(Fuente: Portal Libertario OACA)
Desde el Portal Libertario OACA teníamos mucho interés en conocer algo más a los compañeros y compañeras de la Federación de Anarquistas Gran Canaria (FAGC – http://www.anarquistasgc.net/) por su incansable actividad en los últimos meses y sus ejemplares iniciativas en el contexto libertario.
Amablemente nos han respondido al cuestionario enviado para conocer cuál es su origen, los proyectos que desarrollan, su percepción sobre el 14-N y su visión sobre el movimiento anarquista, tanto en Gran Canaria, como de forma general.
Solo nos queda agradecer el tiempo y el esfuerzo a la FAGC por esta colaboración más que interesante.
Pregunta: Nos gustaría comenzar porque nos contarais cómo y por qué surge la FAGC y cómo os organizáis en la actualidad.
Respuesta: La verdad es que la FAGC surge, en un primer estadio, de una forma casi intuitiva. El año pasado, en pleno verano, en el contexto del 15-M, algunos compañeros que se declaraban abiertamente como anarquistas fueron llamando la atención de otros compañeros más “discretos” y también de mucha otra gente que hasta entonces no había tenido contacto con las ideas libertarias. Previamente al 15-M la mayoría desconocía la existencia de los otros. La empatía y afinidad nos llevó a converger, a tener la necesidad de encontrarnos; eso sí, en un principio, de una forma totalmente desestructurada. Por entonces nos llamaban “El Bloque Negro”, nos reuníamos para encontrar formas de radicalizar la situación social y, opuestos a tratar cualquier tema referente al 15-M (siempre nos dio alergia cualquier clase de dirigismo), ver cómo podíamos desarrollar dinámicas propias. Cuando, por decirlo de alguna manera, la actividad desarrollada de forma individual en el 15-M empezó a “quedársenos pequeña” y sentimos la necesidad de realizar acciones conjuntas que no podían englobarse dentro de este movimiento, empezamos a albergar la idea de formalizar el grupo. Teniendo en cuenta que confluían grupos de distintos puntos de la isla, y que coincidían individualidades con organizaciones de nuevo cuño y otras históricas, la fórmula de la Federación se nos antojó la más adecuada. Grosso modo así surgió la FAGC.
En la actualidad la dinámica organizativa es prácticamente la misma. Sigue estando compuesta por grupos e individuos de distintos puntos de la isla, por personas y colectivos con diversas experiencias, sensibilidades y preferencias, pero es cierto que nuestro nivel de cohesión interna y compromiso ha acabado trasmitiendo la sensación (tanto a nivel externo como interno) de que somos más bien un colectivo en sí mismo que una aglutinación de grupos. Sin embargo, el interés por la coordinación entre los diversos grupos libertarios no ha desaparecido.
P: En los últimos meses estáis demostrando una actividad incansable con iniciativas muy interesantes. Podéis describirnos ¿qué hacéis y cuáles son vuestros proyectos y frentes abiertos?
R: Pues la verdad es que es una lista amplia (dicen por ahí que padecemos de “hiperactividad”). Por un lado tenemos el proyecto de “Libera la Tierra”, dirigido especialmente a personas sin recursos, y que consiste en ocupar tierras abandonadas (por nuestra parte, sin respetar ni atender a ningún tipo de prescripción legal) y en potenciar el autoabastecimiento a través de la premisa más igualitaria y eficaz: “Haz según puedas y recibe según necesites”. Esto significa que saciadas las necesidades de los que tienen la oportunidad de trabajar, el resto se reparte entre los que aún no han podido hacerlo. Esperamos que al comenzar el próximo año podamos obtener y repartir nuevamente una parte de lo cosechado (la otra irá a parar a las personas con dificultades económicas que ya están trabajando con nosotros).
También hemos puesto en marcha la creación de un subgrupo (iniciado por la FAGC pero abierto a todo aquel que se interese) dedicado específicamente a combatir los desahucios. Sabemos de la existencia de plataformas y grupos dedicados ya a esta problemática, pero nuestra idea es implementar la combatividad, abrir el abanico de opciones de resistencia (más allá de las vías legales) y poner en marchar iniciativas integrales, de calado profundo, que supongan un verdadero desafío para el poder financiero y judicial: hablamos de la Huelga de Alquileres.
Hemos iniciado además otra iniciativa bastante relacionada con la anterior: se trata de una Campaña Contra el Poder Financiero, que se basa principalmente en actos de denuncia de las diversas entidades bancarias a través de actos de Acción Directa.
Mantenemos también latente, sobre todo ante la oleada de juicios que se avecinan (aún estamos pendientes del juicio de dos compañeros detenidos durante la carga policial el día de solidaridad con la lucha minera [18-J]), nuestra Campaña Anti-represiva, centrada en evidenciar la naturaleza coactiva de las instituciones gubernamentales y en especial de la policía. La idea-fuerza es movilizar a los barrios contra la presencia policial y generar redes de solidaridad para con los represaliados.
Aunque no son nuestro principal objetivo, continuamos también nuestra campaña de desenmascaramiento de los principales sindicatos amarillos, pues consideramos que son uno de los más importantes palos en la rueda que actualmente tiene el Movimiento Obrero. La última vez este mismo 14 de noviembre.
Continuamos además difundiendo las ideas y la sensibilidad ácrata a través de un programa de radio semanal (“Voces Libertarias”), de las actualizaciones constantes de nuestra web, y de hacer oír nuestra voz en todo foro que consideremos oportuno (desde las universidades hasta, sobre todo, los barrios).
Además de todo lo dicho, existe un proyecto de futuro (relacionado con la habilitación y liberalización de inmuebles) que, si sale bien, dotará al renovado Movimiento Libertario de la isla de una infraestructura bastante interesante, a largo plazo.
Y por supuesto nos mantenemos siempre expectantes y dispuestos a participar en lo que “surja” y lo que dicten los acontecimientos.
P: De forma general y desde vuestra experiencia, ¿Cómo veis el movimiento libertario en Gran Canaria?
R: A diferencia de en otras partes, donde el Movimiento Anarquista se mantiene de forma constante pero sin irradiar excesiva fuerza, en Gran Canaria nuestro Movimiento siempre ha funcionado por “explosiones”: ha irrumpido con gran potencia, para desaparecer después con igual rapidez. Salvo las iniciativas del COA (Colectivo de Objeción y Antimilitarismo) en los 80-90, los distintos intentos de refundar la CNT en la isla, y algún grupo específico de acción directa, pocos proyectos libertarios han sobrevivido al año. Pocos lo han hecho con la misma energía con la que empezaron. La dinámica siempre ha sido decidirse por la vía de la “vela” (arroja luz débil pero continua) o la de la tea ardiente (iluminar con ferocidad para apagarse al instante). Desde la FAGC hemos intentado compaginar ambas vías. Acción prolongada, pero acción contundente.
Los miembros de la FAGC no hemos inventado nada, pero sí hemos comprobado que desde hace un año y medio algunas cosas han cambiado. La primera vez (creemos que en muchos años) que las banderas negras ondearon en estas calles (con motivo de la primera gran macro manifestación del 15-M) la gente se nos acercaba, por decenas, a preguntarnos qué significaban nuestras banderas. A su vez, decirse anarquista en una asamblea pública era decir una excentricidad para los desinformados o lanzar una amenaza para los mediáticamente “sobre informados”. Con el tiempo, la aparición de dicho trapo negro indica a todo el mundo que los anarquistas hemos hecho acto de presencia. El término mismo ha acabado siendo asimilado por una población que ya no lo ve ni como una rareza ni como una reliquia del pasado, y por unos movimientos sociales que, a gusto o a disgusto, han acabado aceptando que quienes lo portan son una realidad dentro de las alternativas que se ofrecen al sistema capitalista.
En conclusión, actualmente el Anarquismo ha dejado de ser en esta isla el reducto de francotiradores corajudos pero aislados, de colectivos inquietos pero atomizados, de grupúsculos meramente contemplativos y volcados hacia dentro, de cenáculos exclusivamente teóricos y filosóficos, y ha acabado siendo una opción combativa y transformadora. Actualmente se puede decir que en esta isla existe un Movimiento Anarquista, y seguirá existiendo más allá de la FAGC.
P: Centrándonos en la actualidad, la Huelga General del 14-N acaba de celebrarse, ¿qué lectura hacéis de ella? ¿Qué les dirías a esos trabajadores que no la secundaron porque dicen que no pueden permitirse un día sin salario?
R: A pesar del poco seguimiento de la Huelga en sí, parece ser que a nivel estatal los piquetes rayaron a altos niveles de conflictividad y que se desarrolló una gran combatividad tanto durante como después de las manifestaciones. Eso es un indicador de cómo podría radicalizarse la situación si la Huelga se prolongara durante días, si se tuviera el valor de declararla Indefinida y Salvaje.
Hablando de lo que vivimos aquí, se sucedieron unos hechos durante toda la jornada que marcan un hito de cara al futuro y suponen una ruptura irreversible con el pasado. Más allá de que los piquetes del Bloque Anarquista cortaran calles (en puntos de acceso industrial estratégico, fuera de la Capital) o de la actividad desarrollada ya en la ciudad (por ejemplo rompiendo el cordón que UGT y CCOO tenían alrededor de Bankia), y siendo víctimas de un acoso y seguimiento policial inusitado (estuvimos escoltados durante toda la mañana, bajo amenazas declaradas de detención), los actos más destacados se sucedieron durante la gran manifestación de la tarde. La gente perdió el miedo a responsabilizar, de forma directa y contundente, a las entidades financieras. Perdieron el miedo a cargar contra ellas. A su vez ha sido una de las pocas veces que se ha hecho frente a la policía y que no se les ha permitido, gracias a la resistencia activa, cargar contra la manifestación. Por último es destacable el acto (que teníamos en mente desde hacía tiempo) en el que miembros de la FAGC (a los que se sumaron otros colectivos) tomaron la tarima monopolizada por los sindicatos amarillos y sus afines, y lanzamos un mensaje que invitaba a lo manumisión y a expresarse libremente sin esperar a que te cedan la palabra.
Sin embargo, lo más tristemente destacable de esta jornada de lucha en Gran Canaria es la detención arbitraria de dos compañeros de la CNT acusados de participar en determinados disturbios sucedidos durante la manifestación, en los que no tomaron la menor parte. Se trata de un montaje policial en toda regla (fueron detenidos mucho después de finalizada la manifestación y a gran distancia del lugar donde transcurrió la misma), de un ataque directo contra el Bloque Anarquista convocado ex professo para ese día (recordemos que llevaban acosándonos desde primera hora de la mañana). Aprovechamos la ocasión para agradeceros que os hayáis hecho eco del caso y para exigir, con todas nuestras fuerzas, que cese la represión contra ambos compañeros.
En cuanto a qué les diríamos a los obreros que se quedaron en casa para no perder permitirse ese día de salario (que porcentualmente se les quita mucho más que un solo día), más bien les dedicaríamos una reflexión general, dirigida también a esos otros obreros “concienciados” que quieren sacarlos a la calle. En primer lugar parece crudamente lógico que en la actual situación un obrero no pueda permitirse, no sólo perder 60 ó 120 euros, sino aparecer en una lista negra, ser candidato a un ERE y perder el empleo. Que no secunden la huelga es lógico, pues las medidas de presión y el miedo a las consecuencias son demasiados grandes. Nuestra visión simplista (nos referimos a los movimientos sociales en general), que los responsabiliza y culpa como tibios, inactivos y masoquistas, es demasiado complaciente… con nosotros mismos.
Si antes se secundaban las huelgas no era porque hubiera menos presiones por parte de la patronal, sino porque los huelguistas presionaban aún más. Ante el miedo que los patronos ejercían sobre los obreros, se respondía causándoles aún más miedo a dichos patronos. Nadie habla de “terror”, hablamos de contundencia, fuerza y presión. Las obreras y obreros no pueden secundar una huelga si creen que sólo será un acto de valor individual (no respaldado por el resto de compañeros) y si están convencidos que los propietarios tienen la sartén por el mango. Si el sabotaje se convirtiera en pan común, si algunas maquinarias quedaran inutilizadas o alguna nave industrial seriamente dañada, las trabajadoras y trabajadores verían lo conveniente de secundar la huelga, y los empresarios lo inconveniente de reprimirla.
P: Para finalizar nos gustaría detenernos un poco para saber vuestra percepción sobre el anarquismo en la coyuntura actual. ¿Qué podemos aportar en este momento? ¿Qué podemos hacer para recuperar la fuerza de antaño? ¿Qué errores debemos subsanar?
R: Creemos que en este momento podemos y tenemos el deber de aportarlo todo. Mientras que el resto de alternativas sociales tienen que recomponer su discurso sobre las bondades del “Estado del Bienestar” y darse cuenta de que no quieren un cambio real, sino simplemente volver a un pasado que ahora se imaginan “ideal”, y que no era más que el prolegómeno, prediseñado, de nuestro presente; nosotros no sufrimos ningún trauma al aceptar que todo Estado y todo totalitarismo económico (sea Capitalismo privado o de Estado) es nocivo. Muchos tienen que tratar de adecuar su mensaje desnaturalizándose de sus presupuestos iniciales; para nosotros, decir que toda política de gabinete es corrupta; que la vía parlamentaria es vía muerta (y a su vez homicida); que el poder financiero no se combate con nacionalizaciones y reformas, sino que se destruye con socializaciones; es algo que no tiene más dificultad que la de reafirmarse en lo ya sabido. No tener que alienarnos de lo que somos para ofrecer una alternativa viable a la totalidad de retos que nos acucian (asambleas populares como órganos de decisión ajenos al poder; libre federación de toda comunidad humana; autonomía individual para disentir incluso de dichas comunidades; autogestión y puesta en común de herramientas y recursos; acción directa y acuerdos libres como vía de resolución de los problemas; etc.), es algo que nos hace partir con ventaja con respecto al resto. Nuestros presupuestos ya no son consignas, ni fórmulas huecas; son soluciones reales a problemas reales. Tenemos todo que aportar porque cuando todas las demás opciones pactistas, institucionales, legalistas y económicamente privativas, han fracasado, no queda más remedio, para quienes sufren, que empezar a valorar o adoptar sus contrarias. Las herramientas anarquistas son las únicas que pueden deshacer este “nudo gordiano”; con independencia de que no se les dé tal nombre.
La fuerza de antaño sólo puede recuperarse si nos implicamos, con todas nuestras fuerzas, en dar solución a las necesidades y exigencias populares a través de nuestra propia metodología. Por ejemplo –y abordando de paso el tema de los errores a subsanar–, actualmente se discute mucho sobre “asistencialismo” y figurada “auto organización”, y ambas cosas –esgrimidas de determinada manera– parecen coartadas, amparadas en retorcer y desvirtuar conceptos ideológicos, para no tener que hacer nada. Quienes hablan de no implicarse en un cambio radical de la redistribución de la riqueza lo hacen porque las vías de la legalidad y la caridad les bastan para paliar una sangría social que no puede taponarse con paños calientes; empero, todavía son peores quienes usan la excusa de que sólo hay que sumarse a una causa social cuando ésta ya está en marcha, porque obliga a quienes sufren el hambre a tomar medidas contra ella antes siquiera de poder colocarse en pie. Cuando Kropotkin nos hablaba de que el primer problema que debía solventar una revolución era garantizar que el pueblo tuviera pan, no estaba lanzando un brindis al sol. Es muy fácil decir que los desposeídos, si quieren contar con nuestra colaboración, primero deben de empezar por organizarse, sin tener en cuenta si tienen la fuerza física y la posibilidad de pensar en algo más que en el vacío de su estómago. Es como decirle a un enfermo que se ponga en pie antes siquiera de haber recuperado parte de su salud. Es, en definitiva, un pretexto clasista para inhibirse de un tema tan dramático que frisa entre la vida y la muerte, para poder excluirse de todo contacto con la miseria (pues le exigimos que deje de ser miseria [que haya dado solución a su escasez] para empezar a interesarnos por ella), para recluirse en circuitos de autosatisfacción donde el hambre es “cosa de otros”. Exigir (como nos recordaba Oscar Wilde) que los pobres, además de pobres, sean virtuosos, y que se levanten, antes siquiera de dejar de estar encorvados por su dolor de tripas, es un despropósito que sólo puede provenir de quienes viven ajenos a un estado de privación endémica y actualmente recrudecida.
Solucionar el tema de las necesidades básicas es consustancial, paralelo y simultáneo al tema de la Revolución, pues sólo se interesará por dar un paso más, no sólo quien tenga fuerzas para darlo, sino quien vea que los hechos futuros y extraordinarios se convierten en hechos presentes y rutinarios. La Revolución y la Anarquía han de vivirse y practicarse día a día, y sólo quienes la hayan visto en acción, quienes la hayan presenciado hecha carne, levantarán una barricada para defender, no una quimera, no una ilusión, sino algo tangible y palpable.
P: Pues nada más, muchas gracias de nuevo por el tiempo invertido y si queréis añadir algo más…
R: Sólo daros las gracias por esta oportunidad de expresarnos, por vuestra magnífica y comprometida labor de difusión y por este espacio.