Una clase universitaria en una comunidad ocupada

El pasado 21 de diciembre (2016) una clase del grado de Educación Social de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria se impartió en «La Esperanza». Fue un acontecimiento memorable. Los alumnos que van a ser trabajadores sociales pudieron mirar sin prejuicios a las personas reales que componen este proyecto. Pudieron comprobar en primera persona (algunos eran de Guía) cuál era la verdadera situación del inmueble y despejar muchas ideas preconcebidas sobre «los okupas» («sorprende -decían- cómo cada persona que pasa nos da los buenos días, lo que no pasa ni en comunidades no okupadas»). La intervención del compañero Ruymán abrió una interesante reflexión: «Su labor va a ser gestionar la pobreza, tutelarla, generar dependencia. ¿Por que no ensayar experiencias como esta y promover la autogestión y reforzar la autonomía? Porque eso supondría una amenaza para el Sistema». Los alumnos reflexionaron sobre los límites de su futuro oficio, sobre lo mal distribuídos que están los recursos y sobre las dificultades burocráticas. Aunque concluyeron que solos iban a poder cambiar muy poco, sí coincidieron en que uniendose y confluyendo podrían presionar y denunciar esa dinámica. Los vecinos por su parte (como Azu o Guillermo) contaron sus experiencias personales y cómo en muchas ocasiones han recibido desprecio de las instituciones y de los propios funcionarios. Al final, después de dar una vuelta por los 4 bloques y la huerta, se produjo mucha empatía entre todos, una sinergia muy bonita entre profesor, alumnos, vecinos y miembros de la FAGC. Una experiencia inédita y rica para todos.

¿Son útiles las instituciones para las personas sin techo?

Gestión del sinhogarismo: alternativa libertaria

Son cuatro los años que el Instituto Nacional de Estadística (INE) lleva sin actualizar los datos en relación con las personas sin hogar en España (en 2012 cifraba 22.398). A pesar de ello, asociaciones como RAIS Fundación y organismos como el Comité Europeo de las Regiones estiman que el número total de personas sin hogar se sitúa en torno a los 35.000 en España y los tres millones en Europa. Por su parte, activistas como Lagarder Danciu, constantes en el análisis de la situación de sinhogarismo a lo largo y ancho del Estado español, elevan la cifra nacional a 50.000 personas.

Desde el último estudio del INE, los datos numéricos de personas sin hogar no han hecho sino incrementarse. Además, según relata Alfonso Hernández, periodista especializado en el ámbito social y portavoz de RAIS Fundación, a partir de una campaña llamada “HomelessMeetUpValencia”, se ha encontrado que “cuanto más tiempo pasa una persona en la calle, más probable es que continúe en ella. En el caso de Valencia, un 35% de las personas permanecen, de media, en la calle más de 5 años, y un 15% más de 10 años”.

Según explica Patricia Benedicto, psicóloga clínica y maestra, las personas que se ven abocadas a esta situación de absoluta precariedad tienden a presentar “cuadros clínicos caracterizados por sentimientos de tristeza o vacío, pérdida de peso, fatiga, insomnio, sentimientos de culpa e inutilidad, indecisión y, en algunos casos, pensamientos recurrentes de muerte, inestabilidad, desmayos, opresión torácica, miedo”. Son síntomas que “se vienen manifestando desde que estas personas son conocedoras de su situación”, lo cual provoca que la ansiedad, por ejemplo, vaya en aumento.

Los niños tampoco están exentos de verse en estas tesituras y, por consiguiente, de padecer los cuadros clínicos enumerados, ya que es algo que afecta a familias enteras. En este sentido, según relata Patricia Benedicto, “los programas de prevención de trastornos psicopatológicos en la infancia y la adolescencia son bastante escasos”, y aunque en situaciones tan estresantes es difícil evitar lo anterior, se puede “trabajar desde las escuelas y desde programas de acompañamiento”.

Es fundamental “contar con una extensa red social de apoyo”, tanto a nivel institucional como por parte del conjunto de la sociedad. Benedicto cree que una forma eficaz de revertir la parte “prejuiciosa” de la ciudadanía con respecto a las personas sin hogar puede ser el trabajo en la escuela, ya que entiende esta como “un espacio privilegiado para trabajar valores” como la empatía “y fomentar un estilo asertivo en los alumnos, caracterizado por el respeto a los demás y a uno mismo. Como podemos ver escrito en la pared del centro de Jesús Abandonado «si juzgas mi camino, te presto mis zapatos»”.

De esta manera, a través de lo que se entiende como una parcela de educación en valores en los centros educativos, se puede desarrollar una conciencia colectiva de asunción de las problemáticas sociales que se suceden y de respeto igualitario al resto de personas independientemente de su situación económica. Tal como relata Benedicto, “un estudio de la Universidad Complutense de Madrid afirma que el 46.7% de las personas sin hogar son felices. Quizás deberíamos plantearnos si no somos nosotros, las personas ajenas, las que tenemos miedo y no ellos”.

Centros de atención infrautilizados

Para paliar la incesante problemática de sinhogarismo, las instituciones ofrecen centros de atención a personas sin hogar y albergues con diferentes servicios básicos y –aunque no siempre- de orientación. En 2014, el total de centros ascendía a 619. La ocupación de los mismos nunca llega al 100% a pesar de la inferioridad del número de plazas con respecto al número de personas sin hogar.

centros-de-atencic3b3n-por-cc-aa-2014Cabe preguntarse los motivos por los cuales ningún centro de este tipo consigue completar su aforo. En septiembre de 2015, el diario El Mundo mostraba que “solo 1 de cada 4 sin techo va a centros de atención”. El resto de personas decide “buscarse la vida fuera, en los metros, en los puentes, en los portales, en cualquier rincón”.

Un hombre, apodado “El Papi”, que ha vivido más de 22 años en las calles de Madrid, declaró en una entrevista concedida a eldiario.es que, si estuviera en su mano, “lo primero que haría sería acabar con los albergues, porque son como cárceles a régimen abierto”. También introdujo la idea de abrir espacios autogestionados donde ellos mismos pudieran organizarse “sin que hubiera detrás ninguna empresa con ánimo de lucro”. Muchas de las personas que han preferido ocupar las calles muestran su descontento con el trato recibido en dichos centros y con la inutilidad de los mismos a largo plazo.

La experiencia libertaria de La Esperanza

En este sentido, se podría enfocar la mirada hacia una extraordinaria experiencia autogestionaria que ha tenido lugar en Gran Canaria desde 2013: La Esperanza, considerada la mayor comunidad okupa de España. En ella viven 77 familias (alrededor de 250 personas). Se trata de “una experiencia libertaria llevada a cabo por gente no anarquista”. Esta iniciativa se desarrolló en un contexto “de precariedad social en Canarias”. El paro registrado alcanzaba el 35% y tuvieron lugar “más de 4.000 ejecuciones hipotecarias” durante ese año.

La Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) planteó, entonces, el proyecto de ocupación de un edificio cuya construcción estaba inconclusa. Se unieron muchas familias, creando una comunidad en la que “el asamblearismo fue la principal forma de organización”, según cuenta Ruymán Rodríguez, portavoz de la FAGC. En La Esperanza viven con luz de obra, bidones de agua y aproximadamente un 30% de los vecinos se alimentan a partir de una huerta común. Entre todos los miembros de la comunidad gestionan el funcionamiento y la vida de la misma y son autosuficientes a partir del trabajo colectivo.

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Desde la Federación Anarquista de Gran Canaria, impulsora de esta comuna, explican la experiencia.

Cansadas de la inutilidad de los centros de atención, algunas voces han planteado que exista la posibilidad de habilitar espacios en los que las personas sin techo puedan autogestionar su situación. ¿Es una buena idea?

La autogestión pasa por ser hoy la única alternativa que ofrece garantías. El problema de los albergues es sólo que son parches temporales, y que sus ridículos requisitos y la propia estructura de la institución son diseñados para imposibilitar que las personas que sufren indigencia puedan encontrar soluciones reales a su situación. Y menos todavía que sean protagonistas de dichas soluciones. Por ahora, ni los subsidios ni las ONG’s han solucionado nada de forma duradera. En nuestra experiencia, sólo cuando las personas sin hogar se han organizado y han tomado inmuebles abandonados, han podido paliar su estado de desamparo.

En La Esperanza hubo algunos problemas de organización cuando la FAGC se retiró de allí para dejar que el proyecto se desarrollara autónomamente. Quizá debido a que en la sociedad, en términos generales, no existe costumbre de asamblearismo y la organización de grupos de trabajo se torna difícil. ¿Cuáles son los pros y los contras de la autogestión?

Lo ocurrido en La Esperanza es parte de un proceso de aprendizaje, de ensayo y error. La FAGC intervino a petición de los vecinos, pero quizás hubieran llegado a las mismas conclusiones sin nuestra influencia. Probaron un modelo de delegación, presidencialista, y no les convenció. Actualmente se autogestionan solos al 100%.

Los pros de la autogestión son evidentes: permite al afectado intervenir en sus problemas de forma directa y hallar la solución que más se ajuste a sus necesidades. No solo reporta, a niveles psicológicos, responsabilidad, dignidad y autoestima; a nivel social y económico es mucho más funcional y resolutivo. ¿Esperar un subsidio que no llega cuando puedes ocupar un pedazo de tierra, plantar y alimentarte? ¿Aguardar por una vivienda de protección oficial que no vas a poder pagar cuando hay más de 135.000 casas vacías en Canarias? La autogestión es más eficiente.

Los contras: tomar decisiones por uno mismo, cuando se nos enseña desde la infancia a delegar, no es sencillo. Si algo se rompe, si surge algún problema, no hay estancias superiores a las que recurrir; es la comunidad, con sus límites, la que tiene que usar su saber y fuerza para resolver los problemas. Puede que vivir así implique un coste: la necesidad permanente de autocapacitarse. Pero vivir dignamente lo merece.

Aunque suene contradictorio, ¿hay algo que puedan hacer las instituciones para hacer que iniciativas de este cariz sean de más fácil desarrollo? ¿Es posible un proyecto mixto autogestión-institución?

Un “proyecto mixto” nunca sería realmente autónomo. La autonomía implica independencia de las instituciones. No es un concepto ideológico, sino de sentido común. Quien paga manda. Si una institución interviniera, el espacio para la autogestión sería mínimo, estaría encorsetado.

Las instituciones, en nuestra experiencia, sólo han entorpecido este tipo de proyectos. Para que pudieran hacer algo tendrían que cuestionarse principios como el de propiedad privada, competencia, capitalismo, y primar otros como el de derecho al techo, a la autonomía y a la propia vida por encima de cuestiones monetarias. Y los poderes públicos no están por la labor.

Podrían quitar las viviendas que “regalaron” a los fondos buitres, acabar con las gestoras privadas de vivienda pública, garantizar suministro eléctrico y acuífero a la población por debajo del umbral de la pobreza, entregar viviendas públicas con las que especulan a indigentes y desahuciados. Es algo que está en su mano, pero no lo hacen ni lo piensan hacer.

Por lo tanto, ¿cómo podrían ayudar? No estorbando.

¿Qué podemos aprender de La Esperanza?

Una lección de capacidad: sobre el potencial organizativo de los que han sido excluidos de la vida social y política; sobre la fuerza de las mujeres como dinamizadoras, sobre la plasticidad de los niños; sobre el talento desaprovechado de todo un sector de la población arrojado a la indigencia después de años construyendo mil estructuras con sus propias manos. Podemos aprender lo difícil que es asomarse a la autogestión sin sentir vértigo, lo duro que es romper con dependencias y subordinaciones, lo complicado de tener tu vida en tus manos sin tomar decisiones contraproducentes que saboteen tu propio proyecto.

Fuente original: https://blogintrospeccion.wordpress.com/2016/12/11/son-utiles-las-instituciones-para-las-personas-sin-techo/

La isla es de quien la habita (audio)

Cuando llegaron a aquella isla, pensaron que estaban arribando a un espacio virgen, libre de ataduras, donde podrían comenzar de nuevo. Sin embargo, al cabo de un tiempo, llegaron gentes procedentes de lugares recónditos, alejados miles de kilómetros de allí, blandiendo un papel en la mano y reclamando la propiedad sobre esas tierras. A partir de entonces, los nuevos colonos se verían enfrentados con aquellos propietarios “de derecho natural” que les negaban la posibilidad de vivir siquiera como seres humanos…

Al igual que en aquella isla, los desahucios y desalojos se suceden en otros lugares. Y de la misma forma, hay gente que los para e impide los atropellos. Como en Alcorcón: donde la semana pasada, se evitaron por el momento el desalojo de dos familias con numerosos hijos a su cargo.

Pero esta lucha por un techo donde poder dormir y cobijarse, vemos que no es nueva. Siempre ha habido resistencias y luchas, tal y como nos comenta Manel Aisa al hablar de la huelga de alquileres de Barcelona en el año 1931.

Pero no fueron los únicos, en la actualidad hay mucha gente trabajando en este tipo de resistencias. Y así, nos encontramos con otros isleños, de la Federación Anarquista de Gran Canaria, que nos hablan de su actividad diaria y de sus iniciativas con respecto al tema de la vivienda.

Para concluir, difundimos un par de noticias que han llegado hasta nuestra isla y unas cuentas convocatorias que se llevarán a cabo próximamente por los archipiélagos cercanos.

Salud,
en la Ínsula Libertalia, a 16 de mayo de 2016.

Para escuchar el audio del programa de radio: https://insulalibertalia.wordpress.com/2016/05/17/cap-12-la-isla-es-de-quien-la-habita/

El testimonio de un realojado

Buenas, voy a contaros un poco la que fue nuestra situación sin entrar en muchos detalles e intentando acortarla lo más posible, que no fue ni menos, ni más dramática que la de miles de familias que por desgracia pasan un bache en su vida y un día se encuentran «viviendo» en la calle. Por circustancias de desempleo y al no percibir ninguna ayuda, fuimos dando tumbos por muchos sitios, en uno de esos acabamos en Guía. Al no encontrar ninguna casa no tuvimos otra opción que entrar a vivir en una obra abandonada, donde tuvimos que sobrevivir entre los excrementos de las palomas, suciedad y gente que entraba a consumir y a otras muchas cosas mas. Cerré como pude la «vivienda» por llamarla de alguna manera, para que mi mujer estuviera un poco más a salvo. Pasabamos frío por las noches, al principio nos dabamos calor pegándonos el uno al otro encima de unos palés que nos hacían de cama, hasta que conseguimos mantas. Un lujo vamos. Hacíamos la comida en un bidón vacío de pintura. Allí eramos los únicos que vivíamos. Hicimos lo que pudimos para que eso se pareciera lo más posible a un hogar. Como opinión personal creo que un hogar lo crean las personas no el techo donde vivas.

Catorce de diciembre del 2015 mi mujer se quedo embarazada, fue la noticia más bonita de mi vida, solo empañada por la situación que vivíamos, fue como ver brillar el sol cuando solo te rodea oscuridad. Nos pasábamos todas las noches buscando en los contenedores comida, muebles… lo que fuese para sobrevivir, pero eso era solo para sobrevivir nosotros. Ahora había una vida más que venía a este mundo. Así nos pasamos muchos meses, demasiados creo yo. Por que nadie se merece vivir hoy en día de esa manera cuando lo que sobran son techos dignos. Hasta que conocimos a un miembro de la FAGC que sin pretensiones de ningún tipo y buscando nada más que el sacarnos del hoyo, nos dio la oportunidad de entrar a vivir en la ahora tan conocida, COMUNIDAD ESPERANZA. Gracias a eso ahora tenemos un techo digno donde esperamos ver nacer a nuestra hija y recuperar, cosa que no os conte antes a otras dos niñas que son por parte de mi mujer. Gracias a eso ahora podremos ser una bonita y gran familia numerosa. Comunidad esperanza, otro nombre no podría tener, GRACIAS, GRACIAS Y MIL GRACIAS.

                                                     
                                                                                                                                                    Gustavo

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Aquí vivían:

Con el Banc Expropiat

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                                      Una vecina de Gràcia explica perfectamente la realidad del desalojo

En nuestros viajes por el Estado hemos detectado mucho inmovilismo, retórica y ambientes donde se prioriza la teoría a la acción. Lugares llenos de infraestructura (bibliotecas, ateneos, cafetas) pero con muy poca incidencia barrial. También hemos encontrado otros proyectos que no necesitan darse el nombre de libertarios para poner en práctica el apoyo mutuo, la acción directa y la autogestión más allá de la propaganda. Proyectos que nos han hecho creer que hay un nuevo movimiento libertario en este siglo XXI, un movimiento de gente que piensa, pero que ya no sólo piensa; actúa. Un movimiento de personas que no quieren tener contacto con las instituciones pero que sí quieren tenerlo con la gente que más sufre. Un movimiento que pone el trabajo por encima de las etiquetas. Uno de los colectivos con los que en este plano nos sentimos hermanados es el El Banc Expropiat, del barrio barcelonés de Gràcia. Contempla otra forma de okupar y de relacionarse con la gente de a pie, una forma que pasa por crear tejido barrial y solidario. Actúalmente, con la connivencia del Ayuntamiento de Barcelona de Ada Colau, los tribunales han hecho que el derecho a la propiedad privada prevalezca por encima de cualquier otra consideración y han entregado el local, manu militari y para que siga abandonado, al empresario que se lucró con la «crisis» y lo compró a precio de saldo: Bravo Solano. 

En la distancia poco podemos hacer para apoyarles, salvo adherirnos a su comunicado, en el que exigimos la reapertura del Banc (al que nos hemos adherido tanto la FAGC como la Comunidad «La Esperanza») y los gestos simbólicos de solidaridad que han surgido dentro de la propia Comunidad. Lo que sabemos es que más tarde o más temprano #TornemAlBanc.   
Nuestra vecina Pino hizo este cartel para difundir por las redes sociales
Azu elaborando otro a mano con la pintura donada por varios vecinos