De arriba sólo llueven mentiras
Otro desahucio paralizado, en menos de dos meses, por la acción popular
“Es preciso que la verdad ascienda desde los tugurios; porque de lo alto no se desprenden más que mentiras” (Louise Michel, Toma de Posesión, 1890).
*[La crónica sobre el desahucio de El Caracol (Telde) que los medios de comunicación no quieren que leas].
Si el anterior piquete anti-desahucio en La Isleta supuso un hito y marcaba una nueva forma de conducirse ante el drama de los desalojos forzados, el que se produjo en Telde el pasado día 7 de marzo ha incidido y profundizado aún más en la dinámica de la acción directa como catalizador de la tensión social. Nos ha permitido también, sin proponérnoslo, acceder a una perfecta radiografía de la contraposición de fuerzas políticas, sociales y mediáticas que pueden llegar a pugnar por su preeminencia (específicamente en Telde, pero no únicamente), sin esperar siquiera a que se haya enfriado el simbólico cadáver del desahuciado.
Sin poder evitar entrar en otras valoraciones, nos gustaría destacar además los aspectos más notables del piquete anti-desahucio. Lo más importante, y lo único que debería de tener relevancia, si los intereses y ambiciones políticas no nos obligaran a mirar hacia otro lado, es que el desahucio de Itahisa, José Antonio y sus cuatro hijos consiguió ser detenido gracias, nuevamente, al concurso de los de abajo, a la participación de un pueblo que sobrepasa cualquier etiqueta partidista que quiera imponérsele. Especial mención nos merece la participación en el piquete de Reina y su hija (las víctimas del anterior desahucio paralizado en La Isleta) y la de algunas de las familias realojadas por la Asamblea de Inquilinos y Desahuciados.
Nos vemos obligados también a comentar lo que ustedes nunca leerán en los medios, pero lo que para nosotros es obligado dar a conocer: semanas antes del desahucio ningún colectivo ni plataforma había hecho una convocatoria pública para concurrir al desahucio con intención de paralizarlo, mientras la FAGC se afanaba en convocar con esa intención, mientras el grupo adherido a la misma en Telde llevaba semanas repartiendo 500 carteles y octavillas, realizando pasacalles (por ejemplo en el Rastro de Jinámar, y con la participación inestimable de los compañeros del HSOA El Palomar), mientras sus miembros se dedicaban a congregar a gente a través de una labor de boca a boca, el resto de grupos y asociaciones sólo mostraban su apoyo a esta familia a través de los medios de comunicación. Muy distinto a lo hecho por algunos activistas a título individual (por ejemplo algún miembro del 15-M) que se dedicó desinteresadamente a distribuir el cartel elaborado por la FAGC e incluso a distribuir uno de factura propia.
Una vez llegó el fatídico día 7, el grupo anarquista de Telde federado a la FAGC (informalmente conocido como “Las Hordas”), sobre el que recayó el peso de organizar la logística en este municipio, se dedicó a agitar el barrio del Caracol Alto y a convocar a todos los vecinos posibles. Diseñó también la estrategia de bloquear la puerta, aunque fuera simbólicamente, a través de que los concurrentes se encadenaran a ella. Si todo fallaba, la puerta sería apuntalada desde dentro.
Mientras, en Las Palmas, gracias a la imprescindible participación de El Palomar y de varios compañeros autónomos, conseguimos congregar una “Caravana Anti-desahucios” que a través de varios vehículos pudo trasladar a numerosos componentes del piquete (algunos vehículos tuvieron que dar hasta dos viajes). La FAGC se comprometió a correr con los gastos de gasolina de todos los que lo necesitaran, así que si aparte de los ya resarcidos quedó alguien pendiente de retribución rogamos que se pongan en contacto con nosotros.
Si el hecho de que en este piquete (el primero convocado en Telde con el fin de intentar, también por vez primera, detener un desahucio en este municipio) se aceptara de buen grado que por primera vez, en dos años de activismo anti-desahucios, se usaran cadenas como medida de resistencia (y que lo aceptaran personas de distintas plataformas e ideologías, a las que desde aquí agradecemos su amplitud de miras), es ya un indicio de cómo se está incidiendo cada vez más en la necesidad de radicalizar los procedimientos tácticos, el hecho (repetimos, del que la prensa nunca se hará eco) de que la rabia popular expulsara de la concentración a policías “secretas” infiltrados en el piquete, y a varios coches de policía que intentaron acercarse a la zona, marcan un punto de no retorno a nivel de compromiso social y de identificación del enemigo.
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Carmelo Martín, ¿qué se siente al intentar que echen a una familia a la calle? |
La misma rabia popular fue la que expulsó de dicho piquete al director de la ultraderechista “Radio Aventura”, Carmelo Martín (personaje turbio y siniestro donde los haya, y con una tendinitis permanente en el brazo derecho de tanto levantarlo). Emisora que sirve como altavoz de las fuerzas reaccionarias más oscuras de Telde y que está consagrada a una cruzada contra los inmigrantes, los homosexuales, los desposeídos (“gandules y aprovechados” son algunos de los epítetos que les dedican a madres solteras o familias sin recursos si intentan poner en aprietos al ayuntamiento de la segunda ciudad más poblada de la isla), y que últimamente ha escogido como blanco de sus críticas a Itahisa, José Antonio y su familia, acusándoles de mil falacias, todo en pos de salvarle los muebles al PP y sobre todo a CIUCA (Ciudadanos para el Cambio, nombre paradójico donde los haya), los partidos que se reparten la parte más grande del pastel público teldense. La mayoría de inmundicias lanzadas contra esta familia suelen salir de la boca de un cura, el padre Báez, un esperpento fascistoide que bien podría haberse escapado de algún programa sensacionalista de Telecinco (o de alguna película española de los 70, o de una barraca de feria).
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El Padre Báez en toda su gloria (la imagen íntegra podría herir la sensibilidad del lector [también provocar ceguera]) |
Finalmente, no sin otros contratiempos que en breve pasaremos a relatar, la presencia popular, a la que cada vez se sumaba más gente del barrio, impidió que la comisión judicial y el cerrajero pudieran acceder a la vivienda y la infame policía de Telde (de cuyos procedimientos ya tenemos sobrada experiencia en la FAGC: Dos miembros de la FAGC son detenidos y torturados en Telde) no se atrevió a volver a aparecer. No obstante, todavía no estaba claro que el desahucio se hubiera paralizado, y si podíamos empezar a suponerlo, la enfermiza insistencia de un miembro de Nueva Canarias (la derecha nacionalista en pugna por la poltrona institucional) de que desconvocáramos el piquete, nos obligó a sospechar todo lo contrario. ¿Qué interés podía haber en que disolviéramos la concentración cuando el sentido común nos llamaba a esperar al menos hasta que cerraran los juzgados? La conclusión nos parece clara: Itahisa, José Antonio y sus hijos eran más útiles, como arma política que lanzarle a los partidos en el poder, desahuciados que en su casa. Así funcionan los partidos, se lanzan personas y tragedias como si fueran despojos con los que ensuciarse.
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Guillermo Reyes desde su altavoz privado |
Muchas otras cosas de idéntica índole pudimos comprobar gracias a esta concentración. Cuando un grupo de periodistas, junto a un familiar de los afectados, se dirigieron a hablar con el Concejal de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Telde, Guillermo Reyes (de CIUCA), este se dedicó a hacer un despliegue de los recursos extorsionadores y mafiosos que han debido llevarle a su actual puesto. Según comunicó, con las cámaras apagadas: “cuanto más ruido se haga, esta familia va a salir peor parada. Ithaisa está cargando demasiado contra mí y eso a la larga podría perjudicarla. Que abandonen las protestas o al final van a llamar la atención de los servicios sociales y vamos a tener que quitarles a sus hijos”. Quede esto como testimonio de una amenaza en toda regla, y como denuncia pública que alerte a la población ante cualquier represalia que Guillermo Reyes intentara emprender contra esta familia.
Conste que cuando esta amenaza salió a la luz, se produjeron dos ataques de ansiedad entre los miembros de la familia afectada (uno de ellos con graves problemas de hipertensión arterial). Cuando se llama a la ambulancia para que los asista, el operador de urgencias pregunta que si es por el desahucio de El Caracol, cuando se le confirma que sí, contesta textualmente: “pues entonces no podemos enviar a nadie, no nos vamos a movilizar por un ataque de nervios”. Después de mucho insistir, y de amenazar con denunciarles, la ambulancia finalmente acudió… una hora más tarde. Por suerte, ya los afectados habían sido atendidos por los presentes. ¿Qué consigna pudieron recibir para inhibirse del servicio?
Pero como ya hemos dejado intuir, no crean que los partidos que están en la oposición ofrecieron un espectáculo más edificante que los que gobiernan. Cuando la prensa hace una correlación de siglas mencionando a todos los partidos o colectivos de corte político que comparecieron (recordamos: agrupaciones, todas ellas, que en tanto en cuanto han tenido responsabilidades políticas se han dedicado a consentir o propiciar los mismos desahucios a los que ahora dicen “oponerse”), no está haciendo más que una referencia a los individuos que de uno en uno (esa era la representación numérica de cada partido) se dedicaban a asaltar a los medios de comunicación para ir declamando las siglas de la organización a la que pertenecían. Desgraciadamente, las plataformas y movimientos sociales, supuestamente no politizados, están aprendiendo demasiado bien esta táctica y la reproducen con fruición. Ya no importa difundir la concentración, ni apoyar logísticamente o con medios económicos (que los tienen y nadie sabe a dónde van), buscar las fórmulas para trasladar a la gente, organizar el piquete, etc. La única función que muchos han asumido es llegar temprano, interceptar antes que nadie a los medios de comunicación, dejar que se vean bien las siglas de rigor, dejar claro quién “dirige el cotarro”, quitarle todo el protagonismo a la familia o a la solidaridad popular, y hecho el “trabajo”, abandonar el piquete antes de que hubiera terminado (y no nos referimos a la gente que se va por motivos de fuerza mayor, ni a aquella cuya solidaridad y compromiso es sincera). Organizaciones unipersonales o que no llegaban a la media docena, superponiéndose a una labor de apoyo mutuo cuyo peso recayó en un barrio que supo mostrarse solidario y combativo cuando más se le necesitaba.
La FAGC es consciente de una cosa que no tiene impedimento en comentar (conste que no queremos cacarear constantemente nuestras siglas, tal y como ya hemos desaprobado, y si en esta crónica nos vemos obligado a hacerlo es principalmente para distinguir nuestro punto de vista y como reconocimiento al incansable trabajo del grupo federado a la FAGC en Telde), y es que, si no es recurriendo a procedimientos físicos (corte de carreteras, inutilización de cerraduras, etc.), no tiene capacidad por sí sola de parar un desahucio a través del factor que con mayor solvencia evita la intervención violenta por parte de la policía: el factor numérico. Por eso en cada desahucio reconocemos que el pueblo, y sólo el pueblo, tiene capacidad de parar un desahucio a través del número. Sin embargo, tal y como ya hemos dicho en los días previos al desahucio (a fin de picar a los colectivos e incitarles a movilizarse) si un colectivo como el nuestro, que no recibe ni acepta subvenciones, que no exige cuotas, que no vende nada y que depende de la aportación voluntaria de los pocos miembros con trabajo, puede distribuir una cuantiosa cartelería y organizar una “caravana anti-desahucios”, ¿qué no podrían hacer todos estos partidos y colectivos con sus fondos?, ¿acaso si de verdad apoyaran a las familias en riesgo de desahucio, no podrían fletar dos o tres guaguas y cargarlas, por lo menos con sus afiliados, para evitar el lanzamiento? Podrían pero no lo hacen. Repetimos: su única intención es acudir a los desahucios, aunque sólo sea como portaestandarte, mientras estos tengan cobertura mediática.
Quizás por esta táctica, en la que prima la preponderancia mediática al trabajo, los medios de comunicación comerciales, hambrientos de imágenes morbosas y ávidos por que se produjera alguna desgracia en directo, se dedicaron a priorizar lo superfluo (siglas vacías) en detrimento de lo importante (el ejemplo de valentía y resistencia de una familia llevada al límite y la reacción popular en defensa de uno de los suyos). A pesar de que habitualmente discrepamos de su línea editorial, hemos de hacer la excepción de rigor con Canarias Semanal, el único medio que ha puesto el objetivo en la acción popular y no en la oportunista sopa de letras política (Crónica de Canarial Semanal). Del silencio informativo también fueron damnificados los compañeros y compañeras de El Palomar, que volvieron a concurrir en gran número, y los miembros del 15-M; dos colectivos que no participaron en la persecución de los objetivos de las cámaras.
Una compañera nos ha hecho llegar un correo en el que nos expone los motivos por los que ella supone que también la FAGC es “víctima” del mutismo mediático (por motivos de modestia no lo publicamos entero, espero nos comprenda [no hemos alterado nada, salvo alguna cuestión ortográfica y la eliminación del nombre de algún compañero]):
“[…] Mientras ustedes subían y bajan a la gente en coche el resto se dedicaba a mendigar entrevistas. Y también me acuerdo que cuando la familia cogió el megáfono y les dio las gracias a ustedes y a Stop Desahucios, un compañero suyo cogió el megáfono y dijo que las gracias eran para el barrio y la gente y no para los grupos. Pero creo que hay otros motivos. Saben que yo no sé claramente lo que es el anarquismo. Sé lo que dice su página y la wikipedia, pero poco más. Pero sí sé que me ayudaron y que entonces el anarquismo es decente, es solidaridad, es ayudar, es no pedir nada a cambio. Justicia. Pues si yo pienso eso, lo mismo piensa la gente que lea la prensa o la tele y vean que ustedes están tan metidos en lo de los desahucios. Como me dijo un compañero suyo un día, si pasa cualquier cosa mala como los escaparates de los bancos en la huelga, van a decir una y otra vez que son los anarquistas. Sean o no. Pero si es ayudar a una familia sin casa no lo van a decir nunca y prefieren mencionar a los que conocen o son inofensivos. Los anarquistas parando desahucios son buenos y ellos los quieren malos. Por favor publicad esto”.
Sabemos que esta compañera no va desencaminada. Cuando según sus actas (de ese mismo 7 de marzo) la propia plataforma Stop Desahucios admite que (agradecemos desde aquí la honradez del/la redactor/a):
“En la mañana del jueves 7 de marzo se paró el desahucio de José Antonio e Itaisa [sic] en El Caracol (Telde), convocado por la Federación Anarquista de Gran Canaria. Presencia de vecinos, miembros de la FAGC, del Palomar, de Stopdesahucios, Plataforma Telde Se Mueve [sic]… Presencia de medios de comunicación (noticia a nivel nacional).
Se establece un pequeño debate sobre el protagonismo mediático de Stopdesahucios Gran Canaria […]. Cada colectivo tiene un campo de actuación y somos todos compatibles para luchar juntos: Stopdesahucios intenta luchar para evitar que se llegue a situaciones de desahucio […], la Federación anarquista Gran Canaria está llevando el peso de realojar a familias desahuciadas”.
La manipulación mediática tiene que ser mucha para ignorar lo que estos compañeros reconocen honestamente. Sin embargo, la cuestión sería baladí y no tendría mayor importancia si detrás de la tergiversación de los mass media no hubiera una consigna oficial clara. Cuando algún periodista nos pregunto por el piquete, y lanzamos duras críticas contra los partidos políticos, presentes y ausentes, los propios reporteros reconocían algo que ya tenemos más que asumido: “eso no vamos a poder emitirlo”. Pero cuando un periodista, con el que entablamos contacto a través de la última huelga, nos confirma que la consigna en su redacción es: “borra a la FAGC de la lista de participantes” (ojalá pudiéramos hacer público el nombre del medio), nos damos cuenta de con qué dinámicas interesa relacionar al Anarquismo y con cuáles no, y nos vemos obligados a reconocer que la compañera anónima tiene toda la razón.
No obstante, una cosa es evidente, ni nosotros, ni el pueblo, ni el movimiento okupa, ni los militantes sociales comprometidos con las causas y no con la propaganda, participan en paralizar un desahucio para obtener publicidad; y el día que al parar un desahucio no se obtenga “gloria” y sí “infamia”, el día que desaparezcan las cámaras y con ellas los políticos y figurines, ese día seguiremos estando y seguiremos deteniendo desahucios.
Lo importante del asunto, más allá de toda esa podredumbre política, social y mediática con la que hemos tenido que lidiar en primera persona; más relevante que los adalides del “cuanto peor mejor” que juegan con las personas como si sólo fueran piezas de su estrategia gubernativa; más importante que el ejército de buitres políticos que sobrevuelan a las familias esperando alguna desgracia que echarse a la boca, algún cadáver que poder escupir a los del bando contrario; ha sido, es y será la respuesta barrial, popular, a la tragedia de sus vecinos.
El desahucio se ha parado, se ha ganado un mes de plazo. La escalada de intervención popular en la resolución de sus propios asuntos cada vez va a más. Los manejos políticos que puedan producirse en el próximo desahucio serán una simple anécdota, porque el pueblo hace ya tiempo que está en disposición de sobrepasar a aquellos que se figuran que pueden representarlos. ¿Cómo podría representar el grillete los intereses del esclavo?
“Nunca más voy a tener miedo. Pero lo tuve. Por un momento pareció como si nos hubieran derrotado. Derrotados por completo. Parecía como si no tuviéramos a nadie en todo el mundo, sólo enemigos. Como si nadie siguiera siendo amigable. Me sentí muy mal, y también asustada, como si estuviéramos perdidos y a nadie le importara… Los ricos van y mueren y sus hijos no sirven para nada y van desapareciendo. Sin embargo, Tom, nosotros seguimos surgiendo. No te inquietes, Tom. Llegan nuevos tiempos, distintos. Tranquilo –dijo ella–. Debes tener paciencia. Mira, Tom… nosotros, nuestra gente, seguirá viviendo cuando ellos hayan desaparecido. Escucha, Tom, nosotros somos el pueblo que vive. No nos pueden borrar del mapa. Nosotros somos el pueblo, nosotros seguimos adelante…” (Ma Joad [John Steinbeck, Las Uvas de la Ira, 1939]).