Preparémonos para La Batalla de Otoño

            Los momentos históricos se miden por las acciones de las personas a las que les ha tocado vivirlos. Esto es por lo menos lo que pasa cuando se consigue transcender de la historia-propaganda y se llega a la historia real, la historia marginal (en los márgenes). Y hay concretos momentos históricos en los que la historia de los márgenes adquiere tanto peso que aun la historia oficial no puede ocultarla, momentos de confluencia. Pues bien, éste es uno de esos momentos.
            Asistimos a la descomposición de un sistema que ya nació siendo decadente. El Sistema, la civilización del peculio, ha muerto; pero aún no está enterrado. Murió en 1929 en Nueva York, en el 2000 en Argentina, y seguimos construyendo nuestras vidas alrededor de dicho cadáver. La muerte no es suficiente; los microorganismos siguen colonizando un cuerpo años y años después de su muerte (aquí existe la salvedad de que es el cadáver el que nos coloniza a nosotros). Es necesario incinerarlo y aventar sus cenizas.

            Puede que alguien pregunte: “¿por qué íbamos a tener que hacer eso?”. Muy sencillo: porque el sistema capitalista nos está matando. Posiblemente el capitalismo se haya cobrado actualmente más víctimas silenciosas que ningún otro sistema (ninguno ha durado tanto, ninguno ha conseguido con tanta solvencia hacer al muerto de hambre responsable de su defunción y al esclavo apologista de su esclavitud). Y la mejor forma de reducir este sistema a cenizas es socavando sus bases desde la raíz.
            El sistema ha decretado que los parados de larga duración han de ser pastos del hambre o de la caridad. Pues bien, ya se ha iniciado una vía de recuperación social que en estos momentos debería ser una prioridad para toda suerte de activismo porque pasará a ser, si no lo es ya, la prioridad de todo desempleado y de todo excluido: los burgueses le llaman pillaje, nosotros, expropiar donde sobra para repartir donde falta. Hablamos de la redistribución directa de la riqueza, de la toma del pan y la sal, de la expropiación de tierras incultivadas y supermercados.
            Las organizaciones libertarias, y especialmente los sindicatos, deben replantearse lo que pasa cuando una organización legalista, también un sindicato, les empieza a adelantar, en aras de la necesidad de sus afiliados, por la izquierda. El SAT se ve obligado a usar, ante las circunstancias, una táctica anarquista: el no respeto a la legalidad o ilegalismo. Nos es lógico que los padres del invento no les imiten. Congratula ver a muchos sindicatos posicionándose a favor del SAT de forma activa y marchando con ellos. Otros aún creen que la vía de la resolución de conflictos laborales (en una coyuntura en la que el trabajo empieza a ser considerada una “mercancía de lujo”; paradójicamente, inaccesible para el que la vende, no para el que la compra), la competencia directa con CCOO y UGT, y el discurso netamente obrerista –en detrimento del social– son el único camino, y, “como organización de masas”, aspiran a que los actos ilegales los realicen otros porque no está bien que los sindicatos se metan en esas cosas. Pues bien, un sindicato que cree en la constitución de leyes, que cuenta en sus filas con legalistas consumados, diputados y ex diputados, les ha demostrado que no. Las circunstancias obligan, y obligarán a todos, a abrazar la ilegalidad. Alcanzar ese sindicalismo integral del que hablaba Luis Andrés Edo empieza a ser cuestión de supervivencia.   
            El sistema también ha decretado (a través de uno de sus gobiernos títere, poco importa que sea PP o PSOE) que los ancianos sin recursos deben dejar de acceder a medicamentos tan esenciales como los que palian ciertos efectos del alzhéimer. Aquellos a los que supuestamente les importa la incierta vida de un embrión, no les importa cribar ancianos a golpe de guadaña. En la actual coyuntura: Hobbes es ministro de interior y Malthus de economía. Pues bien, yo propongo: si se expropia suelo y supermercados, ¿por qué no expropiar farmacias? Toma lo que necesites allá donde lo encuentres.
            También se decreta que a los diez días de impago del alquiler, se ejecuta el “desahucio exprés”. En definitiva: “todo el poder para el propietariado”. Viendo que toda la estructura del sistema está establecida para proteger la propiedad privada, para garantizar su supremacía como “derecho”, por encima del derecho a la vida; viendo que todas las medidas gubernamentales son una pura provocación, un ataque constante e ininterrumpido contra la paciencia de los que menos tienen: ¿qué nos impide organizarnos a este respecto (y no me refiero sólo a organizarnos con la loable intención de parar desahucios)? Los anarquistas hemos defendidos históricamente toda clase de huelgas: evidentemente las laborales, también las políticas (la abstención electoral es eso en definitiva), ¿por qué no recuperamos las huelgas de alquileres que ya se pusieron en práctica a principio del s. XX?   Refiriéndonos a un caso cercano (para Canarias) en Tenerife en 1933 se puso en marcha una combativa huelga de inquilinos. Cuando se desahuciaba a un vecino, no sólo se intentaba previamente parar dicho desahucio. Sabiendo que en un enclave de miseria perpetua era cuestión de tiempo que tú mismo no pudieras pagar el próximo alquiler (cosa que también pasa ahora), los vecinos se organizaban y declaraban la Huelga de Alquileres de toda una finca o de todo un barrio. Se negaban a pagar y cuando iban a ejecutarse los desahucios o embargos se constituían grupos de respuesta que rompían los sellos gubernamentales, abrían las puertas y volvían a colocar los enseres de las familias desalojadas. Si había camiones dispuestos a llevarse dicho mobiliario, los conductores de los mismos eran tratados como esquiroles, y se cortaban las carreteras o se saboteaban directamente los automóviles. Es una alternativa que debería empezar a barajarse, junto con implementar la ocupación masiva y concertada de viviendas y edificios abandonados.
            Por otra parte, ahora la vida de los inmigrantes pasa a ser, más que nunca, un dígito que se puede borrar si con ello se consigue que figuradamente cuadren las cuentas. Los inmigrantes que ya han pagado su derecho a la sanidad (tener que pagar por un derecho, triste realidad) con su trabajo (de forma directa a través de sus retenciones del IRPF) o con su consumo (de forma indirecta a través de impuestos como el IVA), pierden ahora dicho derecho a la asistencia médica regular porque en época de crisis son, y la historia no me dejará mentir, un chivo expiatorio perfecto. Además de fomentar el racismo y la xenofobia; de obviar con esta caza de brujas que también los mayores de 18 y menores de 26 años (por muy orgullosos que estén de ser “españoles”) que no hayan trabajado nunca (digamos, tal y como están las cosas, que el 90% de la juventud) también pierden el derecho a la sanidad (la cobertura de sus padres); de conseguir que algún ingenuo se crea que le recortan los medicamentos a los ancianos, no por la mala gestión, el despilfarro gubernamental y mantener el poder adquisitivo de los más ricos (incluyendo farmacéuticas), sino porque los extranjeros insisten en seguir viviendo; se consigue, con todo esto, continuar criminalizando a los más oprimidos y con ello lograr que estén dispuestos a que se les oprima todavía más por mucho menos que antes.
            En este enclave de ofensiva directa contra los inmigrantes es necesario que se organicen, y no como una asociación legalista que intenta por todos los medios ser un interlocutor válido con el poder. Los hambrientos sólo triunfan si se constituyen en milicia, no en lobby. Puede que esta organización se dé de forma espontánea, como en los arrabales de París y Londres, pero lo ideal es poner unos primeros mimbres que eviten la parcialización de las luchas y su posterior aislamiento (algo como lo que se intenta en Lavapiés).
            Y esto no es sólo válido para los inmigrantes; es imprescindible para todos. Muchas veces hemos contemplado en retrospectiva determinados momentos históricos terribles (por ejemplo el auge del Nazismo en Alemania) y nos hemos preguntado “por qué nadie hizo nada”. No es cierto que no se hiciera nada, siempre hubo actos de rebeldía individual y acciones esporádicas; sin embargo, fueron, a todas luces, insuficientes. Ahora nos encontramos en la misma tesitura histórica. Nos encontramos ante el auge de un nuevo Fascismo (sobre todo en el sur de Europa o en el Norte de África), ante una ofensiva sin precedentes contra los más pobres. Se les mata de hambre, se les expulsa de sus casas, se les persigue, se les acorrala y reprime, y aunque se hacen muchas y buenas cosas en contra de este Sistema, por ahora son insuficientes. No podemos permitir que dentro de unos años, cuando alguien mire nuestro tiempo en retrospectiva, diga: “¿por qué nadie hizo nada?”.
            Para hacerlo hace falta estar preparados y coordinados. Stirner, el individualista por excelencia, nos advertía de que no hay nada que el Sistema tema más que el establecimiento de relaciones sinceras entre individuos oprimidos, así nos lo explicaba poniendo como ejemplo una prisión:
            “La prisión consiente en que hagamos un trabajo en común, nos mira complacida manejar juntos una máquina o tomar parte en cualquier tarea. Pero si Yo olvido que soy un prisionero y anudo relaciones contigo, igualmente olvidado de tu suerte, ved que eso pone la prisión en peligro: no solamente no puede crear ella semejantes relaciones, sino que no puede siquiera tolerarlas. […]   La menor tentativa de ese género es punible, como lo es toda rebelión contra una de las sacrosantidades a que el hombre debe entregarse atado de pies y manos. […] Toda asociación entre individuos nacida a la sombra de la prisión, lleva en sí el germen peligroso de un complot, y esta semilla de rebelión puede, si las circunstancias son favorables, germinar y dar sus frutos” (El Único y su Propiedad, 1844).
 
            Actualmente también vivimos en una enorme prisión, y es necesario afianzar lazos, establecer relaciones de cooperación si queremos romper sus muros. En un primer estadio se hace imprescindible coordinarnos entre quienes tenemos el mayor número de cosas en común. Es necesario conocernos, cohesionarnos y que los anarquistas empecemos a desempeñar acciones coordinadas. Después, quien quiera “pegar tiros en la barricada”, quien venga para eso y no para adoctrinarnos, inmovilizarnos o amaestrarnos, bienvenido sea, siempre y cuando estén dispuestos a elegir entre la piedra y el carné a la primera. Nuestro campo de acción revolucionario no es otro que el pueblo, y en este elemento informe e indescifrable habrá de todo, y con ese “todo” (con sus prejuicios, taras y defectos) es con lo que se hará la Revolución; esperar a que seamos individuos perfectos para levantar la primera barricada supone concederle al enemigo toda la ventaja. Nuestra misión no es otra que tratar de radicalizar el mensaje e intentar abrir un horizonte más amplio y profundo a las aspiraciones populares. Tratar de que los anarquistas sean mayoría es un absurdo; no moverse cuando esto se comprende, es rendirse. Encontrémonos primero, evaluemos nuestras fuerzas y nuestra capacidad de incidir socialmente. Aspirar a conseguir un enclave en el que todos pensemos lo mismo, hablando en clave libertaria, sería tan horrible como aspirar a la uniformidad. La validez del planteamiento Ácrata es que es un planteamiento que pueden adoptar aún los que no se consideran ni nunca se han considerado anarquistas. El SAT, las plataformas de oposición a los desahucios, la permanencia de asambleas horizontales y carentes de líderes, o incluso la existencia de mineros “incontrolados” lo están demostrando.
            Ahora que nos matan a miles, que golpean a los sectores de la sociedad más indefensos o explotados (ancianos, inmigrantes, niños [según las propias organizaciones oficiales, los niños son una gran parte de los que viven por debajo del umbral de la pobreza. Pero vivan los embriones…]), que se considera a la mujeres meras fabricantes de repuestos humanos (simples “gallinas ponedoras” que deben enajenarse de sus cuerpos y de lo que acontece en sus entrañas), que nos arrebatan la salud, que con su subida de tasas criban aún más la enseñanza superior (¿por qué no? ya en sus granjas humanas, llamadas escuelas, se aprende todo lo necesario, ¿para qué aspirar a más?), ahora que nos dejan sin techo, mientras ellos son cada vez más ricos, es hora de empezar a perder el respeto a la ley con la misma celeridad con la que hemos perdido todo medio de subsistir, es hora de empezar a organizar la contraofensiva, es hora de empezar a prepararnos para La Batalla de Otoño.  
 
 
Fdo.: El Hombre Guillotina

Por qué he robado

                                            Por qué he robado

                                                                        Por

                                         Alexandre Marius Jacob

           (Declaración de Jacob ante el Tribunal de Amiens, 1905)

                

(Ahora que se cuestiona la táctica ilegalista, especialmente debido a la expropiación de alimentos del SAT, nosotros, firmes defensores de esta línea de actuación, ofrecemos este interesante documento del expropiador ilegalista Alexandre Marius Jacob [1879-1954], anarquista de acción que con el grupo “Los Trabajadores de la Noche” se dedicó a restituirle a la sociedad lo que los ricos le habían arrebatado [llegó a expropiar 400.000 francos, repartidos escrupulosamente entre los necesitados]. Después de 20 años preso  en la Isla del Diablo, de luchar en la Guerra Civil española en el 36, y de constituirse en un icono de la cultura de masas gracias el personaje –inspirado en él– de Arsene Lupin, Jacob se quitó la vida pues había decidido morir como había vivido: por su propia mano).

Señores:

Ahora sabéis quien soy: un rebelde que vive del producto de sus robos. Aun más: he incendiado hoteles y he defendido mi libertad contra la agresión de los agentes del poder. He puesto al descubierto toda mi existencia de lucha; la someto, como un problema, a vuestras inteligencias. No reconociendo a nadie el derecho a juzgarme, no imploro ni perdón ni indulgencia. Nada solicito a quienes odio y desprecio. ¡Sois los más fuertes! Disponed de mí de la manera que lo entendáis, mandarme al presidio o al patíbulo, ¡poco me importa! Pero antes de separarnos, dejarme deciros unas últimas palabras.

Ya que me reprocháis sobre todo ser un ladrón, es útil definir lo que es el robo.

Para mí, el robo es la necesidad que siente cualquier hombre de coger aquello que necesita. Esta necesidad se manifiesta en cualquier cosa: desde los astros que nacen y mueren igual que los seres, hasta el insecto que se mueve por el espacio, tan pequeño, tan ínfimo que nuestros ojos pueden apenas distinguirlo. La vida no es sino robos y masacres. Las plantas, los animales se devoran entre ellos para subsistir. Uno no nace sino para servir de pasto al otro; a pesar del grado de civilización, de perfeccionabilidad, el hombre no se sustrae a esta ley si no es bajo pena de muerte. Mata las plantas y los animales para alimentarse de ellos. Rey de los animales, es insaciable.

Aparte de los objetos alimenticios que le aseguran la vida, el hombre se alimenta de aire, de agua y de luz. Ahora bien ¿se ha visto alguna vez a dos hombres disputarse, degollarse por estos alimentos? No que yo sepa. Sin embargo son los alimentos más preciosos sin los cuales un hombre no puede vivir. Podemos estar varios días sin absorber substancias por las que nos hacemos esclavos. ¿Podemos hacer igual con el aire? Ni siquiera un cuarto de hora. El agua forma las tres cuartas partes de nuestro organismo y nos es indispensable para mantener la elasticidad de nuestros tejidos. Sin el calor, sin el sol, la vida sería imposible.

Luego, cualquiera coge, roba estos alimentos. ¿Se hace de ello un crimen, un delito? ¡Cierto que no! ¿Por qué se reserva el resto? Porque comporta un gasto de energía, una suma de trabajo. Pero el trabajo es lo propio de una sociedad, es decir la asociación de todos los individuos para alcanzar, con poco esfuerzo, el máximo de felicidad. ¿Es ésta la imagen de lo que hay? ¿Se basan vuestras instituciones en una organización de este tipo? La verdad demuestra lo contrario. Cuanto más trabaja un hombre, menos gana; cuanto menos produce, más beneficio obtiene. El mérito no se tiene pues en consideración. Sólo los audaces se hacen con el poder y corren a legalizar sus rapiñas. De arriba a abajo de la escala social no hay más que bellaquería de una parte e idiotez de la otra. ¿ Cómo queríais que, lleno de estas verdades, respetara tal estado de cosas?

Un comerciante de alcohol o un dueño de burdel se enriquecen, mientras que un hombre de genio va a morir de miseria en un camastro de hospital. El panadero que amasa el pan lo tiene en falta; el zapatero que confecciona miles de zapatos enseña sus dedos del pie; el tejedor que fabrica montones de ropa no tiene con que cubrirse; el albañil que construye castillos y palacios carece de aire en su infecto cuartucho. Aquellos que producen todas las cosas, nada tienen, y los que nada producen lo tienen todo.

Tal estado de cosas no puede sino producir el antagonismo entre las clases trabajadoras y la clase poseedora, es decir holgazana. Surge la lucha y el odio golpea.

Llamáis a un hombre «ladrón y bandido», le aplicáis el rigor de la ley sin preguntaros si él puede ser otra cosa. ¿Se ha visto alguna vez a un rentista hacerse ratero? Confieso no conocer a ninguno. Pero yo que no soy ni rentista ni propietario, que no soy más que un hombre que sólo tiene sus brazos y su celebro para asegurar su conservación, he tenido que comportarme de otro modo. La sociedad no me concedía más que tres clases de existencia: el trabajo, la mendicidad o el robo. El trabajo, lejos de repugnarme, me agrada, el hombre no puede estar sin trabajar, sus músculos, su cerebro poseen una cantidad de energía para gastar. Lo que me ha resignado es tener que sudar sangre y agua por la limosna de un salario, crear riquezas de las cuales seré frustrado. En una palabra, me ha repugnado darme a la prostitución del trabajo. La mendicidad es el envilecimiento, la negación de cualquier dignidad. Cualquier hombre tiene derecho al banquete de la vida.

El derecho de vivir no se mendiga, se toma.

El robo es la restitución, la recuperación de la posesión. En vez de encerrarme en una fábrica, como en un presidio, en vez de mendigar aquello a lo que tenía derecho, preferí sublevarme y combatir cara a cara a mis enemigos haciendo la guerra a los ricos, atacando sus bienes. Ciertamente, veo que hubierais preferido que me sometiera a vuestras leyes; que, obrero dócil, hubiese creado riquezas a cambio de un salario irrisorio y, una vez el cuerpo ya usado y el cerebro embrutecido, hubiese ido a reventar en un rincón de la calle. Entonces no me llamaríais «bandido cínico», sino «obrero honesto», Con halago me hubierais incluso impuesto la medalla del trabajo. Los curas prometen el paraíso a sus embaucados; vosotros sois menos abstractos, les ofrecéis papel mojado.

Os agradezco tanta bondad, tanta gratitud, señores. Prefiero ser un cínico consciente de mis derechos que un autómata, que una cariátide.

Desde que tuve conciencia me dediqué al robo sin ningún escrúpulo. No entro en vuestra pretendida moral que predica el respeto a la propiedad como una virtud mientras que en realidad no hay peores ladrones que los propietarios.

Podéis estar satisfechos de que este prejuicio haya calado en el pueblo ya que es vuestro mejor gendarme. Conociendo la impotencia de la ley y de la fuerza, habéis hecho de él el más sólido de vuestros protectores. Pero parad atención; todo tiene un tiempo. Todo lo que se construye por la astucia y la fuerza, la astucia y la fuerza pueden destruirlo.

El pueblo evoluciona cada día. Mirad que todos los muertos de hambre, todos los miserables, en una palabra, todas vuestras víctimas, instruidos por estas verdades, conscientes de sus derechos, armados con palancas, no vayan a asaltar vuestros domicilios para retomar las riquezas que ellos han creado y que vosotros les habéis robado. ¿Creéis que serían más desgraciados? Creo que todo lo contrario. Si se lo piensan bien preferirán correr cualquier riesgo antes que engordaros gimiendo en la miseria. ¡La cárcel, el presidio, el patíbulo! diréis. Pero qué son estas perspectivas comparadas con una vida embrutecida, llena de sufrimientos. El minero que gana su pan en las entrañas de la tierra, sin ver jamás lucir el sol, puede morir de un momento a otro víctima de una explosión de grisú; el pizarrero que deambula por los tejados puede caer y hacerse mil pedazos; el marinero conoce el día de su partida pero ignora si volverá a puerto. Un buen número de obreros cogen enfermedades fatales durante el ejercicio de su oficio, se agotan, se matan para crear para vosotros; y hasta los gendarmes, los policías, que por un hueso que les dais a roer, encuentran la muerte en la lucha que emprenden contra vuestros enemigos.

Obstinados en vuestro estrecho egoísmo permanecéis escépticos ante esta visión, ¿no es así? El pueblo tiene miedo, parecéis decir. Lo gobernamos con el miedo de la represión; si grita lo metemos en prisión; si se mueve, lo deportamos al presidio; si sigue, lo guillotinamos. Mal cálculo, señores, creerme. Las penas que infligiréis no son un buen remedio contra los actos de sublevación. La represión, lejos de ser un remedio, un paliativo, no es sino una agravación del mal.

Las medidas correctivas no pueden más que sembrar el odio y la venganza. Es un ciclo fatal. Desde que hacéis rodar cabezas, desde que llenáis cárceles y presidios, ¿habéis impedido que se manifestara el odio? ¡Responded! Los hechos demuestran vuestra impotencia. Por mi parte sabía que mi conducta no podía tener otra salida que el presidio o el patíbulo. Y podéis ver que esto no me ha impedido actuar. Si opté por el robo no fue por una cuestión de ganancias sino por una cuestión de principios, de derecho. Preferí conservar mi libertad, mi independencia, mi dignidad de hombre, que hacerme artesano de la fortuna de un amo. En términos más crudos y sin eufemismo alguno he preferido robar antes que ser robado.

También yo repruebo el hecho por el cual un hombre se apropia violentamente y con astucia del fruto del trabajo ajeno. Pero es precisamente por esto que he hecho la guerra a los ricos, ladrones de los bienes de los pobres. También yo quisiera vivir en una sociedad en la que el robo fuera desterrado. No apruebo y no he usado el robo sino como medio de rebelión para combatir el más inicuo de todos los robos: la propiedad individual

Para destruir un efecto hace falta destruir su causa. Si hay robo es porque hay abundancia de una parte y escasez de otra: es porque todo no pertenece más que a unos pocos. La lucha no acabará hasta que todos los hombres pongan en común sus alegrías y sus penas, sus trabajos y sus riquezas; hasta que todas las cosas pertenezcan a todos.

Anarquista revolucionario he hecho una revolución.

Venga la Anarquía.

Expropiación de alimentos en Andalucia

(Información extraída de los medios burgueses)

Unos 200 militantes del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) han entrado en un supermercado de Écija (Sevilla) para llevarse alimentos de primera necesidad destinados a un comedor social de Sevilla. Según miembros del sindicato jornalero, la acción es «una expropiación forzosa», y durante su desarrollo se han producido incidentes entre miembros del SAT y empleados del supermercado Mercadona.

Una treintena de miembros del sindicato han entrado poco antes del mediodía en el supermercado y han llenado diez carros de la compra con alimentos de primera necesidad como aceite, azúcar, arroz, pasta, leche, galletas y legumbres. Cuando intentaron salir sin pasar por caja se ha producido un forcejeo entre los sindicalistas y los empleados del establecimiento, que no ha ido a más por la intervención de la Policía y de dirigentes del SAT.

Los sindicalistas han podido sacar nueve de los diez carros cargados de alimentos, que han transportado en una furgoneta a un banco de alimentos en Sevilla […].


Los responsables jurídicos de Mercadona han anunciado que van a denunciar la sustracción de esos nueve carros con productos del supermercado, por la sustracción de alimentos y por las agresiones leves que, según aseguran, se produjeron por parte de los sindicalistas […].

Una acción similar se ha desarrollado en Arcos de la Frontera, en este caso en un supermercado de la empresa Carrefour, con un final distinto. A las once de la mañana más de 200 desempleados agrícolas y representantes del SAT han entrado en la gran superficie con la intención de llevarse más de 20 carros cargados de alimentos sin pagar.

“El hombre libre no es aquel que se preocupa por saber dentro de qué límites legales puede actuar, sino el que se coloca fuera de las leyes, por liberales que puedan ser éstas, con la esperanza de destruirlas”. Fernand Pelloutier

Y para todos aquellos que, llamándose revolucionarios, repudien esta táctica, lanzamos, como ya hizo Mauricius (anarquista individualista francés de la Belle Époque), la siguiente pregunta: ¿Y qué es acaso la Revolución más que un acto de ilegalismo en masa?

19-J

Mientras los sindicatos oficiales se preparaban para suministrarnos la papilla en formato de discurso, “los que se habían salido del rebaño” coreaban: “¡Menos mítines y más asambleas!”.

Sin embargo, el grito más contundente de la noche (con permiso de: “¡Queremos la cabeza de Rajoy, y de la CEOE, oe, oe!”), fue uno emblemático para el Movimiento Anarquista internacional, coreado justo cuando los sindicatos amarillos subían su estridente música para tratar de silenciarnos:

“¡QUE SE OIGA LA VOZ DEL PUEBLO!”(Albert Parsons, uno de los Mártires de Chicago, instantes antes de ser ahorcado [1886])

DENUNCIA SOCIAL: La situación económica está tan mal en Las Palmas que este sector tan desprotegido, el sector policial, se ve obligado a pluriemplearse en el sector de limpieza después de concluir su labor como agentes de policía. Después de una dura jornada en la que han cumplido con su cuota de darle 20 bofetadas a un menor, 50 patadas a un indigente, 30 extorciones a una prostituta y 60 porrazos a un “anti-sistema”, se ven obligados a trabajar como basureros (el sector de los gestores de residuos comprende esta coyuntura tan dolorosa y se abstiene de denunciarlos por intrusismo laboral). Aquí ofrecemos esta instantánea que denuncia esta alarmante y dramática situación. ¿ES QUE NADIE VA A PENSAR EN LOS NIÑOS?

 
DENUNCIA SOCIAL 2: La crisis está golpeando tan duramente a la policía en Las Palmas que los agentes se ven obligados a representar imitaciones low cost de personajes animados para sacarse unas perrillas en fiestas infantiles y parques temáticos. Aquí vemos a un agente imitando al teleñeco que sale de la basura en Barrio Sésamo. En su nombre hacemos un llamamiento desesperado: Ciudadanos, delinquid, delinquid mucho, dadle trabajo a los agentes de la ley y no permitáis que este sector tan castigado acabe reconvirtiéndose en el mundo del espectáculo. Recuérdalo: por cada uno de tus delitos consigues una sonrisa en la cara triste del hijo de un policía.

Convocatoria 11-J

En nuestra convocatoria para el 11-J anunciábamos que “ante el más mínimo acto represivo” nos concentraríamos ante la Delegación de Gobierno. Ese acto represivo ya se ha producido y por tanto nuestra convocatoria ya tiene hora: a las 18:00 todos delante de esa “sucursal de la represión” que es la Delegación de Gobierno.

Al “estado de sitio”, que ya denunciábamos en nuestro comunicado original, decretado de facto en Ciñera, se le han sumado los actos de terrorismo de Estado sufridos por los mineros y la población de Pola de Lena, y la salvaje paliza recibida por uno de los tres detenidos en el Padrun (más información aquí: kaos en la red-minero hospitalizado).

MAÑANA PLANTÉMONOS COMO UNA SOLA VOZ DELANTE DE LA DELEGACIÓN DE GOBIERNO. QUE APRENDAN QUE SI ELLOS TIENEN LA FUERZA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EN LOS MINISTERIOS, NOSOTROS TENEMOS NUESTRA FUERZA EN LA CALLE.

(A continuación nuestra convocatoria original)      


Convocatoria 11-J

(5/7/2012)
Este 11 de julio concluye la «Marcha Negra» en Madrid, ¿podemos hacer algo para solidarizarnos con los mineros? El Estado con sus perros a sueldo está reprimiendo duramente a los compañeros. Como prueba el siguiente video:

El pueblo de Ciñera ha sido cercado; sus habitantes aislados y sitiados; a los mineros se les persigue y acorrala como si fueran bestias; se asalta el pueblo casa por casa; se impide toda comunicación con el exterior.
Ante esta perspectiva, nadie sabe lo que puede ocurrir el 11-J cuando los mineros entren en la capital del Estado. ¿Vamos a quedarnos mirando si se usan para reprimir a los mineros los mismos métodos que ya hemos visto en éste y otros videos? ¿Vamos a quedarnos impasibles si usan con ellos la misma violencia que usaron con los jóvenes que se solidarizaron con los mineros desde Las Palmas el 18-J?

Desde la FAGC lanzamos la voz de alarma, e invitamos a cuantos estén dispuestos a solidarizarse, con algo más que palabras, a estar pendientes de lo que ocurra en Madrid el día 11, para que ante el más mínimo acto represivo, nos concentremos ante la Delegación del Gobierno para vomitarles nuestra rabia.

Hasta ahora en la “lucha de clases” sólo estaban combatiendo los de arriba…
11-J: Ahora nos toca a los de abajo.

¡PODRÁN REPRIMIRNOS; PERO NO PODRÁN GOBERNARNOS!

La violencia se viste, una vez más, de azul

 

La violencia se viste, una vez más, de azul

 

¿Se volverá la insolidaridad a vestir de “ciudadano”?

 

 

(CONCENTRACIÓN A LAS 10:00 DE LA MAÑANA DELANTE DE LOS JUZGADOS DE GRANADERA CANARIA, EN SOLIDARIDAD CON LOS DOS COMPAÑEROS VÍCTIMAS DE LA BRUTALIDAD Y ARBITRARIEDAD POLICIAL)

 

 

 

Con la intención de responder a la llamada desesperada de los mineros, para que su huelga no se circunscribiera exclusivamente a las cuencas mineras y fuera secundada por el resto del Estado español, un grupo compuesto principalmente por jóvenes estudiantes (actualmente encerrados en la Facultad de Humanidades de la ULPGC); miembros de la asociación juvenil Azarug; anarquistas independientes junto a miembros de la Federación Anarquista de Gran Canaria; y muchas individualidades –seguramente– de diversas sensibilidades, decidimos salir a la calle.

 

Medio centenar de personas celebramos una asamblea en la que se decidió iniciar un contacto regular entre los reunidos (los únicos, parece ser, a los que las imágenes de las luchas de los mineros no les parecen “ciencia ficción”; los únicos que sienten las luchas ajenas como propias; los únicos que no eligieron el futbol en detrimento del combate; los únicos que no hacen la revolución a golpe de “clickeo”), y en la que también se acordó cortar una calle de forma “simbólica” (a través del recurrente truco del paso de cebra). Después de más de media hora realizando tal actividad, con una gran afluencia de policías (numerosas bombonas y coches, furgonetas más pequeñas, y una gran diversidad de cuerpos policiales: Locales y Nacionales convencionales, UIP y GOIA) que en ningún momento nos hicieron ninguna reconvención para que desistiéramos en nuestra actitud, pusimos fin a nuestra acción en cuanto la propia policía cortó el tráfico.

 

La humillación de la policía era evidente. Un grupo de 50 personas (jóvenes en un 90%) había podido darles jaque y realizar una acción tan eficaz, tan acabada, de forma espontánea. Un grupo que finalizó su acción con la misma facilidad y diligencia con la que le dio inicio. La policía es dejada en evidencia todos los días, pero habitualmente no por tan pocos, tan dispuestos.

A pesar de la consigna de retirarnos en bloque, de forma compacta, algún compañero se quedó rezagado. Esa fue la ocasión, como habíamos advertido previamente, que aprovecharon las fuerzas represivas para identificar y buscar chivos expiatorios. Alejándonos a empujones del compañero para que no pudiéramos asistirlo (compañero que previamente sería detenido, pero que posteriormente sería puesto en libertad por su condición de menor), aprovecharon la ocasión para lanzarse selectivamente a por uno de nuestros compañeros (el segundo detenido, y cuyo juicio se celebra a las 10:45 de la mañana). Entonces, fue cuando muchos de nosotros nos lanzamos a socorrerlo, para impedir que lo secuestraran. Entre ellos, el tercer compañero detenido (pendiente del mismo juicio que el anterior), reducido y golpeado mientras se afanaba en obtener la libertad de su compañero de barricada. Todo esto, que se explica tan fácil, está salpicado de sangre a cada letra, de rodillazos que aplastan nucas, de caras cianóticas a las que les falta el aire, de porrazos indiscriminados, de insultos a diestro y siniestro (“no te metemos un tiro, porque a la mierda no se le dispara”), de sonrisas insultantes y desafiantes ante el dolor ajeno, de puñetazos en espaldas y sienes, de patadas en la cara, de estrangulamientos con manos enguantadas, de violencia, pura y dura, de arriba abajo.

 

Mañana, los dos compañeros se someten a un juicio en el que no se sabe que les espera. En el que los medios de vida y la libertad de dos seres humanos pueden ser sacrificados en el altar de la brutalidad institucionalizada. Los policías ya preparan sus partes de lesiones de “papel maché”, sus “dolencias” de codo de tenista, de muñeca luxada y de contractura de hombro. Síntomas, todos ellos, de que se dedican a la “profesión” más vil y más baja jamás concebida por el hombre: reprimir a golpes de fuerza bruta toda aspiración subversiva.

 

Repetimos que mañana nuestros compañeros se encuentran en un brete crucial y trascendental.

 

Como confiábamos en que dierais vuestro apoyo a la causa minera, podríamos confiar –tal vez ingenuamente– en que mañana ofrezcáis vuestro altruismo a la causa de los perseguidos y criminalizados, y quizás volveríamos otra vez a equivocarnos.  Podríamos confiar en que os aguijoneara la conciencia y os diera por prestar vuestra solidaridad a las víctimas de la brutalidad gubernativa y de la indolencia colectiva.

 

Por ahora contamos con los que contamos: la media centena de personas que ayer desvelaron la cara más sucia, grosera y puerca del sistema.

 

Si pudiéramos contar con el resto, si mañana se organizará una verdadera concentración masiva en apoyo de los represaliados, quizás la fe perdida en el espíritu de compromiso de determinados colectivos e individuos podría recuperarse. Si no, no seréis muy distintos de quienes empuñan la porra, de quienes sólo acuden si hay prensa y propaganda de por medio, de quienes prefieren gastar todas sus balas en bizantinas discusiones de facebook, de aquellos a quienes los mineros apuntan cuando disparan sus voladores.

 

Mañana, quienes se tengan en estima, quienes valoren la coherencia del discurso sobre la solidaridad para con los que luchan,  que acudan, por favor, a las 10:00 de la mañana, delante de los Juzgados de Granadera Canaria. Quienes no, esos ya han escogido su lugar en la barricada.

 

 

Fdo.: Un Anarquista

El 18 de Junio, Paralicemos el País




Convocatoria: Este Lunes 18 de Junio Concentración en el Parque de San Telmo (Las Palmas de Gran Canaria) a las 17:00.

Para todos los que decís que el pueblo está dormido, que nadie ni nada se mueve; ahora tenéis la ocasión de hacer “algo”. ¿Cansados de hacer la “revolución” desde un teclado o de cambiar el mundo desde la barra de un bar? El lunes 18 de Junio podéis demostrar que vuestra rabia no se queda sólo en las “redes sociales” y que vuestra solidaridad con las luchas reales es autentica y no solamente una pose.

El lunes 18 de Junio los compañeros mineros nos llaman a paralizar el país, a cortar calles y a que nuestro apoyo a sus reivindicaciones no se quede sólo en bellas palabras. Esta es una de las convocatorias:

http://valencia.cnt.es/2012/06/el-18-de-junio-paralicemos-el-pais/

Rompamos el aislamiento de la lucha en la minería
«El proletariado no puede reconocerse verídicamente en un agravio particular sufrido y tampoco, por lo tanto, en la reparación de una agravio particular, ni de un gran número de estos, sino únicamente en el agravio absoluto de haber sido relegado al margen de la vida
Guy Debord.
Varias semanas llevan los mineros luchando contra los planes de ajuste que el capital lanza contra sus condiciones de vida. Frente a las necesidades de valorización del capital que exigen deshacerse de la producción minera en España y lanzar a la basura a todo ese sector, los proletarios responden defendiendo intransigentemente sus intereses y necesidades. Lejos de asumir un paro de brazos caídos o de levantar como idiotas sus manos al alto diciendo a coro que «éstas son nuestras armas», asumen los métodos de las luchas y huelgas de verdad. Huelga indefinida, barricadas, cortes de carretera por doquier, cortes de vías de trén, sabotajes, molotovs, enfrentamientos contra las fuerzas represivas… La violencia de clase reaparece personificada en esos «encapuchados” que incomodan la normalidad capitalista y esbozan un trasfondo velado y descuartizado por la intoxicación político-sindical: la guerra de clases.
Y es en este punto donde se juega lo esencial. El proletariado no puede defender sus intereses desde el aislamiento, desde el corporativismo, defendiendo su sector como algo salvable en un mundo insalvable. Precisamente ese es el eje en el que articula su fuerza todo el espectro politico-sindical que dice representar o defender a los mineros en lucha basándose en todos los límites que la misma lucha contiene. Toda la charlatenería y todos los llamados que lanzan estos estafadores para que se apoye y se sea solidario con la minería, parten de mantener a toda costa la cuestión como un problema en la minería y en su gestión. El bochornoso espectáculo de todos estos gestores de la miseria y la esclavitud llega al paroxismo cuando Trevín, uno de los dirigentes de la represión en Asturias en los últimos años, defiende en el congreso, candil en mano, al sector minero. Esta escenificación no es más que el trasvase al parlamento de una práctica asumida en la calle por las organizaciones sindicales, con SOMA a la cabeza, y que tiene como principal función el control del fuego en las barricadas y la transformación del conflicto en una batalla entre diferentes formas de gestión capitalistas.
Allí donde este cordón sanitario se resquebraja surge la posibilidad de que este conflicto asuma abiertamente su propia naturaleza, la de ser una expresión de un conflicto global, un conflicto que concierne a las bases mismas de un sistema basado en la apropiación de los medios de vida por el capital, un sistema donde la tasa de ganancia lo decide todo. Pero sólo en la ruptura del aislamiento, en la extensión del conflicto a todos los sectores, puede la lucha asumir toda su naturaleza subversiva. Todo lo que sea mantener el problema encerrado en los estrechos márgenes de la mina significa desfigurar su esencia y hacerse el haraquiri sometiéndose a la lógica de la explotación capitalista y a sus aparatos de gestión. La propia historia de la lucha en la minería no deja lugar a dudas.
Cuando en las asambleas salen voces disonantes que reclaman la extensión del conflicto, cuando en ciertos lugares de las cuencas mineras, y fuera de ellas, algunos incontrolados se organizan al margen del dictado sindical, cuando proletarios de otros sectores o en el paro acuden anónimamente a luchar, cuando comienzan a reproducirse acciones que escapan al control politico-sindical, se está expresando ya la negativa proletaria a dejarse neutralizar y la tentativa por romper el cerco del conflicto, de dejar atrás las “reivindicaciones” actuales, de extender a todos lados el enfrentamiento como una lucha contra el capital. La huelga general convocada para el 18 de Junio en las cuencas pone en el tapete esta cuestión y materializa la respuesta sindical al peligro de la extensión. Se busca limitar este peligro a un día -el 18- y a un lugar -las cuencas mineras- para conjurarlo.
Para los proletarios se trata de echar abajo este dique de contención, de romper el aislamiento de las luchas, de consolidar estructuras donde organizarnos, de destruir las ilusiones reformistas, de llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias. La situación en que todos nos encontramos es trágica y la solución no pasa por buscar una salida sectorial, la solución pasa por destruir una sociedad basada en la tasa de ganancia, en la esclavitud asalariada, una sociedad en la que la producción no posee otra base que las necesidades de valorización. Todo lo que sea caminar hacia otro lado significa asistir a la derrota.
¡A EXTENDER LA LUCHA A TODOS LOS SECTORES Y LUGARES!
¡A DESBORDAR EL CORDÓN POLÍTICO-SINDICAL!
Unos incontrolados

Cómo contrarrestar los efectos del gas lacrimógeno


A parte de lo que se comenta en la lámina de Anonymous (no vamos a entrar a valorar los comentarios “bien pensantes” que acompañan las ilustraciones), a continuación ampliamos un poco más la información con otros trucos, remedios y cosas a tener en cuenta.

Es cierto que los anti-ácidos son una buena manera de contrarrestar el gas lacrimógeno, pero también se han usado históricamente sus contrarios: el limón y el vinagre. Ambos productos sirven para empapar los pañuelos, bragas o mascarillas con que nos taparemos la boca. En el caso del limón suele ser recomendable además morderlo.

En caso de no de disponer de Almax o Maalox, siempre se puede usar bicarbonato sódico. El proceso es el mismo que el de la imagen: botella con pulverizador, agua potable y bicarbonato
El uso de mascarillas y gafas profesionales es, evidentemente, la mejor opción. En caso de andar faltos de recursos aquí explicamos cómo realizar una de elaboración casera: cómo hacerse una máscara antigás casera
En caso de llevar lentillas, quitároslas. Pueden provocar, por el efecto de los gases, ulceraciones en las córneas.
Intentar no frotarse ni restregarse los ojos. Agrava la situación.
Los gases son liposolubles, así que nunca hay que usar vaselinas como método de protección. Sólo conseguiremos impregnarnos más del tóxico.
Intentad, después de la exposición al gas, rehuir el agua caliente. Ésta dilata los poros y facilita la penetración del tóxico.
La posibilidad más productiva es intentar devolver los botes de gas lacrimógeno que nos envían. Es recomendable hacer esto cuando ya han empezado a soltar el gas, pues pueden combustionar al agarrarlos o patearlos (al hacer estos hay que tener presentes todas y cada una de las recomendaciones anteriores). Hay que tener en cuenta que suelen estar calientes, por lo que es aconsejable –a parte de para no dejar huellas– llevar a toda manifestación un par de guantes gruesos.

Las tácticas de los verdaderos violentos

¿Y cuándo se les pide a estos que entreguen las armas?


David Piqué, Comisario de los Mossos d’Esquadra

      La oleada de represión va in crescendo, y advertimos desde aquí que no tendrá tope, bien hasta que desarticulen todo movimiento contestatario, bien hasta que “metan la pata”, fabriquen otro mártir y consigan que el asunto se les escape de las manos, o bien hasta que les paremos los pies.  

       
      Curiosamente, cuando muchos han empezado a cuestionarse la efectividad de métodos como los que aquí se reseñan:«supuestos mecanismos de defensa», empieza a circular el brutal y esquizoide “trabajo de clase” (proyecto final para el Máster de Políticas Públicas de Seguridad) de David Piqué, comisario de los Mossos d’Esquadra. Si los ingenuos pensaban que después de los múltiples videos de policías masacrando ciudadanos (nueva acepción del término diana), de las declaraciones de aquel Guardia Civil que babeaba pensando en reventarle el cráneo a algún anti sistema (un-guardia-civil-de-bauzá-dice-que-si-pudiera-abriría-la-cabeza-de-los-manifestantes-a-golpes-de-porra), no les quedaba nada por oír, que se preparen para la siguiente lectura (aprovechad estos fragmentos porque el proyecto, en catalán en el original, ha sido censurado y ya no se puede consultar sin autorización):


(P.P. 28-29. Por cierto, la siguiente descripción semeja ser una definición “crítica” de lo que suele hacerse. Sin embargo, es interesante porque es una gustosa exposición de lo que en verdad debe hacerse y de hecho se hace)

Incluso si la concentración o manifestación, que es lo que estamos hablando, no se prevé bastante violenta, se puede llegar a provocar un poco, con detenciones poco justificadas y nada pacíficas unos días antes para calentar el ambiente. También se pueden hacer «redadas» preventivas a los lugares donde se encuentran habitualmente personas cercanas a la ideología de los convocantes con la excusa de buscar drogas o lo que sea necesario.

La »redada» estará especialmente mal hecha y con trato humillante para encender más los ánimos, si es necesario.

La consecuencia previsible de estos comportamientos previos y el diseño del dispositivo policial, es que acabará con una «batalla campal».
Además de la estrategia previa, en cuanto algún grupo descontrolado empieza las acciones violentas, las unidades de policía ni se mueven y cuando la violencia empieza a ser generalizada, la actuación policial se retrasa deliberadamente hasta que los daños producidos son socialmente inaceptables. Es entonces cuando se producen las cargas policiales que en ningún momento quieren ser disuasoria, no se disimula.
Se va directamente contra los manifestantes, que ya son considerados vándalos, y se les ataca con suficiente velocidad para que no dé tiempo a la fuga y se provoque el enfrentamiento físico.
En este estadio, los manifestantes atacan a la policía con todo lo que tienen y que les ha dejado tener, realmente se están defendiendo, pero no lo parece.Han sido acorralados. La violencia entre agentes y manifestantes se desata, se personaliza y se descontrola.

Es lo que se quiere. Comienzan a aparecer víctimas inocentes– daños colaterales se dice ahora- Los que han rehuido el enfrentamiento, se encuentran con el resto de unidades policiales que los cierran el paso y que no hacen detenidos – prisioneros -, la dispersión no es voluntaria , es a golpe de defensa (porra) y cualquier atisbo de resistencia es contestada con contundencia exagerada y detenciones masivas.

En las batallas de la antigüedad, era cuando se envía a la caballería a perseguir a los que huían mientras la infantería extermina a los que se han rendido en el campo de batalla”.

(P. 32)
Las unidades policiales especializadas en orden público comienzan a ser menos permisivas con las manifestaciones y concentraciones, que seguramente se producirán mientras dura el debate político. De todas formas, si el número de manifestantes fuera excesivo, quizás se podría aprovechar para dejarque durante el recorrido, se produzcan suficientes actos vandálicos como para intensificar el debate sobre el comportamiento antisocial del movimiento antisistema y permitir que la opinión pública vincule estos colectivos al fenómeno okupa”.

(P.34)
Se deberá procurar la detención selectiva de los líderes para imputarles delitos comunes y evitar la condición de ‘mártir’. A más protestas, más detenciones, hasta acabar con el poco soporte del que dispongan, sobre todo si comprueban los ‘privilegios’ que se pueden conseguir con una adecuada integración en el sistema, sin renunciar a algunos de los postulados que los inspiran”.
      Lo que siguen son consideraciones puramente estratégicas, que deberían de servirnos para realizar un análisis y debate práctico:
(P.P. 25-26)

Los grupos antisistema en general, saben que, por diferentes motivos, sus acciones tienen más repercusión social y mediática si se desarrollan en ciertos espacios. Por contra, estos espacios – los más abiertos – son los más desfavorables (para los antisistema) desde el punto de vista de táctica policial. Nos referimos a l’Eixample, parte de Sants o cualquier terreno abierto que permita una rápida movilidad de los efectivos policiales. En la teoría militar clásica, sería la capacidad de movilizar por los flancos la caballería o unidades de infantería ligera.

Como decíamos antes, Sun Tzu era partidario de ganar sin combatir y eso se podía conseguir mediante diversas estrategias y la que siempre ha tenido más éxito, ha sido la de, ‘quién rodea al enemigo, vence’. […] Los casos más estudiados son los de la batalla de Cannas donde Anibal derrota al ejército romano dirigido por Cayo Teracio Varrón y el de la batalla de Alesia donde Julio César venció a los galos definitivamente e hizo prisionero a Vercingetórix […].

Volviendo a la táctica policial del primer terreno -abierto- y con fuerza policial suficiente. En este caso, no se quiere reprimir los disturbios ni detener a los infractores, sencillamente se evita. Eso se consigue limitando extraordinariamente la capacidad de movimiento de los manifestantes rodeándolos totalmente.

Eso se realiza en el momento de la concentración que, como se sabe dónde se realizará, ha permitido hacer un filtro de malla fina en los puntos de paso obligado por el punto de encuentro. El objetivo del filtro es el mismo que en el modelo Klausewitz, requisar objetos peligrosos de cualquier tipo -porque después habrá contacto físico- y evitar el anonimato. A partir de ese momento, los concentrados ya saben que la manifestación irá por donde la policía quiera y durará hasta que los manifestantes decidan dispersarse. Esta dispersión se hace lentamente, dejando salir a las personas poco a poco y en grupos muy pequeños para evitar el reagrupamiento fuera del círculo.

En estas situaciones el sentimiento de frustración e impotencia de los manifestantes es muy alto y a menudo generan reacciones violentas de algunos individuos cuando son conscientes que han perdido toda capacidad de iniciativa. Estos momentos son delicados y es necesario que los agentes de primera línea eviten las provocaciones individuales o los intentos colectivos de romper el círculo.

Pensemos que los policías están a menos de un metro de los rodeados. El objetivo no es hacer detenciones, solo inmovilizar. La sensación de derrota entre los manifestantes, es muy alta y moral queda muy «tocada». No ha habido heridos – no tienen mártires – ni tampoco detenidos – héroes -. Incluso han intentado, sin éxito, denunciar a la policía por detención ilegal o violar el derecho de circulación. Si se planifica correctamente, la fiscalía ha de estar avisada de la aplicación de esta táctica para evitar estas denuncias. Si sale bien, se ha vencido sin luchar”.

Conclusión:

            Contrariamente a lo que podría parecer, este fárrago apologético nos reafirma a muchos en nuestra convicción de que la inactividad es la peor táctica posible. Como se infiere del documento, la policía tiende siempre a rodear a los manifestantes, por numerosos que estos sean. Un grupo inmóvil, que se tira al suelo a la mínima posibilidad, es fácilmente reductible. Y cuando esto pasa miles de videos, imágenes y experiencias nos demuestran que la policía, en esos casos, no se va a andar con “paños calientes”; la policía, por ello son policías (con las salvedades individuales de rigor), sólo responden al principio de autoridad (este es su principio “profesional”) y el principio de autoridad se fundamenta en el miedo (de ahí nace la obediencia, la resignación, etc.), y para quien respira y mama miedo, la docilidad de los manifestantes es sólo la señal de salida para dar rienda suelta a la represión impune y a la violencia indiscriminada.          

            La policía no se conforma con “tener controlada la situación”, quiere aplastar, dar un escarmiento, para que los mil de hoy sean los cien de mañana, para que nos lo pensemos dos veces antes de volver a salir a la calle. Golpean a tirios y a troyanos, hacen que llueva sobre los justos e injustos porque su táctica es propagar un terror sistemático y calculadamente contagioso.

            Ante esta tesitura, permanecer impasibles y sumisos, en vez de agruparnos manteniendo una actitud aguerrida y combativa (un comportamiento que les haga pensar que sin dan rienda suelta a su violencia pueden dar pie a una batalla campal de la que quizás no salgan con buen pie), manteniéndonos firmes pero con una movilidad flexible (controlando posibles vías de escape), evitando en todo momento ser rodeados y jugando siempre con un factor que sólo nuestra ingenuidad nos hace olvidar: nuestra eventual superioridad numérica.

            Cuando la policía ve una masa anestesiada y abúlica se olvidan del factor numérico y, siendo una simple escuadrilla, cargan contra cientos (ver video). Si esos cientos fueran conscientes de su superioridad, se darían la vuelta y transmitirían con su actitud la inequívoca sensación de que no es buena idea meterse con una “masa” que sabe cómo reaccionar si es agredida. Muchos usarían sus porras con más prudencia.

            Empero, no hemos de olvidarnos de que estamos hablando de cómo comportarnos en un enfrentamiento que transcurre entre gente armada contra gente desarmada.

            La mayoría de la gente se ha acostumbrado tristemente a ver deambular a los miembros de los distintitos cuerpos policiales (también a seguritas) con sus pistolas al cinto. Esto es muestra de la esquizofrenia colectiva que padecemos. Si cualquiera de nosotros tuviera la “genial” idea de pasearse por ahí con una pistola en la cintura la gente echaría a correr nada más vernos. Miles de individuos –eso sí, uniformados– lo hacen cada día y no cunde la histeria colectiva.

            Curioso es, por otra parte, contrastar como los supuestos “pacifistas” profesionales amenazan a los manifestantes con denunciarlos públicamente si los ven pintando donde no deben, cantando alguna consigna “inapropiada” o cometiendo la mínima provocación, y después recurren con la mayor naturalidad a la policía, que sólo puede intervenir haciendo uso de su “monopolio sobre la violencia física legítima” (como decía Weber), y no sienten la menor alarma al contemplar sus brutales cargas (no en vano, ellos mismos crean –tal y como acabamos de saber– sus propias “comisiones de seguridad”, cuyos “pacíficos objetivos” no distan mucho de la delación y la represión gubernamentales). 

            En definitiva, sólo se puede repetir la pregunta inicial: ¿cuándo entrega la policía sus armas y anuncia su disolución? Creo que para que esta banda armada se decida habrá que darle un “empujón”. 

Fdo.: El Hombre Guillotina