueta de “anarquismo social” es equívoca. El 15M, con sus mil defectos, manipulaciones y teledirigismos, fue un impacto enorme para unos movimientos sociales, incluido el anarquista, que creían que el descontento, el cabreo, o incluso la rebeldía, era cosas de especialistas, de “profesionales”. Ver a la gente de a pie levantándose fue un shockpara quienes piensan que todos están equivocados salvo ellos, que el pueblo es demasiado imbécil para protestar. El 15M cogió a la mayoría del movimiento libertario con los pantalones bajados, y en pocas partes se supo asimilar ver a gente no anarquista funcionando de forma anarquista. Los libertarios debieron actuar antes de que lo hicieran los partidos, pero a muchos sus pruritos se lo impidieron, y los institucionales tomaron la iniciativa en la mayoría de plazas, corrompiendo y enfangándolo todo. Las nuevas caras de IU y partidos recién nacidos como Podemos, totalmente imbricados con la vieja política de gabinete que todos conocemos, usaron esa experiencia como cantera y vivero, y ahora como lema electoral. 
Salvo en unas pocas plazas, lo que había de anarquista en el 15M no lo aportaron los anarquistas sino la gente sin ideología definida.
-Por cierto, ¿cómo ves este movimiento, me refiero al 15M?
-Creo que ciertamente pueden tener razón los que ven en él un artefacto de ingeniería social, una válvula de escape para evitar males mayores, disidencia controlada al fin. Pero sinceramente, aunque fuera eso, y sin apoyar en absoluto la mayoría de las cosas que a nivel de reivindicaciones concretas surgieron en el 15M, me da igual su origen. Poca gente sabe que una organización como la I Internacional surgió en gran parte por el interés de Napoleón III en propiciar un encuentro internacional entre los obreros franceses (proudhonianos en su mayoría) y los tradeunionistas ingleses, para transmitir una imagen obrerista y social de su dictadura. Evidentemente la AIT hoy queda en el imaginario colectivo como algo muy distinto. El 15M pudo ser el intento del poder de evitar una revolución violenta en años futuros, pero con eso y todo es evidente que se les escapó de las manos en la mayoría de sitios. Hoy, y aunque sus esfuerzos hayan sido capitalizados por los institucionalistas, hay que reconocer que allí nos conocimos muchos, que por primera vez en años se empezó a desobedecer la ley en masa, que muchos aprendieron otra forma de relacionarse y que movimientos como el de la vivienda deberían reconocer que fue allí donde se nutrió con sangre nueva. 
Como con casi todo, ni lo idealizo (mucho papanatismo, estrategias anti represivas victimistas y contraproducentes, la lacra de la “nueva política” y varios nuevos popes político-mediáticos surgieron de ahí), ni lo condeno a un cuarto oscuro. Creo que la labor de los anarquistas está en trabajar con la gente, radicalizar sus aspiraciones, crear formas nuevas de interrelacionarse, tensionar sus miedos y prejuicios y ejercer de oposición contra el control político y gubernamental. Y eso, sea en clave crítica o constructiva, pasa por implicarse y mancharse para poder hablar. Con las manos limpias nuestras opiniones no valen un carajo.
-Pero como bien dices más adelante para poder llevar a cabo la idea y el ideal de la anarquía cada uno de sus componentes humanos tiene que tejerse bajo el individualismo que guarde la independencia de cada uno y el criterio de cada uno..Como retener, desde las bases y el individuo, un código ético…
-Creo que al contrario del discurso imperante en los movimientos sociales, el individualismo es una herramienta imprescindible. Cuanto más me implico en la lucha social más convencido estoy de ello. Ciertamente hay que saber definirlo. Para mí el individualismo es la antítesis del aristocraticismo, que en realidad es sólo una forma de exaltar una personalidad estrechamente dependiente de las personalidades ajenas, de las personalidades a las que subyuga. El aristócrata, con sus siervos y aduladores, es la menos individual de las personas; tan poco al menos como los más gregarios. Después hay un individualismo de sótano o buhardilla oscura, de resentimiento, de sufrimiento constante y auto martirio que tampoco me interesa. Mi individualismo es el que todos necesitamos para gritar no en una asamblea aún sabiendo que vamos a estar en minoría, mientras tenemos la convicción de defender lo justo. Es el que nos permite que cuando una turba corre tras un individuo para lincharlo tengamos el valor suficiente para ponernos de parte del sujeto y no de la masa. Es el que te consuela si estás detenido en un calabozo y te sientes con fuerzas aún cuando no tienes una red de apoyo fuera. 
En los proyectos comunitarios y la lucha social es necesario incentivar en la gente una gran dosis de individualismo. Para que piensen por sí mismos, para que disciernan entre lo bueno o lo malo no por lo que les diga la moral oficial o la ética al uso, sino por lo que les dicten sus propios sentimientos. Estamos educados para aceptar como moral muchas cosas repugnantes, desde las guerras, al hambre o los presidios. Es la sensibilidad, que es netamente individual, la que hace que nuestro estómago se revuelva ante una injusticia, por mucho que sea moralmente aceptable.
-Todo esto para no ser arrastrados por “impulsos gregarios y apetitos mayoritarios” que acaben por corromper el ideal, siendo primeros corrompidos nosotros mismos….
-En el anarquismo clásico, una idea muy querida por Godwin era la de que el sistema político y económico corrompía a la sociedad y esta a su vez al individuo. En mi experiencia, creo que cualquier forma de autoridad es corruptora, incluso las más sutiles. Hoy el principal pivote de la jerarquía es la cuestión económica, la propiedad, el dinero. Estuve convencido mucho tiempo de que mejorando las condiciones económicas de los individuos éstos mejorarían a niveles personales. Los años de lucha me han demostrado que muchas de las personas cuya situación económica mejoró gracias al trabajo de la FAGC no sólo no mejoraron, sino que empeoraron. Sí, la corrupción es un proceso sistémico y social pero también personal. Hoy estoy convencido de que aún en la sociedad más justa e igualitaria habrá individuos, más o menos numerosos, que sin ninguna necesidad material de ejercer poder, tendrán la necesidad psicológica. Por eso pongo el acento en reforzar la individualidad: es la única garantía de detectar esas actitudes y contrarrestarlas. Al poder desnudo de un individuo, en igualdad de condiciones, sólo se le puede responder con la desobediencia de otro. 
-Pero para luchar contra la corrupción que arrasa desde las personas o los colectivos, primero habrá que establecer medidas preventivas y un programa de transparencia social a todos ya todas por igual…
-Desgraciadamente no hay fórmulas maestras ni varitas mágicas. Evidentemente hemos de cambiar las formas de relacionarnos, deconstruir las estructuras que nos condicionan; pero esto pasa por simultanear la lucha social con la personal. Es otro lugar común en el anarquismo clásico la discusión de si primero hay que cambiar a la sociedad para que después cambien los individuos (idea mantenida por Bakuniny la corriente materialista revolucionaria) o si primero hay que cambiar a los individuos para que después cambie la sociedad (idea mantenida por los pedagogos libertarios y los individualistas). Mi idea es que debe ser simultáneo. No hay cuerpo sano con células enfermas ni viceversa. Hemos de cambiar aquellas cosas que no nos gustan de nuestro entorno al mismo tiempo que forzamos nuestro propio desarrollo. Admitir que las propias certezas, aquellas que guiaban tu vida, eran papel mojado, y seguir buscando alternativas para construir una realidad distinta a la que nos imponen.
-Me da como que, dado el punto en el que se encuentra esta sociedad, hay que empezar de cero con eso de la lucha a pie de calle…primero imprimiéndonos muchas exigencias a nosotros mismos como individuos…
-No sé si deben ser muchas o pocas esas exigencias… Sé que deben de ser las mismas, ni más ni menos, que les reclamamos a otros. 
Por ejemplo, es fácil condenar las manifestaciones más básicas del machismo, las que se detectan en bares, entornos laborales y domicilios; lo difícil es tener el valor de detectarlos en ambientes libertarios. Gente que se asquea ante la bravuconada machista de tasca, que tiene a sus espaldas mil lecturas y talleres sobre feminismo y superación de los roles de género, después puede usar el pretexto del poliamor, de romper con los clichés burgueses, para acabar agrediendo a compañeras y usar ese entorno para explotar confianzas y vulnerabilidades. Con el tiempo he descubierto a racistas confesos, gente sin más ideario que el que le impone la tele, partiendo el pan con migrantes, siendo sensibles y tolerantes, y también a anti racistas profesionales quejándose de que los árabes y senegaleses están “invandiéndonos” y copando todas las casas ocupadas de la zona. He visto tanto clasismo en quienes creen que su dios nos creó ricos y pobres, como entre aquellos que supuestamente quieren abolir la propiedad privada. Al final las categorías ideológicas no sirven de nada. He aprendido a ser comprensivo y a ver los sentimientos que se ocultan tras las palabras, y a no exigirle a los demás nada que no me haya exigido a mí mismo antes. 
-Pero todo esto sin perder un punto en la lucha y en la reivindicación social…y más cuando en los últimos años se ha producido tanto retroceso…no hay que alzar el pie  del acelerador…
-La lucha social, aunque sea a niveles pragmáticos, debe contemplarse como la mejor manera de trazar un puente con la gente de a pie, que son los únicos que tienen algún motivo para rebelarse. Si dejamos de luchar en las calles estas se vacían a la misma velocidad que se llenan las urnas. 
-Háblanos un poco de ese potencial que tiene la reivindicación social a pie de calle y que parece que va y viene, me refiero a que no es nada regular, hubo un tiempo en que las plazas se llenaron, el  Parlamento se cercó, había marchas, manifestaciones, encierros.. la presión se sentía y que, luego, no sé esto ha quedado como muy desactivado…
-Lo que hubo fue una eclosión, pero no se construyó casi nada. Después de 40 años de silencio había una necesidad de hablar, de recuperar la calle como espacio común y también de protestar, de denunciar. La ocasión para ir más allá y construir estructuras desde las que atacar no se aprovechó. La potencia desarrollada en la calle, esa inercia que hacía que en un piquete anti desahucios o laboral pudieran haber 500 personas o en una manifestación 15.000 (me refiero a Gran Canaria) no supo canalizarse hacía otras vías más conflictivas y a la vez constructivas. Fue una explosión de la que no se supo sacar su onda expansiva. Los movimientos reformistas lo asfixiaron todo con burocracia y protocolos inútiles. Las plataformas ciudadanistas más atractivas se llevaron la rabia y la ahogaron en sus interminables asambleas o en sus brillantes titulares televisivos. Los partidos se dedicaron a cazar talentos. El falso pacifismo a señalar a los díscolos mientras aplaudía a la policía armada. Cuando la gente se dio cuenta de que levantando las manos no se conseguía nada, que había que crear y defenderse, ya los ánimos colectivos se habían apagado. Los anarquistas debemos asumir nuestra responsabilidad al respecto. 
Aunque hay que reconocer que, más allá de los errores cometidos, en líneas generales esta dinámica es algo tristemente muy común: flujos y reflujos, pleamares y bajamares, entusiasmo y depresión. Si no se introducen elementos nuevos que galvanicen e irradien hacia el exterior, la sangre se para y la energía se pierde.
Sin embargo, de esa lucha aún queda un poso. No todos se involucraron para hallar un trampolín que les permitiera meterse en la política profesional. Mucha gente ha visto que las plazas pueden ser suyas, que las asambleas pueden ser resolutivas y un grupo de gente reunida puede poner muy nervioso al Estado. De esa lucha quedamos nosotros, y a nosotros nos corresponde no dejar de intentarlo. 
-Te parece que es porque muchas de aquellas gentes han pasado a engrosar las filas de movimientos que empezaron a dar un paso hacia el institucionalismo desde Ayuntamientos a portavoces de movimientos ciudadanos constituidos como siempre y a partidos políticos con representación en instituciones desde Comarcas, al Parlamento o al Senado pasando por Diputaciones o Parlamentos Autonómicos…
-Desde luego, ese ha sido gran parte del problema. Tenemos gente que tomaba a nuestro lado el turno de palabra en la plaza que ha acabado con alguna concejalía o secretaría general. Tenemos gente que ocupaba y paraba desahucios que ahora los consiente desde el ayuntamiento. Gente que era denunciada por la policía y que ahora ordena a la policía local que denuncie a sus antiguos compañeros. Todo esto crea desconcierto, y para muchos no es fácil cargar contra sus conocidos aunque cada vez tengan más cara de represor. Parte del movimiento ha absorbido esto promoviendo la paciencia hacia los poderes públicos, pidiéndonos que les dejemos trabajar, minimizando los efectos del voto o incluso invitándonos directamente a votar. 
No es más que otro tour de forcedel Sistema, que no debería de cogernos tan desarmados. Esto no ha sido más que una forma (hábil, en su primera etapa) de desmovilizar, de vaciar las calles, de reconducir la rabia y convertirla en pasividad, de amordazar a los críticos. La vía institucional y parlamentaria teñida de roja se ha encargado de matar la protesta; al menos lo está intentado. Aunque la canalización le ha salido bien, sus resultados están evidenciado su torpeza. No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo, ni se puede gobernar inocentemente, y la realidad cruda, esa que nos muestra que el colega de barra se transforma en tirano con sólo sentarse en un ayuntamiento, nos salpica toda su bilis a la cara.
Han vaciado la calle, pero al precio de retratarse. Hoy podemos decirle a los posibilitas que se ahorren sus estupideces y que la próxima vez que quieran suicidar su rebeldía se busquen su propia cuerda. Hoy aún queda una oportunidad para la acción anti parlamentaria y anti delegacionista
-Pero la reivindicación a pie de calle debe tener sus límites y líneas rojas… los límites de la lucha social, ¿dónde se encuentran?
-En nuestra propia condición falible. Hemos de asumir que ningún proyecto que iniciemos, ninguno, volverá perfecta a la gente. Somos perfectibles, mejorables, pero nada más. Creer que existe algún modelo social que puede hacer que el león y el cordero duerman juntos, que llueva maná del cielo, que todos los días haga buen tiempo y brille el sol, es religión pero no política. Aún en las mejores condiciones objetivas hay espacio para el abuso y la agresión. No es un determinismo, algo inevitable a lo que estamos condenados; es una posibilidad con la que debemos empezar a contar en nuestros cálculos y estrategias. Dar comida y techo a la gente, proporcionarles herramientas para una educación libre, son cosas imprescindibles que sin embargo no tienen por qué volverles necesariamente mejores personas. El cambio se produce en pocos, en los que ya tenían un interés previo; a otros tristemente les mueve la inercia; pero también hay quien teniéndolo todo de su parte, opta por oprimir a sus semejantes. Barrettdecía que la maldad era cosa de enfermos, y se equivocaba. No es cuestión de buenos o malos sino, como decía Wilde, de aquello en lo que nuestros actos nos convierten. El modelo social imperante nos constriñe a hacer muchas cosas que no queremos, por eso hay que combatirlo; pero quitar ese condicionante no garantiza la armonía. Es un duro trabajo de fondo, el proyecto inconcluso de toda una vida. El límite está en darse cuenta de nuestros propios mitos, de los errores de nuestros teóricos, de la inutilidad de nuestros manuales. La teoría tiene que ser arrastrada por el barro, y sólo así, manchada de realidad, podrá sernos útil. 
Otro límite es no caer en el trabajo de ONG. Cubrir carencias es necesario, pero para demostrar que hay otra forma de hacer las cosas y que podemos funcionar sin Estado. Cuando se hace de forma acrítica, rehuyendo el conflicto, solucionamos los problemas y déficits del Sistema y lo reforzamos en vez de debilitarlo. En la FAGC nos dimos cuenta de esta incongruencia cuando asistentes sociales y ayuntamientos empezaron a enviarnos gente para que la realojáramos. La lucha social no puede permanecer insensible a las necesidades de la gente, pero tampoco puede ser el tapón de las fugas del Sistema ni la oportunidad de reenganche de los excluidos al modelo capitalista. 
-Las estrategias de lucha social, esto de “a pie de calle”, que a mí me gusta tanto como suena…debe ser sólida y estar bien diseñada sin estar reñido, para nada, con el individualismo y nuestro propio código… ¿cómo podemos llevarlo pues a término ejerciendo la mayor de las presiones y que esa sea, respetuoso “con lo individual” para sacar de sus casillas al poder que ahoga a los ciudadanos y ciudadanas?
-Es primordial incidir en el la voluntad y en el propio discernimiento, pero esto no es óbice para trazar un plan colectivo y llevarlo a la práctica. Todo lo contrario: los criterios libres de todos los individuos participantes no son más que filtros que perfeccionan la práctica común. Creo que es necesario quitar el foco de la militancia puramente teórica y propagandística y ponerlo en las necesidades básicas. Creo que viendo lo fácilmente criminalizableque es cualquier ofensiva al Sistema, la mejor forma de hacerle daño es comiéndole terreno desde abajo para que se rompa por arriba, arrebatándole recursos y bienes, medios de producción, colectivizando y socializando lo que Estado y Capital se han apropiado. Esto debe de hacerse de forma directa y sin prerrogativas legales. 
Hay barrios con un 30% ó 40% de casas abandonadas, la mayoría en manos de entidades financieras o estatales. Donde las ocupaciones se hacen en silencio y tratando de rehuir el conflicto. Lo que propongo no es nada distinto de lo que se hacía en los años 20 y 30 del pasado siglo con las fábricas en Italia o España, o lo que ya se hizo en vivienda desde la Comuna de París hasta Kronstadt. Esas ocupaciones deben organizarse, hacerse de forma sistemática y gestionarse por parte del común de los vecinos a través de asambleas y oficinas o comisiones de expropiación. La gente debe sentir esas casas como suyas, parte de su patrimonio común, decidir qué hacer con ellas, encargar a dicha oficina que haga un censo actualizado y pasar a administrarlas y distribuirlas en función del número de personas sin techo y del tamaño y las condiciones de los inmuebles. Esto ya estaba en La Conquista del Pan de Kropotkin y en los inicios de las revoluciones de consejos o soviets. No digo nada nuevo. 
Esto plantea una situación de guerra abierta contra el Capital y el Estado mayor que cualquier veleidad de lucha armada. Es la gente de a pie tomando bienes de consumo en sus manos y gestionándolos, al margen de las leyes, sin intermediarios. Me parece una estrategia que, de aplicarse bien, arrojará grandes resultados. 
No es la panacea, no es ni será una solución definitiva, pero es una buena vía para ir abriendo brecha.
Ruymán, permíteme, por favor que te pregunte porque “eres actualidad”, siendo  el responsable del mayor movimiento de ocupación del estado español(Comunidad de la Esperanza en la localidad de Guía, municipio al norte de la Isla de la Gran Canaria ), cosa que te ha acarreado represalias y de las serias, Cuéntanos, por favor, primero que nada de ese movimiento…
-Son 4 bloques de viviendas embargados a una constructora por Bankiay después por la SAREB que ocupamos, negociando con la propia constructora, a comienzos del 2013. Según habilitamos las instalaciones, empezamos a meter familias. A mediados de ese año eran 20, a finales del 2015 ya eran 76. Nuestra idea era primero paliar la urgente necesidad de techo que hay en la isla, y después pensamos en ensayar otras formas de convivencia. Este febrero se cumplen tres años desde que entró la primera familia a vivir allí. 
-El proyecto pretende que familias con muchas necesidades básicas las afronten juntos, se unan, conviviendo y tratando de saldar los problemas, recurriendo para ello con la asamblea. Cuéntanos…
-Como te comentaba, nuestro propósito también fue mirar la viabilidad de una microsociedad libertaria, a escala. El asamblearismo para nosotros dejó de ser sólo una forma de decisión de colectivos o de grupos reducidos y se convirtió en el órgano de gestión de una población de 300 personas. El apoyo mutuo, la idea de aportar según las posibilidades y recibir según las necesidades, fueron conceptos que abandonaron el campo de las consignas y se convirtieron en herramientas de supervivencia. La acción directa, actuar sin intermediarios, era la forma de resolver todos los problemas técnicos y también, siempre que fuera posible, los de convivencia. Al final conseguimos vivir en una versión particular de anarquía que para los vecinos fue especialmente funcional y para nosotros un bagaje inagotable de conocimientos empíricos. 
-Amigo ¿y a quién puede molestar que la gente busque solventar sus problemas?, ilumíname porque no logro verlo
-A los poderes económicos y políticos. Demostrarle a la gente que podemos funcionar y gestionarnos sin Estado ni capitalismo es un atentado a su hegemonía ideológica y a su monopolio industrialista. Esto es como el síndrome de Münchhausen por poder. La persona afectada convence a otra de que está enferma y débil y de que depende de ella para su desarrollo, pero en realidad es esa persona que finge cuidarnos la que nos está enfermando. El Sistema padece la misma enfermedad y nosotros sufrimos sus consecuencias. Nosotros, que lo mantenemos con nuestro trabajo, renuncias y humillaciones, estamos firmemente convencidos de que dependemos del Sistema para sobrevivir, de que moriríamos sin él, cuando en realidad sería el Sistema el que moriría si nosotros dijéramos basta y nos organizáramos de otra forma. El ejemplo del hombre encadenado de Malatesta nos habla sobre lo mismo. 
Eso es lo que molesta a esta gente: si nos organizamos de forma autónoma y les quitamos sus recursos, ellos pierden sus privilegios. 
-¿Cómo te empezaron, por ello, a llegar las represalias y problemas?
-Ha sido una constante. Identificaciones arbitrarias, fotografías hacia mi domicilio, intentos de intimidación. Lo más grave fue el secuestro que sufrí a finales de abril del año pasado y las torturas posteriores. A consecuencia de ello la Guardia Civil se vio ante el problema de tener que justificar mi detención y mi estancia en calabozos, así que uno de los agentes, el principal responsable de las torturas, alega que el agredido fue él. Con lo cual, además del secuestro, las amenazas y las lesiones, ahora me encuentro en un proceso judicial por atentado a la autoridad. 
-¿Has padecido lo que podríamos mencionar o calificar de “odio ideológico”?
-Sí. Ellos son policías y yo anarquista, no espero otra cosa de ellos. Soportan a los anarquistas cuando se limitan a escribir, a proyectar películas y debatir, pero cuando tratan de llevar sus ideas a la práctica entonces son una amenaza. Ellos defienden la ley y los privilegios que son incompatibles con nuestras vidas. Su odio es proporcional a nuestra incidencia social y capacidad de trabajo, pero no siempre: también lo es a los cálculos e intereses políticos de quienes los dirigen. 
-¿Qué papel ha jugado la policía y la Guardia Civil en todo esto?
-Han sido el brazo ejecutor de una serie de acosos que principalmente pretendían desestabilizar el proyecto de la Comunidad “La Esperanza” y posteriormente destruir a la FAGC. Cuando me secuestraron su único interés era amenazarme, hostigarme, tratar de meterme miedo para que abandonara el municipio y la lucha. Al ver que no surtía efecto fue cuando recurrieron a la violencia física. Sin embargo, espero que a estas alturas se hayan dado cuenta de que eso tampoco nos afecta: hemos seguido realojando, asesorando desahucios e incluso amenazamos con una huelga de alquileres que impidió el desalojo de más de una decena de familias. Estamos trabajando más que nunca, levantando la Oficina de Expropiación Popular e implicándonos en proyectos habitacionales de envergadura. 
-¿Has observado solidaridad y fraternidad entre el resto de la población o más bien , las más de las veces , has visto y/o sufrido de aquello de:”ándese yo caliente….y mientras tenga el lomo caliente…”?
-Ambas cosas. Cuando la FAGC era menos conocida sufríamos la represión con muy poca cobertura. Incluso los colectivos y sindicatos más cercanos geográficamente miraban hacia otro lado. Actualmente nuestro trabajo ha tenido mayor repercusión y son muchas y muchos los compañeros que ante la represión se han puesto a nuestro lado, hombro con hombro, gritando por nuestra libertad. Hemos recibido mucho apoyo y calor sobre todo del resto del Estado español, pero también en países como Alemania, Grecia o Venezuela. 
La campaña iniciada por los compañeros en la península ibérica antes del juicio del 16 de febrero, con más de un millón de mensajes en las redes sociales, es algo que nunca podremos agradecerles. Hoy por hoy sí nos sentimos arropados, y mucho. 
-¿En qué momento te encuentras ahora, respecto a la justicia, me refiero…?
-A espera de sentencia. Se mantiene la petición por parte de la acusación particular (el abogado de la Asociación Española de la Guardia Civil) de que se me impute un delito de atentado a la autoridad y las consiguientes penas de cárcel. Lo único positivo es que se ha denunciado de oficio al guardia civil que me estranguló por las agresiones. Todo está en el aire. Por mi parte, y a pesar de tener ahí esa espada de Damocles sobre el cogote, voy a seguir luchando, ajeno a sus operetas judiciales.

La vida sigue

(Texto del Grupo Pensamiento Crítico como balance del 2015)
  
El año 2015 ha quedado atrás sin pena ni gloria. Las elecciones han pasado —da igual el resultado— y los nuevos padres de la patria tomarán decisiones que afectarán a nuestras vidas, generalmente para mal. Ojalá nos equivocáramos en esta predicción pero la historia habla por sí misma, solo resta dejar pasar el tiempo para obtener la confirmación. En realidad, no hay nada nuevo de lo que extrañarse. El balance más positivo que podemos hacer es el que viene derivado de nuestro aprendizaje, de nuestra práctica cotidiana. Los trescientos sesenta y cinco días pasados no han sido fáciles, ni lo serán los siguientes porque todavía no ha llegado el momento de relajarnos y bajar la guardia, al contrario; el tiempo presente nos exige más esfuerzo, y, sobre todo, inteligencia colectiva. Muchos proyectos auspiciados bajo el impulso libertario han salido adelante y de ello deberíamos sentirnos satisfechos. En los éxitos y en los errores hemos crecido un poco más, incluso hasta es posible que nos hayamos vuelto personas más sabias.
La experiencia de la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) en la Comunidad «La Esperanza» es un buen ejemplo de lo que hablamos. El gran trabajo que han realizado ha tenido sus frutos aunque esos frutos hayan supuesto un gran esfuerzo para sus inspiradores y más de una decepción; a fin de cuentas, vivimos donde vivimos, y el camino de construcción de una nueva sociedad está plagado de obstáculos, unos visibles y otros no. La Comunidad «La Esperanza» ha sido una de las ocupaciones mayores de Europa. La opción que en su momento tomó la FAGC con respecto al problema de la vivienda fue no limitarse a ir a la contra de las indignas políticas sociales del Estado o simplemente ejercer resistencia —como se suele hacer en la mayoría de las ocasiones, o al menos eso es lo que parece—, llegaron más lejos, y elaboraron un proyecto complejo pero bastante bien situado en su entorno social. Desde el principio han pretendido que sean las personas implicadas en la ocupación las que gestionen sus necesidades básicas. En ese contexto ha existido una labor pedagógica —no siempre lograda— de concienciación sobre los significados del Apoyo Mutuo y el poder de la asamblea como órgano de administración comunitaria. Un compañero participante definió la experiencia como pasar de la teoría a la propaganda por la acción, como objetivo a corto plazo; a largo plazo, hacer que las personas participantes interiorizaran un modelo de acción social y de vida, sin atajos, sin dirigismos, sin delegación de poder salvo en los aspectos técnicos. Evidentemente, el proyecto será lo que decidan sus participantes, luego el resultado final es incierto mas a pesar de ello muy valioso. La FAGC lo ha explicado bien en su comunicado de fecha 30 de noviembre de 2015. Han aprendido que el trabajo bien hecho no significa necesariamente una devolución justa y equilibrada por parte de los que se han beneficiado de él —sin generalizar—. Si nuestras mentes estuvieran abiertas al cambio y preparadas para la revolución no estaríamos, probablemente, escribiendo estas líneas, no serían necesarias. Por tanto, si bien la estrategia ha sido buena, quizá un cambio de táctica no les ha venido mal para paliar las frustraciones propias de las luchas, casi siempre difíciles, cuando no perdidas de antemano. Además, su experiencia, al ser comunicada, pasa a formar parte de nuestro saber colectivo. (Para ampliar la información sugerimos consultar la web de la FAGC. http://www.anarquistasgc.net/)
 

La experiencia de la FAGC en la Comunidad «La Esperanza» nos recuerda mucho la Comunidad «La Cecilia» organizada en Brasil entre 1890 y 1894 bajo los principios libertarios y que llegó a estar compuesta por 300 personas. Deseamos que la vida de «La Esperanza» sea más larga.

El artículo Ideal y Realidad de Malatesta es una reflexión precisa y contundente sobre el contraste entre nuestros ideales y el medio ambiente en que nos desenvolvemos. Es indudable que aunque no nos guste es muy difícil vivir absolutamente al margen, a lo sumo nos desenvolvemos en las periferias del Sistema, y aunque pidamos lo imposible —es necesario hacerlo así—, la práctica nos enseña que las tácticas pueden ser diferentes en función del contexto y el momento histórico, y el resultado nada seguro.
Hay que afrontar la realidad con lo que somos y tenemos, no solo por los distintos niveles de conciencia política que existen sino también por el propio desarrollo interior y conductual de los que nos consideramos adeptos a La Idea. Aunque siempre pregonemos que la conciencia transformadora, la lucha política, está intrínsecamente unida a la vida personal, mucho nos tememos que nuestras conductas con esas otras personas que denominamos afines en ocasiones dejan que desear. Evidentemente, queremos cambiar el estado de las relaciones de dominación, pero de manera prioritaria tendríamos que tener presente dónde nos hemos educado, y por tanto, el bagaje autoritario que arrastramos, lo que nos obliga a transformarnos primero a nosotras mismas. Nuestras conductas aisladas, incluso entre compañeras y compañeros distan de guardar la suficiente coherencia con la tan ensalzada moral libertaria. Quizá una consigna que nos debería impulsar hacia adelante sería: ¡Cambiemos el mundo cambiando nosotros primero!
Así, mientras avanzamos dos pasos, retrocedemos uno, y pensamos en el objetivo siguiente, sentimos en nuestros cogotes el aliento de los perros de presa del Estado, amenazadores, advirtiéndonos con sus operaciones fantasmas que están ahí. Su preocupación y vigilancia nos indica que no debemos estar haciéndolo demasiado mal cuando inspiramos sus planes represivos y no nos quitan el ojo de encima.
No podemos dejar de apuntar algunas notas al ruido producido por la bofetada que sufrió el Presidente Rajoy durante el mes de diciembre. El escándalo ha sido mayúsculo. Hasta las buenas gentes han reprobado el acto por insólito, obviando que él ha sido y todavía es el máximo responsable en nuestro país de las políticas neoliberales que han infligido un gran sufrimiento a millones de personas. Los tertulianos, los políticos profesionales y los aprendices de brujo, que todavía están en el banquillo, se han apresurado a condenar el acto y a explicar a quienes les han querido oír que hay que respetar las reglas del juego. La sumisión es la ley del Estado. Cedemos nuestra libertad a cambio de una falsa seguridad. Y si deseamos cambiar algo para eso tenemos los votos cuatrienales. Uno de estos contertulios, que pueblan habitualmente los alienantes programas televisivos, dijo con mucha cordura: Por suerte, la tensión que ha habido estos años, al final se ha reconducido hacia los procesos electorales. Es decir, hemos sido aplastados por el denominado posibilismo y el aventurerismo cínico, que no ignorante, de los nuevos políticos con cara de niños que juegan en las rodillas de sus padres sistémicos, conscientes de que aunque lloren y protesten, sus progenitores siempre van a decir la última palabra. Eso sí, les dejará incordiar un poco, siempre y cuando no molesten demasiado y cumplan las reglas. La población, la ciudadanía, las gentes de este nuestro país, cree los discursos de los unos y los otros porque también cree en Dios, y, por supuesto, en absoluto confían en sus propias fuerzas y capacidad revolucionaria derivada de la suma de voluntades. Desde luego, es mucho más fácil votar que enfrentarse al todopoderoso Estado. 
Desde estas páginas solo podemos desear a todas las personas que a diario construyen una nueva realidad desde sí mismas, un feliz y próspero viaje hacia ese horizonte de autorrealización y lucha que supone abrazar La Idea.

Comunidad La Esperanza: el experimento libertario en Gran Canaria

Un artículo de Bea del Corte e Iris Rodríguez para LaColumna.cat

Con una gestión horizontal y autogestionada, se forma la mayor comunidad okupa de España, una experiencia libertaria llevada a cabo por gente no anarquista. Son las setenta familias que viven en ‘’La Esperanza, lo último que se pierde’’ en Gran Canaria.
A principios del 2013, inmersos en un gran entorno de precariedad social en Canarias: paro –un 35% según la última EPA-, desahucios –más de 4.000 ejecuciones hipotecarias en el último año según el Consejo del Poder Judicial-, crisis económica y de precariedad laboral, un grupo de familias entraron a okupar un bloque de pisos vacíos en el municipio de Santa María de Guía, al norte de la isla de Gran Canaria, una de las 7 islas del archipiélago canario.
En una coyuntura social en la que la okupación de pisos vacíos está cada vez más legitimada debido a la crítica situación de la vivienda, lo que diferencia esta comunidad okupada es la organización que les apoyó en la acción. Fue la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC), que dio pie a una organización vecinal y comunitaria compleja pero enriquecedora. Hoy 200 personas viven allí. Son la comunidad Esperanza, “lo último que se pierde”.
La federación anarquista planteaba esta lucha social con un objetivo primordial: solucionar la falta de vivienda, además de conseguir el favor social de una mayoría que legitimase su acción, propone una reivindicación en clave de conflicto. “Si te limitas a proporcionar servicios básicos, el capitalismo vuelve a ser el mejor sistema para la gente y eso no genera ningún aprendizaje”, explica Ruymán Rodríguez, portavoz de la federación.

Se creó así la gestión libertaria de un espacio común. Sin embargo, el proceso tanto previo como durante la okupación fue complejo. La legitimación social de esta acción implicó un gran trabajo base, muchas reuniones con vecinos de los barrios con mayor riesgo de exclusión social y que más están sufriendo las consecuencias de la crisis, con okupaciones puntuales de pisos vacíos hasta que apareció la posibilidad de entrar a vivir en un edificio que la constructora Piornedo había dejado sin acabar en Guía, Gran Canaria.
La idea inicial era acompañar a los nuevos inquilinos en el inicio del proyecto, darles las herramientas para coordinarse y posteriormente desvincularse de la okupación como colectivo. Setenta familias se acabaron uniendo al proyecto; en las que el asamblearismo fue la principal forma de organización en la comunidad. Aunque como cuenta Ruymán, miembro de la FAGC y habitante del edificio durante año y medio, las dinámicas asamblearias son complejas de aplicar si no se tiene cierta experiencia. Se consiguió generar el entendimiento y funcionamiento necesario de las comisiones, pero cuando la federación anarquista quiso desvincularse de la okupación -para convivir sin una ayuda que pudiese politizarlos- , se crearon “golpes de estado autoritarios dentro de la propia comunidad”. La FAGC tuvo que volver a vincularse para ofrecerles herramientas de organización, generar espacios de aprendizaje y formación y crear comisiones de gestión de la comunidad y de resolución de conflictos.
En La Esperanza viven con luz de obra, bidones de agua y aproximadamente un 30% de los vecinos se alimentan a partir de una huerta común. Hay una importante variedad étnica y con ella los consecuentes prejuicios y sub-prejuicios dentro de los propios inquilinos. Actitudes sociales que describen a la perfección la estructura social en la que vivimos, cargada de estereotipos y categorías.
Entre las más de setenta familias hay una gran diversidad de perfiles, familias, inmigrantes, niños, parados de larga duración, trabajadores precarios, etc. Muchos de ellos son profesionales de la construcción que se quedaron inactivos después de la crisis del boom inmobiliario, por lo que se encargan de resolver cualquier problema técnico o de infraestructura en el edificio, apunta el portavoz de la comunidad.
Respecto a los roles de género, es evidente que se mantienen en tanto que es muy complicado sacar a las personas de sus actitudes intrínsecamente machistas, explica Ruyman. Sin embargo, el rol de fuerza masculina se pudo ver diluído ante el papel de las mujeres en la resolución de todos los conflictos que se daban en la comunidad. El empoderamiento de la fuerza femenina no solo se da a través de formaciones y talleres.
A nivel legal, el bloque de la comunidad pertenece a la SAREB -Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria-, conocido como el banco malo. Algunos de los problemas que se pueden presentar es un desahucio cautelar por algún problema estructural (como un incendio o inundación). Por lo que ahora se encuentran en el segundo intento de desligarse de la federación anarquista, ya que los vecinos cuentan con mayor experiencia en gestión asamblearia y deben enfrentarse a una nueva situación. En primer lugar, piden al Ayuntamiento que les ayude a regularizar los suministros para el abastecimiento público de luz y agua, pagando lo que corresponda; también demandan que asuma la titularidad de las viviendas con un alquiler social asequible a sus ingresos, siempre siguiendo con los patrones de su gestión libertaria.
Ante las críticas posibles a que con el soporte de la FAGC a la comunidad se produjese una influencia ideológica, el portavoz no duda: “una vez les ofrecemos las herramientas, decidimos que el papel de la Federación debe cambiar: abandonar el rol paternalista y dejar que la comunidad evolucione por sí sola; aunque como libertarios no nos sintamos identificados con sus futuros actos o decisiones”.
En definitiva, no buscan con sus acciones solucionar una cuestión habitacional sino plantear soluciones a problemas sociales abriendo una grieta profunda en el sistema: dejar de retroalimentarlo. El archipiélago canario, con más de 2.100 millones de habitantes (800.000 en Gran Canaria), es de las comunidades con mayores riegos de exclusión social. Aproximadamente un 30% de personas viven bajo el umbral de la pobreza y un 16% de familias tienen todos sus miembros en paro (INE). Pero además, tiene una de las mayores incoherencias del sistema: existen cerca de 130.000 viviendas vacías (según la PAH Canarias) y unas 21.000 familias solicitantes de vivienda (según el gobierno autonómico).
El portavoz de la Federación Anarquista de Gran Canaria es consciente de la particularidad de esta experiencia libertaria. Es un producto consecuente de la crisis, llevado a cabo por gente no anarquista, fruto de la necesidad de plantear alternativas a la desigualdad social.

Comunicado de desvinculación

En los últimos 2 años la FAGC ha dedicado el 70% de su esfuerzo y tiempo a la Comunidad «La Esperanza» (desde que socializó sus bloques a comienzos del 2013). En el último año podría decirse que casi el 100%. Sí, hemos convocado piquetes y parado desahucios, hemos asesorado a una media de 5 personas diarias sobre vivienda, hemos realojado a familias fuera de la Comunidad y hemos participado en otros proyectos habitacionales; pero ha sido «La Esperanza» el que se ha llevado gran parte de nuestras energías y recursos. 
«La Esperanza» (que en un principio no tenía ese nombre) nació con la aspiración de ser esencialmente un proyecto de realojo, aunque siempre supusimos que por sus características, si se hacía bien, podía convertirse en una de la ocupaciones más grandes del Estado, en un referente. La aspiración de que pudiera ser también un modelo a escala de sociedad libertaria vino un año después, y surgió no sólo de unos ideales sino, sobre todo, de una urgente necesidad de conseguir que el proyecto funcionara y superara derivas poco prácticas y autoritarias. 
El compromiso de la FAGC con el nuevo viraje del proyecto fue total: algunos miembros fueron a vivir allí a tiempo completo, se volcaron en la organización del proyecto y trabajaron con todas sus fuerzas en labores que iban desde mantenimiento, realojo, el huerto o garantizar el suministro de agua. Invirtieron sus pocos ingresos personales y los del resto del grupo en ayudar a que todo marchara. Se expusieron públicamente y sufrieron por ello el acoso policial y un torbellino de denuncias y multas que aún está lejos de acabar. Más no pudieron hacer con lo que tenían.
Y ¿para qué tanto esfuerzo? En primer lugar para conseguir darle a la gente sin hogar un techo, ese es el hecho primigenio desnudo. Después para demostrar, a los afectados, a la sociedad y a nosotros mismos, que las herramientas anarquistas (de apoyo mutuo, de actuar sin intermediarios y de vulnerar sistemáticamente el arbitrio de la ley) eran inminentemente útiles y una vía práctica para mejorar las condiciones de vida y acercar la emancipación económica. En una clave más ambiciosa, para contrastar la viabilidad de un pequeño sistema anarquista a través de la experiencia en una comunidad humana organizada voluntariamente de forma libertaria. 
Con el paso del tiempo la totalidad de esos objetivos se cumplieron (de forma positiva hemos de añadir), pero la realidad y el día a día nos fue poniendo otros objetivos improvisados en nuestra agenda.
Partiendo de que el Estado no permitiría que la ocupación se prolongara sine die, pusimos los mimbres para conseguir algo con lo que, en conciencia, no estabamos de acuerdo: conseguir la regularización de la ocupación. La causa mayor era garantizar el suministro regular de agua, pero para ello había que partir de un intento de «legalización». Redactamos las exigencias tratando de hacer un planteamiento realista y asequible, rellenamos documentos legales y solicitudes y llevamos estas demandas a los medios de comunicación. Pero en nuestra calidad de anarquistas se nos planteaba un dilema: recorrer la vía legal hasta el final y hacerlo ejeciendo un papel de mecenazgo que precisamente intentamos demoler desde que iniciamos el proyecto. 
Después de largas reflexiones hemos llegado desde hace meses a una resolución que hoy hacemos pública:
La FAGC se desvincula de la Comunidad «La Esperanza». Algún miembro seguirá colaborando con el proyecto, pero lo hará a título individual. 
Creemos que para que la Comunidad se haga responsable de sus propios errores o aciertos es necesario que rompa el cordón umbilical con cualquier colectivo o persona, por insertos que estén en ella. Creemos que lo importante no es guíar el camino ajeno, sino compartir las herramientas para recorrerlo; la Comunidad ya tiene dichas herramientas asamblearias, autogestionarias y libertarias, y si las sigue usando o las desecha solo a ella le compete. Creemos que para que pueda recorrer, si lo estima necesario, la vía legal hasta sus últimas consecuencias, es necesario que no cuente con la cortapisa de un grupo de personas que precisamente iniciaron el proyecto como desafío a la legalidad y que se declaran al margen de esta en su hacer cotidiano y en sus aspiraciones políticas. Creemos que aunque eso supusiera la muerte del proyecto, o la deriva de la Comunidad hacia posiciones autoritarias, partidistas o pro estatistas, en eso se basa precisamente la anarquía: en permitir que la gente decida por sí misma, con independencia de que las decisiones que tomen no sean las más adecuadas. 
Sabemos que en cuanto esto circule partidos y colectivos que responden a intereses muy concretos irrumpiran en la Comunidad (de hecho tenemos constancia de que ya lo han hecho), pero no iniciamos esto para ponerle nuestro label a nada ni para atesorar ningún mérito; lo hicimos por convicción, y esta no necesita alimentarse con premios, proselitismo o reconocimientos. 
Hemos aprendido mucho en esta lucha y son precisamente estas lecciones las que nos han llevado a reafirmar lo que ya no son sólo teorías, lo que nos hace firmar este comunicado: cada uno debe responsabilizarse de sus propios actos; se ayuda más alguien compartiendo herramientas con él pero dejando que se desenvuelva por sí mismo que solucionando todos sus problemas; la lucha por la igualdad económica no garantiza ausencia de actitudes jerárquicas y es necesaria una evolución interior; más que fomentar valores comunitarios hay que desarrollar conciencia individual y criterio propio; cambiar las condiciones materiales de la gente es sólo un trazo de un cuadro más amplio, si no cambiamos el dibujo por completo ese trazo será sólo una mancha oscura e imperceptible sobre un fondo negro. 
En breve daremos a conocer todas estas lecciones a través de un texto más profundo y amplio. Mientras, sólo podemos ratificar que aunque con el paso del tiempo llegue a olvidarse la labor de la FAGC en «La Esperanza», su participación en una de las ocupaciones más grandes de este joven siglo, nosotros seguiremos luchando, en otras barricadas, con otros objetivos, pero siempre en el mismo frente. Y eso sí: si algún día se llegara a producir el desalojo de «La Esperanza» ahí encontraran a la FAGC, en el piquete, megáfono en mano, con el puño airado, cerrando el paso a los desahuciadores, codo a codo con sus antiguos vecinos. 
FAGC

Entrevista para A-Radio Berlín

Aprovechando nuestra participación en el pasado «Otoño Libertario» que organiza el Sindicato del Metal de la Federación Local de la CNT madrileña, los compañeros de GLAD (Grupo Libertario de Acción Directa) tuvieron a bien entrevistarnos para la Radio Anarquista de Berlín. 

Aquí está el enlace original y una breve introducción a la entrevista: La FAGC y la Comunidad La Esperanza
Aquí un interesante análisis de la misma que hemos encontrado por la red: «La Esperanza»: Honestidad y experiencias

Y aquí la subida a youtube: 

[youtube=https://www.youtube.com/watch?v=d2trZSaMEkc&w=320&h=266]

Entrevista a la FAGC del Pèsol Negre

Parlem amb companyes de la Federació Anarquista de Gran Canaria

Cuando La Esperanza es la última opción

Por Guille Larios, Santa María de Guía en La Directa

El proyecto de okupación más grande del Estado español, en Gran Canaria, aloja familias con elevado riesgo de exclusión social. “De todos los excluidos sociales, en la Esperanza viven los más excluidos”. Así comienza la presentación Ruymán Pérez [Rodríguez], miembro de la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) y portavoz de la Comunidad Esperanza, para describir la […]

El proyecto de okupación más grande del Estado español, en Gran Canaria, aloja familias con elevado riesgo de exclusión social.
“De todos los excluidos sociales, en la Esperanza viven los más excluidos”. Así comienza la presentación Ruymán Pérez, miembro de la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) y portavoz de la Comunidad Esperanza, para describir la situación humana en los bloques de pisos ocupados en el municipio gran canario de Santa María de Guía y los terrenos que conforman la okupación más grande de España.
La Esperanza es un proyecto para alojar familias con elevado riesgo de exclusión social y desamparo. Sólo pueden residir familias con menores a cargo, que no dispongan de ninguna propiedad y reciban menos de 426 euros mensuales (correspondientes a la prestación canaria de inserción (PCI)). Sin embargo, una parte de los cuatro bloques ocupados, formado por viviendas individuales, se destina al re-alojamiento de personas solas con trayectorias vitales de riesgo.

“Aquí, la mayoría de personas provienen de situaciones de pobreza crónica y desahucios, de la indigencia, los malos tratos domésticos, la inmigración sin papeles, la malnutrición, las enfermedades crónicas y la recogida de chatarra. La Esperanza no es un empleo más; a pesar de la convicción y la reivindicación, está movida por la supervivencia y la necesidad. Es la última salida antes de caer en la pobreza y marginalidad “afirma Ruymán.
Formada por cuatro grandes bloques de pisos inter-comunicados color verde pastel y unos terrenos anexos que las familias desescombrar para convertirse en un huerto del que abastecerse, una gran grúa brota desde una de sus calles interiores; herencia inamovible que se ha integrado como parte del paisaje comunitario. La puerta de acceso se encuentra integrada en un gran muro levantado por las vecinas para resistir un eventual desalojo y, encima, un mural hay reza: “Comunidad la Esperanza: lo último que se pierde”.
La comunidad nació en enero de 2013 impulsada por la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) y fortalecida por las luchas que tomaron fuerza a las islas con el 15M contra los desahucios, que golpearon con fuerza el archipiélago. Los cuatro bloques de viviendas fueron puestos a disposición de 73 familias sin recursos, un total de 260 personas, 160 de las cuales son niños.
Los cuatro bloques de viviendas fueron puestos a disposición de 73 familias sin recursos, un total de 260 personas, 160 de las cuales son niños
La FAGC, que en ese momento desarrollaba iniciativas como el Grupo de Respuesta inmediata contra desahucios y la Asamblea de inquilinos y desahuciados, contactó con la propietaria de los bloques deshabitados y obtuvo una cesión para alojar familias sin recursos.
Aún así, Ruymán defiende que la labor de la FAGC no es el asistencialismo; “En un primer momento, liberamos una vivienda para que la gente tenga una base desde donde empoderarse y ofrecemos las herramientas y principios libertarios como forma de organización y vertebración comunitaria.
A la Esperanza se apuesta por la acción directa, el apoyo mutuo, el asamblearismo y la democracia directa. La FAGC se desvincula de cualquier tipo de “tutela” y la forma de gestión interna y la supervivencia pacífica de la comunidad depende de todas las vecinas “aclara
Organización interna
Celebrada un domingo al mes al “Assambleatori” y abierta a todas las residentes que quieran decir la suya, la asamblea es el máximo órgano de poder y decisión de la comunidad. Allí se debaten los problemas comunitarios y los objetivos a alcanzar, aunque las agresiones o conflictos que imposibiliten la convivencia se plantean en asambleas extraordinarias puntuales. “Si hablamos de actitudes persistentes y la asamblea decide expulsar a alguien, la FAGC la realoja en otra vivienda, fuera de la comunidad” explica Ruymán.
Diferentes comisiones rotativas se reparten las tareas y objetivos comunitarios; los re-alojamientos de nuevas familias (actualmente con una lista de espera para otras 70 familias), el mantenimiento de los espacios, el trabajo en el huerto y el asesoramiento legal.
La comisión de economía tiene especial relevancia, ya que gestiona la aportación voluntaria de 25 euros mensuales por familia que, sobre todo, van destinados a sufragar el agua que abastece la comunidad. “Durante varias horas al día, el agua está cerrada y tenemos políticas de racionamiento verano-invierno” explica Ruymán. Esta comisión también gestiona las donaciones que personas y colectivos de todo hacen hacia la comunidad y que provienen, hasta la fecha, de movimientos libertarios ibéricos.
“Aunque la mayoría de gente no proviene de entornos militantes o activistas, funcionamos con principios libertarios porque son los más prácticos para organizarnos. Es un “anarquismo de barrio”, huyendo de grandes teorizaciones, porque prima la supervivencia. Vivimos en condiciones de extrema precariedad; se dan situaciones muy complicadas que no aparecen en los libros ya veces hay que improvisar “señala Ruymán.
“Aquí no somos el sexo débil” defiende la María, víctima de violencia de género en el pasado y que ahora lucha por que los servicios sociales le devuelva a sus hijos. “Llevamos parte del peso de la comunidad, gestionando comisiones, mediaciones y trabajos manuales. Es un feminismo espontáneo pero también consciente “.
Represión
Por otra parte, las residentes de la comunidad denuncian las continuas presiones ejercidas desde la Guardia Civil de Guía en forma de seguimientos, diligencias policiales, intimidaciones e identificaciones.
El mismo Ruymán fue detenido por agentes secretas de la Guardia Civil cuando salía de la comunidad el pasado Abril y fue llevado a dependencias policiales. “Fui golpeado y torturado durante 24 horas y recibí amenazas para que abandonara la comunidad y el municipio” declara. Una vez en libertad, Ruymán denunció los hechos con la juez a la vez que los agentes le imputaban un delito de atentado contra la autoridad.
Las residentes de la comunidad denuncian las continuas presiones ejercidas desde la Guardia Civil de Guía en forma de seguimientos, diligencias policiales, intimidaciones e identificaciones
“A comisaría me dijeron que me comería cinco años de prisión. Estamos a la espera de juicio. No me importa, es una estrategia de acoso y derribo de lo que hemos construido aquí. Quieren desestabilizarnos y me atacan porque creen que tenemos “líderes”, pero esto es horizontal y se sostiene solo “defensa Ruymán.
“A Guía no somos bienvenidos” explica Rocío, tesorera en funciones de la Comunidad. “Es un pueblo con un alto nivel adquisitivo, casi aristocrático. La GC nos acosa y dice que llenamos el pueblo de “basura”, en referencia a las personas de la comunidad, porque muchas de nosotros venimos de barrios guetificats de la isla con un fuerte estigma, como Jinama “explica.
“Tenemos los mismos problemas que cualquier comunidad de vecinos, pero somos pacíficos y vivimos tranquilamente, lo tenemos todo limpio y habilidad para los niños. Tenemos mucha más exigencia que el resto de familias de la isla; los servicios sociales venden cada día y amenazan con quitarnos los niños si algo no les gusta. “
Canarias, dañada por el paro y los desahucios
Las islas Canarias se basan en una economía terciarizada (75% de los puestos de trabajo), impulsada por el fuerte sector turístico. El año 2014, el archipiélago recibió cerca de 9,6 millones de visitantes, principalmente británicos y alemanes. Los últimos años, esta orientación hacia el turismo en las islas fue aparejada con un incremento del sector de la construcción.
Por el contrario, según el último informe de la Plataforma por la dignidad de las personas sin hogar, de 2012, cerca de 600.000 personas vivían en Canarias bajo el umbral de la pobreza y tan sólo un 25% de los hogares no presentaba ningún indicador de exclusión social.
Cerca de 600.000 personas vivían en Canarias bajo el umbral de la pobreza y tan sólo un 25% de los hogares no presentaba ningún indicador de exclusión social
Por otra parte, las elevadas tasas de paro han convertido crónicas los últimos años en las islas hasta convertirse en un mal social endémico que abarca diferentes estratos de población. Se trata de la comunidad autónoma con un mayor porcentaje de familias con todos sus miembros en paro (16%) y con una tasa de paro estabilizada en los últimos años en torno al 30%. Un 52% de las personas paradas son de larga duración, una cifra que no baja del 50% entre las menores de 25 años, según datos del INE.
Con estos indicadores, la virulencia de los desahucios ha sacudido con especial fuerza el archipiélago. Entre los años 2007 y 2014 el número de desahucios se cuadruplicó y se produjeron 16.634 ejecuciones hipotecarias. Sólo en el año 2014 y el primer trimestre de 2015 se registraron un total de 4.298 lanzamientos en las islas, según datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). En el conjunto de las islas, se producen una media de 12 desahucios diarios.
Entidades como la PAH Canarias, que han declarado la situación de emergencia de vivienda, estiman que hay cerca de 130.000 viviendas vacías en todo el archipiélago y, por otra parte, cerca de 21.000 familias solicitantes de vivienda, según el gobierno de Canarias.
A raíz de las movilizaciones y las fuertes campañas ciudadanas en lucha contra los desahucios, el consejo de gobierno canario, “dada la situación de emergencia social”, aprobó en Junio ​​de 2014 la Ley de Vivienda de Canarias o La Ley contra los Desahucios , que permitía la aplicación de medidas de choque como la sanción o expropiación a los bancos e inmobiliarias de sus viviendas vacías.
Sin embargo, la ley no ha llegado a aplicarse debido al recurso interpuesto por el Gobierno central del PP ya la consiguiente suspensión cautelar de la ley por parte del Tribunal Constitucional en abril de 2015.

Los bloques han sido absorbidos por la SAREB.
Esperanza en el futuro
Actualmente, los bloques se encuentran en un complejo proceso judicial para dirimir su propiedad, ya que han sido absorbidos por la SAREB para liquidar la deuda de la propietaria con Bankia. Aún así, el recurso interpuesto por la propietaria contra esta absorción ha parado el procedimiento y la SAREB deberá superar el recurso para reclamar los bloques.
Pero sea cual sea el resultado del proceso judicial, la Esperanza se mantiene firme en su proyecto e intenta ahora regularizar los suministros básicos, a pesar del silencio administrativo del Ayuntamiento. “Actúa hipócritamente al ignorarnos pero, de manera” informal “, nos deriva familias necesitadas para que las acogemos”, critica la María. “Buscamos trabajo para salir de esta situación de miseria y también planteamos alguna forma de autofinanciarnos desde la comunidad, pero es complejo porque el Ayuntamiento está muy encima para acusarnos de cualquier cosa ilegal “. Y añade: “Lucharemos para regularizar nuestra situación jurídica y conseguir una cesión o alquiler asumible, pero aquí no podemos marchar. La Esperanza es el único que tenemos y lo seguiremos luchando“ .

https://directa.cat/actualitat/quan-lesperanca-es-lultima-opcio

Un día en “La Esperanza”

Son las 7 de la mañana, me desperezo y me dispongo a lavarme la cara. Abro el grifo y hay agua. Hoy la cuba tuvo que llegar puntual y Blas, miembro de la Comisión de Mantenimiento, pudo abrir el abastecimiento a las 7 según nuestro horario de racionamiento de agua. El bueno de Blas, y quienes le ayudan en Mantenimiento, se encargan del agua y de detectar y arreglar desperfectos para que la Comunidad funcione. No cobran nada por ello. ¿Por qué lo hacen? Por solidaridad y compromiso con “el proyecto”, no hay más.
Me visto y bajo al patio. Ahí están Judith y Azu barriéndolo y baldeándolo. Hoy no es lunes (nuestro día de limpieza general), pero quieren mantener las zonas comunes limpias, saben que a nosotros por ser “okupas” se nos mira con lupa. Cuando hay zafarrancho de limpieza se suman algunos hombres, pero desgraciadamente las mujeres siguen siendo mayoría en esta labor. Sin embargo, no se respira un aire machista; las mujeres son mayoría en casi todo. Las que vienen a solicitar vivienda son casi siempre mujeres; son mayoría en la asamblea y son las más participativas; las comisiones están llevadas casi todas por mujeres; cuando hay algún conflicto son las primeras en mediar e intervenir. El concepto de fuerza ha perdido en la Comunidad su estereotípico cariz masculino.

Un grupo de vecinos debate en los bancos del patio. Me sumo a la charla. Les preocupa el aumento del gasto de agua debido a los calores del verano. “A ver si los del ayuntamiento se deciden de una vez y nos ponen el agua, que no somos animales, joder”. Hablan de convocar una asamblea cuanto antes. “Hay que seguir presionando, seguir insistiendo con los medios, y si no manifestaciones o lo que haga falta”, repiten. Alguno es miembro de la Comisión Anti-desahucio, que se encarga de hablar con los medios y tratar de iniciar las negociaciones con la administración. Idahira, la tesorera (este mes le toca a ella), ataja enérgica: “mientras eso pasa lo que hay que hacer es ahorrar”. A ella se le entrega la “contribución comunitaria voluntaria” de 25 euros mensuales. Gracias a esos 25 euros podemos pagar las cubas de 10.000 litros diarios con los que nos abastecemos.
Les dejo con su conversación y me acerco al Asambleatorio (así llamamos al lugar dónde se celebran las asambleas y los talleres y eventos) porque veo algo que me gusta. Los niños están ensayando una obrita de teatro que hizo un vecino. Están entusiasmados, gritando y reproduciendo ruidos de animales. Algunas madres de la Comisión de Talleres les ayudan a ensayar. Miro a los niños y pienso que son lo mejor de la Comunidad. A pesar de la situación económica en la que se encontraban sus padres antes de venir aquí, a su manera estos niños son afortunados. No sólo por la oferta de ocio que hay en la Comunidad con los talleres y demás; estos niños están viviendo una experiencia que les dará una gran ventaja sobre el resto de miembros de su generación. Están aprendiendo y viviendo desde chiquititos lo que es el apoyo mutuo, la empatía, la diversidad, la tolerancia. Pienso en cuando sean grandes y recuerden este periodo de sus vidas. Estos niños serán hombres y mujeres el día de mañana que serán sensibles al dolor ajeno y sabrán que la colaboración es la única forma de resistir y que la justicia no es un ente abstracto.
Me avisan de Mantenimiento: se ha roto una tubería en el garaje. Bajo corriendo a ayudar. Nos pasamos horas arreglándola. Unos van a comprar el repuesto mientras otros serruchan el tramo para ponerle un acople. Aquí, ante mí, tenemos obreros cualificados (como Moisés, Carmelo, Iche y un largo etcétera) que cuando pasa algo de esto saben en cada momento qué hacer. Admiro sus conocimientos y pericia. No pierden nunca la calma en estas circunstancias. La arreglamos al fin.
Con la avería se nos ha hecho tarde, algunos no hemos tenido tiempo de prepararnos la comida. Rocío invita a comer a parte de la cuadrilla de Mantenimiento en su casa y Francisco a otra parte en la suya. Los que van a casa de Francisco disfrutaran de un menú de comida típica colombiana, y los que va a casa de Rocío aprovecharán para llevarse la ropa que amablemente les lavó el otro día. Esas redes espontáneas de apoyo mutuo se tejen día a día en “La Esperanza”. Olla común improvisada , unos vecinos le lavan la ropa a los que no tienen lavadora, otros ayudan a fabricar mobiliario para las casas con maderas recicladas, y así sucesivamente.
Entre los comensales distingo dos caras desconocidas con un niño al que tampoco identifico. Le pregunto a Rocío y me aclara que son “nuevos realojados”. Entraron porque otro vecino encontró trabajo y decidió entregar la llave a la Comisión de Realojo y darle a otra familia la misma oportunidad que le dieron a él. Los nuevos llevan en lista de espera algunos meses, han entregado toda la documentación necesaria para demostrar su situación de necesidad, ya han pasado varias entrevistas con los de Realojo y finalmente se les ha explicado bien “el proyecto” y han aceptado sus condiciones. Hablo con ellos. Que les llamaran de Realojo ha sido lo mejor que les podría pasar: 3 meses de impago de alquiler, agotada la paciencia del casero, les daba una semana para irse o iniciaba los trámites de desahucio. Sus ingresos de 300 euros les impedían pagar el alquiler y comer. Están emocionados y aún no han asimilado su nueva situación. Los vecinos recién llegados suelen venir sin nada. Directamente de la calle, de centros o de traumáticos desalojos. Como en este caso, es difícil que los primeros días los vecinos mas cercanos no le pongan un plato sobre la mesa y les ayuden a instalarse. La solidaridad en “La Esperanza” no es sólo cuestión de sensibilidad, sino de supervivencia.
Después de comer me doy un salto al huerto de la Comunidad. Allí están Javi y Julio, trabajando como siempre. El invierno se ha portado bien con el huerto, pero ahora empiezan los rigores del verano y les urge terminar de colocar las mangueras para el riego por goteo. La idea de Javi, el más implicado en la Comisión del Huerto, es que este se abastezca con cubas independientes. Teniendo en cuenta los problemas acuíferos de la Comunidad, es la única opción. Cerca del huerto corretean gallinas y cabritas. Todos son animales que ya no eran “útiles” para la explotación ganadera y que han sido salvados de ser sacrificados. Para algunos niños de la Comunidad este es el primer contacto que tienen con este tipo de animales. Enseñarles las sinergias que se dan entre los seres vivos y a empatizar con ellos es una experiencia bonita. Javi y Julio se despiden de mí, van a irse a buscar unas plantas forrajeras especiales para las cabras. Ya me contaran a la vuelta.
Cae la tarde, ahora mismo tengo que coger la guagua para irme a trabajar (soy de los pocos en la Comunidad que tiene un trabajo remunerado, aunque la gente se mata a hacer chapuzas, sacar chatarra, limpiar escaleras, para poner un plato en la mesa). Justo cuando estoy saliendo me vuelvo a encontrar con Azu y Rocío. Alguien ha visto nuestra petición de ayuda en la red y viene a traernos ropas, muebles y algunas garrafas de aceite. Rocío y Azu, junto con Ylenia y Lola, forman parte de la recién creada Comisión de Solidaridad (desde que salimos en los medios de comunicación decidimos crearla para gestionar la ayuda que pudiéramos recibir), se han puesto en contacto con ellas y están esperando para recibir tan generosa aportación. Salgo del portón con una sonrisa que crece aún más cuando me cruzo con un vecinito de apenas 8 años que me recuerda: “compa, no te olvides de que esta noche hay cine en el Asambleatorio”. Asiento con la cabeza y pienso que hoy tengo que intentar salir pronto del trabajo.
Mientras camino hacía la parada me vuelvo una última vez y miro hacia la entrada: “Comunidad Esperanza, lo último que se pierde”. Y pienso que aunque parezca increíble esto está ocurriendo en un pequeño y recóndito punto del Atlántico: la gente se ha organizado, ha cogido las riendas de su vida en sus manos y, pase lo que pase, no está dispuesta a renunciar a la esperanza.