Antes y después

Cuando la FAGC ocupó los cuatro edificios que hoy componen la Comunidad «La Esperanza», las viviendas llevaban años abandonadas. El bloque 2 y el 4 se salvaron del pillaje y el desmantelamiento, pero el 1 y el 3 presentaban un aspecto lamentable: la mayoría de viviendas habían sido desenhebradas, se habían llevado ventanas y todos los perfiles de aluminio, tuberías, grifería, sanitarios, cerraduras, picaportes, y algunos destrozos que no tenían nada que ver con fines prácticos.
Hoy, el alcalde trata de ampararse en los derechos de la minoría de compradores que invirtieron en dichas viviendas, y no sólo omite que nuestra ocupación no conculca en nada sus derechos, pues ellos tienen una batalla legal con la promotora que es completamente independiente de que los pisos estén habitados; omite también, y quienes con él defienden dichas tesis, que de no haberse ocupado esos pisos estarían actualmente devastados por el abandono o el saqueo. Parece que según la sinrazón capitalista, que antepone la propiedad privada a cualquier otra consideración, era preferible que esos pisos siguieran vacíos, deteriorándose a merced de los elementos o del desvalijamiento, propio de tiempos de crisis, hambre y paro, antes que ser ocupados por familias sin recursos con menores y ancianos a su cargo.
Los vecinos han hecho un gran trabajo partiendo de la nada. Han arreglado sus casas, subsanado los destrozos, construído muebles con materiales reciclados (todos los poyos [encimeras] de las cocinas están elaborados por ellos mismos con maderas sacadas de palés y similares) e incluso han querido que sus hijos queden resguardados de cualquier penuria y han decorado sus habitaciones con diseños imaginativos y coloristas hechos a mano también por los propios vecinos.
Como una imagen vale más que cualquier cosa que podamos decir nos remitimos a las fotografías: 

                                                                          

   ANTES:

DESPUÉS:
                                                                                 

Reflexiones sobre 45 días de lucha

Este último mes y medio ha sido un duro tiempo de lucha. Desde que los vecinos de la Comunidad “La Esperanza” recibieron la notificación administrativa el pasado 14 de marzo de que debían abandonar sus casas, pasando por el 14 de abril donde afrontábamos el vencimiento del plazo desayunando todos juntos, hasta estos días de reuniones y negociaciones en despachos con grandes mesas. 
 
Ha sido un período duro tanto a nivel colectivo como individual. Sin mucho tiempo para los análisis ni las retrospectivas de sucesos además tan recientes, se puede concluir que hemos desarrollado una buena estrategia. El desalojo de estas 205 personas (hemos vuelto a actualizar el censo) podía haber ocurrido sin pena ni gloria, en un silencio total, cual era el objetivo del alcalde. La FAGC hace el comunicado de desvinculación de la Comunidad a pocos días de que empiece diciembre, y es el 22 de ese mes cuando se firma el decreto (2015). Subestimando a los vecinos, respondiendo a ese clasismo del que ha hecho gala en sus declaraciones, el alcalde debió pensar que sin la FAGC en escena era el momento de asestar el golpe. Esperaba a un grupo de vecinos aturdidos y desorientados, presas del pánico, recogiendo sus enseres a toda prisa sin saber bien a dónde ir. Pero se ha encontrado con un grupo humano que ha sabido recomponerse y explotar su deseo de luchar.
En este lapso hemos hecho asambleas de emergencia para tratar de informar y calmar los ánimos después de la bomba emocional que lanzó el ayuntamiento sobre la Comunidad a modo de decreto. Hemos sabido contrarrestar dicho documento, redactado por los caros equipos jurídicos de los que disponen las administraciones públicas, buscando asesoría, dejándonos la retina entre los pliegos de la reglamentación administrativa, molestando a abogados voluntariosos, pagando lo que podemos a alguno, pero sobre todo montando una oficina improvisada en una vivienda de la propia Comunidad dónde los vecinos hacían labores de secretariado mientras mis compañeros y yo redactábamos a pulso los 47 recursos que por ahora tenemos. Hemos convocado a los medios, aprovechando los contactos que la FAGC ha establecido en otras ocasiones, para tener una cobertura mediática que no es muy habitual en las luchas sociales de la isla, a pesar de que es cierto que el acontecimiento por su envergadura es por sí mismo el mejor reclamo para los medios. Hemos hecho un derroche en cuanto a difusión se refiere y, a pesar de nuestros modestos recursos, hemos aprovechado días y madrugadas para empapelar los barrios populares de la capital, y de otros municipios, para dar a conocer nuestra lucha. Hemos desarrollado una estrategia de movilizaciones con la Semana Solidaria con “La Esperanza”que vista ahora ha resultado muy efectiva, arrojando unos resultados inmejorables. Teniendo en cuenta que eran convocatorias por la mañana y entre semana, hemos conseguido una asistencia que no esperábamos, hemos sabido golpear en puntos claves y hemos hecho una pequeña demostración de fuerza y combatividad tanto en Guía como en Las Palmas. Nuestro trabajo ha dado sus frutos.
Sin embargo, no puedo evitar reflexionar sobre cómo el Sistema condiciona la lucha social y cómo genera contradicciones. Es triste, pero la naturaleza de este tipo de luchas hacen que nuestro gran objetivo como Comunidad, nuestra gran meta, sea conseguir trincar a consejeros, presidentes y demás “responsables” para intentar que estén dispuestos a parar el desalojo o asegurarle una vivienda a los vecinos. Al final una comunidad se pone en pie para tratar de presionar a una única persona de cuya decisión depende. ¿Cómo la vida de 200 va a estar en manos de un único individuo? Sí, ciertamente es parte de cualquier lucha: nada se consigue sin presión; el poder no entrega nada si no se le fuerza a ello; habrá que centrarse en ejercer la presión a los líderes pues ellos controlan figuradamente la estructura. Pero con eso y todo, las luchas en las que un grupo humano tiene que tratar de convencer, persuadir o comprometer a un empresario, a un alcalde, a un banquero o cualquier otro mandamás, son una evidencia directa de la férrea estructura social y de cómo unos pocos hombres han acabado controlando el destino del resto. 
 
Las luchas de resistencia, las defensivas o de contraofensiva, no tienen tiempo de atacar las raíces de los problemas; su finalidad es sobrevivir, garantizar la supervivencia de todos los afectados, y para eso deben atacar directamente a quienes pueden apretar el botón que pare un desalojo o un ERE; no está entre sus objetivos inmediatos alterar la estructura social. Si debilita a ésta es con su ejemplo, pero no tiene tiempo de fijar este cambio de paradigma como finalidad. Entendiendo esto, triste y real, ¿cuál debe ser el papel de los anarquistas? ¿Inhibirnos, no participar, cruzarnos de brazos y sólo participar en luchas que planteen un marco revolucionario de hoy para mañana? ¿Acabar adoptando esa forma de lucha como única finalidad, entendiendo que la estructura es inmutable y sólo se puede obtener de ella pequeñas conquistas? Creo que nuestra misión es siempre intervenir en las luchas, tensionarlas, radicalizarlas, llevarlas más lejos. Creo, por tanto, que no podemos asumir como finalidad adaptarse a los ritmos del Sistema y ver qué podemos sacarle aprendiendo a interpretar su eventual plasticidad. Pero ciertamente, tampoco creo que fuera “muy anarquista”, cuando el techo, la seguridad y la vida misma de 100 menores están en riesgo, preocuparse en “hacer política” en espalda ajena, interesarse exclusivamente por las propias aspiraciones y no entender que lo más importante ahora es el bienestar de unas personas con las que la administración está en realidad jugando una partida electoral de ajedrez. Mi prioridad en estos momentos, no puedo rehuir reconocerlo, es asegurar el futuro de esas 77 familias, garantizarles un techo, principalmente a los menores que son los afectados más inermes y con menos margen de maniobra; que en este enclave mi prioridad fuera “mi revolución” me parecería muy poco revolucionario, me parecería acabar pareciéndome demasiado a esos políticos que anteponen sus intereses personales a la necesidad inmediata de la gente. 
 
El trato con los profesionales de la política es otro tema a tratar. Existe hacía ellos, popular e instintivamente, una aversión ciega. Pero en las distancias cortas, los mismos que le gritarían desde el tumulto, se derriten ante su presencia. El que era abucheado hace unos minutos puede salir entre vítores sólo con un par de palabras compresivas y unos gramos de condescendencia. Son especialistas en eso. Los más airados entran en sus despachos y cuando el político les mira a la cara, usa un lenguaje emotivo y pone sus manos entre las suyas, ha apagado toda su animadversión. Este fenómeno psicológico que es como una suerte de enamoramiento puede no comprenderse desde la distancia, pero siempre pongo un ejemplo, el de la reunión de la CNT-FAI con Companys: después de las jornadas revolucionarias del 19 de julio de 1936 en Barcelona, militantes como Durruti y Oliver se entrevistaron con Companys; estamos hablando de personas de 40 años, con atracos a sus espaldas, intentos de regicidios, mil huelgas, gente bregada; y cuando Companys les dijo que ellos eran los dueños de la ciudad y que se ponía a sus órdenes, se quedaron encandilados. La extraña relación de la CNT con el poder durante la Guerra Civil no se deb sólo a las exigencias de la guerra y demás factores externos; sino a las consecuencias directas de pasar de un enfrentamiento directo con las instituciones a un contacto también directo con las mismas. El poder desmonta y contamina, y lo hace no sólo a través de la corrupción, sino presionando puntos débiles como el ego, la simpatía, o los códigos culturales que premian la obediencia o la celebridad, la obnubilación ante la persona ilustre. 
 
Desde el punto de vista anarquista, aún teniendo una desconfianza acusada y entrenada contra las instituciones, se puede ser más vulnerable de lo que se cree a este proceso. Somos por lo general demonizados, perseguidos y estigmatizados, ¿cómo afrontar cuando nos convertimos en interlocutores válidos para partidos y representantes y hacen guiños a nuestra labor? Es posible que el mismo sujeto o colectivo que hace años era considerado por los periódicos una terrible amenaza social ahora se haya convertido en un “benefactor” al que los políticos y medios quieran pasarle la mano por la espalda. Es difícil mantenerse impermeable a las críticas, pero mucho más a los halagos. Cuando se emerge de la ignominia, la luz, resplandeciente y cálida, debe interpretarse como una trampa para polillas. 
 
Y no sólo eso. Con el tiempo la cosificación como “extremistas”, “irresponsables”, “locos”, “incapaces de generar nada constructivo”, ha desarrollado cierto complejo entre algunos militantes: la necesidad de mostrarse prácticos, sensatos, transigentes, de romper con ese mito aunque haya que escoger el momento menos propicio para ello. Gran parte de la contemporización de la CNT-FAI durante el 36, de su malentendido seny, viene también de la necesidad de no ponerse en el disparadero yendo contracorriente, mostrándose inflexibles, en tiempos de guerra y “unidad”. Ser discordante como minoría, en la derrota, es fácil; con todos los focos apuntando, con cierta repercusión social, con cierta perspectiva de éxito, es lo complicado. El miedo a que todo eche a rodar por “la mala cabeza de los anarquistas”.
 
Más allá de factores psicológicos, está el aspecto de la pura y dura manipulación política, la aritmética electoral, el arte de gobernar. Tienes que ser consciente de que el político que se acerca a tu causa y dice querer “ayudarte”, no está mirando como beneficiarte, sino cómo perjudicar a su rival político. Así puedes descubrir a partidos conservadores asegurándote que no va a haber desalojo, y a los supuestos “partidos anti desahucio” intentando echarte de tu casa. ¿Manipularlos a ellos? ¿Intentar ganarles en su terreno? ¿Ver quién mueve mejor las fichas por el tablero? La política es un juego sucio y, no ya para ganarlo, sino simplemente para jugarlo, hay que ensuciarse. Ni conviene ni compensa ahogarse en ese cenagal. Se pueden hacer todas las reuniones que se quieran, tratar de arrancar compromisos, pero siempre hay que imponer las propias condiciones, nunca se puede rebajar el nivel de desconfianza, nunca se puede dejar de blandir la movilización en la calle como medida de presión, hay que estar alerta contra cualquier intento de dejar a los afectados al margen, no se deben regalar fotos, se debe ser claro con los medios y las declaraciones y no dejar que limpien su imagen con tu desgracia, y sobre todo: no hay que permitir que te conviertan en un instrumento de sus maniobras partidistas. Que los vecinos obtengan el acuerdo más beneficioso, por supuesto que sí; servir para que unos y otros amplíen su ganado electoral, jamás. 
 
En esas circunstancias, por momentos tan complejas y desagradables, sólo se puede clarificar objetivos, saber por qué se está haciendo lo que se está haciendo, ceñirse a la estrategia trazada previamente siempre que las circunstancias no inviten a la reconsideración, perder el miedo a la responsabilidad y sus consecuencias y, finalmente, caer en una suerte de ataraxia: permanecer inmutable a los estímulos exteriores, sean positivos o negativos, y fijarte en tu meta. El vendaval mediático pasará, el interés partidista también, y si no tienes cuidado te tragarán y defecarán en un pestañeo. Si tienes constancia y tenacidad, sólo tu trabajo, la culminación de tus objetivos, quedará, en forma de transformación real en la vida de la gente. Simple, pero efectivo.
Sin embargo, los conflictos de este tipo de luchas son cuantiosos. Estos días, por ejemplo, han subido muchos colectivos a la Comunidad, algunos a ofrecer ayuda desinteresada y a ponerse a disposición de los vecinos, a informarse sobre su situación y necesidades; otros, los de corte legalista e institucional (los mismos que no se han interesado por ella en años), a decirles curiosamente que en su opinión la vía legal está agotada y que no tienen nada que hacer más allá de enfrentarse violentamente al desalojo. ¿Por qué colectivos perfectamente integrados en el Sistema, cómodos con las instituciones, subvencionados, imbricados con partidos políticos, les dicen a los vecinos que no presenten recursos? A su vez, ¿por qué nosotros, los anarquistas, opuestos a las leyes y al Sistema, no usamos nuestro ascendente para arrebatarle a los afectados la oportunidad de usar los artificios legales que puedan hacerles ganar tiempo? Desde fuera podría parecer contradictorio, pero en realidad tiene que ver con la línea de trabajo de cada uno: cuando se tienen intereses políticos, electoralistas, personales, siempre se es partidario del “cuanto peor, mejor” si quien gobierna es el adversario; cuando haces la función de “oposición política” (de forma directa o diferida) siempre te interesa que se produzca el desalojo, para después poder echar los cuerpos de los desahuciados contra la fachada del ayuntamiento; cuando un desalojo masivo puede permitirte ganar relevancia y con ello la subvención, el voto, el sillón y la concejalía, o simplemente que ganen los tuyos, la respuesta está clara. Por nuestra parte, que no tenemos ninguno de esos intereses, somos incapaces de esconderle a los vecinos una medida dilatoria como es la de la presentación de recursos y cualquier otra estratagema para tratar de aumentar el enredo legal cuando haya que presentar batalla en el contencioso. Por eso nos tapamos la nariz y nos dejamos las pestañas redactando absurdos documentos legales donde el “ruego” y “suplico”, sustituyen al “exijo” y “reivindico”. Si salpicarse en el proceso legal garantiza asegurar 6 meses, 1 año o 2 años de permanencia para estas familias, ganar tiempo para seguir presionando y poder negociar, no podemos decirle a los vecinos que desestimen la guerra de papel; y que los mencionados colectivos la desaconsejen es un indicativo suficiente para no abandonarla. En otros puntos de las islas, otras comunidades de vecinos con similares conflictos de vivienda siguieron este tipo de consejos inmoladores, no supieron manejar los tiempos legales por culpa de la mala asesoría, y actualmente se encuentran al borde del desahucio o del corte de suministros sin haber hecho entre tanto el ruido suficiente para evitarlo. La conclusión es sencilla: estas aparentes contradicciones se dan cuando para unos priman los intereses particulares y para otros las necesidades de los afectados; cuando unos juegan a ser pirómanos a conveniencia y otros se niegan a jugar con la vida de nadie; cuando unos aplican sus mutables ideas en función del rédito y otros las mantienen firmes, pero sin imponérselas a nadie. 
 
Los medios de comunicación son otra arista de los problemas que se presentan. En el gremio de periodistas, como en cualquiera, los individuos se definen por sus actos y la individualidad juega también su papel, a pesar de que la estructura lo absorba casi todo. La mayoría están marcados por las directrices de arriba y sólo unos pocos son capaces de dejar su impronta personal en lo que hacen. Después de muchos contactos empiezan a establecerse relaciones personales con algunos, y se descubren personas comprometidas y desinteresadas, pero también otras que explotan el sufrimiento y la ingenuidad de la gente en pos de sus intereses corporativos. Si dices que no te fías de tal político y la línea editorial de su agencia, periódico o cadena es defender a ese tipo, pues lo que dirán los medios es que tienes confianza ciega en él. Al final hay que saber cuándo contar con ellos, usarlos como a los venenos, contando las gotas, pues son un arma de doble filo. Mejor todavía es generar la propia información y que sea esta dinámica la que obligue a los medios a beber de tus noticias y comunicados y no a la inversa. Cuesta, pero si se recurre a los medios generalistas, el poder articular, gestionar y difundir contra información solvente es imprescindible para poder complementar o contrarrestar lo que estos publiquen.
Hay muchos elementos más, pero no se hace necesario sacar más conclusiones de una batalla que aún está inconclusa. 
 
Si se quiere recapitular, al final la gran conclusión positiva de todo esto es la capacidad de la gente de a pie, de los más excluidos y pisoteados, de plantar batalla con muy pocos recursos, de ponérselo difícil a los poderes públicos, tan sólo con diseñar una buena estrategia y tener la voluntad necesaria para llevarla a cabo. También, en el otro extremo, se puede concluir que si la pasividad crea monstruos, también, como decía Nietzsche, puede crearlos pelear mucho tiempo con ellos. Por eso es necesario tratar de no parecerse a aquellos a quienes se desprecia, mantener claros los objetivos y finalidades, conocer y evaluar previamente todos los posibles giros de la lucha y, especialmente, conocerse bien a uno mismo como individuo, saber hasta dónde se está dispuesto a llegar y hasta dónde no, y poder mantenerte en pie tanto en una chabola como en un palacio sabiendo cuál quieres organizar y cuál destruir.
A todo esto, la lucha no ha hecho más que comenzar…
Ruymán Rodríguez

El apoyo a «La Esperanza»

Las muestras de solidaridad con «La Esperanza» no han parado de sucederse desde que el día 15 de marzo dimos a conocer la notificación de desalojo que las vecinas habían recibido el día antes. Hacer una semblaza sin omisiones de toda esta solidaridad sería imposible, por eso, y para no ser injustas, queremos agradecer en general a todos esos colectivos (estén entre los 142 que firmaron el manifiesto contra el desalojo o no), a todas esas individualidades, a todas las que nos han apoyado, con sus gestos, sus palabras, sus aportaciones económicas, su difusión, sus textos, su arte, su calor. Son muchos y muchas, y aquí sólo daremos un ejemplo sesgado y altamente incompleto.

En las redes sociales se han volcado con «La Esperanza». Haciendo dos campañas (#NoDesalojoLaEsperanza y #LaEsperanzaEnPie) de twitter para presionar contra el desalojo. El alcalde decidió borrar su cuenta antes que antender a la reclamación de explicaciones de los usuarios.


Nos han elaborado incluso cartelería para aliviar nuestro enorme volumen de trabajo.

 También han creado preciosos diseños que después hemos podido integrar a nuestra cartelería.

@BellvmInfo

También nos han apoyado vía multimedia como en este ejemplo:

[youtube=https://www.youtube.com/watch?v=r4ZqL-Sko8s&w=320&h=266]

Nuestra lucha ha sido amplificada en muchas partes como Alemania (Bodenfrost), y en otras tantas como Carabanchel o Barcelona se han hecho gestos de apoyo impagables:

Carabanchel

Barcelona

Son muchos colectivos los que además de adherirse al comunicado contra el desalojo de «La Esperanza» han elaborado sus propios comunicados de apoyo. Y no se han quedado sólo en palabras, muchas individualidades, sindicatos y agrupaciones han mostrado su solidaridad contribuyendo económicamente con nuestra causa haciéndola suya. Hoy por hoy la provisión de fondos judiciales del compañero Ruymán, que finalmente ascendía a 1560 euros, está íntegramente pagada. Se han podido también costear todos los gastos de asesoría legal y cartelería de la Comunidad (más de 500 euros) e incluso han podido destinarse 100 euros para sufragar una de las cubas de agua con las que los vecinos se abastecen en un momento de urgencia.

Por todo esto y mucho más, con muchas omisiones, sólo podemos decir ¡GRACIAS!

Madres coraje, niños rebeldes y héroes sin empleo

Fuente: Playground

Madres coraje, niños rebeldes y héroes sin empleo: así sonríe la mayor comunidad ocupada de España

77 familias con 202 personas, más de la mitad menores, pueblan Comunidad Esperanza en Gran Canaria. Ahora enfrentan una amenaza de desahucio que puede ser socialmente catastrófica
I – CHOCOLATE CON CHURROS
La del pasado jueves fue una mañana especial en Comunidad Esperanza. Más de 40 euros puestos en común para churros, leche y chocolate hicieron posible uno de los mejores desayunos que se recuerdan allí.
La ocasión lo merecía en la mayor comunidad ocupada del estado español. Sus 202 vecinos celebraban la primera victoria sobre la amenaza de desahucio del ayuntamiento. Se cumplía esa mañana el plazo de un mes que el alcalde de Santa María de Guía (Gran Canaria), aduciendo motivos de inhabitabilidad, les había dado para abandonar sus casas.

Desde la Comunidad Esperanza niegan el argumento del consistorio, afirmando que las viviendas son perfectamente habitables. En un comunicado, lanzaban un claro mensaje al alcalde de Guía: «No ‘vele’ más por nuestra seguridad si eso pasa por mandarnos a morir o a vagar por la calle con nuestro centenar de hijos».

Con 77 familias y 202 vecinos, Comunidad Esperanza es la mayor ocupación colectiva del estado español. Tras un decreto municipal de desahucio, su futuro está en el aire

II – UN IMPULSO ANARQUISTA Y UN VECINDARIO INFRAVALORADO
¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de Comunidad Esperanza? Lo primero es explicar su nacimiento, algo que hace para nosotros Ruymán Rodríguez, miembro de la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC), el colectivo impulsor de la comunidad. 
«Llevábamos desde mediados de 2011 volcados en el tema de la vivienda, y decidimos pasar de los piquetes antidesahucio al plan B: el realojo de familias a las que no se les pudo parar el desahucio», nos dice Rodriguez hablando de un feroz contexto: en 2012 Canarias era la quinta región con más desahucios de todo el estado, con hasta 24 ejecuciones diarias.

La Federación Anarquista de Gran Canaria es el colectivo impulsor de la comunidad. ¿El contexto? Canarias como quinta región con más desahucios de todo el estado, hasta 24 ejecuciones diarias

Fue tras uno de esos piquetes cuando conocieron la situación de cuatro bloques abandonados en el municipio. «A principios de 2013 negociamos con la propietaria, la empresa Piornedo, que había quebrado. Y llegamos a un acuerdo: como los inmuebles estaban siendo vandalizados y desvalijados, nosotros los ocuparíamos con familias sin recursos a cambio de habilitar y mantener los pisos«, cuenta.
Su nacimiento de la mano de la FAGC, y el apoyo de esta son, en opinión de Rodríguez, claves en la presente amenaza de desahucio. «Por un lado quieren dejar los bloques vacíos y libres de cargas para que la SAREB, el banco malo, pase a explotarlo. Por otro, conecta el decreto con la decisión de la FAGC de desvincularse de la Esperanza para que no se acusase a esta de estar ‘dirigidos políticamente'».

Llegaron a un acuerdo con la empresa propietaria, en quiebra: familias sin recursos ocuparían los pisos a cambio de habilitarlos y mantenerlos

«Queríamos que la comunidad se gestionase sin ningún referente. Menos de un mes después llegó el decreto de desahucio. Sabemos que el alcalde pregunta a los vecinos por la FAGC, y que esperó a ese momento para intentar ‘coger a los vecinos desprevenidos’… Pero no se esperaba esta respuesta, ni legal ni de movilización«, apunta Rodríguez.

El alcalde infravaloró a las vecinas y vecinos. No esperaba esta respuesta. Cuando interpusieron los recursos, dejaron al ayuntamiento sin grapas y sin tinta

El activista cree que «los políticos han infravalorado a los vecinos y vecinas. Y no solo a nivel de movilización en la calle. Cuando interpusimos los recursos, dejamos al ayuntamiento sin grapas y sin tinta. No esperaban ese aluvión de papel», cuenta.
Ruymán Rodríguez se muestra orgulloso de una comunidad que puede hacer una curiosa historia en el pueblo: «Hemos hecho concentraciones pero en Guía jamás ha habido una manifestación en toda su historia. La nuestra, si esto sigue así, sería la primera de la historia».

En Santa María de Guía de Gran Canaria jamás ha habido una manifestación en toda su historia

III – ASAMBLEA CONTRA LA POBREZA EXTREMA
 
¿Cómo es la vida en la Esperanza?
La comunidad se organiza en base al principio igualitario de dar y recibir en función de las necesidades de cada persona. En cuanto al agua, «viene por cubas, nos abastecemos con 27.000 litros diarios que cuestan 100 euros por día por los que cada vecino paga una contribución voluntaria de 30 euros al mes. Hay horario de racionamiento, no hay agua durante todo el día», cuenta Rodríguez. 
La luz es de obra, la que estaba en los bloques desde el principio de la ocupación pactada con la empresa propietaria.
«El modelo es comunitario, asambleario y horizontal», describe Rodríguez. « Demostramos que se puede convivir en una microsociedad libertaria, pero sobre todo lo interesante es que no es un modelo exclusivo para gente anarquista. No es una cosa de 10 o 20 convencidos que viven en un centro social. Son decenas de familias necesitadas«.

Se organizan en base al principio igualitario de dar y recibir en función de las necesidades de cada uno. Cada vecino paga una contribución voluntaria de 30 euros al mes

 
En Comunidad Esperanza, donde niegan ser «okupas ilegales», se hace una asamblea general el último domingo de cada mes, y extraordinarias si así lo requieren asuntos concretos. En ellas se deciden el suministro, mantenimiento, limpieza, movilizaciones o las posibles disputas por convivencia.
Hay distintas comisiones, que Rodríguez pasa a enumerar: «la de mantenimiento, la comisión de talleres de entretenimiento con actividades infantiles o el cine que hacemos los sábados, también hay comisión de formación y alfabetización, una comisión de realojo para tramitar la entrada de nuevas familias, la comisión de huertos, comisión de solidaridad para almacenar y repartir ropa o juguetes, la comisión de información y la comisión de fortificaciones por si acaso hubiera un desalojo violento«.

Todo se decide en asamblea. Hay comisiones de mantenimiento, de formación, alfabetización, entretenimiento, realojo, huertos, solidaridad, información y fortificaciones

«De las 77 familias que hay, es posible que con trabajo remunerado y cotizando haya entre 5 y 10, no más», calcula Rodríguez. El resto vive de la economía sumergida, recogiendo chatarra, cuidando ancianos o realizando labores de limpieza
Muchos tratan de sobrevivir con lo que perciben de la Renta Activa de Inserción para parados de más de 45 años, o con subsidios inferiores a 426 euros. Otros viven de chapuzas que les van saliendo. «La gran mayoría vive en pobreza extrema. No podrían pagar un alquiler y comer a la vez«, señala.

De las 77 familias que hay, no más de 10 tienen trabajo relativamente estable. El resto vive de la economía sumergida, recogiendo chatarra, cuidando ancianos, realizando labores de limpieza o con chapuzas que van saliendo. Si no fuera por Comunidad Esperanza, no podrían tener techo y comida a la vez

IV – AZUCENA, FRANCISCO, MANUEL, YLENIA
En Comunidad Esperanza la historia de exclusión social es común pero no por eso faltan los nombres propios
Como el de Azucena, una chica víctima de malos tratos y joven madre soltera. Estaba en un centro de acogida pero se le acabó el plazo legal de estancia y tuvo que salir. Ocupó una casa, la desahuciaron y en la calle contactó con la FAGC. Comunidad Esperanza es el único sitio que tiene para estar con sus 3 hijos. Ahora, según Rodríguez, es una de las más implicadas, siempre a punto para hacer carteles o coger el megáfono.

Azucena es víctima de malos tratos y joven madre soltera. Desahuciada anteriormente, la comunidad es el único sitio que tiene para estar con sus 3 hijos. Siempre está a punto para hacer carteles o coger el megáfono

O Francisco, un hombre de origen colombiano de más de 45 años con 4 hijos. Después de conseguir un trabajo como barrendero, se quedó sin empleo con la crisis. Sufrió un desahucio y se quedó en la calle. Ni su compañera ni él cobran ningún subsidio
O Manuel, albañil en paro desde hace 8 años. El único ingreso de su casa son los 200 euros de paro de su mujer. 
O Ylenia, madre soltera de una niña que teme que el decreto de desahucio favorezca una amenaza institucional a la custodia de sus pequeños.
Y cuando habla de sus críos, está hablando del gran tesoro de su vecindario.

Francisco, de origen colombiano, tiene más de 45 años y 4 hijos. Ni su compañera ni él cobran ningún subsidio. Manuel está en paro desde hace 8 años. Ylenia teme que la amenaza de desahucio haga peligrar la custodia de su pequeña

V – SEÑORITA, NOSOTROS NO SOMOS OKUPAS
Porque Comunidad Esperanza es insultantemente joven. De los 202 vecinos, más de la mitad son menores de edad
«Todos están empadronados y escolarizados, es una de las cosas que teníamos claras desde el principio», apunta Rodríguez, para quien «el caso de los niños es quizá uno de los puntos más luminosos de la ocupación».
Y no solo porque, como manifiesta, ellas y ellos «den lecciones constantes de tolerancia, antimachismo o antirracismo»
10 de ellos han nacido ya en Comunidad Esperanza. Muchos otros están creciendo y viviendo su infancia o adolescencia en un ambiente que no entiende el bienestar si no se conjuga en plural.

De los 202 vecinos, más de la mitad son menores de edad. Todos están escolarizados. 10 de ellos han nacido ya en Comunidad Esperanza. Muchos otros crecen en un ambiente que no entiende el bienestar si no se conjuga en plural

En Comunidad Esperanza le dan la vuelta a la tortilla de los acompañantes psicológicos de la ocupación: la culpabilidad del insolvente y la constante sensación de amenaza. 
«Es una sorpresa muy agradable el contraste entre la actitud de estos chavales y la de muchos adultos«, sostiene Rodríguez. «Te quedas muy sorprendido también cuando tienen algún problema en el colegio, con niños de fuera de la comunidad».
Por ejemplo, cuando les llaman «okupas»
«Hace poco», cuenta Rodríguez, «un niño me enseñaba una redacción que hizo en el colegio para contestar a eso. Ponía: 
‘Nosotros no somos okupas. Hemos expropiado una casa’”.

FAGC: Las Ideas y los Hechos (Col.lectiu Bauma)

Las compas del Col.lectiu Bauma se han tomado la molestia y el trabajo de compilar y editar este libro con algunos de los textos de la FAGC, que sirven como bitácora de nuestra andadura. Esta es la reseña que le han hecho a este bonito libro (recordamos, por cierto, que como todos los libros vinculados con nosotras, ningún miembro de la federación ha percibido ni un euro por ellos). 
FAGC: Las Ideas y los Hechos és un llibre escrit des de la Federación de Anarquistas de Gran Canaria, una organització que, en la seva curta vida, ha aconseguit l’okupació d’immobles més gran de l’Estat espanyol i revolucionar consciències tot demanant que l’anarquisme surti del ghetto i torni al carrer, entre altres coses.
Siendo honestas, nuestra estrategia, tan definida sobre todo vista desde fuera, se va conformando con los hechos,  con la realidad, con lo vivido; a base de golpes, palos, heridas y decepciones. Planificamos metas, pero hemos de  improvisar las formas de llegar siguiendo el latido de las circunstancias, los biorritmos de la calle”
De forma horitzontal i autogestionària neix el 2013 la Comunidad la Esperanza, el projecte d’okupació més gran de l’Estat espanyol, amb 73 familias sense recursos (unes 260 persones, de les quals 160 són infants). Avui estan en risc de desallotjament.

Aquesta és una de las experiències més destacades de la Federación Anarquista de Gran Canaria, una meravellosa sorpresa par a l’anarquisme i  la lluita social dels nostres dias.
Amb la mirada clara, amb humilitat i molta feina dibuixen idees i fets que ens retornen l’esperança.
 
Hi trobareu una selecció dels seus millors articles i tuits que ens animen a la reflexió i l’acció.
En este lustro de lucha hemos esquivado bastantes balas, hemos desarrollado un trabajo agotador, extenuante, y la represión se ha cebado con nosotros; hemos parado desahucios, la mayoría de las veces tirando más de las herramientas, el ingenio y la voluntad que del apoyo de las organizaciones políticas; hemos ocupado cientos de inmuebles en los que hemos realojado a un millar de personas, mientras nos reunimos como bandoleros en los campos por la inseguridad de tener una sede fija; hemos iniciado e impulsado la ocupación más grande del Estado y hemos pagado su precio en sudor y experiencia; hemos hecho muchas cosas que aún saben a poco

Naturaleza de la OEP

El gran volumen de trabajo que se nos ha presentado dados los últimos acontecimientos nos ha impedido armar la Oficina de Expropiación Popular y dotarla de todos sus recursos. Por eso seguimos articulando la lucha a través de la antigua estructura de la federación. Sin embargo, estas jornadas de trabajo intensivo nos han ayudado a seguir profundizando en cuál debe ser la naturaleza de la OEP.
Aclaramos por tanto que la OEP no se basará en mecenazgos o tutelajes de ningún tipo; se encargará de asesorar, apoyar, acompañar, implicarse y compartir herramientas con los afectados, pero son estos mismos afectados los únicos que podrán elegir hasta dónde quieren llegar en su lucha. La OEP nunca podrá ir más lejos de lo que estén dispuestos los propios afectados. 

Para bien o para mal ellos elegirán en qué frente plantar batalla, cuándo rendirse y cuándo continuar. La OEP por su parte sólo decidirá qué tipo de colaboración aportar y cómo gestionar sus propios recursos. Decidirá sobre sí misma no sobre cómo actuarán quienes se acerquen a ella.
Es por otra parte un organismo abierto y amplio, por lo cual su propia naturaleza la irán determinando quienes vayan sumándose a él. No obstante, creíamos necesario aclarar este punto. Creamos una herramienta nueva, y si como FAGC no reclamamos méritos propios y tampoco vemos necesario pasar al otro extremo y atribuirnos potenciales errores ajenos, creemos que la OEP debe aspirar a tener la misma independencia y a garantizársela a sus participantes y colaboradoras. 

Día 14: La Esperanza Resiste (en imágenes)

Se cumplió el día 14 y los vecinos siguen en sus casas. Ya se los advertíamos hace un mes exacto: un decreto administrativo no basta para un desalojo. La intención del alcalde era asustarlos y que abandonaran el inmueble por su propio pie para ahorrarse un largo proceso de desahucio judicial; pero no le ha funcionado. El 14 los vecinos no se despertaban con la idea de abandonar sus casas; se despertaban con la idea de tenerlo todo preparado para el desayuno comunitario al que ibamos a invitar a todos los que quisieran acercarse, a los colectivos sociales y a los medios. Vista los escasos recursos de los vecinos, la FAGC contribuyó con 40 euros en churros para que nadie se quedara sin desayuno, y el día antes los propios vecinos de la Comunidad hicieron una colecta entre todos para comprar la leche y el chocolate. Tenía que ser un día trágico, pero lo convertimos en una celebración de nuestra fuerza colectiva. 
Mucho ha cambiado el estado de ánimo desde hace un mes. Esos vecinos que buscaban la mejor ubicación para fabricarse una chabola, esos niños llorando sin saber si podrían terminar sus estudios, ahora saben que aún queda mucha guerra que dar, se sienten fuertes, con posibilidades y sobre todo con capacidad de resistir. Hemos invertido este mes en recuperar la esperanza. Sin embargo, no echamos las campanas al vuelo. Esto es sólo un mes de lucha; el primero de muchos. Con las promesas de los políticos, la repercusión, podríamos realajarnos y creer que ya está todo hecho. Es lo que le interesa a los mecanismo del poder. No podemos aflojar el pistón, hemos de ir a más. Vamos a reunirnos con quienes nos apoyan y diseñaremos un nuevo calendario de movilizaciones, aún más ambicioso. Si de las reuniones con los políticos no sale un acuerdo satisfactorio en firme, seguiremos gritando en las calles hasta que se les haga imposible no oírnos. ¡La Esperanza sigue en LUCHA!

Día 13: Ahogamos al Ayuntamiento en papel (en imágenes)

A las 9:00 de la mañana una columna partía de la Comunidad para entregar los 42 recursos de reposición que tocaba entregar en el ayuntamiento del municipio para paralizar el decreto de desalojo firmado por el alcalde Pedro Rodríguez. Esta es la crónica en imágenes:
Se dan las últimas indicaciones antes de entregar los recursos

Hacemos piña lo momentos previos
Mostrando el recurso a los medios
Entrando al ayuntamiento «con estilo»
Desde primera hora lxs estudiantes de Educación Social de la ULPGC nos acompañan
Concentrados delante del ayuntamiento
Empezamos a tomar posiciones frente a las ventanas del consistorio
«¿Qué pasa, qué pasa? ¡Qué Pedro nos desahucia!»
Terminados los trámites volvemos a la Comunidad y enseñamos a los estudiantes cómo es la vida en «La Esperanza»
Foto de familia en el portón
Los ánimos están altos y espontáneamente los vecinos clavan sus pancartas al portón

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11 de Abril: Memorable día de Lucha (en imágenes)

Manifiesto que se leyó en varios momentos de la concentración:

El pasado 14 de Marzo una veintena de vecinos de la Comunidad “La Esperanza” (la comunidad ocupada y autogestionada más grande del Estado) recibían una notificación administrativa en las que se les informaba del decreto del alcalde de Guía Pedro Rodríguez: este decreto les daba un mes para abandonar sus casas y les amenazaba con cortarles el agua y la luz.
Los vecinos siempre hemos reclamado que nuestras viviendas pasen a ser vivienda pública en régimen de alquiler social y que con nuestros alquileres se pueda resarcir a la decena de compradores que invirtieron en el edificio. Así mismo hemos reclamado que se regularice el suministro de gua y luz, para que se nos ponga un contador y poder sufragar la electricidad, y para tener agua corriente y dejar de pagar las caras cubas que diariamente nos abastecen. Desde mediados del 2014 hemos puesto encima de la mesa estas reivindicaciones al alcalde Pedro Rodríguez y siempre hizo oídos sordos.
Hoy pretende echarnos de nuestras casas. Así que elevamos nuestra protesta y nuestras reclamaciones al mismo Gobierno de Canarias. Le exigimos a su Presidente Fernando Clavijo (CC), a su Consejera de Vivienda Patricia Hernández (PSOE) y también al Presidente del Cabildo Antonio Morales (NC), que dejen de guardar silencio ante esta situación y se pronuncien de una maldita vez.

No pueden desalojarnos, a 77 familias, 202 personas, con más de 100 menores, sin garantizarnos antes una alternativa habitacional digna y asequible a nuestros reducidos ingresos. Han sido sus políticas, las que nos han tenido años en paro, las que nos han hecho imposible el acceso a una vivienda, las que nos han obligado a tomar el techo que desde las instituciones se nos negaba. Ahora no pueden mirar hacia otro lado.
Acusamos directamente a Nueva Canarias, y a todos quienes comparten con ellos labores de gobierno y mantienen la boca cerrada, de firmar acuerdos contra los desahucios y contra la pobreza energética y al mismo tiempo intentar batir el record del mayor desahucio masivo de todo el Estado español: primero en la Esperanza con más de 200 personas y luego en Brisas de Sardina con otras tantas.
No vamos a permitir impunemente que se nos eche de nuestras casas. Reclamamos que se nos dé una alternativa habitacional ya o que nos dejen seguir dónde estábamos. Hasta que no suceda una de estas dos cosas LA CALLE SEGUIRÁ GRITANDO.
Ningún desalojo sin respuesta.
Preparando el «material de guerra»

Más munición

Algunas de las «madres coraje» de la Comunidad antes de salir de Guía

Comienza el ruido frente al Gobierno de Canarias

La concentración empieza a aumentar de número, llegan más vecinos y sobre todo estudiantes de la ULPGC

Se habla claro, se grita mucho

«Gobierno, escucha, La Esperanza está en lucha»

Foto de familia. Agradecidos a todas las personas y colectivos que acudieron

A mitad de la concetración interceptamos a la consejera de vivienda del Gobierno de Canarias Patricia Hernández y le hacemos escuchar nuestras exigencias. Dice, ante los medios, que «no se puede desalojar a 200 personas». Seguiremos presionando, no hay otra forma de que no sean sólo palabras

Última foto antes de abandonar el Gobierno de Canarias

Nos trasladamos al Cabildo, donde nos enteramos que hay reunión de alcaldes

Nos apostamos frente a la entrada principal

Leemos nuestro manifiesto nuevamente ante los medios

Pedro Rodríguez, el alcalde que quiere desalojarnos, se escabulle por la puerta trasera. Pero nos topamos con Fernando Clavijo, presidente del gobiern autonómico

El político afirma, también ante los medios: «si no hay denuncia de la propietaria no entiendo el decreto». A pesar de las espectativas generadas ni echamos las campanas al vuelo, ni consideramos esto una victoria, ni tenemos la confianza que aducen los medios. Las palabras sólo valen si se acompañan de hechos y se mantienen cuando se apagan las cámaras y los focos. Aún así, gran día de lucha; uno de los cientos que nos quedan por delante.

Una de las muchas crónicas que han hecho los medios de la concentración: La ‘Esperanza’ se planta delante del Gobierno de Canarias (Canarias Ahora)