Contra la Ley Mordaza: Desobediencia Civil

DESOBEDIENCIA CIVIL
de Henry David Thoureau (1848)
(fragmentos seleccionados)
Acepto plenamente la divisa: el mejor gobierno es el que menos gobierna, y quisiera verlo actuar en este sentido más rápida y sistemáticamente. Realizada, equivale en última instancia a esto en lo que también creo: el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto, y cuando los hombres estén preparados para él, éste será el tipo de gobierno que todos tendrán. El gobierno es, bajo óptimas condiciones nada más que un recurso, pero la mayoría de los gobiernos suelen ser, y a veces todos los gobiernos son inoportunos. Las objeciones que han sido planteadas contra la existencia de un ejército regular, son muchas y de peso. Finalmente éstas pueden también aplicarse a un gobierno establecido. El ejército regular no es más que un tentáculo del gobierno establecido. El mismo gobierno, que sólo es el medio escogido por el pueblo para ejecutar su voluntad, está igualmente sujeto a sufrir abusos y corrupción antes de que el pueblo llegue a actuar a través de él. 

[…] ¿Debe el ciudadano renunciar a su conciencia, siquiera por un momento o en el menor grado a favor del legislador? ¿Entonces porque el hombre tiene conciencia? Pienso que debemos primero ser hombres y luego ciudadanos. No es deseable cultivar tanto respeto por la ley como por lo correcto. La única obligación que tengo derecho de asumir es la de hacer en todo momento lo que creo correcto. […] La ley jamás hizo a los hombres ni un ápice más justos; además, gracias a su respeto por ella hasta los más generosos son convertidos día a día en agentes de injusticia. Un resultado común y natural del indebido respeto por la ley es que se puede ver una fila de soldados: coronel, capitán, cabo, soldados, dinamiteros y todo, marchar en admirable orden cruzando montes y valles hacia las guerras […]. 
La masa de hombres sirve al Estado así: no como hombres principalmente sino como máquinas, con sus cuerpos. Son el ejército regular y la milicia, los carceleros, los guardias civiles, la fuerza pública, etc. En la mayoría de los casos no hay libre ejercicio, ni de juicio ni de sentido moral, sino que se colocan en el mismo plano que la madera, la tierra y las piedras; y quizá se pudieran fabricar hombres de madera que sirviesen tan bien a ese fin. Esto no merece más respeto que el que merece un espantapájaros o un puñado de inmundicia. Tienen el mismo valor que los caballos y los perros. Sin embargo a gente como ésta se les tiene comúnmente por buenos ciudadanos. […] Muy pocos -como héroes, patriotas, mártires, reformadores en amplio sentido, y hombres- sirven al Estado también con su conciencia, por lo tanto necesariamente en su mayor parte le resisten, y comúnmente el Estado los trata como enemigos. Un hombre sabio sólo como hombre será útil y no se prestará a ser arcilla, ni a tapar un agujero para que no pase el viento sino que al menos dejará ese oficio a sus cenizas […].
Todos los hombres aceptan el derecho a la revolución, o sea, el derecho a negar lealtad y a resistir al gobierno cuando su tiranía o su ineficacia son grandes e intolerables. […] Todas las máquinas generan sus propios conflictos y posiblemente ésta haga suficiente bien para contrabalancear el mal. De todos modos es un gran mal hacer bullicio por eso. Pero cuando el conflicto llega a tener su propia máquina y que la opresión y el robo están organizados, sostengo que ya no debemos tener una máquina así.
[…] El soldado que se niega a participar en una guerra injusta es aplaudido por los mismos que no se niegan a sostener al gobierno injusto que hace la guerra; es aplaudido por aquellos cuya propia actitud y autoridad él desconsidera y reduce a la nada; como si el Estado se apenase a tal grado que contratase a alguien para que se insubordinara contra sus injusticias, pero no tanto como para dejar de cometerlas. Así en nombre del orden y del gobierno civil, a fin de cuentas estamos hechos para rendir homenaje y prestar apoyo a nuestra propia mezquindad. Tras el primer sonrojo de injusticia se presenta su indiferencia, y así su original inmoralidad se conforma en amoralidad no del todo innecesaria para la vida que hemos hecho.
[…] Aquellos que, mientras desaprueban el carácter y las medidas de un gobierno, le prestan su lealtad y su apoyo, son indudablemente sus partidarios más conscientes y, por lo tanto, a menudo se convierte en los más serios obstáculos para realizar reformas.
[…] Existen leyes injustas: ¿debemos conformarnos con obedecerlas o, debemos tratar de enmendarlas y acatarlas hasta que hayamos triunfado o, debemos transgredirlas de inmediato? Los hombres en general, bajo un gobierno como éste, piensan que deben esperar hasta convencer a la mayoría para modificarlas. Piensan que si resisten, el remedio sería peor que la enfermedad. Pero es el gobierno quien tiene la culpa de que el remedio sea peor que la enfermedad. El gobiernolo empeora. ¿Por qué no es más capaz de anticiparse y prever para lograr reformas? ¿Por qué no aprecia a su sabia minoría? ¿Por qué llora y se resiste antes de ser herido? ¿Por qué no alienta a sus ciudadanos a estar alertas para señalarle sus faltas y así poder actuar mejor? ¿Por qué siempre crucifica a Cristo, excomulga a Copérnico y a Lutero y declara rebeldes a Washington y a Franklin?
Uno creería que una negación deliberada y práctica de su autoridad fuese la única ofensa jamás contemplada por gobierno alguno; además ¿por qué no le ha asignado el castigo preciso y proporcional que le corresponde? Si un hombre que no tiene bienes se niega sólo una vez a ganar nueve chelines para el Estado, se le encarcela durante un periodo ilimitado sin mediar mandamiento legal alguno, y esto determinado solamente por quienes le colocaron ahí, pero si roba noventa veces nueve chelines al Estado, al poco tiempo se le deja en libertad.
Si la injusticia forma parte de los problemas inherentes a la máquina de gobierno, dejémosla funcionar, que funcione: quizá desaparecerán ciertamente las asperezas y la máquina se desgastará. Si la injusticia tiene una cuerda, una polea, una soga o un eje exclusivamente para ella misma, entonces se podría considerar si el remedio no sería peor que la enfermedad, pero si es de tal naturaleza que requiere que usted sea el agente de injusticia para otro, entonces, digo, ¡viole la ley! que su vida sirva de freno para parar la máquina. Lo que debo hacer es ver a cualquier precio que no me presto para fomentar el mal que condeno.
En cuanto a adoptar los medios que el Estado ha proporcionado para remediar el mal, no conozco tales medios. Toman demasiado tiempo, más que la vida de un hombre. Tengo otros asuntos que atender. No vine a este mundo principalmente para hacerlo un lugar adecuado para vivir, sino para vivir en él, sea bueno o malo. El hombre no debe hacerlo todo, pero sí algo; y como no puede hacerlo todo, no hace falta que haga algo malo. No es de mi incumbencia recurrir al gobernador o a la legislatura, así como no es el suyo recurrir a mi: ¿que hago si ellos no escuchan mi solicitud? Para este caso el Estado no ha proporcionado ningún medio: su mismísima constitución es el mal. Puede que esto parezca chocante, obstinado e intolerante pero esto significa tratar con la máxima amabilidad y consideración al único espíritu que pueda apreciarlo o merecerlo. Por lo tanto, todo cambio es para mejorar como sucede con el nacer o morir que convulsionan al cuerpo.
[…] Además, todo hombre que tenga más razón que sus vecinos ya constituye una mayoría de uno.
[…] Bajo un gobierno que encarcela injustamente a cualquiera, el verdadero lugar de un hombre justo es también una prisión. […] un sitio donde el Estado coloca a todos los que no están con él, sino contraél -la única casa en un Estado esclavista donde el hombre libre puede habitar con honor. Si alguien cree que su influencia ahí se perdería y que sus voces ya no afligirían el oído del Estado, que no serían como un enemigo dentro de sus muros, no saben cuanto más fuerte es la verdad que el error ni cuanto más elocuente y eficazmente puede combatir la injusticia que él ha experimentado un poco en su propia persona. Deposite todo su voto, no una tira de papel solamente, sino toda su influencia. Una minoría es impotente si se ajusta a la mayoría; entónces ni siquiera es minoría; pero es irresistible si se opone con todo su peso. Si no queda otra alternativa que encerrar a todos los hombres justos en la cárcel o dejar la guerra y la esclavitud, el Estado no vacilará en su elección. Si un millar de hombres no pagase los impuestos este año, la medida no sería ni violenta ni sangrienta, como lo sería, en cambio, pagarlos y proporcionarle al Estado la posibilidad de que cometa actos de violencia y de que derrame sangre inocente. Esta, en efecto, es la definición de una revolución pacífica, si tal es posible. Si el recaudador de impuestos o cualquier otro funcionario público me pregunta, como uno ya lo ha hecho: ¿pero qué quiere que haga?, mi respuesta es: si realmente quiere hacer algo, renuncie a su cargo. Cuando el súbdito ha negado lealtad y el funcionario ha renunciado a su cargo, entonces la revolución se realiza. Pero supongamos que haya derramamiento de sangre. ¿No es una especie de derramamiento de sangre cuando la conciencia está herida? Por esta herida escapa la verdadera hombría e inmortalidad del hombre que sangra hasta la imperecedera muerte. Ahora mismo veo derramarse esta sangre.
[…] Cuando converso con el más libre de mis vecinos percibo que, no importa lo que digan sobre la magnitud y gravedad del asunto y su interés por la tranquilidad pública, es que no pueden prescindir de la protección del gobierno existente y temen las consecuencias que su desobediencia atraería para sus propiedades y familiares. Por mi parte, no quisiera pensar que siempre dependo de la protección del Estado. Pero, si niego la autoridad del Estado cuando me presenta su cuenta de impuestos, pronto se posesionará y derrochará toda mi propiedad y así nos acosará a mí y a mis hijos para siempre. Esto es duro. Imposibilita al hombre vivir honesta y al mismo tiempo cómodamente en los aspectos externos. No valdría la pena acumular propiedad porque sin duda volvería a suceder lo mismo. Hay que trabajar o tomar posesión de una casa en alguna parte, cultivar una pequeña cosecha y comerla pronto. Hay que vivir dentro de uno mismo y depender de sí mismo siempre alerta y listo para comenzar de nuevo y no tener muchas ocupaciones.
[…] Hace seis años que no pago impuestos injustos. Por este motivo me tuvieron una noche en la cárcel y, cuando meditaba examinando las paredes de sólida piedra, de dos a tres pies de espesor, la puerta de hierro y de madera de un pie de espesor, y la reja de hierro que filtraba la luz, no pude menos que pensar en la estupidez de esta institución que me trataba como si simplemente fuese un montón de carne, sangre y huesos, susceptible de encerrarse bajo llave. Me preguntaba si habría llegado a la conclusión de que ésta era la mejor ocupación que podía proporcionarme y que jamás se le ocurrió disponer de mis servicios de alguna manera. Comprendí que, si había un muro de piedra entre yo y mis vecinos de la ciudad había todavía otro aún más difícil de escalar o romper, antes de que ellos llegaran a ser tan libres como lo era yo. Ni por un momento me sentí encerrado, y las paredes me parecieron un gran derroche de piedra y argamaza. Me sentía como si, entre todos los vecinos, yo fuese el único que había pagado el impuesto. Sencillamente no sabían como tratarme, sin embargo se comportaban como personas groseras. En toda amenaza y en todo cumplido erraban, porque creían que mi principal deseo era estar del otro lado de ese muro de piedra. No pude menos que sonreír viendo cuán diligentemente cerraban la puerta a mis meditaciones, que los seguían de nuevo sin prisa ni pausa, y ellos estaban realmente convencidos de que todo eso era peligroso. Como no podían llegar a mí, resolvieron castigar mi cuerpo; parecían chiquillos que si no pueden agredir a la persona contra quien tienen odio maltratan a su perro. Comprendí que el Estado era ingenioso a medias, que era tímido como una mujer solitaria con sus cucharas de plata, que no sabía distinguir a sus amigos de sus enemigos, y perdí todo el respeto que conservaba por él y le tuve lástima.
Así, el Estado jamás confronta intencionalmente el sentido intelectual general del hombre, sino sólo su cuerpo, sus sentidos. No está armado con ingenio ni honestidad superior, sino con fuerza física superior. Yo no he nacido para ser obligado. Respiraré a mi propia manera. Veamos quién es el más fuerte.
[…] Estoy tan deseoso de ser buen vecino como de ser mal ciudadano. […] No es en relación al particular punto en la cuenta de impuestos que me niego a pagarla. Sencillamente quiero negar mi lealtad al Estado, retirarme y mantenerme realmente apartado de él. No me interesa trazar el recorrido de mi dólar, aunque pudiera, que hasta puede comprar a un hombre o un mosquete para matar a alguien -el dólar es inocente- sino me preocupa trazar los efectos de mi lealtad. En verdad, declaro en silencio la guerra al Estado a mi manera […].
[…] Sin embargo, el gobierno no me interesa mayormente y le concederé mínimos pensamientos. No son muchos los momentos en que vivo bajo un gobierno, ni siquiera en este mundo. Si un hombre es de libre pensamiento, de libre fantasía, de libre imaginación, eso que nunca parece existir por mucho tiempo para él, mandatarios o reformadores imbéciles no pueden interrumpirlo fatalmente.
[…] Quienes desconocen fuentes más puras de verdad, quienes no han remontado la corriente aguas arriba, se atienen, sabiamente, a la biblia y a la Constitución, y de ella beben ahí mismo con reverencia y humildad; pero los que contemplan donde llega cada gota en este lago o en ese estanque están listos para enfrentar una vez más las dificultades y continúan su peregrinación hacia el ojo de agua.
[…] La autoridad del gobierno, incluso un gobierno como al que estoy dispuesto a someterme -porque obedecería de buen grado a quienes saben y pueden hacer las cosas mejor que yo, y en muchas cosas incluso a los que no saben ni pueden hacerlo tan bien- todavía es impura; para que sea estrictamente justa tiene que contar con la sanción y consentimiento de los gobernados. No podrá tener algún derecho puro sobre mi persona y mi propiedad que el que yo le conceda. El progreso de una monarquía absoluta a una limitada, de una monarquía limitada a una democracia, es progreso hacia un verdadero respeto del individuo. Hasta el filósofo chino fue suficientemente sabio como para considerar al individuo como base del imperio. ¿Es la democracia, tal y como la conocemos, la última mejora posible en materia de gobierno? ¿No es posible dar un paso más hacia el reconocimiento y organización de los derechos del hombre? Jamás habrá un Estado social realmente libre e ilustrado mientras el Estado no llegue a reconocer al individuo como una potencia superior e independiente, de lo que se derivan su propio poder y autoridad, y lo trate de acuerdo a eso. Me complazco en imaginar un Estado que por lo menos pueda permitirse ser justo para con todos los hombres y tratar al individuo con respecto como vecino; que ni siquiera crea incompatible con su propia tranquilidad el que algunos quieran vivir al margen de él, sin inmiscuirse en él ni ser abrazados por él, dando cumplimiento a todos sus deberes de vecinos y semejantes. Un Estado que diese esta clase de fruto y sufriera el dejarlo caer con la misma rapidez que madura, prepararía el camino para un Estado más perfecto y glorioso todavía, que también he imaginado pero aún no he visto en ninguna parte.

La Solidaridad nos ha llegado

Desde Soria, desde Tenerife, desde Jaén o desde Madrid, personas particulares o sindicatos, le han hecho llegar su solidaridad a la Comunidad “La Esperanza” a través de donativos. Los sindicatos de la CNT, en Jaén o Madrid, siendo una organización que no recibe subvenciones, dependen exclusivamente de las cuotas de sus afiliados para estos actos de solidaridad. Las personas particulares hacen el esfuerzo sin soporte alguno. Y nos gustaría saber de quién proceden el resto de donaciones para mencionarlos también, aunque entendemos que se haga de forma anónima. A todos ellos les quedamos muy agradecidos.
En total se han reunido 265 euros, una cantidad que para la Comunidad tiene una gran importancia. Eso equivale a 5 cubas de agua (el agua casi de una semana) y a poder hacer frente a cualquier gasto de emergencia.
Como siempre los donativos vienen principalmente del ambiente libertario, y también como siempre desde fuera de nuestra Isla.

Aprovechamos también para dar las gracias a las organizaciones que han rubricado el “Comunicado de apoyo a la Comunidad y contra la represión”1y a los colectivos o individualidades que se han hecho eco del proyecto y han difundido nuestra lucha, o simplemente a los que nos han confortado con sus palabras, desde A las barricadas.org, Regeneración libertatia.org, Procés Embat, Portal OACA, Proyecto Lunares, Canarias Semanal.org, etc.
También quedamos en deuda con muchas individualidades que trabajan en la sombra y que han hecho trabajo de hormiga para difundir nuestras iniciativas y nuestra propia existencia. Algunos, que nos conocieron gracias a las redes sociales o a la repercusión mediática, ya se han unido a la gran familia de la Comunidad y nos ayudan ofreciéndonos interesantes talleres o la oportunidad de seguir presionando a través de reportajes y documentales.
A todos ellos y a todas ellas: MUCHAS GRACIAS.
_________________
1 Colectivos firmantes del comunicado: Intersindical Canaria, Frente Sindical Obrero de Canarias, Resistencia Popular Canaria, Red Canaria en Defensa del Sistema Público de Servicios Sociales (Redesscan), Asociación Canaria de Economía Alternativa, Podemos – Santa María de Guía, Telde Responde, Coordinadora Canaria contra las Prospecciones Petrolíferas, Alternativa Nacionalista Canaria, Ateneo Libertario Xosé Tarrío, Procés Embat, Federación Estudiantil Libertaria (que aúna a 10 colectivos de todo el Estado), Juventudes Libertarias de Málaga, Sindicato Único de CGT – Tenerife, Espacio Libertario de Madrid (ELMa [formado también por muchos colectivos madrileños]), Regeneración (regeneracionlibertaria.org).

«El Proyecto»

Este documento se redactó el verano del 2014. Después de aprobarse en asamblea, se fue entregando a los nuevos vecinos para que tuvieran una idea clara de “El Proyecto”. Es un documento interno que decidimos hacer público para dar una muestra de cómo nos organizamos y cuál es el espíritu fundacional de la Comunidad.

La Comunidad “La Esperanza”
Orígenes:
A comienzos del 2013 laFederación Anarquista de Gran Canaria(FAGC) se puso en contacto con la propietaria de los bloques en los que ahora vives. Dichos bloques estaban en proceso de embargo por una deuda hipotecaria contraída con Bankia. En un par de años la propietaria perdería la batalla legal y los bloques pasarían a ser propiedad del banco. Antes de que esto ocurriera, la idea de la Federación era destinar las 71 viviendas vacías que albergan dichos bloques para realojar a familias sin techo y sin recursos. A cambio de algunas mejoras en el inmueble, y de la protección que debían ofrecerle los realojados en caso de desvalijamiento, la propietaria aceptó. A causa de ello todos los que vivimos en estos bloques lo hacemos todavía con el consentimiento de dicha propietaria. En Abril de 2013 ya habían cerca de 30 familias viviendo aquí.

Situación Actual:
Hoy sabemos que aunque la propietaria ha interpuesto un recurso que no sabemos cuánto tardará en dirimirse, la propiedad según la Nota Simple del inmuebleha pasado de Bankia a la SAREB(el llamado “banco malo”), un organismo semi-estatal destinado a comprar deudas contraídas con entidades como Bankia. La deuda puede superar los 15 millones de euros. En cuanto la propietaria pierda el juicio, la SAREB reclamará su propiedad y se iniciará el trámite para proceder al desahucio.
El Proyecto:
La vivienda de la que ahora disfrutas es parte de un proyecto social más amplio. Esta destinada exclusivamente para personas sin techo y sin medios económicos para proporcionarse otro. No son segundas viviendas que puedan dejarse cerradas para disfrutar los fines de semana o en vacaciones. No son casas que puedan ocuparse por capricho ni para ahorrarse un alquiler. Son casas socializadas: no se disfrutan en régimen de propiedad privada sino de propiedad comunitaria; una vez dejan de usarse vuelven a la comunidad para que ésta las ponga a disposición de nuevas familias. En breve serán casas expropiadas, pues debemos reclamarlas por motivos de utilidad social y arrebatárselas a las entidades financieras que las reclaman.
El racionamiento del agua y el ahorro de electricidad son elementos indispensables. No sabemos cuánto tiempo disfrutaremos de estos recursos, así que es imprescindible economizarlos al máximo y de forma rigurosa. Cualquier despilfarro es inadmisible.
Por otra parte aquí no se paga alquiler: se aporta una contribución voluntaria (actualmente de 25 euros mensuales) para pagar exclusivamente las cubas de agua. Quien tiene más recursos podrá aportar un poco más, y quien tiene menos pues aportará lo que buenamente pueda.
En la comunidad hay además múltiples trabajos de mantenimiento y similares que llevar a cabo. Es imprescindible autogestionarnos y realizarlos por nosotros mismos. No queremos una comunidad con siervos que trabajan y señoritos que miran desde las ventanas como se desloma el resto, así que se espera la participación de todos los vecinos (que físicamente puedan) en las labores comunitarias.
La comunidad se reserva el derecho de realojar fuera de los bloques a cualquier persona que haga imposible la convivencia. Las agresiones y cualquier otra forma de violencia o sabotaje interno no pueden sufrirse impunemente, y cualquier vecino que incida en estas u otras actitudes (robar a la comunidad oa un vecino, etc.), puede perder la vivienda que la comunidad le cedió.
Por motivos de seguridad la puerta de la calle debe permanecer siempre cerrada. Aunque lo normal es que el desahucio se nos notificara antes de producirse, también se nos puede ejecutar un “desahucio cautelar por lo criminal” a cualquier hora del día o de la noche. Para evitar ponérselo fácil a quienes pretendan desahuciarnos, la puerta nunca puede quedar abierta.
La presencia de la policía en el recinto es totalmente desaconsejable(salvo para hacer elinforme policial a los vecinos que han solicitado el empadronamiento o entregar una citación judicial particular). Cualquier conflicto que se produzca dentro de los bloques en el que tenga que intervenir la policía no hará más que perjudicarnos de cara al desahucio.
Los conflictos y problemas de convivencia deben solucionarse de forma directa entre los propios vecinos afectados. Si por algún motivo esta vía no funciona, se llevará el asunto a asamblea para hallar a una solución colectiva. La idea es no recurrir nunca a ninguna forma de violencia, sea personal o institucional.
Todas las decisiones que afectan a la comunidad se deciden en asamblea. La asamblea se celebra los últimos domingos de cada mes. Siempre puede convocarse una asamblea extraordinaria para tratar temas urgentes que no pueden posponerse. Las comisiones son asignadas por la asamblea, y se encargan simplemente de realizar tareas prácticas.
Ahora mismo formas parte de la ocupación de viviendas más grande del Estado. Actualmente vivimos en la comunidad más de 50 familias, unas 140 personas (la mitad de ellas menores) y el objetivo es llegar a 200. Hay que transmitirle al resto de la sociedad la verdadera naturaleza del proyecto. No sólo mejorando el recinto y nuestro entorno, sino mejorándonos nosotros mismos como personas. Resolviendo los conflictos por nosotros mismos, sin intermediarios. Colaborando y ayudándonos mutuamente. Decidiendo de forma horizontal, sin líderes ni amos. Siendo conscientes de que la voz de un vecino vale tanto como la de cualquier otro y que nadie es más que nadie. Sólo organizados y unidos podremos conservar nuestras casas y obligar a la administración y a los poderes financieros a negociar y a aceptar nuestras condiciones. Nunca negociaran si no presionamos, si no luchamos. Quien no esté dispuesto que abandone ya el barco.
Los vecinos llamaron a esta comunidad: “La Esperanza”. Seguramente porque la esperanzaes lo último que se pierde, y no pensamos perder nuestras casas. 
 

Anarquía a pie de calle I

Anarquía a pie de calle I
Dos anarquismos
El anarquismo no es una fábula romántica, sino un duro despertar […]” (Edward Abbey, A Voice Crying in the Wilderness[Vox Clamantis en Deserto], 1990).
Periódicamente las dicotomías entre “anarquismos” se suceden. A finales del siglo XIX era entre colectivistas y comunistas, organizadores y anti organizadores, individualistas y sindicalistas, sindicalistas puros y anarcosindicalistas, etc. Actualmente esta reyerta teórica, que parece desarrollarse de forma cíclica, se ha establecido entre insurreccionalismo y anarquismo social.
En tiempos decimonónicos algunos anarquistas quisieron desatar el nudo gordiano hablando de “anarquismo sin adjetivos”, y ya avanzando el siglo XX de “síntesis”. Hoy día apremia evolucionar.
Las disputas, si no se enconan y enquistan, son positivas; el debate teórico es sano; lo que es insalubre y suicida es que el debate sustituya a la militancia. Ciertos anarquistas no tienen más problemas militantes que el propio anarquismo: o vigilar sus esencias o ponerlo al día, pero la disputa sigue fijándose en un marco erróneo, igual que en el XIX.

Sí, la disputa entre colectivistas y comunistas nos ayudó a vislumbrar cómo una parte del anarquismo de la época seguía ligado a cierta concepción de propiedad privada y salario y cómo otra quería transcender de eso y ser generosa; también cómo una parte trataba de ser realista y práctica y cómo otra podía pecar de optimismo exacerbado. Era una cuestión de fondo que dibujaba maneras y actitudes. Pero también era una disputa por algo que aún no se había producido: una revolución social que pusiera la economía en manos de los trabajadores. El debate quizás pudo ayudar a perfilar mejor lo que sucedería en situaciones revolucionarias como la del 36, pero el debate por el debate, sin transcender del plano teórico, puede dibujar el mejor de los futuros, pero no deja de ser una especulación, un discurrir sobre la nada, cuando falta crearlo todo. Puede también que el debate sobre las distintas concepciones sindicalistas tuviera una dimensión más práctica, pero seguía basándose en una premisa errónea: transformar la praxis ajena. Sólo nos es dado cambiar nuestra propia actividad; si algo no te gusta trabaja en sentido contrario y que la práctica demuestre si andas errado o acertado. En consecuencia, el debate no debe fijarse más no desde luego prioritariamenteen el terreno ideológico; la validez de una idea debe medirse en el terreno práctico, en el terreno de los hechos.
No se puede discutir cual o tal teoría es mejor sobre el papel, cuál satisfará mejor nuestras necesidades sin transcender de la hipótesis; debe comprobarse empíricamente y que los resultados hablen. ¿Pero qué requiere esto? Trabajo de campo, duro trabajo de campo. Y es eso, y no otra cosa, lo que divide a los anarquismos en liza. Basta ya de supuestas divergencias en base a acuerdos, congresos, pensadores y modelos imaginarios.
Desde mi punto de vista sólo hay dos anarquismos: el contemplativo y el combativo. Ya pueden recibir el nombre de insurreccionalismo o anarquismo social, cualquiera de los dos puede representar a alguna de las dos tendencias en algún momento.
El anarquismo contemplativo vive a través de vidas ajenas, su terreno es el debate centrípeto. Se sienta a analizar y a discursar, a anatemizar enzarzado en eternas luchas internas. Su campo es el de la teoría y el quietismo, sea de comité, de asamblea, de manifestación, de red social o de quema de contenedor (un teórico del molotov no es menos contemplativo que un teórico de despacho). El inmovilismo como modus vivendi; la pontificación como modus operandi. Charlas y difusión de ideas es su terreno natural, el ambiente donde se siente cómodo; incapaz de transcender de ese hábitat y saborear los adoquines o el bancal. El propio anarquismo en su campo de batalla, su objeto de disección, el sujeto de su militancia. El anarquismo contemplativo es la etapa infantil e inmadura de la ideología anarquista; por muy seria, respetable y vetusta que parezca.
El anarquismo combativo, el que defendemos y practicamos desde la FAGC, es el anarquismo que se faja, el que está a pie de calle, el que lucha. Sea tensionando en una manifestación para evitar que la gente quede impasible ante una carga policial, sea forzando las circunstancias para que un conflicto laboral no acabe en armisticio. Es el anarquismo que se moja, el que se arremanga y se mancha las manos. El que lucha en la fábrica, en la asamblea de barrio, en la calle. Gamonal y Can Vies son ejemplos de esto, la Comunidad “La Esperanza” también. Es el que ha sobrepasado los límites de las tertulias y la militancia oral. Ya no cree que verbalizando algo se consiga cambiarlo. Su actividad es centrífuga, no va dirigida a complacer a los “iniciados”, a convencer a los “convencidos”; el circuito de los compañeros se le queda estrecho. El discurso de consumo interno se le antoja cacofonía. No milita para los anarquistas; milita para llevar la anarquía al suelo, para llevar la anarquía al pueblo. Diseña sus tácticas y su estrategia, su hoja de ruta, definiendo bien qué quiere y cuándo lo dará por conseguido, para poder avanzar a la siguiente etapa. Su hábitat es el barrio, la chabola, el parque, el tajo, el terreno abandonado, la casa expropiada. Es el anarquismo entendido como ideología adulta, por osada y audaz que sea su actitud, por nuevos que parezcan sus planteamientos.
En mi experiencia en estos últimos cuatro años en la FAGC, y especialmente en los dos últimos en la Comunidad “La Esperanza”, he llegado a concebir el anarquismo en esos términos, como una ideología adulta. El idealismo es necesario, pero no basado en irrealidades ni quimeras, sino en la capacidad real de aplicar las ideas pertinentes para transformar el entorno. Hay que descifrar los límites de los propios mitos, sean ideológicos, teóricos o de cualquier clase; descubrir la falsabilidad de los pensadores de referencia y tratar de aplicar las propias ideas teniendo en cuenta que por muchos antecedentes que tenga lo que te propones, y por más jugo que le saques a experiencias pasadas (la historia debe entenderse como pista, no como remanencia), la realidad es que esta experiencia, esta concreta, nadie la ha intentado antes; sólo tú y los que te acompañan. El discurso exclusivamente autorreferencial se diluye y queda la dura realidad. Es dura, pero es tuya.
Esta realidad lo es porque se asienta en algo tangible. En los siglos XIX-XX existía un anarquismo de fábrica, y esa fue su gran fuerza. Existió también en ese periodo fini/primisecular un anarquismo cultural que dotó de soporte teórico y literario la obra muscular. Nosotros proponemos un anarquismo de calle, un anarquismo callejero, de barrio, de exclusión social. El obrero salido del siglo XX y que despierta al siglo XXI se da cuenta, después de haber sobrevivido a la coartada capitalista de la crisis, que de obrero cualificado que fabricaba casas para otros ha pasado a ser un sin techo. Personas abocadas a la marginalidad porque sin apenas transición han sufrido un cambio: obreros ayer; indigentes hoy. Algunos no han mutado; de forma endémica han nacido condicionados socialmente para ser carne de asfalto. El discurso anarquista les complace en su utilidad: les es natural la hostilidad a la policía y el rechazo a la sacralidad de la propiedad privada; les es imprescindible sobrevivir a través de ciertas formas de apoyo mutuo, por lo menos en determinados estadios. Si este discurso se convierte en la práctica en un modelo eficiente de necesidades básicas plenamente satisfechas entonces la anarquía funciona, es útil para ellos, y con eso, sin necesitad de hacerse anarquistas, les basta.
No hace falta que se nos encuadre en el insurrecionalismo por nuestra radicalidad o el anarquismo social por nuestra labor. Somos anarquismo de combate y las etiquetas de ese tipo se nos quedan estrechas. Hemos recibido un baño de realismo y hemos descubierto que la anarquía llevada a la práctica funciona, que puede gestionarse una micro sociedad de 250 personas de manera eficaz siguiendo ese modelo. Pero también sabemos que ayudar a alguien no cambia necesariamente su mentalidad, y esto ya lo expondré en un futuro artículo.
Lo que importa ahora es saber que un anarquismo de barrio, sumergido en la marginación social, trabajando en el ghetto, es imprescindible; un anarquismo implicado en los problemas reales de la gente. Es imprescindible no porque suponga por sí mismo la “conversión de la gente”, sino porque es la mejor, si no la única, forma de llegar a ella. Para llegar a la gente no queda otra que tocar sus intereses y necesidades.
Pero si para esto no funciona la provocación vacua, que al menos remueve el avispero, menos funciona el discurso de reformar instituciones. En un momento en el que la gente está más desapegada de la política que nunca, nuestra misión es forzar la ruptura, no invitar a la conciliación con nuevas maneras dentro de las mismas estructuras. La situación es proclive para relanzar la organización popular desde abajo, para movilizar a la gente (movilizarnos con la gente) en base a sus necesidades y exigencias primarias, para estructurar el subsuelo, para dotar de cuerpo y músculo a los que no tienen (tenemos) nada. Enredarlos en promesas electorales, en aspiraciones de políticas locales, en la creación de instituciones, es un suicidio: primero, porque nunca se han sentido tan distantes de ellas; segundo, porque por fin son capaces de hacer otras cosas. A un enemigo herido que tiene que reestructurarse a toda prisa no se le refuerza, se le remata. Las instituciones deben ser vistas como el adversario al que se le arrebatan cosas por la fuerza, a través de la presión y el desgaste; el contrincante al que se mina hasta que se le pierda el temor y el respeto. No como el arma que es buena o mala en función de quién tenga la empuñadura. Más allá del maquiavelismo y el oportunismo de la hipótesis, tengo una cosa clara: también los ratones antes de ser devorados imaginan estar jugando con el gato. Eso es jugar a la política: creer que le estás dando cuartelillo al que está apunto de fagocitarte.
Yo no juego a juegos donde las reglas las imponen otros. Y hay un anarquismo que tampoco. Ese anarquismo sabe dónde está su lugar natural para incidir en la vida social, se aleja de las peleas de capilla y se une a las aspiraciones del pueblo para punzarlas, hostigarlas, y ver si pueden ir más lejos. Este anarquismo no se establece en unos parámetros de superioridad moral (y lamento si mi retórica lo da a entender, pero no es mi intención repartir sopas con hondas), no lo propongo porque sea “la última palabra” en revolución social; lo planteo por una simple cuestión de supervivencia. O nos abocamos a la endogamia de “la anarquía para los anarquistas” (cuando la anarquía debe ser para la gente de a pie) o nos dejamos matar metiéndonos en estructuras de poder que nos comerán y excretaran antes de darnos cuenta. Hasta ahora esas parecían ser las únicas opciones: o cerrarse en banda o entregarse con armas y municiones. No puede ni debe ser así, nuestra supervivencia y la de nuestro mensaje está en el combate, está en la calle, está en las necesidades más instintivas del pueblo. Es necesario detectar qué necesita, ver si nuestra praxis puede proporcionárselo, adaptar nuestras herramientas al momento, elaborar un programa que dé soporte teórico a nuestras conquistas y, una vez alumbrado el camino, compartir dichas herramientas y colectivizarlas (sabiendo cuándo hacerse a un lado).
No me importan las caricaturas; lo de “anarquismo barriobajero” o “anarco-lumpen” no es la primera vez que lo oigo. Me importan los resultados. El anarquismo callejero ha proporcionado la mejor carta de presentación de nuestra práctica en años. La mayor ocupación de inmuebles del Estado español no la ha conseguido un partido, una coalición electoral ni una organización pro-sistema; la ha iniciado una organización anarquista a través de herramientas anarquistas y haciendo funcionar un modelo anarquista sin necesidad de que los implicados lo fueran. Ese anarquismo de barrio ha dado 71 viviendas a 71 familias que equivalen a más de 250 personas. No habla la teoría; hablan los números, hablan los hechos, habla la tozuda realidad.
Fdo: Ruymán Rodríguez

Cosas de la política

Cosas de la política

La política de gabinete, de despacho, de urna, es una ciénaga de la que es imposible salir limpio. Un

merengue de incongruencias y manoseos casi insondable para una mente racional. La incoherencia y la hipocresía, el doble discurso, son norma común. Vamos a ofrecer un ejemplo: la política del norte de la isla de Gran Canaria.
Érase una vez una comunidad de pisos expropiados y socializados llamada “La Esperanza”. Lleva más de un año intentando que se le regularice el suministro de agua (Solicitud de abastecimiento de agua). ¿Cuál es la respuesta del alcalde del Ayuntamiento de Santa María de Guía, Pedro Rodríguez? Que no va a hacer nada y que asumamos nuestra condición de “okupas”. Se olvida el alcalde que mientras contemos con la autorización de la propietaria de los bloques (cuya titularidad sigue en litigio) no somos “okupas” ni incurrimos (todavía) en ninguna ilegalidad. Ya habrá tiempo de que eso pase.

Por otra parte, si verdaderamente fuéramos “okupas convencionales”, ¿significa eso que no tenemos derecho a acceder al agua, que nuestros 150 niños deben quedar excluidos de ese servicio básico y vital? Pero sigamos.
Durante más de dos años se ignora nuestra situación. Aquí sólo caen, muy de vez en cuando, y a algunos pocos vecinos (la minoría), bonos de compra. Pero los problemas globales, colectivos, los que requieren una intervención urgente, se ignoran, se tapan con paños calientes y tratan de ocultarse bajo la alfombra. Es la misma situación que la que viviría una comunidad de náufragos, que carecen de agua, a los que se les arrojaran migas de pan: ni se satisface su necesidad prioritaria, ni se soluciona nada con ayudas parciales cuando su situación requiere una respuesta comunitaria.
Esto es lo que declara Pedro Rodríguez a Canarias 7 mientras en su municipio 250 vecinos carecen de agua potable

Eso a Pedro Rodríguez parece darle igual. Pero he aquí que se produce la pirueta política. Rodríguez, miembro de Coalición Canaria, parece que se enfada con Fernando Bañolas (gerifalte de Coalición Canaria, sobre todo en el norte) porque éste le corta las alas a sus aspiraciones políticas. Eso obliga a Rodríguez a crear un partido independiente: Juntos por Guía. Hasta aquí el pan de cada día de la política local y estatal. Pero sucede entonces que Rodríguez quiere ser parlamentario. ¿Qué hacer? Pactar con algún partido que vaya a pillar escaño y que le preste la silla. ¿Con cuál llega a un acuerdo? Con Nueva Canarias (http://www.eldiario.es/canariasahora).

He aquí el salto mortal y el muestrario de paradojas:

Rodríguez va a representar en el Parlamento autonómico a Nueva Canarias, partido que ha tenido como “caballito de batalla” durante su campaña electoral la paralización de desahucios, la expropiación temporal de las casas abandonadas por los bancos (e incluso plantea llegar a acuerdos con los particulares) para crear viviendas de protección oficial (así lo afirma el propio presidente de NC, Román Rodríguez), que presta su sede en sureste para que se reúna la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, y que, para colmo de todas las ironías, firma un acuerdo con otros partidos para que “ningún ciudadano carezca de agua” («Ninguna familia sin agua» declararon a Canarias 7).
¿Qué significa todo esto? ¿Le importa a Pedro Rodríguez estar vinculado con un partido que públicamente manifiesta eso mientras él, en su propio municipio, mantiene a una comunidad de 250 personas sin acceso a agua corriente y completamente desatendida? ¿Le importa a Nueva Canarias llenarse la boca con una supuesta sensibilidad hacia el tema de la vivienda, sin hacer más gestos que los que se aprecian en los titulares y permitiendo que su número 4 al Parlamento de Canarias se inhiba de una situación de emergencia como la que denunciamos?
Pirómanos que se unen a asociaciones de bomberos voluntarios; asociaciones de bomberos voluntarios que regalan cerillas a pirómanos. Eso es la política: no es sólo el arte de gobernar y manipular; es el arte de hacer imposible lo incomprensible.
¿Podrán mantener mucho más tiempo esta incongruencia sin que se les note el truco? 
Fdo: Ruymán Rodríguez

Comunicado de apoyo a «La Esperanza» y contra la represión a Ruymán Rodríguez

El pasado 29 de abril (2015) el militante anarquista Ruymán Rodríguez fue detenido, sin razón aparente, en Santa María de Guía por dos policías secretas de la Guardia Civil. En dependencias policiales fue insultado, amenazado, golpeado y torturado (entre otras cosas fue estrangulado hasta en tres ocasiones). Después de 24 horas de malostratos y agresiones reiteradas, el detenido comparece ante el juez que no ve motivos constitutivos de delito. Los agentes de forma inaudita recurren la decisión judicial y quieren que se le impute al acusado el delito de “atentado a la autoridad” para que según sus propias palabras en el cuartillo “se trague al menos 5 años de cárcel”. Actualmente se está a la expectativa de si se acepta o rechaza dicha apelación.
Sea cual sea la decisión judicial esto no se acabará aquí. Este abuso policial se engloba dentro de una campaña de acoso y derribo contra la Comunidad “La Esperanza”. Dicha Comunidad es un proyecto social iniciado por la FAGC (Federación Anarquista de Gran Canaria) en enero del 2013 y que consiste en 4 bloques de viviendas (propiedad de la SAREB) expropiados y puestos a disposición de 71 familias, 250 personas, 140 niños. Posiblemente la ocupación masiva más grande del Estado.

Sabiendo que se acercan las elecciones y que la Comunidad se dispone a hacer públicas sus exigencias de normalizar su situación, los cuerpos policiales, teledirigidos por los aparatos políticos, quieren sembrar el miedo en la Comunidad para desestabilizarla. Incapaces de entender que pueda subsistir una comunidad humana horizontal, asamblearia, autogestionada, autosuficiente y solidaria, necesitan inventarse la existencia de “líderes”, y ese es el papel que quieren atribuirle a Ruymán. La intención policial es intimidarlo y obligarle a a abandonar el municipio, creyendo que así cundirá el pánico entre el resto de vecinos.
La realidad es que esto debe hacernos más fuertes y obligar a todos los colectivos, organizaciones e individualidades a prestar nuestro apoyo a esta causa: la de un individuo injustamente represaliado y sobre todo la de una comunidad de vecinos que arroja un rayo de esperanza sobre la realidad social canaria.
Por ello los bajo firmantes solicitamos que cese la persecución contra Ruymán Rodríguez y la Comunidad “La Esperanza”, y que se permita que este proyecto de lucha por la vivienda tenga el desenlace positivo que se merece y que la situación de emergencia humanitaria en la que vivimos los más pobres requiere. 
Las Palmas de Gran Canaria, Mayo de 2015
 
Firman este comunicado conjunto de apoyo a la Comunidad La Esperanza:
Intersindical Canaria
Frente Sindical Obrero de Canarias
Resistencia Popular Canaria
Red Canaria en Defensa del Sistema Público de Servicios Sociales (Redesscan)
Asociación Canaria de Economía Alternativa
Podemos – Santa María de Guía
Telde Responde
Coordinadora Canaria contra las Prospecciones Petrolíferas
Alternativa Nacionalista Canaria

Ateneo Libertario Xosé Tarrío 

Procés Embat

Federación Estudiantil Libertaria

Juventudes Libertarias de Málaga


Sindicato Único de CGT – Tenerife

Espacio Libertario de Madrid (ELMa) 

Regeneración (regeneracionlibertaria.org)