Federacion Anarquista de Gran Canaria: Anarquismo de barrio y apoyo mutuo

Fuente: TODO POR HACER

La Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) nace al calor de las movilizaciones del 15M de mayo de 2011. Tras décadas de prácticamente nula actividad de los movimientos sociales en Canarias diversos grupos desconectados coinciden en las plazas. En un primer momento La Federación se centra en actividades muy ideologizadas y que entrarían dentro del cliché del/la anarquista: acción directa en manifestaciones, antifascismo en las calles, confrontación con las grandes burocracias sindicales, etc. A pesar de considerar estas acciones necesarias, tras un proceso reflexivo llegan a la conclusión de que su propuesta práctica se encuentra alejada de la realidad social de su entorno, ofrecen soluciones para problemas que la gente no tiene y por el contrario no tienen nada que aportar ante los problemas diarios de sus vecinos/as.

A partir de ese momento deciden reorientar sus activismo hacia las personas más afectadas por las políticas capitalistas de la sociedad. Hay que tener en cuenta que, más allá de la imagen idealizada de sol y playas que se vende fuera para fomentar el turismo, las Islas Canarias cuentan con un 40% de población en riesgo de exclusión social, un 67% de población manifiesta que es incapaz de llegar a fin de mes, la tasa de paro se encuentra en el 21% frente al 13% nacional, se practican una media de 600 desahucios trimestrales, el precio de los alquileres es de los más altos del Estado sin embargo los salarios son de los más bajos.

El acercamiento que tiene la FAGC a esta realidad trata de ser lo más práctico posible, huyendo de dogmatismo y aceptando las contradicciones que supone aspirar a un mundo sin Estado ni Capital pero hacerlo en las condiciones que estos imponen. En un primer término se centran en la problemática de la vivienda, atienden mayoritariamente casos de alquiler y okupación. Cosechan ciertos éxitos en la paralización de desahucios, utilizando la solidaridad instintiva que existe en los barrios como herramienta política, haciendo realidad el «hoy por ti, mañana por mi» y siendo los/as propios/as afectados/as quienes paralizarán desahucios cuando sea otra persona la afectada. Al mismo tiempo, en los casos en los que los desahucios no pudieran ser paralizados se buscaban alternativas habitacionales mediante la okupación. Para dar cobertura organizativa a este movimiento sin que los/as implicados/as tengan que asumir la etiqueta «anarquista», aunque sus prácticas coincidan plenamente, se forma el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria.

Metidos/as en esta dinámica es cuando a principios de 2013 surge la oportunidad de dar un salto cualitativo y formar La Comunidad Esperanza.

Comienza La Esperanza

La Comunidad La Esperanza es la okupación más grande del Estado español, se trata de cuatro bloques situados en el municipio de Santa María de Guía, 76 viviendas en total dedicadas a realojar a personas que vienen principalmente de desahucios, actualmente se encuentran más de 210 personas viviendo allí. La propiedad se encuentra en régimen comunitario, esto implica que tanto los trabajos de mantenimiento como la resolución de los conflictos se gestionan entre los/as vecinos/as y que cuando familia deja una vivienda esta vuelve a la comunidad que se la cederá a otra familia que la necesite.

El éxito a base de trabajo y sacrificio de La comunidad La Esperanza fue respondido por la Guardia Civil con una campaña de hostigamiento Clic para tuitear

El éxito a base de trabajo y sacrificio de La comunidad La Esperanza fue respondido por la Guardia Civil con una campaña de hostigamiento, identificaciones y detenciones a sus habitantes, no era raro que los/as vecinos/as tuvieran que aguantar grabaciones por parte de agentes desde edificios cercanos. Ante esta situación los/as vecinos/as comienzan una campaña mediática bastante exitosa explicando la realidad de la comunidad y recabando apoyos y solidaridad con lo que la presión por parte de las fuerzas del orden se rebajó.

El Estado responde con represión

Es en este contexto en el que se produce en abril de 2015 la detención de uno de los portavoces del Sindicato de Inquilinas, Ruymán Rodríguez, basada en una denuncia por allanamiento que ya había sido retirada. En el cuartelillo el detenido es insultado vejado y golpeado como se recoge en el parte de lesiones realizado en el Hospital Dr. Negrín y en la causa por torturas que sigue abierta contra los guardias civiles. Por su parte la guardia civil acusa a Ruyman de «atentado a la autoridad» por una supuesta patada propinada por este en el momento de la detención. El pasado mes de diciembre el periódico local Canarias7 se hacía eco de los hechos de forma sesgada, reproduciendo solamente la versión de la Guardia Civil, sin contrastar las acusaciones e inventando otras que nunca existieron como la de coacciones.

Desde el Sindicato de Inquilinas afirman que tanto la detención como la campaña mediática suponen un ataque no solo a Ruymán sino a toda la Comunidad La Esperanza y a todas las personas que luchan para que no haya familias que duerman en la calle. «En primer lugar, desmentir una mentira es una buena forma de difundirla. En segundo lugar, enredarse en eso es una manera eficaz de empantanar el trabajo colectivo y desviarlo de otros objetivos» dicen desde la FAGC. Aun así son optimistas y confían en que el trabajo realizado haya tejido redes de solidaridad capaces de protegerles de la represión.

Charla en El Raval de Ruymán Rodríguez sobre Anarquismo de barrio

32 aniversario de El Lokal (El Raval, Barcelona) el 19/10/2019 en el Àgora Juan Andrés. Charla de Ruymán Rodríguez de la Federación Anarquista de Gran Canaria y del Sindicato de Inquilinas sobre Anarquismo de barrio.

“La Esperanza” dice NO al desalojo de “La Ilusión”

La Esperanza” dice NO al desalojo de “La Ilusión”

Desde la Comunidad “La Esperanza” (la comunidad autogestionada más grande del Estado) queremos manifestar nuestro total apoyo a la comunidad hermana de “La Ilusión” y rechazar con todas nuestras fuerzas la amenaza de desalojo que se cierne sobre ella. Exigimos a las entidades financieras que pretenden desalojarlas que abandonen ahora mismo sus pretensiones y a las administraciones públicas que les ofrezcan una alternativa habitacional asequible y digna en caso de que no se pueda detener lo que a todas luces sería un desastre humanitario. Desde el norte al sur de la isla, la situación de paro, precariedad, salarios insuficientes, alquileres elevados, desahucios constantes, ha ocasionado que muchas familias no hayamos visto obligadas a organizarnos, a pedir la colaboración de organizaciones como la FAGC y a impulsar comunidades como éstas para evitar la indigencia y la disolución de nuestras unidades familiares. Es el sistema el que ha incumplido sus deberes, no nosotras. Por eso, también desde el norte al sur de la isla, es importante fortalecer nuestros lazos de solidaridad y apoyo mutuo, porque en cualquier momento pueden venir a por cualquiera de nuestras comunidades y es vital que demos una respuesta conjunta y coordinada. Repetimos una vez más: “Ni casas sin gente, ni gente sin casa”. Nadie nos puede quitar “La Esperanza” y nadie nos quitará “La Ilusión”.

Comunidad “La Esperanza”

¿En qué anda metida la FAGC?

Los problemas

La Federación Anarquista de Gran Canaria es un colectivo en constante adaptación, siempre desarrollando nuevas estrategias para sobrevivir, siempre comiéndose baches. A finales de verano de 2017, a medio año de la fundación del Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria (un proyecto que ayudamos a impulsar inicialmente), curramos por encima de nuestras posibilidades. Un compañero de la FAGC cayó gravemente enfermo por el sobreesfuerzo (arrastraba dolencias que se acrecentaron después de toda una mañana descombrando un garaje y haciendo mudanzas para un nuevo proyecto socializado) y otro del SIGC tuvo problemas laborales y legales por su implicación en el mismo proyecto. Algunas vecinas y militantes no estuvimos a la altura, y exigíamos más a las compas jodidas cuando menos podían aportar. Sabíamos articular muy bien la solidaridad externa, pero la cagamos con la solidaridad interior.

Las más veteranas lo asumimos, sabíamos que tocaba lamerse las heridas y retirarnos a nuestros cuarteles de invierno hasta que escampara. Para las novatas quizás fue una lección demasiado dura, una cicatriz demasiado prematura.

La idea de la FAGC fue desde el principio convertirse en un colectivo netamente “político”, generador de opinión y agitación, e ir derivando, poco a poco, toda su actividad en vivienda a un colectivo más amplio y cada vez más independiente como el SIGC. Creíamos terminada la transición, así que optamos por “huir hacia adelante”: salir de la ciudad, irnos al campo, cuidar a nuestros heridos y recontar las municiones. Por desgracia las compas del SIGC, a las que creíamos más fuertes que nosotras, no vivían una situación mejor, y también fueron padeciendo cada vez más la erosión del choque con la realidad barrial y los efectos sociales que ha producido el capitalismo incluso entre las más pobres.

El corte de luz y agua de la Comunidad “La Esperanza” en marzo de 2018, la necesidad de apoyar una nueva lucha masiva, podía ser un revulsivo para el SIGC, pero en nuestra opinión sirvió para evidenciar la necesidad de adquirir unos protocolos resolutivos diseñados por la experiencia habitacional previa (que aún no se habían asumido) y también la de explotar mejor el capital social, comunicativo y de contactos que la FAGC había cedido al sindicato.

La FAGC, aún débil, surgió de entre las ramas de sus frutales e hizo lo que llevaba casi una década haciendo, siguiendo los automatismos adquiridos, mientras las vecinas daban la talla dando la cara en la calle y ante los medios. Gracias a eso se consiguió salvar la situación, pero aun quedaba digerir lo aprendido.

Con ese panorama, y otros factores de desgaste, el SIGC decidió tomarse un tiempo indefinido de reflexión. La FAGC estuvo a punto de hacer lo propio, y si no llega a ser por el miedo a que una espantada envalentonara a la administración y la hiciera lanzarse contra los proyectos que hemos ayudado a levantar, lo habríamos hecho. El huerto, por suerte, nos quitó esta idea de la cabeza.

El huerto”

Concebido en un principio como un mero refugio y quizás como un futuro medio de autofinanciación, el huerto empezó a convertirse en un proyecto netamente social con el que varias familias empezamos a alimentarnos (no era el primero ni el único que habíamos impulsado con esa premisa). Es así como levantamos un nuevo proyecto agrícola de autoabastecimiento, de donde cada semana, y dependiendo de la estación, sacamos kilos de naranjas, limones, duraznos, aguacates, peras, manzanas, higos, uvas, fresas, frambuesas, castañas, millo, calabazas, calabacines, judías, papas y hierbas aromáticas.

Hoy, según en qué ambientes, se llama “posmodernistas” y “neoliberales” a estos proyectos de huertos de subsistencia. Para nosotras, y no nos disculpamos por ello, son proyectos de expropiación agrícola, una forma de empezar a gestionar un medio de producción por nosotras mismas y una manera de que familias atiborradas a hidratos por la caridad de las ONGs y los bancos de alimentos puedan comer verduras y frutas frescas y lograr que enfermedades decimonónicas no vuelvan a reaparecer.

La microred de asistencia sanitaria

Tirando de la madeja de nuestro compa enfermo, fuimos descubriendo muchas de las enfermedades sin tratar que también azotaban a otras compañeras realojadas que habían migrado a la isla y no tenían “papeles”. La mayoría, aunque puedan recibir atención de urgencias, no quieren saber nada, lógicamente, de las instituciones y rehuyen cualquier contacto con el Servicio Canario de Salud. Esto es especialmente comprensible en personas que han vivido terribles experiencias en los CIEs. Las dolencias eran variadas e incluían enfermedades respiratorias, enfermedades crónicas, lesiones sin tratar, desnutrición, deshidratación y un largo etcétera. Gracias a compas con formación pudimos darles unas primeras recomendaciones básicas, pero pronto vimos que eso por sí solo no bastaba. Así que gracias a profesionales sanitarios que voluntariamente decidieron implicarse, hemos conseguido tejer una pequeña red de asistencia que atiende a los realojados y a sus familiares y conocidos en similar situación. Muchos de los materiales fungibles los aportan los propios compas sanitarios, pero es un sacrificio que no podemos exigirles encima que ofrecen sus conocimientos y esfuerzos desinteresadamente.

Oficina de asesoría legal/laboral para precarias

A razón de la polémica pública sobre el derecho a sindicarse de las compañeras que ejercen la prostitución, y nuestro posicionamiento, también público, contra la prostitución y toda explotación, pero a favor de la organización de las afectadas y su autoemancipación (no habrá abolición real de espaldas a ellas), varias compañeras se sintieron identificadas con nosotras y empezaron a plantearnos dudas por redes. El resultado ha sido la asesoría legal y laboral, individual o colectiva, de más de medio centenar de mujeres, y un hombre, dos veces por semana (sin contar las consultas de urgencia), sobre asuntos básicos que en realidad están en consonancia con la labor de cualquier sindicato convencional (aunque nosotras no lo seamos): información sobre reciclaje laboral y salidas profesionales, ayuda para solicitar subsidios diversos, ayuda para elaborar recursos contra multas y sanciones, información sobre las posibilidades de cotización o de reclamación de una pensión no contributiva (caso sangrante en las compañeras que rondan los 60 años), redacción de denuncias contra agresores o proxenetas, defensa y asesoría ante una detención o abuso policial, y un largo etcétera.

Expropiación de 3 casas terreras

Hace unos meses varias familias contactaron con nosotras. Cada una de ellas, por distintas circunstancias, pero con un mismo factor común: la pobreza y la terrible subida del precio de los alquileres en Gran Canaria, habían sido desahuciadas, estaban a punto de serlo o simplemente no se les quería renovar el contrato de alquiler (no al mismo precio que antes). Las asesoramos como siempre hacemos, les compartimos distintas alternativas, les dimos nuestras condiciones y requisitos, y les dijimos que suyo era el cometido de abrirse su propia vivienda, si esa era su opción. Después de la preparación pertinente, de elegir bien los inmuebles y solicitar la nota simple que confirmaba que todos eran propiedad de la SAREB, se procedió a su expropiación y socialización. 6 familias, 22 personas, en su mayoría menores, comparte hoy el techo de 3 casas terreras adyacentes, tienen agua y luz, y han escapado de la indigencia.

Todavía tenemos más casos de realojos pendientes, pero es muy complicado hallar solución a todos con nuestros pocos recursos.

La tiranía del dinero

La mayoría de estos proyectos, desgraciadamente, no sólo salen adelante con voluntad, imaginación y tenacidad, necesitan esos absurdos papeles de colores a los que llamamos dinero. El dinero, que no sería necesario para vivir en una sociedad racional, es obligatorio bajo la irracionalidad capitalista.

En abril de 2018 nos vimos obligadas a hacer una campaña de recaudación para comprar un caro motor (1000 euros) con el que facilitar agua y luz a la Comunidad “La Esperanza”. Justamente ayer, día 4 de noviembre, nos enteramos de que el hidro (la bomba que lleva el agua a las 76 casas de “La Esperanza”, y que es alimentada por ese motor que compramos en abril) está roto. Con lo que sobró de la anterior campaña podemos sufragar un nuevo hidro (hoy, por suerte, después de mirar mil presupuestos, lo hemos confirmado), sin embargo se nos plantea la misma inquietud angustiosa de siempre. ¿Por qué sólo sabemos movernos en temas de dinero cuando pasa una emergencia? ¿Qué hubiéramos hecho si los fondos hubieran sido insuficientes para pagar un nuevo hidro? ¿Y si en vez de los 600 que calculamos hubiera salido 2500? Por el bien de nuestras coronarias hemos decidido iniciar un nuevo período de recaudación, con más calma y menos presión, pero igual de necesario.

Debemos encontrar un medio de autofinanciación estable y seguro. Las campañas sólo sirven para casos puntuales. Las cuotas no pueden establecerse en un colectivo donde la mayoría de sus miembros vienen de la indigencia, la pobreza extrema o al menos de la insolvencia. Tirar de la aportaciones irregulares de las pocas compas que trabajan nos permite sacar la cabeza del agua, pero no es un método funcional durante la mayoría del año. Estamos barajando varias opciones, pero hasta dar con la más apropiada, y la mejor forma de enfocarlo, iniciamos esta campaña sine die donde cualquiera que quiera aportar y contribuir puede ponerse en contacto con nosotras a través del correo, facebook o twitter y ya les informaremos de cuál es la mejor forma de hacerlo. La idea es conseguir unos pequeños fondos regulares que nos permitan seguir con el chiringuito abierto al menos durante el 2019.

Podríamos conseguir más visibilidad, y así llegar a más gente y obtener más ayuda, por desgracia proyectos como la microred de asistencia sanitaria para migrantes o la oficina de asesoría para precarias son casi siempre incompatibles con el ruido mediático y la exposición pública de las afectadas (por propia decisión de ellas, completamente lógica). Nuestro terreno es por tanto seguir currando discretamente, desde abajo y con las de abajo, con nuestro anarquismo de barrio para pobres (unos términos que notamos cada vez molestan más), y contar sólo con la ayuda de la poca, pero muy valiosa, gente afín que aún cree que el apoyo mutuo y la autogestión son posibles. Gracias a todas ellas, estén donde estén.

La ayuda y el apoyo mutuo no pueden ser limitados por las fronteras de una asociación pequeña; deben extenderse a todo lo circundante” (P. Kropotkin, El apoyo mutuo, 1902).

FAGC

La fuerza del apoyo mutuo

Como saben todas las personas que siguen el trabajo cotidiano de la FAGC, el pasado 22 de marzo la empresa Endesa dejaba sin luz, y con ello sin agua, a la Comunidad “La Esperanza” (la comunidad autogestionada más numerosa del Estado con más de 70 familias, 200 personas, entre ellas unos 100 menores). La FAGC se encontraba en su momento más delicado, derivando toda la actividad de realojos al Sindicato de Inquilinos de Gran Canaria, acosadas por las enfermedades y la emergencia de cuidarnos. Como dice nuestro querido compa el Acratosaurio Rex, “huyendo [en nuestro caso a un proyecto agrícola en la periferia] para no tener que rendirnos”. Sin embargo, nos limpiamos el polvo de la ropa, nos pusimos en pie y activamos nuestro protocolo de emergencia.

Las vecinas, apoyadas por el SIGC, se organizaron en varias asambleas y decidieron los pasos a dar. Pero su situación también era complicada: les habían cortado los suministros justo en Semana Santa, cuando los días festivos mantienen vacíos muchos de los feudos institucionales ante los que protestar y cuando el interés mediático se concentra en ver pasear a muñecos llorosos y ensangrentados por las calles delante de enormes colas humanas que se rompen la camisa, la piel o los cuernos siguiendo a los guiñoles. Pero no pensaban dejar que las circunstancias les pudieran. Más valía partirse que doblarse.

El Sindicato dedicó mucho de su esfuerzo al apoyo presencial y a la asesoría técnica y la FAGC se dedicó a lo que mejor sabemos hacer aquí las anarquistas: meter mucho ruido y organizar la guerra de tinta y la red de solidaridad. También intentamos tranquilizar a las vecinas a nivel legal por los rumores de desalojo. Todas nos volcamos. Queremos destacar especialmente la labor de un compañero que a pesar de los complicados momentos de salud por los que está pasando se reincorporó para coger el móvil y el teclado, movilizar a sus contactos para que la rueda de prensa fuera un éxito, asesorar a las vecinas, preparar argumentarios y escribir comunicados que han captado perfectamente la sensibilidad y las demandas de “La Esperanza”. Todo el amor para él.

El anterior sábado se convocó una nueva asamblea para preparar la rueda de prensa del pasado lunes día 2 de abril y para afrontar una vez más el tema más duro y complicado: la falta de agua. Los servicios sociales del ayuntamiento, la misma institución que permitió la obra que facilitó el corte de luz, y que hoy se niega a responder a los medios, empieza su presión y sus amenazas veladas sobre el futuro de los menores si la comunidad continúa sin agua. La asamblea decide que, como primera medida de emergencia, debe comprar un motor para hacer funcionar el hidro que llevará el agua a sus casas. Consultan precios y modelos y uno de los más asequibles cuesta unos 1300 euros. Los vecinos sólo cuentan con los fondos que ha ofrecido la FAGC (todo lo que teníamos) y con la contribución de dos hermanos canarios que ofrecieron una ayuda que aún no habíamos pedido. Deciden entonces hacer una derrama de 15 euros por familia, pero saben que tardarán en reunirlos y que no todos podrán aportarlos. ¿Cuánto tiempo aguantarán sin agua antes de que las amenazas de los trabajadores sociales se cumplan?

La FAGC se angustia y nota el dolor de las madres de “La Esperanza” en su propio pecho. Entonces hace un acto casi improvisado y casual, sin demasiadas expectativas, y publica en su cuenta de Twitter una humilde petición de ayuda. En pocos minutos las peticiones empiezan a llegar. La community manager (la palabra nos parece que apesta, pero no conocemos otra) empieza a compartir con los vecinos cada nuevo ofrecimiento de ayuda. Al poco tiempo no da a basto para contestar, los “mil gracias” y los emoticonos de besos y corazones vuelan de sus dedos. No ha pasado una hora y ya hay casi hay 50 donantes. Escribe y llora, y chapotea en un teclado cada vez más humedecido por las lágrimas (y algún moco). De Estados Unidos, Alemania, Portugal, Italia, Catalunya, Euskal Herria, País Valencià, Madrid, Galicia, Asturies, Cantabria, León, La Mancha, Andalucía, Baleares, Canarias, y mil sitios más que desconocemos. Sólo en 24 horas se ha conseguido el objetivo y ponemos fin a la campaña solidaria, pero la gente quiere seguir donando. No sólo quieren ayudar con el motor, sino con las cubas de agua, con el combustible, con una solución definitiva para la luz, con lo que necesite la comunidad. Nos sentimos superadas. No todo es dolor para la FAGC.

El miércoles ya habíamos conseguido 2400 euros. La comisión de “La Esperanza” encargada de ir a comprar el motor recoge el dinero que le entrega la FAGC y se traslada hacia el comercio con el precio más asequible. Finalmente el motor de 6 hp que necesitaban está más barato de lo que habían creído y con 1000 euros pueden comprarlo y tener un importante remanente para pagar combustible y cubas de agua atrasadas. El motor entra en la Comunidad y ésta se convierte en un clamor. Se gritan dos cosas: “¡Ya hay agua!” y “¡Gracias!”.

Esta noche las niñas y niños de “La Esperanza” tienen agua. La angustias y pesadillas de adultos y menores se mitigan. Hoy se ha conseguido una pequeña gran victoria. Y ustedes, que sé que nos leen, han tenido mucho que ver.

El fantasma de los servicios sociales no ha desaparecido, aún queda solucionar el tema de la luz de forma definitiva, aunque sea a medio-largo plazo. Varios colectivos ecologistas de la isla implicados con las energías renovables han contactado con el SIGC para proponer una solución a través de placas solares que posiblemente pueda aplicarse también al resto de nuestras comunidades autogestionadas. El ejemplo de Errekaleor es fuerte, aunque tengamos que adaptarlo a nuestros humildes recursos. Aun queda mucha guerra, pero qué bien sienta cuando puedes sentarte tras la trinchera y saborear la victoria de una batalla junto a tus colegas.

Esto no hubiera sido posible sin ustedes, sin todas esas personas, tras siglas o un nick en una cuenta en una red social, tras la que hay un nombre, una carita, una circunstancia y un corazón. Desde aquí toda nuestra gratitud y amor por haber demostrado que el Apoyo Mutuo es mucho más que un lema. Es tan fuerte que se ha convertido en el verdadero motor que ha impedido que se apague el proyecto de socialización de viviendas más grande del Estado. Ustedes son la FAGC, ustedes son la Esperanza.

Gracias a Alasbarricadas.org, a El Lokal del Raval, al Colectivo Feminista “La Furia”, a Inèrcia Docs, a Calumnia Edicions, a CGT (Airbus Getafe), a CNT Premià, a CNT Jerez, a CNT Sabadell, a los bloques de Cal La Trava y Jahnela, al colectivo M.A.O.N, a Anarquismo en PDF, a Veganismo en Pie, al grupo de afinidad “El Jardí”.

Y gracias a David y Luis, a Israel, a Mireia, a Porrumentzio, a Lanjo, a Cristina, a Ana, a Miguel, a Luis, a Zurra, a Samuel, a Fany, a Elena, a Raul, a los Toños, a Guerrero y Gema, a Hora de Revolta, a Benjamín, a Patxi, a Sara y Ricard, a Andrea, a Guille, a Alex, a Marc, a Marta, a Aurelito, a Mateo Morral, a Rakel, a los Ilusionistas, a David, a Sager, a Dani, a Oti, a Xavier, a Pepa, a Negro, a Gonzalo, a Manuel, a Virginia, a Alfredo, a Juan, a Olga y Jesús, a José Luis, a F. Marco, a ander, a Marisa, a Santa, a Iago, a Neizan, a Mel, a Pablo y Nona, a Wiwutrnb y Sonata, a José, a Faísca, a Pedro, a Sven y Birte, a Pedrito, a Anita, a Daniel, a AnarquistaForever, a Javier, a Yaiza, a la familia Las Cuestas, a Magrit Matrice, a Edurne, a Lorenzo, a Eric y Cel, a Fernando, a Mike, a Carmen, a Antonio, a Amaia, a Esther, a Tito, a Rodri y a muchos otros nombres que no mencionaremos, hasta que nos digan, pero que también han estado y están ahí.

No les olvidaremos, mientras haya memoria.

FAGC

El tweet que desató la avalancha solidaria.

 

El motor que necesitaba la comunidad. Al final la comisión pudo encontrarlo a 1000 euros. 300 menos del objetivo propuesto.
Factura del motor.
Factura del bindón para rellenarlo.
Factura de la clavija para conectarlo.
El motor ya está de camino a casa. La alegría de Tay, una de las portavoces de la comunidad, y otro de los motores humanos con los que ha contado «La Esperanza» estos días.
El motor llega. Las vecinas que no están cargando garrafas de agua o buscándose la vida con distintos trabajos precarios, corren la voz por el patio de la comunidad: «¡ya está aquí el motor!».

 

Algunas vecinas se hacen una foto de familia con el motor. Si alguna vez les preguntan a ustedes qué es el «anarquismo de barrio» les basta con enseñar esta imagen.
Se procede a instalar el motor y a llenarlo de combustible.
Carlos, vecino de la comunidad, «manitas» y afiliado al SIGC, se encarga de que todo esté preparado. También los peques esperan oír arrancar el motor.
El hidro empieza a funcionar por primera vez en más de una semana. Tiene presión y ya puede distribuir el agua a las casas.
La explosión de alegría se desata. Los ojos brillan como brilla «La Esperanza».
Las cuentas bien claritas de Tay. Gracias a ustedes y su solidaridad hay dinero suficiente para combustible, para pagar las cubas de 90 euros los 20.000 litros y para que en no mucho tiempo podamos celebrar también que «La Esperanza» es energéticamente autosuficiente.

Encuentro solidario organizado por «La Furia»

El Colectivo Feminista «La Furia» de Tenerife ha organizado un encuentro solidario para recaudar fondos para la Comunidad «La Esperanza». En la FAGC siempre nos ha sorprendido que nuestro trabajo se reconociera más en la península y en otras partes del mundo que en Canarias, pero la dinámica está cambiando y eso es algo que nos satisface mucho. Otro motivo por el que nos emociona especialmente este evento es porque lo hace un colectivo feminista. La FAGC lleva años intentado articular un feminismo de barrio en sus proyectos, y que las compañeras aprecien las comunidades autogestionadas que hemos ayudado a crear, compuestas por mujeres en su mayoría, nos llena de orgullo. Por último es un gesto precioso por lo que significa para la propia Comunidad «La Esperanza» y sus vecinas. En estos días han vivido muchas demostraciones de solidaridad muy hermosas, y este propio evento termina por confirmarles que, superando los prejuicios propietarios y burgueses a los que se enfrentan a diario, hay otro mundo, sensible y solidario, que aprecia su lucha. Desde la FAGC recomendamos que no dejen de asistir al evento y que sigan la actividad de «La Furia». Merece la pena.