Mitos anarquistas

Mitos anarquistas
“Había un hombre que tenía una doctrina.
Una doctrina que guardaba en el pecho […].
Y la doctrina creció […] y tuvo que llevarla a
una casa muy grande. Entonces nació el templo.
Y el templo creció y se comió al hombre […]”.
León Felipe.
En el anarquismo perviven algunos mitos a los que los propios anarquistas prefieren no enfrentarse. Ideas estanco, herméticas, en las que no se quiere profundizar.
Una de ellas es reducir la finalidad del anarquismo meramente al antiestatismo y al anticapitalismo. Yo creo que nuestros objetivos deben ser mucho más amplios.
Sí, ciertamente son las dos formas represivas de control social, político y económico más sofisticadas. Redundaría inútilmente si me pusiera a enumerar ahora todas las atrocidades que se desprenden de uno y otro elemento. Sin embargo, hemos de entender que no son creaciones divinas, ni artefactos ideados por una raza de gigantes malvados anteriores a nosotros. Son inventos cruda y terriblemente humanos, creados por humanos para controlar humanos.
Desmontarlos supone entender su naturaleza y ver qué los mantiene, y qué sobreviviría de ellos en nosotros si desaparecieran. Por eso, en una época en la que varias tendencias anarquistas afirman oponerse al Estado o al gobierno pero no a la autoridad o al liderazgo de unos sobre otros y en la que se reclama el concepto «poder» como algo positivo, yo necesito afirmar mi concepción de la anarquía, que más allá de limitarse a querer sólo derribar Estado y Capital pone en la picota el propio principio de autoridad.
No es mi constumbre hacer textos teóricos salvo a la fuerza, pero creo que este asunto tiene una dimensión inminentemente práctica, pues marca nuestros objetivos y nuestra relación con el entorno. Como anarquistas hemos de asumir que mañana podrían desaparecer Estado y Capital y aún así seguir viviendo en un mundo de sojuzgamiento y miseria. ¿Cuántas veces uno u otro elemento han caído, se han demostrado incapaces de imponerse o han permanecido en un estado vegetativo? Muchas, y no siempre les ha sucedido algo mejor que ellos.
Hemos de entender, sin traumas ni dramatismos, que el capitalismo puede desaparecer dejando intacto un sistema de explotación y renuncia. ¿Cuántas veces el capitalismo ha fracasado quedando localmente en suspenso? ¿En cuántas ocasiones ha sido más útil para calentarse quemar dinero que leña o carbón? Por otra parte, ¿qué ha pasado en las dictaduras autodenominadas comunistas en las que supuestamente se ha abolido la propiedad privada? Sin un capitalismo al uso, ¿han mejorado en algo la vida o las condiciones de libertad de la gente? Y no necesitamos ir a los ejemplos obvios sucedidos después de la irrupción de los Estados de inspiración marxista. En el siglo XVII los misioneros jesuitas que evangelizabanParaguay impusieron en varias poblaciones un régimen comunista estricto, sin propiedad privada y con aparente repartición de la riqueza. ¿Balance del experimento? Eran los únicos pueblos cuyas empalizadas estaban puestas hacia adentro y no hacia afuera, para impedir que los guaraníes huyeran. Esto nos demuestra que puede establecerse dentro de un minuto la igualdad económica absoluta y seguir viviendo como en una colonia de insectos, uniformados, reglados y esclavizados. Esto es así porque el fundamento de la cuestión es mucho más profundo. Capitalismo y propiedad privada son hijas de la jerarquía, no sus madres. Yo mismo he participado en muchos proyectos comunitarios (han habido muchos otros, aparte de «La Esperanza», que se ha considerado más conveniente no popularizar) donde la igualdad económica y la satisfacción de las necesidades básicas ha sido un hecho, y la jerarquía, la violencia y el abuso, tristemente, se han seguido produciendo.
¿El problema es el Estado entonces? No son pocos los lugares ni momentos históricos en los que el Estado ha desaparecido o se ha demostrado impotente y no lo ha sustituido necesariamente una estructura mejor. En Somalia el Estado ha llegado a desaparecer de facto y la situación de sus habitantes no ha sido una idílica acracia. Los señores de la guerra han controlado el país a sangre y machete. Sin Estado el edificio de la autoridad ha quedado intacto. En varios sitios los sueños de los capitalistas feroces se han cumplido y han conseguido adelgazar al Estado hasta convertirlo en un espantajo. Casi todas las funciones del Estado han sido privatizadas, no solo educación o sanidad sino incluso las represivas como policía o cárceles. ¿Han conseguido los partidarios de los «mini Estados» que la libertad o el bienestar de sus habitantes mejore, aunque sea una micra, cuando todo su sistema se reduce a ser esclavo del Mercado y el salario y a vivir bajo el punto de mira de la policía privada de tu vecino? Evidentemente no. Actualmente tenemos también una ciudad grande como Detroit. Primero cayó el capitalismo industrial, cerrando fábricas y provocando una migración que vaciaría la ciudad. Después el gobierno local se declaró incompetente, sin dotación de ningún tipo, ni siquiera policial, para controlar la ciudad. Han surgido algunos proyectos interesantes de autogestión, pero ni mucho menos una racional urbe asamblearia y libertaria. Las bandas controlan barrios enteros y saquean casas y recursos. Sin Estado el poder no desaparece.
En todas estas situaciones el principio de autoridad, la ley del más fuerte, las relaciones de superioridad e inferioridad, se han mantenido; simplificadas y desnudas, pero igual de rigurosas. Sin una alternativa libertaria viable que pudiera dar un paso hacia delante y aprovechar su oportunidad histórica, sin capacidad por parte de los anarquistas de ofrecer otras estructuras horizontales y autónomas que desatascaran la situación, las crisis y colapsos sistémicos han perpetuado lo existente rebajando simplemente la complejidad del discurso del poder.
Los anarquistas llevamos demasiado tiempo ciñéndonos a la versión de enciclopedias y libros de texto, encerrados en el antiestatismo y anticapitalismo ascéticos como un fin en sí mismos. El no ver que el problema de ambas instituciones es que refinan las relaciones de dominio subordinando a unos individuos con respecto otros y que por tanto es la propia autoridad la que debemos de cuestionar, nos han traído y traerá muchos problemas.
De esta miopía viene la infiltración de capitalistas dentro del anarquismo sin que se les consiga contraargumentar por qué su antiestatismo neutro (manteniendo todas las estructuras represivas sólo que en manos privadas) no cabe en una propuesta social libertaria. De ahí también que muchos machistas y racistas declarados, sujetos reaccionarios que por lógica deberían situarse en las fronteras del fascismo, crean que pueden denominarse en justicia «anarquistas» con solo oponerse al binomio Estado/Capital. De ahí también el falso «humanismo» que pretende sacrificar en el altar de su antropolatríacualquier otra forma de vida y que sólo entiende la relación con la naturaleza en clave de destrucción y conquista.
Pero el problema no viene de fuera. De ahí viene también que nuestro discurso sea tan estrecho, y que sea cual sea la tendencia, ya hablemos de antidesarrollismo o de sindicalismo, creamos que sólo con trabajar para desmantelar Estado y Capital se instaurará en breve un improbable paraíso en la tierra. Puede ser duro de aceptar, pero si alguna vez tuviéramos la capacidad de hacer que ambas estructuras se tambalearan, no nos encontraríamos al final del trayecto, en la meta, sino justamente al inicio. Lo verdaderamente difícil, el trabajo realmente complicado, no habría hecho más que comenzar.
Hemos de interiorizar, por tanto, que el problema se encuentra en las relaciones de poder, en la dinámica de superiores e inferiores, de oprimidos y opresores, de dominantes y dominados. Y tender en nuestros propios proyectos a eliminar las relaciones de subordinación, el principio mismo de autoridad. Y no hablo del llamado «anarquismo de estilo de vida», sino de comprender en nuestros proyectos populares, en nuestros grupos antidesahucio, en nuestros huertos expropiados, que nuestra aspiración cuando hacemos asambleas de vecinos o hablamos de la gestión directa de los barrios no es sólo sustituir al Capital y al Estado, sino tomar el control de nuestras vidas en nuestras propias manos.
Ruymán Rodríguez

El testimonio de un realojado

Buenas, voy a contaros un poco la que fue nuestra situación sin entrar en muchos detalles e intentando acortarla lo más posible, que no fue ni menos, ni más dramática que la de miles de familias que por desgracia pasan un bache en su vida y un día se encuentran «viviendo» en la calle. Por circustancias de desempleo y al no percibir ninguna ayuda, fuimos dando tumbos por muchos sitios, en uno de esos acabamos en Guía. Al no encontrar ninguna casa no tuvimos otra opción que entrar a vivir en una obra abandonada, donde tuvimos que sobrevivir entre los excrementos de las palomas, suciedad y gente que entraba a consumir y a otras muchas cosas mas. Cerré como pude la «vivienda» por llamarla de alguna manera, para que mi mujer estuviera un poco más a salvo. Pasabamos frío por las noches, al principio nos dabamos calor pegándonos el uno al otro encima de unos palés que nos hacían de cama, hasta que conseguimos mantas. Un lujo vamos. Hacíamos la comida en un bidón vacío de pintura. Allí eramos los únicos que vivíamos. Hicimos lo que pudimos para que eso se pareciera lo más posible a un hogar. Como opinión personal creo que un hogar lo crean las personas no el techo donde vivas.

Catorce de diciembre del 2015 mi mujer se quedo embarazada, fue la noticia más bonita de mi vida, solo empañada por la situación que vivíamos, fue como ver brillar el sol cuando solo te rodea oscuridad. Nos pasábamos todas las noches buscando en los contenedores comida, muebles… lo que fuese para sobrevivir, pero eso era solo para sobrevivir nosotros. Ahora había una vida más que venía a este mundo. Así nos pasamos muchos meses, demasiados creo yo. Por que nadie se merece vivir hoy en día de esa manera cuando lo que sobran son techos dignos. Hasta que conocimos a un miembro de la FAGC que sin pretensiones de ningún tipo y buscando nada más que el sacarnos del hoyo, nos dio la oportunidad de entrar a vivir en la ahora tan conocida, COMUNIDAD ESPERANZA. Gracias a eso ahora tenemos un techo digno donde esperamos ver nacer a nuestra hija y recuperar, cosa que no os conte antes a otras dos niñas que son por parte de mi mujer. Gracias a eso ahora podremos ser una bonita y gran familia numerosa. Comunidad esperanza, otro nombre no podría tener, GRACIAS, GRACIAS Y MIL GRACIAS.

                                                     
                                                                                                                                                    Gustavo

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Aquí vivían:

Con el Banc Expropiat

[youtube=https://www.youtube.com/watch?v=1uNMiXI4RMs&w=320&h=266]

                                      Una vecina de Gràcia explica perfectamente la realidad del desalojo

En nuestros viajes por el Estado hemos detectado mucho inmovilismo, retórica y ambientes donde se prioriza la teoría a la acción. Lugares llenos de infraestructura (bibliotecas, ateneos, cafetas) pero con muy poca incidencia barrial. También hemos encontrado otros proyectos que no necesitan darse el nombre de libertarios para poner en práctica el apoyo mutuo, la acción directa y la autogestión más allá de la propaganda. Proyectos que nos han hecho creer que hay un nuevo movimiento libertario en este siglo XXI, un movimiento de gente que piensa, pero que ya no sólo piensa; actúa. Un movimiento de personas que no quieren tener contacto con las instituciones pero que sí quieren tenerlo con la gente que más sufre. Un movimiento que pone el trabajo por encima de las etiquetas. Uno de los colectivos con los que en este plano nos sentimos hermanados es el El Banc Expropiat, del barrio barcelonés de Gràcia. Contempla otra forma de okupar y de relacionarse con la gente de a pie, una forma que pasa por crear tejido barrial y solidario. Actúalmente, con la connivencia del Ayuntamiento de Barcelona de Ada Colau, los tribunales han hecho que el derecho a la propiedad privada prevalezca por encima de cualquier otra consideración y han entregado el local, manu militari y para que siga abandonado, al empresario que se lucró con la «crisis» y lo compró a precio de saldo: Bravo Solano. 

En la distancia poco podemos hacer para apoyarles, salvo adherirnos a su comunicado, en el que exigimos la reapertura del Banc (al que nos hemos adherido tanto la FAGC como la Comunidad «La Esperanza») y los gestos simbólicos de solidaridad que han surgido dentro de la propia Comunidad. Lo que sabemos es que más tarde o más temprano #TornemAlBanc.   
Nuestra vecina Pino hizo este cartel para difundir por las redes sociales
Azu elaborando otro a mano con la pintura donada por varios vecinos

Obra de teatro infantil: La Asamblea de los Animales

La siguiente obra de teatro la escribió un vecino de «La Esperanza» para que la interpretaran los niños de la Comunidad como parte del programa de ocio de la Comisión de Talleres. Se terminó de escribir a comienzos del 2015 y fue interpretada en ese verano. La idea era entretener a los niños, y de ser posible hacerlo sin embrutecerlos y también sin adoctrinarlos, pero poniendo sobre el escenario actitudes y principios fácilmente identificables. Hay que tener en cuenta que está pensada para que la interpreten niñas y niños en su mayoría menores de 12 años, por lo cual es deliberadamente corta (4 páginas, con media docena de diálogos por personaje), para facilitar que los niños se la aprendieran. También por eso se intenta usar un lenguaje lo más llano y coloquial posible, con algunos guiños a la forma de expresarse de los niños y alguna broma interna.
La Asamblea de los Animales
Obra en un acto
Dramatis personae:
El león egoísta
La serpiente perezosa
El mono juerguista
El burro trabajador
La oveja conformista
La cabra sabia
El perro honesto
Público: distintos animales aplaudiendo o abucheando las decisiones de la asamblea

Primer y único acto
Los animales con diálogo se encuentran sentados alrededor de una mesa. Cada uno en su silla, de cara al público. Con el tiempo se irán levantando. Los animales sin diálogo se amontonan a los dos lados de la mesa. Sentados en el suelo del escenario. El perro pasa a hacer la exposición inicial de la asamblea.
Perro: Vecinos, vecinas, animales todos. El invierno se acerca y hay muy poca comida para superarlo. ¿Qué podemos hacer?
(Pequeña pausa. Los animales se miran unos a otros pensativos).
Cabra: Creo que lo mejor sería empezar a reunir comida.
(El público aplaude: ¡Bravo! ¡Viva!).
Serpiente: ¿Y quién reunirá esa comida y cómo se repartirá?
Burro: Bueno… Yo creo que reunirla sería cosa de todos nosotros. ¿Cómo repartirla? Eso ya no sé…
Serpiente: ¿Nosotros? Shhhhhhhh. Conmigo no cuenten. Me duelen las piernas.
(Público: ¡Pero si no tiene piernas! Risas).
Mono: Aquí se hablá mucho de la comida, pero ¿y la bebida? También hay que divertirse. ¡Alegría! ¡Alegría!
Perro (interrumpiendo al mono): Estoy con el Burro. Creo que el trabajo nos toca a todos. Los más fuertes que den más y los más débiles menos. ¿Repartirla? Lo mismo. Los que tienen más cachorros más y los que tienen menos pues menos.
(Público: la mayoría aplaude).
Oveja: Estoy muy de acuerdo con el Perro. Es lo justo.
León (poniéndose en pie): En primer lugar, ¿por qué no podemos hacer trabajar a otros animales para nosotros? Por ejemplo, tú amigo Burro. Tú eres el más currante de todos nosotros. A ti se te da mejor. ¿No esperarán que yo con estás garras me ponga a cargar comida?
(Público: la mitad aplaude y la otra se queda callada).
Oveja: Estoy muy de acuerdo con el León. Es lo lógico.
León: ¿Y qué forma de repartir es esa? Los débiles, los que no pueden defenderse, no merecen nada. Repartamos la comida entre los fuertes (hace gestos enseñando los músculos y buscando el aplauso).
(Público: algunos aplauden y otros se miran con tono burlón).
Mono: Creo que si nos tomáramos una copita todo se vería más claro.
Burro: A mí no me importa trabajar, todos lo saben… Pero aquí todos tenemos cuatro patas (mira a la serpiente que le mira mal), ejem, bueno, casi todos… Entiendo que no trabajen los cachorritos, los viejitos y los enfermitos, pero ¿por qué no íbamos a trabajar todos los animales jóvenes y sanos?
Serpiente (para sí misma): Qué manía tiene la gente con hacer cosas cuando siempre puedes conseguir que algún tonto las haga por ti.
Cabra (que oye a la Serpiente): Trabajar no es obligatorio. Pero el que no trabaje, pudiendo hacerlo, que tampoco exija comida. He dicho.
(Público: aplauden todos).
Oveja: Como siempre amiga Cabra tienes razón. Yo iba a decir lo mismo justamente ahora.
Mono: Querida Oveja, ¿tú no tendrás ningún antepasado loro, verdad? (Mirando al público con tono burlón) Se repite más que el ajo, ja ja ja.
León: Vale, vale. Todos los que podamos trabajaremos por igual. Pero en lo de repartir no podéis negarme que tengo razón. Los fuertes merecemos más (vuelve a sacar músculo).
Mono (otra vez hablándole al público): El León es un motivado de la vida, ja ja ja ja.
(Público: se ríen todos).
Perro: Mono deja de burlarte de los compañeros o tendrás que abandonar la asamblea.
Mono: ¿Qué? ¿Cómo? Pero si soy el único que le da vidilla a este muermo. Pero me da igual. Ya me estaba aburriendo. ¡A la porra! (Deja su silla y se sienta junto al público).
Perro: Siguiendo con la propuesta del León. ¿Darle más al más fuerte? Eso significa darle más al que menos necesita. Además, el fuerte de hoy puede ser el débil de mañana. Todos podemos caer enfermos, partirnos una pata, y todos si tenemos suerte llegaremos a viejos. Nuestra fuerza está en permanecer unidos y ayudarnos los unos a los otros.
(Público: aplauden con fuerza).
Cabra: Amiga Oveja, ¿y tú qué opinas? Te hemos visto darle la razón a todo el mundo pero tu opinión propia aún no la conocemos.
Oveja: A ver. Yo creo que cuando uno tiene la razón, ese lleva la razón. Y cuando uno no lleva la razón, también puede tener su parte de razón. Si le das la razón a todo el mundo no quedas mal nunca. Así que estoy de acuerdo con todo lo que se ha dicho.
(El público la abuchea: ¡Fuera!).
Burro: Yo sólo soy un humilde trabajador pero pienso que en esta vida lo más importante es tener opinión propia.
(Público: aplausos y vítores).
Serpiente: Bueno si ya está todo claro demos la asamblea por terminada.
Cabra: Eh, pero si aún no hemos votado nada.
(El Mono no para de molestar a los otros animales del público: los despioja, salta, brinca).
Perro: ¡Mono respeta la asamblea o tendrás que esperar fuera hasta que acabemos!
Mono: (Refunfuñando y hablando para sí) Sí, sí, muy serio en las asambleas, pero a mi me da que es él el que tiene la selva llena de cacas.
León: Volviendo al tema, no discutiré más quién debe trabajar y cómo se repartirá. Aceptaré lo que diga la mayoría.
Perro: Bueno, votemos entonces: ¿Quiénes quieren que la comida la recojamos entre todos y se reparta de forma justa? Levanten las patas los que estén a favor y… (mirando a la serpiente) los que no tengan patas, la cola.
(Todos levantan la pata salvo el León, la Serpiente y el Mono).
Cabra: Por mayoría todos trabajaremos y la comida se repartirá equitativamente.
(Público: silbidos, aplausos y gritos de ¡bravo! y ¡viva!)
Burro: ¡Bien! ¡Justicia!
Serpiente: Maldición.
Oveja: Yo estoy siempre con la mayoría.
(El resto de animales la miran mal).
Mono: La última asamblea a la que vengo, juradito.
León: Habrá que aceptarlo. Quizás tengan razón, vecinos animales, y así vivamos mejor. Me han convencido.
(Público: más aplausos)
Perro: Pues manos a la obra, tenemos todo por hacer. A trabajar y a no perder nunca la esperanza.
FIN
                                                                                                                                                Autor: Ruy

Actividades en «La Esperanza»

En «La Esperanza» las alternativas de ocio se las tienen que fabricar los propios vecinos. Para entretener a los niños se hacen talleres de manualidades, obritas de teatro o como en este caso una escala en hi-fi, con una merienda final comunitaria: 

Se arreglan y embellecen también las zonas comunes. En este caso las pocetas del patio:

Se hacen también muchos trabajos de albañilería, a golpes de imaginación, pericia y experiencia. Desde pequeños trabajos domésticos (como en las primeras fotos, fabricando estanterías con cajas de fruta) hasta construcciones de mayor envergadura (como el «tenderete», un porche construído para conversar con los vecinos y estrechar relaciones):

Encuentro Libertario «La Apuesta Directa»

Los próximos días 20, 21 y 22 de mayo se celebrará en Madrid un encuentro de diversos colectivos antiautoritarios, promovido por «La Apuesta Directa». En su web pueden verse algunas de las distintas ponencias que se presentarán y los colectivos participantes.
Por su parte la FAGC ha colaborado con dos humildes y pequeñas exposiciones que reproducimos a continuación:

Propuesta sobre vivienda
A lo largo de la historia el Movimiento Anarquista, aún sin dotarse de ese nombre, siempre se caracterizó por unir a su demanda de libertad personal lo que podríamos llamar también la “libertad de estómago”. La cuestión del pan y las necesidades básicas siempre fue prioritaria para dicho Movimiento. Cuando en el siglo XIX encuentra su máxima expansión dentro del Movimiento Obrero se debe a también a esta causa. Sus teóricos, sea un Proudhon, un Kropotkin o un Malatesta, se interesaron siempre por saber, desde distintas perspectivas, qué aportaría un cambio de paradigma social a temas como vivienda, abrigo o alimentación. Estas cuestiones, que paradójicamente se han tornado banales para la mayoría de la teoría política moderna, siempre han sido cruciales para el anarquismo. Desde la Comuna de París de 1871, pasando por las huelgas de alquileres de la primera mitad del siglo XX de Buenos Aires, Tenerife o Barcelona, a la Revolución rusa de 1917 o la española de 1936, allá donde intervinieron los anarquistas siempre se preocuparon, no sólo por conquistar los medios de producción, sino por socializar también los medios de consumo. Siendo siempre prioritaria la acuciante cuestión del techo.
Palabras como “liquidación de alquileres”, “huelgas de inquilinos”, “sindicatos de vivienda”, eran parte de nuestro vocabulario común cuando el movimiento era masivo y tenía músculo. El tema de la vivienda siguió preocupando a los anarquistas mucho tiempo después, lo cual se ha dejado ver con la eclosión del Movimiento Okupa a finales del siglo XX. Sin embargo, el aspecto popular de la reivindicación habitacional, su carácter de lucha barrial, en la que se implica a gente no anarquista, fue quedando poco a poco postergada para reducirse a círculos restringidos de afines y de convencidos ideológicos. Con la irrupción de la llamada “Crisis” en la última década, la situación de la vivienda se ha recrudecido como nunca en el Estado español: 517 desahucios diarios con 3’4 millones de casas vacías. Mientras tanto nuestro Movimiento, con tanto bagaje en vivienda, con tanta experiencia, con tanta fuerza y creatividad, con tantos logros, pasados y recientes, cedió en este aspecto todo el terreno a “plataformas ciudadanas” con su propia impronta. Muchas han asumido las prácticas libertarias, y se han nutrido también de militantes de esta tendencia, y aún cuando sus objetivos están lejos de ser revolucionarios, desarrollan un trabajo encomiable. Otras, no obstante, se han convertido en caballos de Troya de los partidos políticos (más nuevos o más antiguos), han servido de trampolín electoral y se han encargado de deshilvanar el tejido de lucha reivindicativa hilado en torno a la vivienda. Hoy ya casi no quedan organizaciones específicamente libertarias que aborden la problemática de la vivienda con aspiración popular y revolucionaria. Ese terreno, en gran parte, se ha entregado.
Lo mismo ha pasado en casi todo lo que tiene que ver con las necesidades básicas: si tocamos la alimentación es con suerte, y más allá de la propaganda, para encerrarnos en nuestros huertos o en los circuitos de reciclaje, no para plantear ocupaciones masivas de tierras incultas; y si tocamos el abrigo a duras penas transcendemos del trueque entre nosotros, viendo como algo inasequible cualquier intento de socializar estos bienes. En vivienda parece que ya no sabemos crear algo distinto a espacios para amigos e “iniciados”, enclaves que si no viven de espaldas al barrio en el que están insertos no tienen capacidad para hacer de la recuperación de inmuebles un proyecto colectivo y vecinal. Es por ello que desde la Federación de Anarquistas de Gran Canaria queremos dotar a la experiencia de ocupación de inmuebles de un carácter que entronque con las necesidades populares y lo cargue de una aspiración revolucionaria. Proponemos por tanto, después de mucho experimentar en el laboratorio de la realidad (con numerosos errores y unos pocos aciertos), un programa revolucionario, completamente factible, que ya hemos hecho público y que reutilizamos para esta ponencia sobre vivienda:
1.Aglutinar a todos los compañeros interesados en intervenir en la lucha habitacional.
2.Convocar en barrios populares asambleas públicas de desahuciados y afectados donde expongan sus demandas y compartan información sobre inmuebles vacíos por la zona. Se puede contar con la colaboración, de ser necesario, de asociaciones de vecinos o colectivos barriales.
3.Designar un grupo de trabajo (oficina de vivienda y realojo) que con esa información, más la obtenida en internet o en sondeos por el barrio, realice un estadillo de viviendas vacías por la zona propiedad de bancos, inmobiliarias o multi-rentistas (estratégicamente es preferible decantarse por los embargos bancarios). Cotejar la información dudosa en el registro de la propiedad solicitando notas simples.
4.Desarrollar un mapa de trabajo donde se localicen todas las viviendas susceptibles de ser ocupadas en ese barrio en cuestión o, si se cuenta con el número adecuado, en una localidad entera.
5.Designar y organizar grupos de intervención, compuestos de militantes y afectados, que se encarguen de ocupar las viviendas el día y el momento señalados. Formarse previamente para la ocasión. Estudiar la forma de entrar en cada vivienda.
6.La oficina de vivienda, también preferiblemente compuesta de militantes y afectados, debe elaborar una lista de demandantes de vivienda y, usando el estadillo previamente diseñado, asignar racional y proporcionalmente cada inmueble a cada demandante o grupo de demandantes, en función del número de miembros y las necesidades especiales de cada uno. Cada demandante (salvo excepciones justificadas) participará en la ocupación de su propia vivienda.
7.Organizar una comisión económica o tesorería encargada de recabar los fondos necesarios.
8.Organizar una comisión judicial encargada de defender y dar respuesta a la posible reacción gubernamental.
9.Elaborar un comunicado que aclare que los vecinos de la zona en cuestión se declaran soberanos para gestionar por sí mismos la problemática de la vivienda ante la rapiña de los bancos y la connivencia e ineptitud de las autoridades. Manifestar que se pasan a expropiar los inmuebles embargados por los bancos y que se ponen a disposición social (socialización).
10.Proceder a la ocupación masiva.
11.Convocar una rueda de prensa dando a conocer el comunicado y planteando la situación como un desafío declarado a las instituciones y una forma de gestión popular directa de un recurso público.
12.Tratar de extender el ejemplo más allá de dicha localidad hasta que se alcance un estatus en el que se pueda hablar de que una parte considerable de las viviendas abandonadas en manos de los bancos han sido colectivizadas.
Desde la FAGC poco más podemos aportar.
                                                                                                                   Gran Canaria, abril del 2016 
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Aportación al tema de las relaciones del Encuentro Libertario de Mayo
Creemos que la propuesta del grupo promotor está muy bien y toca algunos aspectos muy importantes, sin embargo nos gustaría hacer algún aporte a nivel general sobre elementos que, aunque no se recogen en la propuesta de La Apuesta Directa, pueden surgir en un futuro o ir perfilándose desde ya. Creemos desde la FAGC que el tiempo de intentar que los distintos colectivos libertarios interactúen en base a parámetros ideológicos es una etapa superada. Con inteligencia han evitado el término coordinación, que causa cierta fobia en nuestro Movimiento; empero, por nuestra parte, habría que dejar claro que manteniendo el mínimo de compartir la tendencia antiautoritaria, cualquier relación o colaboración que se base en compartir idearios, estatutos, análisis ideológicos, etc., como finalidad de la propia relación, desembocará en eternas e improductivas discusiones sobre qué piensa cada colectivo sobre un aspecto concreto. La información y la opinión deben circular, pero de una forma informal y sin ser el eje de las relaciones, dando por sentado que confluir en base a algo tan particular como las ideas propias de cada grupo puede ser innecesario o improductivo.
En la FAGC el modelo que nos ha funcionado es no federarnos en base a planteamientos ideológicos (partiendo de los mínimos de antiautoritarismo, autogestión y no participación institucional), sino en base al trabajo, a proyectos prácticos. Así pueden convivir ápatridas con independentistas, individualistas con colectivistas, sin que surjan conflictos ni enredarnos en disquisiciones. Creemos por tanto que las relaciones deben girar en torno a 4 puntos, de menor a mayor importancia:
1.Conocernos (paso inicial para poder estar dispuestos a implicarnos en el resto de pasos).
2.Difundir (dar eco a las iniciativas que otros colectivos lleven a cabo en otros puntos del Estado).
3.Amplificar trabajo (la posibilidad de participar en campañas y proyectos interesantes cuya aspiración sea extenderse viralmente por gran parte del Estado).
4.Red contra la represión (este es el punto capital. Si todo lo demás falla no importa, mientras quede bien hilvanado un tejido de solidaridad y apoyo mutuo que pueda activarse rápidamente, de punta a punta del Estado, ante los casos de represión. Más allá de la difusión y las campañas, estaría bien que también se concretara en asesoría jurídica o incluso asistencia, en aquellos sitios donde no se tenga esta posibilidad).
Ahí va nuestro esbozo sobre el tema de relaciones.
FAGC
                                                                                                                     Gran Canaria, abril del 2016