14-N: BLOQUE ANARQUISTA


Este 14-N: Bloque Anarquista
Es necesario, hoy más que nunca, hoy más que siempre, que el discurso de los que pugnan por una Huelga General e Indefinida (y no por una huelga “sedativa” de un día); de las que entienden que lo que hace falta es un cambio revolucionario económico y social, y no un mero cambio en las formas políticas o en el color de las banderas nacionales; de los que saben que al Sistema sólo se le puede hacer frente peleando, con el cuchillo entre los dientes, y que no hay que esperar de él ninguna concesión voluntaria; de las que quieren crear alternativas, liberando espacios abandonados urbanos y agrícolas para el disfrute de todos; de los que luchan por que los únicos recortes se hagan en los cimientos del Sistema, los únicos desahucios se realicen en la Moncloa y demás palacios, los únicos despidos sean los de los parlamentarios y la única guerra sea la de los desposeídos contra los poseedores; es necesario que el discurso de todas estas personas encuentre un espacio significativo y diferenciado. Ha llegado el momento de la creación de un Bloque Anarquista fuerte y amplio.
Desde la FAGC (abrimos desde ya la convocatoria a quien quiera sumarse) hacemos un llamamiento a que todas las sensibilidades anarquistas, sindicatos libertarios, grupos específicos de afinidad, individualidades y demás autónomos se unan en la constitución de un Bloque Anarquista que suponga una alternativa real a un sistema que se descompone, pero ante el que la mayoría de movimientos sociales se muestran titubeantes llegado el momento de darle el último empujón.
¡Ha llegado el momento de hacer visible el descontento y la rabia de las que no tenemos nada, de los que vamos a por todo!

No hay más que uno entre cien y sin embargo existen
la mayoría hijos de nada o hijos de muy poco
que no se los ve jamás sino cuando se les teme
los anarquistas
” (Leo Ferré).

Libera la Tierra

La huerta en la actualidad (lo de arriba son judías)

La Federación de Anarquistas de Gran Canaria hace un llamamiento a aquellos que quieran sumarse a nuestro proyecto de recuperar y liberar terrenos agrícolas cultivables. Este llamamiento es una invitación pública a ponerse en contacto con nosotros (a través de nuestro correo: anarquistasgc@gmail.com; de nuestra web: www.anarquistasgc.net; o de cualquier otro medio) o a desplazarse directamente a dicho emplazamiento (ubicado en Barranco Seco, al lado de una conocida sala de fiestas), para colaborar, participar y sumarse  al “huerto comunal” que hemos liberado o para intercambiar conocimientos a fin de que podamos ayudarnos, los unos a los otros, en el establecimiento de otros. Este llamamiento se dirige especialmente a todos los desempleados, a todos los que se ven agobiados por sus circunstancias económicas personales, a todos los que carecen de techo o están en peligro de perderlo, a todos los “marginados”, a todos los que tienen hambre de pan y sed de justicia.
Lo dirigimos también a todos aquellos que quieren plantarle cara a la Reforma Laboral y a la última tanda de Recortes (a través, por ejemplo, de una Huelga General Indefinida) y que se abstienen porque no saben cómo subsistir mientras tanto, sin imaginarse que las huertas de autoabastecimiento pueden ser la respuesta.
En definitiva, es una llamada para todos los que oscilan entre la desesperación y la muerte (de frío o de inanición) y para todos los que necesitan pertrecharse para poder seguir echándole un pulso al sistema.
Contacta con nosotros y ocupemos cada palmo de tierra abandonada que haya en Gran Canaria.
FAGC
P.D.: Abstenerse policías encubiertos: es bien sabido que las deformaciones que se producen en las manos por apretar el gatillo no permiten coger un sacho.


Caja de hortalizas que se repartió a personas sin recursos el pasado 1º de Mayo

El archivo que sigue es el mismo comunicado a dos columnas. Si quieres participar en la difusión de este proyecto descárgatelo, imprímelo y repártelo. Está pensado para distribuirlo en las colas del INEM; a las personas que se ven obligadas a mal alimentarse en los contenedores de basura, a mal vivir en los bancos y esquinas de nuestra ciudad; y a todas y todos los que estén comprometidos en cambiar el mundo y conciban un enclave en el que pueda llevarse a cabo la premisa comunista libertaria que permita que “cada uno aporte lo que pueda, y tome lo que necesite”.

COMUNICADO

LA FAGC PLANTA CARA

Denuncia y análisis de la campaña represiva organizada en su contra

            Creer en casualidades, si se vive bajo el peso del Estado español, es un lujo que ya no pueden permitirse ni los más ingenuos. Nos es casual que en todas las manifestaciones a las que acudimos en bloque acaben cargando contra nosotros (con singular preferencia). No es casual que en cualquier acto convocado por nosotros nos expongamos a ser denunciados, detenidos o apaleados. No es casual que siempre se nos pegue a los mismos, y siempre con la misma rabia.

            La FAGC denuncia, sin miedo y sin que fuerza alguna pueda obligarla a rectificar sus palabras, que ésta es una campaña, fríamente calculada, concienzudamente pensada y planificada, para criminalizar al Movimiento Anarquista en la isla de Gran Canaria y aplastarlo antes de que empiece a suponer, para los poderes establecidos, una molestia aún mayor.

Con lo poco que hemos podido hacer en nuestro corto tiempo de vida, hemos incordiado demasiado a las cúpulas sindicales, a los partiduchos captadores de movimientos sociales, a los símbolos del consumo y el empresariato, a algunos elementos de la ultraderecha parapolicial y a las propias fuerzas represivas profesionales. Lógico era, pues, que tarde o temprano la oleada de represión se desatara contra nosotros.

La correlación de acontecimientos despejará las dudas de cualquiera sobre lo que acabamos de afirmar:

El 29 de Marzo (día de la Huelga General) la policía agrede a una compañera arrojándola al suelo, y denuncia a tres de nosotros, incluyendo a la mencionada. Los acontecimientos suceden cuando nos salimos del rebaño sindical (cuyo itinerario nos llevaba por calles de escasa transcendencia) y cortamos una calle con un grupo de unas 100 personas. La policía ya había identificado por la mañana a un compañero con la clara intención de poder imputarle cualquier acto ocurrido a lo largo del día (en la denuncia consta, de forma fraudulenta, que se le identificó a las 21:30, cuando la realidad es que fue a las 10:00 de la mañana). Dicha denuncia, un dechado de creatividad literaria, repite con característica insistencia una serie de mentiras que sería imposible relatar (que cantamos consignas –además de estrafalarias y arrítmicas– nunca pronunciadas, que hicimos pintadas que jamás realizamos, que en vez de ser agredidos nos arrojamos deliberadamente al suelo, y un largo etcétera). Juicio y multa parecía el final de este episodio concreto, pero no contentos con juzgarnos y multarnos una vez (no por cortar la calle sino por “vejar e insultar a la policía”), uno de nuestros compañeros recibe, hace escasos días, una multa de más de 350 euros por participar en un piquete estudiantil el propio 29 de Marzo.

En la conmemoración del 1º de Mayo, por hacer uso de nuestra libertad de expresión y decirles a los grandes sindicatos que representan los intereses del Poder y no los del Pueblo, el “cuerpo de orden” de CCOO nos agrede (a nosotros y también a los compañeros de la asociación juvenil AZARUG) y nos arroja a la policía encima, que intenta detener a una compañera, rompe la nariz de otro, lesiona de gravedad el sistema cardiaco de un tercero, y golpea a un número indeterminado de manifestantes (produciendo otros dos anarquistas más heridos). Lo que nos salvó del linchamiento policial fue la valiente intervención de la mayoría de fuerzas convocadas; con la excepción, obviamente, de CCOO y UGT. De los hechos se arroja el dato de tres heridos leves, uno grave y uno muy grave. Todos ellos anarquistas y miembros de la FAGC.

La última muestra de violencia policial se ha producido en el acto convocado por la FAGC (en respuesta a la petición de solidaridad obrera que los compañeros mineros han hecho circular), el 18 de Junio, y a la que acudieron comprometidos y altruistas miembros de los ESTUDIANTES PRE-PARADOS y de AZARUG, y diversos autónomos. Después del corte simbólico de una carretera (por un paso de cebra sin semáforos), mientras el cual la policía jamás nos hizo la más mínima reconvención ni ninguna clase de llamada a deponer nuestra actitud, nos siguieron hasta el Parque de San Telmo. Allí, después de bloquear toda visibilidad, a golpe de bombona, para que nadie pudiera ver lo que ahí iba a ocurrir, identificaron a un compañero rezagado (posteriormente también detenido) para pasar a detener, sin más excusa que la arbitrariedad, a otro compañero, y a un tercero que intentó socorrerlo. Resultado: un número indefinido de agredidos y amenazados (tirando incluso de empuñadura de pistola); un menor detenido y multado de forma estrambótica; y dos adultos secuestrados, aplastados, pateados, apaleados y golpeados, que pasan la noche en tres comisarías distintas hasta que al día siguiente pasan a disposición judicial. Los dos quedan en libertad condicional con cargos (teniendo que firmar en juzgados los días 1 y 15 de cada mes), se les imputan los delitos de resistencia, atentado a la autoridad y a uno de ellos se le amplía el expediente con el de agresión. Esto hace que se les pida penas de cárcel y, en el mejor de los casos, unas inasumibles multas.

¿Qué conclusión puede sacarse de lo relatado? Que quieren desmantelar toda manifestación de Anarquismo combativo en la Isla. Sus denuncias tiran al miedo, a hinchar expedientes que nos obliguen a quedarnos en casa, que sirvan como prolegómeno de una primera estancia carcelaria. Sus multas apuntan a desangrar a un movimiento que saben autónomo y autogestionado, que no recibe subvenciones de ninguna clase y que ni siquiera quiere constar como organización legal. Sus enjuiciamientos están encaminados a neutralizarnos, a sepultarnos en esas despensas almacenadoras de problemas a las que llaman cárceles y a intentar que entre los  no apresados cunda el pánico. Sus palos se dirigen a silenciarnos, a dejarnos tullidos –física y anímicamente– y, a razón de sus intervenciones y de los resultados obtenidos en días como el 1º de Mayo, a darnos de baja de la militancia de forma definitivae irreversible.

Pues bien, se han equivocado de objetivo, pues no nos ha llegado todavía el tiempo de callarnos. Reprimiéndonos sólo han conseguido aumentar nuestras ganas de seguir adelante, y que la gente evidencie cada vez más las diferencias entre “ellos” y el resto de la población. Sólo han conseguido confirmarnos que vamos por buen camino. Sólo han conseguido darnos la seguridad de que aún hemos hecho muy “poco”.

No serán ni los palos, ni la amenazas, ni la indigencia, ni las esposas, ni los pliegos de papel, ni las rejas, ni las pistolas las que nos haga desistir y meter la cabeza bajo tierra. Queremos que esto se sepa, porque queremos que si vuelve a pasar la mayoría de la gente conozca el motivo de por qué nos está sucediendo esto. Queremos que se sepa, porque queremos comunicar que estamos preparando la contraofensiva.

Amenazamos con concentraciones de protesta, con campañas anti represivas y de desprestigio policial y judicial (estas últimas quizás podamos ahórrarnoslas, ya que se las hacen ellos solos), con movilizaciones de toda índole, y con denuncias públicas como ésta. Nada nos va a parar. Seguiremos apoyando a los mineros y a todas aquellas causas que consideremos justas. Seguiremos liberando tierras abandonadas y repartiendo su fruto entre quienes han sido empobrecidos por este despiadado sistema. Seguiremos luchando en todas aquellas barricadas desde las que podamos hacerles daño. No hay nada que puedan hacer para evitarlo.

Salud, Muerte al Estado y Viva la Anarquía

“Las represiones son implacables. Ninguno de nosotros lo ignora. Sin embargo, con excepción de los cobardes, que no son muy peligrosos, las represiones ¿han hecho jamás retroceder a alguien?”

Albert Libertad

FAGC

Creación de un Bloque Crítico

29M Bloque Crítico.

¿Quieres salir a la calle el próximo 29 de marzo para expresar tu repulsa a la Reforma Laboral, pero no quieres hacerlo cogido de la mano de los mismos sindicatos oficiales que con su pasividad o sus negociaciones la han hecho posible? ¿Quieres mostrarle tu rabia al PP, pero sin que los politicuchos del PSOE, o de cualquier otro partido, instrumentalicen tu descontento? ¿Quieres manifestarte sin tener que taparte la nariz al ver que a tu lado van tus propios verdugos? ¿Quieres salir a tomar la calle sin tener que preocuparte de estar haciendo cuota para estos impresentables, sin tener que avergonzarte de salir en la foto junto a ellos? Entonces vamos a formar un Bloque Crítico
 
Un Bloque en el que quepamos todos, salvo los propios responsables, cómplices o secuaces de este atentado patronal y anti-obrero que se llama Reforma Laboral. Un Bloque que demuestre que se opone tanto a dicha Reforma como a los sindicatos (“amarillos”) y partidos, todos ellos vendidos a la CEOE y simples brazos armados del Capital. Un Bloque autónomo y anticapitalista que les diga a estos mercenarios que la calle es nuestra y que no van a conseguir domesticar la rabia popular.
Impidamos que la manifestacione sea un simple paseo. Nos vemos el 29 de marzo. 
¡Vamos a meterles el miedo en el cuerpo y a quitarles las ganas de jugar con nuestro pan!
Carteles




Cartel DinA4 para difusión

La FAGC informa y propone

La Federación de Anarquistas de Gran Canaria propone, a cuantas personas se ven castigadas por este sistema, a cuantas no están de acuerdo con el mismo –sean o no anarquistas–, la liberación de espacios agrícolas con fines de autoabastecimiento. La FAGC es consciente de que esto no es “utópico” ni inaccesible, de que pueden vencerse todas las objeciones y pegas, porque la propia Federación está, en estos mismos momentos, liberando un terreno abandonado que ya ha hecho fructificar. A todos los escépticos, a todos los renuentes, a todos los opositores, a todos los que se resisten a aceptar lo que sólo puede demostrar la fuerza de los acontecimientos, les contestamos con hechos: nuestra propuesta es viable porque antes de proponerla ya la hemos llevado a la práctica.
En Gran Canaria existen una cantidad insultante de tierras baldías, de tierras desocupadas durante décadas, comidas por las zarzas y las malas hierbas. La cuestión es informarse de la ubicación y situación de estos enclaves, acumular el conocimiento y las herramientas necesarias para realizar cualquier actividad sobre ellos y entonces que el pueblo los reclame como suyos sin más prerrogativas que el hambre.
Esto, no obstante, debe de hacerse teniendo en cuenta determinadas cuestiones de fondo que, por extraño que parezca, superan en dificultad –debido a los prejuicios burgueses que la mayoría aún arrastran– a las cuestiones meramente funcionales (agua, útiles de trabajo, tipo de cultivo dependiendo de la zona, etc.), de las que podremos informar a cualquier interesado (a través de la radio, de la web, de asambleas de trabajadores que pensamos realizar y de nuestro correo electrónico: anarquistasgc@gmail.com). Estas cuestiones son de conciencia y compromiso y pasamos a relatarlas:

1º). En primer lugar debemos ser conscientes de que no podemos reproducir las pautas capitalistas y de que la actividad de “liberar la tierra” supone un desafío directo contra el Capital y el Estado.
2º). En segundo lugar debemos tener en cuenta que de lo que hablamos es de acometer un acto “ilegal”, con todas las letras. Ilegal porque vivimos en un mundo en el que el delito estriba en hacer florecer una tierra infértil –sin más interés que el de garantizar la propia subsistencia– y no en abandonarla, con fines especulativos, mientras el pueblo se muere de hambre. Los que se decidan a “liberar la tierra” (así hemos llamado a nuestro proyecto) han de saber que están cometiendo un acto ilegal, pero que ilegal no quiere decir injusto, pues casi siempre lo justo y lo legal se repelen.
3º). En tercer lugar se ha de estar al tanto del carácter netamente Revolucionario de tal propuesta. “Liberar la tierra” no quiere decir solamente “llenar el estómago”; supone también una forma directa de socavar el principio de “propiedad privada” y de poner en jaque a latifundistas e instituciones gubernamentales por igual. Muchas revoluciones comienzan con actos de ocupación agrícola (la Revolución Inglesa de los Diggers [Excavadores] en el siglo XVII), para otras es su principal reclamación (la Revolución Mexicana, 1910-1919) y otras encuentran en ella su máxima expresión (la Revolución Española de 1936). Por todo ello las aspiraciones legalistas o pro-sistema quedan al margen de nuestra propuesta y deben encuadrarse en otras coordenadas que nada tienen que ver con la socialización de los medios de producción que llevamos a cabo de facto.
4º). Nuestra premisa principal es que “la tierra no es de nadie” y que, por tanto, “todo es de todos”. La idea es que el trabajador consuma, por primera vez, el producto de su propio trabajo, y que el excedente del mismo –si lo hubiera– pueda ser destinado para los que se ven incapacitados para trabajar. La idea es que la justicia sustituya a la caridad, que todos podamos trabajar según nuestras capacidades y recibir según nuestras necesidades. Apostamos en consecuencia por la abolición del “trabajo asalariado”. Nuestra intención es hacer factible la emancipación alimentaria y encontrar las vías para vivir al margen del sistema o en oposición a él (por ejemplo, a través de liberar espacios urbanos). Entendemos por ello que:
a). El “trabajo convencional” debe dejar paso a una concepción de la actividad productiva de corte creativa emparentada con el ocio.
b). Cualquier intento de esclavizar al productor a través de un salario nos parece incompatible con nuestra propuesta.
5º). A razón de lo dicho, es ajeno y opuesto al proyecto de “liberar la tierra” toda aspiración de mezclar al mismo con el dinero, con el mercantilismo o con cualquier otro elemento nacido del ánimo de lucro. No deseamos insertarnos en la corrompida dinámica de la compra-venta, sino establecer multiplicidad de “comunas agrícolas” donde se intercambien solidariamente los productos según las necesidades de cada núcleo.
6º). El espíritu de nuestra iniciativa está en consonancia con la idea de vivir en armonía con el entorno natural y en oposición a la ambición de conquistarlo y sobreexplotarlo. Proponemos por ello métodos de producción en los que quedan erradicados los productos y estrategias agresivos con el medio ambiente o que adulteren los frutos de los que vamos a alimentarnos.
Esta es la propuesta de la FAGC. Cada “comuna” (o como quiera llamársela) será libre (y dentro de ella cada individuo) para actuar como quiera, pero nos parecía importante especificar cuál es el leitmotiv que da vida y sentido a nuestra iniciativa y dejar claro qué elementos consideramos reprobables y reñidos con la misma y cuáles en sintonía con ella.
¡LIBERA LA TIERRA!
“Tenemos hambre y sed de justicia”, se oye por todas partes; pero ¿cuántos de esos hambrientos se atreven a tomar el pan y cuántos de esos sedientos se arriesgan a beber el agua que está en el camino de la revolución?”.
(Práxedis G. Guerrero)
FAGC

Cuando el sentido común respira

Dicho lo dicho en el anterior artículo, también hay que reconocer que, según se colige del acta de la Asamblea Insular del 22 de octubre en Maspalomas, la “anarcofobia”, la censura y la justificación de la violencia gratuita no son reconocidas como patrimonio del 15-M. 

  Es evidente que mucha gente reprobó el archiconocido acto de coerción y hostigamiento que sufrieron algunos compañeros de la FAGC el 15-O; evidente es también que muchos de los que participaron con gusto en semejante reproducción del circo romano ahora abjuran de sus actos: bien porque han reflexionado y ejercitado la autocrítica, bien porque el arribismo vuelve a colocarles donde se sitúa la mayoría. Si ahora la mayoría condena la violencia, reniega de los actos de dirigismo protagonizados por algunos “organizadores” y ve peor la “maliciosa” lectura de ciertos manifiestos que la “inocua” presencia de cierta bandera (curiosamente todo lo que ya denunciábamos en nuestro comunicado “Ya tenéis a vuestro monstruo”), entonces ahí están ellos. Sea como sea, y como confiamos tanto en la disidencia como en el autodesarrollo y el autoaprendizaje, hemos considerado interesante hacer una compilación de algunas de las intervenciones de las distintas asambleas en la citada Insular y señalar así que no todo el mundo puede ser manipulado; no por lo menos durante todo el tiempo. 
Asamblea de Telde: “Solicitan que no se lean en actos públicos Manifiestos no consensuados en Asamblea
Asamblea de San Telmo: “Manifestamos nuestro malestar como Asamblea por los vergonzosos brotes de violencia acontecidos en el escenario y fuera de él contra una compañera y denunciamos esta actitud que lejos de ser conciliadora -como correspondía a nuestro Movimiento-no violento haber hecho en la subida de una bandera- provocó un espectáculo lamentable. Denunciamos también las irregularidades de ese acto en las que se leyó un manifiesto no consensuado en Asamblea”.
Asamblea de Guanarteme: “Valoración positiva del 15 Otubre [sic], observación negativa de un manifiesto no consensuado y consideran tiene que aprobarse en Asamblea. También manifiestan lo desagradable de la violencia en este acto”.
Asamblea de Cono Sur: “Considerando el acto del 15Oct se pide un mayor esfuerzo de Coordinación para nuevos actos y no permitir que se arroguen portavocías que no han sido consensuadas en Asamblea”.

Cuando el sentido común expira

            Si alguna vez los anarquistas se plantearon abandonar el 15-M, si alguna vez el reformismo gris y pacato de alguna de las propuestas de este Movimiento les invitó a tirar la toalla, sus detractores han conseguido justo lo contrario pues han encontrado la peor forma de echarlos: ordenarles que se vayan. “Amigos” si quieren que un anarquista abandone una habitación jamás le señalen la puerta.
           


            Que “Asambleas unipersonales” (dos que ahora se reformulan como “15-M Norte”) hayan extraído de los “incidentes del 15-O” una lectura sobre la legitimidad de tales o cuales Asambleas, y no sobre la legitimidad de la violencia teledirigida contra “individuos aislados”, es bastante representativo. Que dichas “Asambleas” no gasten su tiempo en los desahucios, en la liberación de espacios públicos abandonados, en hacerles la puñeta a políticos y banqueros, y sí en perseguir anarquistas, es un poco alarmante.
            Muchas personas usan el membrete de algo que consideran “más grande que ellos” cuando no se atreven a dejar escapar sus prejuicios por su propia boca. Según lo ven, si le dieran “nombre propio” a sus opiniones éstas dejarían de tener el mismo peso, por lo cual se escudan tras la panoplia que representa un organismo o movimiento, como el 15-M, o tras la defensa de una Asamblea cuyo quórum acaba y empieza en sí mismos. Así se comprende que emitan sentencias que, si tuvieran que rubricarlas, de forma personal, se abstendrían de dar a conocer. Así se comprende que digan, con toda ligereza, y sin aportar ninguna prueba, que los anarquistas (eso sí, reconociendo –paradójicamente– que participamos “a título individual”) actuamos en bloque dentro de las Asambleas del 15-M o que den por sentado que todas las propuestas de “San Telmo”, sin excepción, provienen de anarquistas o, es más, exclusivamente de miembros de la FAGC.
            Pero ¿por qué este nuevo ataque? La lectura de la situación se nos antoja harto sencilla. Después de lo acontecido el 15-O algunos se frotaron las manos pensando que el Movimiento Anarquista en Gran Canaria estaba finiquitado. Pensaban que un prefabricado acto de “violencia en masa” iba a pasarnos factura (a nosotros, los que lo sufrimos), que nadie vería la situación desde el punto de vista de los agredidos y los censurados, que los individuos con pensamiento crítico no se atreverían a posicionarse a nuestro lado y que nosotros nos abstendríamos de contra-atacar… Se equivocaban.
            Sin hacer un análisis triunfalista, infinidad de personas nos manifestaron su apoyo  (de todas las ideologías, de todas las islas y hasta del resto del Estado español), nuestros comunicados eran secundados por numerosas voces, la web creció desorbitadamente, el programa de radio tuvo una fantástica acogida y muchos individuos inquietos se acercaron al grupo para colaborar o simplemente para ver “qué era eso del Anarquismo” y los motivos por los que algunos podían llegar a odiarlo tanto.
            Ésta era la reacción (que nos fortaleciéramos en vez de que nos desarticuláramos) que no se esperaban nuestros detractores. Del hecho de que no hayamos desaparecido ni hincado la rodilla es de donde proviene tanta “mala baba”. Sin embargo, nos es indiferente, porque como reza la única verdad que contiene esa suerte de demencial comunicado donde se nos “invita a irnos”: nosotros tenemos nuestra “propia revolución en marcha”.
            Aprended algo de la psicología del anarquista para la próxima vez, de la psicología del rebelde, de la psicología de las mujeres y hombres que luchan por ser libres, de la psicología de los que saben ser herejes en un ambiente de ortodoxia e iconoclastas en tiempo de fanatismo: nunca le den órdenes a un anarquista o, mientras no lo considere injusto o inoportuno, les desobedecerá y hará justamente lo contrario.
               No obstante, nuestros detractores (no los llamamos “enemigos” pues ese calificativo se lo reservamos a los de “arriba”) nunca comprenderán esto, pues los argumentos que esgrimen retratan perfectamente cuáles son sus intenciones y capacidades. Para los susodichos es incompatible con el asamblearismo que en dicho ámbito (parafraseamos) “se compartan creencias” (¿no servían también las asambleas para intercambiar ideas y pareceres?), usan el término “revolucionario” como un insulto y nos acusan de querer (cito textualmente) “suplantar las instituciones burguesas y […] [hacernos] con los medios de producción y distribución” (¿no era esa la idea?). Todo ello porque pretenden convertir las plazas en un “espacio” donde los partidos políticos vengan a evangelizarnos (eso vienen a decirnos en uno de sus comunicados), conclusión bien lógica si tenemos en cuenta que los que esto defienden ya tienen montados sus propios partidos (sean de viejo cuño o ad hoc) y ven al 15-M como un simple “ganado electoral” al que trasquilar. La inquina de tales personajes depende, principalmente, de que temen que los anarquistas les tiremos al suelo el cazo de las subvenciones que tanto les está costando levantar.
            Así se entiende que pidan la disolución de la asamblea de San Telmo, que digan que los anarquistas “la controlamos” (cosa difícil cuando nuestro grupo se formó, de forma espontánea, cuando ya el 15-M llevaba tiempo en marcha [incluso de capa caída], y cuando siempre nos hemos puesto como objetivo no mencionar asuntos relacionados con el 15-M en nuestras reuniones internas y específicas), que segreguen y se arroguen la potestad de decidir qué es y qué no es 15-M, y que definan a “su” Movimiento (uso el posesivo porque en sus documentos hablan del Movimiento anteponiéndole el acaparador término de “nuestro”) como “ni revolucionario, ni reformista” (es decir, la forma “elegante” de decir que son reformistas convencidos [¿acaso no se declara veladamente racista el que dice que no es ni racista ni anti-racista?]).
 Sea como sea, tendrán que esforzarse mucho más si pretenden que pleguemos velas. En el corto período de vida de nuestra federación hemos repelido agresiones de toda índole y resistido toda suerte de linchamientos; diversos colectivos, partidos y organizaciones se han coaligado en nuestra contra; la policía nos ha echado el ojo y hasta la ultraderecha (según acabamos de saber) ha intentado colarnos un falangista en nuestro entorno más cercano… Si nada de esto nos ha tumbado, nadie conseguirá callarnos por mucho papel que se emborrone con amenazas u órdenes. “Amigos”, van a tener que hacerlo mucho mejor si quieren que nos vayamos, porque cuanto más fuerte traten de amordazarnos más fuerte gritaremos.

Cuanto más se persigue a quienes creen en las causas justas, más se propagan sus ideas”.
Albert Fisher (uno de los llamados “mártires de Chicago”) durante el juicio al que fue sometido como anarquista, 1886.


FAGC          

Ya tenéis a vuestro monstruo

Lo que despertó la mayor furia en algunos manifestantes en la “marcha por el cambio global” del pasado 15 de Octubre no fue ni la presencia de los bancos que los esquilman y embargan, ni la del Gobierno Militar que exuda despilfarro y guerra, ni la del Gobierno de Canarias desde donde se les torea y ningunea; contra lo que más gritaron algunos no fue contra los recortes sociales, el desempleo, la miseria, la corrupción o la represión; el objeto de sus iras fue una simple bandera, y no precisamente esa cuya manutención nos cuesta 30.000 euros.
Podríamos explicar la sucesión de hechos desde nuestro punto de vista, pero ¿acaso a alguien le importa una versión ajena a la “oficial”?… ¿Para qué explicar que los anarquistas no teníamos ninguna intención de sabotear la manifestación? ¿Por qué incidir en que, para más inri, la presencia de la bandera fue fortuita y no planeada? ¿Qué necesidad hay de recurrir a la lógica para demostrar que de habernos planteado el boicot lo hubiéramos realizado en bloque? Muchos ya han dictado sentencia, antes incluso de que asomara bandera alguna. Por lo demás, no está en nuestro ánimo justificar un acto gracias al cual ha conseguido descubrirse bastante más de los “acusadores” que de los “acusados”.

¿Fue realmente una bandera, en puridad un simple trapo, lo que molestó? La misma bandera (junto a otras muchas) hizo todo el recorrido desde el teatro Pérez Galdós sin recibir imprecación alguna. Lo que molestó no fue exclusivamente que hubiera banderas –mientras se quedaran “en su sitio”, claro está–; lo que molestó fue lo que representaba y donde atrevió a ubicarse. ¿Acaso una bandera blanca con el símbolo de la paz u otra con la palabra “Democracia” hubiera molestado a alguien? ¿No había acaso sobre el escenario cartelería y una gran pancarta clamando por una “Democracia Real”? Aquellos que dicen abjurar de las ideologías (cosa que celebramos) se olvidan de que el Pacifismo y la Democracia –además de un sistema– nunca han dejado de serlo. Las ideologías, para que no molesten, tienen que ser, como las banderas, “las oficiales” (difícil cuadratura del círculo en un movimiento que se quiere popular y heterogéneo). Lo arbitrario del asunto se vislumbra cuando se piensa en la diferenciación que se establece entre “pancartas” y “banderas”: ¿acaso un trapo en horizontal es menos ideológico que uno en vertical? Parece ser que las “banderas” tienen limitada su circulación. Pueden recorrer varios kilómetros, pero que no se les ocurra pisar un simple metro del espacio que está “reservado” a la “organización”. Es kafkiano el razonamiento que considera que una persona y una bandera trataron de “copar” un escenario, sin apercibirse de que dicho escenario parecía ser el “coto privado” de un selecto grupo de personas, cuando debería haber sido un espacio al que todos, libremente, deberíamos de haber tenido acceso.
Por otra parte ¿qué es eso de la “organización”? La “organización” deberían ser esos que pegaron carteles, se movieron y trabajaron para posibilitar que el pueblo hiciera suya una manifestación global que sólo al pueblo pertenecía. La “organización” no pueden ser esos que excluyeron a muchos manifestantes haciéndoles sentir que ésa era “una fiesta privada”. No pueden ser los que se dicen “representantes de las Asambleas” sin que ninguna Asamblea los haya designado. No pueden ser los que hablan de consenso, democracia y asamblearismo y leen documentos que ninguna Asamblea ha aprobado –en nombre de esas mismas Asambleas–, y sin más consenso que el que haya podido darse dentro de una élite. No pueden ser los que jaleaban e incitaban al linchamiento de una muchacha.

Las egregias “cabezas visibles” del Movimiento, la llamada “organización” (sin que esto incluya a todos los que, bajo esa u otra denominación, trabajaron para que la Marcha saliera adelante), y muchos de quienes tomaron la palabra, se llenaron la boca hablando de “consenso de mínimos”, de “democracia”, de que “ninguna bandera les representaba”… Pido a quienes me leen que no sean ingenuos, ¿o es que acaso se creen que la bandera anarquista era la única que estaba sobre el escenario? Encima del escenario, sólo basta con escuchar los discursos, habían incluso más banderas de las que se veían abajo; la “nuestra” sólo tuvo la honestidad de mostrarse tal cual era. Es curioso el mundo en el que se considera que una bandera tiene mayor carga ideológica que un discurso…, y más cuando en ese discurso (hablemos por ejemplo de una de las muchas “perlas” del inaugural) se hace una apología de los partidos pequeños afirmando que si los grandes partidos les temen es porque tienen la capacidad de quitarles cuotas de poder. ¿Acaso el movimiento no era “apartidista”? ¿O es que este soniquete se usa sólo contra los anarquistas, los mismos que por cierto jamás han sido representados por ningún partido? El pasado sábado, el apartidismo se fue por el mismo desagüe por el que se escurrió la cacareada “democracia interna” y el asamblearismo. ¿Cómo pueden leerse una serie de comunicados, en nombre de diversas Asambleas, sin que éstas si quiera hubieran llegado a celebrarse? La respuesta que han dado algunos “organizadores” es que no les daba tiempo y había que “leer algo” (“darle la papilla” a la concurrencia). ¿Por qué no celebrar entonces una Asamblea Popular Masiva? Ah claro, y dejar que hable todo el mundo como si la voz de todos valiera lo mismo (no exagero al afirmar que eso es lo que algunos han objetado)…

Sin embargo, todos estos detalles pasarán desapercibidos, porque algunos ya tienen a su monstruo. Gracias a “nuestra” bandera éste será el único “suceso antidemocrático” del acto y las soflamas criptopartidarias, el elitismo descarado o encubierto, el seguir tratando a la población como un sujeto pasivo serán meras anécdotas en el prefabricado “día de la bandera”.

Sin embargo aún queda un suceso más sangrante. Se habla de que la bandera vulneró el “consenso de mínimos” (“consenso unilateral” especialmente cuando determinados colectivos jamás se quitan sus siglas de la boca), sin embargo la violencia física y verbal que la compañera que portaba la bandera recibió no vulnera el consenso de mínimos que establece que el Movimiento 15-M es un Movimiento pacífico y no violento. No hablaremos de cosas tan “irrisorias” como que nos llamaran de “hijos de puta” para arriba, de que nos amenazaran con ahorcarnos de las farolas (las viejas tradiciones nunca se pierden), o de que, a falta de piedras, alguna voz caritativa empezara a solicitar si alguien tenía huevos; hablaremos de que una compañera fue zarandeada y empujada para tratar de tirarla del escenario abajo; hablaremos de que fuimos señalados y denunciados (frustradamente) ante la policía (convencionales, secretas y hasta la perpleja guardia civil) y de que si no fuimos detenidos es porque todavía las banderas no son consideradas artefactos explosivos; hablaremos de que a la compañera intentó linchársela, en una oleada de empujones, insultos y salivazos una vez pudo descender del escenario; y hablaremos de que todo esto se incentivó (salvo escasas excepciones) desde la tribuna. ¿A qué ha quedado reducido el “estas son nuestras armas”? A “estas son nuestras armas, porque no tenemos otras”. He aquí el “tour de force” que ha tratado de dársele a su paradójico “pacifismo”: violencia cero contra las instituciones y los objetos inertes; toda la posible contra los que porten una A circulada.

Si todo es tal y como lo estamos contando, ¿Por qué uno de nosotros se volvió a subir al escenario?, ¿sólo por reivindicar una bandera? Quien se haya preocupado un poco en conocer algo del Anarquismo sabrá que a los anarquistas nos causan aversión las banderas en general (de hecho la negra representa, entre otras cosas, la negación de todas), de que si tenemos que usarlas los hacemos como simple medio de visualización (nunca por chovinismo) y de que no nos importaría en absoluto reducir a cenizas “nuestra propia bandera” (las comillas son por el exabrupto) si de ello resultara algo positivo. Cuando el compañero se subió no reivindicaba la bandera; reivindicaba la integridad y dignidad de no verse silenciados por la censura, de no dejarse amordazar por la violencia sufrida, de no amilanarse ante la amenaza policial. La intención era demostrar que la fuerza bruta no todo lo puede; que no sólo por apabullar y coaccionar a alguien se va a conseguir de él lo que se quiere; que ese escenario nos pertenecía a todos y no sólo a unos pocos; que no hay gritos, ni insultos, ni abucheos que tengan la suficiente fuerza como para que una persona deje de hacer lo que tiene por correcto. A todo acto de represión debe sucederle un acto de Rebeldía, y eso, sencillamente, fue lo que ocurrió. 
 
Sin embargo, es posible que esta argumentación sirva para bien poco. Muchos, como ya he dicho, ya tenéis a vuestro monstruo, ya tenéis vuestra excusa. Que hayáis acabado justificando la violencia no importa. Que el borregismo os haya cegado os resulta indiferente. Haber dejado de ser individuos autónomos para convertiros en turba es algo sobre lo que no queréis reflexionar. Lo que importa es que los anarquistas han vuelto a reventar un acto. Qué importa que éste, a diferencia de otros, lo apoyáramos desde el principio; qué importa que la compañera se subiera sin más intención que oír y sin más propósito que buscar, desde la perspectiva del escenario, un sitio adecuado para situar nuestra pancarta; qué importa que se haya encontrado de frente y de improvisto con una oleada de rencor, que se haya visto envuelta en una trifulca de forma meramente accidental; qué importa que nadie pudiera imaginarse, que ninguna cabeza sana diera cabida a la posibilidad de que “pasearse” con un trozo de tela por un escenario podría conllevar a una “caza de brujas” de corte medieval; qué importa que para bajarla de allí se haya elegido la presión, la violencia física y verbal, en vez de la persuasión y la conversación. Pero ¿y por qué habríais de creer nada de esto? Seguid alimentando el cliché del “anarquista dinamitero”, haced más grande al monstruo. Así, si el movimiento pierde fuelle por la falta de trabajo en asuntos cruciales (el estómago, y no una batería de inútiles leyes para refundar el sistema), porque el reformismo ahoga a una sociedad que pide un cambio integral, porque pudiera cundir la sospecha de la instrumentalización político-electoral o por la pura represión policial, muchos ya podéis quitaros la culpa de encima (y también a los cuerpos de seguridad del Estado) y afirmar con la boca bien grande que la gente se ha desencantado del Movimiento por culpa de los anarquistas.

Es sintómatico que mientras en el resto del Estado español las Asambleas multitudinarias decidían ocupar edificios (por cierto, decorados en gran parte con banderas y símbolos anarquistas, pero también feministas, ecologistas, del orgulo gay, etc.) para alojar a familias desahuciadas, aquí nos dedicábamos a escuchar soporíferos discursos y a concentrar toda nuestra rabia en un trapo. Es sintomático de cómo se desperdician las oportunidades y de cómo se buscan chivos expiatorios para impedir que una Manifestación transcienda de un simple paseo y se convierta en un nuevo paso para iniciar la Revolución Social.
Por nuestra parte, nos quedamos con las conciencias críticas, con las decenas de personas que, sin ser anarquistas ni simpatizar con nuestras ideas, nos defendieron, sin más interés que el de alzar la voz contra la censura, y que al terminar los “mítines” nos estrecharon la mano y nos felicitaron por desenmascarar el verticalismo y el dirigismo de tan “pacíficos demócratas”.

Seguiremos luchando, más cuanto más pese. Nos vemos en las calles y en las plazas.

Salud y Viva la Anarquía.

Sobre las consecuencias y los sucesos del 1 y 6 de septiembre.

(concentración de DRY y manifestación de los Sindicatos Oficiales, respectivamente, “contra” la Reforma Constitucional)


(Aclaración preliminar: Es evidente que las siguientes páginas pueden considerarse con razón –especialmente por su longitud– como un gasto de esfuerzo innecesario debido a la poca entidad o al carácter criptopartidario de las críticas que intentan refutar. Sin embargo, y teniendo en cuenta que la máxima goebbeliana de repetir una mentira hasta darle la categoría de verdad sigue en boga, que mucha gente de “buena fe” puede crearse una opinión a través de determinadas informaciones maledicentes y que esta última gente sí que nos merecen todos los respetos, nos vemos en la necesidad de aclarar algunas cuestiones en las que hemos tomado parte y de las que, dicho sea de paso, nos sentimos especialmente orgullosos y satisfechos).




Para dar excusas uno debe primero sentirse culpable; pero después debe conocer la legitimidad de quien le juzga y si el lugar donde se le enjuicia es el foro adecuado. La culpa, y siento si decepcionamos a alguno, aún no ha hecho su aparición. Por su parte, la “legitimidad” e “intereses” de quienes nos cuestionan es algo que por ahora no entraremos a valorar de forma específica, pero si hablaremos de la idoneidad del “marco” elegido para hacerlo.

Sobre nuestras acciones aceptamos, a nivel individual y de otros colectivos, todas las críticas posibles (de hecho, las aplaudimos y celebramos, pues por una parte las valoramos como publicidad gratuita y por otra nos indican que hemos golpeado en una zona sensible [¡qué fracaso hubiera sido haber obtenido sólo indiferencia!]), pero ¿podemos aceptar que algunos traten de llevarlas a las Asambleas de Pueblos y Barrios del 15-M cuando éstas se desvincularon de las concentraciones/manifestaciones aludidas en el título?

Las Asambleas populares del 15-M decidieron no acudir “como 15-M Indignados” a los actos convocados por DRY y Sindicatos, y afirmaron que la participación o no participación era una cuestión individual (es decir, que cada uno podía acudir como ciudadano o como colectivo), ¿qué interés hay entonces en que se discuta en las Asambleas del 15-M la actuación de los distintos colectivos en acontecimientos de los que previamente dichas Asambleas se habían desmarcado? El interés de los que quieren usar un púlpito público para airear cuitas privadas.
Nos desentendemos por tanto de cualquier crítica o ataque que trate de lanzársenos instrumentalizando como amplificador las Asambleas de un Movimiento que, por su inhibición en dichos eventos, se ha declarado ajeno al conflicto. Recomendamos por tanto a nuestros “detractores” que nos aborden al final de las Asambleas, que no saturen el buen curso de éstas y dejen sus dislates para el “micro abierto”, o que sigan dándole al ventilador de las “guerras cibernéticas”, de las que muchos, más amantes de la vida real, nos mantenemos alejados.

En otro orden de cosas, también podríamos cuestionar la intencionalidad que subyace detrás de algunas acusaciones. ¿Se nos ataca por haber asistido a ambos actos como “colectivo”? Si ese fuera el caso, DRY, con independencia de cuales sean sus aspiraciones, es por ahora un colectivo más, ¿sus siglas sí pueden aparecer en su convocatoria pero no las del resto (por cierto, nuestra única “sigla” era la A circulada de la Anarquía)?, ¿no era acaso una concentración abierta? Ah, es que era “apartidista”…, pero ¿por qué ese apartidismo no excluye a la propia DRY, ni a los carteles del Partido Humanista, y si a una corriente de pensamiento (como es el Anarquismo) que si por algo se ha destacado y caracterizado históricamente es por ser precisamente apartidista? Y lo más sangrante de todo: ¿acaso la manifestación del día 6 no era convocada por los propios sindicatos, no concurrieron a ella Izquierda Unida, el PCPC, Attac, y no pudieron verse, en la misma, propaganda sindical, banderas republicanas, el recurrente cartel del Partido Humanista y mil símbolos más? Si el problema hubiera sido el “apartidismo” los colectivos convocantes se hubieran ahorrado blandir sus propios nombres; se les hubiera afeado a DRY, a CCOO, etc., no haberse guardado las siglas en casa; el tema no se hubiera llevado a las Asambleas cuando éstas decidieron no implicarse colectivamente; y, sobre todo, los ataques al respecto hubieran sido contra todos los colectivos y no contra uno sólo. El “apartidismo” se usa como excusa, pero la cuestión es de fondo y no de forma.

Lo que molestó no fue la presencia de colectivos (bueno, a DRY le molestaba la presencia de casi cualquier colectivo que no fuera DRY [en “su acto”, por ejemplo, no permitieron que se diera información de dónde se reúnen las Asambleas de Pueblos y Barrios del 15-M]); lo que molestó fue el mensaje de los anarquistas y verlos constituidos en colectivo. Si decenas de grupos se dejaron ver el día 6 sin alarma de nadie, si esta alarma sólo se produjo ante la contemplación de un grupo concreto, la selectividad del ataque demuestra que lo que se cuestiona no es la participación de colectivos en actos ajenos al 15-M, sino lo que hacen y dicen estos colectivos y la crítica que ejercen.
Como muestra de lo viciado que está el ambiente basta un botón: se nos ha acusado de “violentos” porque un transeúnte (que jamás se ha reunido ni ha tenido trato con la FAGC) presuntamente insultó a uno de los que hablaron en la concentración de DRY (por cierto, la persona a la que insultó, o por lo menos de la que tenemos constancia, es una de los que nos acompañó y colaboró con nosotros en la manifestación convocada por los Sindicatos); se ha tratado en Asamblea (esto es algo totalmente kafkiano) la conveniencia y agresividad de nuestras pancartas y soflamas, es decir, se ha discutido en las Asambleas del 15-M cómo debe comportarse un colectivo que funcionaba como algo totalmente ajeno al 15-M, que no tenía tal nombre escrito en ninguna de sus pancartas y que participaba en tales actos dejando siempre claro (desvinculación que para nosotros es imprescindible, aunque para otros parece aleatoria) su condición absolutamente diferenciada de cualquier Asamblea; no obstante, ¿acaso se ha acusado de violentos a las personas que, vestidas con parafernalia de CCOO, intentaron agredirnos en dos ocasiones (a las que se repelió con los simples gritos de “violentos” y “éstas son nuestras armas” [en alusión a nuestras manos levantadas])?; ¿se ha llevado a las Asambleas si las organizaciones o sindicatos que practicaron conductas intolerantes, vejatorias o decididamente violentas (en el plano puramente físico) tienen que responder –por independientes que sea del 15-M– ante las Asambleas de Barrios y Pueblos de sus actos?; ¿se ha criticado el asunto y tan siquiera mencionado? Evidentemente no se ha hecho, y nos parecería absurdo, ridículo, surrealista y delirante que se hiciera o tan siquiera que se pretendiera. Sin embargo, sí se nos ha “enjuiciado” y se nos ha llamado “violentos” a causa de nuestras consignas o a través de la difamatoria estrategia de relacionarnos con un insulto que jamás salió de nuestras filas, mientras que la violencia de otros, tanto a la hora de arrollarnos (intentando no caer en demagogias, hablamos de arrollar a varias personas ancianas y también menores de edad) como de intentar golpearnos, ha sido ignorada o considerada (textualmente) como “cosas sin importancia”. ¿No nos recuerda esto, este intento de considerar “violenta” una idea incendiaria (nunca mejor dicho) y de exculpar un acto directo de violencia, a la hipocresía social, gubernamental y mediática que habla de la “violencia” de los manifestantes e Indignados (véanse los ejemplos de Madrid y Barcelona) mientras aplaude o permanece impasible ante las palizas policiales?

Expuesto lo expuesto, y retomando lo anteriormente dicho, la deducción me parece clara: el problema frisa, por lo menos en uno de sus vectores, en torno a la tolerancia política. Si nuestro grupo, contrariamente a sus opiniones, se hubieran limitado a seguir borreguilmente a los sindicatos, a no criticar su papel conciliador y condescendiente con el Gobierno y la patronal, a llevar un eslogan pacato del tipo: “No a la Reforma”, los pocos que se llenan de bilis cuando nos ven hubieran permanecido callados. Si nosotros nos abstenemos con lógica repugnancia de solicitar la “ley de Lynch” para aquéllos que dicen “amar la Constitución”, para los que ven el Referéndum como una panacea y para los que quieren reconstruir el Estado y el Sistema, ¿por qué se nos intentan aplicar métodos inquisitoriales (“actos de fe”, “juicios sumarísimos en plaza pública”, etc.) por pensar que la Constitución no sirve ni como combustible para una estufa, que el Referéndum es una adormecedora y un arma de doble filo con la que afianzar el status quo, y que al Estado y al Sistema debemos suprimirlos para construir en su lugar una verdadera Democracia Directa? Esta absurda intentona de “guerra entre facciones”, no es más que, a nivel filosófico, un debate subyacente sobre la “validez” de unas ideas por encima de otras (los partidarios de la jerarquía entre colectivos, de la jerarquía que sitúa a éstos por encima de las Asambleas, es lógico que crean también en la “jerarquía ideológica”); a nivel “personal”, la extrapolación de un conflicto de intereses en el que algunos colectivos y partidos (ambos subvencionados) se están jugando el “pan de sus hijos”.

Nosotros, contrariamente a lo que puede inferirse (si se lee con cierta dosis de malevolencia y con ánimo tergiversador) del comunicado de un compañero y amigo (en nuestra Federación el desacuerdo no está reñido con el cariño), no queremos “ayudar” al 15-M, porque la ayuda implica muchas veces paternalismo. Queremos colaborar con este Movimiento a ver si es capaz de forma espontánea y natural de ampliar su horizonte, radicalizarse (etimológicamente: tocar la raíz de los problemas y no sólo su superficie) y llegar más lejos. Los anarquistas creemos que la mejor forma de conseguir esto es dejando que el Movimiento siga su propio ritmo e impedir –sin más arma que la de manifestar, como el resto de individuos, nuestra opinión particular– que nadie lo controle, incluyendo a los propios anarquistas. Si esta táctica hace que el Movimiento cada vez tome posturas menos Libertarias e Igualitarias y más Reaccionarias, si algún día descubrimos que las Asambleas empiezan a mostrarse partidarias, por ejemplo, de la deportación de inmigrantes o incluso de la pena de muerte, sólo podremos reconocer que la situación (el “material humano”) no estaba maduro para el cambio y desvincularnos de este “proyecto colectivo”. Esta cosmovisión, este leitmotiv que consiste en impedir que ningún interés partidista o dirigista (sea del color que sea, incluyendo el nuestro) controle este Movimiento, supone un escollo insalvable y una amenaza considerable para algunos colectivos que esperaban tener un voto de calidad a través de sus “asambleas específicas de colectivos” y para algunos pequeños partidos políticos que aún sueñan con el rédito electoral que podrían obtener si a su “marca” le sumaran la del 15-M.
Cuando los que nos identificábamos (por simple honestidad) como anarquistas éramos pocos, nos tomaban, por activos que fuéramos, como una “anécdota estrafalaria”. Según hemos ido creciendo y redoblando esfuerzos, las críticas, que no se nos hacen en las distancias cortas, han empezado a pulular por Internet y a intoxicar las Asambleas (ya conocen el dicho: “ladran, luego cabalgamos”). Desde luego, alabadas sean las críticas, pues ahí es donde incide la “tensión anarquista”; el problema es adivinar que detrás de muchas críticas sinceras, bien intencionadas, pero poco informadas, se esconde el acicate de pequeños aspirantes a lobbies que teledirigen el miedo y la desconfianza por simples intereses crematísticos o por pura “voluntad de poder”.

La mayoría de estos asuntos, previstos por algunos de nosotros desde hace meses, y denunciados desde hace semanas, se le escapan a los únicos en los que confiamos: la gran mayoría de los miembros de las Asambleas, vírgenes de ideas políticas preconcebidas, de etiquetas impuestas y de ambiciones espurias. Hemos intentado que la poca información que tenemos, sobre el intento de formar un partido instrumentalizando al 15-M o de copar al mismo a través de plataformas y coordinadoras exógenas, circule de forma reflexiva y abierta, pero siempre sin ataques ad hominen, sin incurrir en los odios y rencillas personales y sin escudarnos en interesados anonimatos virtuales o ideológicos. Desafortunadamente, se intenta y se consigue que las Asambleas se dediquen a exorcizar la ficticia “amenaza radical” (“radicales” cuyas acciones públicas se han limitado por ahora a las específicas de sus grupo) y casi no se ha tratado en las Asambleas el riesgo real de que se capitalice el 15-M con fines electorales y que se establezcan acuerdos con partidos y coaliciones, de espaldas a las Asambleas, pero en nombre de éstas. Evadir este debate, evidentemente ante la proximidad del 20-N, llevará a los que están interesados en que esta problemática no se muestre en su verdadera naturaleza a polarizar la situación y plantearla como una lucha entre los “antisistema” y los “reformadores del sistema”, entre los “anti-partidos” y los “apartidistas pro-partidos pequeños” (como lo oyen), entre el “ala izquierda” y el “ala derecha” o, preferentemente para algunos, entre los “peligrosos ácratas” y los “honrados demócratas”. Muchos caerán en este engaño, la gente empezará a cansarse de lo que se verá desde fuera como una vulgar guerra de facciones y el Movimiento 15-M podría debilitarse justamente en unos momentos críticos en los que debería estar más fuerte.

Por nuestra parte, los libertarios nos haríamos un flaco favor si cayéramos en una guerra de trincheras con descalificaciones y alusiones personales que posibilitaran reforzar esta imagen artificial. ¿Artificial? Sí, y paso a explicarme: nosotros estamos en guerra, pero esta guerra es contra los de arriba (Estado y Capital) y contra sus palmeros (Sindicatos amarillos, organizaciones que desarticulan e instrumentalizan el descontento encauzándolo en partidos, etc.), no contra las personas con nombres y apellidos que, más o menos pusilánimemente, se dejan arrastrar por los acontecimientos o por un apetito personal momentáneo.
Empero, y sin desdecirnos de los dicho, hay que relativizar el problema: la cuota de poder a la que estas personas aspiran es una fracción alícuota tan insignificante que sólo en su megalomanía se muestra apetecible (cierto es que el poder, como un licor fuerte, embriaga aun en pequeñas dosis). Sin embargo, hay que reconocer que la expectativa del dinero, fruto de posibles subvenciones futuras, es harina de otro costal: para algunos el dinero es siempre un motivo más que suficiente para “echarse al monte”. Esperemos que el devenir de los acontecimientos nos quite la razón.

A punto de concluir esta larga exposición, recuerdo que la FAGC nació con la única intención de actuar, como colectivo, al margen del 15-M (en acciones específicamente anárquicas), sin que nuestra Federación pueda decirle a dicho Movimiento cómo gestionar sus recursos, propuestas y conflictos, pero también sin que éste tenga competencias para decirnos cómo hemos de actuar en eventos ajenos a las Asambleas del 15-M. A título individual, nuestra incidencia, no concertada ni pactada, atomizada, y a veces incluso contrapuesta, se ha limitado a trabajar y, de forma espontánea, a señalar, como cualquier otro ciudadano escéptico con las maniobras políticas profesionales, aquellos intentos perceptibles de usar al 15-M como un arma arrojadiza, tanto a nivel de beneficio electoral como en calidad de “zanjador de cuentas pendientes”

Finalmente, y volviendo a retomar algo del primer párrafo de este escrito, ¿podemos sentirnos culpables por haber tratado de expresarnos libremente de forma crítica? Sin ponerle punto y final a nuestro inacabable proceso de autocrítica (cuestionárnoslo todo, incluso a nosotros mismos, es un lugar común del acervo ácrata), no hemos podido más que llegar a la conclusión de que la repercusión de nuestras acciones, el objetivo contra el que se dirigían las mismas, los pactos equívocos que denunciaban y el mensaje inexorablemente herético, iconoclasta y anti-conformista al que, como anarquistas, no pensamos renunciar, son los motivos principales que subyacen tras una serie de críticas personales que en el fondo nos alagan. Las críticas honestas, provenientes desde los prejuicios hereditarios, del miedo sincero ante lo estigmatizado o desconocido, o de la conveniencia (más allá de los límites del 15-M –que en los actos privativos de los colectivos nada tienen que ver–) de nuestra estrategia, serán siempre bien recibidas y altamente valoradas; esas, a la mayoría de nosotros, por desgracia, nos han llegado en raras ocasiones a la cara.

Dándoles a todos, afines y refractarios, las gracias por el tiempo que nos han dedicado, el dinero que nos han ahorrado en propaganda gratuita y la molestia que se han tomado en leernos, nos gustaría recordar una frase de Luther King con la que reforzar la convicción de aquellos que, ante los embates del pensamiento único, todavía se atreven a pensar por sí mismos sin plegarse ni al temporal colectivo ni a la ilusoria llovizna que crean los salivazos de cuatro interesados: “La cobardía pregunta: ¿es seguro? La experiencia pregunta: ¿es conveniente? La vanidad pregunta: ¿es popular? Pero la conciencia pregunta: ¿es correcto? Y llega un momento en que uno debe tomar una posición que no es ni segura, ni conveniente, ni popular. Uno debe tomarla porque es correcta”.

Para nosotros, aunque pudiera ser “inseguro”, “inconveniente” o “impopular”, fue “correcto” aparecer en un acto de servil refrendación de la Constitución y decir que la solución está en nosotros y no en sus hojas. Para nosotros fue “correcto” manifestar nuestra oposición a la Reforma Constitucional pro-capitalista, y a su vez manifestar nuestro desacuerdo con los convocantes: los Sindicatos. Para nosotros fue “correcto” señalar que quienes se consideran “abanderados de los desfavorecidos” y contrarios por tanto a dicha Reforma, en realidad son una pieza más del engranaje del sistema, cómplices por omisión de la citada Reforma (si de verdad quisieran abortarla en sus manos está la herramienta con que conseguirlo: Huelga General Indefinida) y custodios de un mundo que no están dispuestos a cambiar porque si lo hicieran acabarían con su modus vivendi. Para nosotros es “correcto” seguir diciendo lo que decimos, por mucho que escueza.

Salud y viva la Anarquía.

Sin excusas, sin culpabilidad y con el firme deseo de repetir lo ya hecho cuando haga falta, firma la Federación de Anarquistas de Gran Canaria.