Recomendaciones sobre organización comunitaria

Recomendaciones sobre organización comunitaria

Actualmente coexisten en Gran Canaria diversas comunidades autogestionadas impulsadas o asesoradas por el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria o por la Federación Anarquista de Gran Canaria (las más antiguas). Ni el Sindicato ni la Federación, como confirma la experiencia, pueden inmiscuirse en los asuntos de gestión interna de las comunidades. Esto sólo conllevaría que dichas organizaciones sindicales o políticas vieran lastrada su actividad cotidiana, por una parte, y, por la otra, la perdida total de autonomía de las comunidades, que es precisamente lo que siempre se ha querido evitar. Sin embargo, desde el SIGC y la FAGC sí que podemos hacer unas recomendaciones organizativas que, aunque no sean vinculantes, deberían ser como mínimo tenidas en cuenta y debatidas colectivamente por las vecinas, pues la experiencia nos ha demostrado que las comunidades han funcionado mejor cuando estos consejos han sido llevados a la práctica.

1º. La asamblea debe ser el principal órgano de decisión de asuntos colectivos. Para decidir asuntos que afectan a todos, todos deben tener la palabra, es así de sencillo. Todos los modos de organización jerárquicos (con unos pocos que mandan y el resto que obedece) han acabado fracasando. Los modelos verticales, como los presidencialistas, sólo pueden provocar que un individuo o un grupo de individuos manejen a su antojo mientras la mayoría se desvincula cada día más de todo. Ante una emergencia, un desahucio, un problema económico, está falta de implicación colectiva es fatal. Siempre habrá gente con más dotes organizativas y gente menos participativa, es natural. Pero las comunidades son más débiles cuantos menos individuos intervienen en su gestión.

2º. Organización de la asamblea. Sería recomendable organizar una asamblea general como mínimo una vez al mes (por ejemplo los últimos domingos de cada mes), para hacer balance de tesorería y tratar otros asuntos importantes. También se puede organizar una asamblea extraordinaria ante una situación grave o urgente. En estas asambleas es importante que alguien se encargue de recoger el orden del día (los puntos a tratar), buscando la forma (a través de carteles o de un grupo de mensajería móvil) de que los vecinos apunten las cuestiones que quieran exponer. Es importante que, aunque cada vecino exponga su punto, alguien haga de dinamizador o moderador (el encargado de pasar de un punto a otro, de proponer votaciones si no hay consenso y un punto se ha agotado, de reconducir el debate si la gente empieza a divagar, etc.). También alguien debería tomar acta, apuntando las resoluciones adoptadas sobre cada punto. Y también alguien debería encargarse de tomar el turno de palabra (apuntando por orden a los que van levantando la mano para intervenir y dando prioridad a los que menos han hablado). Es importante que las asambleas sean cortas y que se tomen decisiones realistas que pueden ser verdaderamente llevadas a la práctica. También lo es intentar llegar a acuerdos (consenso) y recurrir al voto por mayorías sólo cuando este acuerdo no sea posible. Una decisión importante, aprobado por una mayoría simple (con escasa diferencia de votos) quizás debería ser repensada en una asamblea posterior. Se decida lo que se decida, es importante que los asambleados se comprometan a cumplir el acuerdo, salvo casos superiores de conciencia. Las asambleas deben de centrarse en decidir asuntos generales que afecten al conjunto de los vecinos (o a un bloque o planta concreta). Cuando sean asuntos de convivencia personales, y mientras no afecte al resto, se deberá intentar que dicho problema lo solucionen los propios afectados. Sólo cuando el acuerdo sea imposible, y la situación pueda degenerar en un conflicto mayor, se debe recurrir a la mediación colectiva.

3º. Comisiones o grupos de trabajo. Para llevar a la práctica los acuerdos asamblearios es necesario que se constituyan distintas comisiones o grupos de trabajo. Debería haber una Comisión de Tesorería (encargada de las finanzas de la comunidad), una de Mantenimiento (encargada de detectar averías y organizar a los vecinos para su reparación), una de Realojo (encargada de llevar una lista de casas vacías, demandantes de vivienda, pedir documentación, realizar entrevistas y coordinarse con el SIGC), Comunicación (establecer portavocías y atender a los medios de comunicación cuando se considere necesario) y varias otras según las necesidades de cada comunidad. Es importante que la de Tesorería sea especialmente rotativa, y que no recaiga en la misma persona durante demasiados meses. La tesorera o el tesorero debería ser alguien que cuente con la confianza de gran parte de la comunidad, y debería ser elegido por mayoría absoluta. La participación en las comisiones debe ser abierta y voluntaria, pero se debe de excluir a aquellas personas que no se impliquen o que no cumplan adecuadamente, según acordó la asamblea, su cometido. Las comisiones no deben ser utilizadas como “órganos de poder”, sino como simples grupos de trabajo. Nadie debe recibir ningún tipo de pago, ni económico ni de ninguna otra clase, por participar en las comisiones.

4º. Apoyo mutuo. Si vives en una comunidad autogestionada (en situación de “precario” o directamente de okupación), es muy posible que más tarde o más temprano te enfrentes a un proceso de desahucio o a otras acciones judiciales o policiales. Además, se supone que vives en esta situación por necesidad, porque careces de recursos y tú y los tuyos no tienen otra forma de proporcionarse una vivienda. Por todo ello es importante ser solidarios, echarse una mano en lo que se pueda, colaborar y cooperar en la medida de lo posible. Si no hay apoyo mutuo es imposible detener un desalojo ni lograr ningún objetivo colectivo. Si los vecinos y vecinas de la comunidad no se apoyan entre ustedes, nadie lo hará desde fuera.

5º. Convivencia. Ser solidario no implica invasividad ni inmiscuirse en la vida de los demás. Intenta respetar a tus vecinos y el espacio ajeno. Cada denuncia (salvo en situaciones extremas como violencia de género, contra menores, etc.) y requerimiento policial innecesario, sólo repercutirá en la mala imagen de la comunidad y servirá de justificante para que se produzca un desahucio cautelar (antes de que se produzca juicio alguno). Es necesario ser responsables, cada uno de sí mismo, pero hay que entender que nuestros actos pueden afectar a los demás. Las actividades perjudiciales dentro de la comunidad (peleas, consumo de drogas en zonas comunes, robos entre vecinos, trapicheos, etc.) o en el barrio en el que ésta se ubique, sólo puede poner en riesgo tu vivienda y la de todos tus vecinos. Nadie ayuda a quien no se ayuda.