Cómo hacer tu propio spray de pimienta para autodefensa

En vista de que las agresiones machistas a mujeres no hacen más que aumentar, con la connivencia judicial y policial, las mujeres de la FAGC queremos explicarle a las compañeras que nos leen cómo fabricarse, de forma fácil y barata, un útil spray de pimienta casero. Consideramos que la autodefensa, la necesidad de protegernos a nosotras y a nuestras compañeras, es fundamental para combatir la violencia machista en unos espacios que hemos de empezar a arrebatarles: los barrios y la calle.

Métodos como el que vamos a explicar son muy prácticos para protegerse de una agresión puntual, pero si queremos ir socavando la violencia patriarcal e ir expulsándola de nuestro entorno, desde la FAGC recomendamos la creación de grupos feministas de autodefensa dispuestos a articular un feminismo de barrio que empiece a capacitarnos para defendernos ante las agresiones y para crear una red solidaria de apoyo que evite que ninguna de nosotras vuelva a caminar sola en esta sociedad donde la violencia de género, en sus distintas manifestaciones, está cada vez más generalizada. Entremos ya en materia.

Materiales que necesitamos:

  1. Pimienta cayena

  2. Aceite de girasol

  3. Alcohol de 96º

  4. Guantes de látex

  5. 2 recipientes (uno para hacer la mezcla y otro para volcar el contenido)

  6. Un platito para tapar la mezcla

  7. Cucharilla de postre

  8. Filtro de café o colador pequeño

  9. Embudo (fonil)

  10. Un pulverizador de bolsillo

  11. Lavavajillas (opcional)

  12. Salsa picante (opcional)

Pasos que hay que dar:

1º Disponte a preparar la mezcla teniendo cuidado con los niños o animales que puedas tener cerca. Cuando todo este preparado y el espacio sea seguro, ponte los guantes de látex para evitar que los productos abrasivos te impregnen las manos.

2º Echa en un recipiente aproximadamente 5 cucharadas de postre de pimienta cayena (en la FAGC nos sobra porque la usamos en nuestros huertos para repeler insectos y otros animalitos. Es barata y fácil de conseguir. Suele encontrarse en la sección de especias de cualquier comercio). Lo más cómodo es usarla en polvo, pero si sólo encuentras las guindillas enteras deberás machacarlas tu misma en un almirez con un mortero. Echa entonces un cuarto de bote y machaca hasta conseguir triturarlas lo mejor que puedas.

3º Añade al recipiente el alcohol de 96º (el suficiente para que cubra por completo la cayena y crear una pasta) y no pares de remover para que se disuelva bien.

4º Añade tanta cantidad de aceite como de cayena y sigue removiendo hasta conseguir una solución homogénea. El aceite hará que la solución se espese y se adhiera con facilidad a la superficie que vayamos a pulverizar (la cara, los ojos y las mucosas del agresor).

5º Opcionalmente puedes añadir una cucharada de lavavajillas (es irritante y aumentará la viscosidad del producto). Y también de salsa picante. Las salsas picantes de marca son caras, así que te recomendamos usar una de marca blanca. Igual de efectiva y mucho más barata. Hay compas que recomiendan echar un chorro de limón porque también es abrasivo, pero en nuestra experiencia disuelve la grasa del aceite (como también hace el lavavajillas, pero sin aportarle la viscosidad de este) y hace que pierda adherencia. También hemos visto que se recomienda echar ajo, pero hemos comprobado que acaba pudriéndose y dando mal olor y no es cuestión de llevar encima algo que apeste. Pero experimenta por ti misma hasta dar con la mejor receta y ya nos cuentas. Esta es la que usamos nosotras.

6º Tapa la mezcla (un plato vale) y déjala macerar entre 12 y 24 horas.

7º Usa un filtro o colador fino y pasa la mezcla a otro recipiente (recuerda escurrir bien para no perder ninguna sustancia) y de este a un pulverizador (uno de colonia vacío vale) con un pequeño embudo. Intenta que no se te cuele ninguna impureza, grumo o trocito de cayena, porque eso puede obstruir el pulverizador y dejarte colgada cuando más lo necesites.

8º Prueba tu spray de pimienta par de veces antes de dar el trabajo por terminado. Comparte la receta con tus compañeras y que cada una lleve el suyo. Repartirlos a las compis y vecinas y destribuirlos en charlas y eventos, además de su utilidad práctica, puede ser una buena forma de concienciar a las compas sobre la necesidad de defendernos por nosotras mismas y, si se pide una contribución económica voluntaria, también una manera de autofinanciarnos y permitir que el grupo crezca.

“El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente” (Simone de Beauvoir).

Actualidad

(Cuento aparecido en Con A mayúscula, libro editado por @AnarquismoenPDF)Hoy, si todo ocurre según lo previsto, saldrá a la calle E. J. S. Llevaba en prisión desde hace más de 25 años. Es un agresor sexual múltiple y reconocido. Su inminente puesta en libertad ha generado mucha controversia y una gran alarma social.

La televisión ha entrevistado hoy a razón de este asunto a F. Z. R., uno de los laureados agentes del Cuerpo Nacional de Policía que lo detuvo. Lo que los medios no han querido mencionar es que el agente F. se ha hecho tristemente popular en la ciudad por su «actitud inapropiada» con las detenidas. Nadie parece saber, salvo las víctimas y sus compañeros agentes, que en el territorio hermético de las comisarías el policía F. se dedica a abusar de las mujeres que tiene bajo su custodia y que ya son varias las que han sido maniatadas y agredidas. Le gusta especialmente insultarlas mientras las manosea.

Quizás algunas de ellas podrían plantearse recurrir al ilustre juez P. G. G., el mismo que precisamente condenó a E., el violador en serie del que hablábamos al principio de esta nota. Lo que quizás no llegarían a saber es que cada una de sus denuncias serían probablemente archivadas. Y es que el juez P., socio reconocido de asociaciones progresistas de la judicatura y autoproclamado defensor de los derechos de las mujeres, no es sólo gran amigo de F., además se considera bastante tolerante con lo que él denomina «debilidades morales». Cada viernes y sábado por la noche deposita en el bolsillo de su hijo mayor, que acaba de cumplir 18 años, un billete de 100€. Nunca se cansa de decirle, con una sonrisa cómplice: «para que emborraches a alguna». No es la primera vez que una chica se levanta aturdida y amoratada, entre lágrimas y vómitos, de la caseta de invitados, y que el servicio la invita a recoger sus cosas y marcharse.

Precisamente el magistrado P. ha quedado para almorzar este fin de semana con el reconocido político conservador J. A. M., partidario de que el violador E. cumpla íntegra su pena. Varias asociaciones sociales y vecinales han reconocido la valiente labor de este político, que ha jurado hacer todo lo que esté en su mano para impedir la cada vez más próxima puesta en libertad del que ha denominado como «un depredador sexual» y «una amenaza real para todas las mujeres». Mientras J. prepara una rueda de prensa donde piensa darle más bombo a este asunto, ojea despreocupado un informe militar que tiene sobre su mesa. El informe en realidad le atañe directamente, pues no hace mucho era Ministro de Defensa. Aunque no está preocupado en absoluto, le ha mandado una copia a su amigo el juez P. para que opine sobre sus implicaciones legales. Según el informe, la situación en un determinado país de Oriente Medio ya se ha normalizado gracias a la participación de «las fuerzas armadas patrias». Sin embargo, la población civil no para de quejarse por la cantidad de niños y niñas no reconocidos que han nacido desde la ocupación del país por las tropas occidentales y por la cantidad de madres desesperadas que no consiguen adaptarse a la nueva situación. Al parecer la orden de imponer un «estado de terror sistemático», incluyendo «acciones punitivas de todo tipo», ha dado como resultado que el ejército enviado en «misión humanitaria» se haya dedicado compulsivamente a violar a las mujeres y niñas originarias del lugar, ocasionando sangrientas escenas y terribles secuelas. Aumentan los nacimientos no deseados y también los suicidios femeninos. El señor J. sabe bien que él permitió que se cursara la orden que ha provocado todas esas violaciones, que someter a la población local a través del «terror sexual» era parte de la estrategia militar de sus generales, pero no piensa en eso. Piensa únicamente en cómo usar la polémica del «depredador» E. para que todo el asunto de Oriente Medio ni siquiera llegue a transcender.

[Sin firma, inédito]

Alquiler, cuando lo básico se convierte en lujo

Decenas de organizaciones ciudadanas nacen por todo el Estado para hacer frente a la subida de los alquileres, un negocio especulativo impulsado por fondos de inversión y el auge de los arrendamientos turísticos.

Por Ter García.

Aparecido el 4/17/18 en El Salto

Conxita Torner vive en L’Eixample, en Barcelona, barrio en el que nació. Con un contrato de 15 años, pagaba por su piso, donde vive junto a su marido y tres hijos, 1.050 euros. Hace poco le tocó renovar el contrato, y la empresa propietaria de su vivienda —Uisa Sapi— le subió el alquiler a 2.000 euros mensuales. Negociaron y consiguieron que el alquiler se quedara en 1.500 euros al mes para los próximos dos años, y a partir de entonces, 1.600 euros al mes. Un 50% más de lo que pagaban hasta ahora.

Natividad Campodarbe también vivía en Barcelona, concretamente en Poble Nou. Después de 25 años en la misma vivienda, por la que pagaba 600 euros mensuales, recibió una carta en la que se le exigía que abandonara en un plazo de dos meses. Intentó negociar, pero el propietario de su vivienda, que lo es también de todo el edificio y de tres cuartas partes de toda la manzana, le dijo que no. Intentó organizarse con los vecinos, pero ninguno más había recibido cartas para que abandonaran sus viviendas. Buscando pisos por un precio parecido al que pagaba terminó en Tarragona. “Si nos hubiéramos organizado, se podría haber solucionado este problema, pero nadie quiso porque pensaban que no les iba a afectar”, lamenta.

Barcelona es, desde 2015, el municipio más caro de España. No fue en 2017 cuando los precios explotaron en la capital catalana. “En los últimos cuatro años el incremento de los alquileres ha tomado unas dimensiones espectaculares”, explica Joan Balanach, de la Federació d’Associaciones de Veïnes y Veïns de Barcelona (FAVB). Según calcula, entre 2013 y 2017 los alquileres han subido hasta un 40%.

“La parte de la renta destinada al alquiler ya se sitúa casi en el 50% de media”, añade. Un aumento especulativo que, además, según resalta, ha ido unido a la precarización laboral y que lleva irremediablemente a la expulsión de los vecinos de los barrios de una ciudad en la que, según valora esta institución, casi la tercera parte de los hogares vive en régimen de alquiler.

A raíz de esta situación, en mayo de 2017 nació el Sindicat de Llogaters y Llogateres —que ya cuenta con 1.200 afiliados— además de decenas de colectivos de barrios que se han marcado como objetivo revertir el problema de los alquileres. A día de hoy están centrados en la campaña Ens quedem. “Es una campaña contra los desahucios invisibles, que son las expulsiones que se producen cuando no se renuevan contratos o se hace una subida desproporcional del alquiler”, explica Irene Sabaté, miembro del sindicato. “Es la respuesta a las inversiones especulativas que compran edificios enteros para su revalorización, es la propiedad vertical”, añade.

Los fondos de inversión se han lanzado, en Barcelona como en el resto del Estado, al negocio del alquiler. Según explica Sabaté, solo en la presentación de la campaña nombraron a diez de estos grandes propietarios. “Tirando del hilo con la gente que vino a la asamblea contabilizamos unas 3.000 viviendas en Barcelona que pertenecen a este tipo de propietarios, y es solo la punta del iceberg: la propiedad vertical es mucho más frecuente de lo que podamos sospechar”, detalla.

El sindicato, observando también el trabajo sobre este tema realizado por La Directa, ha situado en un mapa las decenas de fondos de inversión y grandes propietarios que se están quedando con Barcelona: Vauras Investment, Norvet, MK Premium… algunos están especializados en vaciar edificios para venderlos multiplicando su precio.

Los primeros en organizarse

Aunque Barcelona sea el municipio más caro, no es el que más vio aumentar la renta de alquileres el pasado año. Este puesto lo tiene Santa Cruz de Tenerife, con un 22,7% de encarecimiento según el portal Idealista —referente de administraciones como el Ayuntamiento de Madrid ante la falta de datos oficiales y cuyos fundadores, según destapó El Confidencial, también meten cuchara en el negocio inmobiliario a través de una sociedad de inversión—.

No es casual que haya sido en Canarias donde surgió el primer sindicato de inquilinos, en su caso impulsado por la Federación Anarquista de Gran Canaria en enero de 2017. “Se deprimen las zonas, se compran por cuatro duros, se revalorizan y los vecinos se van a la calle. No se diferencia mucho del esquema general”, explica Sergio González, miembro del sindicato canario, sobre la situación en las islas.

González señala que la subida de alquileres comenzó en los barrios clásicamente turísticos, pero pronto llegó a los demás: “Ya por menos de 600 euros no consigues un mal apartamento en el extrarradio”. Aunque el problema de la vivienda siempre ha estado presente en Canarias, ha sido en los tres últimos años cuando se ha recrudecido.

Su respuesta: la acción directa con forma de ocupación. No tienen números concretos, pero cifran en medio millar las personas realojadas desde que se creó el sindicato hace poco más de un año. “Ha sido gota a gota, aunque hay algunos casos grandes como la comunidad La Esperanza, en el municipio de Santa María de Guía, donde 76 familias —más de 200 personas— pasaron a vivir en cuatro bloques de viviendas embargados por Bankia.

“Ahora hay un edificio en el que vamos a meter a ocho familias”, continúa González. El sindicato les da apoyo, pero son ellos los que tienen que hacer suyo el espacio, modelo también aplicado por la Obra Social de la PAH. El último caso que ha llegado a este sindicato es el de una pareja y sus dos hijos a los que dieron una semana para abandonar su vivienda. Primero consiguieron que les dieran un mes de plazo y ahora están trabajando en encontrarles un sitio. “Este año en Canarias hay 18.000 o 20.000 demandantes de vivienda, y viviendas vacías hay más de 100.000. Casi todas son de bancos, que son nuestra comida favorita, no particulares”, continúa.

En Baleares también está a punto de nacer un sindicato de inquilinos. Será en Mallorca y está impulsado por el colectivo Stop Desnonaments. El alquiler ha subido un 20% en 2017, y entre un 40% y un 50% en los últimos tres años —según diversos portales de vivienda—, tiempo que coincide con el nuevo ciclo de alquiler impuesto con la última reforma de la Ley de Arrendamientos Urbanos. “Barrios como La Soledad están superdeprimidos y se los están quedando banqueros, narcotraficantes y especuladores”, acusa José Manuel Segura, de Stop Desnonaments.

¿DE DÓNDE VIENE ESTO?

El alquiler vacacional, la entrada de los fondos de inversión por la puerta grande en el negocio del alquiler, la reforma de la Ley de Arrendamientos Urbanos y la falta de parque público de vivienda en alquiler son las causas más repetidas de un problema que afecta a todo el Estado.

En algunas comunidades autónomas, como Madrid o Baleares, se han lanzado a modificar las leyes sobre apartamentos turísticos. Sin embargo, los cambios no han sido dirigidos a frenar su expansión. “Lo que se ha hecho aquí con la nueva ley es legalizarlo, ahora hay 60.000 plazas legalizadas por la Conselleria”, señala Segura en referencia a Mallorca, matizando que lo que sí se ha hecho es diferenciar las zonas saturadas y las que aún no lo están.

En otras zonas de esta ciudad, como la de la Guerrería, Segura señala que las políticas dirigidas a revitalizar el barrio han tenido como consecuencia que una misma empresa se quedara con hasta 21.000 viviendas. “Reforman los pisos y actualizan las rentas, ahora piden 1.500 euros por pisos de 56 metros cuadrados”, añade. “Palma entera está saturada y mientras se permita el alquiler vacacional, que las socimis tengan exenciones fiscales y facilidades para comprar bloques enteros, y la ley permita el alquiler vacacional, esto va ir a peor”, concluye.

Tampoco se ha potenciado hasta ahora la vivienda pública, variable considerada por todos los entrevistados como determinante para frenar la subida de los alquileres. En Madrid, Vicente Pérez, responsable del área de vivienda de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM) señala que entre el IVIMA —instituto de la vivienda de la comunidad— y la EMVS —su equivalente municipal— reúnen una lista de espera de 20.000 familias para acceder a vivienda pública. “No hay oferta pública suficiente ni de lejos, en la comunidad hay más de 200.000 viviendas vacías y ni los ayuntamientos ni la Comunidad de Madrid hacen nada para que este parque salga al mercado”, señala Pérez.

En Catalunya, la situación no es mucho mejor. “Estamos en un 1,5% de parque de vivienda pública y la Ley catalana de Vivienda establece que para 2037 deberíamos estar en el 15%. El ritmo es insuficiente, pero reconocemos que el Ayuntamiento de Barcelona está impulsando este tema”, afirma Sabaté.

“Como en todas las ciudades tenemos un problema endémico de que el tema de las viviendas de protección oficial no ha existido prácticamente en las agendas políticas”, añade Balanach, quien apunta que en Barcelona el problema es tan grave que el Ayuntamiento ha tenido que realojar a 6.000 familias en residencias porque no tienen viviendas suficientes para los casos de emergencia habitacional. “Es una situación dramática, y generalizada en todas las ciudades”, concluye.

 

La fuerza del apoyo mutuo

Como saben todas las personas que siguen el trabajo cotidiano de la FAGC, el pasado 22 de marzo la empresa Endesa dejaba sin luz, y con ello sin agua, a la Comunidad “La Esperanza” (la comunidad autogestionada más numerosa del Estado con más de 70 familias, 200 personas, entre ellas unos 100 menores). La FAGC se encontraba en su momento más delicado, derivando toda la actividad de realojos al Sindicato de Inquilinos de Gran Canaria, acosadas por las enfermedades y la emergencia de cuidarnos. Como dice nuestro querido compa el Acratosaurio Rex, “huyendo [en nuestro caso a un proyecto agrícola en la periferia] para no tener que rendirnos”. Sin embargo, nos limpiamos el polvo de la ropa, nos pusimos en pie y activamos nuestro protocolo de emergencia.

Las vecinas, apoyadas por el SIGC, se organizaron en varias asambleas y decidieron los pasos a dar. Pero su situación también era complicada: les habían cortado los suministros justo en Semana Santa, cuando los días festivos mantienen vacíos muchos de los feudos institucionales ante los que protestar y cuando el interés mediático se concentra en ver pasear a muñecos llorosos y ensangrentados por las calles delante de enormes colas humanas que se rompen la camisa, la piel o los cuernos siguiendo a los guiñoles. Pero no pensaban dejar que las circunstancias les pudieran. Más valía partirse que doblarse.

El Sindicato dedicó mucho de su esfuerzo al apoyo presencial y a la asesoría técnica y la FAGC se dedicó a lo que mejor sabemos hacer aquí las anarquistas: meter mucho ruido y organizar la guerra de tinta y la red de solidaridad. También intentamos tranquilizar a las vecinas a nivel legal por los rumores de desalojo. Todas nos volcamos. Queremos destacar especialmente la labor de un compañero que a pesar de los complicados momentos de salud por los que está pasando se reincorporó para coger el móvil y el teclado, movilizar a sus contactos para que la rueda de prensa fuera un éxito, asesorar a las vecinas, preparar argumentarios y escribir comunicados que han captado perfectamente la sensibilidad y las demandas de “La Esperanza”. Todo el amor para él.

El anterior sábado se convocó una nueva asamblea para preparar la rueda de prensa del pasado lunes día 2 de abril y para afrontar una vez más el tema más duro y complicado: la falta de agua. Los servicios sociales del ayuntamiento, la misma institución que permitió la obra que facilitó el corte de luz, y que hoy se niega a responder a los medios, empieza su presión y sus amenazas veladas sobre el futuro de los menores si la comunidad continúa sin agua. La asamblea decide que, como primera medida de emergencia, debe comprar un motor para hacer funcionar el hidro que llevará el agua a sus casas. Consultan precios y modelos y uno de los más asequibles cuesta unos 1300 euros. Los vecinos sólo cuentan con los fondos que ha ofrecido la FAGC (todo lo que teníamos) y con la contribución de dos hermanos canarios que ofrecieron una ayuda que aún no habíamos pedido. Deciden entonces hacer una derrama de 15 euros por familia, pero saben que tardarán en reunirlos y que no todos podrán aportarlos. ¿Cuánto tiempo aguantarán sin agua antes de que las amenazas de los trabajadores sociales se cumplan?

La FAGC se angustia y nota el dolor de las madres de “La Esperanza” en su propio pecho. Entonces hace un acto casi improvisado y casual, sin demasiadas expectativas, y publica en su cuenta de Twitter una humilde petición de ayuda. En pocos minutos las peticiones empiezan a llegar. La community manager (la palabra nos parece que apesta, pero no conocemos otra) empieza a compartir con los vecinos cada nuevo ofrecimiento de ayuda. Al poco tiempo no da a basto para contestar, los “mil gracias” y los emoticonos de besos y corazones vuelan de sus dedos. No ha pasado una hora y ya hay casi hay 50 donantes. Escribe y llora, y chapotea en un teclado cada vez más humedecido por las lágrimas (y algún moco). De Estados Unidos, Alemania, Portugal, Italia, Catalunya, Euskal Herria, País Valencià, Madrid, Galicia, Asturies, Cantabria, León, La Mancha, Andalucía, Baleares, Canarias, y mil sitios más que desconocemos. Sólo en 24 horas se ha conseguido el objetivo y ponemos fin a la campaña solidaria, pero la gente quiere seguir donando. No sólo quieren ayudar con el motor, sino con las cubas de agua, con el combustible, con una solución definitiva para la luz, con lo que necesite la comunidad. Nos sentimos superadas. No todo es dolor para la FAGC.

El miércoles ya habíamos conseguido 2400 euros. La comisión de “La Esperanza” encargada de ir a comprar el motor recoge el dinero que le entrega la FAGC y se traslada hacia el comercio con el precio más asequible. Finalmente el motor de 6 hp que necesitaban está más barato de lo que habían creído y con 1000 euros pueden comprarlo y tener un importante remanente para pagar combustible y cubas de agua atrasadas. El motor entra en la Comunidad y ésta se convierte en un clamor. Se gritan dos cosas: “¡Ya hay agua!” y “¡Gracias!”.

Esta noche las niñas y niños de “La Esperanza” tienen agua. La angustias y pesadillas de adultos y menores se mitigan. Hoy se ha conseguido una pequeña gran victoria. Y ustedes, que sé que nos leen, han tenido mucho que ver.

El fantasma de los servicios sociales no ha desaparecido, aún queda solucionar el tema de la luz de forma definitiva, aunque sea a medio-largo plazo. Varios colectivos ecologistas de la isla implicados con las energías renovables han contactado con el SIGC para proponer una solución a través de placas solares que posiblemente pueda aplicarse también al resto de nuestras comunidades autogestionadas. El ejemplo de Errekaleor es fuerte, aunque tengamos que adaptarlo a nuestros humildes recursos. Aun queda mucha guerra, pero qué bien sienta cuando puedes sentarte tras la trinchera y saborear la victoria de una batalla junto a tus colegas.

Esto no hubiera sido posible sin ustedes, sin todas esas personas, tras siglas o un nick en una cuenta en una red social, tras la que hay un nombre, una carita, una circunstancia y un corazón. Desde aquí toda nuestra gratitud y amor por haber demostrado que el Apoyo Mutuo es mucho más que un lema. Es tan fuerte que se ha convertido en el verdadero motor que ha impedido que se apague el proyecto de socialización de viviendas más grande del Estado. Ustedes son la FAGC, ustedes son la Esperanza.

Gracias a Alasbarricadas.org, a El Lokal del Raval, al Colectivo Feminista “La Furia”, a Inèrcia Docs, a Calumnia Edicions, a CGT (Airbus Getafe), a CNT Premià, a CNT Jerez, a CNT Sabadell, a los bloques de Cal La Trava y Jahnela, al colectivo M.A.O.N, a Anarquismo en PDF, a Veganismo en Pie, al grupo de afinidad “El Jardí”.

Y gracias a David y Luis, a Israel, a Mireia, a Porrumentzio, a Lanjo, a Cristina, a Ana, a Miguel, a Luis, a Zurra, a Samuel, a Fany, a Elena, a Raul, a los Toños, a Guerrero y Gema, a Hora de Revolta, a Benjamín, a Patxi, a Sara y Ricard, a Andrea, a Guille, a Alex, a Marc, a Marta, a Aurelito, a Mateo Morral, a Rakel, a los Ilusionistas, a David, a Sager, a Dani, a Oti, a Xavier, a Pepa, a Negro, a Gonzalo, a Manuel, a Virginia, a Alfredo, a Juan, a Olga y Jesús, a José Luis, a F. Marco, a ander, a Marisa, a Santa, a Iago, a Neizan, a Mel, a Pablo y Nona, a Wiwutrnb y Sonata, a José, a Faísca, a Pedro, a Sven y Birte, a Pedrito, a Anita, a Daniel, a AnarquistaForever, a Javier, a Yaiza, a la familia Las Cuestas, a Magrit Matrice, a Edurne, a Lorenzo, a Eric y Cel, a Fernando, a Mike, a Carmen, a Antonio, a Amaia, a Esther, a Tito, a Rodri y a muchos otros nombres que no mencionaremos, hasta que nos digan, pero que también han estado y están ahí.

No les olvidaremos, mientras haya memoria.

FAGC

El tweet que desató la avalancha solidaria.

 

El motor que necesitaba la comunidad. Al final la comisión pudo encontrarlo a 1000 euros. 300 menos del objetivo propuesto.
Factura del motor.
Factura del bindón para rellenarlo.
Factura de la clavija para conectarlo.
El motor ya está de camino a casa. La alegría de Tay, una de las portavoces de la comunidad, y otro de los motores humanos con los que ha contado «La Esperanza» estos días.
El motor llega. Las vecinas que no están cargando garrafas de agua o buscándose la vida con distintos trabajos precarios, corren la voz por el patio de la comunidad: «¡ya está aquí el motor!».

 

Algunas vecinas se hacen una foto de familia con el motor. Si alguna vez les preguntan a ustedes qué es el «anarquismo de barrio» les basta con enseñar esta imagen.
Se procede a instalar el motor y a llenarlo de combustible.
Carlos, vecino de la comunidad, «manitas» y afiliado al SIGC, se encarga de que todo esté preparado. También los peques esperan oír arrancar el motor.
El hidro empieza a funcionar por primera vez en más de una semana. Tiene presión y ya puede distribuir el agua a las casas.
La explosión de alegría se desata. Los ojos brillan como brilla «La Esperanza».
Las cuentas bien claritas de Tay. Gracias a ustedes y su solidaridad hay dinero suficiente para combustible, para pagar las cubas de 90 euros los 20.000 litros y para que en no mucho tiempo podamos celebrar también que «La Esperanza» es energéticamente autosuficiente.

Encuentro solidario organizado por «La Furia»

El Colectivo Feminista «La Furia» de Tenerife ha organizado un encuentro solidario para recaudar fondos para la Comunidad «La Esperanza». En la FAGC siempre nos ha sorprendido que nuestro trabajo se reconociera más en la península y en otras partes del mundo que en Canarias, pero la dinámica está cambiando y eso es algo que nos satisface mucho. Otro motivo por el que nos emociona especialmente este evento es porque lo hace un colectivo feminista. La FAGC lleva años intentado articular un feminismo de barrio en sus proyectos, y que las compañeras aprecien las comunidades autogestionadas que hemos ayudado a crear, compuestas por mujeres en su mayoría, nos llena de orgullo. Por último es un gesto precioso por lo que significa para la propia Comunidad «La Esperanza» y sus vecinas. En estos días han vivido muchas demostraciones de solidaridad muy hermosas, y este propio evento termina por confirmarles que, superando los prejuicios propietarios y burgueses a los que se enfrentan a diario, hay otro mundo, sensible y solidario, que aprecia su lucha. Desde la FAGC recomendamos que no dejen de asistir al evento y que sigan la actividad de «La Furia». Merece la pena.