La Prostitución


Hoy, 8 de Marzo, Día de la Mujer Trabajadora, día que a veces parece conmemorarse para no tener que volver a ocuparse del asunto durante el resto del año, no queríamos olvidarnos de un asunto ignorado también durante esta efemérides: la prostitución. Si la situación de la trabajadora convencional es de por sí sangrante y alarmante, si la explotación de esta mitad de la humanidad a la que se estigmatiza y cosifica ha arreciado hasta cotas inimaginables durante esta coartada llamada “crisis”, no nos equivocamos si pensamos que esto se agrava si valoramos la situación de las mujeres que no soló tienen que alquilar su fuerza de trabajo, si no también su propio cuerpo. En la estructura jerárquica capitalista todos los asalariados alquilamos, de una u otra forma, nuestro cuerpo, todos nos “prostituimos”, pero existe una diferencia sustancial cuando uno además debe “alquilar” los actos y funciones más íntimos de su organismo, actos que sólo a nuestra voluntad y deseo deberían pertenecer.

Aquellos que, cuando se les habla de abolir la prostitución, aún se inventan justificaciones (seguramente auto exculpativas) y tratan de verla como una “elección”, deben de ser conscientes de que tienen la misma mentalidad que el capitalista que defiende las virtudes del trabajo asalariado cuando se le habla de abolirlo. La esclavitud sexual es una de las más graves rémoras que arrastra el siglo XXI y sólo desaparecerá cuando se realice una verdadera emancipación económica, cuando quede destruido el patriarcado cultural y psicológico y cuando las personas dejemos de ser un medioy nos constituyamos en un fin.

De todo esto nos habla Emma Goldman en un artículo de flamante actualidad: La Prostitución. Esperamos que saquen provecho de su lectura.  

La prostitución
(“The Traffic In Woman”, Anarchism And Other Essays, 1917)
Nuestros reformistas hicieron de repente un gran descubrimiento: la trata de blancas. Los diarios se llenaron de exclamaciones y hablaron de cosas nunca vistas e increíbles, y los fabricantes de leyes se prepararon para proyectar un haz de leyes nuevas a fin de contrarrestar esos horrores.
Es altamente significativo este hecho toda vez que a la pública opinión se le presenta, como si fuera una distracción más, unos de estos males sociales, enseguida se inaugura una cruzada contra la inmoralidad, contra el juego de azar, las salas de bailes, etc. ¿Y cuáles son los resultados de semejantes campañas aparentemente moralizadoras? El juego aumenta cada vez más, las salas funcionan clandestinamente a la luz del día, la prostitución se encuentra siempre al mismo nivel y el sistema de vida de los proxenetas y sus similares se vuelve un poco más precario.
¿Cómo puede ser que esta institución, conocida hasta por los niños de teta, haya sido descubierta recientemente? ¿Qué es, después de todo, este gran mal social, -reconocido por todos los sociólogos- para que dé lugar a tanto ruido y a tanta alharaca la publicación de todas esas informaciones?
Resumiendo las recientes investigaciones sobre la trata de blancas -por lo pronto muy superficiales- nada de nuevo se descubrió. La prostitución ha sido y es una plaga sumamente extendida, y asimismo la humanidad continuó hasta ahora imbuida en sus asuntos, indiferente a los sufrimientos y a la desventura de las víctimas de ese tráfico infame; tan indiferente como lo fue ante nuestro sistema industrial, o ante la prostitución económica.
Solamente cuando el humano dolor se convierte en una diversión, en una especie de juguete de brillantes colores, el niño que es el pueblo se interesa por él, siquiera un tiempo determinado; el pueblo es un niño de carácter veleidoso; todos los días quiere un juguete nuevo. Y el desaforado grito contra la trata de blancas, es precisamente eso. Le servirá para divertirle durante un tiempo y también dará lugar a que se instituya una serie de puestos públicos, unos cuantos parásitos más, que se pasearán por ahí, como detectives, inspectores, miembros investigadores, etc.
¿Cuál es la verdadera causa que origina el tráfico de la mujer, no solamente de la blanca, sino de la negra y la amarilla? Naturalmente es la explotación, que engorda el fatídico Moloch del capitalismo con una labor pagada a un misérrimo precio, lo que empuja a miles de jóvenes mujeres, muchachas y niñas de poca edad hacia el pozo sin fondo del comercio del lenocinio.
[…] Es lógico esperar que nuestros reformistas no dirán nada acerca de esta causa fundamental. Comprenden demasiado que son verdades que rinden poco. Es más provechoso desempeñar el papel del fariseo, esgrimir el pretexto de la moral ultrajada, que descender al fondo de las cosas.
[…] En ninguna parte se trata a la mujer de acuerdo al mérito de su trabajo; por eso, ese procedimiento es todavía más flagrantemente injusto. Es imperiosamente inevitable que pague su derecho a existir, a ocupar una posición cualquiera mediante el favor sexual. No es más que una cuestión de gradaciones que se venda a un hombre, casándose, o a varios. Que nuestros reformistas lo admitan o no, la inferioridad social y económica de la mujer, es directamente responsable de su prostitución.
Justamente en estos días la buena gente se asombró de ciertas informaciones, donde se demostraba que solamente en Nueva York, de diez mujeres que trabajaban en fábricas, nueve percibían un salario de seis dólares semanales por 48 horas de trabajo, y la mayoría de ellas debían afrontar varios meses de desocupación; lo que en total representaba una suma anual de 280 dólares. Ante estas horribles condiciones económicas, ¿hay motivo de asombro al constatar que la prostitución y la trata de blancas se hayan convertido en un factor tan predominante?
[…] Nuestros actuales reformistas podrían muy bien enterarse del libro del Dr. Sanger [La Historia de la Prostitución]. Entre 2,000 casos observados por él, son raros los que proceden de la clase media, de un hogar en prósperas condiciones. La gran mayoría salen de las clases humildes y son, por lo general, muchachas y mujeres trabajadoras; algunas caen en la prostitución a causa de necesidades apremiantes; otras debido a una existencia cruel de continuo sufrimiento en el seno de su familia, y otras debido a deformaciones físicas y morales (de las que hablaré después). También para edificación de puritanos y de moralistas, había entre esos dos mil casos, cuatrocientas mujeres casadas que vivían con sus maridos. ¡Es evidente que no existía mucha garantía de la pureza de ellas en la santidad del matrimonio!
El Dr. Blaschko en Prostitution in the Nineteenth Century, hace resaltar más aún que las condiciones económicas son los más poderosos factores de la prostitución.
Aunque la prostitución existió en todas las edades, es el siglo XIX el que mantiene la prerrogativa de haberla desarrollado en una gigantesca institución social. El desenvolvimiento de esta industria con la vasta masa de personas que compiten mutuamente en este mercado de compra y venta, la creciente congestión de las grandes ciudades, la inseguridad de encontrar trabajo, dio un impulso a la prostitución que nunca pudo ser soñado siquiera en periodo alguno de la historia humana (nota de la FAGC: si esto era cierto en el s. XIX, ¿cómo no iba a serlo en el XXI, dónde [según las últimas estádisticas] la explotación sexual mueve al año más de 108.000 millones de dólares, siendo el segundo “negocio” que más dinero mueve en el mundo?).
[…] La faz más divertida de esta cuestión que acaba de hacerse pública, es la superabundante indignación de nuestras buenas y respetables personas, y especialmente de algunos caballeros cristianos, quienes siempre encabezan esta suerte de cruzadas y también otras que surjan de cualquier parte o por cualquier motivo. ¿Es que ellos ignoran completamente la historia de las religiones y particularmente de la cristiana? ¿Por qué razones deberían gritar contra la infortunada víctima de hoy, desde que es conocido por los estudiosos de alguna inteligencia que el origen de la prostitución es, precisamente, religioso, lo que la mantuvo y la desarrolló por varios siglos, no como una vergüenza, sino como digna de ser coronada por el mismo dios?
Parece que el origen de la prostitución se remonta a ciertas costumbres religiosas, siendo la religión la gran conservadora de las tradiciones sociales, la preservó en forma de libertad necesaria y poco a poco pasó a la vida de las sociedades. Uno de los ejemplos típicos lo recuerda Herodoto; quinientos años antes de Cristo, en el templo Mylitta, consagrado a la Venus babilónica, se establecía que toda mujer que llegase a edad adulta había de entregarse al primer extraño que le arrojase un cobre en la falda como signo de adoración a la diosa. Las mismas costumbres existían en el oriente de Asia, en el norte de África, en Chipre, en las islas del Mediterráneo, y también en Grecia, donde el templo de Afrodita en Corinto poseía más de mil sacerdotisas dedicadas a su servicio.
El hecho que la prostitución religiosa se convirtiese en ley general, apoyada en la creencia que la actividad genésica de los seres humanos poseía una misteriosa y sagrada influencia para promover la fertilidad de la naturaleza, es sostenido por todos los escritores de reconocida autoridad en la materia. Gradualmente y cuando la prostitución llegó a ser una institución organizada bajo la influencia del clero, se desarrolló entonces en sentido utilitario, coadyuvando así a las rentas públicas.
El Cristianismo, al escalar el poder político cambió poco semejante estado de cosas de la prostitución. Los meretricios bajo la protección de las municipalidades se encontraban ya en el siglo XIII. Los principales jefes de la Iglesia los toleraron. Constituían esas casas de lenocinio una especie de servicio público, cuyos dirigentes eran considerados como empleados públicos (Havelock Ellis, Sex and Society).
A todo esto débese agregar lo que escribe el Dr. Sanger en su libro citado anteriormente:
El papa Clemente II, dio a la publicidad una bula diciendo que se debía tolerar a las prostitutas, porque pagaban cierto porcentaje de sus ganancias a la Iglesia.
El papa Sixto IV fue más práctico; por un solo meretricio que él mismo mandó construir, recibía una entrada de 20,000 ducados.
En los tiempos modernos la Iglesia se cuida más, respecto a este asunto. Por lo menos abiertamente no fomenta el comercio del lenocinio. Encuentra mucho más provechoso constituirse en un poder casi estatal, por ejemplo la Iglesia de la Santísima Trinidad, y alquilar a precios exorbitantes las reliquias de un muerto a los que viven de la prostitución.
[…] Pero sería demasiado parcial y superficial por nuestra parte, sostener que el factor económico es la única causa de la prostitución. Hay otros no menos importantes y vitales. Los mismos reformistas los reconocen, mas no se atreven a discutirlos, ni hacerlos públicos, y menos aumentar esa cuestión, que es la savia de la verdadera vida del hombre y de la mujer. Me refiero al tema sexual, cuya sola mención produce ataques espasmódicos en la mayoría de las personas.
Se concede que una mujer es criada más para la función sexual que para otra cosa; no obstante se la mantiene en la más absoluta ignorancia sobre su preponderante importancia. Cualquier cosa que ataña a este asunto se le suprime con aspaviento, y la persona que intentara llevar la luz a estas espesas tinieblas, sería procesada y arrojada a la cárcel. Sin embargo, sigue siendo incontrovertible que mientras se continúe en la creencia que una joven no debe aprender a cuidarse a sí misma, ni debe saber nada acerca de la más importante función de su vida, no tiene que sorprendernos que llegue a ser fácil presa de la prostitución, o de otra forma de relaciones, que la reducen a convertirse en un mero instrumento sexual.
A esta criminal ignorancia se debe que la entera existencia de una joven resulte deformada y estropeada. Desde hace tiempo la gente se halla convencida que un muchacho, en su adolescencia, sólo responde al llamado de su naturaleza, es decir, tan pronto como despierta a la vida sexual puede satisfacerla; pero nuestros moralista se escandalizarían al sólo pensar que una muchacha de esa edad hiciese lo mismo. Para el moralista la prostitución no consiste tanto en el hecho que una mujer venda su cuerpo, sino en que lo venda al margen del hogar, del matrimonio. Este argumento no as muy infundado, ya que lo prueban la cantidad de casamientos por conveniencias monetarias, legalizados, santificados por la ley y la opinión pública; mientras que cualquier otra unión, aun siendo más desinteresada y espontánea, será considerada ilegítima, y por ende condenada y repudiada. Y eso que la prostitución, definida con propiedad, no significa otra cosa que la subordinación de las relaciones sexuales a la ganancia (Guyot, La Prostitución).
 Son prostitutas aquellas mujeres que venden su cuerpo, ejerciendo actos sexuales y haciendo de ellos una profesión (Banger, Criminalité et Condition Economique).
En efecto, Banger va más allá; sostiene que el acto de prostituirse es intrínsecamente igual para el hombre y la mujer que contrae matrimonio por razones económicas.
Naturalmente, el matrimonio es el único fin a que tienden todas las jóvenes, pero a miles de muchachas, cuando no pueden casarse, nuestro convencionalismo social las condena al celibato o a la prostitución (nota de la FAGC: aunque lo dicho parece obsoleto, en realidad lo mismo podría decirse con respecto a la obligatoriedad de la vida en pareja que aún se impone a muchas mujeres). Y la naturaleza humana afirma siempre su improrrogable derecho, sin cuidarse de las leyes; ya que no existen razones plausibles para que esa naturaleza se adapte a una pervertida concepción de moralidad.
Generalmente la sociedad considera el proceso sexual del hombre como un atributo de su propio desarrollo viril; entre tanto, lo que idénticamente se realiza en la vida de la mujer es mirado como una de las más terribles calamidades: la pérdida del honor y todo lo que es bueno y noble en la criatura humana. Esta doble modalidad moral tuvo no poca participación en la creación y perpetuación de la prostitución. Ello entraña mantener a la juventud femenina en una absoluta ignorancia de la cuestión sexual, con el pretexto de la inocencia, junto con una represión anormal de los deseos genésicos, lo que contribuye a originar morbosos estados de ánimo, que nuestros puritanos particularmente ansían evitar y prevenir (nota de la FAGC: la desinformación que antes podía atribuirse al secretismo hoy puede reprochársele a la manipulación y explotación mediática y comercial de la sexualidad como categoria económica. Que la sexualidad, en su aspecto profundo, sigue siendo una desconocida, nos lo demuestran la cantidad de embarazos indeseados entre las adolescentes).
Tampoco la venta de los favores sexuales ha de conducir necesariamente a la prostitución; es más bien responsable la cruel, despiadada, criminal persecución llevada a cabo por los poderosos contra la masa de los vencidos; los primeros tienen aún el cinismo de divertirse a costa de los últimos.
[…] Ella [la esclava sexual] se sentirá completamente al margen de la vida social, que le cerrará las puertas. Su misma educación y todo lo que se le ha inculcado, hará que se reconozca una depravada, una criatura caída para siempre, sin el derecho a levantarse más, sin que nadie le extienda la mano; al contrario, se tratará de hundirla cada vez más. Es así como la sociedad crea las víctimas y luego vanamente intenta regenerarlas. El hombre más mezquino, el más corrompido y decrépito podrá aún considerarse muy bueno para casarse con una mujer, cuya gracia comprará muy ufano, en vez de pensar que puede salvarla de una vida de horrores. Tampoco podrá dirigirse a su hermana la honesta en busca de amparo, de auxilio moral; ésta, en su estupidez, teme mancillar su pureza y castidad, no comprendiendo que en muchos aspectos su posición es más lamentable que la de su hermana en la calle.
La mujer que se casa por dinero, comparada con la prostituta, es verdaderamente un ser despreciable, dice Havelock Ellis. Del mismo modo se prostituye, se le paga menos, en cambio, por su parte retribuye mucho más en trabajo y cuidados y se halla atada a un solo dueño. Por empezar, la prostituta nunca firma un contrato, por el cual pierde todo derecho sobre su persona, conserva su completa libertad de entregarse a quien quiere, no obstante hallarse obligada siempre a someterse a los brazos de los hombres.
No se trata mejor a esa mujer casada, si llegan a su noticia las palabras de la apología de Lecky, al decir de la prostituta: aun cuando sea la suprema encarnación del vicio, es también la más eficiente salvaguarda de la virtud: gracias a ella, cuántos hogares aparentemente respetables escaparon de ser corrompidos, mancillados por prácticas antinaturales; sin ella, estas aberraciones del sentido genésico abundarían más de lo que se puede suponer.
Los moralistas se hallan siempre dispuestos a sacrificar una mitad de la raza humana para conservación de algunas miserables instituciones que ellos no pueden hacer prosperar. En rigor, la prostitución no representa tampoco una salvaguarda más para asegurar la pureza del hogar, como no lo representan esas mismas leyes, cuyos efectos pretende contrarrestar. Casi el cincuenta por ciento de los hombres casados frecuentan los prostíbulos o los patrocinan. Es a través de este virtuoso elemento que las casadas -y aun los niños- contraen enfermedades venéreas. Asimismo no tiene ninguna palabra de condenación para el hombre, mientras que para la indefensa víctima, la meretriz, no hay ley lo suficientemente monstruosa que la persiga y la condene. No es solamente la presa de los que la poseen, durante el ejercicio de su profesión; lo es también de cada policía y de cada miserable detective que la persiga, de los oficialitos de los puestos de policía y de las autoridades de todas las cárceles a donde llegue.
En un reciente libro, escrito por una mujer que regenteó una de esas casas, se puede hallar la siguiente anotación: Las autoridades del lugar me obligaban a pagar todos los meses, en calidad de multa de $14.70 a $29.70; las pupilas debían pagar de $5.70 hasta $9.70 solamente a la policía. Si se tiene en cuenta que la autora hacía sus negocios en una ciudad pequeña, las sumas que cita no comprenden las extras en forma de contravenciones, coimas. etc.; de lo que se puede deducir la enorme renta que reciben los policías de los departamentos, extraídas, sonsacadas del dinero de esas víctimas, que ellos tampoco desean proteger. Ay de la que se rehúse a oblar esa suerte de peaje; será arrastrada como ganado, aunque no fuera más que para ejercer una favorable impresión sobre los honestos y buenos ciudadanos de esas ciudades, o también para obedecer a las autoridades que necesitan cantidades extras de dinero, además de las lícitas. Para las mentalidades enturbiadas por los prejuicios que no creen a la mujer caída incapaz de emociones, les será imposible imaginarse, sentir en carne propia la desesperación, las afrentosas humillaciones, las lágrimas candentes que vierte cuando la hunden cada vez más en el fango.
¿Parecerá acaso extraño que una mujer que regenteara una de esas casas sepa expresarse tan bien con tal vehemencia, sintiendo de tal manera? Más extraño me parece el proceder de este buen mundo cristiano que supo sacar provecho, trasquilar, hacerle pagar su tributo de sangre y dolor a semejante criatura y luego no le ofrece otra recompensa que la detracción y la persecución. ¡Oh la caridad de este buen mundo cristiano!
[…] Los que viven en casas de cristal no deberían arrojar piedras al techo de las ajenas; además, los cristales norteamericanos son un poco delgados y pueden romperse fácilmente, y en el interior no habrá cosas placenteras para ser exhibidas en público.
Adjudicar el aumento de la prostitución a la alegada importación extranjera, al hecho de extenderse cada vez más el proxenetismo, es de una superficialidad abrumadora. Como ya me referí al primer factor, el segundo, los proxenetas, detestables como son, no se debe ignorar que forma parte esencialmente de una fase de la prostitución moderna, fase acentuada por las persecuciones y los castigos resultantes de las esporádicas cruzadas llevadas a cabo contra ese mal social.
El proxeneta, no dudando que es uno de los miserables especímenes de la familia humana, ¿en qué manera puede ser más despreciable que el policía, quien le arranca hasta el último centavo a la pobre trotadora de la calle para luego conducirla presa todavía? ¿Cómo el proxeneta ha de ser más criminal, o una más grande amenaza para la sociedad cuando los propietarios de grandes almacenes, de tiendas o fábricas, buscan sus víctimas entre el personal femenino para satisfacer sus ansias bestiales y después enviarlas a la calle? No intento defender al proxeneta de ningún modo, mas no comprendo por qué se le ha de dar caza despiadadamente, cuando los verdaderos perpetradores de las iniquidades sociales gozan de inmunidad y de respeto. Entonces, hay que recordar muy bien que ellos también contribuyen a hacer a las prostitutas, no solamente el proxeneta. Es por nuestra vergonzosa hipocresía que se creó la prostituta y el proxeneta.
[…] La opresión simple y pura y los proyectos de leyes coercitivas no han de servir más que para amargar a la infortunada víctima de su misma ignorancia y estupidez, y luego llevarla a la última degradación. Uno de ellos logró su máxima severidad, proponiendo que a las prostitutas se les diera el tratamiento de los criminales, y las cogidas en flagrante, se las penaría con cinco años de cárcel y 10,000 dólares de multa. Semejante actitud sólo demuestra la obtusa incomprensión de las verdaderas causas de la prostitución, como factor social, como también esto es una manifestación del puritánico espíritu de otros días sangrientos en la historia del puritanismo.
No existe un escritor moderno que al tratar este asunto no señale la completa futilidad de estos métodos legislativos con sus innumerables medios de coerción. El Dr. Blaschko dice que las represiones gubernativas y las cruzadas moralizadoras nada consiguen más que dispersar el mal social que quieren combatir por miles de otros conductos secretos, multiplicando así los peligros para la sociedad. Havelock Ellis, el temperamento más humanitario y el estudioso más profundo de la prostitución, nos hace comprobar con el fehaciente testimonio de citas históricas, que cuanto más drástico es el método de represión, mucho más empeora las condiciones de ese mal. Entre una de esas citas se halla la siguiente: En 1560 Carlos IX abolió con un edicto todos los prostíbulos; pero el número de las meretrices no hizo más que aumentar, mientras otras casas de lenocinio fueron apareciendo clandestinamente, siendo mucho más peligrosas que las anteriores. A despecho de esa legislación, o por causa de ella, no hubo país entonces en el que la prostitución se extendiera con más fuerza, jugando un rol preponderante (Sex and Society).
[…] Respecto a la total extirpación de la prostitución, nada, ningún método podrá llevar a cabo esa magna empresa, sino la más completa y radical trasmutación de valores, en la actualidad falsamente reconocidos como beneficiosos -especialmente en lo que atañe a la parte moral- junto con la abolición de la esclavitud industrial, su causa causarum.
Emma Goldman

¡Todos con Itahisa y José Antonio!

Jueves día 7 de Marzo
A las 7:30 «Caravana Anti-desahucios» hacia Telde

A las 8:00 todos en la calle Tamadaba (nº 10)

Mientras nos quede aliento, no podemos permitir que una familia quede rota y en la calle

¡Que Telde sea un clamor de rabia contra la injusticia, de compromiso por la solidaridad!

¡Únete al Piquete Anti-desahucios!

Sic Semper Tirannys


Hoy los medios nos bombardearan inclementemente con la noticia de que Hugo Chávez ha muerto. Si tratan de manipularnos cuando los medios burgueses nos lo venden como “peor” que el resto de presidentes, no tratan de manipularnos menos cuando los medios “contra-informativos” más pesebreros no los venden como “mejor”. El “puesto” de presidente se define a sí mismo, como lo hace el de verdugo o el de fabricante de mísiles: no tienen lado bueno.

En consecuencia, lo único que se puede lamentar de la muerte de Chávez es que no se haya llevada al Rey con él. Llorar por la muerte de quien nos dirige no tiene cabida entre personas libres. No tiene sentido lamentarse por la muerte de quien supone una interferencia entre el pueblo y la resolución directa de sus propios asuntos, sea ésta interferencia roja o blanca. Todo lo que representa un impedimento para que la gente decida, sin intermediarios, como quiere desarrollar su propia vida, debe desaparecer, sean presidentes, empresarios, partidos o comandantes. Lamentarlo es entonar el famoso “¡Vivan mis cadenas!”.
El culto a la personalidad es un vicio que nos lleva por derroteros lamentables, por pasajes psicológicos, y grupalmente “etológicos”, donde la autonomía se supedita al tótem, y el criterio y el espíritu crítico se sacrifican en el altar del ídolo gubernativo (vista de caqui o de traje y corbata). No nos permitamos caer en el comportamiento de rebaño, porque ni siquiera los animales más gregarios, como las ovejas, lloran por la muerte del lobo.
Los que a pesar de mis palabras sigan compungidos, son objeto de mi más sincera compasión. Les compadezco porque sufren una enfermedad… Según tengo entendido se llama Síndrome de Estocolmo.    
Fdo.: El Hombre Guillotina

Otra familia es realojada por el Grupo de Respuesta Inmediata (FAGC)


Nueva socialización


ACTUALIZACIÓN: Del último inmueble socializado se beneficiará, además, otra nueva familia en situación no menos dramática: pareja con tres niños, en paro, a punto de ser desahuciados por impago del alquiler y que durante semanas han sobrevivido con el agua y la luz cortada, sufriendo las presiones constantes de la arrendadora (personaje protagonista de una sangrante paradoja: siendo una multipropietaria que vive con holgura, ha conseguido, gracias a la gestión y buen hacer de los activistas centrados en contrarrestar los abusos hipotecarios, que se le conceda la dación en pago de una de sus propiedades, para dedicarse, a la hora de gestionar el resto, a no tolerar el más mínimo retraso en el alquiler por parte de los arrendatarios y a desahuciarlos en cuanto tiene la más mínima ocasión, imponiendo una insensible e inflexible “ley del embudo”).
 
Entrada original: Una pareja joven con dos niños, parados y a punto de quedarse sin subsidios, económicamente incapaces de hacer frente a un alquiler, ignorados por las instituciones públicas y los movimientos sociales profesionalizados, han sido realojados satisfactoriamente por el Grupo de Respuesta Inmediata Contra los Desahucios puesto en marcha por la Federación de Anarquistas en Gran Canaria.
No vamos a detenernos, no vamos a tomarnos un respiro mientras la amenazante sombra de la intemperie y la miseria aceche sobre los desheredados. Cada okupaciónes un ataque directo a las entrañas de la propiedad privada, pero es también una demostración de que la palabra Anarquismovuelve a quedar asociada, de forma irresoluble, a soluciones directas, prácticas y realistas. Es, sobre todo, una forma de auto capacitación popular para resistir y poder luchar por prolongar la propia vida.  
La plebe no dejará de ser plebe hasta el día en que tome lo que necesita. No es plebe sino porque teme tomarlo y teme el castigo que seguiría. Tomar es un pecado, tomar es un crimen; he ahí el dogma, y ese dogma por sí mismo basta para crear la plebe; pero si la plebe continúa siendo lo que es, ¿de quién será culpa? De ella, en primer término, que admite ese dogma, y en segundo lugar de quienes por egoísmo (para devolverles su injuria favorita), quieren que sea respetado. […] Si los hombres llegan a perder el respeto de la propiedad, cada individuo tendrá una propiedad, lo mismo que todos los esclavos se hacen hombres libres desde que dejan de respetar a su Amo como un Amo” (Max Stirner, El Único y su Propiedad, 1845).

¡DESAHUCIO INMINETE!

DIN-A4


Octavillas




¡DESAHUCIO INMINETE!
¡LLAMADA URGENTE A LA SOLIDARIDAD POPULAR!
Lugar del Desahucio: Municipio de Telde, calle Tamadaba, nº 10 (El Caracol Alto).
Día y hora: el 7 de Marzo a las 8:00 de la mañana.
José Antonio e Itahisa son un matrimonio en paro (de larga duración), con cuatro niños, que ante la insensibilidad y pasividad de las instituciones públicas, van a ser desahuciados, si no lo remediamos, el próximo 7 de marzo, pues al carecer de ingresos no pueden hacer frente al alquiler. Recordamos que sus hijos han sido declarados en “situación de riesgo”, lo que significa que los servicios sociales pueden arrebatárselos a sus padres en cuanto éstos pierdan el techo.
Convocamos a toda la población, solidaria y consciente, a no permitir que esta familia sea arrojada a la calle, a no consentir que cuatro niños y sus padres sean condenados a la indigencia o a la muerte. Convocamos a todas y a todos, a los que sienten el dolor ajeno como propio, a los que saben  que pueden ser los próximos, a participar en la paralización del mencionado desahucio, a demandar una renegociación del alquiler, y a exigir, sobre todo, que todo el dinero que nos sustraen los organismos públicos deje de destinarse para rescatar a los de arriba y se emplee forzosamente en dar cobertura a este tipo de familias, víctimas del sistema económico, antes de que el número de suicidios siga aumentando.

No hay excusas: comunicamos a todos los que quieren acudir que aunque no sean de Telde y carezcan  de vehículo, a las 7:30 habrá una caravana de coches en la parte superior de El Hoyo (estación de guaguas de San Telmo, en Las Palmas), justo en la parada que da a la Avenida Marítima, dispuesta a desplazar a todo el que lo solicite hasta el lugar del desahucio.

El potencial de la II Asamblea de Inquilinos y Desahuciados

El potencial de la II Asamblea de Inquilinos y Desahuciados
El derecho de propiedad […] se ha convertido […] en un instrumento de especulación abusiva e inmoral con las viviendas de los ciudadanos […]. Propongo que se opere la liquidación de los alquileres” (Pierre-Joseph Proudhon, La Idea general de la Revolución en el siglo XIX, 1851).
El pasado día 24 de febrero se celebró en La Isleta la II Asamblea de Inquilinos y Desahuciados. A fin de ponerlo en conocimiento público se hizo una tirada de 500 fotocopias (entre carteles y octavillas), se repartió parte de dichas octavillas en la manifestación del 23-F, se concurrió a los más diversos foros y asambleas para anunciarlo y se realizó un pasacalles por el propio barrio.
Esta insistencia en la difusión nace de la necesidad de hacerle llegar a todos y a todas, pero especialmente a los afectados por el alquiler, por la hipoteca, por la necesidad de vivienda, que pueden realizarse asambleas resolutivas y llevar a cabo dinámicas de actuación diferentes, donde la acción directa y el apoyo mutuo marquen la pauta.

Pero esto hay que demostrarlo con hechos… Rompiendo con la tradición fijada en determinados eventos, donde se vende comida o prendas a personas que precisamente están económicamente asfixiadas, se decidió compartir alimentos y abrigo, de forma rigurosamente gratuita, entre los asistentes a la Asamblea. Como demostración del futuro Punto de Encuentro Solidario (que esperamos desde la FAGC poder celebrar en marzo) y de la “tienda libre” del HSOA El Palomar, se puso a disposición de quien lo necesitara diversas prendas de vestir. Así mismo se repartieron numerosas garrafas con agua de manantial. Las compañeras y compañeros de El Palomar elaboraron dos grandes cazuelas (puchero y arroz) de comida caliente y también una rica ensalada, y compartieron además una gran cantidad de pan. Como explicaron dichos compañeros durante la asamblea, todos estos alimentos, frescos y en perfectas condiciones, son en sí mismos una denuncia del desequilibrio y la demencia del sistema capitalista, pues son alimentos que las grandes superficies prefieren desechar antes que ponerlos en circulación gratuita, y que desde El Palomar “reciclan”. Cuando una sociedad desperdicia lo necesario y prima lo superfluo, es un síntoma de enfermedad estructural.  
 
 
Por su parte la FAGC compartió el resultado de su última cosecha de cebolletas (unas 45 unidades), demostrando que una alternativa o complemento al “reciclaje” puede ser la ocupación de tierras abandonadas, haciendo buena la afirmación de que “la tierra es para el que la trabaja”, pero también la de que “el fruto es para el que lo necesita”. 
                                                                                
Ante una concurrencia que ocupaba todas las franjas de edad, entre las que había tanto niños como personas mayores, se explicó la batería de medidas del Grupo de Respuesta Inmediata Contra los Desahucios, se repartió un nuevo listado ampliado de viviendas embargadas por los bancos y se tranquilizó a cualquier persona desahuciada ofreciéndoles tanto las habitaciones que desde El Palomar destinan a familias desahuciadas como los inmuebles liberados por la FAGC a tal propósito.
Roto el hielo, los asambleados fueron exponiendo sus casos particulares (que tienen prioridad, ya sean casos de desahucio o de realojo, sobre cualquier otra consideración). Lo expuesto por ellos es una inequívoca radiografía del problema de la vivienda dentro y fuera de Canarias: muchos de los desahuciados lo son a causa del alquiler; personas a las que les han cortada el agua y la luz y que resisten como pueden; otros que han ocupado por su cuenta y se enfrentan a un futuro desalojo; desahucios inminentes; gente que quiere realojarse en la misma casa de la que ha sido desahuciada y necesita ayuda para trasladarse. Un total de seis casos (y recordemos que detrás de dichos “casos” [término que siempre desvirtúa el factor humano] hay personas, con identidad y nombre propio, de carne y hueso, y, en las situaciones más dramáticas, con familia e hijos a su cargo) planteados en dicha Asamblea, y dos nuevos que se han aproximado después de que el boca a boca les hablara de las medidas que en ese mismo enclave se propusieron.

Las próximas semanas serán  un período de trabajo infatigable, pero estamos convencidos de que lo llevaremos a buen término. Las familias e individuos víctimas de la especulación, la insensibilidad, el paro o la carestía del techo, no pueden volver a sentirse solos. Hemos de apoyarlos, por solidaridad, pero también porque sin darnos cuenta estaremos preparando el terreno para cuando nos toque a nosotros. Sin embargo, esta labor no puede hacerla en exclusiva una pretendida y ficticia “vanguardia” mientras los demás aplauden desde el teclado o el sofá. La cuestión de la vivienda nos afecta a todas y a todos, porque los niveles de desempleo son descomunales, porque los alquileres no bajan ni se adaptan a la nueva coyuntura, porque los bancos no aflojan a su presa cuando la tienen entre los colmillos, porque las leyes se articulan para defender en exclusiva –por encima del derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad o a la dignidad– el derecho a la propiedad privada, porque la indigencia está tocando a la puerta de cualquiera que pierda su trabajo, que se retrase en el alquiler o que no pueda hacer frente a una subida de su hipoteca. Por tanto, ha llegado el momento de involucrarse. Si estás interesada o interesado en parar los próximos desahucios, si tienes direcciones de casas abandonadas (preferentemente propiedad de entidades bancarias y financieras o de organismos públicos), si quieren contribuir con trabajo y tiempo (en la medida de tus posibilidades) ponte en contacto con nosotros a través de anarquistasgc@gmail.com.  
En los próximos días va a arreciar la batalla por el techo en Gran Canaria, y esa batalla pensamos ganarla. No nos queda otra, pues es una batalla a vida o muerte.

El derecho al techo

El derecho al techo

Huelga de Inquilinos en Argentina (1907). La participación anarquista fue masiva.
Desde una óptica anarquista, pocos frentes de lucha abren actualmente más expectativas que el de la vivienda y los desahucios. Es un campo que, directa o indirectamente, atañe a todos; que se ceba con las clases más depauperadas y arroja al terreno de la realidad a los que se tenían como “clase media”; que rompe la barrera que existía entre la “clase obrera sedentaria” y los “sin clase”, la población indigente (ahora carecer de techo no se concibe como una “anomalía”, sino como una posibilidad peligrosamente cercana); es una de las contradicciones capitalistas que con mayor facilidad ha conseguido ponernos a todos de acuerdo en lo fragrante de su injusticia (pocos son los que pueden enfrentarle nada a cualquier iniciativa que se oponga a los desahucios); una problemática que desvela la incompetencia o iniquidad de la totalidad del Sistema, que salpica a todos sus mecanismos (a la Banca, al Estado, a la Ley, a la Propiedad Privada, a la Policía, etc.); que exige medidas de lo más sugestivas para la naturaleza libertaria (medidas, muchas de ellas, que vulneran el propio principio de legalidad): resistencia activa contra los desalojos, ocupación, boicot y sabotaje a los tentáculos del sistema capitalista, desenmascaramiento de la estructura jerárquica hasta sus últimas consecuencias, etc. Como vemos, sobran los motivos, teóricos y prácticos, para que el Movimiento Anarquista se vuelque completamente en esta problemática.

Y la cosa viene de lejos… Muchos de los que hoy contemplan los piquetes anti-desahucios, o las ocupaciones colectivas de inmuebles para alojar a familias desahuciadas, lo toman por un invento del siglo XXI, nacido al calor de los últimos movimientos sociales o de la inventiva del 15-M o la PAH. En verdad, ya en 1933 en Santa Cruz de Tenerife[1], la ponencia sobre inquilinato presentada al Comité Regional de Canarias (CNT) y a su Federación Obrera dictaminaba en su punto 3º: “Resistencia colectiva a que sea lanzado a la calle ningún inquilino y caso de que esto no pudiera evitarse por aglomeración de fuerzas públicas, una vez retirada ésta volver a poner al inquilino en posesión de su vivienda”. Sin embargo, no era esto lo único que proponía, y su reclamaciones y actuaciones llegaban aún más lejos: dentro del Sindicato de Inquilinos, en el que convivían el sector moderado representado por la UGT y el sector radical compuesto por los anarquistas de la CNT, éste último impulsó una combativa Huelga de Inquilinos y una campaña de boicoteo contra propietarios, procuradores y agentes judiciales. Y nos consta que esto no sólo pasaba en el norte de África, sino que se reproducía en el resto del Estado español y en otras partes del mundo (ya en 1907 se había producido una sonora Huelga de Inquilinos en Argentina). Sin embargo, poco consuelo es que esto se haya dado en el pasado si no estamos dispuestos a hacer lo propio en el presente. Para muchos, dentro del propio Anarquismo, casos como los referidos son material de nostálgica satisfacción, letra muerta que se estudia y se admira, que se edita y se comenta, pero no un ejemplo a adaptar y reproducir.
El “pueblo”, más allá de los patronazgos de tales o cuales siglas, está utilizando esas herramientas libertarias –por autónomas e ilegalistas, por representativas de la Acción Directa y el Apoyo Mutuo– por sí mismo, como demostración de que se puede practicar Anarquía, e incluso vivir en Anarquía, sin los anarquistas. Sin embargo, ¿por qué, para evitar dicha contradicción, la gente que conscientemente aboga por dichas herramientas (es decir, los anarquistas) no se involucran más activamente en esta problemática? Seguramente muchas compañeras y compañeros ya participan en las plataformas que se dedican en exclusiva al tema de la vivienda, de lo cual nos congratulamos, así como otros son parte importante del Movimiento Okupa, sin embargo somos de la opinión de que, allá donde se pueda, es necesario implementar la actividad.
  
El 15-M, nunca se ha dicho lo contrario, fue una buena oportunidad para reencontrarse, ocupar el espacio público y ejercitar el músculo asambleario; no obstante, también sirvió, en muchos casos y lugares, para que muchos libertarios se vieran obligados a adaptar su discurso, a disminuir su carga subversiva y revolucionaria, para acomodarlo a un ambiente pro-partidos y pro-sistema, que poco tenía que ver con la necesidad popular real de techo y pan. En muchos casos, el ciudadanosustituyó al individuo; actividades formalmente libertarias acababan ahogadas en estructuras legalistas e incluso protocapitalistas; las propuestas libertarias, y sus expositores, quedaban domesticados. Lo dicho viene a colación de algo que tenemos que tener presente en todo momento: que se usen formas revolucionarias o libertarias no es garantía de nada si el fondo queda intacto.
En el tema de la vivienda ocurre exactamente lo mismo, y hay muchos puntos que lo demuestran. Si como defendía el proudhoniano Arthur Mülberger: “el inquilino es para el propietario lo que el asalariado es para el capitalista” (El Problema de la Vivienda, 1872), hoy, la frontera que se ha fijado entre hipotecado y arrendatario coloca al primero en la categoría de proletario y al segundo, según la jerga del marxismo clásico, en la del lumpen proletariado. No es dable ni justo que las plataformas dedicadas al terreno de la vivienda se centren en los afectados por las hipotecas y no en los afectados por el alquiler. No es de recibo que la batería de medidas que contemplan sólo toquen una de las aristas del asunto, mientras las demás se presentan como un problema menor. Si en la actual coyuntura el tema de las hipotecas es una cuestión de primer orden, y muestra las miserias sobre las que se asienta la banca y todo el sistema financiero, el tema del alquiler (y que nadie intente reducir el tema al absurdo, porque siempre que hablamos en clave de alquiler lo hacemos refiriéndonos al abuso cometido por un rentista multipropietario, una inmobiliaria, una entidad financiera, etc., y no a la situación del casero imposibilitado físicamente para producir y que en puridad es tan pobre como su propio inquilino) muestra la cara más cruda de la especulación, la impunidad de los grandes propietarios o el nivel de explotación al que está sometida, por ejemplo, la población migrante. Centrarse sólo en el terreno de las hipotecas y trazar una línea divisoria con respecto al alquiler, equivale a poseer una mentalidad de clase media sensible sólo a los que están dejando de serlo y anestesiada ante los que nunca ascendieron de “clase baja”[2].
Por desgracia, medidas como las propuestas en la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) vienen a demostrar la veracidad de lo expuesto. En primer lugar, hay que dejar claro que se da por sentada la buena voluntad de la mayoría de los que han participado en dicha iniciativa, gente sin lugar a dudas que aún confía en la capacidad del sistema para auto regularse y que, con la mejor de las intenciones y también la mayor de las ingenuidades, sigue creyendo que el Parlamento puede solucionar el mismo problema del que es garante; así como otros creen que para obtener la paz hay que pedírsela a los militares y que para acabar con la brutalidad policial debe recurrirse a la propia policía. Pero dicho lo dicho toca ser claros: ¿en qué beneficia la Dación en Pago a los inquilinos? Bueno, ¿en qué beneficia a los propios hipotecados? Salvo en contadas excepciones, en la mayoría de los casos la dación en pago, que como el resto de medidas de la ILP se asienta en la expectativa de la “recuperación”, sólo sirve para renunciar a la vivienda voluntariamente (eso sí, durmiendo con la conciencia tranquila del “buen pagador”, aunque sea debajo de un puente) y para cambiar una deuda por otra: gracias al impuesto de plusvalía (no contemplado en la ILP y que hace alusión al incremento del valor de un inmueble a la hora de su venta, y que se aplica también a los supuestos de dación en pago [y es que en puridad eso es la dación: le vendes tu casa al banco por el precio de la deuda contraída con él]). Es decir, que una vez entregas tu vivienda al banco, a fin de cancelar tu deuda, comienza un nuevo problema, pues al considerar hacienda que con la dación en pago se ha efectuado el traspaso de un inmueble con fines lucrativos (los gastos notariales, más los intereses por demora, etc., harán que de por sí el valor de tu vivienda aumente, al “vendérselo al banco”, con respecto a cuando la compraste), cae sobre ti, “supuesto vendedor”, y te reclama unos impuestos cuya cuantía suele ascender a miles de euros. En definitiva, dejas de deberle al banco para deberle a hacienda, y para colmo pierdes la vivienda. Sin embargo, y suponiendo que nos equivocáramos y que la dación en pago fuera la panacea que algunos se imaginan, la primera pregunta seguiría sin ser contestada: ¿de qué le sirve ésta a los inquilinos? Absolutamente de nada, porque la ILP no está pensada para ellos.
Lo mismo podríamos decir del resto de propuestas: ¿de qué le sirve un alquiler social de por ejemplo 300 euros a quien ya es incapaz de pagar esa cantidad en un alquiler convencional?, ¿de qué sirve que la renta mensual del arrendamiento no pueda pasar del 30% de los ingresos del arrendatario cuando los ingresos de éste son 0%?, ¿cuánto es el 30% de nada?, ¿son una solución resolutiva los 5 años de alquiler social para quien no haya podido recuperarse en ese periodo?, ¿cómo le repercutirá dicha situación? Muy sencillo: perderá su casa, seguirá sin embargo pagando el alquiler de la misma y gozando de su usufructo durante un máximo de 5 años; por su parte el banco no sólo obtiene una propiedad libre de gastos, sino que se le reportará una cantidad mensual por la misma. En definitiva: a los 5 años (dando por sentado que el antiguo hipotecado pueda hacer frente al alquiler social), que es el tiempo con el que quizás especulen las entidades bancarias para “salir de la crisis” y darle una salida ultra rentable a todos los inmuebles que se están apropiando a precio de saldo, el banco exigirá que se abandone su propiedad y el inquilino, antiguo propietario de la vivienda, se verá en la calle, buscando un alquiler asequible o un portal donde cobijarse, y habrá perdido el derecho a la pataleta, pues no se ha hecho más que lo que él demandaba. Y ese es el gran temor que nos producen las expectativas generadas en torno a la ILP: que se considere a esta la valedora de todas las demandas sociales respecto a la vivienda y que se  escenifique su aceptación a trámite como una gran victoria, sin percatarnos de que, de ser aprobada, toda la gente que perderá su casa o que se endeudará a causa de la dación en pago, todos los inquilinos a los que dichas medidas ni siquiera rozarán, habrán cifrado todas sus esperanzas en un placebo y habrán perdido su derecho a réplica.
Estamos convencidos de que pueden y deben hacerse otras cosas, de que hay otras vías, de que en el tema de la vivienda y los desahucios hay otros caminos que aún no se han recorrido con plena consciencia. Los anarquistas perseveramos en la idea de que para que un derecho sea tal no puede ser concedido por un tercero; ha de ser tomado, conquistado (Max Stirner, El Único y su Propiedad, 1845). A esta conclusión no nos ha llevado la fiel observancia a textos decimonónicos o a consignas del pasado, sino la mera experiencia vivencial. El Sistema sólo concede (dar dadivosamente alguna cosa) cuando cree que algo puede ganar a cambio, cuando en realidad obtiene más de lo que da; sólo cede (perder alguna cosa a favor de un rival) cuando no le queda más remedio, cuando se le fuerza a ello.
En los años 30 del pasado siglo, uno de los grandes problemas que más acaparaban la atención pública era el tema agrario. Gentes sin tierras y gentes sin casas. La República, tan añorada hoy por algunos, se mostró del todo incapaz de dar solución al problema agrario, y todos los intentos de solventarlo por vías legales fracasaron. ¿Qué solución halló el pueblo? José Peirats nos lo explica: “A partir de la calda del ‘bienio negro’ los campesinos acentuaron la llamada (por Aláiz) ‘expropiación invisible’: invasión de fincas de mano muerta pese al espantajo de la guardia civil […] Quiere decirse que la revolución agraria empezó en el campo antes del 19 de julio de 1936” (Los Anarquistas en la crisis política española [1869-1939], 1964). Esto quiere decir que antes de las grandes colectivizaciones agrícolas sucedidas después de la Revolución del 36, ya se producían ocupaciones masivas de tierras abandonadas. Pues bien, hoy es imprescindible que esa “expropiación invisible” se reproduzca, no sólo en el campo, sino también en relación a los inmuebles urbanos.
Hay actualmente muchos ejemplos, en Sevilla, en Cataluña, en Madrid, en Gran Canaria (modestamente), de que esto puede hacerse. Significa, de facto, una socialización del techo, una expropiación forzosa ejecutada sobre el Estado, los bancos, las empresas y los grandes propietarios que promueven que haya tantas casas vacías como gente sin casa. Supone un ataque frontal a la legalidad vigente, una violación consciente y sopesada del contra-derecho a la propiedad privada. La socialización es una vía a la que nos empujan las circunstancias, una vía en la que los anarquistas tienen que involucrarse de forma integral, y no necesariamente para crear espacios de “consumo propio” (ya hemos dicho reiteradamente que expropiar, para no poner a disposición pública, es privatizar), sino para poner en práctica la aspiración básica de que el uso y disfrute de algo pertenece siempre al que más lo necesita, para ofrecer una alternativa de fondo a problemas de los que por ahora sólo se abordan sus efectos y se ignoran sus causas, para plasmar soluciones que afecten a la raíz y no a la superficie, para evitar que la lucha por la vivienda sea una lucha parcial por intereses parciales. Es la vieja ambición ácrata que tan bien supo plasmar Kropotkin en La Conquista del Pan (1892):
“Con revolución y sin ella, el trabajador necesita un refugio: el alojamiento. Pero por malo y por antihigiénico que sea, hay siempre un propietario que le puede expulsar de él. Verdad es que con la revolución, el casero ya no encontrará curiales ni alguaciles para poner los trastos en la calle. Pero ¡quién sabe si mañana el nuevo gobierno, por revolucionario que pretenda ser, no reconstituirá la fuerza y lanzará contra los pobres la jauría policíaca! […] ¿Vamos a esperar que esta medida, que tan perfectamente responde al sentimiento de justicia de todo hombre honrado, la tomen los socialistas que se mezclan con los burgueses en un gobierno provisional? ¡Podríamos esperar sentados, hasta la vuelta de la reacción! Los revolucionarios sinceros trabajarán con el pueblo para que sea un hecho la expropiación de las casas. Trabajarán para crear una corriente de ideas en esta dirección; trabajarán para ponerlas en práctica; y cuando estén maduras, el pueblo procederá a la expropiación de las casas, sin prestar oídos a las teorías, que no dejarán de predicarle acerca de indemnización a los propietarios y otros despropósitos”.
A tal fin, hemos de crear, hasta que se reproduzcan como una pandemia, Asambleas de Inquilinos, Hipotecados, Desahuciados, Sin Techo, etc., donde organizarnos, intercambiar información, escoger objetivos, o ponernos manos a la obra[3]. Sin embargo, no hay que conformarse con esto. Expropiar inmuebles abandonados, para familias desahuciadas o sin hogar, es un fin en sí mismo, pero no es el único. La cuestión debe ser intentar profundizar en la iniquidad e inutilidad de la propia estructura del Sistema, debe ser plantear la expropiación como una “solución ofensiva”, como un ataque contra el Capitalismo y las leyes del Estado, como una forma de hacerle daño al Poder, y no como una simple evasión del Sistema. Lo contraproducente que es lo contrario nos lo muestra el ejemplo histórico de las cooperativas. Establecidas con toda la buena voluntad de los cooperativistas, creadas como una forma de liberarse del yugo del patrón, como una medida de resistencia contra el capital (tenemos muchos ejemplos, como La Redentora [1902-1940¿?] o la Vidriera de Mataró [1920-1942], pasando por los intentos actuales), al final acabaron siendo patrocinadas por el propio Estado que veía en ellas una forma de librarse de los gastos de seguridad social y pensiones. De igual modo, hemos de intentar que aunque la ocupación de casas o terrenos abandonados sea, como ya hemos dicho, un fin en sí mismo para los propios beneficiados, esto no suponga que sea “el fin de todo”. Debe buscarse generar el conflicto social que haga entender por qué la gente se ve obligada a liberar inmuebles en oposición a la propiedad privada. Debe ser, cada ocupación, la generadora de nuevas ocupaciones cada vez más masivas, más públicas y más reivindicativas. De lo contrario, el propio Estado acabará aplaudiendo subrepticiamente que se ocupen determinados inmuebles (los que nadie reclame), si eso consigue mitigar los ataques y las iras de los desahuciados. Debe ocuparse toda vivienda vacía, hasta que no quede nadie a la intemperie, pero sin que esto signifique rebajar los niveles de descontento e indignación; todo lo contrario: debe ser un aliciente, un acicate, para evidenciar lo inoperante del Sistema y obligarnos a rebasarlo y aplastarlo.
En estas condiciones no puede verse al Sistema más que como un enemigo, y es en calidad de eso como hay que tratarlo. Más que daciones en pago, y compensaciones a las entidades financieras, exijamos y practiquemos la socialización del techo, la abolición de los alquileres y de las deudas bancarias, una Amnistía hipotecaria y arrendataria auto-otorgada (¿no se otorgan “los de arriba” una amnistía fiscal a sí mismos? Entonces, ¿por qué íbamos a ser menos?, ¿por qué no íbamos a concedernos nosotros, “los de abajo”, una Amnistía sobre un endeudamiento que no hemos provocado y del que somos las únicas víctimas?). No hagamos esto como quien pide una dádiva, sino como quien, en una situación bélica, expone sus exigencias y condiciones para aceptar la derrota del adversario. Sabemos, mejor que nadie, que el Sistema no claudicará en ese punto, pero lo que nos interesa es desgastarlo en la batalla y crear un nuevo punto de referencia, un nuevo tope de exigencia para el imaginario colectivo. Cuando en los tiempos de la “II Restauración Borbónica” (llamada por los crédulos “Transición”) se pedía la Amnistía para los presos políticos, el Movimiento Anarquista realizó una encomiable labor de oposición al reclamar también la Amnistía para los presos comunes. Reclamar la Amnistía de los presos comunes es tanto como declarar la inutilidad de la cárcel, tanto como abolirla; reclamar una Amnistía hipotecaria y arrendataria es tanto como renegar de la propiedad privada, del poder del sistema financiero, de la validez de las leyes que éste último le ordena decretar al Parlamento. De igual modo que en 1886 en Chicago, durante la batalla por la jornada de 8 horas laborales, los anarquistas comprendieron que no podían reivindicar las 8 horas como una adormidera que sirviera para relajar las tensiones sociales, y que si debían de sumarse a dicha lucha tenían que hacerlo con la finalidad de abrir un marco más amplio que fuera arrebatándole yardas al Poder hasta arrinconarlo y obligarle a replegarse, hoy el tema de la vivienda debe abordarse de igual forma. Hemos de establecer, a través de una política de hechos consumados, que las casas son de quien las habita; que en un sistema en el que se decreta una Amnistía fiscal para los grandes defraudadores de cuello blanco, en el que se rescata a los bancos que desahucian con el mismo dinero público aportado por los desahuciados, en el que a los bancos se les condonan sus deudas sin sufrir embargo alguno, nosotros, todas y todas, tenemos mucho más que una autorización moral parar poder proclamar y hacer efectiva una Amnistía hipotecaria y arrendataria y lanzar un contundente: ¡Nosotros no pagamos!
Esto equivale a Huelga de Alquileres, pero va aún mucho más lejos: equivale a Huelga Fiduciaria. Dentro de un sistema corrupto, con una crisis generada ex profeso, para reestructurar el modelo económico y garantizar el poder adquisitivo de las élites, para poder imponernos sin obstrucciones su modelo de sociedad, no queda salida más legítima que proclamar una Huelga Fiduciaria y negarse, pública y colectivamente, a pagar las deudas con las que el Sistema pretende seguir atándonos a su estructura capitalista jerárquica.
A razón de lo expuesto, el objetivo de los anarquistas debería ser entregarse a esta causa –a la del pan y la sal, el techo y el abrigo– y ser conscientes de su responsabilidad histórica. Los grupos y organizaciones específicas no pueden perder un segundo más en elucubrar sobre revoluciones pasadas cuando ha llegado el momento de vivir las que pueden avecinarse; no puede hablarse de los “pobres” como un sujeto de laboratorio, cuando legiones de desheredados nos tienden la mano y están en disposición de romper el tabú legalista y lanzarse a la ocupación del suelo y el techo sin más autorización que la que da la necesidad; no podemos encerrarnos en “claustros libertarios” a regodearnos en la pureza de unas ideas que se prefieren herméticas y muertas como una flor plastificada; no podemos refugiarnos cómodamente en unos sindicatos que no estén decididos a desarrollar una labor social feroz, y que no entiendan que su labor va más allá del ámbito laboral y de la recogida de cuotas; no podemos perder el tiempo en debatir sobre tales teorías, tales autores o tales libros, cuando en la calle se está librando una guerra que exige de nuestro concurso.
La batalla por la vivienda es un hecho; y seguirá adelante con nosotros o sin nosotros. Pero a nosotros corresponde que un pueblo, que ya está usando instintivamente métodos de liberación anarquista, cuente con la contribución de quienes están familiarizados con dichas reivindicaciones. Los mismos que deberían tratar de tensionar las circunstancias antes de que los partidarios de las medidas parlamentarias nos vendan como victoria lo que en realidad es un armisticio.
Fdo.: Ruymán F. Rodríguez

[1] Citamos aquí un caso paradigmático, pero en realidad estas reclamaciones se suceden a lo largo de toda la Historia. En 1871, por ejemplo, durante la Comuna de París, una de las exigencias que cobró más fuerza fue la de la abolición de los alquileres (Piotr Kropotkin, La Conquista del Pan, 1892).
[2] Algo similar a lo que intentaron algunos sectores durante la “crisis” Argentina del 2000, donde todo se focalizó en los problemas de los pequeños ahorradores a los que el “corralito” había confiscado sus cuentas, sin pararse a pensar en aquellas personas que, sin ingresos siquiera que retener, vivían en una situación de verdadera emergencia vital. 
[3] Algo así como lo que también explica Kropotkin (op.cit.): “Es de suponer que desde los primeros actos de expropiación surgirán en el barrio, en la calle, en la manzana de casas, grupos de ciudadanos de buena voluntad que ofrezcan sus servicios para informarse del número de cuartos desalquilados, de aquellos en que se amontonan familias numerosas, de las habitaciones malsanas y de las casas que, siendo harto espaciosas para sus ocupantes, podrían ser ocupadas por aquellos a quienes les falta aire en sus cuchitriles. En pocos días, esos voluntarios formarán en cada calle y en cada barrio listas completas de todos los cuartos saludables y malsanos, estrechos y espaciosos, de las habitaciones infectas y de las moradas suntuosas. Se comunicarán libremente sus listas, y en pocos días se dispondrá de estadísticas completas. La estadística embustera puede fabricarse en las oficinas; la estadística verdadera y exacta no puede provenir más que del individuo, remontándose de lo simple a lo compuesto. Después de esto, sin esperar nada de nadie, esos ciudadanos irán en busca de sus camaradas que habitan en tugurios, y les dirán sencillamente: «Esta vez, compañeros, la revolución va de veras. Venid esta tarde a tal sitio; todo el barrio estará allí para el reparto de las habitaciones. Si no os convienen vuestros cuchitriles, elegiréis una de las habitaciones de cinco piezas que hay disponibles. Y en cuanto coloquéis allí los muebles, negocio concluido. ¡El pueblo armado se las entenderá con quien quiera ir a echaros de casa!»”.

II Asamblea de Inquilinos y Desahuciados


El domingo 24 de febrero se celebrará en la popular Plaza del Pueblo de La Isleta la II Asamblea de Inquilinos y Desahuciados (17:00). En la misma intentaremos encontrar una solución conjunta a los próximos desahucios que van a darse en el barrio. Las soluciones que proponemos van, desde parar los desahucios de forma activa, a realojar a las familias desahuciadas en alguno de los innumerables inmuebles abandonados, propiedad de entidades bancarias, que inundan la isla. A tal propósito volveremos a repartir el listado con más de 60 casas embargadas por los bancos. Se ofrecerá también asesoría jurídica, así como la disposición de darle difusión a cualquier caso de abuso sufrido por inquilinos o víctimas de la hipoteca. Como medidas de amplio calado, propondremos la Huelga de Alquileres, y el órdago al Sistema, que sólo exponemos como una cláusula a un contendiente al que se piensa derrotar, que es la exigencia de una Amnistía hipotecaria y arrendataria. Esos son los términos de nuestra batalla por el techo.

La acción popular detiene el desahucio de La Naval


El pueblo, verdadero protagonista del piquete

El Piquete Anti-desahucios que se congregó hoy, día 11 de febrero, en la calle La Naval (Las Palmas de G.C.), para impedir el desahucio de una madre (Reina) y su hija menor de edad, puede sentar las bases de una nueva forma de actuar a la hora de paralizar desalojos y también de gestionar esta cruda problemática social.
En primer lugar, es el primer desahucio (del que tengamos constancia) que se ha paralizado después de que el lanzamiento del inmueble se hubiera producido oficialmente (el pasado 28 de enero) sin que, desde entonces, la afectada abandonara su vivienda (en conformidad con el asesoramiento del Grupo de Respuesta Inmediata Contra los Desahucios [FAGC]). Es también el primer desahucio producido por impago de alquiler (reclamado por la turbia e inmisericorde inmobiliaria Conjucan Obras S.L.) que consigue detenerse. Todo un hito que marca necesariamente una nueva forma de abordar la situación de la vivienda en Gran Canaria.
Pero ahí no acaban los cambios. En esta ocasión no se ha congregado el piquete anti-desahucios usando exclusivamente medios virtuales o los contactos personales con afines; se ha recurrido a una cartelería abundante (hemos sacado más de 500 carteles y octavillas) que ha inundado el barrio donde reside la afectada, se han celebrado concentraciones y pasacalles previos, en definitiva se ha evidenciado una situación haciendo partícipes a los vecinos de la zona afectada.

A su vez, los piquetes han abandonado la táctica suicida de arrojarse al suelo ante la presencia policial (invitación directa para que los antidisturbios se ensañen y puedan provocar una lesión cráneo-cerebral) y han permanecido en pie, en actitud combativa y lanzando consignas que han sobrepasado las acostumbradas letanías sumisas (se coreaba, por ejemplo: “¡asesinos! [dirigido a los políticos, entidades bancarias y financieras, y en recuerdo del compañero Fran, última víctima del actual holocausto financiero]; ¡que el próximo ahorcado sea un diputado!; ¡no nos mires, pírate! [a los policías presentes]”; y en la misma dirección la famosa “¡que se vayan, se vayan, se vayan…, etc.”). En definitiva, se ha mantenido una actitud “activa”, pero atendiendo a la generosa petición de las propias afectadas de que la resistencia fuera “no violenta”.
También es una novedad que se haya abordado la situación de indefensión de las desahuciadas en caso de que el desalojo no pudiera detenerse y que los compañeros y compañeras del HSOA El Palomar hayan ofrecido una de sus habitaciones, si todo fracasaba, para realojarlas (en su modestia, la FAGC ha hecho lo propio ofreciendo los inmuebles que ha liberado).
Supone también una diferencia sustancial que Stop Desahucios, plataforma atrincherada en la posición de no inmiscuirse en desahucios por alquiler, haya reconsiderado su postura y definitivamente se haya sumado a parar este desahucio, cuya condición de injusticia era más que evidente y no podía rehuirse impunemente (nos congratulamos por esta nueva actitud de Stop Desahucios ante el drama de los inquilinos depauperados).
Sin embargo, lo que para nosotros supone la mayor diferencia, el mayor logro, es que, contrariamente a lo que reza alguna publicación, Reina no duerme esta noche en su casa “gracias a tal o cual plataforma”, ni gracias a los anarquistas de la FAGC, ni al Movimiento Okupa, ni al 15-M, ni a Stop Desahucios, lo hace principalmente gracias a dos factores: en un primer lugar gracias a sí misma, que ha hecho una demostración de valentía admirable y de voluntad inquebrantable (después de una vida plagada de reveses) que sirve como prueba, para todas y todos aquellos que están en su misma situación, de que antes que optar por la resignación o la muerte, queda la opción de la resistencia (estas palabras se hacen extensibles a su también valiente hija). El segundo factor es que, por encima de siglas y orgías de autobombo, el grueso del piquete lo componían en esta ocasión las personas más valiosas e importantes: las personas sin grey ni pendones definidos, los individuos sin carnets ideológicos, la gente sin más bandera que la solidaridad (especial mención nos merecen las vecinas y vecinos del resurgente y combativo barrio de la Isleta), los hombres y mujeres que viven a pie de calle, los sujetos que habitualmente no tienen contacto con los “profesionales del activismo social”, que son los que componen ese elemento indefinible al que llamamos Pueblo.
Ha sido gracias a su participación que se ha congregado el que quizás sea el piquete anti-desahucio más numeroso en la historia moderna de la isla; es gracias a su presencia que el Secretario Judicial ha desistido de personarse en la vivienda y la policía de intervenir; y es gracias a su presión que desde la Concejalía de Vivienda se le ha ofrecido hoy mismo (día 11 de febrero) a Reina la posibilidad de acceder a una “ayuda de urgencia” (sin embargo, contrariamente a determinadas manifestaciones triunfalistas que algunos han hecho a los medios de comunicación, nadie puede permitirse echar las campanas al vuelo: esta “victoria” es todavía parcial, la sombra del desahucio sigue acechando a Reina y la supuesta “ayuda de urgencia” puede ser, si no una broma –por económicamente insuficiente– una simple estrategia para que se rebaje el nivel de presión).
Evidentemente todavía pueden pulirse varias cosas, pero si en esta lucha por el techo persistieran algunos tics personalistas o verticalistas, si todavía pudiéramos toparnos con quien redujera la cuestión a una cacería de focos, a una guerra de marketing en pos de tales o cuales siglas, si todavía hubiera intoxicación “política” (en el peor sentido del término), tenemos la firme convicción de que, tal y como muchas cosas ya han quedado subordinadas a una causa vital más grande que cualquier otra consideración, será el propio pueblo, sujeto activo y no simple espectador en esta batalla, quien se encargará de rebasar los acontecimientos y de llevar la voz cantante en los próximos movimientos contra los desahucios.

Es por eso que decimos, con todo el sentido, que ha sido la acción popular la que ha paralizado el desahucio de hoy. El triunfo le pertenece al pueblo, y a una hija y su madre llamada Reina. 

MAÑANA NO HABRÁ DESAHUCIO EN COPHERFAM


Según nos ha hecho saber el compañero Ernesto (la persona que en principio iba a ser desahuciada mañana en Copherfam) su desahucio queda aplazado hasta dentro de un mes (el 14 de marzo). Por lo cual, EL PIQUETE ANTI-DESAHUCIOS DE MAÑANA QUEDA DESCONVOCADO. Esperemos que este mensaje llegue a todas aquellas personas solidarias que mañana pensaban presentarse en Copherfam. Repetimos: MAÑANA, DÍA 13 DE FEBRERO, NO HABRÁ DESAHUCIO, POR LO TANTO SE DESCONVOCA EL PIQUETE ANTI-DESAHUCIOS. Muchas gracias a tod@s.