Verano de lucha del Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria

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Cuando las redes sociales parecen dominadas por sentimientos post-electorales de empacho paralizante, de desencanto o de frustración, parece oportuno aconsejar que se levante la mirada y se mire al entorno. Se mire al entorno y se esté atento a esas realidades sangrantes que permanecen igual antes y después de la lluvia de confeti electoral; se mire al entorno y se caiga en la cuenta de que el cambio está en nuestras manos y no en ningún «supremo salvador». Se mire por ejemplo al Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria, un proyecto con ya bastante experiencia a sus espaldas y que, mientras la horda turistica invade la isla, está viviendo un verano de infarto en su trabajo cotidiano por articular la dignidad de la gente de a pie.

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«El tripartito de izquierdas desahucia igual que los fascistas»

Entrevista: Ruymán Rodríguez

Ruymán Rodríguez es uno de los referentes del Sindicato de Inquilinas, colectivo que colabora con personas que sufren desahucios. El último caso de Nereida y Natalia Espino en la Vega de San José es para él un ejemplo de una mezcla de «incompetencia y perversión» del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, al que acusa de no tomar medidas al alcance de su mano para revertir estos casos.

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El juicio por el desahucio de las familias de Valle de los Nueve se paraliza un mes

La Sareb solicitó el aplazamiento de la vista que debía celebrarse este martes por la negociación con el Gobierno de Canarias y el Ayuntamiento de Telde

pedro hernández 11.06.2019 | 14:48

El juicio por el desahucio de Valle de los Nueve se paraliza un mes

El juicio por el desahucio de las familias de Valle de los Nueve se paraliza un mes

Las 14 familias precaristas que habitan un edificio de viviendas en Valle de los Nueve han logrado salvar de momento la orden de desahucio que pesa sobre ellas. La Sareb (Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria) o ‘Banco Malo‘, propietaria del inmueble solicitó ayer al juzgado número 1 de Telde, donde esta mañana debía celebrarse el juicio, un aplazamiento de un mes, según informaron abogados de los afectados al Sindicato de Inquilinos de Gran Canaria. Sobre sus cabezas, un presunto delito de usurpación que encausa por la vía penal a cuatro de las 14 familias. Sigue leyendo El juicio por el desahucio de las familias de Valle de los Nueve se paraliza un mes

Nuestra lucha contra el desalojo de «La Ilusión»

Convocatoria de rueda de prensa de la Comunidad y el SIGC:

SAREB reinicia el proceso de desahucio contra «La Ilusión»

A principios de diciembre de 2018, los vecinos de la Comunidad “La Ilusión” (una comunidad autogestionada de familias sin recursos que habitan como precaristas un edificio abandonado, actual propiedad de la SAREB, en Telde) recibían una notificación judicial denunciados por la SAREB. Era el intento, por la vía civil, de desalojarlos de sus viviendas. Las vecinas contactan con el Sindicato de Inquilinos e Inquilinas de Gran Canaria, e iniciamos una contraofensiva, legal, mediática y de presión institucional, que tuvo como consecuencia que Gaspar Palenzuela, director de RSC de la SAREB, afirmase públicamente que la SAREB detendría el proceso de desahucio e iniciaría negociaciones con el Ayuntamiento de Telde y el Gobierno de Canarias (fuente: La Vanguardia ). Algo que ya nos habían confirmado anteriormente las instituciones: Ayuntamiento y Gobierno lanzan un mensaje de tranquilidad y aseguran que no dejarán desatendidas a las familias de Valle de Los Nueve amenazadas por un desahucio

Contrariamente a este compromiso público, el pasado 22 de mayo de 2019, 4 viviendas de “La Ilusión” recibieron una nueva citación judicial para este próximo 11 de junio. Nuevamente han sido denunciados por la SAREB por un “delito leve sin especificar” (ya podemos confirmar que se trata de “usurpación”). Esto significa que la SAREB reinicia el trámite, esta vez por vía penal, para desalojar a las familias de sus casas.

Esta información ya ha sido puesta en conocimiento, por vía personal o informática, del Ayuntamiento de Telde, el Gobierno de Canarias y la propia SAREB. O bien no hemos recibido respuestas o de recibirlas han sido vagas e insatisfactorias.

Es por todo esto que las vecinas de “La Ilusión” y el Sindicato de Inquilinas convocan e invitan a todos los medios de comunicación a la rueda de prensa que tendrá lugar el próximo lunes día 10 de junio en la propia Comunidad “La Ilusión” (c/ Dos de Mayo, nº 74, Valle de los Nueve, Telde) a las 10:00 a.m..

La Comunidad, compuesta por 14 familias, 41 personas (20 adultos y 21 niños), reclama, junto con el SIGC, que el proceso legal vuelva a paralizarse, pues la situación económica, social y habitacional de las familias no ha variado y la intención de desahuciarlas, sin otra alternativa, sigue siendo un grave atentado humanitario.

 

La rueda de prensa en los medios:

RTVC

COPE

Antena 3

Telde Actualidad

La Provincia

Suspensión del juicio y paralización del proceso:

En los medios: RTVC y La Provincia

Comunicado del SIGC: «La Ilusión permanece intacta»

 

«El desahucio de las hermanas es ilegal»

El Sindicato de Inquilinas afirma que el desalojo de Nereida y Natalia no tiene fundamento legal y que pelearán en la justicia por la «responsabilidad» del juzgado y del Ayuntamiento capitalino, por la actuación en el caso de la Policía Local.

El Sindicato de Inquilinas hace bandera de la lucha por las hermanas Nereida y Natalia Espino y sus hijos, desahuciadas el pasado martes en la Vega de San José en un caso esperpéntico en el que primero fueron estafadas y luego fueron desalojadas con una orden a nombre de otra persona. Ruymán Rodríguez, portavoz de la asociación, asegura que el desahucio fue «ilegal» y anuncia acciones ante la justicia para tratar de revertir el caso.

El caso de Nereida y Natalia está lleno de singularidades. Primero accedieron a su vivienda tras responder a un anuncio en Internet, que resultó ser una estafa ya que quien les cobró el acceso al inmueble nada tenía que ver con él. Luego recibieron la notificación de desahucio a nombre de una antigua inquilina, y cuando intentaban llegar a un acuerdo para pagarle por el piso a sus propietarios reales fueron desahuciadas sin notificación previa.

Ese punto final es el que tiene «enfadadísimos» a los integrantes del Sindicato de Inquilinas, que anuncian un plan de actuación contra el Juzgado de Primera Instancia número cuatro de Las Palmas de Gran Canaria.

El portavoz del Sindicato de Inquilinas asevera que la actuación del pasado martes está fuera de cualquier base jurídica. «A los funcionarios judiciales, no puede ser que el propio sistema jurídico se salte las leyes. Un desahucio se tiene que celebrar con un protocolo. Se tiene que notificar previamente a las familias, a su nombre, y darles un plazo legal para que abandone la vivienda», aseveró.

Por eso, significa, que no se tuvieron en cuenta leyes elementales en este tipo de situaciones. «Existe un decreto gubernamental que establece que a las familias, con menores a su cargo, no se les puede echar de su casa sin que haya antes un informe de servicios sociales. Y, sobre todo, sentencia del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, sin que haya una alternativa habitacional. No se ha respetado absolutamente ninguna de sus leyes», dijo.

Actualmente están alojadas en una vivienda del Sindicato

Roríguez indica que «consideramos totalmente responsable al Juzgado de Primera Instancia número cuatro de Las Palmas de Gran Canaria, que ha actuado ilegalmente. Sabían perfectamente que si lo notificaban con tiempo íbamos a interponer recurso, que ellas se personarían en la causa e íbamos a usar todos los medios legales a nuestro alcance para detener el desahucio y habría repercusión mediática y que los políticos se iban a sentir presionados e iban a tener que mediar. Por eso lo han hecho de forma alegal».

Y añade que «también queremos denunciar al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, directamente al alcalde Augusto Hidalgo. A estas mujeres las desahucia la Policía Local, los GOIA. Por lo que el Ayuntamiento se podría haber inhibido de sacar a dos mujeres a la calle y dejar a tres menores a la intemperie. Incluso las lesionaron al hacerlo, por lo que intentamos hacer una denuncia y no nos dejaron. Nos dijeron que se haría de oficio y nos pidieron la identificación de los agentes, pero no lo pudimos hacer porque tenían su placa tapada».

Tensión.

Nereida y Natalia ya están algo más enteras. El jueves por la noche les conectaron la luz en el piso en el que el Sindicato de Inquilinas, de sus comunidades autogestionadas, les ofreció como alternativa habitacional después del desahucio. Pero siguen viviendo en sus carnes el dolor de ese momento. «Tuve hasta que rogar para que me dejaran coger nuestras cosas en la casa. Fue un policía quien convenció a la dueña para que nos dejara pasar. Yo nunca me negué a nada, quisimos hablar con la dueña para que nos dejara pagarle un alquiler por la casa, pero no hubo manera», expone Nereida, que todavía tiene en el cuerpo las marcas que le quedaron del forcejeo con los policías.

«He llamado muchas veces al concejal del Ayuntamiento para pedir que nos ayuden y su secretaria siempre me dice que ya él conoce mi caso y me llamará. Ni siquiera después de que nos hayan desalojado se ha tomado la consideración de llamarme», expone Nereida dolida por la situación.

Un papel amarillo.

Nereida y Natalia Espino se quejan de que no recibieron ninguna notificación oficial del desahucio. «No solo no nos lo notificaron de manera previa, es que cuando les pedí una orden cuando ya estaban dentro de la casa la funcionaria de justicia, riéndose, me dijo que ya se estaba haciendo mientras escribía en un papel amarillo que me dio como justificación de que nos echaban a la calle», cuentan.

Leyes de sangre

Ayer, día 4 de junio (2019), se produjo algo inédito, en mi experiencia militando en vivienda, en la Vega de San José (parece que la palabra “Polígono de San Cristóbal” ya está institucionalmente prescrita): 2 madres, que vivían como precaristas en una vivienda abandonada, fueron desalojadas violentamente por la policía, a las órdenes de una funcionaria judicial, del domicilio en el que vivían con sus tres hijos, sin notificación judicial previa, sin un margen razonable y oficialmente comunicado para abandonar la vivienda, sin requerir juzgados informe previo de los servicios sociales, sin que se hayan establecido las prórrogas que la propia ley establece en caso de que haya menores, sin posibilidad alguna de interponer ningún recurso. La policía asaltó la vivienda, sacaron a las vecinas a la calle a rastras y al instante sus cerrajeros cambiaron la cerradura (me consta que ninguna de estas personas, de policías a cerrajeros desahuciadores, se han planteado la posibilidad de dedicarse a limpiar escaleras). Nereida y Natalia (dos hermanas con uno y dos hijos respectivamente) hoy denunciarán los hechos. No obstante, saben que no servirá de nada, porque aunque judicialmente se les diera la razón, jamás podrán recuperar su domicilio. Así funciona el sistema. Sin número de identificación (todos los policías lo llevaban tapado) no se podrá denunciar a ningún agente concreto por la violencia sufrida, y la denuncia se archivará en cuanto no pueda identificarse a ningún agresor. El sistema es esto.

El único documento “legal” (no perdamos el humor) que se le entregó a las hermanas es una copia de carbón amarilla que viene a decir: “se las invita a irse y al no abandonar la vivienda se avisa a la fuerza pública para que las desaloje”. Hermosa gramática la del Juzgado de 1ª Instancia nº4 de Las Palmas. Faltan violines, y que se oiga un poco más el chapoteo de fondo entre la tinta y la sangre. Ese papel, escrito sobre la marcha, de letras irregulares e ilegibles, es lo que vale la vida de 5 personas. Esa es su ley.

Y eso no es todo… Nereida y Natalia todavía tuvieron que suplicar para que les dejaran sacar sus cosas de la casa. Cuando me enteré y me personé allí, la imagen que vi no pudo ser más terrible. Toda una vida, de colchones, mesillas y juguetes de niños, tirada en un rellano, o directamente en la calle. El único oxígeno lo proporcionaban los vecinos y la gente del Sindicato de Inquilinas que estaban allí y trataban de reconfortar a las hermanas.

El problema en este caso no ha sido sólo la completa dejación de las instituciones, algo a lo que ya estamos acostumbrados, por mucho que el Ayuntamiento se vista de rojo progresista y hable de “sensibilidad social”. Su total indiferencia ante la emergencia habitacional que vivimos en Canarias, especialmente en Las Palmas, es ya un lugar común. Que Nereida y Natalia no hayan podido en estos meses, desde que paramos el primer intento de desahucio en marzo, reunirse con ningún responsable institucional de vivienda y que hayan sido completamente ignoradas, es parte del ritual al que someten a cualquier vecino pobre del municipio. Es lamentable acostumbrarse a la ineptitud y que ya ni nos sorprenda. También es patético ver como unos movimientos sociales completamente domesticados, atiborrados de subvenciones, no denuncian ya ni un desahucio en la isla aunque los casos se les amontonen en la puerta. Pero repito, el problema principal no ha sido esta vez tanto la incompetencia institucional, su papel pasivo, como su participación. Es mejor sufrirlos cruzados de brazos que cuando intervienen, porque ¿saben qué cuerpo policial es el que saca violentamente a ambas mujeres a la calle causándoles lesiones? Es la policía local, los GOIA, su cuerpo antidisturbios, movilizados, necesariamente, bajo el mandato del Ayuntamiento de Las Palmas y en última instancia de su alcalde, Augusto Hidalgo. Ese es el “ayuntamiento popular”, el que iba a pararle los pies al fascismo, el ayuntamiento “del cambio”… Suerte que al fascismo se le combatía con urnas.

El otro gran responsable que toca señalar es el aparato jurídico y represivo-policial del sistema. Llevan meses alertándonos sobre el peligro de la entrada del fascismo en las instituciones, ignorando que en nuestros barrios el fascismo lleva décadas campando a sus anchas en juzgados y comisarías. El pibe menos espabilado del barrio ya sabe que hay “leyes para pobres” y “leyes para ricos”, “leyes de sangre” y “leyes de papel” y que es peor robar cuatrocientos euros que un millón. La ley es una espada: es vertical y siempre cae hacia abajo. No tiene otro principio que salvaguardar la propiedad privada y el monopolio de la violencia por parte del Estado. Todas las infracciones del Código Penal aluden a uno de los dos supuestos. La ley es un rodillo implacable que aplasta los barrios, al okupa, a la precaria, al indigente, a la obrera pobre, y una farsa de cosquillas y regañizas cuando entra en las urbanizaciones y afecta a empresarios, banqueros y políticos (mientras no cuestionen la unidad de España, obvio). En nuestros barrios siempre se ha respirado fascismo y una lección clara: el sistema estatal se basa, principalmente, en la fuerza bruta. Esto es lo que hemos corroborado, vecindario incluido, en el caso de Nereida y Natalia.

El SIGC lleva medio año parando desahucios a una media de 200 por trimestre. En juzgados tomaron nota. Notificarlo previamente supondría ponernos en alerta, que interpusiéramos recursos, llamáramos a los medios y “armáramos jaleo”. Con la lección aprendida, han preferido un desahucio cautelar, sin juicio alguno, sin notificación de ningún tipo, sin opción de interponer recurso. Saben que, aunque el desahucio se considere ilegal o irregular y así se pueda demostrar en sede judicial, Nereida y Natalia ya están fuera, y sin ninguna posibilidad de recuperar su vivienda. Ahora, por cierto, la casa seguirá abandonada otro par de años, rodeada de cámaras de seguridad (lo primero que hicieron los propietarios, que siempre se han negado a llegar a ningún tipo de acuerdo) y completamente bunquerizada.

En definitiva, el sistema ha tomado la vía de la fuerza, de actuar de imprevisto, implacablemente, porque sabían que por la otra, la de estrategia y el cálculo, aún no han conseguido ganarnos. Lo que ha pasado sienta un fatal precedente que debería alarmarnos a todos: en Gran Canaria se ha producido un desahucio que viola todas sus cacareadas garantías procesales, sin notificación judicial alguna y sin otro papel “legal” que una hoja de calco manuscrita. La indefensión jurídica, imposible en esta “avanzada democracia” (si alguien nombra ahora a Venezuela es posible que obtenga unos créditos extras en las próximas oposiciones), se viste de largo en nuestros barrios y empieza a reprimir por encima de sus posibilidades. Lo que ha ocurrido es un ataque directo al SIGC, a su influencia y su forma de proceder, un intento de contrarrestar su capacidad de maniobra. Lo que ha ocurrido es un ataque directo a la clase obrera canaria, una declaración de guerra que dice: a donde no llega la fuerza de ley, llega la ley de la fuerza.

Los anarquistas llevábamos advirtiendo esto desde hace tiempo: la vía legal es muy limitada, y es el propio sistema el que vuelve la ley rígida o laxa a su conveniencia. La gente pobre se está situando al margen de las leyes porque el sistema hace tiempo que ha situado las leyes al margen de ellos. Urge radicalizar respuestas, análisis y estrategias, o nos despedazarán poco a poco y se quitarán una de sus grandes preocupaciones de encima.

Ayer por la noche Nereida y Natalia, con sus tres hijos, fueron realojadas. Y no fue por las instituciones, la labor de los servicios sociales, la iniciativa gubernamental, la exigencia de una sentencia o la intervención de la jurisprudencia europea. Lo hizo la FAGC y el SIGC, con el apoyo y cobertura de los vecinos y simpatizantes, socializando una vivienda de urgencia en una de las últimas comunidades autogestionadas que se han sumado nuestro proyecto de recuperación habitacional: “La Barricada”. El nombre no podría ser mejor. En ella estamos y no la abandonaremos por muchas leyes de sangre que nos vomiten a la cara.

Ruymán Rodríguez

Solo el barrio salva al barrio

El día se presentaba duro. Lágrimas, angustia y ruido. Tratábamos de consolar a Nereida y Natalia, de convencerlas de que hoy no iba a producirse el desahucio; no podía producirse. Las irregularidades a nivel jurídico que se han constatado en este caso nos convencían de ello. Señoras y señores de la administración de justicia: su obligación no es intimidar, ni presentarse en casa de dos madres con 3 menores con medio batallón policial, ni tomar partido por la parte desahuciante; debería ser informar, dar a conocer a los afectados los derechos que les asisten, ser imparciales y no producir un dolor innecesario. Pero sabemos que esto es mucho pedir. Como ayer le decía uno de los miembros de nuestro sindicato a una funcionaria judicial: “Debería sacarse la calculadora de la cabeza, dejar de pensar como una máquina rígida y estricta y pensar que la vida no cabe en un papel, que la vida de 2 madres y 3 niños no puede caber en un maldito papel legal”.

A media mañana, en plena vorágine mediática, con los vecinos movilizados y concentrados, todos a la expectativa, la abogada del SIGC comunicaba a los presentes que el procurador de la parte desahuciante le hacía oficial que hoy no iba a producirse el desahucio. En otro contexto se hubiera celebrado, pero nuestro sindicato sabe perfectamente que esto es sólo una tregua. Lo más difícil, la guerra de verdad, comienza ahora.

Los trámites de desahucio se reiniciarán. La ofensiva judicial volverá a la carga y en un plazo de pocos meses volveremos a estar como ahora, sino lo impedimos. Este es el momento para negociar, para tratar de llegar a un acuerdo contractual con el propietario y para, de no ser posible, arrancar de las instituciones una alternativa habitacional digna.

Visto lo visto, tendremos que morder y arañar para conseguir lo segundo. El aplazamiento del desahucio de hoy no se ha producido gracias a la intervención política o institucional. ¿Qué han hecho las instituciones? Declararse incompetentes y derivar a las afectadas a colectivos que cobran subvenciones, porque los que no cobramos somos demasiado “peligrosos”. ¿Qué han hecho los políticos? Tratar de chupar cámara e intentar que sus siglas se filtren en los titulares sin mover ni un solo dedo.

La realidad es que la pequeña tregua que hoy se ha conseguido es gracias a un barrio harto, agotado, pero a la vez con la suficiente rabia como para denunciar los efectos de la gentrificación voraz que empiezan a detectar. Ven como cada casa de un vecino desahuciado es ocupada por funcionarios del juzgado o la comisaría próximos, o incluso por los incipientes usuarios del alquiler vacacional. Ven, tal y como nos decía una vecina, como el “polígono” empieza a convertirse en “La Vega de San José”. Ven como los especuladores empiezan a intentar que el rico barrio de Vegueta siga extendiéndose y creciendo hasta devorar el polígono y expulsar a sus habitantes. Este desahucio también se ha parado porque un párroco del pueblo ha preferido poner a Natalia y Nereida en contacto con nosotros antes que exigirles “resignación cristiana”. Y por último se ha parado porque, humildemente, desde el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria, con una cuota de un 1 euro al mes, que ni siquiera todos nuestros afiliados pueden pagar, hemos sabido molestar a los medios, insistir en todos los foros y gritar en todos los oídos, hasta obtener este paliativo resultado.

La conclusión es clara y nunca podemos olvidarla: solo el barrio salva al barrio.

SIGC

Dos hermanas y sus tres niños, a la calle en la Vega de San José

Javier Darriva/Canarias 7

En verano vieron un anuncio en Internet. Por un adelanto de 250 euros accedían a un piso en alquiler en la Vega de San José. Lo pagaron, pero al entrar vieron que la casa no estaba en condiciones. «Estaba hecho una porquería, no tenía bombillos, ni grifería y las paredes estaban fatal», relata Nereida Espino. Cuando fueron a reclamar su dinero, el supuesto arrendador ya había desaparecido del barrio. «Nunca más dio señales de vida, ni por teléfono», expuso la joven, así que decidieron quedarse en la casa, cambiando la cerradura para evitar problemas.

El problema es que quien alquiló la vivienda no era su dueño auténtico y se metieron a vivir en una casa sobre la que pesaba un proceso de desahucio -del propietario real- contra los anteriores inquilinos.

Allí estuvieron viviendo las dos hermanas, Nereida y Natalia, de 30 y 29 años respectivamente, con sus tres niños, de 11, 9 y 5. Iban escapando con los trabajos temporales de Natalia como camarera y con la ayuda de emergencia que les acaba de ingresar el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria -solicitada en noviembre-, pero marzo se torció. Natalia perdió su trabajo y hasta el mes que viene no empieza a cobrar los 215 euros que le corresponden como prestación de desempleo; y el jueves pasado, una comisión judicial tocó a las puertas de la casa para anunciarles el desahucio.

La orden de desalojo estaba, sin embargo, a nombre de otra persona. «Cuando me identifiqué y vieron que no éramos esa persona, nos dieron una semana más» para desocupar la vivienda.

El plazo se cumple este jueves. Y las dos familias no saben a dónde ir porque dicen que no tienen a nadie más que las ayude y porque no disponen de ingresos para afrontar los precios que el mercado impone a los alquileres.

De momento, la única ayuda que están recibiendo es la del Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria, que está trabajando a contrarreloj para buscar un techo para las dos hermanas y sus tres hijos pequeños.

De las instituciones esperan poco más por el laberinto burocrático en que se encuentran. «La trabajadora social me pidió cita con Stop Desahucio», explica la afectada.

El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria asegura que no puede ofrecerle una solución habitacional a las dos hermanas y sus tres hijos porque el levantamiento está a nombre de otra persona. Por este motivo, la joven fue remitida a Stop Desahucios, «para que la asesoraran a nivel legal».

Sin embargo, las dos jóvenes y sus pequeños no necesitan asesoramiento legal, sino un techo. Así lo afirma la abogada Isabel Saavedra, que colabora con el Sindicato de Inquilinas para frenar el desahucio. «No necesitan asesoramiento, sino soluciones», explicó, «resulta inaudito que el Ayuntamiento se quite los temas de encima».

Saavedra presentó al juzgado, el viernes pasado, un escrito en el que reclama la aplicación del nuevo real decreto de medidas urgentes en materia de vivienda y alquiler, que fija la obligación de contar con un informe de los servicios sociales municipales antes de dejar en la calle a una familia con menores a su cargo.

Ruymán Rodríguez, del Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria, también cree que «no tiene sentido» buscar una cita con un colectivo social cuando no se ofrece nada más. Cree que la solución del Ayuntamiento es «un parcheo» y que las instituciones solo responden cuando la realidad les golpea de lleno.