¿En qué anda metida la FAGC?

Los problemas

La Federación Anarquista de Gran Canaria es un colectivo en constante adaptación, siempre desarrollando nuevas estrategias para sobrevivir, siempre comiéndose baches. A finales de verano de 2017, a medio año de la fundación del Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria (un proyecto que ayudamos a impulsar inicialmente), curramos por encima de nuestras posibilidades. Un compañero de la FAGC cayó gravemente enfermo por el sobreesfuerzo (arrastraba dolencias que se acrecentaron después de toda una mañana descombrando un garaje y haciendo mudanzas para un nuevo proyecto socializado) y otro del SIGC tuvo problemas laborales y legales por su implicación en el mismo proyecto. Algunas vecinas y militantes no estuvimos a la altura, y exigíamos más a las compas jodidas cuando menos podían aportar. Sabíamos articular muy bien la solidaridad externa, pero la cagamos con la solidaridad interior.

Las más veteranas lo asumimos, sabíamos que tocaba lamerse las heridas y retirarnos a nuestros cuarteles de invierno hasta que escampara. Para las novatas quizás fue una lección demasiado dura, una cicatriz demasiado prematura.

La idea de la FAGC fue desde el principio convertirse en un colectivo netamente “político”, generador de opinión y agitación, e ir derivando, poco a poco, toda su actividad en vivienda a un colectivo más amplio y cada vez más independiente como el SIGC. Creíamos terminada la transición, así que optamos por “huir hacia adelante”: salir de la ciudad, irnos al campo, cuidar a nuestros heridos y recontar las municiones. Por desgracia las compas del SIGC, a las que creíamos más fuertes que nosotras, no vivían una situación mejor, y también fueron padeciendo cada vez más la erosión del choque con la realidad barrial y los efectos sociales que ha producido el capitalismo incluso entre las más pobres.

El corte de luz y agua de la Comunidad “La Esperanza” en marzo de 2018, la necesidad de apoyar una nueva lucha masiva, podía ser un revulsivo para el SIGC, pero en nuestra opinión sirvió para evidenciar la necesidad de adquirir unos protocolos resolutivos diseñados por la experiencia habitacional previa (que aún no se habían asumido) y también la de explotar mejor el capital social, comunicativo y de contactos que la FAGC había cedido al sindicato.

La FAGC, aún débil, surgió de entre las ramas de sus frutales e hizo lo que llevaba casi una década haciendo, siguiendo los automatismos adquiridos, mientras las vecinas daban la talla dando la cara en la calle y ante los medios. Gracias a eso se consiguió salvar la situación, pero aun quedaba digerir lo aprendido.

Con ese panorama, y otros factores de desgaste, el SIGC decidió tomarse un tiempo indefinido de reflexión. La FAGC estuvo a punto de hacer lo propio, y si no llega a ser por el miedo a que una espantada envalentonara a la administración y la hiciera lanzarse contra los proyectos que hemos ayudado a levantar, lo habríamos hecho. El huerto, por suerte, nos quitó esta idea de la cabeza.

El huerto”

Concebido en un principio como un mero refugio y quizás como un futuro medio de autofinanciación, el huerto empezó a convertirse en un proyecto netamente social con el que varias familias empezamos a alimentarnos (no era el primero ni el único que habíamos impulsado con esa premisa). Es así como levantamos un nuevo proyecto agrícola de autoabastecimiento, de donde cada semana, y dependiendo de la estación, sacamos kilos de naranjas, limones, duraznos, aguacates, peras, manzanas, higos, uvas, fresas, frambuesas, castañas, millo, calabazas, calabacines, judías, papas y hierbas aromáticas.

Hoy, según en qué ambientes, se llama “posmodernistas” y “neoliberales” a estos proyectos de huertos de subsistencia. Para nosotras, y no nos disculpamos por ello, son proyectos de expropiación agrícola, una forma de empezar a gestionar un medio de producción por nosotras mismas y una manera de que familias atiborradas a hidratos por la caridad de las ONGs y los bancos de alimentos puedan comer verduras y frutas frescas y lograr que enfermedades decimonónicas no vuelvan a reaparecer.

La microred de asistencia sanitaria

Tirando de la madeja de nuestro compa enfermo, fuimos descubriendo muchas de las enfermedades sin tratar que también azotaban a otras compañeras realojadas que habían migrado a la isla y no tenían “papeles”. La mayoría, aunque puedan recibir atención de urgencias, no quieren saber nada, lógicamente, de las instituciones y rehuyen cualquier contacto con el Servicio Canario de Salud. Esto es especialmente comprensible en personas que han vivido terribles experiencias en los CIEs. Las dolencias eran variadas e incluían enfermedades respiratorias, enfermedades crónicas, lesiones sin tratar, desnutrición, deshidratación y un largo etcétera. Gracias a compas con formación pudimos darles unas primeras recomendaciones básicas, pero pronto vimos que eso por sí solo no bastaba. Así que gracias a profesionales sanitarios que voluntariamente decidieron implicarse, hemos conseguido tejer una pequeña red de asistencia que atiende a los realojados y a sus familiares y conocidos en similar situación. Muchos de los materiales fungibles los aportan los propios compas sanitarios, pero es un sacrificio que no podemos exigirles encima que ofrecen sus conocimientos y esfuerzos desinteresadamente.

Oficina de asesoría legal/laboral para precarias

A razón de la polémica pública sobre el derecho a sindicarse de las compañeras que ejercen la prostitución, y nuestro posicionamiento, también público, contra la prostitución y toda explotación, pero a favor de la organización de las afectadas y su autoemancipación (no habrá abolición real de espaldas a ellas), varias compañeras se sintieron identificadas con nosotras y empezaron a plantearnos dudas por redes. El resultado ha sido la asesoría legal y laboral, individual o colectiva, de más de medio centenar de mujeres, y un hombre, dos veces por semana (sin contar las consultas de urgencia), sobre asuntos básicos que en realidad están en consonancia con la labor de cualquier sindicato convencional (aunque nosotras no lo seamos): información sobre reciclaje laboral y salidas profesionales, ayuda para solicitar subsidios diversos, ayuda para elaborar recursos contra multas y sanciones, información sobre las posibilidades de cotización o de reclamación de una pensión no contributiva (caso sangrante en las compañeras que rondan los 60 años), redacción de denuncias contra agresores o proxenetas, defensa y asesoría ante una detención o abuso policial, y un largo etcétera.

Expropiación de 3 casas terreras

Hace unos meses varias familias contactaron con nosotras. Cada una de ellas, por distintas circunstancias, pero con un mismo factor común: la pobreza y la terrible subida del precio de los alquileres en Gran Canaria, habían sido desahuciadas, estaban a punto de serlo o simplemente no se les quería renovar el contrato de alquiler (no al mismo precio que antes). Las asesoramos como siempre hacemos, les compartimos distintas alternativas, les dimos nuestras condiciones y requisitos, y les dijimos que suyo era el cometido de abrirse su propia vivienda, si esa era su opción. Después de la preparación pertinente, de elegir bien los inmuebles y solicitar la nota simple que confirmaba que todos eran propiedad de la SAREB, se procedió a su expropiación y socialización. 6 familias, 22 personas, en su mayoría menores, comparte hoy el techo de 3 casas terreras adyacentes, tienen agua y luz, y han escapado de la indigencia.

Todavía tenemos más casos de realojos pendientes, pero es muy complicado hallar solución a todos con nuestros pocos recursos.

La tiranía del dinero

La mayoría de estos proyectos, desgraciadamente, no sólo salen adelante con voluntad, imaginación y tenacidad, necesitan esos absurdos papeles de colores a los que llamamos dinero. El dinero, que no sería necesario para vivir en una sociedad racional, es obligatorio bajo la irracionalidad capitalista.

En abril de 2018 nos vimos obligadas a hacer una campaña de recaudación para comprar un caro motor (1000 euros) con el que facilitar agua y luz a la Comunidad “La Esperanza”. Justamente ayer, día 4 de noviembre, nos enteramos de que el hidro (la bomba que lleva el agua a las 76 casas de “La Esperanza”, y que es alimentada por ese motor que compramos en abril) está roto. Con lo que sobró de la anterior campaña podemos sufragar un nuevo hidro (hoy, por suerte, después de mirar mil presupuestos, lo hemos confirmado), sin embargo se nos plantea la misma inquietud angustiosa de siempre. ¿Por qué sólo sabemos movernos en temas de dinero cuando pasa una emergencia? ¿Qué hubiéramos hecho si los fondos hubieran sido insuficientes para pagar un nuevo hidro? ¿Y si en vez de los 600 que calculamos hubiera salido 2500? Por el bien de nuestras coronarias hemos decidido iniciar un nuevo período de recaudación, con más calma y menos presión, pero igual de necesario.

Debemos encontrar un medio de autofinanciación estable y seguro. Las campañas sólo sirven para casos puntuales. Las cuotas no pueden establecerse en un colectivo donde la mayoría de sus miembros vienen de la indigencia, la pobreza extrema o al menos de la insolvencia. Tirar de la aportaciones irregulares de las pocas compas que trabajan nos permite sacar la cabeza del agua, pero no es un método funcional durante la mayoría del año. Estamos barajando varias opciones, pero hasta dar con la más apropiada, y la mejor forma de enfocarlo, iniciamos esta campaña sine die donde cualquiera que quiera aportar y contribuir puede ponerse en contacto con nosotras a través del correo, facebook o twitter y ya les informaremos de cuál es la mejor forma de hacerlo. La idea es conseguir unos pequeños fondos regulares que nos permitan seguir con el chiringuito abierto al menos durante el 2019.

Podríamos conseguir más visibilidad, y así llegar a más gente y obtener más ayuda, por desgracia proyectos como la microred de asistencia sanitaria para migrantes o la oficina de asesoría para precarias son casi siempre incompatibles con el ruido mediático y la exposición pública de las afectadas (por propia decisión de ellas, completamente lógica). Nuestro terreno es por tanto seguir currando discretamente, desde abajo y con las de abajo, con nuestro anarquismo de barrio para pobres (unos términos que notamos cada vez molestan más), y contar sólo con la ayuda de la poca, pero muy valiosa, gente afín que aún cree que el apoyo mutuo y la autogestión son posibles. Gracias a todas ellas, estén donde estén.

La ayuda y el apoyo mutuo no pueden ser limitados por las fronteras de una asociación pequeña; deben extenderse a todo lo circundante” (P. Kropotkin, El apoyo mutuo, 1902).

FAGC

Alquiler, cuando lo básico se convierte en lujo

Decenas de organizaciones ciudadanas nacen por todo el Estado para hacer frente a la subida de los alquileres, un negocio especulativo impulsado por fondos de inversión y el auge de los arrendamientos turísticos.

Por Ter García.

Aparecido el 4/17/18 en El Salto

Conxita Torner vive en L’Eixample, en Barcelona, barrio en el que nació. Con un contrato de 15 años, pagaba por su piso, donde vive junto a su marido y tres hijos, 1.050 euros. Hace poco le tocó renovar el contrato, y la empresa propietaria de su vivienda —Uisa Sapi— le subió el alquiler a 2.000 euros mensuales. Negociaron y consiguieron que el alquiler se quedara en 1.500 euros al mes para los próximos dos años, y a partir de entonces, 1.600 euros al mes. Un 50% más de lo que pagaban hasta ahora.

Natividad Campodarbe también vivía en Barcelona, concretamente en Poble Nou. Después de 25 años en la misma vivienda, por la que pagaba 600 euros mensuales, recibió una carta en la que se le exigía que abandonara en un plazo de dos meses. Intentó negociar, pero el propietario de su vivienda, que lo es también de todo el edificio y de tres cuartas partes de toda la manzana, le dijo que no. Intentó organizarse con los vecinos, pero ninguno más había recibido cartas para que abandonaran sus viviendas. Buscando pisos por un precio parecido al que pagaba terminó en Tarragona. “Si nos hubiéramos organizado, se podría haber solucionado este problema, pero nadie quiso porque pensaban que no les iba a afectar”, lamenta.

Barcelona es, desde 2015, el municipio más caro de España. No fue en 2017 cuando los precios explotaron en la capital catalana. “En los últimos cuatro años el incremento de los alquileres ha tomado unas dimensiones espectaculares”, explica Joan Balanach, de la Federació d’Associaciones de Veïnes y Veïns de Barcelona (FAVB). Según calcula, entre 2013 y 2017 los alquileres han subido hasta un 40%.

“La parte de la renta destinada al alquiler ya se sitúa casi en el 50% de media”, añade. Un aumento especulativo que, además, según resalta, ha ido unido a la precarización laboral y que lleva irremediablemente a la expulsión de los vecinos de los barrios de una ciudad en la que, según valora esta institución, casi la tercera parte de los hogares vive en régimen de alquiler.

A raíz de esta situación, en mayo de 2017 nació el Sindicat de Llogaters y Llogateres —que ya cuenta con 1.200 afiliados— además de decenas de colectivos de barrios que se han marcado como objetivo revertir el problema de los alquileres. A día de hoy están centrados en la campaña Ens quedem. “Es una campaña contra los desahucios invisibles, que son las expulsiones que se producen cuando no se renuevan contratos o se hace una subida desproporcional del alquiler”, explica Irene Sabaté, miembro del sindicato. “Es la respuesta a las inversiones especulativas que compran edificios enteros para su revalorización, es la propiedad vertical”, añade.

Los fondos de inversión se han lanzado, en Barcelona como en el resto del Estado, al negocio del alquiler. Según explica Sabaté, solo en la presentación de la campaña nombraron a diez de estos grandes propietarios. “Tirando del hilo con la gente que vino a la asamblea contabilizamos unas 3.000 viviendas en Barcelona que pertenecen a este tipo de propietarios, y es solo la punta del iceberg: la propiedad vertical es mucho más frecuente de lo que podamos sospechar”, detalla.

El sindicato, observando también el trabajo sobre este tema realizado por La Directa, ha situado en un mapa las decenas de fondos de inversión y grandes propietarios que se están quedando con Barcelona: Vauras Investment, Norvet, MK Premium… algunos están especializados en vaciar edificios para venderlos multiplicando su precio.

Los primeros en organizarse

Aunque Barcelona sea el municipio más caro, no es el que más vio aumentar la renta de alquileres el pasado año. Este puesto lo tiene Santa Cruz de Tenerife, con un 22,7% de encarecimiento según el portal Idealista —referente de administraciones como el Ayuntamiento de Madrid ante la falta de datos oficiales y cuyos fundadores, según destapó El Confidencial, también meten cuchara en el negocio inmobiliario a través de una sociedad de inversión—.

No es casual que haya sido en Canarias donde surgió el primer sindicato de inquilinos, en su caso impulsado por la Federación Anarquista de Gran Canaria en enero de 2017. “Se deprimen las zonas, se compran por cuatro duros, se revalorizan y los vecinos se van a la calle. No se diferencia mucho del esquema general”, explica Sergio González, miembro del sindicato canario, sobre la situación en las islas.

González señala que la subida de alquileres comenzó en los barrios clásicamente turísticos, pero pronto llegó a los demás: “Ya por menos de 600 euros no consigues un mal apartamento en el extrarradio”. Aunque el problema de la vivienda siempre ha estado presente en Canarias, ha sido en los tres últimos años cuando se ha recrudecido.

Su respuesta: la acción directa con forma de ocupación. No tienen números concretos, pero cifran en medio millar las personas realojadas desde que se creó el sindicato hace poco más de un año. “Ha sido gota a gota, aunque hay algunos casos grandes como la comunidad La Esperanza, en el municipio de Santa María de Guía, donde 76 familias —más de 200 personas— pasaron a vivir en cuatro bloques de viviendas embargados por Bankia.

“Ahora hay un edificio en el que vamos a meter a ocho familias”, continúa González. El sindicato les da apoyo, pero son ellos los que tienen que hacer suyo el espacio, modelo también aplicado por la Obra Social de la PAH. El último caso que ha llegado a este sindicato es el de una pareja y sus dos hijos a los que dieron una semana para abandonar su vivienda. Primero consiguieron que les dieran un mes de plazo y ahora están trabajando en encontrarles un sitio. “Este año en Canarias hay 18.000 o 20.000 demandantes de vivienda, y viviendas vacías hay más de 100.000. Casi todas son de bancos, que son nuestra comida favorita, no particulares”, continúa.

En Baleares también está a punto de nacer un sindicato de inquilinos. Será en Mallorca y está impulsado por el colectivo Stop Desnonaments. El alquiler ha subido un 20% en 2017, y entre un 40% y un 50% en los últimos tres años —según diversos portales de vivienda—, tiempo que coincide con el nuevo ciclo de alquiler impuesto con la última reforma de la Ley de Arrendamientos Urbanos. “Barrios como La Soledad están superdeprimidos y se los están quedando banqueros, narcotraficantes y especuladores”, acusa José Manuel Segura, de Stop Desnonaments.

¿DE DÓNDE VIENE ESTO?

El alquiler vacacional, la entrada de los fondos de inversión por la puerta grande en el negocio del alquiler, la reforma de la Ley de Arrendamientos Urbanos y la falta de parque público de vivienda en alquiler son las causas más repetidas de un problema que afecta a todo el Estado.

En algunas comunidades autónomas, como Madrid o Baleares, se han lanzado a modificar las leyes sobre apartamentos turísticos. Sin embargo, los cambios no han sido dirigidos a frenar su expansión. “Lo que se ha hecho aquí con la nueva ley es legalizarlo, ahora hay 60.000 plazas legalizadas por la Conselleria”, señala Segura en referencia a Mallorca, matizando que lo que sí se ha hecho es diferenciar las zonas saturadas y las que aún no lo están.

En otras zonas de esta ciudad, como la de la Guerrería, Segura señala que las políticas dirigidas a revitalizar el barrio han tenido como consecuencia que una misma empresa se quedara con hasta 21.000 viviendas. “Reforman los pisos y actualizan las rentas, ahora piden 1.500 euros por pisos de 56 metros cuadrados”, añade. “Palma entera está saturada y mientras se permita el alquiler vacacional, que las socimis tengan exenciones fiscales y facilidades para comprar bloques enteros, y la ley permita el alquiler vacacional, esto va ir a peor”, concluye.

Tampoco se ha potenciado hasta ahora la vivienda pública, variable considerada por todos los entrevistados como determinante para frenar la subida de los alquileres. En Madrid, Vicente Pérez, responsable del área de vivienda de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM) señala que entre el IVIMA —instituto de la vivienda de la comunidad— y la EMVS —su equivalente municipal— reúnen una lista de espera de 20.000 familias para acceder a vivienda pública. “No hay oferta pública suficiente ni de lejos, en la comunidad hay más de 200.000 viviendas vacías y ni los ayuntamientos ni la Comunidad de Madrid hacen nada para que este parque salga al mercado”, señala Pérez.

En Catalunya, la situación no es mucho mejor. “Estamos en un 1,5% de parque de vivienda pública y la Ley catalana de Vivienda establece que para 2037 deberíamos estar en el 15%. El ritmo es insuficiente, pero reconocemos que el Ayuntamiento de Barcelona está impulsando este tema”, afirma Sabaté.

“Como en todas las ciudades tenemos un problema endémico de que el tema de las viviendas de protección oficial no ha existido prácticamente en las agendas políticas”, añade Balanach, quien apunta que en Barcelona el problema es tan grave que el Ayuntamiento ha tenido que realojar a 6.000 familias en residencias porque no tienen viviendas suficientes para los casos de emergencia habitacional. “Es una situación dramática, y generalizada en todas las ciudades”, concluye.

 

Sin luz y sin agua… Pero también sin miedo

El pasado jueves 22 de marzo de este 2018 a las más de 70 familias de la Comunidad “La Esperanza” se les arrebató su derecho a acceder a unos bienes tan básicos como el agua corriente y la luz eléctrica. Lo hizo Unelco, la filial de Endesa en Canarias. Lo hizo sin ningún tipo de aviso previo y lo hizo desoyendo nuevamente la reclamación de los vecinos de que se les proporcione un suministro regular que, a pesar de sus escasos ingresos, siempre se han comprometido a costear. Lo hizo por ambición y codicia, porque considera que su derecho a la propiedad privada está por encima de nuestro derecho a la vida.

Detrás de esa frase y esa cifra, “más de 70 familias”, se encuentran nuestras caras y nuestros nombres, nuestras circunstancias, luchas y sufrimientos, y, sobre todo, se encuentran nuestros hijos. Nuestros niños son el núcleo de “La Esperanza”, son la mayoría en esta comunidad y son el principal motivo por el que un día decidimos sumarnos a este proyecto. Estos niños hoy no tienen ni agua ni luz. Y eso, como padres, no pensamos consentirlo.

¿Quieres saber qué es “La Esperanza”? “La Esperanza” son 4 bloques de viviendas socializados donde se encuentra la comunidad autogestionada más grande del Estado español. Sí, uno de los proyectos de realojo de familias sin hogar más numeroso y longevo no se encuentra en un lejano país ni pertenece a pasados tiempos revolucionarios; se encuentra aquí y ahora, en Gran Canaria, en una pequeña isla donde nos quieren hacer creer que nunca pasa nada. A comienzos de 2013 la FAGC (Federación Anarquista de Gran Canaria) llegó a un acuerdo con la promotora del la construcción para habilitar el inmueble a cambio de permitir que entráramos familias sin recursos y con hijos a cargo. Este febrero de 2018 se cumplieron 5 años desde que entramos las primeras 20 familias. Hoy somos más 70. Actualmente somos autogestionarios por completo, tanto en gestión interna como a nivel económico. Nosotros tratamos de solucionar los posibles problemas de convivencia en asamblea. Nosotros decidimos las condiciones de entrada de nuevas familias si alguna vivienda se queda vacía. Nosotros costeamos nuestra agua, pagando caras cubas de 10.000 litros diarios, y nos encargamos, sin ayuda de ninguna institución ni partido, del mantenimiento del edificio. Eso es “La Esperanza”.

¿Y quieres saber quiénes somos los vecinos que componemos este proyecto? Somos trabajadores de la construcción arrojados al desempleo tras la crisis del sector y que de un día para otros nos vimos sin casa a pesar de haber ayudado a construir tantos hogares. Somos madres solteras que sacamos a nuestros hijos adelante con poca o ninguna ayuda de las instituciones. Somos mujeres que hemos escapado de situaciones de maltrato y que hemos encontrado en “La Esperanza” un hogar para nosotras y nuestros hijos. Somos migrantes a los que años de trabajos precarios no nos ha permitido tener lo mínimo ni para pagar un alquiler. Somos enfermos crónicos a los que tener una vivienda en “La Esperanza” nos ha permitido no morir en la calle. Somos ancianos con pensiones ridículas y mil problemas físicos que no tenemos más techo que este. Somos desahuciados a los que la policía arrojó un día a la calle por impago de hipoteca y alquiler y hoy no tenemos otra salida que esta comunidad. Somos indigentes que llevábamos años sin dormir a cubierto hasta que se nos entregó las llaves de esta vivienda que nos ha salvado la vida. Y sobre todo somos niños, niños que vamos al colegio y estudiamos, que jugamos y crecemos en estos edificios, que vemos como nuestros padres se sacrifican diariamente para poner un plato en la mesa y que luchan a diario para que nosotros nunca llevemos una vida tan dura como la suya.

Estas somos algunas de las personas reales que hoy tenemos que afrontar un nuevo día sin agua y sin luz. Cuando Unelco-Endesa nos cortó la luz no sólo dejó a 200 personas sin posibilidad de conservar sus alimentos o de iluminarse para hacer los deberes; dejó a 200 personas sin agua porque para que el agua llegue a las viviendas dependemos un hidro que funciona con energía eléctrica. Nadie nos preguntó si teníamos conectada alguna máquina de soporte vital para algún vecino enfermo. Nadie nos preguntó cómo asearíamos ahora a nuestros hijos para ir al colegio. Nadie nos preguntó como apaciguaríamos los llantos de los niños a los que desde que se pone el sol tenemos que alumbrar con velas.

Esta atrocidad no hubiera podido perpetrarse sin la complicidad y colaboración necesaria de las autoridades municipales. El Ayuntamiento de Santa María de Guía ha autorizado las obras en vía pública que nos han dejado sin luz. El ayuntamiento se ha negado a darnos cualquier explicación o solución. El ayuntamiento no tiene previsto para este caso, en el que 200 de sus vecinos están sin luz y sin agua, ningún plan alternativo. Para ellos siempre hemos sido “extranjeros”, “gente de fuera”, y se nos ha tratado con un desprecio y xenofobia que hiere nuestra dignidad humana. Todo esto a pesar de que la mayoría, según su legislación, somos vecinos de pleno derecho porque estamos empadronados (hasta que en verano de 2016 el propio alcalde, Pedro Rodríguez, dio orden de no dejar empadronarse a nadie más contraviniendo la propia normativa de empadronamiento1). Lo que pretenden con esta maniobra es que abandonemos voluntariamente el inmueble (cosa que ya intentaron vía decreto en marzo de 2016) y para conseguirlo no les importa arrasar con todo, incluso con el bienestar de los niños y la poca salud de los enfermos. Según su normativa municipal2, constitucional3 e internacional4, no podemos carecer de suministros básicos y están obligados a garantizarnoslos. Pero las leyes que estos funcionarios juraron respetar son leyes de papel para unos y de sangre para otros, según quien las aplique o quien las sufra.

El colaborador necesario de este intento de provocar una crisis humanitaria es el alcalde Pedro Rodríguez, parlamentario en el Gobierno de Canarias por Nueva Canarias, partido que no ha dejado de llenarse la boca hablando de “programas de pobreza energética” y “desahucios 0” y firmando acuerdos con plataformas antidesahucio mientras permite que uno de sus parlamentarios condene a 200 personas a sobrevivir en condiciones infrahumanas. Por su parte el Cabildo y el Gobierno de Canarias, con los que ya contactamos en 2016 ante el intento de desalojo municipal, conocen perfectamente nuestra situación, al menos con el agua (pues en su día se les dijo que no disponíamos de agua de abasto), y se han inhibido completamente permitiendo que más 70 familias permanezcan, en ese “Caribe europeo” del que se sienten tan orgullosos, sin agua y sin luz.

Pero si las instituciones no hacen nada nosotros, los vecinos, sí pensamos hacerlo. Ante la voracidad capitalista de Unelco-Endesa y la cruel insensibilidad de los organismos públicos, “La Esperanza” declara que no se quedará quieta. No permitiremos que los servicios sociales, que obedecen al gobierno local que ha permitido que estemos sin luz y sin agua, cometa la retorcida maniobra de poner a nuestros menores en riesgo por carecer de los suministros básicos que ellos mismos han permitido que nos cortaran. No consentiremos que nuestros hijos sigan una semana más aseándose con garrafas de agua helada y teniendo que vivir alumbrados por velas. Empezamos desde ya mismo una semana de ruido y movilización, de rabia y protesta. Hace unos días cortábamos la calle frente a la comunidad, y eso sólo es una pequeña muestra de hasta dónde pensamos llegar para conquistar nuestros derechos. Convocaremos a todos los medios a una próxima rueda de prensa multitudinaria y denunciaremos ante ellos lo ocurrido. Difundiremos por redes cada segundo de esta lucha agónica. Haremos una hoja de ruta de movilizaciones que incluyen concentraciones, manifestaciones, acampadas y protestas en los feudos de los que consideramos responsables de esta emergencia humanitaria. Movilizaremos a la opinión pública, dentro y fuera de la isla, para hacer que la presión a los que intentan quitarnos la vida se haga palpable. Y buscaremos, por nosotras mismas, y con la ayuda de colectivos que no buscan votos ni fotos, la manera de volver a restituir el suministro eléctrico, sea a través de motores o de placas fotovoltaicas. Solicitaremos la solidaridad de todas y todos aquellos que sienten que nuestra causa es la suya y que nuestro dolor no sólo nos duele a nosotros. Unelco-Endesa y la administración han intentado imponer sus intereses a nuestro bienestar, pero les demostraremos que nada puede hacer la propiedad privada ante nuestras ganas de vivir, ante nuestras ganas de seguir vivos. Por ahora estamos sin luz y sin agua… Pero también, recuérdenlo, estamos sin miedo.

¡La “Esperanza” no se pierde!

Comunidad “La Esperanza”

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1Según el Real decreto 1690/1986, de 11 julio, por el cual se aprueba el Reglamento de Población y Demarcación Territorial de las Entidades locales, en su art. 54.1: “Toda persona que viva en España está obligada a inscribirse en el padrón del municipio en el que resida habitualmente”. Y en su art. 58.1: “El Ayuntamiento facilitará a todos los que vivan en su término hojas padronales o formularios para que le notifiquen los datos de inscripción”.

2El Reglamento del Servicio Público de Agua en el término municipal de Santa María Guía en su art. 2 establece que “el servicio de abastecimiento de agua es de carácter público, por lo que tendrán derecho a su utilización cuantas personas lo deseen, sin otra limitación que las condiciones y obligaciones que señala dicho Reglamento y la legislación vigente en la materia”. Lo mismo se constata en el art. 26.1.a) de la Ley de Bases de Régimen Local 7/1985.

3Ver la sentencia del Tribunal Constitucional 185/1995 y la propia Constitución Española en sus artículos 43.1 y 43.2.

4Ver la resolución de las Naciones Unidas 64/292.

Precaristas: Crónica de la lucha por la vivienda en Gran Canaria

Documental sobre la emergencia habitacional y la organización de las vecinas del Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria.

Playa Puerto Rico. Gran Canaria
Playa Puerto Rico. Gran Canaria

«Gran Canaria es un cuadro que nadie mira en detalle. Un cuadro donde se ven palmeras, sol y playa. Se ve la parte bonita, los 25º de temperatura diarios que parece que se imponen por decreto. Pero cuando te acercas al cuadro se ven trazadas gruesas. Ves que en el óleo quedan grumos. Y en ese grumo hay miseria, hambre, gente que es muy válida y que está viviendo en la calle. En los pequeños fragmentos de ese cuadro se puede ver a una población que ha levantado todo lo que vemos, pero que sin embargo vive en la calle porque no tienen un techo para ellos mismos».

Fragmento de la entrevista a Ruymán Rodriguez, Sindicato de Inquilinos Gran Canaria.

Precaristas es un documental sobre la lucha por el acceso a la vivienda que están llevando acabo las vecinas del Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria. Nuestro objetivo es presentar algunos de los proyectos de vivienda autogestionados que existen en la isla como La Comunidad Esperanza, El Refugio y La Ilusión, entre otros.
Proyectos organizados y habitados por personas pobres y en riesgo de exclusión social; familias golpeadas por la «crisis», paradas de larga duración, migrantes sin papeles, madres con menores a cargo que han sido víctimas de violencia machista y así un largo rango de perfiles sociales que ilustran la composición de la miseria canaria.
Las más vulneradas y olvidadas por la administración, las expulsadas del sistema, que sólo cuentan con sus manos y con el apoyo de la Federación de Anarquistas Gran Canaria.
A través de los relatos de su lucha diaria y sus vivencias, nos acercamos a la cara menos atractiva y publicitada del «Caribe europeo».

¿Por qué en Canarias?

Desde su nacimiento, pero desde la distancia, hemos seguido con atención las propuestas de autoorganización y acción en materia de vivienda que planteaba desde hacía años la Federación Anarquista Gran Canaria (FAGC). Quisimos conocer de primera mano alguno de sus proyectos impulsados y referentes en nuestras geografías como la Comunidad Esperanza y el Sindicato de inquilinos de Gran Canaria; proyectos centrados entorno a la vivienda, el realojo y el acompañamiento y apoyo a familias socialmente vulnerables. Hemos decidido explicarlo a través de un documental, con el objetivo de expandir la lucha y los aprendizajes de esas personas que, por su condición económica y orográfica, se encuentran doblemente aisladas en una isla.
Queríamos hacerlo en sintonía con las vecinas afectadas, a través de un lenguaje audiovisual que dignificara sus trayectorias vitales y sus procesos de organización y empoderamiento social.
Por tanto, con un tratamiento sensible y sensibilizado, pero alejado de sensacionalismos, victimizaciones y enfoques en formato “carnaza” con los que generalmente se aborda la cuestión de la precariedad en el acceso a la vivienda.
La idea siempre ha sido hacer un trabajo periodístico, riguroso y de calidad, dando voz a diferentes actores sociales y políticos de la isla como la PAH Canarias, la consejería de vivienda, juristas y académicos. Pese a esto, nos alejamos del concepto-trampa de la «objetividad». Manteniendo en nuestro enfoque la crítica hacia una realidad social (también la canaria) profundamente condicionada por las relaciones estructurales de poder, opresión y legitimidad.

El proyecto tendrá una duración de 40-50 minutos, se ha grabado mayoritariamente a 4K y esperamos poderlo presentar a finales del 2018, coincidiendo con el quinto aniversario de La Comunidad Esperanza. Por el momento compartimos el teaser del documental.

Sobre los proyectos Precaristas

Sindicato de Inquilinos de Gran Canaria

El primer sindicato de inquilinas del Estado, formado por las propias vecinas afectadas; inquilinas, ocupas, indigentes y precaristas. A través de la negociación o mediante la acción directa, el sindicato socializa suministros, para desahucios, realoja a personas sin techo o recurre a huelgas de alquileres en apoyo a familias necesitadas, que no tienen otra alternativa que la indigencia.

En unas islas con 138.000 casas vacías y una media de 15 desahucios diarios, los edificios ocupados por el colectivo son siempre de bancos o entidades públicas, nunca de particulares.
Gracias a que la mayoría de personas realojadas se implican más tarde en las acciones del Sindicato y de la FAGC, el movimiento crece día a día. Ya han conseguido dar cobijo a mas de 1200 personas, paralizar 3 desalojos masivos y ocupar más de 400 inmuebles vacíos.

Vídeo Explicación Sindicato de Inquilinos.

Comisiones del Sindicato de Inquilinas reunidas en el Asambleatorio de la Comunidad Esperanza.
Comisiones del Sindicato de Inquilinas reunidas en el Asambleatorio de la Comunidad Esperanza.

Comisiones del Sindicato de Inquilinas reunidas en el Asambleatorio de la Comunidad Esperanza.
Comisiones del Sindicato de Inquilinas reunidas en el Asambleatorio de la Comunidad Esperanza.

Comunidad La Esperanza

Cuatro bloques de viviendas en Santa María de Guía donde 280 personas -150 menores edad- se autoorganizan en la que probablemente sea la mayor ocupación hecha por familias en todo el Estado. La Esperanza funciona mediante asambleas y comisiones de gestión de las vecinas como: Realojo, mantenimiento, solidaridad y tesorería. El proyecto, nacido hace 5 años y propiedad de la SAREB, ya ha resistido a un intento de desalojo y se ha convertido en una comunidad referente, tanto en el archipiélago como en la península, desde donde reivindicar y ejercer el derecho a la vivienda.

Comunidad La Esperanza. Santa Maria de Guia.
Comunidad La Esperanza. Santa Maria de Guia.
Puerta Comunidad La Esperanza.
Puerta Comunidad La Esperanza.

Comunidad La Esperanza. Santa Maria de Guia.
Comunidad La Esperanza. Santa Maria de Guia.
Thai. Madre realojada. Actualmente afiliada al Sindicato de Inquilinos.
Thai. Madre realojada. Actualmente afiliada al Sindicato de Inquilinos.
Guille. Afiliado al Sindicato de Inquilinos y vecino de La Esperanza.
Guille. Afiliado al Sindicato de Inquilinos y vecino de La Esperanza.

Los Barracones del Conde

El Sindicato ha paralizado el desalojo de los Barracones del Conde, en San Bartolomé de Tirajana. Desde hace más de 50 años, familias de trabajadores del Conde de la Vega Grande viven en cuadras para animales habilitadas como vivienda por ellas mismas a lo largo de estos años.

A día de hoy, el Conde, también desarrollador del sector turístico de la isla, quiere desprenderse de esos terrenos y sus moradores, efectuando un desahucio masivo, incumpliendo los contratos acordados en el pasado con sus inquilinos/as.

+ Info Barracones del Conde

Barracones del Conde de la Vega Grande. San Bartolomé de Tirajana.
Barracones del Conde de la Vega Grande. San Bartolomé de Tirajana.
Doña Ana. Vecina afectada por los deshaucios de los Barracones.
Doña Ana. Vecina afectada por los deshaucios de los Barracones.

La Ilusión

Ubicada en un bloque propiedad de la SAREB y abandonada durante años en estado de degradación, la finca ha sido rehabilitada por 11 familias. (41 personas, 20 menores).
+ Info la Ilusión

El Nido

Una alternativa habitacional a los centros de acogida para mujeres maltratadas por sus parejas. Un espacio de seguridad, refugio, empoderamiento y terapia. Impulsado el 8 de marzo, Día de la Mujer trabajadora, por y para mujeres. Aunque a día de hoy el espacio físico está desalojado, la voluntad y necesidad social de hacerlo renacer sigue intacta.

El Refugio

Municipio de Telde. Cuatro chalets abandonados, que jamás se estrenaron y ni siquiera constan en el registro de la propiedad, han sido ocupados por el Sindicato para alojar a familias sin recursos.

Quiénes somos

InèrciaDocs es el nombre que nos une en nuestro primer documental. Somos Àlex, Marc y Guille; amigos y aborígenes crecidos en Barcelona y Mollet. Tenemos menos de treinta años y venimos de trayectorias ligadas al campo de la realización audiovisual, el periodismo y el activismo social y comunicativo.
Este es nuestro primer proyecto documental; un proyecto totalmente autogestionado y sin ánimo de lucro. Hemos afrontado todos los costes técnicos y logísticos que implica viajar y hacer un documental en Gran Canaria, así como el proceso de creación y producción.
No tenemos subvenciones ni créditos. No venimos de parte de ningún partido político o entidad.
Ya ha pasado un año desde que nos reunimos por primera vez para arrancar el proyecto, un año lleno de anécdotas y mucho aprendizaje. Durante este año y los 18 días de rodaje, nuestra voluntad siempre ha sido y será la de implicar al máximo número de colectivos, personas y espacios en la difusión de este documental para expandir, así, esta digna lucha.
Por eso, contamos con la colaboración de diferentes colectivos sociales, de la comunicación y de la música:

La Directa, un medio de comunicación cooperativo en catalán de actualidad, investigación, debate y análisis con doce años de trayectoria. Un proyecto asambleario, autogestionado y descentralizado, que entiende la comunicación como una herramienta de transformación social, colocando en el centro de su proyecto el relato de los movimientos sociales.
La Directa, que ha seguido y cubierto periodísticamente desde hace años la lucha de la FAGC y el SIGC, colabora con el proyecto apoyando la difusión de las proyecciones del documental.

El Col·lectiu Bauma es un colectivo editorial y de artes gráficas que aporta al proyecto la edición artesanal del libro «Las ideas, los hechos. Federación Anarquista Gran Canaria” que ofrecemos en las recompensas a lxs mecenas.

«Miramos de construir día a día redes de apoyo mutuo y romper con el trabajo asalariado.
Compartimos, de manera cuidada y artesanal, las luchas, sueños y experiencias que envuelven nuestro día a día. Aportamos nuestro grano de
arena en los campos de la edición, el diseño, la encuadernación artesanal, la ilustración, la serigrafía, la corrección y traducción».

Del blog del Col·lectiu Bauma

El grupo Sílvia Tomás, dedicará el tema La Esperanza, compuesto especialmente para musicar el documental. Además, su último trabajo autoproducido en 2017, «Següent Pas», será una de las recompensas que ofrecemos para lxs mecenas.

Desde el año 2012, el trio propone «canciones y letras que se posicionan, que son críticas y que apelan a la responsabilidad de los individuos de hacerse cargo de la propia vida. Lo hacen desde diferentes espacios, muchos de ellos abiertos y autogestionados, así como festivales, bares o centros culturales».

«La música como arma comunicativa ha sido a lo largo de estos años de crecimiento y aprendizaje, y sigue siendo aún, la manera que tengo y utilizo para canalizar las emociones, vivencias y experiencias que me ocurren en la sociedad en la que vivo y en la cultura que se impone.
Actualmente, y después de haber caminado con otros compañeros, me acompañan, en la vida y la música, Guillem Boada en el teclado y Mateo Martínez en la guitarra flamenca. Dos músicos que han escogido vivir despiertos y sensibles a lo que nos rodea, preguntándose y questionándose. Y que han convertido también su instrumento en una arma que hace eco de lo que en el presente nos pasa»

Silvia Tomas "Trio"
Silvia Tomas «Trio»

De la página web de Sílvia Tomàs

Sobre las recompensas

El libro “Las ideas, los hechos. Federación Anarquista Gran Canaria” es una preciosa edición artesanal elaborada por el col·lectiu Bauma en el año 2015. Un trabajo para desgranar la naturaleza de la FAGC, recopilando las reflexiones teóricas y de su experiencia los últimos años en el anarquismo combativo de barrio, así como una recopilación de sus tuits más destacados.

“En este lustro de lucha hemos esquivado bastantes balas, hemos desarrollado un trabajo agotador, extenuante, y la represión se ha cebado con nosotros; hemos parado desahucios, la mayoría de las veces tirando más de las herramientas, el ingenio y la voluntad que del apoyo de las organizaciones políticas; hemos ocupado cientos de inmuebles en los que hemos realojado a un millar de personas, mientras nos reunimos como bandoleros en los campos por la inseguridad de tener una sede fija; hemos iniciado e impulsado la ocupación más grande del Estado y hemos pagado su precio en sudor y experiencia; hemos hecho muchas cosas que aún saben a poco»

Fragmento de “Las ideas, los hechos. Federación Anarquista Gran Canaria”

El disco «Següent pas» es un conjunto de 12 canciones editado de forma autoproducida y publicado bajo licencia Creative Commons por Sílvia Tomás Trio en 2017.

«Un disco dedicado a todas las personas que luchan por dentro lo que quieren ver fuera y que luchan fuera lo que quieren ver dentro. A todas las que ya se han ido y nos han dejado semillas por cuidar, semillas de amor, de empatía y solidaridad. A todos los que nos hemos ido encontrando y nos reconocemos humanos. En este camino de cuestionar el orden establecido y plantear respuestas, de reconciliar y confrontar experiencias, de navegar entre la impotencia y la capacidad de mejorar… es de donde surgen estas canciones que las sentimos más colectivas que propias».

Una de las canciones que integran el disco es «Carta a Kobane», un homenaje a la lucha en el Kurdistan de Siria a través de la interpretación de las palabras de una miliciana kurda a su madre.

CÓMO PARTICIPAR EN EL CROWDFUNDING

1- Si no eres usuario/a de Verkami, primero debes registrarte (en la parte superior derecha, pincha en «Registrarte» y rellena tus datos). Si ya lo eres, inicia sesión.
2- En la columna derecha, selecciona la recompensa/pack que más te guste.
3- Pincha en «Aportar» y sigue las instrucciones de pago con tu tarjeta de crédito.
4- ¡Ya eres mecenas!

A qué destinaremos vuestras aportaciones

Las aportaciones irán destinadas principalmente a cubrir los costes logísticos, técnicos y de post-producción (edición , etalonaje, diseño de sonido, distribución y presentación en Barcelona y Gran Canaria). También para los costes de la grabación del tema La Esperanza y para el envío de las recompensas. (Nota: Para los envíos de recompensas a las Canarias contactaremos más adelante con lxs mecenas de las islas para hacer un envío colectivo a un espacio aún por concretar.)

En caso de conseguir nuestro objetivo y superarlo, nos gustaría hacer una aportación a alguno de los sindicatos de inquilinos o colectivos de vivienda del estado que trabajan desde y con los barrios.

NOTA: Los que queráis hacer alguna aportación y no tengáis tarjeta de crédito nos podéis escribir un correo electrónico: inerciadocs@gmail.com

Calendario previsto

Queremos finalizar el montaje y presentar el documental en mayo del 2018, mediante proyecciones en Barcelona y Gran Canaria, coincidiendo con el quinto aniversario de La Comunidad Esperanza.

Después, si hay interés, el documental puede proyectarse en otros espacios y geografías.

Las mecenas recibirán las recompensas un mes antes del estreno del documental.

+ Info

Sobre el documental:
Facebook: @inerciadocs
Twitter: @InerciaDocs
Mail: inerciadocs@gmail.com
Vimeo: https://vimeo.com/inerciadocs

Sobre la FAGC y el SIGC:
Blog de la Federación de Anarquista de Gran Canaria
Blog del Sindicato de inquilinos

Artículos periodísticos:

Gran Canaria: 55 inmuebles ocupados en 2013
Diagonal 17/04/13

Ruymán Rodríguez: “El proyecto ‘La Esperanza’ es un modelo resolutivo que demuestra que la anarquía es más funcional”
AraInfo 02/04/17

L’anarquisme de barri (re)neix a Gran Canària
La Directa 06/09/17

Quan l’Esperança és l’última opció
La Directa 31/07/15

Entrevista de La Directa a nuestro compañero Ruymán

Entrevista de Guille Larios para La Directa.

(traducida gracias a los compas @Nen_17 y Benjamín Recacha)

Ruyman Rodríguez: “La gente no se hará anarquista escuchando lo que digo, sino viendo lo que hago”

Desde la Federación Anarquista Gran Canaria (FAGC), Rodríguez propugna una acción política de inmediatez, de barrio, plasmada en proyectos como la Comunidad Esperanza, la ocupación más numerosa del Estado español

Autodidacta, incombustible, directo e incendiario, por la cabeza y las manos de Ruyman Rodríguez han nacido y arraigado proyectos de envergadura como la Comunidad Esperanza —considerada la ocupación más grande hecha por familias en el Estado español— o el primer sindicato de inquilinos del estado, experiencias sobre las que actualmente se está preparando el documental Precaristas. A fuerza de teoría y, sobre todo, de mucha práctica, ensayo y error, el portavoz de la Federación Anarquista Gran Canaria (FAGC) nos explica las experiencias y los límites de su acción y pensamiento político tras estos años de (r)evolución en el anarquismo combativo de barrio. Aquel que milita y se embarra en la realidad de las más excluidas y desclasadas, aisladas en una isla atravesada por el paro, la pobreza y los desahucios.

¿Qué es la FAGC?

Podríamos decir que nacimos con el 15-M, en la plaza San Telmo de Las Palmas, aunque ya existíamos desde hacía años operando desde las dimensiones de un anarquismo convencional. Al principio éramos una federación al uso, muy críticos, pero caíamos en dinámicas de autoconsumo y reivindicación que entendíamos que eran propias del folklore libertario. Un día, repartiendo panfletos contra Monsanto, acabamos dándole uno a un hombre que rebuscaba comida en la basura. Fue un shock, porque nos dimos cuenta de que estábamos pidiendo a la gente más pobre que discriminara qué podía comer y qué no, que fuera en bici cuando no dejaban ninguna huella ecológica o que no creyeran en Dios cuando todos los habían abandonado y dormían cada noche en una barca en la arena… Después del deslumbramiento que provoca el choque con la realidad, abrimos los ojos y nos dimos cuenta de que estábamos totalmente alejados de los problemas de la gente, de sus necesidades básicas.

¿Qué diferencias hay entre la FAGC y el anarquismo que llamáis convencional?

El nuestro es un anarquismo de barrio, hecho y dirigido por las mismas pobres. La mayoría de personas que articulan la solución a sus problemas son las propias afectadas. Además, el 90% de las integrantes son mujeres. También se ha de entender porque, a través de lo que hemos hecho, desarrollamos nuestra teoría. No al revés. Y así, exponemos los fracasos de esta práctica y hacemos autocrítica.

¿Por qué os centrasteis en la lucha por la vivienda?

Igual que hizo aquel indigente, los datos sobre problemáticas sociales nos escupieron en la cara. Tenemos entre un 35 y 30% de paro, un 35% de exclusión social, récord de pobreza infantil con un 35% de la infancia, 735 desahucios al trimestre, 138.000 casas vacías y 35.000 demandantes de vivienda.

Hay otro problema grave, y es que la mayoría de viviendas de los barrios populares no se están destinando a la población residencial, sino que se han enfocado a la turistificación masiva que sufrimos. En las islas somos dos millones de habitantes y recibimos cada año más de 13 millones de turistas. La expulsión del vecindario por la gentrificación genera un cinturón de ciudades dormitorio en el extrarradio, a donde va a parar la población canaria de origen trabajador. Por todo esto consideramos la vivienda como el frente más urgente desde donde empezar a trabajar.

¿Y cómo fue?

Empezamos parando desahucios. Pero como solas no podíamos, intentamos hacer un frente de vivienda con la PAH y el movimiento okupa. La PAH nunca quiso implicarse. El movimiento okupa sí que lo hizo, y durante una época estuvo a la altura, pero las dinámicas de autoconsumo lo absorbieron. Priorizaban sus actividades y espacios de meditación o reiki en vez de realojar a familias desahuciadas. Nos aprendimos el Código Penal entero para asesorar a la gente legalmente y seguimos parando desahucios con medios mecánicos. Bunquerizábamos la vivienda, clavábamos puntales, planchas de metal y bombonas con hidrógeno. Hemos parado todos los desahucios a los que hemos ido. Hoy en día, por suerte o por desgracia, nos hemos hecho un nombre, y los propietarios o bancos se acercan a negociar cuando estamos por el medio porque saben que sufrirán las consecuencias en el ámbito mediático y de acción directa. Después de eso, comenzamos a ocupar y realojar familias, primero a través de viviendas unifamiliares, y después en la Comunidad Esperanza.

Explícanos ese proyecto…

Es quizás nuestro buque insignia, el proyecto más importante que hemos impulsado. Contactamos con la propietaria de una promotora con cuatro bloques de viviendas embargados por Bankia y allí realojamos a 210 personas que teníamos en lista de espera. Se creó el Asambleatorio y se fijó una asamblea mensual, que regula la vida de la comunidad. Se crearon comisiones como el huerto, mantenimiento, solidaridad, tesorería y realojo, porque las mismas vecinas se encargan de gestionar cuándo una familia abandona la comunidad y cuándo una nueva cumple los requisitos para acceder a ella.

¿En qué personas o requisitos priorizáis en vuestros programas de realojo?

Uno de los que pedimos es que se ingresen menos de 426 euros mensuales y se tenga familia a cargo. La excepción es para personas con enfermedades crónicas o con situaciones muy graves. Otro núcleo importante son los parados de larga duración. Hay población inmigrante, que a menudo ya no tiene acceso a sanidad. Hay muchas mujeres maltratadas que tiran adelante con sus hijos. También hay indigentes crónicos, gente que prácticamente nunca ha tenido vivienda. La composición de miseria canaria es un cuadro que nadie mira en detalle. Un cuadro donde se vende sol, playa y veinticinco grados de temperatura. Pero si te acercas al cuadro, hay trazos gruesos; miseria, hambre, gente válida que sabe levantar edificios con sus manos y que vive en la calle.

¿Qué conflictos contradictorios os habéis encontrado al tirar adelante estos proyectos?

Nosotros partíamos de la idea anarquista, muy infantil, de Kropotkin, que decía que si solucionábamos la cuestión del pan, todo se solucionaría. Yo creía en eso firmemente y que, cambiando la realidad material, todo cambiaba. Creía que la gente era racista, machista o maltratadora, no sólo por cuestiones culturales heteropatriarcales, sino porque estaban en situaciones de pobreza, sin las necesidades básicas satisfechas, asumiendo el discurso del sistema. Y pensaba que si esa gente mejoraba sus necesidades, se plantearía otras cosas y no serían tan cabrones. Pero me equivoqué.

¿Puedes poner un ejemplo concreto?

Al principio no pedíamos ninguna documentación a la gente necesitada que venía, porque a mí me parecía una cosa reformista, burocrática, antianarquista. Y lo probamos así, a puertas abiertas. Pero comprobamos que mucha gente solicitaba vivienda cuando ya tenían otra, tenían ingresos suficientes que querían ahorrarse o se inventaban algún hijo a cargo. Hoy en día pedimos el certificado de paro y de la seguridad social, el de patrimonio y el libro de familia. También exigimos que la gente se implique en la ocupación de su vivienda, de proveerse de luz y agua, y que ofrezca la misma solidaridad que se le ha ofrecido, parando desahucios o ayudando a realojar.

Y bajo estos aprendizajes habéis desarrollado vuestros realojos…

Me he dado cuenta de que, cuando iniciamos un proyecto de vivienda, la cuestión es llegar al mayor número de personas. Si analizamos un Centro Social Okupado, vemos que sólo un 10% del colectivo se implica en la gestión y el trabajo sucio. El resto va y se toma unas birras. Si eso pasa en ambientes militantes, con gente que se ha leído todo lo que se ha escrito, ¿por qué le exigimos más a la gente de los barrios? Yo parto de que tendremos el mismo porcentaje de implicación en nuestros proyectos socializados. Un 10%. Entonces, he de ser más ambicioso. Si ocupamos para cien familias y sólo diez se implican realmente, quiere decir que he de ocupar para mil familias para tener una militancia de cien familias. Es ampliar, trabajar más. Pero es la solución. Porque el aprendizaje anarquista no es teórico. Cuando más anarquista me he hecho es cuando lo he confrontado con la realidad. La gente no se hará anarquista escuchando lo que digo, sino viendo lo que hago.

¿Cómo se evita caer en el asistencialismo y empoderar a las realojadas, evitando las dependencias?

Es un riesgo que siempre está ahí. Se cae en el asistencialismo cuando solucionas necesidades básicas de la gente y buscas la estabilidad pero no se generan nuevos conflictos. Cuando la Esperanza ha sido más fuerte es cuando se han organizado para luchar, cuando ha tenido la amenaza de desalojo, cuando han ido a parar un desalojo a otro sitio. Y cuando ha sido más débil es cuando ha estado en periodos de estabilidad, cuando todo iba bien. La clave para huir del asistencialismo es generar conflicto, mantener siempre la tensión social. Inducir a la gente que ya tiene satisfechas las necesidades básicas a que ahora lo que necesitan es libertad y autonomía, que necesitan enfrentarse a un sistema que se lo ha quitado todo y les ha obligado a conseguírselo por sí mismos. Esta dinámica de tomar lo que sobra no puede acabarse con unos cuantos recursos básicos. Hemos de seguir tomando. Y si ya has satisfecho tu necesidad de vivienda, colabora con la gente de otros barrios que no la tienen satisfecha. Y entonces nos plantearemos otras fases, como ocupar un medio de producción como la tierra o la fábrica.

¿Qué papel juega el sindicato de inquilinos?

En este tiempo hemos conseguido llegar a mucha gente. La mayoría del sector anarquista convencional se ha quedado por el camino, pero nosotros hemos seguido trabajando con la gente del barrio. Y por eso, la mayoría de gente que ahora colabora con la FAGC nunca ha sido anarquista y quizás ahora no lo son ni lo quieren ser. Así que nos articulamos a través del sindicato, una herramienta mucho más amplia y transversal, con gente de diferentes procedencias ideológicas. Esto no afecta al hecho de que sea totalmente autónomo e independiente de partidos y colectivos. Para mí, lo más interesante es que es una herramienta con un discurso y práctica integral de vivienda. No nos centramos sólo en la hipoteca o el alquiler. Socializamos suministros, realojamos a familias sin techo, recurrimos a huelgas de alquiler… Quiere ser el tipo de herramienta que era en los años 30, pero actualizándose a los tiempos que corren. Creemos que el problema que vendrá de aquí a unos años serán las precaristas; la gente que vive en ocupaciones o en cesiones bajo condiciones precarias. También trabajamos con indigentes, para que tengan voz y puedan defender sus intereses.

¿Cómo se podría replicar este modelo a contextos donde puede parecer que la administración no está tan involucionada o no hay esos indicadores socioeconómicos?

Tenemos que ampliar el espectro. Cuando voy a la península me dicen que allí no hay pobreza, que no es como en Canarias. Quizás aquí la pobreza está más concentrada y es más visible. Pero en la península también existe. Siempre existe, aunque nos han dibujado que no. Sólo hay que salir de la zona de confort y comenzar a trabajar con la gente con la que nunca se ha interactuado, y se darán cuenta. La gente con las necesidades satisfechas no querrá cambiar eso, porque ya viven en un mundo cómodo. Mantienen una distancia prudencial, porque si todo cambiara, su cómodo mundo se acabaría. Y para comprender eso, quizás debamos bajar al barrio, empezar a trabajar y ser parte de la gente más golpeada.

¿Qué os ha supuesto toda esta militancia, en el ámbito personal y político?

Han sido los años más duros de mi vida. He renunciado a todo. De un trabajo estable y una nómina a final de mes, a vivir con 400 euros al mes. Duermo poco gestionando cosas, es una militancia a tiempo completo. Ahogado por multas y persecución policial. Le he alargado la mano a mucha gente y mucha de esa gente me ha partido la cara o me ha apuñalado por la espalda, y no simbólicamente. Pero la evolución ha sido aprender que la idea fanática que yo tenía de la militancia, exponiendo mi propia vida, era un intento estúpido de darle un mártir al movimiento libertario. Para seguir haciendo este trabajo me he de mantener vivo. En el ámbito político, para mí el resultado global ha sido muy positivo. La gente más necesitada ha demostrado que se puede organizar con solidaridad y gestionando los conflictos por sí misma. Que pueden vivir en los márgenes del capitalismo con prácticamente nada. Porque si aquí se inunda una alcantarilla o se rompen las cañerías, no viene el Ayuntamiento ni nadie a ayudarles. Y darse cuenta de que estás sola y que no dependes del Estado te hace ver tu utilidad. Que por ti misma vales. Y que cuando el sistema no te ayuda, quizás es que estás mejor sin ese sistema.

Habéis hecho pública parte de vuestra actividad. Habéis ocupado cerca de 400 casas y habéis realojado a unas mil personas. ¿Habéis calculado la dimensión represiva que eso podría tener?

Los palos han llegado. Intentaron reventarnos golpeándome a mí. La Guardia Civil me torturó, me imputaron una agresión a la autoridad y me piden cinco años. Por eso ahora tenemos diferentes portavoces. No lo consiguieron entonces y tienen muy crudo imputarnos nada en el ámbito penal ahora, más allá de inventarse acusaciones. ¿Qué dirán? ¿Que ayudamos y asesoramos a familias sin techo a conseguir su hogar? Eso lo reconozco mañana mismo en sede judicial. Será muy legal que la gente duerma en la playa, pero para mí no es justo. Estoy orgulloso de ayudar a la gente a conseguir casa. Y si eso es imputable, escupo en su legalidad. Hemos sufrido la represión policial y judicial porque como anarquistas encabezamos esta lucha. Si fuéramos un colectivo más neutral, lo que pasa aquí abriría todas las portadas. Pero estamos aisladas. Iniciativas como la Esperanza o el Sindicato no han tenido la trascendencia que merecen.

¿Por qué?

Porque detrás no hay un grupo legalista, que pacta con políticos, ni tenemos un concejal moderno que se mueve en Twitter. Lo que tenemos son anarquistas, indigentes, mujeres maltratadas, madres con dieciocho años y tres hijos a cargo, toxicómanos, niños con desnutrición. Gente muy jodida. Un perfil que no le gusta a nadie; ni a los anarquistas cool, ni a la izquierda moderna, ni por descontado a la derecha reaccionaria. Y por eso no interesa que seamos noticia.

¿Te han intentado cooptar políticamente?

El sistema lleva con rigor la táctica del palo y la zanahoria. Y ha asumido que lo que no puede comprar lo rompe. Y lo que no puede romper lo compra. Después de las torturas y de que siguiéramos adelante, nos han ofrecido consejerías de vivienda en ayuntamientos, puestos de trabajo, subvenciones, fama, tertulias fijas en canales de televisión. Pero no tienen dinero suficiente para pararnos y hacernos callar. No seremos la marca blanca de ningún partido. No aplacaremos el problema al ayuntamiento de turno, sean los del cambio o los viejos partidos, porque interpretamos que la situación real de la gente de abajo no ha cambiado en absoluto con ninguno de los dos.

En vuestros comunicados tenéis un discurso muy duro y crítico, sobre todo con el movimiento libertario…

No queremos parecer muy cáusticos en nuestro discurso. Hablamos así porque lo hacemos desde el dolor. Y no es un recurso literario; estamos con gente que lucha día a día para sobrevivir. Y que ha aceptado esta lucha por la vida con medios anarquistas porque nadie les ofrecía una herramienta. Y me preocupa, porque esa gente puede caer perfectamente en el discurso de la extrema derecha. Hay tanta miseria que están predispuestas a creer en cualquier cosa. Es una carrera y tenemos que ver quién llega primero. En Canarias ha sido el anarquismo, pero en algunos sitios de la península lo ha hecho el fascismo.