Bakunin, Malatesta y el 15-M

Aquí presentamos dos textos clásicos que, sin embargo, nos hablan de un fenómeno de rabiosa actualidad: los movimientos sociales, su instrumentalización por parte de los poderes fácticos y la estrategia libertaria en contacto con dichos movimientos.
En el primer texto (fragmento de La Política de la Internacional [1869]), de Bakunin, éste nos alerta de los peligros de los movimientos sociales “prefabricados”. Nos habla de cómo todo movimiento que anteponga las reivindicaciones puramente políticas (¿les suenan la reforma de la ley electoral, la petición de listas abiertas, etc.?) a las económicas y sociales (garantizar, por ejemplo, el libre acceso al consumo) es un movimiento controlado de raíz por los intereses burgueses (con independencia de la ideología de estos, que puede oscilar del conservadurismo convencional y el fascismo más descarado a las opciones “izquierdistas” de la órbita de IU, Equo, etc., pasando por esa sopa aparentemente neutra y mojigata que representa DRY) y dirigido contra los que sustentan toda agitación social: los obreros y marginados.

El texto de Malatesta (fragmento de En Tiempo de Elecciones [1890]), nos habla, no obstante, de cuál debe ser la actuación anarquista al intervenir en cualquier movimiento de cariz popular: ser pueblo, reivindicar con él y trabajar para que éste amplíe sus miras, profundice sus expectativas y esté siempre dispuesto a mirar más alto y más lejos, a exigir más y, finalmente, a tomarlo todo. Es ahí donde debe incidir la tensión anarquista.

Bakunin y el 15-M
[…] Hay […] una categoría de burgueses que no tienen ni […] franqueza ni […] coraje. Enemigos de la liquidación social a la que nosotros llamamos con todo el poder de nuestra alma como a un gran acto de justicia, como el punto de partida necesario y la base indispensable de una organización igualitaria y racional de la sociedad, ellos quieren como todos los otros burgueses conservar la desigualdad económica, fuente eterna de todas las otras desigualdades.   Al mismo tiempo pretenden querer como nosotros la emancipación integral del trabajador y de su trabajo, mantienen contra nosotros, con una pasión digna de los burgueses más reaccionarios, la causa misma de la esclavitud del proletariado, la separación del trabajo y de la propiedad inmobiliaria o capitalizada, representada hoy por dos clases diferentes y ellos se sitúan, sin embargo, como los apóstoles de la liberación de la clase obrera del yugo de la propiedad y del capital.
¿Se equivocan o engañan? Algunos de ellos se equivocan con buena fe. Muchos engañan. La mayoría se equivoca y engaña a la vez.
[Cuando la burguesía quiere modificar determinados elementos del propio sistema que ella ha creado, necesita ayuda] esa ayuda no puede ser otra que la del proletariado. Hay que ganárselo entonces. ¿Pero cómo ganarlo? […] Prometámosles reformas económicas y sociales a condición de que quieran respetar las bases de la civilización y de la omnipotencia burguesa: la propiedad individual y hereditaria, el interés sobre el capital y la renta de la tierra. Persuadámoslos que sólo bajo esas condiciones, que además nos aseguran la dominación y a los trabajadores la esclavitud, éstos podrán ser emancipados.
 
Más aún, hay que persuadirlos que, para realizar todas esas reformas sociales, primero hay que hacer una revolución política, exclusivamente política, tan roja como les guste desde el punto de vista político, con gran derribo de cabezas si eso fuera necesario, pero con el más grande respeto por la santa propiedad. Una revolución absolutamente jacobina, en una palabra, que nos convertirá en dueños de la situación y una vez dueños, les daremos a los obreros lo que podamos y lo que queramos.
Es éste un signo infalible por el cual los obreros pueden reconocer un falso socialista, un socialista burgués. Si en lugar de hablar de revolución o si se quiere de transformación social, él les dice que la transformación política debe preceder la transformación económica; si niega que ellas deben hacerse las dos a la vez o incluso que la revolución política no debe ser otra cosa que la puesta en acción inmediata y directa de la plena y entera liquidación social, que el obrero le dé la espalda pues o es un tonto, o un hipócrita explotador.
[…] Está claro que todo movimiento político que no tenga por objeto inmediato y directo la emancipación económica definitiva y completa de los trabajadores y que no haya inscripto sobre su bandera, de una manera determinada y muy clara el principio de la igualdad económica, lo que quiere decir la restitución integral del capital al trabajo o la liquidación social, todo movimiento político semejante es burgués. Cuando [los burgueses] declaran que “la libertad política es la condición previa a la emancipación económica” no pueden significar esas palabras otra cosa que esto: las reformas o la revolución políticas deben preceder las reformas o la revolución económica. Los obreros deben, por consiguiente, aliarse a los burgueses más o menos radicales, para llevar a cabo en un primer tiempo estas primeras reformas, para luego estar contra ellos y realizar las últimas.
 
Protestamos abiertamente contra esta funesta teoría que no podría finalizar, para los trabajadores, más que en hacerlos servir, una vez más, de instrumento contra ellos mismos y entregarlos de nuevo a la explotación de los burgueses.
 
Conquistar la libertad política primero no puede significar otra cosa que conquistarla en primer lugar, dejando al menos, durante los primeros días, las relaciones económicas y sociales en el estado que están, es decir los propietarios y los capitalistas con su insolente riqueza, y los trabajadores con su pobreza.
 
Pero esta libertad una vez conquistada, dicen, servirá a los trabajadores de instrumento para conquistar más tarde la igualdad o la justicia económica.
 
La libertad, en efecto, es un instrumento mágico y poderoso. Todo está en saber si los trabajadores podrán realmente servirse de ella, si ella estará realmente en su posesión, o si, como ha sido siempre hasta ahora, su libertad política no sería más que una apariencia engañosa, una ficción.
 
Un obrero, en su situación económica presente, al que se le habla de libertad política, podría responder con la letra de una canción muy conocida:
 
No hablen de libertad.
La pobreza es la esclavitud.
 
Y en efecto, es preciso estar enamorado de las ilusiones para imaginarse que un obrero, en las condiciones económicas y sociales en las que se encuentra actualmente, pueda aprovechar plenamente, hacer un uso serio y real de su libertad política.
[…] Sea como fuere y se dijere, mientras el trabajador quede sumergido en su estado actual, no habrá para él ninguna libertad posible y aquellos que lo incitan a conquistar las libertades políticas sin tocar primero las candentes cuestiones del socialismo, sin pronunciar esa palabra que hace palidecer a los burgueses: la liquidación social, le dicen simplemente: conquista primero esta libertad para nosotros para que más tarde podamos nosotros servirnos de ella contra ti.
Malatesta y el 15-M
[…] Basta saber lo que se quiere y quererlo firmemente para encontrar mil cosas útiles para hacer. Ante todo, propaguemos los verdaderos principios socialistas, y en lugar de contar mentiras y dar falsas esperanzas a los electores y a los no electores, incitemos en esas mentes el espíritu de rebelión y el desprecio al parlamentarismo. Hagamos de modo que los trabajadores no voten, y que las elecciones se las hagan ellos, gobierno y capitalistas, en medio de la indiferencia y del desprecio del pueblo; porque cuando se ha destruido la fe en las urnas, nace lógicamente la necesidad de hacer la revolución. Vayamos a los grupos y a las reuniones electorales, pero para desbaratar los planes y las mentiras de los candidatos, y para explicar siempre los principios socialistas-anárquicos, es decir, la necesidad de quitar el gobierno y desposeer a los propietarios. Entremos en todos los sindicatos obreros, hagamos otros nuevos, y siempre para hacer la propaganda y hablar de todo aquello que debemos hacer para emanciparnos. Pongámonos en la primera fila en las huelgas, provoquémoslas siempre para ahondar el abismo entre patronos y obreros y empujemos siempre las cosas cuanto más adelante mejor. Hagamos comprender a todos aquellos que mueren de hambre y de frío, que todas las mercancías que llenan los almacenes les pertenecen a ellos, porque ellos fueron los únicos constructores, e incitémosles y ayudémosles para que las tomen. Cuando suceda alguna rebelión espontánea, como varias veces ha acontecido, corramos a mezclarnos y busquemos de hacer consistente el movimiento exponiéndonos a los peligros y luchando juntos con el pueblo. Luego, en la práctica, surgen las ideas, se presentan las ocasiones. Organicemos, por ejemplo, un movimiento para no pagar los alquileres; persuadamos a los trabajadores del campo de que se lleven las cosechas para sus casas, y si podemos, ayudémoslos a llevárselas y a luchar contra dueños y guardias que no quieran permitirlo. Organicemos movimientos para obligar a los municipios a que hagan aquellas cosas grandes o chicas que el pueblo desee urgentemente, como, por ejemplo, quitar los impuestos que gravan todos los artículos de primera necesidad. Quedémonos siempre en medio de la masa popular y acostumbrémosla a tomarse aquellas libertades que con las buenas formas legales nunca le serían concedidas.

En resumen: cada cual haga lo que pueda según el lugar y el ambiente en que se encuentra, tomando como punto de partida los deseos prácticos del pueblo, y excitándole siempre nuevos deseos. Y en medio de toda esta actividad, vayamos eligiendo aquellos elementos que poco a poco van comprendiendo y aceptando con entusiasmo nuestras ideas; juntémonos en pacto mutuo, y preparemos así las fuerzas para una acción decisiva y general.

Reflexión y crónica sobre los acontecimientos del 1º de Mayo

La sangre atrae a las moscas. Moscas con porra, moscas con banderas “sigladas” y, especialmente, moscas con estilográficas.
Que la prensa haya hecho su agosto vendiendo que la “gestapillo” de CCOO-UGT se limitó a “llamarnos al orden”, que la policía se vio “obligada a intervenir” o que estábamos en contra de la convocatoria, es algo natural (saben bien quién les paga, y a su dictado escriben). Que se hayan afanado en decir que éramos 15, que éramos red-skins o que pertenecíamos a la exigua CNT, es en parte lógico y en parte pintoresco. Pero que mucha otra gente haya iniciado la carrera por definirse como los verdaderos protagonistas, como los más “malotes” y los que empollaron el “primer huevo”, es cuanto menos triste cuando la situación judicial de muchos compañeros está en el aire, cuando la salud de algunos está todavía en entredicho y cuando los heridos más graves (porrazos y verdugones aparte) –nos referimos a los que siguen con la nariz rota o con una lesión cardiaca de consecuencias indeterminadas– pertenecen al mismo y malogrado bando.
Ese bando no ha tenido prisa en explicar lo sucedido: primero porque no ha querido correr a darse un dudoso baño de gloria; segundo porque es cuanto menos de mal gusto, si no cruel, escribir sobre determinados asuntos cuando la sangre que derramaron algunos de sus protagonistas aún no se ha secado.
Los compañeros que salieron peor parados son Anarquistas (de la FAGC, si se necesitan siglas) y han preferido mantenerse fuera de este circo mediático y esperar que el bullicio deje espacio a la reflexión.
Personalmente los sucesos del 1º de Mayo lo han convertido en un día perfecto para extraer valiosas conclusiones. Paso a relatar algunas…

 Se nos ocurrió crear, de forma espontánea, un bloque anti-capitalista de corte anti-autoritario, a fin de entrar en la Plaza de la Feria de forma crítica y diferenciada con respecto a los sindicatos oficiales (a fin también de proponer conjuntamente una Asamblea Popular cuando estos últimos se dedicaran a vomitar su cansino y clásico mitin [posiblemente el mismo que dan desde los años 80]). El caso de la compañera represaliada Laura Gómez (http://www.kaosenlared.net/territorios/t/euskalherria/item/16677-a-por-nosotros-a-por-nuestra-fragilidad.html) nos solidarizó con la CGT y les invitamos, junto a Azarug (organización cuya heterogeneidad nos mantenía expectantes), a formar parte de ese conglomerado. Cuando dábamos la vuelta a la Delegación del Gobierno los “compañeros” de CGT (posiblemente ante la presencia policial) desertaron. No volverán a engañarnos; más que nada porque permitir que nos engañen dos veces nos convertiría (como dice el Talmud) en cómplices del engaño. Ese día algunos aprendieron que ante una batalla es preferible tener al lado a ese “queso de mil leches” (mescolanza de ideas y posturas enfrentadas) que es Azarug que a gente, supuestamente, de corte “libertario”, como son los de CGT.

Cuando entramos en la plaza buscamos un lugar donde nuestra voz pudiera oírse ante la hegemonía del monopolio sindical. Nuestros gritos, detrás de la tarima, quedaron claros: “CCOO y UGT sindicatos del poder” y, sobre todo, “¡Huelga, huelga!”. Desde la tribuna el orador de Comisiones indicó al “grupo de orden” que subiera a desalojarnos y pasó lo evidente: cuando se recurre a un “grupo de orden” estos suelen desencadenar el caos.
Comenzaron las provocaciones e insultos por su parte, las patadas disimuladas, los empujones, bien subrepticios bien descarados; se afanaron en intentar arrebatarnos los megáfonos para silenciarnos… Lo que ocurrió después es parte del corolario que se da entre la agresión y la necesaria autodefensa.

Mientras algunos intentábamos denostadamente intentar levantar una línea de contención y resistencia otros se afanaban en repartir golpes bajos y empujar. Las “fuerzas de asalto” de CCOO (si ésas son las de “élite” como deben ser los “soldados rasos”) no podían actuar con más bajeza (tirando colillas contra la cara, centrándose en agredir con preferencia a las compañeras, recurriendo al salivazo, etc.). Cuando sintieron perder la partida no dudaron en llamar a la policía.
Todo ello coincidió con la obsesión de un enajenado (seguramente, por su forma de actuar, “Secretario de cultura, bienestar y convivencia” de CCOO) en golpear a una de nuestras compañeras, dos veces, al grito de: “deja de grabar” (pregunta: ¿qué interés tenían los de Comisiones en que no se grabara el altercado? A buen entendedor…). Una avalancha se precipitó (desde lo alto de la parte superior de la plaza –donde estábamos ubicados– a la acera). Fue el momento que aprovechó la UIP (que acudió rauda a la llamada de sus “colegas”) para intentar llevarse a nuestra compañera. El rayo electrificante de solidaridad no se hizo esperar, y corrimos en estampida para liberarla. Obviamente, los cuerpos represivos no se lo esperaban.

No hace falta hablar de quién hizo qué. Ahí están las imágenes (aunque todavía parciales) para poner en su lugar a cada uno. Los que se abstuvieron, los que presumen injustificadamente y los que nos manchamos hasta escupir sangre. Tampoco hace falta aclarar mucho más lo que hizo la policía. Nos pegaron indiscriminada y brutalmente. Nos apalearon escogiendo, intencionadamente, puntos vitales. Fueron a dar en la cara, en la nuca, en el pecho o en la columna. Con un ansia homicida que sólo la premeditación o el miedo pueden explicar (posiblemente ambas a la vez).
En ese momento se materializó el divorció de la población con los sindicatos “mayoritarios”. Se evidenció la separación entre quienes decían desde la tribuna “eso no va con nosotros” y entre quienes se alertaban: “están cargando contra los anarquistas”.

Si en la lucha se unieron a los anarquistas muchas sensibilidades (especial mención merecen muchos compañeros de Azarug, y seguramente algún que otro “autónomo”), en la recriminación a la policía se unieron prácticamente todas, salvo las representadas por el sindicalismo vertical de CCOO Y UGT (el grito de: “¿dónde están, no se ven, CCOO y UGT?” dejó muy clara la ruptura).
La policía, superada por lo que su propia represión había desencadenado, acabó retirándose y a casi todos nos quedó una sensación de euforia… Aún no habíamos valorado las bajas.

A ojos vista muchas buenas lecciones pueden extraerse de lo que puede ocasionar una unión popular cohesionada y sin miedo ante la legalidad ni ante la máscara más cruel del Estado: el armazón policial. Sin embargo también hemos aprendido, o reaprendido, lecciones amargas.
Personalmente, he vuelto a comprobar lo triste que es constatar que te usen como carne de cañón, que se aprovechen de que estás en primera línea para golpear e irse, sabiendo que serás tú quien correrás con los “gastos”. He descubierto que muchos esperan a que estés en el suelo para ponerte una gorra en la cabeza y una bandera en las manos. He averiguado que a nadie le interesa aclarar los malos entendidos y que a través de ambiguos comunicados mantienen el equívoco sobre la autoría de los hechos con tal de obtener suculenta propaganda gratuita. He contemplado cómo unos miran con los brazos en jarra mientras otros luchan; y cómo a otros les atrae más participar de la “orgía de violencia” que de la Causa. He contemplado cuánto gusto hay por las fotos, por poder decir “yo lo vi todo” y por instrumentalizar una masacre y un acto de solidaridad espontánea a fin de poder comentar “estamos en la vanguardia”.

En conclusión:
-La resistencia ante las agresiones de los sindicatos y la policía no fue “encabezada” por la CNT (dado su número y sobre todo su participación esta afirmación es absurda y tendenciosa). Los militantes de la Confederación deberían de corroborar y hacer público que su intervención en los hechos fue testimonial.
-Junto a los “autónomos” (cuya filiación desconozco) y muchos de los militantes de Azarug, fueron los anarquistas, a secas, y por mal que suene, quienes se batieron el cobre (véanse las incontestables imágenes).

-A excepción de los porrazos que recibió un único compañero de Azarug (según reza en su comunicado oficial), la casi totalidad de los heridos (tres leves: policontusionados [porrazos en extremidades y espalda]; uno de gravedad media: rotura, de doble trayectoria, de tabique nasal; y uno de gravedad todavía indefinida: lesión cardiaca, de origen traumático, causante de una posible patología crónica que a estas horas sigue siendo valorado por los cardiólogos) pertenecen a esa herramienta libertaria que llamamos FAGC.
Escribo esto desde uno de los hospitales de la isla, donde sigo hospitalizado a la espera de que me realicen un electro cateterismo y de que me den los resultados de mi dolencia cardiaca. Lo escribo con una sensación agridulce. Con gratitud para todos los que se jugaron su integridad física sin esperar nada a cambio, para todos los que unieron su voz a la nuestra sin más ambición que la de hacer lo que sentían justo, para todos los que ese día le perdieron el miedo a la policía y el respeto a los grandes sindicatos. Pero también con cierta lástima por todos los que, manteniéndose al margen, han revuelto entre nuestras heridas y se han pintado la cara con nuestra sangre; por todos los que gritaban, no por convicción, sino para poder ponerse una medalla de la que presumir en esas “revoluciones asépticas” que se nos permite declarar a través del Facebook; por todos los que se cagarán en mis muertos por haber señalado lo incómoda que es la verdad de quien vivió los hechos y ahora paga sus consecuencias.


Fdo.: Un anarquista que dará su identidad cuando la seguridad de los compañeros deje, de forma irreversible, de estar en peligro.
P.D.: Este comunicado no representa la opinión de la Federación Anarquista de Gran Canaria, sólo corresponde a la vivencia de un militante libertario que sólo debe responder ante sí mismo.

P.D. 2: Para todos los que, conociendo lo relatado, nos insistan en que denunciemos, aquí va mi personal negativa: en este caso no sólo pesa nuestra condición de anarquistas, nuestra negativa a participar de la hipocresía de atacar un sistema que se respalda en las leyes a través de esas mismas leyes (modificando una frase de Sartre: “quien respeta la legalidad no puede actuar contra el sistema, es parte de él”); pesa también el hecho de las posibles represalias (sabemos a ciencia cierta que la policía espera como agua de mayo que algunos de nuestros carnets se adjunten a las posibles denuncias que fuéramos a tramitar) y la negativa, por tanto, de salvarse a través de condenar a otros.

El Derecho a Huelga (1909) de Rafael Barrett

Parece que algunos gobiernos marchan hacia una concepción nueva: la de que no sea permitido al obrero abandonar su labor, salvo que le despidan. Se ha presentado al parlamento español un proyecto de ley negando el derecho a la huelga. En la Argentina y en la India inglesa se lanza del territorio, sin formalidad ninguna, a los «agitadores» como suele llamarse a los que se cansan de sufrir. Durante la magnífica parálisis de los servicios postales y telegráficos franceses, se dijo que el Estado no podía tolerar, por capricho de los trabajadores, el aislamiento de Francia.

Se dio entonces a los modestísimos empleados el pomposo nombre de «funcionarios públicos» y se declaró que un funcionario público está en la obligación de no interrumpir un minuto su trabajo. Sería una grave falta de disciplina. Se ve la habilidad con que el gobierno -que al fin cedió ante la fuerza huelguista- trataba de introducir ideas sublimes y palabras altisonantes en el conflicto. Había que asimilar el cartero y el telegrafista al soldado. El único deber del funcionario, es funcionar. No hay huelgas; no hay más que deserciones. Mañana se aplicaría el mismo razonamiento a los operarios de las industrias nacionales; pasado mañana, a los peones agricultores, al bajo personal del comercio. Suspender la faena productora es una indisciplina, un delito, una traición. Se debilitan las energías del país; ¡se disminuye la riqueza de la patria!
Así rehabilitaríamos la esclavitud -y conste que en ella se ha fundado la civilización más ilustre de la historia. ¿Por qué no hemos de ser consecuentes? En resumen, el Estado no es sino el mecanismo con que se defiende la propiedad. Si se castiga al que atenta contra ella mediante el robo, y al que la mueve antes de tiempo mediante el asesinato, ¿no es lógico castigar también al que la suprime en germen? La propiedad se gasta; su valor se consume, y es necesario reponerlo sin descanso. El ladrón la mata; pero el huelguista la aborta. Para un fabricante, una huelga prolongada de sus talleres equivale a la fuga de su cajero; el patrono volverá los ojos al Estado, exigiendo auxilio. Un trabajador es una rueda de máquina; mas una rueda libre, capaz de salirse de su eje voluntad, es algo absurdo y peligroso. No se concibe una propiedad estable sin la práctica de la esclavitud.
[…]
El Estado se batirá; opondrá al número el número. Opondrá el ejército compuesto de hombres educados para esperar la muerte, al proletariado, compuesto de hombres que tienen la irritante pretensión de vivir. Ya que de derechos hablamos, ¿qué es un derecho, sino una concesión, un permiso de las bayonetas? Recordemos, no obstante, que los soldados no son ricos ni felices, y que los fusiles, los cañones y los acorazados no se construyen solos. ¿Vendrá el momento en que los astilleros huelguen? ¿Vendrá una huelga militar? Lo ignoramos. Es evidente que los trabajadores atraviesan una época de prosperidad, de juventud. A regañadientes, como a lobos que le persiguieran, el Estado les arroja jornadas breves, salarios más altos, pensiones, indemnizaciones, y los lobos tragan esos pedazos de carne fresca, y corren con doble vigor, y avanzan y se echan encima. ¿Dominará el Estado? ¿Aprovechará la obediencia aún bastante segura del Ejército? ¿Será vencido? Nadie lo sabe. Los vastos movimientos sociales nos son tan misteriosos como nos lo serían las mareas, si un cielo nublado eternamente nos ocultara la luna y el sol. Aguardemos los episodios de la lucha entre el trust del oro y el trust de la miseria.

Creación de un Bloque Crítico

29M Bloque Crítico.

¿Quieres salir a la calle el próximo 29 de marzo para expresar tu repulsa a la Reforma Laboral, pero no quieres hacerlo cogido de la mano de los mismos sindicatos oficiales que con su pasividad o sus negociaciones la han hecho posible? ¿Quieres mostrarle tu rabia al PP, pero sin que los politicuchos del PSOE, o de cualquier otro partido, instrumentalicen tu descontento? ¿Quieres manifestarte sin tener que taparte la nariz al ver que a tu lado van tus propios verdugos? ¿Quieres salir a tomar la calle sin tener que preocuparte de estar haciendo cuota para estos impresentables, sin tener que avergonzarte de salir en la foto junto a ellos? Entonces vamos a formar un Bloque Crítico
 
Un Bloque en el que quepamos todos, salvo los propios responsables, cómplices o secuaces de este atentado patronal y anti-obrero que se llama Reforma Laboral. Un Bloque que demuestre que se opone tanto a dicha Reforma como a los sindicatos (“amarillos”) y partidos, todos ellos vendidos a la CEOE y simples brazos armados del Capital. Un Bloque autónomo y anticapitalista que les diga a estos mercenarios que la calle es nuestra y que no van a conseguir domesticar la rabia popular.
Impidamos que la manifestacione sea un simple paseo. Nos vemos el 29 de marzo. 
¡Vamos a meterles el miedo en el cuerpo y a quitarles las ganas de jugar con nuestro pan!
Carteles




Cartel DinA4 para difusión

Llamada a la Acción

Los movimientos sociales que se abstengan de romper con la totalidad de lo establecido están muertos, o fabrican muertos. No puede enfrentarse a la realidad de forma crítica sin cuestionar las mismas estructuras del sistema, sin estar dispuesto a socavar los principios más sagrados sobre los que se fundamentan el Capital y el Estado. La única alternativa es dejar de especular y de contemporizar y pasar a la acción.

En una coyuntura como la presente, donde nos encontramos con una crisis de subsistencia, donde los alimentos de primera necesidad son inaccesibles para gran parte de la población, donde la carestía va en aumento, donde la vivienda es un artículo de lujo y un número cada vez mayor de la población es condenado a la indigencia, donde la sanidad deja de ser universal, donde la calidad del trabajo disminuye cada vez más, hablar de la Revolución en términos puramente políticos, y no económicos y sociales, es un error, un despropósito, una frivolidad y un acto puramente quintacolumnista.

Empezamos a ser conscientes de quién se está beneficiando de esta Crisis: los banqueros y el poder financiero no dejan de ganar grandes dividendos mientras la “clase obrera” se empobrece cada vez más, los Mercados hacen “la cuenta de la vieja” y en una situación de miseria generalizada los precios no se adaptan al nivel de vida y siguen subiendo más y más cada día; no obstante, no es sólo la bancocracia quien se está enriqueciendo. El Capital empresarial ha aprovechado la situación para rizar el rizo capitalista haciendo que el trabajo pase de dudoso “derecho” a efectivo “privilegio”. La actual crisis hace que aceptemos el trabajo como una “bendición”, se dé en las condiciones que se dé. El trabajo es cada vez más precario, y empieza a romper los pequeños matices que lo separaban de la esclavitud convencional. Los horarios son más abusivos, los sueldos menores y, aún así, nadie protesta, nadie se queja, porque en nuestros tiempos el siguiente dicho se ha hecho ley: “da gracias de que al menos tienes trabajo”. El empresariato ha olvidado el consejo de Tiberio que advertía de que “a las ovejas se las puede esquilar, pero no desollar”, y ha empezado a desollarnos sabiendo que en tiempos de Crisis lo que sobran son “repuestos” (mano de obra forzosamente desocupada).
En tales circunstancias los Movimientos sociales que se tengan por combativos no pueden enredarse en galimatías políticos, en vericuetos legalistas. Hablar de partidos, de votos, de leyes electorales, de parlamentos, de decretos, de regulaciones gubernamentales, es como ofrecerle una piedra a alguien que se está ahogado, como endosarle sal a un pueblo que está sediento.

Estamos en una situación de urgencia, de emergencia, y todo intento de modificar formas políticas superficiales es una torpeza o una traición. ¿Por qué hablar de “dación en pago” (que soluciona el problema del endeudamiento y no el problema de fondo de la indigencia del afectado) y no de la solución integral que plantea la máxima de “techo para todos”? ¿Por qué atascarnos en la creación de partidos o en su mejoramiento, si más de doscientos años de su existencia han demostrado que son parte del problema (una de las piezas más importante del mismo) y no de la solución? ¿Por qué obstaculizar toda posibilidad de manumisión exigiendo “leyes más justas” (las misma que garantizan y hacen legales las injusticias), dirigentes más honestos (si fueran honestos no serían dirigentes), etc., en vez de trabajar por la liberación de espacios públicos y productivos, en vez de ocupar tierras baldías y edificios abandonados, en vez de tomar de donde sobra para restituir en donde falta?

La terea a realizar está clara: hay que quitarse todos los prejuicios legales, rascarse todos los pruritos gubernamentales y atacar al Capital donde más le duele. Hay que destruir los principios sobre los que se fundamenta la desigualdad y la opresión, se llamen “propiedad privada” o “trabajo asalariado”. Hay que poner en funcionamiento proyectos de liberación alimentaria, de liberación agrícola, que hagan que el pueblo se haga el beneficiario de todas esas tierras abandonadas, en las que crecen las malas hierbas, y que bastarían para alimentar a la mayoría de la población depauperada. Hay que habilitar casas abandonadas que den resguardo a las familias que los bancos están arrojando a la calle, a los individuos orillados por el sistema y que sirvan para iniciar actividades que reporten en el bienestar del barrio que las rodea. Hay que organizar redes alternativas de suministro donde la caridad deje paso a la justicia, donde no exista el dinero ni el ánimo de lucro, donde se consuma lo que se trabaja, lo que se necesita.

Los agoreros dicen que esto es muy difícil, que hay que hacer actos previos; pues bien, lo que planteo es en sí el paso previo, el primer tanteo para experimentar, para probar, para ejercitarnos y saber de qué somos capaces. Lo que propongo es el primer paso antes de iniciar una expropiación total de los medios de producción, una socialización integral de los mismos, una repartición total de la riqueza, una liberación absoluta de las pasiones e inquietudes individuales. Lo que sugiero es lo mismo que Bakunin (“vivir hoy los hechos del futuro”), empezar a poner en práctica lo que deseamos, empezar a disfrutar lo que ambicionamos, empezar a hacer real lo que nuestra mente sueña y nuestro estómago implora.

¡Basta de legalismo y de partidismo, basta de inmovilismo, basta de derrotismo, basta de cháchara, basta de interminables discusiones sobre lo que se puede y no se puede! ¡Es la hora de hacer de las Utopías de Mañana las Realidades de Hoy! ¡Es la hora de pasar a la ACCIÓN!

“Un mapa del mundo que no incluya Utopía no merece siquiera la pena mirarse, porque excluye el único país en el que la humanidad desembarca siempre. Y cuando la humanidad desembarca allí, observa y, viendo que es un país mejor, larga velas. El progreso es la realización de la utopía”.
(Oscar Wilde)

Fdo.: Ruymán

Los Vicios no son Crímenes

A razón de la última entrada que han publicado otros administradores de la página de la Federación, abro esta otra entrada que arroja una visión distinta a la del autor del artículo “Drogas: otra forma de control social”, que mis compañeros han reproducido.

(Sirva esto de ejemplo, de cómo en la FAGC no tenemos una línea editorial dogmatica y monolítica, y como, en nuestra calidad de anarquistas, nos gusta disentir y conservar cada uno nuestros propios prismas.

Por eso considero tanvalioso que se hablan este tipo de debates –y felicito por ello a mis compañeros– donde puede contrastarse el crisol de sensibilidades que componen el cuerpo vivo del Anarquismo).

En esta entrada, ofrezco unos extractos de una obrita de Lysander Spooner (famoso jurista y libertario del siglo XIX) escrito en 1875 (cuando algunos abolicionistas antiesclavistas cambiaron de objetivos y empezaron a bregar por la Ley Seca) y recojo además algunos argumentos ya expuestos con anterioridad, por el que esto suscribe, a razón de un infortunado libro que pecaba de lo mismo que ahora detecto en el citado artículo: un moralismo atalayezco rayano en el clasismo.

Sin embargo, antes de pasar a explicarme, mejor argumento mi crítica, texto incluido.

Los Vicios no son Crímenes

Una Reivindicación de la Libertad Moral

(Fragmentos escogidos [como puede observarse la traducción es bastante mediocre, pero vayamos al fondo y no a la forma])


“[…] La cuestión de la virtud o el vicio, por tanto, en todos esos casos es una cuestión de cantidad y grado y no del carácter intrínseco de cualquier acto aislado por sí mismo. A este hecho se añade la dificultad, por no decir la imposibilidad, de que alguien (excepto cada individuo por sí mismo) trace la línea adecuada o algo que se le parezca; es decir, indicar dónde termina la virtud y empieza el vicio. Y ésta es otra razón por la que toda la cuestión de la virtud y el vicio debería dejarse a cada persona para que la resuelva por sí misma.

[…] En realidad, los estudios de profundos filósofos se han dedicado (si no totalmente en vano, sin duda con escasos resultados) a esforzarse en trazar los límites entre las virtudes y los vicios.

Si, por tanto, resulta tan difícil, casi imposible en la mayoría de los casos, determinar qué es vicio y qué no, o en concreto si es tan difícil, en casi todos los casos, determinar dónde termina la virtud y empieza el vicio, y si estas cuestiones, que nadie puede real y verdaderamente determinar para nadie salvo para sí mismo, no se dejan libres y abiertas para que todos las experimenten, cada persona se ve privada del principal de todos sus derechos como ser humano, es decir: su derecho a inquirir, investigar, razonar, intentar experimentos, juzgar y establecer por sí mismo qué es, para él, virtud y qué es, para él, vicio; en otras palabras, qué es lo que, en general, le produce satisfacción y qué es lo que, en general, le produce insatisfacción. Si este importante derecho no se deja libre y abierto para todos, entonces se deniega el derecho de cada hombre, como ser humano racional, a la “libertad y la búsqueda de la felicidad”.

[…] Ninguno de nosotros es completamente parecido, física, mental o emocionalmente o, en consecuencia, en nuestros requisitos físicos, mentales o emocionales para obtener satisfacción y evitar la insatisfacción. Por tanto, nadie puede aprender de otro esta lección indispensable de la satisfacción y la insatisfacción, de la virtud y el vicio. Cada uno debe aprender por sí mismo. Para aprender, debe tener libertad para experimentar lo que considere pertinente para formarse un juicio. Algunos de estos experimentos tienen éxito y, como lo tienen, se les denomina virtudes; otros fracasan y, precisamente por fracasar, se les denomina vicios. Se obtiene tanta sabiduría de los fracasos como de los éxitos, de los llamados vicios como de las llamadas virtudes. Ambos son necesarios para la adquisición de ese conocimiento (de nuestra propia naturaleza y del mundo que nos rodea y de nuestras adaptaciones o inadaptaciones a cada uno), que nos mostrará cómo se adquiere felicidad y se evita el dolor. Y, salvo que se permita intentar satisfactoriamente esta experimentación, se nos restringiría la adquisición de conocimiento y consecuentemente buscar el gran propósito y tarea de nuestra vida.

Un hombre no está obligado a aceptar la palabra de otro, o someterse a la autoridad de alguien en un asunto tan vital para él y sobre el que nadie más tiene, o puede tener, un interés como el que él mismo tiene. No puede, aunque quisiera, confiar con seguridad en las opiniones de otros hombres, porque encontrará que las opiniones de otros hombres no son coincidentes. Ciertas acciones, o secuencias de acciones, han sido realizadas por muchos millones de hombres, a través de sucesivas generaciones, y han sido por ellos consideradas, en general, como conducentes a la satisfacción, y por tanto virtuosas. Otros hombres, en otras épocas o países, o bajo otras condiciones, han considerado, como consecuencia de su experiencia y observación, que esas acciones tienden, en general, a la insatisfacción, y son por tanto viciosas. La cuestión de la virtud y el vicio, como ya se ha indicado en la sección previa, también se ha considerado, para la mayoría de los pensadores, como una cuestión de grado, esto es, de hasta qué nivel deben realizarse ciertas acciones, y no del carácter intrínseco de un acto aislado por sí mismo. Las cuestiones acerca de la virtud y el vicio por tanto han sido tan variadas y, de hecho, tan infinitas, como las variedades de mentes, cuerpos y condiciones de los diferentes individuos que habitan el mundo. Y la experiencia de siglos ha dejado sin resolver un número infinito de estas cuestiones. De hecho, difícilmente puede decirse que se haya resuelto alguna.

En medio de esta inacabable variedad de opiniones, ¿qué hombre o grupo de hombres tiene derecho a decir, respecto de cualquier acción o series de acciones “Hemos intentado este experimento y determinado todas las cuestiones relacionadas con él. Lo hemos determinado no sólo para nosotros, sino para todos los demás. Y respecto de todos los que son más débiles que nosotros, les obligaremos a actuar de acuerdo con nuestras conclusiones. No puede haber más experimentos posibles sobre ello por parte de nadie y por tanto, no puede haber más conocimientos por parte de nadie”?

¿Quiénes son los hombres que tienen derecho a decir esto? Sin duda, ninguno. Los hombres que de verdad lo han dicho o bien son descarados impostores y tiranos, que detendrían el progreso del conocimiento y usurparían un control absoluto sobre las mentes y cuerpos de sus semejantes, a los que debemos resistirnos instantáneamente y hasta el final; o bien son demasiado ignorantes de su propia debilidad y de sus relaciones reales con otros hombres como para merecer otra consideración que la simple piedad o el desdén.

Sabemos sin embargo que hay hombres así en el mundo. Algunos intentan ejercitar su poder sólo en una esfera pequeña, por ejemplo, sobre sus hijos, vecinos, conciudadanos y compatriotas. Otros intentan ejercitarlo a un nivel mayor. Por ejemplo, un anciano en Roma, ayudado por unos pocos subordinados, intenta decidir acerca de todas las cuestiones de la virtud y el vicio, es decir, de la verdad y la mentira, especialmente en asuntos de religión. Afirma conocer y enseñar qué ideas y prácticas religiosas son beneficiosas o perjudiciales para la felicidad del hombre, no sólo en este mundo, sino en el venidero. Afirma estar milagrosamente inspirado para realizar su trabajo y así virtualmente conocer, como hombre sensible, que nada menos que esa inspiración milagrosa le cualifica para ello.

[…] Sin duda, nadie, sin afirmar una inspiración sobrenatural, debería asumir una tarea para la que obviamente es necesaria una inspiración de ese tipo. Y, sin duda, nadie someterá su propio juicio a las enseñanzas de otros, antes de convencerse de que éstos tienen algo más que un conocimiento humano ordinario sobre esta materia.
Si esas personas, que se muestran a sí mismos como adornadas tanto por el poder como por el derecho a definir y castigar los vicios de otros hombres dirigieran sus pensamientos hacia sí mismos, probablemente descubrirían que tienen mucho trabajo a realizar en casa, y que, cuando éste se completara, estarían poco dispuestos a hacer más con el fin de corregir los vicios de otros que sencillamente comunicar los resultados de su experiencia y observaciones. En este ámbito sus trabajos podrían posiblemente ser útiles, pero en el campo de la infalibilidad y la coerción, probablemente, por razones bien conocidas, se encontrarían con incluso menos éxito en el futuro que el que hubieran tenido en el pasado.

[…] Por fin, acerca de este punto de la libertad individual: cada hombre debe necesariamente juzgar y determinar por sí mismo qué le es necesario y le produce bienestar y qué lo destruye, porque si deja de realizar esta actividad por sí mismo, nadie puede hacerlo en su lugar. Y nadie intentará si quiera realizarla en su lugar, salvo en unos pocos casos. Papas, sacerdotes y reyes asumirán hacerlo en su lugar, en ciertos casos, si se lo permiten. Pero, en general, sólo lo harán en tanto en cuanto puedan administrar sus propios vicios y delitos al hacerlo. En general, sólo lo harán cuando puedan hacer de él su bufón y su esclavo. Los padres, sin duda con más motivo que otros, intentan hacer lo mismo demasiado a menudo. Pero en tanto practican la coerción o protegen a un niño de algo que no sea real y seriamente dañino, le perjudican más que benefician. Es una ley de la naturaleza que para obtener conocimiento e incorporarlo a su ser, cada individuo debe ganarlo por sí mismo. Nadie, ni siquiera sus padres, puede indicarles la naturaleza del fuego de forma que la conozcan de verdad. Debe experimentarla él mismo y quemarse, antes de conocerla.

La naturaleza conoce, mil veces mejor que cualquier padre, para qué está designado cada individuo, qué conocimiento necesita y cómo debe obtenerlo. Sabe que sus propios procesos para comunicar ese conocimiento no sólo son los mejores, sino los únicos que resultan efectivos.

Los intentos de los padres por hacer a sus hijos virtuosos generalmente son poco más que intentos de mantenerlos en la ignorancia de los vicios. Son poco más que intentos de enseñar a sus hijos a conocer y preferir la verdad, manteniéndolos en la ignorancia de la falsedad. Son poco más que intentos de enseñar a sus hijos a buscar y apreciar la salud, manteniéndolos en la ignorancia de la enfermedad y de todo lo que la causa. Son poco más que intentos de enseñar a sus hijos a amar la luz, manteniéndolos en la ignorancia de la oscuridad. En resumen, son poco más que intentos de hacer felices a sus hijos, manteniéndolos en la ignorancia de de todo lo que les cause infelicidad.

Que los padres puedan ayudar a sus hijos en definitiva en su búsqueda de la felicidad, dándoles sencillamente los resultados de su propia (de los padres) razón y experiencia, está muy bien y es un deber natural y adecuado. Pero practicar la coerción en asuntos en lo que los hijos son razonablemente competentes para juzgar por sí mismos es sólo un intento de mantenerlos en la ignorancia. Y esto se parece mucho a una tiranía y a una violación del derecho del hijo a adquirir por sí mismo y como desee los conocimientos, igual que si la misma coerción se ejerciera sobre personas adultas. Esa coerción ejercida contra los hijos es una negación de su derecho a desarrollar las facultades que la naturaleza les ha dado y a que sean como la naturaleza las diseñó. Es una negación de su derecho a sí mismos y al uso de sus propias capacidades. Es una negación del derecho a adquirir el conocimiento más valioso, es decir, el conocimiento que la naturaleza, la gran maestra, está dispuesta a impartirles.

Los resultados de esa coerción nos son hacer a los hijos sabios o virtuosos, sino hacerlos ignorantes y por tanto débiles y viciosos, y perpetuar a través de ellos, de edad en edad, la ignorancia, la superstición, los vicios y los crímenes de los padres. Lo prueba cada página de la historia del mundo”.

Spooner tiene muchos argumentos mojigatos, y no obstante gran parte de lo que dice sigue teniendo plena vigencia. Yo no consumo ninguna clase de droga estándar (ni siquiera fumo). Considero que la gente como yo (pobre) tiene muy poco que no le puedan quitar, y me resisto por tanto a ceder parte de lo único que tomo por mío: mi conciencia y mi voluntad. No me gustan por tanto las sustancias que me enajenan de mis capacidades, aunque sea temporalmente. Empero, y dicho lo dicho, no consigo entender la necesidad de pontificar con términos agrios sobre hábitos cuya dimensión “social-involucrativa” es la única susceptible de ser criticada con éxito; puesto que cuando la ejecución es conscientemente individual, y su receptor también, emitir un juicio censor (más allá del consejo y la recomendación) es siempre contraproducente.

Si una persona actúa de determinada forma por la presión social puedes tratar de colaborar con ella para que sepa que tiene opciones, que puede decidir. Pero recriminarla y enjuiciarla no servirá de nada. Todo el ajenjo debería recaer en los individuos y organismos interesados en idiotizarlo. Si ya se ha hecho este proceso pero la dialéctica empleada es la del anatema y la condena o la del puritanismo y la correlación espartana-dominica sólo se consigue sustituir la ayuda por culpabilidad, la reflexión por censura.

Si una persona actúa de forma determinada porque es un enfermo, los reproches y recriminaciones no tienen más valor terapéutico que el de profundizar en la enfermedad.

Y si una persona, según ella libre de presiones exógenas, y no acuciada por la enfermedad, dice consumir tal o cual sustancia por gusto, sin más cetro que su arbitrio, ¿quién osará levantar la voz para juzgar, enjuiciar y condenar una actividad que entra exclusivamente dentro de la más íntima dimensión individual, de la prerrogativa personal de cada uno a hacer de su vida lo que quiera, sea pozo de constricción o barranco de hedonismo?

Se habla de dinámicas colectivas nocivas, y me parece una excusa sinceramente para dar rienda suelta a toda una suerte de prejuicios. Es evidente que nada apena más que ver el talento desperdiciado de muchas personas que acaban consumiendo lo mejor de sí en actividades superfluas; sin embargo, detrás de ese odio a la “decadencia” y la “degradación”, de términos como “costras”, “parásitos” (en este texto concretamente se habla de “camelleros), suele ocultarse un desprecio a lo “desordenado” y sucio” que oculta una suerte de clasismo que siempre dispara en la misma dirección: abajo para no hacerlo hacia arriba. Ese clasismo se manifiesta cuando nuestra aversión hacía las cosas que nos desagradan la dirigimos hacia quienes sufren los efectos de esos procesos desagradables en vez de apuntar a quienes son los causantes y supra-beneficiarios de las mismas. Lo dicho se denota, especialmente, en ese gusto de cariz legalista a la hora de condenar el “camelleo”, cuando se ha demostrado que en este mundo de “ladrones legales”, ese tipo de tácticas no es muy diferente a la de quien se queja de los mosquitos mientras los buitres lo están devorando.

Por ello, hay que tener cuidado de no retrotraernos a esos duros e inclementes cárteles de la CNT –a los que muchos militantes se oponían– durante la Guerra (¡Un borracho es un parasito! ¡Eliminémosle!) o a esas soflamas insensibles que sobre la eugenesia promocionaban algunas componentes de Mujeres Libres. Lo contrario es reproducir lo que decía Armand y demostrar que “los Torquemadas irreligiosos no son peores, al fin y al cabo, que los Torquemadas religiosos”.

DROGAS: Otra forma de control social

Antes de ponerte a criticar, por favor leete el texto. Esto es una reflexión contra las drogas y el ocio actual, no contra las personas que las consumem. Que nadie se confunda.

“Soy una persona igual que tú,Pero tengo mejores cosas que hacer que quedarme sentado y hacerme mierda la cabeza,Salir con muertos vivientes,Aspirar mierda blanca por mi nariz,Desmayarme en los conciertos. Ni siquiera pienso en el speed, Eso es algo que no necesito”.
Minor Threat, del primer album.

Drogas: cuando el uso de la droga se convierte en consumo y el tiempo de ocio en mercancía.

Dentro de la critica al consumismo (en la práctica también) como uno de los pilares fundamentales donde se sustentan el capitalismo actual, vemos indispensable trabajar en el ámbito de las drogas y su interconexión con el sistema. Algo que se ha convertido en un producto de imagen, incluso de estética “revolucionaria»?, cuando en realidad no es más que un elemento alienante y un negocio emanado de los grandes empresarios, banqueros, traficantes de armas, tratadores de blancas… Incluso las propias fuerzas represivas juegan un papel decisivo en su distribución dentro de la sociedad. Un tema espinoso para muchxs militantes que tuercen la cara y miran para otro lado cuando se pone el tema sobre le mesa o se defienden en base a una extraño concepto de libertad

MANUAL DE INSTRUCCIONES

La redacción de este panfleto ya conoce y defiende los discursos antiprohibicionistas y despenalizadores, a su vez conoce y reconoce las bondades de las drogas naturales ( el hachis, la marihuana o las distintas clases de setas alucinógenas, por ejemplo) así como ciertos usos de distintas drogas. Estas acotaciones se tendrán en cuenta cuando se mencione “las drogas” como generalidad.

La redacción advierte que este panfleto tiene un contexto que se hará explícito, dialogar con él como si lo hiciésemos con el Ministro de Sanidad, con un madero o con nuestros papis y mamis será altamente tergiversador de su sentido.

Por último, la redacción reitera el contexto espacial (aquí) y temporal (ahora) de este escrito y advierte que cualquier justificación de largas noches de speed, coca, pastillas o tripis, por medio de una rigurosísima argumentación sobre las drogas utilizadas en los rituales chamánicos del Amazonas brasileño en días de luna llena, serán tomadas como un claro síntoma de que el/la lector/a de este texto está evadiendo el problema aquí referido.

Salud y Anarquía.

PRESENTACIÓN DE UN PROBLEMA

Tratar el tema de las drogas en un panfleto es algo ciertamente delicado, porque chocamos con gran cantidad de problemas que nos afectan personalmente, nos enfrentamos con el propio discurso de transgresión que se ha creado entorno a ellas y, como no podía ser de otro modo, con nuestras formas de diversión. Nosotr@s l@s jóvenes, y muy especialmente nosotr@s, l@s jóvenes alternativ@s-autónom@s-anarquistas… deberíamos tener una visión contraria al CONSUMO DE DROGAS muy alejada de la que nos vende el Ministerio de Asuntos Sociales. Esta visión se debería basar en el bochornoso espectáculo que ofrecemos constantemente en las noches de las zonas de marcha los fines de semana: y que se alarga, en forma de resaca o pedo, según el tipo de droga consumida, durante los días siguientes.

A su vez, las fiestas y conciertos de muchos CSO’s se han convertido en peligrosas prolongaciones de las noches de las zonas de marcha, con un montón de gente “puestísima” de las más variadas sustancias: speed, coca, pastillas o tripis, por no hablar ahora de la “gente consciente” que trafica en estos eventos sin ningún tipo de tapujos . El baile de “las máscaras de la felicidad” donde tod@s somos amig@s y los problemas se desvanecen en la danza de zombies más ansiada por el poder. Una forma de ocio-consumo disfrazada de “alternativa” y la sensación general de “autocomplacencia en el buen rollo” son suficientes para mantener nuestras almas (armas) paralizadas, y el siguiente tiro justificado, triste pero cierto. El control se hace efectivo porque a plena luz del día, mientras ell@s piensan cómo mejorar sus formas de control (el ocio-consumo es una de las más importantes) nosotr@s estamos padeciendo el último bajón o durmiendo la penúltima resaca, sin acordarnos siquiera de lo “felices” que fuimos anoche. Enriquecemos a las mafias, adormecemos nuestras almas, les hacemos el juego a l@s poderos@s. Este panfleto es una visión preocupada del problema de las drogas: el speed, la coca, los tripis y las pastillas son sus protagonistas, nosotr@s, sus adormecidas víctimas.

MEMORIAL DE AGRAVIOS

10 pasos encaminados a reflexionar sobre el CONSUMO de drogas:

0. Economía y sociedad, mercancía y vida cotidiana:
el delirio de la subjetividad crea monstruos.

Ya he tratado de explicar qué presupuestos de partida he seleccionado para un mejor entendimiento de este texto, pero tengo la impresión de olvidar aún algunas acotaciones fundamentales y que, por otro lado, permitirían escapar del debate a tod@s aquell@s que, por unos intereses u otros, traten de huir de lo aquí expuesto.

Comencemos advirtiendo que cuando me refiero a “las drogas” estoy tratando de explicar un momento concreto y contextualizado de las mismas.

Si hacemos un símil muy sencillo podemos comprender a lo que me refiero. Cuando tratamos de dilucidar y explicar en un marco general las condiciones sociales que nos rodean, solemos acudir al discurso del “sometimiento total” de nuestras condiciones sociales bajo los imperativos de la economía. Del mismo modo, cuando queremos aproximar este discurso a nuestra cotidianidad, verdadera representante de lo social en nuestras vidas, tenemos que recurrir a la mercancía, último eslabón del engranaje capitalista. Por tanto, debemos reconocer en la mercancía al estilete que clava lo económico en nuestras vidas para su mejor control, preciso momento en el que todo aquello que pueda oler a uso contextualizado o genuino, recordemos a algunas vanguardias artísticas, debe ser etiquetado y envasado en forma de mercancía, háblese, en nuestro artístico ejemplo, de las galerías de arte y su mercantilización.

Concretamente éste es el proceso que han sufrido las drogas en occidente. De ser un producto medido y controlado por sus utilizadores/as (adviértanse los discursos sobre drogas naturales, y a veces también sintéticas, de los años 50 y 60) han pasado a ser, ya en forma de mercancía -esto es controladas en su proceso de producción por las leyes del mercado- algo muy distinto:

a.- la oferta, representada por las grandes mafias capitalistas de todo el mundo, máxima expresión del próspero empresariado esclavizador y explotador;

b.- la demanda, representada por l@s entusiastas consumidor@s de instantes mercantilizados, cada vez más alejados del proceso de producción de lo que consumen y, por tanto, de las consecuencias que les producen. Este es el control efectivo de las drogas sobre sus consumidores; el control que tiene la mercancía sobre nuestra cotidianidad y, en general, el control que ejerce la economía sobre la sociedad.
En definitiva, las drogas transformadas en valor de cambio necesitan de todos los elementos con los que cuentan otras mercancías: el consumo pasivo, el pleno desconocimiento de el quién, el cómo y el porqué de ellas, su fabricación y su consumo y, sobre todo, una fe ilimitada en el sujeto-consumidor, plenamente convencido de controlar y conocer la mercancía que le consume: “Sé tú mismo: bebe Pepsi”… el delirio de la subjetividad crea monstruos.

1. Una presentación del poder, sus caras y nuestras caretas.

El poder, término general que podemos emplear para agrupar todos los mecanismos de sumisión social a ámbitos como la economía y la política, se nos presenta de diversos modos y maneras, es un poder con mil caras. Este poder también cuenta con numerosísimas ramificaciones en nuestras vidas, ramificaciones estas que no tienen que ser obligatoriamente premeditadas e impuestas. Hablo de los razonamientos y comportamientos que complementan a ese poder sin ser exactamente una de sus instituciones. Uno de éstos puede ser el consumo de drogas. Trato de acercarme a un problema que afecta seriamente a un amplio espectro de personas, fundamentalmente jóvenes, sin distinción de sexo, edad, raza o -lo que es más sospechoso- condición social y económica.

La complementariedad entre drogas y poder se hace evidente, las drogas son -a mi entender y en el contexto actual- una de las caretas que nos ponemos para parecernos, de forma patética y , en el caso de los jóvenes con ciertas inquietudes combativas, también dramática, al poder instituido por nuestra sociedad. La búsqueda acrítica e inconexa de una sucesión y acumulación de instantes sin mayor contenido que el que ofrece la mercancía consumida (la droga en este caso), y la disminución de recursos imaginativos para instituir un tiempo de diversión y ocio que se aleje y trate de suprimir el CONSUMO, son el punto más elevado del frenesí mercantil, la muerte del individuo y el nacimiento del consumidor.

Huir de esta realidad es ahogarse en discursos teológicos en torno a las drogas, en la impenetrable fe en el individuo-sujeto. Quedarse observando nuestra realidad es asistir a una danza ritual de muerte y separación colectiva que se mueve al compás de la sociedad del consumo capitalista y del “reality show” del buen rollo del barrio, del bar, del Centro social de turno.

2. Por un contexto de las drogas: aquí y ahora.

Y no estoy pensando -como quizás tú lo estés haciendo ahora- en el “molinillo justificador” de la despenalización de las drogas, que ya nos sabemos tod@s y que casi nada dice del contexto actual que padecemos de forma sangrante. Desterremos para nuestro análisis a los chamanes, a otras culturas, todas las drogas “naturales” y las tradiciones históricas, y olvidemos a Escohotado, que él también se asustaría de lo que nos está sucediendo. Olvidemos todo ese discurso, válido para tantas y tantas cuestiones, pero que no sirve para una juventud vendida a las pastillas, a los tripis, a la cocaina, al speed. El negocio de la diversión a la carta nos vende la huida reclamada por el poder para que, danzando con su careta, nos olvidemos de que podemos ser distintos de él, divertirnos de otro modo y sin pasar por el embudo de las drogas.

Y si no te has hartado de leer acerca de nuestra realidad, estaremos pensando ya en lo mismo, aquí y ahora: en la Euskal Herria y el Madrid del Speed; en las “raves okupa��? de las pastillas; en la Universidad de la coca y en un infinito etcétera, combinando hasta la saciedad distintos lugares y distintas drogas. Un problema que se expande a lo largo y ancho del estado : Ciudades, Barrios, Centros Sociales, Bares…

3. Mi cuerpo y mi mente.

Recurrimos ahora, para no ver lo obvio, al último recurso, y es que mi cuerpo y mi mente son míos, hago con ellos lo que me parece, y ahora mismo dejo de leer este texto -escrito seguramente por algún peligroso reaccionario-.

Este discurso está errado, se agota en su base. Tu cuerpo, por mucho que quieras, es del capitalismo que te obliga a currar cada día, es del estado que te controla cada paso que das, es de todas aquellas personas que mandan sobre nosotrs y que deciden nuestro futuro desde sus despachos. Nuestros cuerpos, nuestras vidas, son suyas porque nos los arrancan cada día por medio del trabajo, porque se las cedemos por medio del ocio-consumo.

Ante esto, los espacios que nos quedan de libertad, perfectos para planear cómo recuperar nuestras vidas, se ven reducidos a muy pocos momentos. Y si esos momentos de reunión y reflexión, espacios que sólo son posibles en los tiempos que el capitalismo nos deja para que consumamos y le perpetuemos (el tiempo que ell@s llaman “de ocio” y nosotr@s denominamos “de consumo”) son secuestrados por la vida en Ferrari de las drogas, no hemos realizado nuestros deseos, acabamos de regalar nuestras vidas al consumo capitalista, acabamos de ceder nuestro tiempo al jefe que, frotándose las manos, observa cómo el lunes volveremos a trabajar para comprar los próximos gramos de coca o speed, las próximas pastillas.

4. La vida de lo efímero, lo inmediato, de la moda.

Sustituir gran parte de nuestro tiempo por pedos continuos es aniquilar toda capacidad de diversión (hacer cosas diferentes) es morir en la fosa de lo inmediato, de un chasquido de dedos que marca el comienzo y el final del fin de semana, de los días de vacaciones, del tiempo más fácil de liberar.

El poder nos quiere ver de dos formas, o trabajando o consumiendo, el resto del tiempo es aterrador para él, aguanta la respiración, ya que es el tiempo que tenemos para vernos y reunirnos, para analizar nuestras vidas y poder desenmascarar el entramado de basura en el que nos encierran. Tocarnos, conocernos, aprender, leer, reflexionar, hablar etc. son catalizados por las drogas hacia alocadas modas del instante de tres días, de la muerte del tiempo dilatado de la reunión y el conocimiento, de la preparación y la reflexión de nuestras vidas, ahora sustituidas por la huida y la moda de “ponerse” lo antes posible hasta llegar al delirio, de ver cómo el tiempo de diversión no lo marcan los individuos sino las drogas (12 horas, 24 horas, etc.).

Cuando nuestro tiempo es preparado y etiquetado, ya sea por el capitalista que planifica nuestro curro o por el diseñador de drogas que planifica nuestro pedo, hemos dejado nuestras vidas en manos de otr@s, hemos delegado nuestra capacidad de creación vital, nuestra capacidad de decisión, somos representados por el carácter que imprime en nosotr@s la droga y el carácter que imprimen en nosotr@s los poderes del mercado.

Al igual que el capitalista tiene que crear las condiciones sociales para que vayamos a trabajar todos los días, es la única manera que tenemos de ganarnos la vida, vemos cómo las drogas reproducen este problema en el ocio-capitalista. El ritmo de ocio-consumo que se nos impone y presupone a l@s jóvenes es el caldo de cultivo perfecto para que aparezcan drogas que, separadas de usos consonantes con la experimentación colectiva y contextualizada, son simples estimulantes de pe- ríodos de irracionalidad y seudovigilia, creando un ambiente de reunión alrededor de la droga (elemento de separación de los individuos) que se vuelve nexo de unión entre los consumidores, y que, de repente, se hace cada vez más homogéneo y regular gracias a los ritmos impuestos por las sustancias.

5. Alimentando mafiosos.

Los que se benefician de estas drogas (speed, coca, tripis, pastillas) son aquellos que, subiendo por la pirámide: reprimen, asesinan y secuestran sin escrúpulo alguno, con su compra alimentamos a lo peor del capitalismo, a su momento más oscuro, aquél en el que ley y delito son una misma cosa, donde estado y narcotráfico son complementarios.

Nadie duda a la hora de boicotear a cualquier marca comercial que explota a niñ@s, pres@s, hombres y mujeres del mundo entero, pero este discurso no vale para las mafias del narcotráfico mundial. Colombia, Perú y Bolivia serían buenos lugares, en el caso de Latinoamérica, para ver de cerca las atrocidades a las que son sometidas poblaciones enteras por parte de los narcotraficantes, podríamos ir continente por continente viendo quiénes manejan las rutas del narcotráfico y la producción de muchos tipos de drogas, precisamente las que más se consumen, cuánta miseria recorre de lado a lado la pasta de coca y su elaboración, cuánta muerte y destrucción es financiada por la juventud pudiente del primer mundo, cuánta inconsciencia más vamos a tolerar a este respecto.

6. El pedo sin memoria, sin amig@s, sin vida…

Entremos en un terreno escabroso, en ese que nos habla de las relaciones personales, en el que se pueden ver claros ejemplos de falsas relaciones sociales, donde el factor de reunión no es la amistad, la reflexión común o la afinidad personal, nos une el tipo de droga que consumimos, droga que nos reúne en torno a sus propiedades.

En el caso de la coca o el speed, nos reúne, como borreg@s que van a pastar, alrededor del espacio del servicio, en torno al tipo de “pedo lúcido” que creemos aparentar y que aquell@s que no han consumido observan falsificado. Frente a la sensación de estar perfectamente lúcido y fresco, el observante que no está “puesto” ve manadas de personas que convulsivamente van al servicio, con la nariz moqueando y con un comportamiento semifrenético tendente a desarrollar conversaciones delirantes y raramente graciosas.

Y es aquí donde aparecen l@s mejores amig@s, aquell@s que nos quieren esa noche que pillamos dos pollos y al día siguiente ni nos hablan, aquell@s con los que me he ido veinte fines de semana porque le gusta la coca tanto como a mi y al que no sé que decir cuando me lo encuentro y no estamos “puestos”, hasta un perro que consumiese coca sería un perfecto confesor para estos días de pedo.

Este es un ejemplo del tipo de seudo-comunidades que se establecen en torno a las drogas, cada una asentada sobre el tipo de droga consumida, no importa quien esté a tu lado, sólo que se haya metido lo mismo que tú y, por tanto, tenga cuatro o cinco ritmos primarios iguales que los tuyos. Los ejemplos son infinitos: el desbarre de los tripis y las pastillas o la falsa lucidez del speed y la coca son los clásicos.

Seudo-comunidades de la separación perfecta que reproducen a escala al capitalismo avanzado. Seudo-comunidades en las que el nexo de unión es el factor de separación, aquél que nos transforma en una sola “persona” o, mejor dicho, en un solo comportamiento. Seudo-personas en una seudo-comunidad, la falsedad última del capitalismo que nos quiere tener separados para reunirnos de nuevo en el engaño de su contemplación, del consumo de sus mercancías: fútbol, drogas, ropas de marca, televisión etc…

7. Un lenguaje común para el mundo de las mercancías y su consumo.

Reconstruir el lenguaje repetitivo y “gracioso” en torno a las drogas: tiro, pollo, turulo, bajón, pedo etc. es reconstruir el mismo lenguaje que, por ejemplo, utilizan dos pijas del barrio Salamanca para hablar de su ropa de marca.
Todo el discurso -si observamos a dos pijas hablando de sus modelitos- se centra en la marca comprada. En el lenguaje de las drogas, todo se centra en la sustancia adquirida. Todo consumo frenético, como es el caso que nos ocupa, conlleva unas pautas de comportamiento: una preparación a largo plazo, “más allá” de pensar otro tipo de diversión; la compra y el consumo acrítico, nunca “más allá” de la simple valoración del tipo de pedo que nos apetece y, en definitiva, la incapacidad de concebir unos pocos días de “vacaciones” sin consumir algún tipo de droga. Nos iguala a la incapacidad que tienen esas dos pijas de concebir unas tardes libres sin ir a comprar un jerseicito.

Y una vez puesto el vestido, una vez metida la siguiente pastilla, aprovechamos hasta el último resquicio de prestigio, de seguridad y de falsa-realidad que la mercancía nos hace ser-aparentar, a parecer un ente poseído por sus “cualidades” y características materiales y simbólicas, ambas igual de falsas al unirse en su forma -mercancía.

Y, finalmente, el sentido de clandestinidad que ofrecen las drogas, pese a que cualquiera que vea a unas personas puestas y se fije en los movimientos que se hacen, aprecie lo evidente. Las drogas cuentan con el comportamiento infantil del ocultamiento en el servicio, en la trastienda del bar, en la clandestinidad inocente. Es así de simple, todo el mundo sabe, incluida la policía, claro está, dónde se consume droga, ese es su poder, el saberlo y esperar, ese es el auténtico control sobre la gente, poderles detener en cuanto sea oportuno. Ocultar lo evidente es el clásico juego de l@s niñ@s y, para la policía, un as en la manga, quizás sea oportuno cerrar algún bar para el recuento de la próxima estadística, o entrar en algún Centro Social cuando sea una amenaza política inminente, sólo ell@s lo saben, para eso tienen el control casi absoluto, y se lo servimos en bandeja.

8. Sospecho, luego existo.

En este sentido, no hay que hacer mucha memoria para recordar cómo utiliza el poder las drogas, los ejemplos son muy reales, recordemos algunos. En EE.UU los barrios negros, sobre todo los más combativos, han sido bombardeados por multitud de drogas, llevadas hasta allí por mafias que controlaban el sistema : crack o heroína, por ejemplo. El resultado fue inmejorable para el gobierno yanqui, aquell@s negr@s antisistema fueron hechos drogadictos y, por tanto, encarcelad@s, asesinad@s y destruid@s como posible enemigo. Si nos situamos en la España de los 80, en Madrid sin ir más lejos y con lo barrios como escenario, decubriremos cómo estos sufrieron una ofensiva de pastillas y heroína que asesinó a una generación de jóvenes. Muerte, cárcel y exclusión son el legado de una juventud que prometía ser un fuerte enemigo del capitalismo. Gracias a sus “Madres Unidas” hoy sabemos la verdadera historia de un poder sin escrúpulos al que no le tembló la mano a la hora de eliminar a sus enemigos aprovechando su “sobredosis de juventud”.

Con mayor actualidad, podemos fijarnos en los modelos de droga que aparecen en los lugares combativos, el caso de Euskal Herria y el speed es muy sintomático, y el caso de Vallekas (Madrid), sospechoso. Los ejemplos son innumerables, pero los resultados siempre los mismos, zonas con tejido asociativo, con inquietudes políticas y sociales, desarticuladas por el ocio-consumo y seudoreunidas en bares y tabernas en torno a toda clase de drogas, incluidos el alcohol y el tabaco. Asesinad@s en la jungla del consumo frenético de mercancías. Las drogas añaden un elemento básico para el poder e imprimen obligatoriamente el ideario del sistema, ya que son, pese a quien pese, la forma más acabada de control social, subvirtiendo el sentido de nuestras ganas de diversión (hacer cosas diferentes) y sustituyéndolo por la “obligatoriedad” de su repetición fácil y alienada (hacer siempre lo mismo).

9. Sobre nuestra derrota: el día después.

Y una vez acabado el pedo, muerto ya el tiempo que tuvimos para pensar, leer, reflexionar, unir inquietudes y preparar ofensivas contra el sistema, llega el bajón. No sólo es domingo y hemos perdido dos días, sino que mañana hay que volver a currar y nuestra mente se ha cuadriculado: “no vuelvo a tomar drogas”.

Y preparemos nuestro próximo pedo, pillemos para el cumple de Pepe, vayamos al fiestón con unos gramos, compremos unas pastillas para el viernes y el sábado. Aquí no hay distinción social o económica, las drogas son ideales para muchas cosas: para mantener a l@s pres@s atontad@s, para que los pijos hagan sus fiestas de fin de semana, para que en los barrios nos quedemos agilipollad@s, para que el día a día pase a la historia en forma de curro y de pedo, para que el “buen rollo” de las drogas oculte todo lo malo que nos impone este mundo, para que la derrota del pueblo se festeje cada noche de sábado en nuestros bares y barrios, en los Centros Sociales okupados, en cada día tirado a la basura y en cada día trabajado para comprar mierda…somos un@s pij@s de la diversión, LA DERROTA ESTA CONSUMIDA.

10. Camellos en el Centro Social Okupado.

Y habrá que tratar también esta cuestión, no quiero meterme con lo que hacer con los camellos en el barrio o en los bares, cada uno que asuma sus responsabilidades, pero los Centros Sociales son de tod@s l@s que curramos en ellos, nuestras casas okupadas son espacios liberados, lugares que parten de la reflexión y el compromiso, y es lamentable ver cómo se asemejan algunos Centros “Sociales” a Joy Eslava o Pachá, con sus camellos pululando en busca de la clientela que compre sus drogas, para poner a la gente a tono, para que compre su careta de carnaval a un “módico” precio, escudados en el espacio “liberado” que tanto ha costado conquistar al capital.

Hace un tiempo estabais mal vistos en los Centros Sociales (Minuesa), ahora son mal vistas las personas que os reprenden, vendéis la basura más detestable en nuestras narices, hacéis de las fiestas una danza de guiñapos y os retiráis orgullos@s con los bolsillos llenos de billetes para vuestro lucro personal, hasta el capitalismo es más condescendiente con sus consumidores y les advierte de las mierdas que consumen (tabaco, alcohol… ) y trata de hacer controles de sanidad para que no se intoxiquen, tienen que estar sanos para trabajar. Vosotr@s vendéis mierda escudad@s en los Centros Sociales y no sabéis ni lo que pasáis, os preocupa muy poco lo que suceda mañana: “hay gente que compra y yo vendo”, no importa quienes sean o lo que hagan, tod@s estamos exentos de responsabilidad en el mundo de la mercancía, desde la sombra, viviendo a costa del trabajo de colectivos y organizaciones que preparan fiestas para financiar y difundir su trabajo político, trabajas sobre seguro, tu negocio es casi perfecto.

En definitiva.

Son muchas las cuestiones a tratar, este acercamiento beligerante contra estas prácticas drogadictas trata de ser, en intensidad, tan fuerte como la ofensiva que las drogas han hecho en los ambientes en los que me muevo y en los que están en constante crecimiento. Cada un debe extraer sus conclusiones y tratar el problema con seriedad, si nos atrevemos deberíamos reunirnos en algún sitio para hablar de ello más detenidamente, incluso escribir algo para defender o atacar este panfleto. Si no hemos visto el problema ya hemos perdido la batalla; si no queremos ver el problema no merece la pena ni hablar; si vivimos del problema, mi aprecio hacia ti es limitado, cada cual que asuma su parte de culpa.

La conciencia es lo que nos permite ver este mundo como globalidad, los actuales usos de las drogas son enemigos directos de la conciencia, pues nos muestran un mundo a su medida, no a la nuestra. Tamizan y filtran “realidades” para ajustarlas a nuestro pedo, un mundo del falsas sensaciones y relaciones falsas, todas ellas fragmentadas según los ritmos de la droga, haciéndonos huir de toda realidad global, introduciendo la amnesia como “modo de pensar”, abundando en la banalidad como forma de relación, cayendo en la experimentación hedonista e individualista.

En consecuencia, podemos observar como sospechosa evidencia el espectacular alza en el consumo de drogas-mercancía entre la juventud de todo el estado, más allá de las clásicas distinciones socio-económicas. Este grave problema, el de la socialización de las drogas en forma de mercancía, es directamente proporcional al aumento del desconocimiento sobre las mismas, ya no sólo en sus posibles efectos físicos y psíquicos, sino también en nuestras-sus actitudes y comportamientos, y más allá, en la completa ignorancia con respecto a su composición (posibles componentes adictivos, componentes nocivos, etc. ) el resto, lo pagamos nosotr@s.

En definitiva, planteamos aquí un problema serio pero a la vez parcial. En él se introducen dos vías de diálogo. Por un lado, la de hacerles las mismas o similares acusaciones a ciertos usos de otras drogas como el tabaco, el alcohol o el hachís y, por otro, el replantearnos la visión que tenemos del ocio y su consumo.

Cuando el sentido común expira

            Si alguna vez los anarquistas se plantearon abandonar el 15-M, si alguna vez el reformismo gris y pacato de alguna de las propuestas de este Movimiento les invitó a tirar la toalla, sus detractores han conseguido justo lo contrario pues han encontrado la peor forma de echarlos: ordenarles que se vayan. “Amigos” si quieren que un anarquista abandone una habitación jamás le señalen la puerta.
           


            Que “Asambleas unipersonales” (dos que ahora se reformulan como “15-M Norte”) hayan extraído de los “incidentes del 15-O” una lectura sobre la legitimidad de tales o cuales Asambleas, y no sobre la legitimidad de la violencia teledirigida contra “individuos aislados”, es bastante representativo. Que dichas “Asambleas” no gasten su tiempo en los desahucios, en la liberación de espacios públicos abandonados, en hacerles la puñeta a políticos y banqueros, y sí en perseguir anarquistas, es un poco alarmante.
            Muchas personas usan el membrete de algo que consideran “más grande que ellos” cuando no se atreven a dejar escapar sus prejuicios por su propia boca. Según lo ven, si le dieran “nombre propio” a sus opiniones éstas dejarían de tener el mismo peso, por lo cual se escudan tras la panoplia que representa un organismo o movimiento, como el 15-M, o tras la defensa de una Asamblea cuyo quórum acaba y empieza en sí mismos. Así se comprende que emitan sentencias que, si tuvieran que rubricarlas, de forma personal, se abstendrían de dar a conocer. Así se comprende que digan, con toda ligereza, y sin aportar ninguna prueba, que los anarquistas (eso sí, reconociendo –paradójicamente– que participamos “a título individual”) actuamos en bloque dentro de las Asambleas del 15-M o que den por sentado que todas las propuestas de “San Telmo”, sin excepción, provienen de anarquistas o, es más, exclusivamente de miembros de la FAGC.
            Pero ¿por qué este nuevo ataque? La lectura de la situación se nos antoja harto sencilla. Después de lo acontecido el 15-O algunos se frotaron las manos pensando que el Movimiento Anarquista en Gran Canaria estaba finiquitado. Pensaban que un prefabricado acto de “violencia en masa” iba a pasarnos factura (a nosotros, los que lo sufrimos), que nadie vería la situación desde el punto de vista de los agredidos y los censurados, que los individuos con pensamiento crítico no se atreverían a posicionarse a nuestro lado y que nosotros nos abstendríamos de contra-atacar… Se equivocaban.
            Sin hacer un análisis triunfalista, infinidad de personas nos manifestaron su apoyo  (de todas las ideologías, de todas las islas y hasta del resto del Estado español), nuestros comunicados eran secundados por numerosas voces, la web creció desorbitadamente, el programa de radio tuvo una fantástica acogida y muchos individuos inquietos se acercaron al grupo para colaborar o simplemente para ver “qué era eso del Anarquismo” y los motivos por los que algunos podían llegar a odiarlo tanto.
            Ésta era la reacción (que nos fortaleciéramos en vez de que nos desarticuláramos) que no se esperaban nuestros detractores. Del hecho de que no hayamos desaparecido ni hincado la rodilla es de donde proviene tanta “mala baba”. Sin embargo, nos es indiferente, porque como reza la única verdad que contiene esa suerte de demencial comunicado donde se nos “invita a irnos”: nosotros tenemos nuestra “propia revolución en marcha”.
            Aprended algo de la psicología del anarquista para la próxima vez, de la psicología del rebelde, de la psicología de las mujeres y hombres que luchan por ser libres, de la psicología de los que saben ser herejes en un ambiente de ortodoxia e iconoclastas en tiempo de fanatismo: nunca le den órdenes a un anarquista o, mientras no lo considere injusto o inoportuno, les desobedecerá y hará justamente lo contrario.
               No obstante, nuestros detractores (no los llamamos “enemigos” pues ese calificativo se lo reservamos a los de “arriba”) nunca comprenderán esto, pues los argumentos que esgrimen retratan perfectamente cuáles son sus intenciones y capacidades. Para los susodichos es incompatible con el asamblearismo que en dicho ámbito (parafraseamos) “se compartan creencias” (¿no servían también las asambleas para intercambiar ideas y pareceres?), usan el término “revolucionario” como un insulto y nos acusan de querer (cito textualmente) “suplantar las instituciones burguesas y […] [hacernos] con los medios de producción y distribución” (¿no era esa la idea?). Todo ello porque pretenden convertir las plazas en un “espacio” donde los partidos políticos vengan a evangelizarnos (eso vienen a decirnos en uno de sus comunicados), conclusión bien lógica si tenemos en cuenta que los que esto defienden ya tienen montados sus propios partidos (sean de viejo cuño o ad hoc) y ven al 15-M como un simple “ganado electoral” al que trasquilar. La inquina de tales personajes depende, principalmente, de que temen que los anarquistas les tiremos al suelo el cazo de las subvenciones que tanto les está costando levantar.
            Así se entiende que pidan la disolución de la asamblea de San Telmo, que digan que los anarquistas “la controlamos” (cosa difícil cuando nuestro grupo se formó, de forma espontánea, cuando ya el 15-M llevaba tiempo en marcha [incluso de capa caída], y cuando siempre nos hemos puesto como objetivo no mencionar asuntos relacionados con el 15-M en nuestras reuniones internas y específicas), que segreguen y se arroguen la potestad de decidir qué es y qué no es 15-M, y que definan a “su” Movimiento (uso el posesivo porque en sus documentos hablan del Movimiento anteponiéndole el acaparador término de “nuestro”) como “ni revolucionario, ni reformista” (es decir, la forma “elegante” de decir que son reformistas convencidos [¿acaso no se declara veladamente racista el que dice que no es ni racista ni anti-racista?]).
 Sea como sea, tendrán que esforzarse mucho más si pretenden que pleguemos velas. En el corto período de vida de nuestra federación hemos repelido agresiones de toda índole y resistido toda suerte de linchamientos; diversos colectivos, partidos y organizaciones se han coaligado en nuestra contra; la policía nos ha echado el ojo y hasta la ultraderecha (según acabamos de saber) ha intentado colarnos un falangista en nuestro entorno más cercano… Si nada de esto nos ha tumbado, nadie conseguirá callarnos por mucho papel que se emborrone con amenazas u órdenes. “Amigos”, van a tener que hacerlo mucho mejor si quieren que nos vayamos, porque cuanto más fuerte traten de amordazarnos más fuerte gritaremos.

Cuanto más se persigue a quienes creen en las causas justas, más se propagan sus ideas”.
Albert Fisher (uno de los llamados “mártires de Chicago”) durante el juicio al que fue sometido como anarquista, 1886.


FAGC          

Razones versus Descalificaciones


(Teniendo en cuenta que nunca un trocito de tela permitió sacar tanta bilis contenida, aprovecho la oportunidad, por última vez, para aclarar unas cuantas cosas. Sacando provecho a la coyuntura se nos ha acusado –a los anarquistas– de “romper [inexistentes] acuerdos asamblearios”, “consensos” jamás consensuados, de “boicotear” un acto con nuestra mera presencia [bandera y vestimenta incluidas] y de hacer incluso “apología de la violencia”. Sacando provecho de la coyuntura, se reparten documentos con las fotos de algunos componentes de la FAGC, se nos señala policialmente, se repiten nuestros nombres asociándolos a actos violentos o de “vandalismo” y se nos pone en una diana que debe estar facilitándole mucho el trabajo a determinada gente. Teniendo en cuenta que ya hemos hecho un comunicado, y que la ingente cantidad de trabajo que tenemos, y que aún nos espera, nos impide contestar a todas a las fabulaciones, bien intencionadas o infamantes, con las que se nos obsequia, concluyo –personalmente– con esta breve correlación argumentativa de puntos y, por mi parte, doy por zanjado el tema). 

 

1º. En ambos Manifiestos del 15-M (tanto el de “propuestas” como el de “presentación”) no se hace ninguna referencia a las banderas ni a la uniformidad ideológica. Lo único que se menciona, y que han refrendado las Asambleas, es que somos “apartidistas” y “asindicales”; de aquí puede deducirse que nos oponemos por tanto a la simbología de partidos y sindicatos, pero no a la del resto de posturas (sean éticas, filosóficas, ideológicas, etc.) ajenas a los intereses de los susodichos.
1º a). En la mayoría de plazas del Estado español, de Sol a otras muchas, pueden leerse las actas (del 15 al 19 de mayo) según las cuales: “se retira toda la propaganda política de partidos y sindicatos; se conservan símbolos a favor de los derechos de los homosexuales, pacifistas, anarquistas y de esa índole […]” pues “no representan a ningún partido, ni vienen a vendernos nada”.

2º. Ninguna Asamblea ha refrendado de forma vinculante su negativa a que se porten banderas, y, si hubiera hecho esto, al no haberse aprobado de forma insular, tal medida sólo afectaría a los miembros de las Asambleas que hayan aceptado tal acuerdo. En las que nosotros participamos nunca se ha concretado de forma asamblearia dicho acuerdo.

3º. En consecuencia: el “consenso de mínimos” que censuraba las banderas emana de la convocatoria de DRY, que por arte de birlibirloque ha pasado a ser la única convocatoria oficial (envolviéndonos nuevamente a todos en esa especie de “esquizofrenia colectiva” según la cual se puede acudir a algunos actos –todos ellos secundados por el “15-M”– con banderas [Frontex, Manifestación por la Vivienda] y a otros no [Reforma Constitucional, Marcha por el Cambio Global]). El estallido, focalizado, contra la bandera, incentivado –en Las Palmas– desde el propio escenario, se produjo también en Tenerife, en este caso contra una bandera nacionalista, y como señalan infinidad de opiniones (algunas de ellas de carácter interno) y especialmente la fuerza de los acontecimientos, el intento de enardecer al público contra cualquier cosa, objeto o persona que se saliera del guión es parte de las consignas internas que circularon, en determinados conciliábulos, los días previos al 15-O. La prueba de esto son las fotos del escenario el 19-J (¿por qué allí no molestaban ni las banderas negras, ni las amarillas, ni la griega?) y también las del 15-O (¿por qué no suscitaron esa agresividad ni la bandera del movimiento “Zeitgeist”, ni la gran pancarta que desde detrás del escenario reclamaba una “Democracia Real”, ni la que hacía publicidad de un blog?).

4º Por lo demás, y con independencia del citado “consenso unidireccional”, siempre queda la prerrogativa individual, y aunque fuera deseable “prohibir” (y no usemos la palabra “aconsejar” ni “recomendar”, porque ni los consejos ni las recomendaciones se imponen), que para nosotros nunca lo es, es imposible –si lo que se pretende es convocar una manifestación multitudinaria– pretender que la gente se deje su ideología, identidad, vestimenta y bártulos en casa sin recurrir a procedimientos censores o policiales (como lo era el “grupo de orden” en el que se nos propuso participar a los anarquistas y con el que se nos pretendió “desactivar”).

5º Establecer una diferencia entre el resto de la marcha y el escenario (para justificar por qué una bandera puede estar en un sitio y no en otro) es conferirle al escenario una jerarquía que nunca se le debería de haber dado. Si se la presupone: entonces todos los actos deberían de haberse dado a ras de suelo; si no la tiene: entonces todos podíamos tener acceso a él en las mismas condiciones que durante el resto de la marcha.

6º Lo que sí que viola el espíritu del 15-M (y los acuerdos formales) es que “representantes” (varios de ellos no elegidos por ninguna Asamblea) lean comunicados (igualmente no aprobados por ninguna Asamblea), alguno de ellos marcadamente partidistas (como el inaugural), convirtiendo el acto en un simple mitin, en vez de permitir que se celebrara una Asamblea Popular Masiva. Lo que sí rompe el “consenso de mínimos” es la violencia en un Movimiento “pacífico” y “no violento”, y la incitación, justificación o inhibición ante la misma (muestra de la vergüenza que algunos deben de sentir ante los desmanes que cometieron, es que se han cuidado muy mucho de no colgar ninguna imagen donde se aprecie el linchamiento de la compañera que subió por primera vez al escenario, y sólo se han propagado –y editado– videos y fotos en los que se ve al compañero que subió después de ella en actitud reivindicadora). Lo que es ridículo es que mientras en el resto del Estado se liberaban espacios para su utilización pública, aquí nos dedicáramos a linchar a los portadores de una bandera.
6º a) Los seguidores de Lynch aún han ido más lejos: alguno ha hecho circular, sin ningún tipo de prueba, que como en un acta de San Telmo (donde no se menciona la autoría de los participantes) alguien hizo un llamado a “aumentar la violencia y agresividad del Movimiento”, ese alguien tuvo que ser, inexorablemente, un anarquista y un miembro de la FAGC (huelga decir que, para más inri, quien eso dijo no era miembro de la FAGC –ni tampoco se identificó nunca como anarquista– y que hasta donde sabemos, y podrán confirmarlo el resto de asistentes, esa fue su primera y última participación en dicha asamblea). Relacionar de forma tan gratuita y falaz “comentario violento, igual a anarquista”, delata a su autor y también al lastre de prejuicios que arrastra.

7º Aunque el acto no fuera deliberado (ya explicamos en nuestro comunicado que fue accidental [y eso a pesar de las llamadas que algunos miembros de determinadas asambleas nos hicieron, a última hora, para invitarnos a reventar el acto –ocupando la cabecera– y que desoímos pues nos negamos a ser instrumentalizados, además de que no teníamos nada en contra de la marcha]), visto lo visto, es decir, visto la enorme tapa de alcantarilla que ha levantado; la ingente cantidad de actitudes dirigistas, represivas, intolerantes, censoras, dictatoriales, totalitarias, delatoras, violentas y fanáticas que ha conseguido desvelar; desde aquí reivindicamos ese acto espontáneo y la enorme satisfacción que ha conllevado descubrir a ojos públicos qué se oculta tras la máscara de determinada “Democracia” y de determinados “demócratas”.

El pueblo muere de hambre, y no tiene siquiera derecho a declarar que muere de hambre. Pues bien, yo he tomado la bandera negra y he manifestado que el pueblo se halla sin trabajo y sin pan. Tal es el crimen que he cometido. Vosotros lo juzgaréis como queráis”.
Louise Michel (declaración ante la Audiencia del Sena [22 de junio, 1883]).

Fdo: El Monstruo Anarquista

Sobre las consecuencias y los sucesos del 1 y 6 de septiembre.

(concentración de DRY y manifestación de los Sindicatos Oficiales, respectivamente, “contra” la Reforma Constitucional)


(Aclaración preliminar: Es evidente que las siguientes páginas pueden considerarse con razón –especialmente por su longitud– como un gasto de esfuerzo innecesario debido a la poca entidad o al carácter criptopartidario de las críticas que intentan refutar. Sin embargo, y teniendo en cuenta que la máxima goebbeliana de repetir una mentira hasta darle la categoría de verdad sigue en boga, que mucha gente de “buena fe” puede crearse una opinión a través de determinadas informaciones maledicentes y que esta última gente sí que nos merecen todos los respetos, nos vemos en la necesidad de aclarar algunas cuestiones en las que hemos tomado parte y de las que, dicho sea de paso, nos sentimos especialmente orgullosos y satisfechos).




Para dar excusas uno debe primero sentirse culpable; pero después debe conocer la legitimidad de quien le juzga y si el lugar donde se le enjuicia es el foro adecuado. La culpa, y siento si decepcionamos a alguno, aún no ha hecho su aparición. Por su parte, la “legitimidad” e “intereses” de quienes nos cuestionan es algo que por ahora no entraremos a valorar de forma específica, pero si hablaremos de la idoneidad del “marco” elegido para hacerlo.

Sobre nuestras acciones aceptamos, a nivel individual y de otros colectivos, todas las críticas posibles (de hecho, las aplaudimos y celebramos, pues por una parte las valoramos como publicidad gratuita y por otra nos indican que hemos golpeado en una zona sensible [¡qué fracaso hubiera sido haber obtenido sólo indiferencia!]), pero ¿podemos aceptar que algunos traten de llevarlas a las Asambleas de Pueblos y Barrios del 15-M cuando éstas se desvincularon de las concentraciones/manifestaciones aludidas en el título?

Las Asambleas populares del 15-M decidieron no acudir “como 15-M Indignados” a los actos convocados por DRY y Sindicatos, y afirmaron que la participación o no participación era una cuestión individual (es decir, que cada uno podía acudir como ciudadano o como colectivo), ¿qué interés hay entonces en que se discuta en las Asambleas del 15-M la actuación de los distintos colectivos en acontecimientos de los que previamente dichas Asambleas se habían desmarcado? El interés de los que quieren usar un púlpito público para airear cuitas privadas.
Nos desentendemos por tanto de cualquier crítica o ataque que trate de lanzársenos instrumentalizando como amplificador las Asambleas de un Movimiento que, por su inhibición en dichos eventos, se ha declarado ajeno al conflicto. Recomendamos por tanto a nuestros “detractores” que nos aborden al final de las Asambleas, que no saturen el buen curso de éstas y dejen sus dislates para el “micro abierto”, o que sigan dándole al ventilador de las “guerras cibernéticas”, de las que muchos, más amantes de la vida real, nos mantenemos alejados.

En otro orden de cosas, también podríamos cuestionar la intencionalidad que subyace detrás de algunas acusaciones. ¿Se nos ataca por haber asistido a ambos actos como “colectivo”? Si ese fuera el caso, DRY, con independencia de cuales sean sus aspiraciones, es por ahora un colectivo más, ¿sus siglas sí pueden aparecer en su convocatoria pero no las del resto (por cierto, nuestra única “sigla” era la A circulada de la Anarquía)?, ¿no era acaso una concentración abierta? Ah, es que era “apartidista”…, pero ¿por qué ese apartidismo no excluye a la propia DRY, ni a los carteles del Partido Humanista, y si a una corriente de pensamiento (como es el Anarquismo) que si por algo se ha destacado y caracterizado históricamente es por ser precisamente apartidista? Y lo más sangrante de todo: ¿acaso la manifestación del día 6 no era convocada por los propios sindicatos, no concurrieron a ella Izquierda Unida, el PCPC, Attac, y no pudieron verse, en la misma, propaganda sindical, banderas republicanas, el recurrente cartel del Partido Humanista y mil símbolos más? Si el problema hubiera sido el “apartidismo” los colectivos convocantes se hubieran ahorrado blandir sus propios nombres; se les hubiera afeado a DRY, a CCOO, etc., no haberse guardado las siglas en casa; el tema no se hubiera llevado a las Asambleas cuando éstas decidieron no implicarse colectivamente; y, sobre todo, los ataques al respecto hubieran sido contra todos los colectivos y no contra uno sólo. El “apartidismo” se usa como excusa, pero la cuestión es de fondo y no de forma.

Lo que molestó no fue la presencia de colectivos (bueno, a DRY le molestaba la presencia de casi cualquier colectivo que no fuera DRY [en “su acto”, por ejemplo, no permitieron que se diera información de dónde se reúnen las Asambleas de Pueblos y Barrios del 15-M]); lo que molestó fue el mensaje de los anarquistas y verlos constituidos en colectivo. Si decenas de grupos se dejaron ver el día 6 sin alarma de nadie, si esta alarma sólo se produjo ante la contemplación de un grupo concreto, la selectividad del ataque demuestra que lo que se cuestiona no es la participación de colectivos en actos ajenos al 15-M, sino lo que hacen y dicen estos colectivos y la crítica que ejercen.
Como muestra de lo viciado que está el ambiente basta un botón: se nos ha acusado de “violentos” porque un transeúnte (que jamás se ha reunido ni ha tenido trato con la FAGC) presuntamente insultó a uno de los que hablaron en la concentración de DRY (por cierto, la persona a la que insultó, o por lo menos de la que tenemos constancia, es una de los que nos acompañó y colaboró con nosotros en la manifestación convocada por los Sindicatos); se ha tratado en Asamblea (esto es algo totalmente kafkiano) la conveniencia y agresividad de nuestras pancartas y soflamas, es decir, se ha discutido en las Asambleas del 15-M cómo debe comportarse un colectivo que funcionaba como algo totalmente ajeno al 15-M, que no tenía tal nombre escrito en ninguna de sus pancartas y que participaba en tales actos dejando siempre claro (desvinculación que para nosotros es imprescindible, aunque para otros parece aleatoria) su condición absolutamente diferenciada de cualquier Asamblea; no obstante, ¿acaso se ha acusado de violentos a las personas que, vestidas con parafernalia de CCOO, intentaron agredirnos en dos ocasiones (a las que se repelió con los simples gritos de “violentos” y “éstas son nuestras armas” [en alusión a nuestras manos levantadas])?; ¿se ha llevado a las Asambleas si las organizaciones o sindicatos que practicaron conductas intolerantes, vejatorias o decididamente violentas (en el plano puramente físico) tienen que responder –por independientes que sea del 15-M– ante las Asambleas de Barrios y Pueblos de sus actos?; ¿se ha criticado el asunto y tan siquiera mencionado? Evidentemente no se ha hecho, y nos parecería absurdo, ridículo, surrealista y delirante que se hiciera o tan siquiera que se pretendiera. Sin embargo, sí se nos ha “enjuiciado” y se nos ha llamado “violentos” a causa de nuestras consignas o a través de la difamatoria estrategia de relacionarnos con un insulto que jamás salió de nuestras filas, mientras que la violencia de otros, tanto a la hora de arrollarnos (intentando no caer en demagogias, hablamos de arrollar a varias personas ancianas y también menores de edad) como de intentar golpearnos, ha sido ignorada o considerada (textualmente) como “cosas sin importancia”. ¿No nos recuerda esto, este intento de considerar “violenta” una idea incendiaria (nunca mejor dicho) y de exculpar un acto directo de violencia, a la hipocresía social, gubernamental y mediática que habla de la “violencia” de los manifestantes e Indignados (véanse los ejemplos de Madrid y Barcelona) mientras aplaude o permanece impasible ante las palizas policiales?

Expuesto lo expuesto, y retomando lo anteriormente dicho, la deducción me parece clara: el problema frisa, por lo menos en uno de sus vectores, en torno a la tolerancia política. Si nuestro grupo, contrariamente a sus opiniones, se hubieran limitado a seguir borreguilmente a los sindicatos, a no criticar su papel conciliador y condescendiente con el Gobierno y la patronal, a llevar un eslogan pacato del tipo: “No a la Reforma”, los pocos que se llenan de bilis cuando nos ven hubieran permanecido callados. Si nosotros nos abstenemos con lógica repugnancia de solicitar la “ley de Lynch” para aquéllos que dicen “amar la Constitución”, para los que ven el Referéndum como una panacea y para los que quieren reconstruir el Estado y el Sistema, ¿por qué se nos intentan aplicar métodos inquisitoriales (“actos de fe”, “juicios sumarísimos en plaza pública”, etc.) por pensar que la Constitución no sirve ni como combustible para una estufa, que el Referéndum es una adormecedora y un arma de doble filo con la que afianzar el status quo, y que al Estado y al Sistema debemos suprimirlos para construir en su lugar una verdadera Democracia Directa? Esta absurda intentona de “guerra entre facciones”, no es más que, a nivel filosófico, un debate subyacente sobre la “validez” de unas ideas por encima de otras (los partidarios de la jerarquía entre colectivos, de la jerarquía que sitúa a éstos por encima de las Asambleas, es lógico que crean también en la “jerarquía ideológica”); a nivel “personal”, la extrapolación de un conflicto de intereses en el que algunos colectivos y partidos (ambos subvencionados) se están jugando el “pan de sus hijos”.

Nosotros, contrariamente a lo que puede inferirse (si se lee con cierta dosis de malevolencia y con ánimo tergiversador) del comunicado de un compañero y amigo (en nuestra Federación el desacuerdo no está reñido con el cariño), no queremos “ayudar” al 15-M, porque la ayuda implica muchas veces paternalismo. Queremos colaborar con este Movimiento a ver si es capaz de forma espontánea y natural de ampliar su horizonte, radicalizarse (etimológicamente: tocar la raíz de los problemas y no sólo su superficie) y llegar más lejos. Los anarquistas creemos que la mejor forma de conseguir esto es dejando que el Movimiento siga su propio ritmo e impedir –sin más arma que la de manifestar, como el resto de individuos, nuestra opinión particular– que nadie lo controle, incluyendo a los propios anarquistas. Si esta táctica hace que el Movimiento cada vez tome posturas menos Libertarias e Igualitarias y más Reaccionarias, si algún día descubrimos que las Asambleas empiezan a mostrarse partidarias, por ejemplo, de la deportación de inmigrantes o incluso de la pena de muerte, sólo podremos reconocer que la situación (el “material humano”) no estaba maduro para el cambio y desvincularnos de este “proyecto colectivo”. Esta cosmovisión, este leitmotiv que consiste en impedir que ningún interés partidista o dirigista (sea del color que sea, incluyendo el nuestro) controle este Movimiento, supone un escollo insalvable y una amenaza considerable para algunos colectivos que esperaban tener un voto de calidad a través de sus “asambleas específicas de colectivos” y para algunos pequeños partidos políticos que aún sueñan con el rédito electoral que podrían obtener si a su “marca” le sumaran la del 15-M.
Cuando los que nos identificábamos (por simple honestidad) como anarquistas éramos pocos, nos tomaban, por activos que fuéramos, como una “anécdota estrafalaria”. Según hemos ido creciendo y redoblando esfuerzos, las críticas, que no se nos hacen en las distancias cortas, han empezado a pulular por Internet y a intoxicar las Asambleas (ya conocen el dicho: “ladran, luego cabalgamos”). Desde luego, alabadas sean las críticas, pues ahí es donde incide la “tensión anarquista”; el problema es adivinar que detrás de muchas críticas sinceras, bien intencionadas, pero poco informadas, se esconde el acicate de pequeños aspirantes a lobbies que teledirigen el miedo y la desconfianza por simples intereses crematísticos o por pura “voluntad de poder”.

La mayoría de estos asuntos, previstos por algunos de nosotros desde hace meses, y denunciados desde hace semanas, se le escapan a los únicos en los que confiamos: la gran mayoría de los miembros de las Asambleas, vírgenes de ideas políticas preconcebidas, de etiquetas impuestas y de ambiciones espurias. Hemos intentado que la poca información que tenemos, sobre el intento de formar un partido instrumentalizando al 15-M o de copar al mismo a través de plataformas y coordinadoras exógenas, circule de forma reflexiva y abierta, pero siempre sin ataques ad hominen, sin incurrir en los odios y rencillas personales y sin escudarnos en interesados anonimatos virtuales o ideológicos. Desafortunadamente, se intenta y se consigue que las Asambleas se dediquen a exorcizar la ficticia “amenaza radical” (“radicales” cuyas acciones públicas se han limitado por ahora a las específicas de sus grupo) y casi no se ha tratado en las Asambleas el riesgo real de que se capitalice el 15-M con fines electorales y que se establezcan acuerdos con partidos y coaliciones, de espaldas a las Asambleas, pero en nombre de éstas. Evadir este debate, evidentemente ante la proximidad del 20-N, llevará a los que están interesados en que esta problemática no se muestre en su verdadera naturaleza a polarizar la situación y plantearla como una lucha entre los “antisistema” y los “reformadores del sistema”, entre los “anti-partidos” y los “apartidistas pro-partidos pequeños” (como lo oyen), entre el “ala izquierda” y el “ala derecha” o, preferentemente para algunos, entre los “peligrosos ácratas” y los “honrados demócratas”. Muchos caerán en este engaño, la gente empezará a cansarse de lo que se verá desde fuera como una vulgar guerra de facciones y el Movimiento 15-M podría debilitarse justamente en unos momentos críticos en los que debería estar más fuerte.

Por nuestra parte, los libertarios nos haríamos un flaco favor si cayéramos en una guerra de trincheras con descalificaciones y alusiones personales que posibilitaran reforzar esta imagen artificial. ¿Artificial? Sí, y paso a explicarme: nosotros estamos en guerra, pero esta guerra es contra los de arriba (Estado y Capital) y contra sus palmeros (Sindicatos amarillos, organizaciones que desarticulan e instrumentalizan el descontento encauzándolo en partidos, etc.), no contra las personas con nombres y apellidos que, más o menos pusilánimemente, se dejan arrastrar por los acontecimientos o por un apetito personal momentáneo.
Empero, y sin desdecirnos de los dicho, hay que relativizar el problema: la cuota de poder a la que estas personas aspiran es una fracción alícuota tan insignificante que sólo en su megalomanía se muestra apetecible (cierto es que el poder, como un licor fuerte, embriaga aun en pequeñas dosis). Sin embargo, hay que reconocer que la expectativa del dinero, fruto de posibles subvenciones futuras, es harina de otro costal: para algunos el dinero es siempre un motivo más que suficiente para “echarse al monte”. Esperemos que el devenir de los acontecimientos nos quite la razón.

A punto de concluir esta larga exposición, recuerdo que la FAGC nació con la única intención de actuar, como colectivo, al margen del 15-M (en acciones específicamente anárquicas), sin que nuestra Federación pueda decirle a dicho Movimiento cómo gestionar sus recursos, propuestas y conflictos, pero también sin que éste tenga competencias para decirnos cómo hemos de actuar en eventos ajenos a las Asambleas del 15-M. A título individual, nuestra incidencia, no concertada ni pactada, atomizada, y a veces incluso contrapuesta, se ha limitado a trabajar y, de forma espontánea, a señalar, como cualquier otro ciudadano escéptico con las maniobras políticas profesionales, aquellos intentos perceptibles de usar al 15-M como un arma arrojadiza, tanto a nivel de beneficio electoral como en calidad de “zanjador de cuentas pendientes”

Finalmente, y volviendo a retomar algo del primer párrafo de este escrito, ¿podemos sentirnos culpables por haber tratado de expresarnos libremente de forma crítica? Sin ponerle punto y final a nuestro inacabable proceso de autocrítica (cuestionárnoslo todo, incluso a nosotros mismos, es un lugar común del acervo ácrata), no hemos podido más que llegar a la conclusión de que la repercusión de nuestras acciones, el objetivo contra el que se dirigían las mismas, los pactos equívocos que denunciaban y el mensaje inexorablemente herético, iconoclasta y anti-conformista al que, como anarquistas, no pensamos renunciar, son los motivos principales que subyacen tras una serie de críticas personales que en el fondo nos alagan. Las críticas honestas, provenientes desde los prejuicios hereditarios, del miedo sincero ante lo estigmatizado o desconocido, o de la conveniencia (más allá de los límites del 15-M –que en los actos privativos de los colectivos nada tienen que ver–) de nuestra estrategia, serán siempre bien recibidas y altamente valoradas; esas, a la mayoría de nosotros, por desgracia, nos han llegado en raras ocasiones a la cara.

Dándoles a todos, afines y refractarios, las gracias por el tiempo que nos han dedicado, el dinero que nos han ahorrado en propaganda gratuita y la molestia que se han tomado en leernos, nos gustaría recordar una frase de Luther King con la que reforzar la convicción de aquellos que, ante los embates del pensamiento único, todavía se atreven a pensar por sí mismos sin plegarse ni al temporal colectivo ni a la ilusoria llovizna que crean los salivazos de cuatro interesados: “La cobardía pregunta: ¿es seguro? La experiencia pregunta: ¿es conveniente? La vanidad pregunta: ¿es popular? Pero la conciencia pregunta: ¿es correcto? Y llega un momento en que uno debe tomar una posición que no es ni segura, ni conveniente, ni popular. Uno debe tomarla porque es correcta”.

Para nosotros, aunque pudiera ser “inseguro”, “inconveniente” o “impopular”, fue “correcto” aparecer en un acto de servil refrendación de la Constitución y decir que la solución está en nosotros y no en sus hojas. Para nosotros fue “correcto” manifestar nuestra oposición a la Reforma Constitucional pro-capitalista, y a su vez manifestar nuestro desacuerdo con los convocantes: los Sindicatos. Para nosotros fue “correcto” señalar que quienes se consideran “abanderados de los desfavorecidos” y contrarios por tanto a dicha Reforma, en realidad son una pieza más del engranaje del sistema, cómplices por omisión de la citada Reforma (si de verdad quisieran abortarla en sus manos está la herramienta con que conseguirlo: Huelga General Indefinida) y custodios de un mundo que no están dispuestos a cambiar porque si lo hicieran acabarían con su modus vivendi. Para nosotros es “correcto” seguir diciendo lo que decimos, por mucho que escueza.

Salud y viva la Anarquía.

Sin excusas, sin culpabilidad y con el firme deseo de repetir lo ya hecho cuando haga falta, firma la Federación de Anarquistas de Gran Canaria.