Entevista de Cazabaret a un compañero

Fuente: Cazabaret

 Cazarabet conversa con…   Ruymán Rodríguez, autor de “Anarquía a pie de calle” (Calumnia, La Malatesta)

Un libro, pequeño, pero que da no en una, más bien en muchas dianas y que habla, además, muy claro de la realidad y  en la actualidad.
 
Cazarabet conversa con Ruymán Rodríguez:
Ruymán, desde tu punto de vista aquí, hoy y ahora, en qué punto se encuentra el ideal y la idea en torno al anarquismo
-Con un potencial infinito, que reside en la necesidad instintiva de la gente de usar nuestras herramientas, en el vigor de nuestras ideas-fuerza y en la proliferación de espacios, pensadores y editoriales; pero con una implantación real muy pobre, provocada sobre todo por la escasez de activistas interesados en implicarse en luchas reales que transciendan de los intereses netamente teóricos de los “iniciados”. Somos como una cabeza enorme, con un cerebro privilegiado, pero con un cuerpo raquítico incapaz de llevar a cabo sus grandes ideas. 

-Es más un anarquismo social o un anarquismo a pie de calle que se ha retroalimentado del 15M y del movimiento indignado..

-Creo que aún no estamos en esa etapa. Y que la etiqueta de “anarquismo social” es equívoca. El 15M, con sus mil defectos, manipulaciones y teledirigismos, fue un impacto enorme para unos movimientos sociales, incluido el anarquista, que creían que el descontento, el cabreo, o incluso la rebeldía, era cosas de especialistas, de “profesionales”. Ver a la gente de a pie levantándose fue un shockpara quienes piensan que todos están equivocados salvo ellos, que el pueblo es demasiado imbécil para protestar. El 15M cogió a la mayoría del movimiento libertario con los pantalones bajados, y en pocas partes se supo asimilar ver a gente no anarquista funcionando de forma anarquista. Los libertarios debieron actuar antes de que lo hicieran los partidos, pero a muchos sus pruritos se lo impidieron, y los institucionales tomaron la iniciativa en la mayoría de plazas, corrompiendo y enfangándolo todo. Las nuevas caras de IU y partidos recién nacidos como Podemos, totalmente imbricados con la vieja política de gabinete que todos conocemos, usaron esa experiencia como cantera y vivero, y ahora como lema electoral. 
Salvo en unas pocas plazas, lo que había de anarquista en el 15M no lo aportaron los anarquistas sino la gente sin ideología definida.
-Por cierto, ¿cómo ves este movimiento, me refiero al 15M?
-Creo que ciertamente pueden tener razón los que ven en él un artefacto de ingeniería social, una válvula de escape para evitar males mayores, disidencia controlada al fin. Pero sinceramente, aunque fuera eso, y sin apoyar en absoluto la mayoría de las cosas que a nivel de reivindicaciones concretas surgieron en el 15M, me da igual su origen. Poca gente sabe que una organización como la I Internacional surgió en gran parte por el interés de Napoleón III en propiciar un encuentro internacional entre los obreros franceses (proudhonianos en su mayoría) y los tradeunionistas ingleses, para transmitir una imagen obrerista y social de su dictadura. Evidentemente la AIT hoy queda en el imaginario colectivo como algo muy distinto. El 15M pudo ser el intento del poder de evitar una revolución violenta en años futuros, pero con eso y todo es evidente que se les escapó de las manos en la mayoría de sitios. Hoy, y aunque sus esfuerzos hayan sido capitalizados por los institucionalistas, hay que reconocer que allí nos conocimos muchos, que por primera vez en años se empezó a desobedecer la ley en masa, que muchos aprendieron otra forma de relacionarse y que movimientos como el de la vivienda deberían reconocer que fue allí donde se nutrió con sangre nueva. 
Como con casi todo, ni lo idealizo (mucho papanatismo, estrategias anti represivas victimistas y contraproducentes, la lacra de la “nueva política” y varios nuevos popes político-mediáticos surgieron de ahí), ni lo condeno a un cuarto oscuro. Creo que la labor de los anarquistas está en trabajar con la gente, radicalizar sus aspiraciones, crear formas nuevas de interrelacionarse, tensionar sus miedos y prejuicios y ejercer de oposición contra el control político y gubernamental. Y eso, sea en clave crítica o constructiva, pasa por implicarse y mancharse para poder hablar. Con las manos limpias nuestras opiniones no valen un carajo.
-Pero como bien dices más adelante para poder llevar a cabo la idea y el ideal de la anarquía cada uno de sus componentes humanos tiene que tejerse bajo el individualismo que guarde la independencia de cada uno y el criterio de cada uno..Como retener, desde las bases y el individuo, un código ético…
-Creo que al contrario del discurso imperante en los movimientos sociales, el individualismo es una herramienta imprescindible. Cuanto más me implico en la lucha social más convencido estoy de ello. Ciertamente hay que saber definirlo. Para mí el individualismo es la antítesis del aristocraticismo, que en realidad es sólo una forma de exaltar una personalidad estrechamente dependiente de las personalidades ajenas, de las personalidades a las que subyuga. El aristócrata, con sus siervos y aduladores, es la menos individual de las personas; tan poco al menos como los más gregarios. Después hay un individualismo de sótano o buhardilla oscura, de resentimiento, de sufrimiento constante y auto martirio que tampoco me interesa. Mi individualismo es el que todos necesitamos para gritar no en una asamblea aún sabiendo que vamos a estar en minoría, mientras tenemos la convicción de defender lo justo. Es el que nos permite que cuando una turba corre tras un individuo para lincharlo tengamos el valor suficiente para ponernos de parte del sujeto y no de la masa. Es el que te consuela si estás detenido en un calabozo y te sientes con fuerzas aún cuando no tienes una red de apoyo fuera. 
En los proyectos comunitarios y la lucha social es necesario incentivar en la gente una gran dosis de individualismo. Para que piensen por sí mismos, para que disciernan entre lo bueno o lo malo no por lo que les diga la moral oficial o la ética al uso, sino por lo que les dicten sus propios sentimientos. Estamos educados para aceptar como moral muchas cosas repugnantes, desde las guerras, al hambre o los presidios. Es la sensibilidad, que es netamente individual, la que hace que nuestro estómago se revuelva ante una injusticia, por mucho que sea moralmente aceptable.
-Todo esto para no ser arrastrados por “impulsos gregarios y apetitos mayoritarios” que acaben por corromper el ideal, siendo primeros corrompidos nosotros mismos….
-En el anarquismo clásico, una idea muy querida por Godwin era la de que el sistema político y económico corrompía a la sociedad y esta a su vez al individuo. En mi experiencia, creo que cualquier forma de autoridad es corruptora, incluso las más sutiles. Hoy el principal pivote de la jerarquía es la cuestión económica, la propiedad, el dinero. Estuve convencido mucho tiempo de que mejorando las condiciones económicas de los individuos éstos mejorarían a niveles personales. Los años de lucha me han demostrado que muchas de las personas cuya situación económica mejoró gracias al trabajo de la FAGC no sólo no mejoraron, sino que empeoraron. Sí, la corrupción es un proceso sistémico y social pero también personal. Hoy estoy convencido de que aún en la sociedad más justa e igualitaria habrá individuos, más o menos numerosos, que sin ninguna necesidad material de ejercer poder, tendrán la necesidad psicológica. Por eso pongo el acento en reforzar la individualidad: es la única garantía de detectar esas actitudes y contrarrestarlas. Al poder desnudo de un individuo, en igualdad de condiciones, sólo se le puede responder con la desobediencia de otro. 
-Pero para luchar contra la corrupción que arrasa desde las personas o los colectivos, primero habrá que establecer medidas preventivas y un programa de transparencia social a todos ya todas por igual…
-Desgraciadamente no hay fórmulas maestras ni varitas mágicas. Evidentemente hemos de cambiar las formas de relacionarnos, deconstruir las estructuras que nos condicionan; pero esto pasa por simultanear la lucha social con la personal. Es otro lugar común en el anarquismo clásico la discusión de si primero hay que cambiar a la sociedad para que después cambien los individuos (idea mantenida por Bakuniny la corriente materialista revolucionaria) o si primero hay que cambiar a los individuos para que después cambie la sociedad (idea mantenida por los pedagogos libertarios y los individualistas). Mi idea es que debe ser simultáneo. No hay cuerpo sano con células enfermas ni viceversa. Hemos de cambiar aquellas cosas que no nos gustan de nuestro entorno al mismo tiempo que forzamos nuestro propio desarrollo. Admitir que las propias certezas, aquellas que guiaban tu vida, eran papel mojado, y seguir buscando alternativas para construir una realidad distinta a la que nos imponen.
-Me da como que, dado el punto en el que se encuentra esta sociedad, hay que empezar de cero con eso de la lucha a pie de calle…primero imprimiéndonos muchas exigencias a nosotros mismos como individuos…
-No sé si deben ser muchas o pocas esas exigencias… Sé que deben de ser las mismas, ni más ni menos, que les reclamamos a otros. 
Por ejemplo, es fácil condenar las manifestaciones más básicas del machismo, las que se detectan en bares, entornos laborales y domicilios; lo difícil es tener el valor de detectarlos en ambientes libertarios. Gente que se asquea ante la bravuconada machista de tasca, que tiene a sus espaldas mil lecturas y talleres sobre feminismo y superación de los roles de género, después puede usar el pretexto del poliamor, de romper con los clichés burgueses, para acabar agrediendo a compañeras y usar ese entorno para explotar confianzas y vulnerabilidades. Con el tiempo he descubierto a racistas confesos, gente sin más ideario que el que le impone la tele, partiendo el pan con migrantes, siendo sensibles y tolerantes, y también a anti racistas profesionales quejándose de que los árabes y senegaleses están “invandiéndonos” y copando todas las casas ocupadas de la zona. He visto tanto clasismo en quienes creen que su dios nos creó ricos y pobres, como entre aquellos que supuestamente quieren abolir la propiedad privada. Al final las categorías ideológicas no sirven de nada. He aprendido a ser comprensivo y a ver los sentimientos que se ocultan tras las palabras, y a no exigirle a los demás nada que no me haya exigido a mí mismo antes. 
-Pero todo esto sin perder un punto en la lucha y en la reivindicación social…y más cuando en los últimos años se ha producido tanto retroceso…no hay que alzar el pie  del acelerador…
-La lucha social, aunque sea a niveles pragmáticos, debe contemplarse como la mejor manera de trazar un puente con la gente de a pie, que son los únicos que tienen algún motivo para rebelarse. Si dejamos de luchar en las calles estas se vacían a la misma velocidad que se llenan las urnas. 
-Háblanos un poco de ese potencial que tiene la reivindicación social a pie de calle y que parece que va y viene, me refiero a que no es nada regular, hubo un tiempo en que las plazas se llenaron, el  Parlamento se cercó, había marchas, manifestaciones, encierros.. la presión se sentía y que, luego, no sé esto ha quedado como muy desactivado…
-Lo que hubo fue una eclosión, pero no se construyó casi nada. Después de 40 años de silencio había una necesidad de hablar, de recuperar la calle como espacio común y también de protestar, de denunciar. La ocasión para ir más allá y construir estructuras desde las que atacar no se aprovechó. La potencia desarrollada en la calle, esa inercia que hacía que en un piquete anti desahucios o laboral pudieran haber 500 personas o en una manifestación 15.000 (me refiero a Gran Canaria) no supo canalizarse hacía otras vías más conflictivas y a la vez constructivas. Fue una explosión de la que no se supo sacar su onda expansiva. Los movimientos reformistas lo asfixiaron todo con burocracia y protocolos inútiles. Las plataformas ciudadanistas más atractivas se llevaron la rabia y la ahogaron en sus interminables asambleas o en sus brillantes titulares televisivos. Los partidos se dedicaron a cazar talentos. El falso pacifismo a señalar a los díscolos mientras aplaudía a la policía armada. Cuando la gente se dio cuenta de que levantando las manos no se conseguía nada, que había que crear y defenderse, ya los ánimos colectivos se habían apagado. Los anarquistas debemos asumir nuestra responsabilidad al respecto. 
Aunque hay que reconocer que, más allá de los errores cometidos, en líneas generales esta dinámica es algo tristemente muy común: flujos y reflujos, pleamares y bajamares, entusiasmo y depresión. Si no se introducen elementos nuevos que galvanicen e irradien hacia el exterior, la sangre se para y la energía se pierde.
Sin embargo, de esa lucha aún queda un poso. No todos se involucraron para hallar un trampolín que les permitiera meterse en la política profesional. Mucha gente ha visto que las plazas pueden ser suyas, que las asambleas pueden ser resolutivas y un grupo de gente reunida puede poner muy nervioso al Estado. De esa lucha quedamos nosotros, y a nosotros nos corresponde no dejar de intentarlo. 
-Te parece que es porque muchas de aquellas gentes han pasado a engrosar las filas de movimientos que empezaron a dar un paso hacia el institucionalismo desde Ayuntamientos a portavoces de movimientos ciudadanos constituidos como siempre y a partidos políticos con representación en instituciones desde Comarcas, al Parlamento o al Senado pasando por Diputaciones o Parlamentos Autonómicos…
-Desde luego, ese ha sido gran parte del problema. Tenemos gente que tomaba a nuestro lado el turno de palabra en la plaza que ha acabado con alguna concejalía o secretaría general. Tenemos gente que ocupaba y paraba desahucios que ahora los consiente desde el ayuntamiento. Gente que era denunciada por la policía y que ahora ordena a la policía local que denuncie a sus antiguos compañeros. Todo esto crea desconcierto, y para muchos no es fácil cargar contra sus conocidos aunque cada vez tengan más cara de represor. Parte del movimiento ha absorbido esto promoviendo la paciencia hacia los poderes públicos, pidiéndonos que les dejemos trabajar, minimizando los efectos del voto o incluso invitándonos directamente a votar. 
No es más que otro tour de forcedel Sistema, que no debería de cogernos tan desarmados. Esto no ha sido más que una forma (hábil, en su primera etapa) de desmovilizar, de vaciar las calles, de reconducir la rabia y convertirla en pasividad, de amordazar a los críticos. La vía institucional y parlamentaria teñida de roja se ha encargado de matar la protesta; al menos lo está intentado. Aunque la canalización le ha salido bien, sus resultados están evidenciado su torpeza. No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo, ni se puede gobernar inocentemente, y la realidad cruda, esa que nos muestra que el colega de barra se transforma en tirano con sólo sentarse en un ayuntamiento, nos salpica toda su bilis a la cara.
Han vaciado la calle, pero al precio de retratarse. Hoy podemos decirle a los posibilitas que se ahorren sus estupideces y que la próxima vez que quieran suicidar su rebeldía se busquen su propia cuerda. Hoy aún queda una oportunidad para la acción anti parlamentaria y anti delegacionista
-Pero la reivindicación a pie de calle debe tener sus límites y líneas rojas… los límites de la lucha social, ¿dónde se encuentran?
-En nuestra propia condición falible. Hemos de asumir que ningún proyecto que iniciemos, ninguno, volverá perfecta a la gente. Somos perfectibles, mejorables, pero nada más. Creer que existe algún modelo social que puede hacer que el león y el cordero duerman juntos, que llueva maná del cielo, que todos los días haga buen tiempo y brille el sol, es religión pero no política. Aún en las mejores condiciones objetivas hay espacio para el abuso y la agresión. No es un determinismo, algo inevitable a lo que estamos condenados; es una posibilidad con la que debemos empezar a contar en nuestros cálculos y estrategias. Dar comida y techo a la gente, proporcionarles herramientas para una educación libre, son cosas imprescindibles que sin embargo no tienen por qué volverles necesariamente mejores personas. El cambio se produce en pocos, en los que ya tenían un interés previo; a otros tristemente les mueve la inercia; pero también hay quien teniéndolo todo de su parte, opta por oprimir a sus semejantes. Barrettdecía que la maldad era cosa de enfermos, y se equivocaba. No es cuestión de buenos o malos sino, como decía Wilde, de aquello en lo que nuestros actos nos convierten. El modelo social imperante nos constriñe a hacer muchas cosas que no queremos, por eso hay que combatirlo; pero quitar ese condicionante no garantiza la armonía. Es un duro trabajo de fondo, el proyecto inconcluso de toda una vida. El límite está en darse cuenta de nuestros propios mitos, de los errores de nuestros teóricos, de la inutilidad de nuestros manuales. La teoría tiene que ser arrastrada por el barro, y sólo así, manchada de realidad, podrá sernos útil. 
Otro límite es no caer en el trabajo de ONG. Cubrir carencias es necesario, pero para demostrar que hay otra forma de hacer las cosas y que podemos funcionar sin Estado. Cuando se hace de forma acrítica, rehuyendo el conflicto, solucionamos los problemas y déficits del Sistema y lo reforzamos en vez de debilitarlo. En la FAGC nos dimos cuenta de esta incongruencia cuando asistentes sociales y ayuntamientos empezaron a enviarnos gente para que la realojáramos. La lucha social no puede permanecer insensible a las necesidades de la gente, pero tampoco puede ser el tapón de las fugas del Sistema ni la oportunidad de reenganche de los excluidos al modelo capitalista. 
-Las estrategias de lucha social, esto de “a pie de calle”, que a mí me gusta tanto como suena…debe ser sólida y estar bien diseñada sin estar reñido, para nada, con el individualismo y nuestro propio código… ¿cómo podemos llevarlo pues a término ejerciendo la mayor de las presiones y que esa sea, respetuoso “con lo individual” para sacar de sus casillas al poder que ahoga a los ciudadanos y ciudadanas?
-Es primordial incidir en el la voluntad y en el propio discernimiento, pero esto no es óbice para trazar un plan colectivo y llevarlo a la práctica. Todo lo contrario: los criterios libres de todos los individuos participantes no son más que filtros que perfeccionan la práctica común. Creo que es necesario quitar el foco de la militancia puramente teórica y propagandística y ponerlo en las necesidades básicas. Creo que viendo lo fácilmente criminalizableque es cualquier ofensiva al Sistema, la mejor forma de hacerle daño es comiéndole terreno desde abajo para que se rompa por arriba, arrebatándole recursos y bienes, medios de producción, colectivizando y socializando lo que Estado y Capital se han apropiado. Esto debe de hacerse de forma directa y sin prerrogativas legales. 
Hay barrios con un 30% ó 40% de casas abandonadas, la mayoría en manos de entidades financieras o estatales. Donde las ocupaciones se hacen en silencio y tratando de rehuir el conflicto. Lo que propongo no es nada distinto de lo que se hacía en los años 20 y 30 del pasado siglo con las fábricas en Italia o España, o lo que ya se hizo en vivienda desde la Comuna de París hasta Kronstadt. Esas ocupaciones deben organizarse, hacerse de forma sistemática y gestionarse por parte del común de los vecinos a través de asambleas y oficinas o comisiones de expropiación. La gente debe sentir esas casas como suyas, parte de su patrimonio común, decidir qué hacer con ellas, encargar a dicha oficina que haga un censo actualizado y pasar a administrarlas y distribuirlas en función del número de personas sin techo y del tamaño y las condiciones de los inmuebles. Esto ya estaba en La Conquista del Pan de Kropotkin y en los inicios de las revoluciones de consejos o soviets. No digo nada nuevo. 
Esto plantea una situación de guerra abierta contra el Capital y el Estado mayor que cualquier veleidad de lucha armada. Es la gente de a pie tomando bienes de consumo en sus manos y gestionándolos, al margen de las leyes, sin intermediarios. Me parece una estrategia que, de aplicarse bien, arrojará grandes resultados. 
No es la panacea, no es ni será una solución definitiva, pero es una buena vía para ir abriendo brecha.
Ruymán, permíteme, por favor que te pregunte porque “eres actualidad”, siendo  el responsable del mayor movimiento de ocupación del estado español(Comunidad de la Esperanza en la localidad de Guía, municipio al norte de la Isla de la Gran Canaria ), cosa que te ha acarreado represalias y de las serias, Cuéntanos, por favor, primero que nada de ese movimiento…
-Son 4 bloques de viviendas embargados a una constructora por Bankiay después por la SAREB que ocupamos, negociando con la propia constructora, a comienzos del 2013. Según habilitamos las instalaciones, empezamos a meter familias. A mediados de ese año eran 20, a finales del 2015 ya eran 76. Nuestra idea era primero paliar la urgente necesidad de techo que hay en la isla, y después pensamos en ensayar otras formas de convivencia. Este febrero se cumplen tres años desde que entró la primera familia a vivir allí. 
-El proyecto pretende que familias con muchas necesidades básicas las afronten juntos, se unan, conviviendo y tratando de saldar los problemas, recurriendo para ello con la asamblea. Cuéntanos…
-Como te comentaba, nuestro propósito también fue mirar la viabilidad de una microsociedad libertaria, a escala. El asamblearismo para nosotros dejó de ser sólo una forma de decisión de colectivos o de grupos reducidos y se convirtió en el órgano de gestión de una población de 300 personas. El apoyo mutuo, la idea de aportar según las posibilidades y recibir según las necesidades, fueron conceptos que abandonaron el campo de las consignas y se convirtieron en herramientas de supervivencia. La acción directa, actuar sin intermediarios, era la forma de resolver todos los problemas técnicos y también, siempre que fuera posible, los de convivencia. Al final conseguimos vivir en una versión particular de anarquía que para los vecinos fue especialmente funcional y para nosotros un bagaje inagotable de conocimientos empíricos. 
-Amigo ¿y a quién puede molestar que la gente busque solventar sus problemas?, ilumíname porque no logro verlo
-A los poderes económicos y políticos. Demostrarle a la gente que podemos funcionar y gestionarnos sin Estado ni capitalismo es un atentado a su hegemonía ideológica y a su monopolio industrialista. Esto es como el síndrome de Münchhausen por poder. La persona afectada convence a otra de que está enferma y débil y de que depende de ella para su desarrollo, pero en realidad es esa persona que finge cuidarnos la que nos está enfermando. El Sistema padece la misma enfermedad y nosotros sufrimos sus consecuencias. Nosotros, que lo mantenemos con nuestro trabajo, renuncias y humillaciones, estamos firmemente convencidos de que dependemos del Sistema para sobrevivir, de que moriríamos sin él, cuando en realidad sería el Sistema el que moriría si nosotros dijéramos basta y nos organizáramos de otra forma. El ejemplo del hombre encadenado de Malatesta nos habla sobre lo mismo. 
Eso es lo que molesta a esta gente: si nos organizamos de forma autónoma y les quitamos sus recursos, ellos pierden sus privilegios. 
-¿Cómo te empezaron, por ello, a llegar las represalias y problemas?
-Ha sido una constante. Identificaciones arbitrarias, fotografías hacia mi domicilio, intentos de intimidación. Lo más grave fue el secuestro que sufrí a finales de abril del año pasado y las torturas posteriores. A consecuencia de ello la Guardia Civil se vio ante el problema de tener que justificar mi detención y mi estancia en calabozos, así que uno de los agentes, el principal responsable de las torturas, alega que el agredido fue él. Con lo cual, además del secuestro, las amenazas y las lesiones, ahora me encuentro en un proceso judicial por atentado a la autoridad. 
-¿Has padecido lo que podríamos mencionar o calificar de “odio ideológico”?
-Sí. Ellos son policías y yo anarquista, no espero otra cosa de ellos. Soportan a los anarquistas cuando se limitan a escribir, a proyectar películas y debatir, pero cuando tratan de llevar sus ideas a la práctica entonces son una amenaza. Ellos defienden la ley y los privilegios que son incompatibles con nuestras vidas. Su odio es proporcional a nuestra incidencia social y capacidad de trabajo, pero no siempre: también lo es a los cálculos e intereses políticos de quienes los dirigen. 
-¿Qué papel ha jugado la policía y la Guardia Civil en todo esto?
-Han sido el brazo ejecutor de una serie de acosos que principalmente pretendían desestabilizar el proyecto de la Comunidad “La Esperanza” y posteriormente destruir a la FAGC. Cuando me secuestraron su único interés era amenazarme, hostigarme, tratar de meterme miedo para que abandonara el municipio y la lucha. Al ver que no surtía efecto fue cuando recurrieron a la violencia física. Sin embargo, espero que a estas alturas se hayan dado cuenta de que eso tampoco nos afecta: hemos seguido realojando, asesorando desahucios e incluso amenazamos con una huelga de alquileres que impidió el desalojo de más de una decena de familias. Estamos trabajando más que nunca, levantando la Oficina de Expropiación Popular e implicándonos en proyectos habitacionales de envergadura. 
-¿Has observado solidaridad y fraternidad entre el resto de la población o más bien , las más de las veces , has visto y/o sufrido de aquello de:”ándese yo caliente….y mientras tenga el lomo caliente…”?
-Ambas cosas. Cuando la FAGC era menos conocida sufríamos la represión con muy poca cobertura. Incluso los colectivos y sindicatos más cercanos geográficamente miraban hacia otro lado. Actualmente nuestro trabajo ha tenido mayor repercusión y son muchas y muchos los compañeros que ante la represión se han puesto a nuestro lado, hombro con hombro, gritando por nuestra libertad. Hemos recibido mucho apoyo y calor sobre todo del resto del Estado español, pero también en países como Alemania, Grecia o Venezuela. 
La campaña iniciada por los compañeros en la península ibérica antes del juicio del 16 de febrero, con más de un millón de mensajes en las redes sociales, es algo que nunca podremos agradecerles. Hoy por hoy sí nos sentimos arropados, y mucho. 
-¿En qué momento te encuentras ahora, respecto a la justicia, me refiero…?
-A espera de sentencia. Se mantiene la petición por parte de la acusación particular (el abogado de la Asociación Española de la Guardia Civil) de que se me impute un delito de atentado a la autoridad y las consiguientes penas de cárcel. Lo único positivo es que se ha denunciado de oficio al guardia civil que me estranguló por las agresiones. Todo está en el aire. Por mi parte, y a pesar de tener ahí esa espada de Damocles sobre el cogote, voy a seguir luchando, ajeno a sus operetas judiciales.

La FAGC en Dale Al Play

Dalealplay.org

En el programa de hoy hablamos de persecución administrativa y policial a un grupo de personas «empoderadoras» y «empoderadas» que estan solucionando problemas propios como el simple hecho de tener un techo. Esto además agravado por que las instituciones de izquierdas en el ayuntamiento hablan de pactos sociales mientras que en la realidad nos usan como mercancía.

Nota a los medios comerciales

Ante el aluvión de correos, mensajes y llamadas que hemos recibido de los medios comerciales hemos decidido hacerles llegar esta pequeña nota:
Antes que nada les agradecemos su interés por el caso de Ruymán. El único dato nuevo es que el compañero sigue imputado y a espera de sentencia, pero que se ha denunciado de oficio al guardia civil que lo golpeó y estranguló en comisaría. El proceso no está cerrado y se presuponen nuevos juicios.
Sin embargo, la repercusión mediática la necesitábamos sobre todo antes del proceso, para denunciar la situación del compañero. Ahora, gracias al apoyo y la difusión popular, a la cobertura del movimiento libertario y también de los medios contra-informativos, se ha hecho el ruido necesario para que este abuso no se perpetrara en silencio.
Por ello, reiterando nuestro agradecimiento, dando por seguro que volveremos a coincidir en el futuro porque la imputación contra el compañero sigue ahí, debemos comunicarles que mientras no haya nuevas sobre el caso y volvamos a necesitar repercusión, sería más interesante que, por expreso deseo del principal afectado, invirtieran su esfuerzo informativo en dar cobertura a casos como el de las 80 familias que pueden ser desalojadas del edificio Brisas de Sardina (http://www.anarquistasgc.net/2016/02/ante-el-intento-de-desalojo-de-80.html) y a la multitud de injusticias que se dan todos los días en nuestro panorama social.
Salud.

Títeres desde arriba

Títeres desde arriba
He descubierto que la base de nuestra vida moral está completamente podrida, que la base de nuestra sociedad está corrompida por la mentira” (El Dr. Stockman en la obra de Henrik Ibsen Un Enemigo del Pueblo, 1882).
La detención de los dos compañeros titiriteros, y el posterior escándalo suscitado, tienen una dimensión etológica, social, que por ahora se prefiere omitir para centrarse en su aspecto mediático. Sin embargo, muchas cosas se han destapado con ese simple espectáculo de guiñoles, cosas que solo las buenas democracias saben mantener solapadas, latentes, pero ocultas.

La acusación de terrorismo hecha contra los titiriteros, la histeria despertada por su obra, muchas de las reacciones que han provocado estos hechos, son síntomas de una grave enfermedad social, de los demonios y tabúes que las “sociedades modernas” guardan engrilletadas en sus sótanos. “Títeres desde abajo” ha removido un limo que estaba empozado en la mentalidad ciudadana y burguesa con las que todos, hasta los más desposeídos, somos equipados al nacer. Lástima que hayan pagado un precio tan alto por darnos una lección tan valiosa.

La censura a rimadores de Hip hop, la cárcel para quienes queman banderas, el secuestro de publicaciones que se burlan de la realeza, son periódicamente muestras de los colmillos de la bestia; pero ha hecho falta que una compañía libertaria sacara su títeres a la calle para que el monstruo mostrará todo su crispado pelaje. Es hora de que lo aprendamos: dentro del traje bien cortado de todas las democracias se encuentra, encorbatada y con puños almidonados, la fiera babeante del fascismo. No hacen falta uniformes militares y campos de concentración al uso: tienen sus televisiones y periódicos uniformadores del discurso, los usos y las vestimentas; tienen sus cárceles y CIE’s, ¿para qué más? 
Los titiriteros nos han enseñado que en esta sociedad todavía hay cosas que no se pueden decir, que hay palabras, se pronuncien directa o indirectamente, a modo de sátira o no, que te pueden llevar a prisión. Nos han mostrado que en vuestra democrática y avanzada España no hay libertad ni de opinión ni de pensamiento, que nadie es libre por mucho que crea serlo. Han puesto el dedo sobre una llaga abierta y supurante: señalar el tabú provoca castigos colectivos y feroces, hace que la turba pierda la razón y sea capaz de despedazar a dos jóvenes. Os sentís Europeos, portadores de la democracia y del progreso, afortunados del primer mundo; sois en realidad lacayos vitales e ideológicos anclados en el abismo más hondo de la abyección, sujetos que se revuelcan por las cenizas cuando se rompe el fetiche, moradores del terror más profundo: el terror y el vértigo ante lo diferente y lo libre. No sois hijos de la democracia; sois hijos del miedo. 
No sois libres, y para serlo necesitáis mucho más que ese pequeño esfuerzo del que nos hablaba Sade. Os gusta señalar el fanatismo del integrismo islámico ante las viñetas de Mahoma, mientras vuestro abierto y cosmopolita occidente encierra a artistas callejeros. Vuestra sociedad, tan positivista, en realidad ha involucionado. Vuestros teatros representan a Alfred Jarry o Valle-Inclán, toda la buena burguesía se engalana para verlos; pero si hoy vivieran se encontrarían linchados o en prisión por atentar contra la moral. Tristán Tzara, Hugo Bäll o Man Ray son debatidos en cafés y museos, pero serían hoy fruto de escarnio, objetos de alguna denuncia municipal contra el mal gusto, si hicieran alguna exposición callejera o performance para escandalizar a los burgueses. Vuestras industrias cinematográficas homenajean a un Buñuel que si hoy mostrara sus ojos cortados, sus curas defenestrados o ahorcados, sería forzado a sentarse en el banquillo de la Audiencia Nacional. Tenéis miedo a las personas que son libres y creativas y sólo las aceptáis a condición de que estén muertas y asimiladas por la cultura pop. Sabed bien que el arte, para serlo, debe ser libre, anti autoritario y transgresor; el arte políticamente correcto, asimilable, oficial, de academia, es arte muerto; o mejor dicho, no es arte. Da asco comprobar que lo que podía hacerse en la anquilosada sociedad de 1930 es en nuestro siglo XXI motivo suficiente para encontrarse esposado ante el tribunal de la Inquisición. Si hoy alguna de las vanguardias de principios de siglo XX hubieran sobrevivido seguro que firmaban un comunicado a favor de los titiriteros, y lo titularían obviamente “Gora Alka-ETA”.
¿Duele darse cuenta de que no se es libre? Supongo que tanto como comprobar que quienes os reprimen son aquellos en los que delegasteis todas vuestra capacidad de cambio. Hoy reculan, se escandalizan por la detención y por la acusación de terrorismo, pero los primeros que corrieron a salvaguardar las ensencias morales, los valores de occidente y el buen gusto, fue el Ayuntamiento de Podemos en Madrid. Imagino que choca comprobar que esos concejales, colegas de asamblea en el Patio Maravillas, son los mismos que después rubrican comunicados hablando de “espectáculos deleznables” y asegurando que tomarán “medidas legales contra los titiriteros”. Choca porque nunca vemos al colega de barra, de CSO, de mani, como un aspirante a censor, pero eso ya lo advirtió el viejo Bakunin: sentad al obrero más humilde en una poltrona y tendréis a un tirano corrompido. Es triste comprobar como los progres que defendían La Torna de Els Joglars hoy apoyan a un Ayuntamiento que, acusando a los demás de dejarse instrumentalizar por la derecha, hace lo más de derechas que se recuerda: denunciar a unos artistas por escandalizar con sus obras.
A todos aquellos amigos posibilistas que nos decían que votar era tan inocuo como abstenerse, o que incluso nos recomendaban votar a Podemos, a las llamadas “candidaturas ciudadanas”, “del cambio”, porque era era el mal menor, hoy les podemos espetar que se traguen sus estúpidas palabras, que votar nunca es inocuo, nunca es inocente, porque la complicidad nunca lo es. El llamado cambio sólo ha representado por ahora un cambio de celda. La represión sigue desnuda y sea pasea por las calles de todo el Estado. 
Muchas de las víctimas son anarquistas y son detenidos, se quiera o no, en calidad de ello: los titiriteros por su arte, una compañera por negarse a colaborar con el sistema electoral, otros muchos por tener un libro o acudir a asambleas, uno más por tener el mismo libro y defender el veganismo, otros dos por haber esquivado en Chile lo mismo que ahora quieren endosarles en España y otros, como un servidor, por dar casa a gente sin recursos. 
En definitiva, en vuestra reluciente España se detiene a la gente por escribir, por hablar, por opinar, por crear, por hacer música, por pronunciar palabras prohibidas, por usar el humor contra figuras sagradas, por tener un libro, por acudir a eventos, por ser anarquista, por parar desahucios y realojar a familias necesitadas.
Pensad en ello y seguid sintiéndoos libres después de eso. Mientras os escandalizáis por los titiriteros, permitid silenciosos que nuestra generación, criada con cuentos que hablan sobre infanticidio, violaciones, maltrato animal, decapitaciones y canibalismo, deje el desarrollo de sus hijos en manos de Disney, ellos sabrán cómo vestir a vuestras hijas de rosa y hacerlas sumisas y dóciles princesas, y cómo vestir a nuestros hijos de azul, ponerles un arma en las manos e investirlos de una brutalidad testosterónica. Pero por favor, apartar a vuestros hijos del pensamiento crítico. No vayan a salir tan libres que os hagan cagaros de miedo.
Ruymán Rodríguez

Ante el intento de desalojo de 80 familias

Ante el intento de desalojo de 80 familias en Sardina del Sur
La Federación Anarquista de Gran Canaria quiere dar a conocer este caso a la opinión pública que, a pesar de su gravedad, está siendo sumido en un silencio informativo, sobre todo en los medios de izquierda, que sólo puede deberse a la tergiversación mediática de la vieja política parlamentaria. Vamos a intentar arrojar luz sobre el asunto.
Antecedentes:
Unos 200 vecinos llevan viviendo desde hace más de un lustro en el edificio Brisas de Sardina, en el municipio de Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria). El constructor de la edificación (Construcciones Déniz Sánchez) cambió torpemente el proyecto antes de terminar la obra y por esta cuestión, meramente burocrática y de la que sólo es responsable el constructor, el edificio no cuenta con cédula de habitabilidad. El recinto, al que hemos acudido personalmente, reúne todas las condiciones higiénicas y estructurales para ser habitado, como recoge el mismo informe pericial arquitectónico de la constructora. Desde que entraron los vecinos han estado pagando su alquiler y todos cuentan con contratos y recibos que lo atestiguan.
Esta cuestión, exclusivamente administrativa, el Ayuntamiento de Santa Lucía, que lleva siendo gobernado por lo que ahora conocemos como Nueva Canarias desde hace más de 30 años (actualmente en tripartito con el PSOE y Canarias Decide [una coalición de Izquierda Unida, Los Verdes, Unidad del Pueblo y Alternativa Republicana]), ¿cómo ha querido solucionarla? Intentando echar, por todos los medios posibles, a esas 80 familias, con más de 100 menores, a la calle. Pasamos a explicarlo.

El conflicto:
Después de incoar al constructor a que cumpla los trámites para obtener la cédula correspondiente y así puedan regularizarse los suministros eléctricos y acuíferos, lo lógico y razonable es que si el constructor se niega a hacerlo, o no puede, por hallarse en bancarrota, se busquen todas las soluciones políticas posibles para solucionarlo sin perjudicar a los vecinos. En vez de eso, un ayuntamiento que viene a representar a la gran mayoría de la izquierda institucional local, se decide a ordenarle al constructor, de forma completamente irregular, que él mismo desaloje el edificio. Así se le notificó en una nota emitida por el propio ayuntamiento el 28 de octubre de 2015, y posteriormente de forma directa a los vecinos, el 14 de diciembre; nota que ahora mismo tenemos delante.
Si el edificio no cuenta con un abastecimiento eléctrico reglado y tiene que valerse de un equipo electrógeno que le proporcione luz, lo natural es que esta corporación de «izquierdas», tan «preocupada» por el «bienestar social», hubiera habilitado ella misma un punto de luz cuyo consumo podrían costear los propios vecinos hasta que se arreglara el problema administrativo. En vez de eso es mucho más fácil y «socialmente comprometido» intentar echar a 80 familias a la calle, sin ofrecerles siquiera una alternativa habitacional.
Se habla del riesgo que supone dicho grupo electrógeno; supuestamente en la calle, sin más refugio que la intemperie, se está muchísimo más seguro. 
Lo humano e inteligente hubiera sido hacer lo mismo con el agua, y garantizarles un suministro regular temporal que no obligara a los vecinos a abastecerse con cubas. En vez de eso se le ordenó al promotor, a golpe de decreto, que la cortara él mismo y, ante su negativa, se han enviado técnicos que han intentado hacer lo propio de forma extrajudicial. 
Esto es muy significativo si recordamos que son estos partidos, de Nueva Canarias a Izquierda Unida, los que se llenan la boca hablando contra los desahucios, les ponen ojitos a las plataformas pro-vivienda y firman acuerdos para que supuestamente ninguna familia tenga que volver a sufrir un desalojo. Y hacen todo ello mientras intentan echar a 200 personas a la calle. Sí, es verdaderamente muy significativo si recordamos también que tanto Nueva Canarias como PSOE firmaron el año pasado un acuerdo sobre “pobreza energética” para que “ninguna familia se quedara sin suministro”. Ahora, no obstante, son estas mismas formaciones las que quieren dejar a 80 familias sin agua ni luz para que abandonen sus casas por su propio pie.
Esto, que supone un verdadero escándalo, hubiera sido portada de algunos de nuestros medios contra informativos. En vez de eso se usa al brazo demagógico del tripartito, Canarias Decide (en el municipio de Santa Lucía en gran parte fagocitada por Unidad del Pueblo), para que vomite comunicados, como el publicado en Canarias Semanal (28/1/2016), y que no tiene otra intención que amortiguar el ruido que pudieran provocar las protestas de los vecinos. La izquierda dinosaúrica mueve sus anquilosadas fauces para monopolizar el discurso e intentar crear una hegemonía informativa que silencie sus políticas anti populares.
A todas las irreguladades narradas se suman muchas otras. Podríamos hablar por ejemplo de las enormes dificultades que está presentando el ayuntamiento para que los vecinos del edificio Brisas de Sardina se empadronen. Cada vez que van a empadronarse les ponen infinidad de trabas, alegando que el edificio es «ilegal». Estos funcionarios, torpemente teledirigidos, parecen olvidarse de que según su legislación empadronarse no es un privilegio o un derecho, sino un deber, una obligación que impone la administración para saber dónde reside cada ciudadano. Lo que la mayoría de nosotros nos vemos obligados a hacer aún sin querer, a estos vecinos se les impide. ¿Es este un recurso para negar que en el edificio viven más de 200 personas, para no tener que facilitarles suministros ningunos?
Detrás de tanta suciedad política, que raya la pura y dura prevaricación, se encuentra la alargada sombra de los intereses creados. Es altamente sospechoso que el ayuntamiento, que conocía perfectamente las características de la edificación, haya estado 7 años inhibiéndose del tema y que justamente ahora, cuando el sector inmobiliario vuelve a repuntar, use la supuesta denuncia por ruidos de una vecina descontenta (que ya no vive en el edificio) como justificación de su reciente interés por el inmueble. Sería muy triste ratificar que todo pudiera responder a una burda operación de especulación inmobiliaria, que todo fuera un intento de desalojar a los vecinos por vía administrativa, para ahorrarse un largo proceso judicial, y así poder dejarle el recinto, libre de cargas, a alguna entidad bancaria o financiera para que pueda proceder a su explotación. Por si acaso, y atendiendo a lo que empieza a comentarse por el municipio, lanzamos el aviso.
La respuesta:
Los vecinos de Brisas de Sardina no van a permitir que este abuso ocurra impunemente. Ya han constituido una plataforma de afectados y en breve una asociación de vecinos, han organizado movilizaciones y también demuestran su solidaridad implicándose en otros desahucios cercanos. 
A todo esto se suma que un tribunal les ha dado provisionalmente la razón y que ha detenido el intento de desalojo y de corte de agua ordenado por el ayuntamiento. Sin embargo, es solo una batalla ganada en una guerra que se antoja larga.
Desde nuestra trinchera vamos a luchar para que se rompa el cerco informativo que rodea este caso, para hacer que la información transcienda del municipio, de la isla y llegue al resto del Estado. En breve los vecinos convocarán una rueda de prensa multitudinaria a la que esperamos que acudan todos los medios posibles. Allí, libres de prejuicios, podrán ver cómo se disuelven una a una las mentiras lanzadas desde el gobierno municipal.
Nosotros proponemos también que se elabore un comunicado de apoyo que obligue a todas las organizaciones populares a significarse: o están con la política institucional y sus intereses o están con el pueblo y sus necesidades. Es muy cómodo ir a las convocatorias de los vecinos y salir en la foto, pero el apoyo meramente personal no causa la misma presión que la colectiva. Si apoyan a los vecinos que lo demuestren de verdad, que se mojen ellos y también sus siglas. Esas son las que deben comprometerse, las que deben demostrar si están jugando con una baraja o con dos. La FAGC anuncia que firmará desde ya un comunicado que vaya en esa dirección.
A parte de eso, nos comprometemos a ayudar en todo lo que sea necesario a los vecinos. Esta lucha, por muchas connotaciones políticas y económicas que tenga, es, no lo olvidemos, inminentemente social. Y si no que se lo pregunten al centenar de menores que junto con sus padres corren el verdadero peligro de perder sus casas.

FAGC

Nace la Oficina de Expropiación Popular

Diseño creado y donado por Bellvm (@BellvInfo)
Hasta ahora la FAGC, aun siendo una organización específicamente anarquista, se ha dedicado principalmente a llevar el peso de la lucha social que ha desarrollado, por sí sola. Esto ha hecho que la gente con inquietudes prácticas en temas como vivienda se acerque a la FAGC aunque no tenga simpatías libertarias. Creemos que es hora de que la federación recupere su carácter de organización «política» (digamoslo así) y que la labor social se derive a un organismo más amplio en el que se pueda participar sin necesidad de considerarse anarquista.
Esto lo intentamos hacer con la Asamblea de Inquilinos y Desahuciados, pero su naturaleza real es la de un órgano deliberativo, de toma decisiones. A su vez el Grupo de Respuesta Inmediata contra los desahucios podría parecer el grupo de trabajo que necesitabamos, pero su modus operandi discreto y reservado, dada su intervención en asuntos delicados, no lo convertía en un organismo abierto a la participación popular. 
En base a esta necesidad de crear un instrumento práctico, que lleve a cabo las desiciones asamblearias de forma abierta, plural y colectiva, nace la Oficina de Expropiación Popular. Un grupo de trabajo y de gestión común de recursos comunes. Estas serán sus atribuciones:

1. Asesoría: la FAGC está gestionando entre 2 y 5 casos diarios relacionados sobre todo con necesidades habitacionales. Ahora esta labor se trasladará a la OEP. Se encargará de dar asesoría legal, recomendaciones sobre ocupación y realojo, sobre cómo evitar desahucios, sobre suministros y sobre todo lo que tenga que ver con vivienda y con terrenos agrícolas. Con el tiempo esperamos que la labor expropiadora se amplie y abordemos otros bienes y medios de producción. 
2. Estadillo de vivienda: Se encargará de elaborar un estadillo de vivienda que englobe todos los inmuebles abandonados embargados por los bancos y entidades financieras (y algún otro en situación especial). Se hará por municipios y barrios, contando con la colaboración vecinal a través de las asambleas y de la información directa.
3. Gestión de realojo: La labor de realojo que hasta ahora lleva la FAGC en solitario también se transferirá a la OEP. Siguiendo la política de realojos ya diseñada por la FAGC, su trabajo será atender las solicitudes de vivienda y, en caso de aceptarse, asignar vivienda a los demandantes en función del número de miembros y del tamaño del inmueble. El demandate debe de seguir comprometiéndose a abrir su propia casa (salvo casos excepcionales).
4. Formación: Intentaremos hacer circular a través de este organismo el manual interno de ocupación y realojo elaborado y utilizado por la FAGC. La idea es que esta actividad se extienda de forma autónoma más allá de nuestro ambito, más allá de Canarias.
Para todo esto ponemos a disposición pública este correo: o.e.p.@openmailbox.org
Crearemos también una web en WordPress que ahora mismo está en elaboración y que ya daremos a conocer cuando esté terminada.
Todo el que quiera unirse a la OEP, toda la que quiera participar, que contacte con el correo que hemos dado o que acuda a las asambleas públicas que pensamos convocar en breve. 
Si quieres organizarte, luchar contra los privilegios, derrotar a la pobreza, tienes una nueva arma: la Oficina de Expropiación Popular.

Nuevo juicio contra Ruymán Rodríguez

Edición de Última Hora: El compañero Ruymán, aunque no ha sido absuelto y sigue con cargos, NO entrará en prisión provisional. En cambio, se ha imputado de oficio al guardia civil que lo torturó. Tomamos la noticia con cautela, pues aún estamos pendientes de sentencia y de nuevos juicios. Sin embargo, queremos agradecer desde aquí a todas esas compañeras y compañeros que con su increíble trabajo de difusión y presión han conseguido darle repercusión mediática a la situación del compañero hasta lograr que hoy no se encuentre entre rejas. Ninguno está afiliado a la FAGC, ni siquiera son de Canarias la mayoría, y sin embargo hoy los sentimos como la parte más importante de la FAGC: han sido nuestra voz, nuestros pulmones y, cuando todo pintaba peor, también nuestra esperanza. Seguimos luchando.


El año pasado (30 de abril de 2015) el compañero Ruymán fue detenido sin justificación alguna como parte de la campaña policial para desestabilizar el proyecto de la Comunidad “La Esperanza” (el propio compañero lo contó aquí: Torturas a un militante de la FAGC). Después de un período de deliberación, el juez acabó considerando que lo denunciado por la Guardia Civil como delito de “atentado a la autoridad” debía ser juzgado como una simple falta de “desobediencia”.

La Guardia Civil, cuyo principal interés en este caso es meter en prisión al compañero y sacarlo de circulación, recurrió la decisión judicial y llevó el caso al Provincial. El Provincial ha aceptado el recurso y ahora al compañero vuelve a imputársele un delito de “atentado a la autoridad”, y a pedírsele penas de prisión más la multa e indemnización correspondientes. El próximo juicio es este 16 de febrero (2016). Otro dato a destacar es que, curiosamente, el juez que rebajó la imputación de delito a falta ha sido sustituido y ahora lo juzgará otro magistrado.

Uno de los agentes que lo denuncia, el principal responsable de las torturas, no aporta como prueba de dicho “atentado” más que un parte de lesiones que se reduce, literalmente, a “una rozadura en el muslo”. El mismo declaró abiertamente, en los pasillos de juzgados, que si volvía a desestimarse el caso como delito contaba con todo el apoyo del cuerpo para volver a recurrir y llevarlo hasta el Supremo. Repetimos que todo es parte de una maniobra para neutralizar al compañero y sacarlo de la lucha social.
Parte de este despropósito es que al compañero le reclama la seguridad social los gastos médicos provocados por la asistencia que requirió después de las torturas recibidas (aquí se ven algunas de las lesiones: Evidencias fotográficas de las torturas).
A todo esto también se suma una oleada de denuncias administrativas demenciales, como la que reproducimos a continuación, en las que por ejemplo se le reclama que abone una multa de tráfico, a pesar de no tener vehículo ni carnet de conducir ni haber conducido nunca. Algunas de estas multas, que le llegan ahora, datan incluso desde el 2011 y provocan embargos, como esta misma, de hasta 220 euros:
Como vemos, a la represión puramente policial se suma la administrativa, que secuestra cuentas bancarias y nóminas y condena a la muerte civil a sus víctimas. Es una guerra de desgaste y agotamiento que obliga al afectado a defenderse en varios frentes y a iniciar una vía de reclamaciones que sólo suponen más gastos y un entorpecimiento de su actividad militante.
Como sabemos que esta lucha es larga repetimos nuestro llamado a la solidaridad hecho hace algunos meses (La FAGC y la Represión), para que si después de este juicio las cosas empeoran aún más, se le dé cobertura mediática al compañero y se le preste todo el apoyo que nos sea posible. Para al menos intentar que no les resulte tan fácil salirse con la suya.
Sé que no se puede competir contrar el formidable arsenal del que dispone la sociedad. Sé que seré vencido, que soy el más débil; pero espero haceros pagar cara vuestra victoria” (Octave Garnier, carta abierta al prefecto de policía, 19 de marzo de 1912). 
FAGC

Compartir experiencias de lucha

 
Este 27 de febrero algunxs compañerxs de la FAGC compartirán sus vivencias en la lucha por la vivienda, y también sus proyectos de futuro, con compañerxs de Barcelona.

Editamos: por razones técnicas (nuestro vuelo se retrasa) no podremos estar con las compas de Banc Expropiat. Pero seguiremos estando con las compas de Sants.

A las 12:00 (p.m.) con Banc Expropiat (twitter)

El cartel del Febrero Libertario de Sants:

De la necesidad de que el anarquismo toque el suelo

De la necesidad de que el anarquismo toque el suelo
Decía Malatesta (Congreso de Amsterdam, 1907), que la revolución anarquista “sobrepasa con mucho los intereses de sólo una clase” y que pretende la liberación de la humanidad entera. Coincido, pero no podemos negar que habrá unos que serán los interesados en conseguir esa liberación integral y otros los que se opondrán. Dable es también pensar que los más partidarios deberían ser, además de los concienciados, los que más tienen que ganar si las cosas cambian, y que los que más se oponen son los privilegiados, junto a todas esas innumerables víctimas del Síndrome de Estocolmo que desgraciadamente han fabricado con sus escuelas y televisores.
Si pretendemos subvertir las cosas no se hace difícil suponer dónde está nuestro lugar de trabajo. Sin embargo, y es triste decirlo, la mayoría de actividad que generamos ni siquiera gira en torno a ese objetivo.

El anarquismo siempre ha tenido una sensibilidad múltiple, interesada por todas las formas de belleza y sufrimiento. De ahí surge su riqueza. Esto se plasmaba en la filosofía, en libros de vivisección social (como los de Godwin, Proudhon o Stirner, con mayor o menos aspiración práctica), en todas las ramas del arte y en círculos de afines. Bakunin fue de los primeros en darse cuenta de que la única forma de que transcendiera dicha corriente de pensamiento era convertirla en una corriente de acción, relacionada con las aspiraciones de los más pobres. Lo que los nihilistas rusos llamaban “volver al pueblo”. El sindicalismo que surgió después participó de la misma aspiración: sacar el anarquismo de los salones, los cafés, las máquinas de escribir, las tertulias nocturnas, los clubes de disidentes, y meterlo en el tajo, en la fábrica, en el campo.
¿Sigue el anarquismo presente en esos lugares? Después de muchas derrotas, muchas más que éxitos, el anarquismo sólo ha vuelto a la calle de forma espontánea, desnuda, ateórica, y cogiendo a la mayoría de anarquistas por sorpresa. Nos interesan las relaciones de poder, cuestionarlas, entre géneros, entre especies, entre comunidades humanas, pero ¿quién es el receptor de esos cuestionamientos?
Desarrollamos grandes teorías, tenemos prolíficos teóricos, contamos con agudos analistas, pero escribimos, pensamos y hablamos para nosotros (yo mismo lo hago ahora). ¿Cuál es nuestro interlocutor si no? Casi toda nuestra dialéctica se genera para circular entre convencidos, y gran parte de los temas que nos interesan son expuestos para gravitar en torno a gente de intereses afines, gente del “palo”, del “rollo”. Así haremos gran literatura, pero no obtendremos ni un cambio.
Los temas que nos conmueven y sobre los que indagamos demuestran nuestra sensibilidad y son importantes. Es un proceso propio de la construcción personal. Después puede ser importante contrastarlo con personas con las que compartamos simpatías, obtener un reflejo de cordura. Pero pasada esta etapa inicial es necesario saber si queremos resolver esas inquietudes, hallar respuesta real en el mundo a esas preocupaciones, o si nos basta con haber llegado a ese “grado supremo” de consciencia. Si es así y no necesitamos incidir en nuestro entorno, lo acepto. Esa es la vida del asceta extremo al que le basta con sentirse sabio ante sí mismo. Pero si esa persona escribe, edita, hace actos públicos, para tratar de cuestionar la actitud general, habrá que evaluar (después de haberlo experimentado uno mismo) si su estrategia llega a alguien o si se reduce a él y a sus allegados; más aún: si alguna vez tuvo intención de llegar a alguien fuera de su círculo próximo; y aún más: si su mensaje tiene posibilidad real de alterar la vida de la gente de a pie.
Cuando hablamos el interlocutor ideal al que nos dirigimos cobra importancia, y cuando defendemos una causa también la cobra la forma en que la defendemos y las personas a quienes desearíamos tener al lado, aquellas a quienes tratamos de llegar con nuestras palabras. Si esta elección es importante lo es más darse cuenta, en el terreno social, de un punto clave: si son los oprimidos las personas a quienes escogemos, estos hace ya tiempo que no necesitan discursos, que ni los leen ni los quieren, porque lo que les urgen son actos.
Nuestras preferencias nos definen. Todos los frentes de lucha son importantes, válidos, honrosos, pero dependiendo cómo se aborden y a quién se dirijan, unos dejarán el mundo intacto y otros al menos le harán mella.
Cuando somos incapaces de establecer prioridades, de superar la actividad netamente formativa y especulativa; cuando nuestras soluciones colectivas no pasan por trabajar desde lo que está más abajo, desde el fondo; cuando tenemos alergia al trabajo de campo en los barrios, o cuando nos llenamos la boca con sus clichés para reducir a sus habitantes a caricaturas; cuando elaboramos nuestro discurso dando por sentado en nuestros receptores un estatus mínimo o unas necesidades mínimas satisfechas (“todo el mundo tiene coche, todo el mundo tiene Internet, todo el mundo ve la tele, todo el mundo consume, nadie se muere de hambre, etc.”), cuando creemos en definitiva que existe un estándar económico, social y cultural; cuando elegimos para interactuar los problemas de forma y no de fondo, los problemas que afectan a la estabilidad y no a la supervivencia; estamos estableciendo (con independencia de si nosotros somos más pobres o más ricos) un anarquismo de clase media para gente de clase media. Ese anarquismo debe morir.
No hablo de “clase media” como clase real, no me interesa ese debate; sino como concepto psicológico. Es la mentalidad, irreal, de pertenecer al estrato estable de los ciudadanos modelo, ni muy pobres ni muy ricos, la buena burguesía. Esa mentalidad nos viene inculcada desde niños, comamos pan duro o pasteles. La he vivido de cerca: el obrero desempleado cree que sólo pasa por una mala racha y que en breve volverá a donde le corresponde, porque “él no es un pobre”; si necesita realojo, no quiere convivir cerca de indigentes; a su vez el indigente nativo no quiere vivir cerca de indigentes foráneos; y así sucesivamente. El anarquista no tiene ningún prejuicio superior o distinto a los que le rodean en su entorno.
De esta forma nos vemos apoyando lógicamente a los afectados por la hipoteca, pero incapaces de articular nada sobre inquilinos o indigentes; involucrados en defender la sanidad pública y a sus profesionales, pero muy distantes de los migrantes sin cobertura; implicados de forma muy positiva y loable en criticar los atentados al planeta y la necesidad de desmantelar la tecnificación, pero incapaces de meter en la ecuación a los que no causan más impacto en el medio que el de sus huellas descalzas sobre el asfalto.
Ya he dicho alguna vez que creo que la simple lucha por las necesidades materiales está lejos de ser la panacea de nada, y también está fuera de mi intención, aunque no se crea, criticar las múltiples variedades de reivindicación y lucha; sólo creo que la única forma de llegar a la gente es implicarse en sus carencias básicas, y que de toda la gente son evidentemente los más pobres y más numerosos los que con más urgencia requieren nuestra colaboración, y que esto es aplicable a todos los frentes de lucha, porque todos deberían adaptarse a su participación. Pienso sinceramente que esta es la única manera de que el anarquismo vuelva a la calle, vuelva a ser algo popular, y no un objeto para uso y disfrute exclusivo de una minoría.
Ciertamente llegar a la gente de a pie no es fácil, ni es garantía de ninguna transformación inflexiva. La gente a veces no cambia ni a golpes de realidad. Ser “los más pobres” es sólo un superlativo de escasez material, no de excelencia personal. Bien pueden servir nuestras herramientas de hoy para armar a las nuevas jerarquías de mañana. Por eso repito que no basta con acercarse al pueblo, que hay que implementar el trabajo creativo con el conflicto. Pero para eso antes hay que entablar contacto, romper la barrera entre el mundo militante y el popular, lograr que converjan, y esto sólo se consigue metiendo la cabeza en la realidad social de las personas reales. Partiendo de esto, no se trata de transmitir nuestras preferencias a la población, de “salvarles” obligándoles a compartir nuestras neuras o monomanías. No sirven los mesianismos, las evangelizaciones, la inoculación doctrinaria de idearios exógenos. Se trata de ver cuáles de nuestras ideas pueden incidir en sus vidas para mejorarlas, a fin de construir juntos un enclave donde también nosotros podamos desarrollarnos libremente. Se trata gráficamente de elegir entre afilar nuestras ideas para que se claven en la realidad o permitir que la realidad quiebre estas ideas embotadas por el desuso.
No escribo ni milito para hacer amigos, prefiero hacerlo para conseguir compañeros, pero si pierdo a algunos de los dos no hay drama; habrá merecido la pena.
Necesitamos un sindicalismo que no tenga como prioridad disputar las pagas anuales de los funcionarios, u otras cosas que se les escapan a los que sobreviven con 400 euros mensuales, y que se centre en movilizar a los parados y en aceptar a los trabajadores “en negro”.
Necesitamos un movimiento por la vivienda que no se cierre en el tema de la hipoteca o en apilar casas para no darles utilidad pública, sino que comparta herramientas con los inquilinos y empiece a contar con los sin techo como protagonistas y máximos damnificados.
Necesitamos un activismo social que no hable “de pobreza sobrevenida” o de gente “normal golpeada por la crisis”, sino que no sume a sus estrategias a aquellos cuya pobreza les viene de cuna y que posiblemente también la leguen como herencia.
Necesitamos un feminismo que no sea un objeto de debate intelectual o de simple denuncia teórica, sino que trabaje con los personas forzadas a prostituirse, las chicas de los barrios marginados embarazadas desde la adolescencia, las que se ven en situación de indigencia cuando salen de las casas de acogida y todas aquellas mujeres ignoradas por desposeídas que son las más plurigolpeadas por el heteropatriarcado.
Necesitamos un anti especismo que no se conforme con dar charlas para afines en circuitos cerrados o con formar a través de la web, sino que pueda ofrecer una verdadera alternativa alimenticia a los hambrientos, expropiando tierras abandonadas y ofreciendo herramientas que demuestren que subsistir sin matar es posible y asequible.
Sean cuales sean nuestros intereses, no tendrán repercusión real hasta que se dirijan a cambiar la vida de los que hasta ahora no cuentan para casi nadie. Sí, me complace que mucho de lo que reivindico se esté haciendo a pequeña escala, como las asambleas de parados, los sindicatos de manteros, la colaboración con inquilinos, el trabajo con personas víctimas de la prostitución, okupar tierras y repartir hortalizas, etc., pero si destaco la necesidad de incidir en esa vía es porque considero que aún es testimonial en nuestro movimiento.
Hablo además desde la experiencia personal. Nuestros libros y discursos no llegan a la gente que más podrían necesitarlos, porque es posible y lógico que además ni les interesen. No nos siguen por las redes sociales, ni acuden a nuestras charlas y jornadas. La única forma de implicarse es participar de sus necesidades reales y adaptar lo que queremos compartir con ellos a dichas necesidades. Ofrecerles soluciones tangibles e inmediatas a problemas que no son teóricos, ni éticos ni morales, sino de pura supervivencia.
Algunos grupos de la FAGC al principio de nuestra andadura hicieron campañas de apostasía o contra Monsanto. Nadie dice que no sean temas importantes, pero cuando entramos en contacto directo con gente con problemas de emergencia vital nos planteamos: ¿es útil para estas personas que les demos un folleto sobre transgénicos cuando están comiendo pan mohoso que mojan en una fuente?, ¿es necesario que les digamos que apostaten cuando buscan cartones reciclados porque esta noche viene lluvia? Nos dimos cuenta de que les estábamos hablando a estas personas en un lenguaje totalmente alienígena para ellos, de que la división que se establecía entre nuestras aspiraciones y sus necesidades era insalvable, de que el anarquismo secular estaba a miles de kilómetros de la calle, como lo está el Everest de la costa. Se hizo imperativo cambiar de estrategia.
Cuando la FAGC estaba en su segunda etapa de expropiación de tierras (Proyecto “Tierra y Libertad”) conseguimos que se sumara gente sin ideología definida. Estaban ahí por necesidad material, no por afinidad a nuestras ideas. Conseguimos enrolarlos en las dinámicas de nuestras asambleas y que tomaran parte de las decisiones colectivas. Cuando los conejos y los lagartos empezaron a atacar las cosechas muchos de nosotros, veganos y anti especistas convencidos, nos vimos incapaces de hacerles entender que dichos animales no eran ninguna plaga, que estaban ahí antes que nosotros. Cuando una persona te dice que no tiene nada en la nevera y que esos animales no se van a comer el pan de sus hijos, aquello por lo que lleva meses luchando, te quedas desarticulado y te sientes ridículo al intentar discutir. La única opción era ofrecer una alternativa viable, algo que permitiera sacar la producción adelante sin tener que generar sufrimiento. Fue así como descubrimos a Fukuoka, los métodos no invasivos que aconseja para evitar los ataques de animales (pimienta de cayena), etc. Cuando la gente obtuvo una solución real y eficiente al problema, ya no necesitaron contemplar otras medidas. Podíamos habernos enrocado, llamar privilegiados y esclavistas a gente que carecía de recursos y que obtenían gran parte de su alimento de nuestro proyecto, o podíamos trabajar para ofrecer alternativas prácticas y caminos secundarios transitables.
En la Comunidad “La Esperanza” debemos reconocer que todos nuestros esfuerzos para desmontar de forma teórica el machismo imperante fueron un fracaso. Los talleres y charlas no eran funcionales, la contribución de una compañera psicóloga que quería dar herramientas de refuerzo no tuvo continuidad por falta de asistencia. Si algunos pidieron libros sobre anarquismo, jamás mostraron interés por libros específicamente feministas. Más allá de frases compartidas y manifestaciones que hicimos en asamblea, el feminismo verbal moría en nuestra boca. El vivencial sí tuvo más recorrido. No era sólo dar ejemplo con nuestras actitudes, sino implicar a las mujeres en labores atribuidas culturalmente a los hombres. Esta medida funcionó y las mujeres se convirtieron en interlocutores de referencia a la hora de abordar casi todos los problemas comunitarios, perdiendo su papel subalterno.

En definitiva, hablo de lo vivido. Desmantelar la jerarquía, desmontar las relaciones de supeditación, deconstruir las formas de dominio genérico, étnico, especista, laboral, cultural, económico, parte necesariamente por socializar herramientas de emancipación, evitar que sigan orbitando por los mismos limitados ambientes, adaptarlas a las necesidades diferenciadas de los de abajo y dejar que sean ellos los que las hagan propias y usen a su antojo.
No basta con trasladar nuestro discurso a otro ambiente; hay que disolverlo como teoría muerta y reconstruirlo como medida práctica y útil. Hay que hacer que el anarquismo deje de ser un artículo de lujo para iluminados, un fetiche de consumo académico, un artefacto especulativo para aburridos con remordimientos de consciencia. Hay que llevarlo a la calle y ponerlo sobre los adoquines. Puede que esto duela, que haya quien se sienta incómodo trasladando su mesa de trabajo de su cabeza, su local y su ambiente al parque público de un barrio, pero que eso escueza es sintomático. Si decimos que los hombres deben renunciar a sus privilegios de machos y los humanos a sus privilegios de especie, algunos anarquistas deben renunciar a sus privilegios de clase.
Todo consiste, en definitiva, en que el anarquismo vuelva a tocar el suelo.
Ruymán Rodríguez