¡Aplastad la Infamia!

¡Aplastad la Infamia!

Importa al género humano que los fanáticos sean confundidos. ¡Oh hermanos! ¡Combatamos la infamia hasta el último suspiro!” (Voltaire).


Los anarquistas le han prendido fuego a las calles de Las Palmas y las han reducido a cenizas, y si ustedes, crédulos lectores, no se han dado cuenta de nada, es porque no son conscientes del ingente trabajo de reconstrucción iniciado por las autoridades locales en la madrugada del 15 de noviembre, gracias al cual se ha conseguido edificar una nueva ciudad en sólo una noche.
Cualquiera que viera o leyera la bazofia “periodística” (faltan comillas para rodear dicho término) que se ha publicado sobre los disturbios del 14-N en Las Palmas de G.C. podría llegar a la conclusión de que el primer párrafo es una palmaria realidad (ejemplos de periodismo ficción: si aguantan las arcadas, vean el vídeo de Antena 3 Canarias <!– @page { margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm; direction: ltr; color: #000000; widows: 2; orphans: 2 } o la edición en papel de La Provincia del día 15 o del Canarias 7del día 16). Ya saben el dicho de la ignorancia alfabetizada: “si está escrito es que es verdad, si sale en la tele es que está pasando”. Aún no hemos hecho nuestro el lema del escepticismo consciente e informado: “Si ha sido impreso y televisado, desconfía”.   

Sin embargo, que borren cualquier atisbo de sonrisa en su cara aquellos que crean que vamos a condenar los hechos o a escapar de la diana que nos han colocado encima para colocársela a otros. A diferencia de algunos, ésa no es nuestra forma de actuar. Nosotros no haremos más que un ejercicio de lógica.

 
Si los anarquistas en esta isla fuéramos tantos como los que se percibe en las imágenes, más que gastar todas nuestras fuerzas en romper escaparates de bancos, las invertiríamos en socializar fábricas, en que no quedara un tramo de tierra sin colectivizar, y haría ya tiempo que no se produciría ni un solo desahucio de forma satisfactoria en esta isla, que habríamos tomado al asalto el Gobierno de Canarias y que habríamos proclamado el Comunismo Libertario en Gran Canaria. Si esto todavía no ha pasado, es porque no somos tantos.

¿Quieren obviar toda simbología que no sea la nuestra? ¿Quieren olvidarse de que las banderas negras de los anarquistas (o a lo sumo rojinegras) representan la negación de todas las banderas y que por tanto nada tienen que ver con banderas nacionales? Háganlo y sáltense toda lógica, no tenemos la intención de señalar a otros para quitarnos el muerto de encima. No, desde luego, cuando nos parece el sumun de la hipocresía alarmarse y rasgarse las vestiduras por la rotura de unos cuantos escaparates. Hay gente que se escandaliza más porque se les rompan los cristales a los bancos, que porque los bancos se dediquen a romper la vida de la gente. Están en los mismos parámetros que pauta la insensibilidad sistematizada cuando hay un accidente laboral: si un pintor se cae de un andamio, todavía hay quienes en vez de rodear al caído rodean el bote de pintura y lamentan que se haya derramado. Llaman violencia a la que se ejerce contra elementos inertes, que ni sienten ni padecen, y se ahorran el término si tienen que hacer referencia a la que se ejerce contra las personas a través de desahucios, cribas sanitarias y hambre. Como decía el cántico que improvisamos desde el Bloque Anarquista, cuando vimos la hostilidad que se estaba generando contra quienes tiraban piedras contra los bancos: “Unos tiran piedras; pero otros tiran bombas”, y dejan a la gente sin más techo que las estrellas, y la apalean a porrazo limpio sin importarles que sean niños o ancianos, y la desaparecen en las comisarías, y la hacen trabajar 16 horas hasta la extenuación o mendigar trabajo hasta la desesperación. Pero eso, para la mentalidad bien pensante, no es violencia.

  
Teniendo en cuenta que los bancos son los principales responsables del holocausto financiero que estamos padeciendo, lo menos que puede hacer una población harta y desesperada es descargarse contra los edificios de dichas entidades y romper unos cuantos vidrios. Celebramos por tanto este acto catártico y puramente simbólico, y que de las censuras se encarguen los palanganeros del Sistema. Los mismos que, como venía a decirnos Stirner, llaman “derecho” a la fuerza, cuando está en manos del Estado, y “crimen” cuando está en manos de los hijos del hambre.

 

Contrariamente a lo que se cree, el único acto en el que los anarquistas participamos en masa fue la toma de la tribuna al final de la manifestación. Y, en honor a la verdad, si la mayoría de miembros de la FAGC estábamos en peso arriba, también habían otros participantes del Bloque Anarquista (de otras organizaciones y también autónomos), mucha otra gente de diversos colectivos y seguramente muchos individuos independientes de cualquier sigla. Aclaramos por tanto que si la FAGC tomó la iniciativa en esta acción, fueron otros muchos los que como nosotros querían romper el secuestro y el monopolio discursivo que la jerarquía sindical lleva décadas practicando y ejerciendo sobre las palabras. 
 

 

Que individuos politizados de toda laya, desde la izquierda estalinista a la derecha más reaccionaria, quieran criminalizarnos, pasarnos la “factura” del 14-N, que echen espumarajos por la boca nada más oír nuestro nombre, que canallescamente aplaudan y celebren que se haya detenido a dos compañeros (aprovechamos, una vez más, para repetir que dichos compañeros no participaron, de ningún modo, así como el resto de compañeros de la CNT, en ninguno de los actos “violentos” [el término más acertado sería “iconoclastas”] realizados en esa jornada), que afirmen habernos visto “reventando” un piquete (cuando en ese momento estábamos haciendo piquetes en el otro extremo de la isla), que nos denuncien públicamente, son cosas que no nos preocupan porque forman parte de la necesaria y prevista reacción de los palmeros del Sistema cuando creen que algo o alguien les está eclipsando, cuando creen que algo o alguien está atentado contra el status quo.
Por otra parte, que la prensa burguesa, vendida, mercenaria y pocilguera (es de justicia hacer una excepción aquí con Canarias Semanal, que es el único medio que no se ha arrojado a la “caza del anarquista”) se haya dedicado a desperdigar anarcofobia, mentiras y fabulaciones a diestro y siniestro, es algo que tampoco nos preocupa. Salvo el sector en descomposición de la burguesía satisfecha, tan dada a escandalizarse, ¿quién confía en esas falacias cuando no creen en ellas ni los propios plumillas que las escriben? La gente que frisa entre el hambre, el paro, la enfermedad inducida y la intemperie seguro que no se escandaliza por nada de lo que se diga en contra de esos “4 gatos” anarquistas que para ser tan pocos están jodiendo tanto. 

FAGC