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Categoría: Barricadas
Convocatoria de Huelga de Alquileres 1-A
Convocatoria de Huelga de Alquileres
Desde el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria convocamos a toda la clase obrera e inquilinaria a secundar la Huelga de Alquileres General e Indefinida que declaramos a partir de este 1 de abril de 2020.
La situación actual no puede ser más alarmante, y no sólo a niveles sanitarios sino también económicos y sociales. Las medidas adoptadas por el ejecutivo en relación al “Estado de Alama” decretado por el Covid-19, son medidas marcadamente anti-obreras (flexibilización de los ERTE) y que tocan la superficie (moratoria limitada de las hipotecas) ignorando lo básico: miles de familias que viven al día, que sobreviven con trabajos sin nómina, que han sido despedidas fraudulentamente y en cuyas casas no entra ningún ingreso debido al confinamiento, se exponen a la imposibilidad de hacer frente al pago del alquiler.
Los sectores más empobrecidos de la población, como arrendatarias, migrantes, personas sin hogar, trabajadoras domésticas, precarias, han sido completamente relegados e ignorados, como siempre.
Por todo esto, invitamos a todos los colectivos, plataformas y sindicatos a secundar esta Huelga de Alquileres, convocada también a nivel internacional (desde Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Suecia, Chile y los que se irán sumando).
Nuestras exigencias básicas son claras:
1º Suspensión inmediata del pago de la renta, especialmente para arrendatarios en situación de vulnerabilidad y para arrendadores que sean multirentistas o personas jurídicas (la minoría que no cumpla estos requisitos que reclame una Renta Básica Universal). Mientras no se adopte esta medida, sin ingresos suficientes y regulares, no pagaremos.
2º Que las viviendas abandonadas en manos de fondos, entidades financieras y bancarias (sobre todo las que han sido rescatadas con dinero público) sean socializadas y puestas a disposición de las miles de personas y familias que hoy carecen de hogar.
No sobran los motivos para proclamar a partir de este 1-A: ¡Huelga de Alquileres General e Indefinida!
NO COBRAMOS, NO PAGAMOS.
Hemos redactado también dos modelos de burofax (a persona física y jurídica) para que las huelguistas puedan comunicarle a la propiedad el motivo del impago:
Además de todo esto, hemos escrito una breve y sencilla circular interna para resolver dudas técnicas, legales y estratégicas, a los colectivos que quieran sumarse a la huelga. Para recibirla se pueden comunicar con el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria o la Federación de Anarquistas de Gran Canaria.
Convocatoria de otras compañeras que se suman a la Huelga de Alquileres internacional (en su caso convocan para el 31 de Marzo).
«Precaristas: Crónica de la lucha por la vivienda en Gran Canaria»
Inèrcia Docs / 2018
Un documental sobre la lucha de la Federación Anarquista y el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria . Una de las experiencias pioneras del estado. El primero de los muchos sindicatos autoorganizados que nacen desde abajo, en barrios y pueblos de todo el estado, desde la lucha por el acceso a la vivenda, parando deshaucios, con okupaciones masivas, realojos de famílias o bien en fincas adquiridas a través de cesiones semiinformales con la propiedad (de aquí el término precarista). Pero siempre defendidas con la acción sindical de barrio.
Experimentos de vivienda de matriz anarquista que han dado respuesta al escaso papel de las administraciones insulares, intentando aglutinar y expandir un movimiento popular a través de la cobertura de necesidades básicas.
Con un lenguaje audiovisual híbrido, entre el género periodístico, documental y experimental, el relato central se construye a través de un acercamiento íntimo a las famílias y se complementa con voces de diferentes actores políticos, empresariales, académicos y juristas de la isla. En la narrativa también hay espacio para una incursión en la dimensión turística de Gran Canaria (34% del PIB), explorando el impacto y la relación que tiene en la vivienda este monocultivo económico.
Un documental autogestionado que ha contado con la colaboración de colectivos de la comunicación como La Directa o Bauma y con una banda sonora a cargo de artistas como Silvia Tomas Trio, el grupo de rap Resiliencia y los djs Mash Masters.
¡Huelga de Alquileres YA!
¡Huelga de Alquileres YA!
Las inquilinas del Estado español son las que dedican, de toda Europa, mayor porcentaje de su sueldo a pagar el alquiler.
Miles de familias, en una situación agravada por el confinamiento a causa del Covid-19, no podrán hacer frente al pago de la renta el próximo mes.
Exigimos la suspensión inmediata del pago del alquiler, sobre todo cuando el arrendador sea una persona jurídica.
De lo contrario: ¡Huelga Arrendataria Indefinida!
Si no cobramos, NO PAGAMOS.
Federacion Anarquista de Gran Canaria: Anarquismo de barrio y apoyo mutuo
Fuente: TODO POR HACER
La Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) nace al calor de las movilizaciones del 15M de mayo de 2011. Tras décadas de prácticamente nula actividad de los movimientos sociales en Canarias diversos grupos desconectados coinciden en las plazas. En un primer momento La Federación se centra en actividades muy ideologizadas y que entrarían dentro del cliché del/la anarquista: acción directa en manifestaciones, antifascismo en las calles, confrontación con las grandes burocracias sindicales, etc. A pesar de considerar estas acciones necesarias, tras un proceso reflexivo llegan a la conclusión de que su propuesta práctica se encuentra alejada de la realidad social de su entorno, ofrecen soluciones para problemas que la gente no tiene y por el contrario no tienen nada que aportar ante los problemas diarios de sus vecinos/as.
A partir de ese momento deciden reorientar sus activismo hacia las personas más afectadas por las políticas capitalistas de la sociedad. Hay que tener en cuenta que, más allá de la imagen idealizada de sol y playas que se vende fuera para fomentar el turismo, las Islas Canarias cuentan con un 40% de población en riesgo de exclusión social, un 67% de población manifiesta que es incapaz de llegar a fin de mes, la tasa de paro se encuentra en el 21% frente al 13% nacional, se practican una media de 600 desahucios trimestrales, el precio de los alquileres es de los más altos del Estado sin embargo los salarios son de los más bajos.
El acercamiento que tiene la FAGC a esta realidad trata de ser lo más práctico posible, huyendo de dogmatismo y aceptando las contradicciones que supone aspirar a un mundo sin Estado ni Capital pero hacerlo en las condiciones que estos imponen. En un primer término se centran en la problemática de la vivienda, atienden mayoritariamente casos de alquiler y okupación. Cosechan ciertos éxitos en la paralización de desahucios, utilizando la solidaridad instintiva que existe en los barrios como herramienta política, haciendo realidad el «hoy por ti, mañana por mi» y siendo los/as propios/as afectados/as quienes paralizarán desahucios cuando sea otra persona la afectada. Al mismo tiempo, en los casos en los que los desahucios no pudieran ser paralizados se buscaban alternativas habitacionales mediante la okupación. Para dar cobertura organizativa a este movimiento sin que los/as implicados/as tengan que asumir la etiqueta «anarquista», aunque sus prácticas coincidan plenamente, se forma el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria.
Metidos/as en esta dinámica es cuando a principios de 2013 surge la oportunidad de dar un salto cualitativo y formar La Comunidad Esperanza.
Comienza La Esperanza
La Comunidad La Esperanza es la okupación más grande del Estado español, se trata de cuatro bloques situados en el municipio de Santa María de Guía, 76 viviendas en total dedicadas a realojar a personas que vienen principalmente de desahucios, actualmente se encuentran más de 210 personas viviendo allí. La propiedad se encuentra en régimen comunitario, esto implica que tanto los trabajos de mantenimiento como la resolución de los conflictos se gestionan entre los/as vecinos/as y que cuando familia deja una vivienda esta vuelve a la comunidad que se la cederá a otra familia que la necesite.
El éxito a base de trabajo y sacrificio de La comunidad La Esperanza fue respondido por la Guardia Civil con una campaña de hostigamiento Clic para tuitear
El éxito a base de trabajo y sacrificio de La comunidad La Esperanza fue respondido por la Guardia Civil con una campaña de hostigamiento, identificaciones y detenciones a sus habitantes, no era raro que los/as vecinos/as tuvieran que aguantar grabaciones por parte de agentes desde edificios cercanos. Ante esta situación los/as vecinos/as comienzan una campaña mediática bastante exitosa explicando la realidad de la comunidad y recabando apoyos y solidaridad con lo que la presión por parte de las fuerzas del orden se rebajó.
El Estado responde con represión
Es en este contexto en el que se produce en abril de 2015 la detención de uno de los portavoces del Sindicato de Inquilinas, Ruymán Rodríguez, basada en una denuncia por allanamiento que ya había sido retirada. En el cuartelillo el detenido es insultado vejado y golpeado como se recoge en el parte de lesiones realizado en el Hospital Dr. Negrín y en la causa por torturas que sigue abierta contra los guardias civiles. Por su parte la guardia civil acusa a Ruyman de «atentado a la autoridad» por una supuesta patada propinada por este en el momento de la detención. El pasado mes de diciembre el periódico local Canarias7 se hacía eco de los hechos de forma sesgada, reproduciendo solamente la versión de la Guardia Civil, sin contrastar las acusaciones e inventando otras que nunca existieron como la de coacciones.
Desde el Sindicato de Inquilinas afirman que tanto la detención como la campaña mediática suponen un ataque no solo a Ruymán sino a toda la Comunidad La Esperanza y a todas las personas que luchan para que no haya familias que duerman en la calle. «En primer lugar, desmentir una mentira es una buena forma de difundirla. En segundo lugar, enredarse en eso es una manera eficaz de empantanar el trabajo colectivo y desviarlo de otros objetivos» dicen desde la FAGC. Aun así son optimistas y confían en que el trabajo realizado haya tejido redes de solidaridad capaces de protegerles de la represión.
Reseña de Frank Mintz de «La verdadera Barcelona en llamas»
Reseña y opinión del compañero Frank Mintz sobre La verdadera Barcelona en llamas de Ruymán Rodríguez. Lucidez y agudeza del veterano militante e historiador anarquista.
Fuente: Fondation Besnard
Ruymán Rodríguez, La verdadera Barcelona en llamas, 31 pp., diciembre de 2019. 2 euros [Las ventas del folleto van para colaborar económicamente con la FAGC, Federación Anarquista de Gran Canaria], distribuido por la editorial Calumnia.
Este testimonio análisis es auténtico, aleccionador y muy positivo porque pincha muchísimos globos de la propaganda mediática de la prensa oficial y «Lo lamentable es descubrir que gran parte de la izquierda politizada, con sus columnas de opinión, comunicados, colectivos, sedes y asambleas, parecen estar analizando la realidad a través de dicha propaganda mediática. (p. 7)» Añado que fuera, en Francia por ejemplo, algunos grupos (ex-aún leninistas) casi equiparan los presos políticos catalanes a los cientosdepresos políticosen Argelia, Irak, etc. (no citan a Rusia, China y a Corea del Norte porque muchos conservan sus genes de admiraciónal socialismo real).
Ruymán Rodríguez parte de lo que vio: los supuestos comandos asalariados por grupos potencias ocultas «Son jóvenes que a menudo no superan los 18 años. En las calles de Barcelona no es raro encontrar a chicas y chicos de 15 o 16 años llevando la iniciativa en las manifestaciones y en los enfrentamientos con la policía.[…] no tienen más armas que la voluntad, el entusiasmo, el ensayo/error, el adiestramiento del día a día, la improvisación, la información boca-oreja y mucha rabia acumulada.(pp. 9-10)»
Para el autor esta rabia estalló con las sentencias del 14 de octubre de 2019 a penas de cárcel entre 9 y 13 años para catalanistas que sólo defendían sus ideas sobre la jurisdicción de España.
El mito de la libertad de expresarse pacíficamente en una sociedad autoproclamada democrática se desmoronaba. Quizás sea así, creo más en la repetida toma de conciencia de atacar de nuevo la hipocresía global del sistema político y su aceptación total del capitalismo (en Cataluña y por todas partes).
Por eso «En las manifestaciones hay también muchos jóvenes sin futuro, sin empleo, migrantes, cabreados por una Barcelona cada vez más inhabitable, concebida para ser consumida y no vivida. Jóvenes que antes de la sentencia ya estaban hartos de que los mossos les registraran y detuvieran por su color de piel. Jóvenes con empleos precarios que se lamentaban por tener que abandonar una manifestación o un corte de carretera porque tenían que entrar a trabajar en una feina de merda. Cuantos más de estos jóvenes se sumen al conflicto más se incidirá y profundizará en los aspectos sociales del mismo.(p. 14)»
Ruymán Rodríguez muy bien subraya las provocaciones policiales (de mossos y uniformados nacionales) buscando descaradamente mutilar gravemente (p. 17, como en Francia, Chile, etc.). Además, el autor refuta el mito de los gastos enormes acarreados por los manifestantes, por ejemplo la quema de contenedores. El autor muestra como «el Ayuntamiento de Barcelona estima en un millón y medio de euros el gasto por los contenedores quemados»(p. 29). ¡La patraña no tiene límites!
La respuesta a tantas manifestaciones no es forzosamente «política o reivindicativa. Hay también un factor lúdico, de ocio, que, sin ser mayoritario, no es irreal. En ocasiones ese factor no está reñido con la solidaridad y el compromiso en la lucha callejera y, aunque parezca paradójico, estos elementos pueden llegar a compenetrarse de forma bastante natural.[…] Otro elemento desconcertante es la aparente falta de un objetivo o plan concreto. Debe de haberlo, pero casi nadie parece conocerlo.[…] Esta dinámica me hacía darle vueltas a dos cuestiones: primera, la necesidad, ya mencionada, de una hoja de ruta ajena a las instituciones y a las organizaciones que éstas manejan; segunda, preguntarme dónde estaban “los míos”, las organizaciones y colectivos anarquistas.(pp. 17-19)»
Se suele decir que plantear un problema ya es anticipar la respuesta y Ruymán Rodríguez la presenta muy adecuadamente. Pero creo que más breve sería mejor y con sus propias palabras. «Aquellos anarquistas, y miembros de la llamada izquierda en general, que hoy cargan contra la juventud catalana están cometiendo el mismo error que ya cometieron con el 15-M. […] Cogidos por sorpresa, y sin mucho interés en moverse demasiado (ni a nivel de replanteamientos ideológicos ni de actividad inmediata), adoptan la cómoda postura de cuestionarlo todo pero sin hacer nada. […] No están comprendiendo a su juventud, reduciendo su propia ideología “revolucionaria” a un artefacto senil, pretérito, impracticable, que no arrastra ni una pizca de la utilidad que pudo tener en el pasado.[…] Al final los jóvenes les dirán lo mismo que ellos dijeron en su día [1968] a otros censores:«[…] preferimos trabajar en acuerdo con centenares de revolucionarios que, sin llevar la etiqueta de anarquistas, lo son para nosotros mucho más que ciertos burócratas.(pp. 20-23)»
Infelizmente, el problema es que a menudo salimos [los ancianos como yo] «sin espejo» o «sin recuerdos de nosotros mismos». Me lo explicó [hacia 1963] un amigo y cenetista exiliado antifranquista [de verdad] con una secuencia de la película Viva Zapata [1952] de Elia Kazan. Zapata ya es jefe con un espacioso despacho, el edecán le trae una lista de sospechosos y Zapata la lee; de repente se acuerda de que estuvo preso con otros frente a un oficial que tenía una lista igual de sospechosos para elegir a quiénes fusilar. Y entonces Zapata rasga la lista y la tira y se vuelve a la guerrilla con la gente de a pie.
Dejo de lado si el amigo, Liberto Sarrau, aragonés y catalán fue lógico consigo mismo o si yo, sin etnia muy pura y muy clara, fui y soy lógico frente al espejo. Otro problema es cuando el militante, joven o veterano, ni sabe qué es un espejo moral y se toma por un cura-predicador-comisario político hablando a analfabetos (que enseguida le identifican perfectamente como persona inútil).
Ruymán Rodríguez propone muy bien otra manera (para no seguir siendo estúpido): «Tu comportamiento habla más de tu propuesta política y social que ningún discurso.[…] merece la pena moverse, tensionar la situación, ganar peso, experiencia y número de cara al futuro, llevar los acontecimientos hasta sus límites, luchar sin idealizaciones ni esperanzas vagas […] (pp. 25, 28)»Coincido con el autor cuando concluye sobre lo que sucedió (y puede continuar) en Cataluña: «es un pueblo que está empezando a perder el miedo. Esa es la verdad sobre las llamas de Barcelona.»
La verdadera Barcelona en llamas
Se han escrito, pensado y dicho tantas mentiras sobre los disturbios de Barcelona, que si llegaran a materializarse podrían verse desde el espacio con mucha más facilidad que la Gran Muralla China.
No me cuesta suponer que muchos de los que reproducen esas mentiras o bien no han pisado Catalunya desde que el lunes 14 de octubre se hacía pública la sentencia del procés y empezaban las movilizaciones o, si la han pisado, no se han enterado de nada. Pero estoy convencido de que los autoproclamados “profesionales de la información”, que sí la han pisado, que sí se han enterado de todo y que aún así intoxican deliberadamente, lo hacen respondiendo a los mandatos directos del poder y a una bien definida estrategia propagandística. Lo lamentable es descubrir que gran parte de la izquierda politizada, con sus columnas de opinión, comunicados, colectivos, sedes y asambleas, parecen estar analizando la realidad a través de dicha propaganda mediática.
La verdad sobre esta última reedición de La Rosa de Foc tiene muy poco que ver con lo que nos han contado o mostrado. Por un lado, uno esperaría al llegar a Barcelona encontrarse con una ciudad colapsada, con la “gente de orden” metida en su casa y la vida urbana completamente paralizada. La realidad, por el contrario, es que la gran mayoría de habitantes sigue con sus rutinas y hábitos callejeros normales. Esto no quiere decir, necesariamente, que no les interese lo que está pasando en su ciudad, ni que sean ajenos al conflicto. Al contrario, es el tema de conversación constante y es imposible saber si el vecino que apura un vermú en una terraza no está haciendo tiempo para sumarse a una movilización esa misma tarde. De hecho, es raro ver a alguien alarmarse por oír un pelotazo de goma a lo lejos o por ver a manifestantes corriendo por las calles. No sabría decir si es una cuestión de desconexión entre ambas realidades o de costumbre, de haberse habituado a lo inhabitual.
Pero la gran mentira sobre las llamas de Barcelona va mucho más lejos, o al menos más a las vísceras. ¿Comandos internacionales bien organizados y bien financiados detrás de los disturbios? ¿Un movimiento exclusivamente nacionalista motivado por aspiraciones supremacistas? La realidad de las barricadas y de la calle no tiene nada que ver con eso.
En primer lugar, la media de edad de quienes están protagonizando las protestas es llamativamente baja. Son jóvenes que a menudo no superan los 18 años. En las calles de Barcelona no es raro encontrar a chicas y chicos de 15 o 16 años llevando la iniciativa en las manifestaciones y en los enfrentamientos con la policía. La gran mayoría ha nacido en el siglo XXI, y nada tienen que ver con “revolucionarios profesionales”, “antisistemas de origen europeo” y demás mitos que los medios han hecho circular estos días. De hecho, ojalá hubiera más grupos organizados metidos en el conflicto. Porque hoy por hoy casi todo el peso de la lucha, también a nivel represivo, está recayendo sobre unos jóvenes que pueden parecer “expertos” de cara al exterior, pero que realmente no tienen más armas que la voluntad, el entusiasmo, el ensayo/error, el adiestramiento del día a día, la improvisación, la información boca-oreja y mucha rabia acumulada. Los tutoriales de Internet, el aprendizaje sobre el terreno y puede que un breve consejo de algún veterano aislado, están haciendo más por mantenerlos seguros y a salvo que ninguno de esos fantasmagóricos grupos bien financiados (aún nadie me ha contestado a cuánto se paga el contenedor en llamas) con los que todavía nadie se ha encontrado. La espontaneidad está marcando gran parte de la lucha y también muchas de las acciones concretas, con todo lo positivo, pero también peligroso, que tiene esto.
Por otra parte, ¿qué es lo que mueve a esta juventud a tomar las calles? Sería excesivamente simplista y caricaturizador reducirlo todo al nacionalismo catalán. Sí, ciertamente ese factor está muy presente y se deja notar, desde las banderas a las consignas. Sin embargo, sólo un análisis de brocha gorda podría defender que el patriotismo es lo que mantiene al 100% de los manifestantes en pie de guerra. La realidad es mucho más compleja y tiene que ver bastante con las fisuras en la narrativa del Estado.
Durante décadas a varias generaciones (los que nacimos entre 1978 y la primera década del 2000) se nos ha dicho, y a veces convencido, de que en democracia podía defenderse cualquier idea, incluso la independencia, siempre y cuando fuera de forma pacífica. Este era el caballito de batalla contra la izquierda abertzale en los años más duros de ETA. El mantra ha seguido repitiéndose hasta nuestros días. Las censuras y detenciones arbitrarias por delitos de opinión podían ir fisurando el relato, pero en casi todas partes y ambientes ha seguido incuestionable. El 1 de octubre de 2017 se abrió una importante grieta con la brutal represión policial que sufrió Catalunya el día del famoso referéndum. Pero fue el pasado lunes 14 de octubre cuando la música dejó de sonar, el telón cayó y la máscara se rompió. Miembros de la alta burguesía, cargos públicos, de partidos y asociaciones, gente con miles de votantes y seguidores a sus espaldas, personas que siempre han ejercido de bomberos ante procesos callejeros que no pueden controlar, pacifistas ad nauseam, eran condenados por el Tribunal Supremo a penas de cárcel de entre 13 y 9 años por defender la independencia. Esta sentencia provocaba dos conclusiones muy claras: primera, el soniquete de que “todo vale en democracia mientras no se use la violencia” había caído al suelo hecho añicos y se llegaba a la deducción de que si te podían caer varios años de cárcel por no hacer nada, mejor que te cayeran por “hacer algo”; segunda, si el Estado español podía hacer eso con los “próceres” del catalanismo, ¿que no podría hacer con el resto? Hay veces que la sensación de amenaza, de un terror que se abalanza sobre nosotros, nos lleva a recluirnos; otras, a enseñar los dientes. Es en esto último en lo que está la juventud catalana.
Muchos de estos jóvenes acompañaron a sus padres a votar el famoso 1-O, y los vieron sangrar, con las manos en alto, mientras la policía los apaleaba impunemente. El relato pacifista de sus mayores se había disuelto y ya no había forma de recomponerlo. Los pasos dados por el Estado español y su aparato policial-judicial han tenido mucho que ver, por tanto, con esta inversión de la corriente. Dinámica de la que tampoco escapan la Generalitat y los partidos independentistas, de derecha a izquierda. El fenómeno de la “independencia en diferido”, los paripés y proclamaciones simbólicas que evidenciaban más miedo a un pueblo catalán sin riendas que al propio Estado español, han hecho que el manifestante actual, incluso el independentista, sienta cada vez mayor aversión por unas instituciones y unos partidos cuyo prestigio se deteriora a pasos agigantados.
Sin embargo, ni siquiera esto abarca todas las motivaciones. En las manifestaciones hay también muchos jóvenes sin futuro, sin empleo, migrantes, cabreados por una Barcelona cada vez más inhabitable, concebida para ser consumida y no vivida. Jóvenes que antes de la sentencia ya estaban hartos de que los mossos les registraran y detuvieran por su color de piel. Jóvenes con empleos precarios que se lamentaban por tener que abandonar una manifestación o un corte de carretera porque tenían que entrar a trabajar en una feina de merda. Cuantos más de estos jóvenes se sumen al conflicto más se incidirá y profundizará en los aspectos sociales del mismo.
La actuación de la policía, tanto la nacional como los mossos, está deliberadamente forzando la radicalización de la situación. Más allá de lo visto en redes sociales (pelotazos de goma directamente al cuerpo, atropello de manifestantes, palizas a ancianos, pisar a detenidos en el suelo, porrazos en la nuca, detenciones arbitrarias, cargas indiscriminadas, persecuciones mientras lanzan carcajadas de psicópata por el megáfono de un coche patrulla, 4 personas tuertas por los citados pelotazos de FOAM), he podido comprobar personalmente la provocación sistemática empleada como táctica policial: he visto a mossos haciéndome directamente una peineta mientras pasaba a su lado; les he escuchado mandar a la gente “a tomar por culo con su jodida república”, en perfecto castellano, intentado marcar las sílabas, tanto como fuera posible, para intentar que un idioma se convierta, de por sí, en un insulto; les he visto abrir una barrera policial, con 100 metros de tierra de nadie a sus espaldas, en pleno prime time televisivo, para permitir que un “agente provocador” lanzara a la masa concentrada gritos de “¡arriba España!”, en un burdo intento de propiciar una agresión colectiva que justificara la carga de los antidisturbios. Todo esto, desde luego, no es casual y debe responder a una estrategia bien pensada. No obstante, es imposible mantener permanentemente la táctica de la tensión. Es verdad que a veces la cuerda cede, pero también es cierto que a veces se rompe con una sacudida violenta. Las consecuencias, entonces, no pueden preverse.
El conflicto, en síntesis, tiene algunos aspectos que desde el punto de vista subversivo (lo siento, pero no tengo otro) marca un antes y un después: la ruptura emocional de la gran mayoría de los manifestantes con el Estado español es prácticamente absoluta; aunque el divorcio con las instituciones y partidos catalanes, y con sus plataformas sociales, aún no es completo, entre los jóvenes crece el descontento y se dan los primeros síntomas de separación; el mito de la nostra policia, reforzado especialmente tras los atentados de las Ramblas del 17 de agosto (2017) y del 1-O, se resquebraja la primera semana de protestas después de todo lo relatado; la línea roja marcada por el pacifismo empieza a desdibujarse y la censura de acciones hipócritamente consideradas “violentas” se considera fuera de contexto en círculos cada vez más amplios (es complicado considerar violento la quema de un contenedor1 cuando cada día de movilización arroja uno o dos manifestantes mutilados).
A pesar de que estos disturbios suponen un punto y aparte (aún es pronto para valorar su magnitud en nuestra historia contemporánea, pero ya podemos confirmar que ha roto ciertas barreras que por ejemplo nunca tocó el Movimiento 15-M), sería absurdo caer en idealizaciones. Por un lado supondría una exageración afirmar que detrás de todos los manifestantes hay una pulsión política o reivindicativa. Hay también un factor lúdico, de ocio, que, sin ser mayoritario, no es irreal. En ocasiones ese factor no está reñido con la solidaridad y el compromiso en la lucha callejera y, aunque parezca paradójico, estos elementos pueden llegar a compenetrarse de forma bastante natural. Sin embargo, la imagen de jóvenes con vasos de alcohol en la mano, haciéndose un selfie con sus parejas y amigos delante de una barricada en llamas, reduciendo los disturbios a un momento más de una noche de fiesta, no es sólo propaganda. Pero este es un fenómeno que guarda más relación con nuestro modelo social que con este conflicto concreto, de hecho, en una ciudad tan turistificada como Barcelona, he llegado a ver a familias de turistas asiáticos haciéndose fotos delante de contenedores volcados.
Otro elemento desconcertante es la aparente falta de un objetivo o plan concreto. Debe de haberlo, pero casi nadie parece conocerlo. Una pregunta común, en los cortes de carreteras, las manifestaciones y los propios disturbios era: “¿y ahora qué?”. Muchos eventos acaban convirtiéndose en un deambular sin rumbo fijo, ante la ausencia de una finalidad definida. De hecho a veces pensaba, seguro que ingenuamente, que el primer sujeto o colectivo que expusiera un programa estratégico con puntos asumibles se llevaría el gato al agua. Esta dinámica me hacía darle vueltas a dos cuestiones: primera, la necesidad, ya mencionada, de una hoja de ruta ajena a las instituciones y a las organizaciones que éstas manejan; segunda, preguntarme dónde estaban “los míos”, las organizaciones y colectivos anarquistas.
Seguramente deben de haber muchas individualidades desparramadas en cada movilización, pero eché en falta la presencia coordinada de los grupos libertarios. Los compañeros anarquistas con los que traté me explicaron que esto era muy difícil dada la configuración atomizada del movimiento anarquista de la ciudad. Aún así me extrañó que, ante acontecimientos de tanto calado social y político, no surgiera un rudimentario acuerdo de mínimos. Ojalá las mentiras de la prensa, sobre el fuerte peso de los anarquistas en las protestas, se aproximaran a la verdad.
Si algo nos enseñó el 15-M es que los movimientos políticos siempre rinden cuentas ante la historia. El 15-M no fue un movimiento revolucionario y estuvo muy lejos, como el actual movimiento catalán, de ser perfecto y estar exento de contradicciones (para eso habrá que esperar al Paraíso revolucionario). Sin embargo, allá donde los anarquistas participaron las ideas libertarias bien definidas confluyeron con las intuitivas, el movimiento anarquista creció o se fortaleció (ejemplo es la FAGC en Gran Canaria) y pudo dejar su impronta en los acontecimientos. Donde el anarquismo se inhibió, si no tenía de por sí demasiada vida autónoma previa, acabó siendo representado como un conjunto de inútiles cascarrabias únicamente interesados en perorar y en poner palos en la rueda del movimiento. Proyectarse, no como un movimiento de lucha social, sino como un grupúsculo puramente dialéctico, no puede hacerse sin pagar un precio histórico y social muy elevado.
Aquellos anarquistas, y miembros de la llamada izquierda en general, que hoy cargan contra la juventud catalana están cometiendo el mismo error que ya cometieron con el 15-M. Toda la vida hablando de tomar las calles y las plazas, de despertar y levantarse, de barricadas y disturbios, y cuando esto pasa les pilla con los pantalones bajados porque no ha habido una mínima preparación, ni siquiera una mínima convicción, de que se pudiera pasar de los discursos y las teorías abstractas a la realidad práctica. Cogidos por sorpresa, y sin mucho interés en moverse demasiado (ni a nivel de replanteamientos ideológicos ni de actividad inmediata), adoptan la cómoda postura de cuestionarlo todo pero sin hacer nada. Con esa actitud se están posicionando, tanto antes como ahora, como el ala derecha de los movimientos sociales, cuando no como el ala izquierda de los movimientos reaccionarios. No están comprendiendo a su juventud, reduciendo su propia ideología “revolucionaria” a un artefacto senil, pretérito, impracticable, que no arrastra ni una pizca de la utilidad que pudo tener en el pasado.
Lo mismo le ocurrió a algunos de la “vieja guardia” libertaria con los jóvenes que protagonizaron el Mayo del 68. Eran incapaces de analizar una explosión social de ese tipo –que no habían organizado directamente ellos, sino la nueva generación militante– sin quitarse las lentes de sus planteamientos clásicos. Podían entender que las banderas negras volvían a las calles y reconocían que el interés por lo libertario estaba resurgiendo, pero eran incapaces de comprender enteramente el proceso, de sentir afinidad por unos jóvenes tan diferentes de sus antecesores y por un lenguaje completamente nuevo. Por eso trataban a los protagonistas de las luchas con cierto desdén y adultismo, considerando que su radicalismo se curaría con la edad2. Esto, aunque a la larga pudiera ser cierto, no es nunca una buena forma de acercarse a un proceso. Lo lamentable y paradójico es que muchos de los que participaron en el Mayo del 68 juzgan hoy a la juventud catalana con la misma severidad con la que se les enjuició a ellos entonces. Al final los jóvenes les dirán lo mismo que ellos dijeron en su día a otros censores: “[…] preferimos trabajar en acuerdo con centenares de revolucionarios que, sin llevar la etiqueta de anarquistas, lo son para nosotros mucho mas que ciertos burócratas”3.
En definitiva, hemos de huir de estas actitudes como de la peste. El anarquismo debe aprovechar estas situaciones para mostrarse práctico y resolutivo, como una opción de desbloqueo real en las reflexiones y en las calles. Ojalá todas las energías que se invierten en discusiones bizantinas sobre entelequias se invirtieran en desarrollar una hoja de ruta, un programa, entendible y asumible, que viniera a proponer cosas tan concretas como que los disturbios no cesarán hasta que no haya una amnistía que abarque no sólo a los presos del procés sino a todos los detenidos estos días (inasumible para el Estado español, pero al menos marca un objetivo) y se empezaran a generar las estructuras necesarias para mantener la tensión un tiempo indefinido. Si somos incapaces de generar algo tan “macro”, quizás sería interesante concentrarnos en diseñar una estrategia de objetivos concretos en las movilizaciones. Tomar un espacio, ocupar una institución, colapsar un recurso, como pasó con el aeropuerto de El Prat el primer día de movilizaciones, es un objetivo claro, con principio y fin. La dinámica de “barricada-carga policial-correr” y vuelta a empezar puede ser muy útil a nivel de aprendizaje y de generar músculo revolucionario, pero es muy difícil mantenerla durante prolongados períodos de tiempo. Los jóvenes que están en esto por ese aspecto lúdico que comentaba antes, abandonarán las calles cuando la cosa deje de ser “divertida”. Los jóvenes con compromiso político y los que se mueven por motivos sociales, sí seguirán ahí cuando la “novedad” se acabe, pero un movimiento no puede sobrevivir asumiendo un coste tan elevado a niveles represivos. Con una media de 30 detenciones al día (200 detenidos en 6 días) se corre el peligro de agotarse. Es por eso importante replantearse la táctica y la estrategia, en qué incidir y qué cambiar.
Y si no estamos para reflexionar sobre nada de esto, es importante que al menos estemos en las calles, que se note nuestra presencia, no renunciar a la propaganda por el hecho. Desde fuera puede parecer que carece de importancia, pero estar ahí, y no renunciar al discurso propio, es vital. Y lo he podido comprobar personalmente. De lo más pequeño a lo más grande, en cualquier momento puedes ahondar en un conflicto, radicalizar una situación, mostrar eficacia o experiencia. Tu comportamiento habla más de tu propuesta política y social que ningún discurso. Cuando un grupo de manifestantes se sientan y empiezan a entonar de nuevo el “som gent de pau”, es importante que una presencia discordante les recuerde que sentados invitan a que carguen y que dejan expuesta una zona del cuerpo tan sensible como la cabeza. Cuando los cánticos capacitistas y machistas se abren paso, es necesario romper esa dinámica e introducir consignas anticapitalistas o libertarias que sirvan de contrapeso. Cuando un grupo de jóvenes corren descamisados y a cara descubierta huyendo de las sirenas, es difícil que se olviden del militante anarquista que les hizo un tutorial in situ sobre cómo taparse completamente el rostro y la cabeza con las camisetas que colgaban de sus cinturas. Cuando los ánimos están inflamados después de cantar Els segadors, no está de más recordar a quienes te rodean que la letra de ese himno la compuso un antiguo anarquista llamado Emili Guayavents (1899) y que de ahí viene lo de: “com fem caure espigues d’or/quan convé seguem cadenes”4 y disfrutar de cómo los pibes y pibas que te han escuchado empiezan a comentar el dato. Cuando un fascista se embosca para reventar una manifestación, puede suponer un cambio de perspectiva entre los presentes que sea un anarquista el primero en detectar la jugada y en expulsar al “agente provocador”. Todo esto, aunque apenas suponga una minúscula gota más en la corriente, es importante para alimentar el cauce y empujarlo fuera de las aguas mansas.
Lo repito: no estamos ante una revolución, ni estamos tampoco ante una lucha perfecta. Ninguna lo es, ninguna lo será. Los agoreros que en cada revuelta o movilización social denuncian que “no durará”, que “fracasará” o que “no es una revolución integral”, siempre tienen y van a tener razón. La tienen ahora con respecto a los disturbios de Catalunya, la tuvieron hace poco en relación al 15-M, la tuvieron hace mucho cuando hablaban del Mayo del 68, pero también la habrían tenido si hubieran estado vivos el 19 de Julio de 1936 y hubieran podido recorrer las calles de Barcelona. Todas las revoluciones y conatos de revoluciones que se han producido, a lo largo de la historia de la humanidad, o han fracasado o han sido traicionadas, y muchas de ellas han sido lo suficientemente parciales como para que el término revolución les quede, tal vez, demasiado grande. Los agoreros no aciertan porque sean unos “genios clarividentes”, lo hacen porque su horizonte analítico tiene, en realidad, la misma complejidad que la de recordarnos que todos vamos a morir5. La cuestión es si, conociendo esa obviedad, el alto porcentaje de fracaso, desmovilización y represión que nos espera, merece la pena moverse, tensionar la situación, ganar peso, experiencia y número de cara al futuro, llevar los acontecimientos hasta sus límites, luchar sin idealizaciones ni esperanzas vagas o, por el contrario, quedarse cruzados de brazos, criticando desde la distancia, y esperando a que nos llegue la muerte. Como decía Simone Weil: “no me gusta la guerra, pero en la guerra siempre me pareció que lo más horrible era la situación de los que permanecían en la retaguardia”6.
Al regresar de Barcelona una compañera del Sindicato de Inquilinas me preguntó: “al final, los que están en las calles, ¿quiénes son? ¿Son independentistas o son antisistema?”. Y le tuve que contestar lo que vi: son pueblo, simplemente pueblo, un pueblo que está empezando a perder el miedo. Esa es la verdad sobre las llamas de Barcelona.
Ruymán Rodríguez
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1 La táctica de la criminalización ha tratado, como siempre, de arrastrar a la gente por las tripas, y los medios no han parado de difundir las cifras del Ayuntamiento de Barcelona que estima en un millón y medio de euros el gasto por los contenedores quemados. La reacción de mucha gente ha sido la de no explicarse como un Ayuntamiento puede comprar a un precio tan elevado unos simples contenedores. ¿Se los compra acaso a Swarovski?
2 Para conocer más sobre el conflicto ideológico y generacional que supuso el Mayo del 68 dentro del movimiento libertario, es recomendable leer el capítulo (“1968. La revuelta antiautoritaria en Europa” pp. 219-246) que Octavio Alberola y Ariane Gransac le dedican a dicho acontecimiento en su libro El anarquismo español y la acción revolucionaria (1961-1974) (2004, Ed. Virus). En dicho libro también se explica que el desencuentro se escenificó ostensiblemente en el Congreso Anarquista de Carrara (Italia) de 1968. Para más información sobre dicho congreso y sus cuitas internas recomiendo el artículo de Luis Nuevo “Congreso Anarquista Internacional de Carrara de 1968. El anarquismo delante del espejo” para la Redacción de Noticias de Alasbarricadas.org.
3 Escrito de los editores de Noir et Rouge leído en el citado Congreso de Carrara, ibíd.
4 “Como hacemos caer espigas de oro/cuando conviene segamos cadenas”.
5 En realidad, nadie conoce la fórmula exacta para que una revuelta vaya a más y pueda amenazar con transformar verdaderamente las cosas. De hecho, es casi imposible de prever. Como explica Éric Hazan en el capítulo “Politización” (pp. 21-42) de su ensayo La dinámica de la revuelta (reeditado este mismo octubre del 2019 por Virus Editorial), ni siquiera el nivel de politización del pueblo es un factor clave para ello. Hubo momentos históricos en los que las revoluciones fueron más provocadas por el hambre y la desesperación que por la politización de las masas (Francia 1789, Rusia 1917), otros en los que politización confluyó con factores económicos y sociales (España 1936) y otros donde a pesar del alto nivel de politización no ocurrió nada a efectos revolucionarios (Italia en la década de los 70). La revolución es y será siempre un campo abierto a la experimentación, donde la historia sirve de pista pero no de brújula.
6 En H.M. Enzensberger, El corto verano de la anarquía, 1998, p. 170, Ed. Anagrama.
Charla en El Raval de Ruymán Rodríguez sobre Anarquismo de barrio
32 aniversario de El Lokal (El Raval, Barcelona) el 19/10/2019 en el Àgora Juan Andrés. Charla de Ruymán Rodríguez de la Federación Anarquista de Gran Canaria y del Sindicato de Inquilinas sobre Anarquismo de barrio.
Nuevo ataque del Conde y el Ayuntamiento contra los vecinos de los Barracones
Desde hace años, el Conde de la Vega Grande y sus subordinados intentan echar por todos los medios posibles a los vecinos de los llamados Barracones o Cuarterías del Conde (ubicadas en Juan Grande, San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria) de las viviendas que él mismo les concedió, o a sus padres y abuelos, cuando toda esa zona estaba dedicada a la explotación agrícola del monocultivo del tomate y ellos eran sus jornaleros.
La última ocurrencia para echarlos, hace dos años, fue intentar derribar las viviendas “por las bravas”, metiendo maquinaria pesada y destrozando uno de los inmuebles que había conseguido desalojar, previo acuerdo con su anterior inquilina. Pero el resto de la casi veintena de familias que viven ahí ya han manifestado, por activa y por pasiva, que no piensan marcharse. Son de clase trabajadora, esas han sido sus casas durante décadas (algunos llevan viviendo ahí unos 50 años) y no las abandonarán mientras no se les garantice otra alternativa habitacional como mínimo igual de digna.
Sin embargo, el Conde y su gente, con la complicidad del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, prácticamente un apéndice del vetusto condado, no han cejado en su empeño. Como también han pretendido con otras cuarterías del municipio, a través de burofaxes, presiones y la amenaza constante del desalojo forzoso, intentan minar la resistencia de los vecinos.
Si nada de esto funciona, pasan al ataque frontal, y es eso lo que está ocurriendo en los Barracones desde hace 2 días. Operarios de la finca condal, con la obligada connivencia del Ayuntamiento, están levantando un gigantesco molino eólico aledaño a las viviendas de los 63 vecinos de las cuarterías. Esta obra es a todas luces ilegal pues según la última normativa que regula el establecimiento y explotación de aerogeneradores:
Decreto 6/2015
Artículo 29.2. Cuando el planeamiento aplicable no imponga separaciones mayores, la distancia entre un aerogenerador y un núcleo habitado no será inferior a 250 metros para aerogeneradores de potencia inferior a 900 kW y a 400 metros para aerogeneradores de potencia superior.
Como puede apreciar cualquiera que se acerque a la zona, la distancia es a todas luces inferior tanto a los 400 como a los 250 metros estipulados para los aerogeneradores más pequeños. ¿A qué responde todo esto? Es un nuevo intento de coaccionar a los vecinos para que abandonen sus viviendas sometiéndolos al ruido y a las molestias constantes que supones los molinos eólicos industriales.
Por todo esto invitamos a todos los medios de comunicación a personarse en el lugar para que puedan contrastar nuestra denuncia, informarse con los vecinos y a poder ser interrogar al Ayuntamiento y al propio Conde sobre este nuevo intento de acoso inmobiliario.
SIGC
Kuwasi Balagoon: un antecesor moderno del anarquismo de barrio
En los Estados Unidos de América de los años 60 y 70, la lucha antirracista, inicialmente impulsada por el movimiento de los derechos civiles de mediados de los 50, fue derivando en un movimiento de liberación negra bastante combativo y articulado de forma callejera. La organización más emblemática, más alejada de la sofistica religiosa y con los pies en el barrio, fueron los Panteras Negras. Aunque convertida en un referente de la cultura pop, realmente poco se han estudiado sus vicisitudes internas, tendencias, éxitos y fracasos fuera de los EE.UU. La figura del militante armado es hoy un icono, pero fueron un referente en otros campos menos épicos, como su programa de desayunos para alimentar a los niños pobres de barrios como Harlem. En Gran Canaria, varias décadas después, la FAGC se dio cuenta de la importancia de conjugar conflicto con fabricar tejido barrial cuando la propia policía, previa detención, llegó a recomendarnos que mejor nos dedicáramos a quemar contenedores y dejáramos de joder realojando a familias sin recursos.
Rodeados por un movimiento contestatario juvenil masivo con demasiada tendencia a caer en el simple folclore, el abuso de drogas y la espiritualidad psicodélica, los Panteras supieron mirar a los barrios negros empobrecidos y empezar a construir desde la base. Es una deriva que también se produciría en grupos como los libertarios Motherfuckers1 (los “Hijos de puta”), que de grupo dadaísta dedicado a las performance de “terrorismo artístico” pasó a organizar a muchos jóvenes marginados de Nueva York y a impulsar proyectos de okupación de viviendas y reparto de víveres. Sin embargo, pocos causaron tanto impacto en el imaginario colectivo como los Panteras.
Sin embargo, es importante analizar los aspectos críticos del colectivo para sacar una lección lo más completa posible de su trayectoria. Fue la represión la que en gran parte acabó con la época dorada del partido, pero sería muy pueril reducirlo a eso. El dirigismo y la férrea jerarquía, propias de una organización de mayoría marxista-maoísta; el culto a la personalidad, que salpicaba a toda la organización con las distintas mierdas de sus líderes2; el machismo (en una organización con gran número de mujeres); el ultranacionalismo ciego; la corrupción y la absorción por parte de la sociedad del espectáculo, acabaron carcomiendo a los Panteras por dentro, por no hablar de la cárcel, los asesinatos ordenados por el gobierno, las infiltraciones, el control social obtenido con la introducción estratégica de la heroína en los barrios afroamericanos y la participación del FBI, e incluso la CIA, en su eliminación física3.
Esta lectura crítica no sólo podemos hacerla hoy desde la distancia; en su época también fue hecha por una minoría de Panteras que empezaban a desconfiar de los cuadros dirigentes, las vanguardias y los programas revolucionarios parciales. Una minoría que ya no podía conformarse con el marxismo-leninismo, el maoísmo o el simple nacionalismo, y que derivó hacía el anarquismo. Una de las voces más lúcidas de esta corriente fue Kuwasi Balagoon.
Nacido en Lakeland (Baltimore), en el Estado norteamericano de Maryland, como Donald Weens en 1946, el joven Balagoon pertenecía a una familia de funcionarios (clase media, le dicen) y se mantuvo durante toda su adolescencia ajeno a los problemas políticos (no acudió a la Marcha sobre Washington de 1963 porque tenía entrenamiento de fútbol americano). Ese mismo año, sin embargo, se produjeron varios movimientos comunitarios en su barrio que acabaron siendo policialmente reprimidos y empezó a interesarse por las reivindicaciones vecinales, en un momento en el que el debate entre resistencia pasiva y resistencia armada, posturas personificadas respectivamente por Martin Luther King (1929-1968) y Malcom X (1925-1965), estaba en su apogeo.
Sin embargo, fue cumpliendo el servicio militar donde Balagoon sintió el racismo de los oficiales blancos de forma más cruda, sometido a los tratos más humillantes y realizando las labores de las que se excluía a los blancos. Gracias al ejército, no obstante, pudo viajar al Estado español y al británico, y esto, sobre todo por su relación con las comunidades negras londinenses, terminó de darle la perspectiva política que buscaba.
De regreso a EE.UU. se muda a Harlem y empieza a implicarse activamente en la vida del barrio. Participa en un movimiento para organizar a los inquilinos y tiene los primeros contactos con los líderes comunitarios, principalmente nacionalistas negros. Organiza huelgas de alquileres, piquetes antidesahucios y otras formas de resistencia activa contra los abusos de los caseros. El hecho de que en alguna ocasión los vecinos acudieran a las negociaciones armados con machetes ejercía un curioso efecto persuasor en los propietarios.
El Partido de los Panteras Negras se funda en el 1966 y su crecimiento en las dos costas (Oeste en Oakland, California, y Este en Harlem, Nueva York) coincide con la época en la que Balagoon es residente y organizador comunitario en Harlem. Mientras el movimiento del Oeste es muy dependiente de los personalismos, en Nueva York se usa una mirada más global tendente a construir conciencia colectiva y una conexión con otros movimientos internacionales. Es entonces cuando Donald Weens cambia su nombre anglosajón por el yoruba Kuwasi (“Nacido en domingo”) Balagoon (“Guerrero”).
Ya en los Panteras, se implica en los proyectos sociales del partido, en las reclamaciones educativas y sanitarias, en el programa de desayunos infantiles y en la alianza táctica que se establece con los jóvenes puertorriqueños del Partido Young Lords4 (“Jóvenes Señores” o “Caballeros”) para resistir la subida de los alquileres y enfrentarse al matonismo policial.
En 1969 cae detenido en una operación represiva masiva que trata de desarticular a los Panteras encarcelando a los 21 miembros más destacados de la organización. Las fianzas en su conjunto ascendían a más de 2 millones de dolares. Fue en la cárcel cuando se produjo el primer coqueteo de Balagoon con el anarquismo. Después de un motín y varias campañas de protesta organizadas desde dentro de la prisión, Kuwasi empezó a darse cuenta de que sólo la autoorganización horizontal permitía a los presos articular sus distintas demandas, sin someterse a las directrices de ningún partido. Sin embargo, aún faltarían unos años para que empezara a estructurar un pensamiento anarquista consciente.
La represión causó estragos en los Panteras y muchos de los líderes impusieron una estrategia de conciliación social para evitar volver a acabar entre rejas. En Nueva York surgió un sector disidente opuesto a este nuevo rumbo y dispuesto a pasar a la clandestinidad: era el Ejército Negro de Liberación (Black Liberation Army), y Balagoon estaba entre ellos. El BLA (según sus siglas en inglés) era una organización armada dispuesta a repeler las agresiones gubernamentales, sobre todo de su policía federal; a combatir el narcotrafico en las comunidades negras; a preparar fugas de prisioneros o a realizar golpes de mano. Varios miembros del BLA, como Ashanti Alston (1954) o el propio Balagoon, evolucionarían posteriormente hacia el anarquismo.
Después de distintas expropiaciones y algunos consiguientes tiroteos, es detenido a principios de los 80 y condenado a 75 años de cárcel. Es en esta última etapa carcelaria donde se declara netamente anarquista (como Bakunin, fue en sus últimos años de vida cuando, después de una larga militancia revolucionaria, asumió el ideario anarquista5). Durante su reclusión leyó a autores como Emma Goldman (1869-1940) y pudo reflexionar detenidamente sobre los errores cometidos por el Partido de los Panteras Negras: su vanguardismo, su jerarquía interna e incluso su negativa a conceder importancia al desarrollo individual. Este último aspecto era importante para Balagoon pues el partido era especialmente insensible en temas como la libertad sexual. Quizás a alguien que desconozca el estado actual de la izquierda le resulte paradójico, pero las posturas puritanas intransigentes, cuando no directamente homofóbas, eran muy comunes en el movimiento negro de liberación. Las voces que cuestionaban esta contradicción, como la de Audré Lorde (1934-1992), tardaron en ser escuchadas y aún hoy, en la mayoría de movimientos sociales, los discursos “anti-diversidad” se articulan con suma facilidad. Durante mucho tiempo, la bisexualidad de Balagoon se trató de ocultar deliberadamente en los pocos homenajes y reconocimientos que se le dedicaron en Norteamérica.
Murió en prisión en 1986 (aún no había cumplido los 40) por una neumonía que se le complicó en los años en los que el SIDA (cuyo primer caso diagnosticado es de 1981) aún se consideraba una “enfermedad de homosexuales”.
Como anarquistas, el legado que nos dejó Balagoon alude a nuestra realidad cotidiana. Puede que algunos puntos de su teoría no parezcan extrapolables a todos los contextos (como el tema de la lucha armada en la flácida Europa del siglo XXI) y que otros, como el tema del nacionalismo, hoy pequen de demasiada simpleza. Después de los fracasados procesos de descolonización de las distintas naciones africanas podemos concluir que la independencia vale muy poco como proceso político si no se acompaña de una independencia económica. Creer que hoy los territorios africanos, o los del resto del “Tercer Mundo” al que reiteradamente alude Balagoon, están descolonizados porque tienen parlamentos y gobiernos propios, es ignorar su economía intervenida por las antiguas metrópolis y por las multinacionales convertidas en los nuevos imperios. La emancipación sigue siendo un proceso eminentemente social y económico del que las formas políticas deben ser efecto y no causa. Si una persona pobre se cree libre porque puede votar a un representante con el que comparte color y lengua, pero no hambre, es que hemos reducido la libertad a un aspecto formal. Sólo los pueblos económicamente libres pueden dotarse de instituciones libres, nunca al revés. Sin embargo, el llamado de Balagoon a implicarse en todas aquellas luchas de los oprimidos contra los opresores, a radicalizarlas aunque inicialmente parezcan no tener relación directa con las ideas anarquistas, plantea la necesidad imperiosa del anarquismo de intervenir en los movimientos de masas o de quedar reducido a un grupúsculo intelectual puramente académico.
Las ideas de Balagoon son especialmente fuertes cuando interpelan a los anarquistas para que se impliquen en los barrios donde viven y trabajan. Su exposición de un anarquismo cotidiano, volcado en las necesidades básicas, apoyando a las comunidades más pobres y creando alternativas sociales al capitalismo, sin rehuir el conflicto ni caer en utopías herméticas, es tan actual e inmediato que huele al alquitrán que asfalta nuestras calles.
Con la intención de ayudar a difundir la visión de un compañero que, creemos, nunca ha sido traducido al castellano, compartimos el siguiente artículo titulado La anarquía no puede luchar sola (escrito, necesariamente, durante su última estancia en prisión). El texto no está íntegro, pues había muchas partes aludiendo a la política internacional de la época y a otros episodios internos de los Panteras que creímos innecesario traducir. Los espacios que correspondían a los fragmentos omitidos, así como nuestros pocos añadidos, están señalizados entre corchetes. Todos los corchetes, de hecho, son nuestros. Las partes que más nos interesan, las que aluden a ese anarquismo de barrio del que hoy muchas y muchos por fin volvemos a hablar, han intentado ser reflejadas con toda la fidelidad que nos ha sido posible.
Ruymán Rodríguez
La anarquía no puede luchar sola
De todas las ideologías, el anarquismo es la que aborda la libertad y las relaciones igualitarias de manera más realista y definitiva. Es consecuente con que cada individuo tenga la oportunidad de llevar una vida completa. Con la anarquía, la sociedad no sólo es accesible para todos, sino que progresa en un proceso creativo sin interferencias de clase, casta o partido. Esta es la clave que separa a los revolucionarios anarquistas de los revolucionarios maoístas, socialistas o nacionalistas que no abrazan desde el principio la revolución integral. No pueden imaginar una sociedad verdaderamente libre e igualitaria y, en cierta medida, deben apoyar el proceso social que hace posible que la explotación y la opresión prevalezcan, aunque sea en una etapa inicial.
Cuando me convertí en revolucionario y acepté la doctrina del nacionalismo [negro] como respuesta al genocidio practicado por el gobierno de los Estados Unidos, yo sabía, como lo sé ahora, que la única manera de acabar con las perversas prácticas de EE.UU. era aplastar al gobierno y a la clase dominante que éste protege, a través de una guerra de guerrillas prolongada.
Armado con ese conocimiento, me introduje en el Partido de los Panteras Negras, pues la escalada estatal de violencia contra el pueblo negro, que había comenzado con la invasión de África para capturar esclavos, me había dejado claro que para sobrevivir y contribuir sería necesario pasar a la clandestinidad y, literalmente, luchar.
Detenido por atraco a mano armada, tuve la oportunidad de ver la debilidad del movimiento y situar en perspectiva la ofensiva del Estado. Primero, el Estado concentró a todos los organizadores señalados por los policías que se habían infiltrado en el partido desde sus inicios en Nueva York. Acusó a los compañeros de conspiración y exigió fianzas tan altas que logró apartar al partido de sus propósitos de liberar a la comunidad negra, haciendo que se centrara en la recaudación de fondos. En ese momento, el liderazgo se importó en vez de desarrollarse localmente, y la situación se deterioró rápida y bruscamente. [En el siguiente fragmento Balagoon explica cómo los nuevos líderes del partido –a veces sacados por éste de la cárcel previo pago de altas fianzas que no se desembolsaban por otros compañeros– dejaron de plantearle problemas al sistema y se aburguesaron, bajo sospechas de corrupción o incluso de colaboración con el gobierno].
[…] ¿Cómo podían unos pocos imbéciles desviar tanto nuestras metas y energías durante tanto tiempo? ¿Como podían neutralizar el coraje y el intelecto de los militantes? La respuesta es que estos aceptaron el mando de los líderes a despecho de lo que su sentido común les recomendaba.
[En los siguientes párrafos Balagoon analiza los distintos fracasos gubernamentales, inspirados en este principio de autoridad, e incluye también a los “gobiernos revolucionarios” de inspiración marxista y desarrolla su visión sobre la dictadura del proletariado y la necesidad de que el pueblo rija su propio destino].
Sólo una revolución anarquista tiene en su agenda estos objetivos. Esto podría galvanizar a la clase trabajadora, a los intelectuales desclasados, a las naciones colonizadas del Tercer Mundo y a algunos miembros de la pequeña y la gran burguesía. Pero este no es el caso.
Que China, Corea del Norte, Vietnam y Mozambique puedan construir en torno a una ideología marxista el camino para expulsar a sus invasores y reconstruir unas economías feudales en medio de las estructuras de los imperialismos occidentales y los esfuerzos de éstos para reinventarse y recolonizarlos, es algo que puede discutirse a la luz de la situación internacional. También puede cuestionarse si en vez de respaldar la voluntad de su gente han preferido elegir bandos en las guerra Este-Oeste que también se libra en las colonias no blancas. Pero una cosa muy distinta es que el anarquismo deje de impulsar o de tomar la iniciativa en la lucha contra el fascismo y el imperialismo aquí, en Norteamérica, con la historia de los Wobblies6, la Federación Occidental de Mineros7 y otros grupos que han dejado su huella en la historia. Es una negación de nuestra tarea histórica que traiciona el legado de los anarquistas que murieron resistiendo la tiranía del pasado, padeciendo condiciones horribles. Supone sustraerle una alternativa a la próxima generación y perder nuestras propias vidas por la simple debilidad de nuestros corazones.
Permitimos que personas de otras ideologías definan lo que es la anarquía en lugar de presentar nuestro propio punto de vista a las masas y proponer modelos para desmentir las tergiversaciones. Permitimos que las empresas no solo despidan a los obreros y los mantengan sumisos mientras recortan sus salarios, sino que les envenenen su aire y su agua. Permitimos que la policía, el Klan8 y los nazis aterroricen a aquellos sectores de la población que les dé la gana sin que les devolvamos los golpes. Resumiendo, al no participar en la organización de las masas y rendirnos en la guerra contra los opresores, nos convertimos en anarquistas sólo de nombre.
El hecho de que los marxistas y los nacionalistas tampoco estén haciendo nada en este aspecto no lo convierte en un hecho menos vergonzoso. Nuestra inactividad crea un vacío que este Estado policial, con su prensa reaccionaria y sus objetivos definidos, está llenando. Las distintas esferas de la vida de la gente, que supuestamente deberían ser alcanzadas por la organización de masas y por la inspiración revolucionaria que nos alienta a alumbrar un nuevo día, están siendo manipuladas, en cambio, por condiciones en las que la apatía no es menos ponzoñosa que la propaganda reaccionaria. Para quienes creen en un partido centralizado con un programa vanguardista para las masas, esto puede encajar con su análisis subjetivo. Pero para los que creemos verdaderamente en las masas y pensamos que deberían tener sus vidas en sus manos y comprender que la libertad es un hábito, esto sólo puede significar que tenemos mucho camino por recorrer.
[Balagoon relata en las siguientes líneas algunos sucesos políticos locales de la época]. Las colonias del Tercer Mundo, y de todos los Estados Unidos, encaran el genocidio y es hora de que los anarquistas se unan al combate de los oprimidos contra los opresores. Debemos apoyar, con palabras y con hechos, la autodeterminación y la autodefensa de los pueblos del Tercer Mundo.
No importa si los negros, puertorriqueños, nativos americanos o chicanos-mexicanos creen que el nacionalismo es un vehículo para su autodeterminación o si consideran al anarquismo como el único camino para lograrla. Como revolucionarios debemos apoyar la voluntad de las masas. No es sólo racismo, sino directamente complicidad con el enemigo, alejarse de la arena social y permitir que Norteamérica continúe practicando el genocidio contra las colonias cautivas del Tercer Mundo, sólo porque, aunque se resisten, simplemente todavía no están de acuerdo con nosotros. Si realmente sabemos que la anarquía es la mejor forma de vida para todas las personas, debemos promoverla, defenderla y creer que la gente, tan inteligente como nosotros, la aceptará. Pero esperar para intervenir a que la gente acepte nuestras ideas, mientras están siendo masacrados, como una nación sin aliados, insistir en que estén listos para asumir riesgos cuando ellos mismos ya están en peligro, es una locura.
Donde vivimos y trabajamos, no sólo debemos intensificar los grupos de discusión y estudio, debemos también organizarnos a nivel del suelo. Los caseros deben ser enfrentados mediante huelgas de alquileres y en lugar de desarrollar estrategias para pagar las rentas, debemos diseñar estrategias para tomar los edificios. No sólo debemos reconocer al movimiento okupa por lo que es, sino que debemos apoyarlo y abrazarlo. Levantemos comunas en edificios abandonados, vendamos chatarra para financiarnos. Convirtamos los terrenos baldíos en jardines. Cuando nuestros hijos se queden sin ropa deberíamos tener lugares donde reponerla, puntos de intercambio entre anarquistas fácilmente identificables, que siempre deberían ser nuestra primera opción. Y, por supuesto, debemos reaprender a conservar los alimentos; debemos aprender a construir y a recuperar nuestras vidas, ayudarnos mutuamente, movernos y mantenernos preparados.
Mantengamos la bandera estadounidense y canadiense ondeando a media asta… Pero me niego a creer que la bandera de la Acción Directa haya sido capturada.
Kuwasi Balagoon
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1 Fundados en 1969 en Nueva York, su nombre original era Up Against the Wall Motherfuckers! (algo así como “¡Contra la pared hijos de puta!”). Uno de sus principales representantes fue Ben Morea (1941).
2 El endiosamiento, la adicción a las drogas y la corrupción de su líder de primera hora Huey Newton (1942-1989), o la apología del que fuera ideólogo de los Panteras de la violencia sexual contra las mujeres blancas como “acto de guerra” y posterior cristiano y republicano arrepentido Elridge Cleaver (1935-1998), acabaron ayudando a sepultar a una organización de mayoría marxista y por tanto incapaz de prescindir de líderes formales y de rechazar sus basuras cuando ameritaba.
3 Infame es el conocido programa de contrainsurgencia llamado COINTELPRO (acrónimo de Counter Intellingence Program, o Programa de Contra Inteligencia) desarrollado por el FBI, oficialmente entre 1956 y 1971, y dedicado a eliminar, por todos los medios posibles, desde el terrorismo directo, la incriminación con fabricación de pruebas o la financiación de grupos de extremaderecha, a los disidentes políticos de tendencia revolucionaria.
4 Organización fundada como banda callejera en 1960. Posteriormente (1968), emulando el ejemplo de los Panteras Negras, se reformulará como partido y hará una labor similar a dicha organización pero tratando de aglutinar a la comunidad puertorriqueña.
5 Mijail Bakunin (1814-1876) abrazaría el anarquismo consciente, y no sólo intuitivo, a partir de 1864.
6 Militantes del sindicato de origen norteamericano I.W.W. (siglas de Industrial Worker of the World, o Trabajadores Industriales del Mundo) fundado en 1905, partidario del sindicalismo revolucionario y en muchas ocasiones vinculado con el anarcosindicalismo. La palabra wobblies proviene aparentemente de la característica forma en que un militante chino de la época pronunciaba el nombre del sindicato.
7 Sindicato radical fundado en 1893 (conocido por sus siglas en inglés WFM, es decir Wenstern Federetion of Miners), fundador a su vez de la I.W.W. y cuyo representante más destacado, como también lo sería posteriormente de la I.W.W., fue “Big” Bill Haywood (1869-1928).
8 Se refiere al Ku Klux Klan, organización racista y supremacista blanca creada en el Sur de los Estados Unidos después de la Guerra de Secesión (1861-1865) como resultado del resentimiento de los sudistas por la derrota militar y la abolición formal de la esclavitud.