(Crónica que un compañero nos ha enviado a nuestro correo: anarquistasgc@gmail.com)
Son las 6 de la tarde, y fiel a la convocatoria que la FAGC lanzó el día 5 de Julio, me acerco a la Plaza de la Feria frente a la Delegación de Gobierno. Felicito a los compañeros por ser, según creía yo, los únicos que habían convocado en la isla un acto para ese día (más tarde me enteraría de que una asamblea de partidos, sindicatos y otros colectivos había convocado otra, con inicio en otro lugar, el día 7). Las tres decenas de convocados es poco numerosa, pero bastante combativa (escucho sus comentarios y valoraciones con expectación, y aprecio el ambiente ilusionante que se respira). Distingo a los de la Federación Anarquista, pero también a los resistentes Estudiantes Pre-Parados (llevan ya una purriada de días encerrados en la ULPGC) junto a los militantes de Azarug.
En ese momento hace su aparición un grupo de manifestantes (unos 60), también concentrados a favor de los mineros (sólo distingo banderas del PCPC y alguna del FSOC). Nos invitan a unirnos, y aunque no se plantan delante de la Delegación de Gobierno (como era nuestra intención), nos acercamos a ver si se podía coordinar alguna acción. Según voy golizneando, distintas personas “presuntamente” (no es cuestión de echarles mierda –de tipo judicial– a los compañeros y compañeras) de los tres colectivos mencionados (Estudiantes, Azarug y FAGC) van intentado negociar con el otro grupo de manifestantes cortar conjuntamente la calle León y Castillo. La negativa es decepcionantemente abrumadora.
“Haberlo planteado antes”, “ya cortamos antes parte de un carril”, “ahora nos vamos a concentrar a San Telmo”, y cosas así son los pretextos que oigo. Los compañeros y compañeras se deciden entonces, sin esperar ningún tipo de ayuda, a cortar la calle ellos solos (mención especial merece algún militante disidente del PCPC que, descontento con la decisión mayoritaria de su partido, se queda con el “frente revolucionario” –así oí que los llamaba una señora mayor–). El grupo corta la calle, mientras los de las banderas rojas se largan en dirección contraria.
Triste, pero si se me permite una lectura y un consejo, les recomiendo que no se hagan mala sangre con esto. De estas cosas se aprende, y eso es todo. La gente esperará ahora una ofensiva por su parte, y que llamen a los aludidos “traidores”, “quintacolumnistas”, “cobardes”, etc. Les tengo por personas inteligentes, y sé que no caerán en la trampa de los provocadores. Decía el guerrillero Caracremada que “un enemigo desarmado deja de serlo”, y ahora mismo los que están armados son el Estado y el Capital; los minúsculos partidos de la izquierda ortodoxa extraparlamentaria no tienen más arma que la tinta, y ésta es sucia y molesta (para el Sistema poco, ésa es la verdad), pero no letal. Saquen la misma conclusión (que me pareció bastante razonable) que sacaron cuando la CGT les dio esquinazo el 1º de Mayo y les dejó en la estacada. Esto les servirá a ustedes para saber con quien pueden contar en el campo de batalla, para saber con quien no. A los demás nos corroborará que ustedes no segregan de forma sectaria (por mucho que ideológica y vitalmente la línea libertaria y autoritaria sean irreconciliables), ni por prejuicios, sino porque en la práctica se les ha demostrado quiénes dan el callo y quiénes se escabullen y les dejan solos a los pies de los leones.
Sigo con el relato.
Después de un tiempo considerable cortando la calle, con cánticos muy interesantes (“Estudiantes y mineros: el mismo frente obrero”; “Soria, cabrón, ahógate en carbón”; “Quieren Reforma, tendrán Revolución”), algunos recomiendan desplazarse hasta San Telmo para presenciar el acto del que hablaban el resto de manifestantes (en realidad a muchos nos pareció una buena idea, porque nos permitía manifestarnos, a pie de carretera, por la calle León y Castillo). Y así se hace. Cada vez se une más gente a la marcha (algunos, un poco “preocupados”, siguen desde la acera, por lo menos aplaudiendo). Durante el recorrido, un motorista de la Policía Local acelera temerariamente y está a punto de arrollar a los manifestantes (más tarde alegaría que lo intentaron agredir. Como lo oyen).
Cuando llegamos a San Telmo descubrimos, para nuestro asombro, que allí no había nadie (segunda decepción del día). Así que optamos por seguir manifestándonos por la calle de Triana. Al llegar al final de la famosa calle peatonal, damos por terminados los actos. Es entonces cuando la policía, que nos seguía con persistencia, aprovechó para identificar a dos compañeros (y es cuando nos comunicó lo del “intento de agresión”). ¿Otra multa más? ¿Otro intento judicial de “opera bufa”? Esperemos que no.
Y eso fue todo, según lo vi y lo viví.
Quería agradecer a los participantes de ese “bloque” o “frente” revolucionario, anti-capitalista y anti-autoritario (ése es el espíritu que yo percibí) ese día de solidaridad que me hicieron vivir, ese pequeño viaje gratuito a Asturias que me hicieron disfrutar con su espontáneo corte de calle, y esa valentía de seguir adelante cuando las cosas se tuercen.
Firmado: Uno que estuvo allí.